Texto 1 Como tantos otros, el sastre judeoalemán Levi-Strauss (1829-1902) emigró a los Estados Unidos para hacer fortuna. Atraído por la fiebre del oro, se estableció en San Francisco, abriendo un negocio de venta de tela de lona para confección de tiendas de campaña y de las lonetas con que se cubrían los vagones de tren. En cierta ocasión recibió un importante pedido de lona del ejército, pero al entregarlo, la partida fue rechazada por su baja calidad. Tratando de buscar una salida para esta tosca partida de tela de lona que le resarciera de tal revés, aunque con poca ilusión de tener éxito, decidió confeccionar con ella pantalones de trabajo con la esperanza de encontrar mercado entre los mineros, a quienes siempre oía quejarse de lo poco que les duraba la ropa por las duras condiciones de su trabajo. Para aumentar su utilidad, concibió la idea de coser en ellos todos los bolsillos que pudiera (en los que sus potenciales clientes pudiesen guardar las herramientas y las muestras de mineral), así como reforzar las costuras de los pantalones con remaches metálicos. Animado por el progresivo éxito de su nuevo producto, fue mejorándolo poco a poco, hasta que en 1860 decidió cambiar la lona por una tela igual de resistente, pero algo menos tosca, que se fabricaba en la región francesa de Nimes, y que era conocida como serge, consiguiendo de este modo una mayor aceptación entre otro tipo de clientes potenciales, como los granjeros y vaqueros. En realidad, este tejido era originario de la ciudad italiana de Génova, que los franceses llaman Genes, origen del que proviene el nombre que recibieron aquellos pantalones vaqueros originales fabricados por Levi-Strauss: jeans o (por el color azul) blue jeans. GREGORIO DOVAL: El libro de los hechos insólitos, Alianza Editorial.