Universidad de Buenos Aires Facultad de Ciencias Económicas

Anuncio
Universidad de Buenos Aires
Facultad de Ciencias Económicas
Seminario de Integración y Aplicación
Licenciatura en Economía
“Devaluación de 2002. Recesión y distribución del ingreso”
Titular del curso: Victoria Giarrizo
Tutor: Andrés Asiain
Alumno: Nicolás Javier Puebla
Registro: 848.988
1
Índice
1. Introducción.
3
2. Enfoques teóricos.
4
2.1. Modelo Mundell-Fleming.
4
2.2. Enfoque Monetario del Balance de Pagos.
7
2.3. Estructuralismo.
9
3. Evolución de los componentes de la Oferta y Demanda Agregada argentina
2001-2005: de la crisis al crecimiento.
13
3.1. Sector Externo.
13
3.2. Sector Interno.
18
4. Devaluación y mecanismo redistributivo.
22
4.1. La distribución del ingreso entre los diferentes actores económicos.
23
4.2. La cúpula empresarial, cambios y continuidades.
30
5. Factores que relajaron la restricción externa.
33
5.1. Precio de los commodities agrícolas.
33
5.2. Default de la deuda externa.
36
6. Conclusión.
37
7. Bibliografía.
40
2
“En una serie de trabajos publicados en el transcurso de los últimos
años hemos insistido en que la incapacidad del país de salir de su
estancamiento y las recurrentes crisis de las que padece se originan en
un divorcio entre las ideas de la sociedad argentina y la realidad.
Dichas ideas se derivan de teorías económicas tradicionales y se basan
en propiedades de las estructuras productivas de los países industriales,
muy diferentes a las que tiene un país exportador primario en proceso de
industrialización como la Argentina. Sin embargo, se aplican
obstinadamente, sin que la sociedad se percate de que ni las ideas ni las
prioridades operativas que surgen a partir de ellas corresponden a la
realidad. Como resultado de la desorientación resultante, la mayor parte
de los sectores de actividad económica no tienen ni idea de cómo
defender sus intereses e incluso algunos de ellos ejercen
sistemáticamente una presión política suicida, totalmente contraria a
ellos”
Marcelo Diamand, 1972.
1. Introducción:
Al estarse por cumplir una década del fin de la convertibilidad, el debate acerca del
efecto de la devaluación de la moneda en la economía argentina es un tema que aún
continúa dando discusión. Esta temática es abordada en el trabajo de Saúl Keifman
“Tipo de cambio y empleo, a treinta años de Canitrot y Porto” (2005) donde trata de
demostrar que esta última devaluación fue “expansiva” debido a la rápida recuperación
y crecimiento de la economía argentina. Una visión opuesta es la de José Luis Nicolini
Llosa, en su publicación “El enfoque estructuralista del balance de pagos” (2008),
siguiendo una línea de pensamiento estructuralista, donde afirma que el efecto fue
recesivo y distribuyó el ingreso en favor del sector de mayores ventajas comparativas, el
agropecuario.
El análisis de estos efectos tiene su origen a partir de la segunda mitad del siglo XX
con el Estructuralismo. Esta vertiente de pensamiento económico latinoamericano se
vuelca al análisis de los problemas que atañen a las economías de los países de la región
(subdesarrollados), donde el crecimiento económico está directamente ligado al
resultado de sus transacciones comerciales con el exterior. No va a depender de factores
internos como la inversión o la expansión de la oferta de trabajo, sino de la
disponibilidad de divisas que posea. De esta manera la oferta de la moneda de comercio
internacional actuará como una restricción a la expansión del ciclo económico. Si el
saldo comercial es superavitario la restricción se relajará, mientras que si hay una
situación deficitaria la economía se verá encaminada hacia un ciclo recesivo.
Entre este grupo de países se encuentra la Argentina, caracterizada por tener una
Estructura Productiva Desequilibrada [Diamand, 1972], donde al producirse una
devaluación, el sector primario (agropecuario), caracterizado por tener una alta
productividad y un alto grado de inserción en los mercados externos, resulta
ampliamente beneficiado, no así los sectores secundario (industrial) y terciario
(servicios), en razón de que su mayor proporción de producto tiene como destinatario el
mercado interno.
En Argentina las decisiones de devaluar la moneda a lo largo su historia se tomaron
exclusivamente por estar atravesando una crisis en la Balanza de Pagos. Al encontrarse
en una situación deficitaria la única salida se encontraba en una devaluación capaz de
3
reestablecer el equilibrio. Más allá de ser una decisión de los distintitos gobiernos
locales, fue un condicionamiento de los organismos de crédito externo (Fondo
Monetario Internacional, etc.) para otorgar préstamos que ayuden a solventar las cuentas
externas. Estas “recetas” de tinte ortodoxo se basan en modelos de economías abiertas
como el Mundell-Flemming o el Enfoque Monetario del Balance de Pagos (EMBP),
cuyos resultados teóricos solucionan el problema del desequilibrio externo de las
cuentas nacionales, pero su aplicación en economías con estructuras como la argentina
no tienen los mismos efectos.
Si bien es indiscutible que a partir de mediados de 2002 el crecimiento de la
economía argentina casi no tuvo precedentes por las altas tasas en que lo hizo, ni
tampoco sufrió períodos recesivos posteriores, ¿fue la devaluación la causa por la cual
el país salió de la recesión económica que sufrió desde 1999?, ¿influyeron otras
variables como el default de la deuda externa y el aumento de la demanda externa de
alimentos, que verdaderamente impulsaron el despegue de la economía?, ¿favoreció a
todos los sectores económicos por igual? Estas cuestiones serán el objetivo de análisis
del presente trabajo, el cual se estructurará de la siguiente manera: En la primer parte
del trabajo se desarrollará un marco teórico que analice los efectos de las devaluaciones
en la economía de un país con una economía cuyo crecimiento depende de la restricción
de divisas, tanto desde un enfoque heterodoxo, exponiendo la visión estructuralista,
como ortodoxo, presentando el modelo Mundell-Fleming y el EMBP. En la segunda, se
analizarán las cuentas nacionales argentinas del período 2001-2005, observando los
diferentes elementos de la Oferta y Demanda Agregada, mostrando como se contrajeron
y se impulsaron los diferentes componentes de las mismas. Luego se focalizará la
cuestión en el impacto en la distribución del ingreso, tanto entre los diferentes actores
económicos de la sociedad, y dentro del sector privado, más precisamente en el sector
empresarial. En la cuarta, se enunciarán que otros shocks, al margen de la devaluación,
impulsaron el crecimiento de la economía argentina, como el alza de los precios de
commodities agrícolas y el default de la deuda externa argentina. Por último, se
expondrá una conclusión final en base a la investigación realizada.
2. Enfoques Teóricos.
En el presente se desarrollarán tres visiones diferentes de cómo afecta la
devaluación de la moneda en una economía subdesarrollada como la argentina. En
principio se enunciaran el modelo Mundell-Fleming y el Enfoque Monetario del
Balance de Pagos, dando una perspectiva ortodoxa, y luego un enfoque heterodoxo, el
Estructuralista.
2.1 Modelo Mundell-Fleming.
El modelo Mundell-Fleming o IS-LM-BP es uno de los más utilizados por la
Síntesis Neoclásica para explicar el funcionamiento de una economía abierta. Fue
creado por Robert Mundell y Marcus Fleming en la década del 60, basado en el modelo
IS-LM tradicional para una economía cerrada, en el cual se analizan el equilibrio en el
mercado de bienes (curva IS), de dinero (curva LM) y el sector externo de la economía
(curva BP). Toma a todos los sectores de la economía tanto el real, analizando el
mercado de bienes, como el financiero, observando el comportamiento del mercado de
dinero y de capitales. Su fin es analizar la efectividad de políticas fiscales y monetarias
bajo diferentes condiciones, viendo sus resultados en los niveles de producto y tasa de
4
interés que se podría alcanzar. Una implicancia observada en su aplicación es la
imposibilidad de llevar adelante un régimen de tipo de cambio fijo con libre movilidad
de capitales y una política monetaria autónoma, siendo únicamente posible elegir
solamente dos de estas opciones relegando la tercera.
Ecuaciones:
IS: Y = C(Y)+I(r)+G+XN(Y; Y*; e)
(+)
(-)
(-) (+) (+)
LM: M = L(Y; r)
P
(+) (-)
BP: ΔR =CC (e; Y; Y*)+CK(r; r*)=0
(+) (-) (+)
(+) (-)
Variables:
Y = Producto nacional
Y* = Producto externo
C = Consumo
I = Inversión
G = Gasto del Gobierno
XN = Exportaciones Netas [exportaciones (X) – importaciones (M)]
r = Tasa de interés doméstica
r* = Tasa de interés externa
e = Tipo de cambio nominal
P* = Nivel de Precios externos
P =Nivel de Precios internos
M = Oferta de dinero
CC = Cuenta Corriente
CK = Cuenta Capital
ΔR = Variación de Reservas internacionales
Se supone que se analiza una economía pequeña cuyas fluctuaciones y/o decisiones
no afectan al resto del mundo, se produce internamente un solo bien homogéneo que
compite en el mercado mundial, siendo la producción determinada por la demanda y
con precios fijos. Además no hay “lags” que retarden el equilibrio de la economía ya
que ajusta de manera inmediata, las expectativas de los agentes económicos son
estáticas [Williamson, 1983], y la tasa de interés local se iguala a la externa permitiendo
una perfecta movilidad de capitales1, siendo sustitutos perfectos los activos financieros
internos y externos.
Otro supuesto importante el cumplimiento de la condición Marshall-Lerner, que en
este análisis va a ser fundamental para observar los efectos en el Balance de Pagos de la
devaluación de la moneda. Al cumplirse, la suma de las elasticidades de las
exportaciones e importaciones, en valor absoluto, deberá ser mayor a la unidad (│εx│+
│εm│>1). De esta manera si una economía devalúa su moneda la demanda de
exportaciones (infinitamente elástica) por parte del sector externo aumentará debido a
1
Se cumple la condición de la Paridad de Interés Descubierta (UIP): r = r* + E(ê). Esto quiere decir que
la tasa de interés local (r) se iguala a la internacional (r*) descontando las expectativas de devaluación de
la moneda local (E(ê)).
5
su abaratamiento respecto de los precios externos, y las importaciones disminuirán en
razón de su encarecimiento, pudiendo mejorar el balance externo de la economía e
incrementando el producto interno.
Para simplificar y facilitar el análisis se supondrá estar ante un régimen de tipo de
cambio fijo, donde el gobierno local intervendrá en el mercado cambiario con el fin de
mantener la paridad, impidiendo que ajuste por si mismo. De esta manera pierde su
capacidad de realizar política monetaria expansiva o contractiva que lo saque de su tipo
de cambio establecido, volviéndose una variable endógena la oferta de dinero (M/P) ya
que un déficit en el Balance de Pagos genera una variación negativa en la cantidad de
reservas internacionales (R), y al no haber esterilización, se reduce la oferta monetaria.
Si por el contrario el saldo comercial fuese superavitario, las reservas internacionales
aumentarían al igual que la oferta monetaria.
Ante las condiciones enunciadas, se plantea un caso en el que se parte de una
situación de déficit en el Balance de Pagos (E0) y se quiere llegar a un ponto donde
haya un nivel de actividad económica de pleno empleo (Y1) y equilibrio externo (E1).
r
LM
E1
r = r*
BP
E0
r0
IS
Y0
Y1
Y
En la situación inicial (E0) el déficit (BP<0) se da por el lado de la cuenta corriente,
ya que las exportaciones son menores a las importaciones. Respecto de la cuenta capital,
al haber perfecta movilidad, con una tasa de interés interna menor a la internacional
(r<r*) los capitales preferirán adquirir activos financieros externos.
La solución planteada por esta visión ortodoxa para salir del déficit externo es la
devaluación. Al llevar adelante el gobierno esta política, las exportaciones netas (XN)
aumentarán (gracias al cumplimiento de la condición Marshall-Lerner) provocando un
incremento del producto interno, desplazándose la curva IS hacia la derecha. Esto
también repercute en la curva BP, trasladándola paralelamente hacia abajo, mejor dicho
hacia la derecha de su posición inicial, debido a que el aumento del tipo de cambio
mejora la situación de la cuenta corriente. Asimismo, la afluencia de divisas provoca
que la oferta monetaria aumente y con ello disminuya la tasa de interés, desplazando la
curva LM hacia la derecha. De esta manera se logra llegar al equilibrio externo (E1) con
pleno empleo (Y1).
6
r
r = r*
r1 = r*
r0
LM
LM´
BP
BP´
E1
E0
IS
Y0
Y1
IS´
Y
Con este análisis resulta muy fácil salir de un déficit del Balance de Pagos ¿pero
pude aplicarse a una economía como la de Argentina? Este modelo está claramente
basado en una economía cuyo sector industrial posee una alta productividad y es muy
competitivo en mercados internacionales, como Alemania, Estados Unidos o Japón. Al
devaluar su moneda, la demanda de sus productos exportables aumentará notablemente
debido a su abaratamiento, posicionándolos en una situación más ventajosa respecto de
sus competidores en cuanto a precio. En cuanto a las importaciones se verá el efecto
antes descripto, bajando su demanda por su encarecimiento, sustituyéndolas por
producción interna.
Para el caso Argentino se torna limitado explicar el equilibrio externo de la
economía con el modelo Mundell-Fleming. La existencia de dos sectores económicos
con diferentes productividades (campo e industria) imposibilita aplicar un modelo
pensado para un solo bien cuya demanda externa es infinitamente elástica. En cuanto a
como se logra el equilibrio externo luego de una devaluación, la condición MarshallLerner no se cumple debido a que el efecto que genera en la economía es una gran caída
de las importaciones sin el aumento de las cantidades exportadas (su comportamiento es
constante prácticamente).
2.2 Enfoque Monetario del Balance de Pagos.
El Enfoque Monetario del Balance de Pagos (EMBP) radica su estudio a los
fenómenos monetarios que se observan dentro de una economía, dándole
preponderancia en su análisis a lo que acontece en la Cuenta Capital del Balance de
Pagos. A diferencia del modelo Mundell-Fleming, se plantea que los desequilibrios
observados en las cuentas externas de una economía son puramente monetarios y no un
problema real de precios relativos [Meller, 1988].
Su análisis se centra en una teoría monetaria que permita ver los movimientos en el
mercado de dinero interno y cómo estos afectan al equilibrio de las cuentas externas. Se
supone que en la economía hay tipo de cambio fijo, un solo bien transable
internacionalmente, se cumple de la Paridad del Poder Adquisitivo2 y la Teoría
2
Esta paridad establece que el tipo de cambio real (E) es igual al tipo de cambio nominal (e) por el nivel
de precios internacionales (P*) sobre el interno (P): E = e.P*/P. Así el poder de compra de una moneda es
igual en cualquier país del mundo.
7
Cuantitativa del Dinero3, hay pleno empleo y los precios son completamente flexibles.
De esta manera se plantea una identidad contable para el Banco Central de un país que
permite ver con facilidad como afectan las variaciones en el mercado interno de dinero:
H≡R+C
(1)
H=Base Monetaria
R=Reservas internacionales
C= Crédito interno
Como se observa en (2) la oferta monetaria puede variar debido a la variación de
reservas internacionales y también por la de crédito interno.
ΔH ≡ ΔR + ΔC
(2)
Si hay un superávit en el Balance de Pagos la oferta monetaria aumentará, en el caso
contrario existiendo un déficit se reducirá.
Este enfoque plantea que la problemática se genera cuando el Banco Central
financia un déficit de las cuentas externas mediante políticas de esterilización [Meller,
1988]. Al aumentar la cantidad de crédito interno evita la caída del nivel de actividad de
la economía pero con la existencia de desequilibrio externo. En cambio si no
intervendría, la economía ajustaría por si misma ya que si cae el nivel de actividad
interno el gasto disminuirá al igual que la demanda de divisas, permitiendo un
mecanismo natural que reequilibre el Balance de Pagos.
Asimismo, si se agrega el supuesto de perfecta movilidad de capitales el mecanismo
natural de ajuste se sigue cumpliendo. Al contraerse la oferta monetaria por la caída del
nivel de divisas por el déficit externo, la tasa de interés interna se encontrará por sobre
el nivel de la externa, de esta manera los capitales foráneos verán conveniente este
diferencial de tasas, con lo cual ingresarán a la economía local haciendo que suba el
nivel de divisas del Banco Central y permitiendo reequilibrar la balanza comercial. En
este ejemplo se observa claramente la importancia que toma en este modelo la tasa de
interés y la cuenta capital para poder reestablecer las cuentas externas.
La solución que plantea este enfoque a los desequilibrios externos no da lugar a lo
que acontece en la cuenta corriente ya que al cumplirse el supuesto de la Paridad del
Poder Adquisitivo, la devaluación de la moneda no provoca efectos sobre los precios
relativos de una economía, pero si un impacto inflacionario que se traslada totalmente al
precio de los bienes [Meller, 1988].
Al tomar el EMBP solamente el análisis de la cuenta capital se deja de lado todo lo
atinente al sector real de la economía, en donde se genera la problemática del balance
comercial en economías subdesarrolladas como la Argentina. Además, la evidencia
empírica demuestra que al ocurrir una devaluación, en general, no hay un efecto “passthrough” unitario sino que los precios son rígidos en el corto plazo (en especial el del
salario), afectando el nivel de precios relativos de una economía.
3
Establece que la cantidad de dinero por su velocidad de circulación (constante por factores
institucionales) es igual al nivel de precios por el producto de pleno empleo (M.V=P.Y). Esto implica
que la demanda de dinero es puramente transaccional y que si aumenta la cantidad de dinero lo harán los
precios en igual magnitud.
8
2.3 Estructuralismo.
La corriente de pensamiento estructuralista tiene su origen a principios de la
segunda mitad del siglo XX con la creación de la Comisión Económica para América
Latina de las Naciones Unidad (CEPAL), cuyo principal exponente fue Raúl Prebisch.
El enfoque que se planteó fue acerca de la “teoría ricardiana” de las ventajas
comparativas y el deterioro de los términos de intercambio entre las economías centrales
o desarrolladas y las periféricas o subdesarrolladas, cuyo fracaso se vio en el
agotamiento del modelo agroexportador que se implementó en el país hasta la década
del 30. Luego de este modelo de acumulación económica, le siguió la etapa sustitutiva
de importaciones hasta mediados de la década del 70, y aquí es en donde se centra el
análisis de los pensadores estructuralistas.
Otro de sus principales exponentes fue Marcelo Diamand, quien señaló que la
característica esencial de los países exportadores primarios en proceso de
industrialización, como Argentina, es la de poseer una estructura productiva
desequilibrada [Diamand, 1972]. Esta peculiar cualidad se refiere a la existencia en la
estructura productiva de dos sectores cuyo principal diferenciador son los niveles de
precios que poseen.
El sector primario4 es poseedor de una alta productividad lo que le permite tener
mayores ventajas comparativas para poder competir en los mercados externos. Se
desarrolla en un mercado que es casi de competencia perfecta ya que su producción es
homogénea y toma los precios de la economía mundial, rigiendo una “ley de precio
único” por lo que la demanda internacional es infinitamente elástica respecto del precio
[Asiain, 2011]. Además de destinar su producción a la exportación, esta es
comercializada dentro de la economía local, con lo cual si el precio determinado en el
exterior aumentara lo haría de igual manera en el interno de no mediar impuestos ad
valorem que lo impidan.
El otro sector en cuestión es el secundario5, cuyo producto en su mayoría es
destinado al mercado interno debido a su poca competitividad externa por su baja
productividad. Al contrario que en el primario, no rige la “ley del precio único” y su
precio es fijado a partir de un margen de ganancia por sobre los costos de producción
[Asiain, 2011]. Por lo antes descripto, le resulta necesario para su vitalidad un tipo de
cambio diferenciado que le permita competir con productos sustitutos importados, de lo
contrario si el valor de la moneda local es fijado a partir de la productividad sector
primario, su existencia se verá amenazada.
El nexo que une y genera la dependencia del sector secundario para con el primario
son las divisas, las cuales le resultan imprescindibles debido a la necesidad de importar
bienes de capital e insumos para llevar a cabo su producción. Al no tener la capacidad
de exportar lo suficiente como para satisfacer su demanda de moneda extranjera, estas
tienen que ser transferidas desde el sector primario exportador, cuyo ingreso depende de
las cantidades demandadas y precios fijados en el exterior.
Este desequilibrio provocó que la economía argentina sufra recurrentes ciclos
económicos ascendentes y descendentes conocidos como “Ciclos de Stop and Go”. En
un primer momento la industria comienza a sustituir bienes importados que no necesitan
de un proceso complejo de producción permitiendo ahorrar divisas y equilibrar el
balance de pagos [Diamand, 1972]. Hasta aquí no se observan problemas en el sector
externo ni interno de la economía, entrando en un ciclo expansivo debido al aumento de
demanda interna por los bajos niveles de desempleo. Al ir avanzando el proceso de
4
5
Para el presente análisis se utilizará al sector agropecuario por ser el más representativo.
En este caso englobaremos a la industria y los servicios.
9
industrialización se llega a una etapa en la que se busca reemplazar productos mucho
más complejos, donde es necesario importar bienes de capital e insumos que no se
pueden producir localmente. Aquí es en donde comienza a tornarse dificultoso mantener
balance externo equilibrado. La demanda creciente de divisas del sector industrial
provoca que las reservas internacionales del Banco Central comiencen a descender
debido a que las exportaciones agropecuarias no alcanzan a compensar las erogaciones
de los productos importados. Esta secuencia sigue su rumbo hasta llegar a un momento
en el cual la balanza de pagos entra en crisis por el gran aumento de las importaciones,
limitando el proceso de industrialización y el crecimiento de la economía.
Sumado a este inconveniente de la cuenta corriente, la falta de un mercado de
capitales interno desarrollado y la carencia de créditos bancarios [Diamand, 1972], hace
que las empresas se endeuden con entidades financieras externas para solucionar las
dificultades que poseen para continuar con la importación de bienes necesarios en su
producción. Si la mayoría de su producto es destinado al mercado interno y un pequeño
remanente es exportado, por si misma no es capaz de abastecerse de divisas suficientes
como para cancelar su deuda externa. Ante esta situación no le queda otra opción que
endeudarse nuevamente con capitales foráneos, lo cual se torna altamente riesgoso
debido a las cargas financieras que deberá afrontar a futuro y el peso que le genera al
Balance de Pagos.
Como se puede observar, la existencia de estos dos sectores genera un desequilibrio
en la estructura productiva de la economía. Por un lado encontramos la dependencia del
sector industrial ligada a las divisas, por el otro las diferentes productividades que
poseen crea otro problema en torno a la fijación de la paridad de cambio interna. Al
tener el sector agroexportador una productividad muy elevada, la apreciación de la
moneda local no lo perjudica en cuanto a competitividad en los mercados externos. En
cambio al sector industrial si, debido a que posee una baja productividad y costos
elevados es incapaz de competir tanto en la economía local como en los mercados
externos, siendo la salida más rápida a este problema un tipo de cambio relativamente
alto que lo favorezca.
Ante este escenario descripto, la respuesta por parte de los distintos gobiernos
fueron grandes devaluaciones que logren reequilibrar las cuentas externas del país,
sumado a planes de estabilización y ajuste, tendientes a solucionar problemas
macroeconómicos como la inflación.
Devaluación, ¿solamente implica la pérdida de valor de la moneda?
La salida que encontraron los diferentes gobiernos de la Argentina a los
desequilibrios en el Balance de Pagos fue la devaluación de la moneda. Esta medida
provoca que se reestablezca inmediatamente el equilibrio en las cuentas externas debido
a que las exportaciones van a resultar mayores que las importaciones, de esta manera los
egresos de divisas al país serán menores que los ingresos obtenidos por las ventas hacia
el exterior.
Si esto se analiza desde la visión del modelo Mundell-Fleming se concluye que la
devaluación provoca el abaratamiento de los productos del país que lleva adelante la
medida cambiaria, lo cual genera que la demanda externa aumente al igual que los
ingresos de divisas y que los productos importados al resultarles más caros ingresen en
menor volumen. Desde la visión estructuralista el equilibrio del balance comercial no
ocurre de esa manera. Las exportaciones del sector primario lejos de aumentar su
volumen de ventas se mantienen debido a que la producción se encuentra determinada
desde la oferta por la disponibilidad fija del factor productivo tierra [Asiain, 2011], pero
10
lo que si se observa es una gran caída en las importaciones. Este último ajuste se da por
el encarecimiento de la producción externa y por la gran caída del producto interno,
mereciendo un análisis especial porque aquí es en donde se observa el carácter recesivo
de la devaluación.
Si el tipo de cambio sube, la capacidad de obtener divisas se dificulta por su
encarecimiento, por lo tanto se observará una caída en la demanda de importaciones
debido a su encarecimiento. Sumado a esto se da lo que Marcelo Diamand denominó
“Inflación Cambiaria”, que no es la suba generalizada de precios por el aumento de la
demanda de bienes, sino es efecto puro y exclusivo de la devaluación. Como los
productos que exporta el país en su mayoría son agropecuarios, su encarecimiento por
ser constante en moneda extranjera [Braun y Joy, 1968] afecta directamente al nivel de
precios internos de los alimentos debido a que su demanda es constante por ser vital
para la vida humana. Asimismo, la producción industrial local se ve afectada por el
encarecimiento de insumos importados y bienes de capital, trasladando esta suba de
costos a los precios de su producto.
Este tipo particular de inflación afecta tanto al sector primario como al secundario
de la economía, pero también lo hace entre empresarios, terratenientes y trabajadores.
Al ser valuados los productos primarios en moneda extranjera los ingresos de
terratenientes y empresarios relacionados con el sector no se ven afectados, pero si se
benefician cuando entran en juego sus costos de producción. Si utilizan insumos
importados no verán variación alguna porque los ingresos y egresos se mantendrán
constantes, pero si en su estructura de costos hay insumos y manos de obra local
obtienen un beneficio extraordinario por su abaratamiento ya que la remuneración es en
moneda autóctona. Respecto del sector secundario se da una ambigüedad en el efecto
que provoca la devaluación. El aumento del tipo de cambio le permite una cierta
protección respecto de las importaciones industriales con las que compiten en mercado
interno, de esta manera se da lugar a una etapa sustitutiva de importaciones de
manufacturas debido al encarecimiento de estas últimas. Además de este efecto directo
hay que analizar como afecta al sector que demanda su producción, el mercado interno
compuesto mayormente por asalariados, y aquí es en donde se observa como afecta
negativamente una devaluación al sector industrial.
El estrato trabajador o asalariado es uno de los más afectados por la devaluación. Su
remuneración es afectada negativamente debido al aumento generalizado de los precios,
cayendo de esta manera su salario real. Si hay un escenario con niveles de pleno empleo
de mano de obra, la caída de las remuneraciones provoca una inmediata reacción de las
organizaciones sindicales en demanda de aumentos salariales para compensar la
disminución de su ingreso, derivando en una espiral precios-salarios [Braun y Joy,
1968]. Si por el contrario hay elevados índices de desempleo, es muy difícil que se
obtenga rápidamente una mejora en el ingreso de los trabajadores por el poco poder de
negociación que posee frente a los empresarios debido a la gran cantidad de mano de
obra desocupada, siendo fácil su reemplazo. De ambas maneras, el salario real se ve
afectado negativamente por la merma en su poder de compra. Esta baja afecta
directamente a la producción del sector industrial, en razón de que la demanda de su
producto por parte del mercado interno disminuirá por su encarecimiento. Sumado a que
el consumo de alimentos por parte de los asalariados es más inelástico que la demanda
de los bienes industriales [Braun y Joy, 1968], solamente dispondrán de un pequeño
margen para el consumo de manufacturas. Pese al aumento del ingreso del sector
agroexportador, esto no llega a compensar la caída de la demanda de los asalariados
debido a la diferente composición en los gastos de ambas clases. El ingreso de los
11
primeros vira del consumo de bienes industriales de consumo durable y no durable,
hacia el consumo y la inversión suntuaria y al ahorro de divisas [Ferrer, 1963].
La disminución de la demanda de producción industrial genera desempleo tanto de
la capacidad instalada como de mano de obra, profundizando así el efecto recesivo de la
devaluación por la redistribución del ingreso desde el trabajo al capital y del sector
secundario al primario.
Sumado a esta problemática de la cuenta corriente, por el lado de la cuenta capital
del Balance de Pagos el movimiento de capitales cataliza la salida de divisas ante
expectativas de devaluación o bien cuando esta se genera, provocando que el
desequilibrio de las cuentas externas se agrave aún más. Como solución se puede
plantear un control a los movimientos de capitales para mantener la estabilidad del
balance, pero esta medida no asegurará por si mima el equilibrio del balance de pagos
con pleno empleo [Braun y Joy, 1963]. La solución debe primar en la obtención de
divisas por parte de la cuenta corriente que es en donde se genera el problema. Para
algunos autores como O. Braun y L. Joy la clave está en aumentar los ingresos de
divisas por parte del sector agropecuario debido a la gran capacidad que este posee y a
las dificultades que posee el industrial para competir en mercados externos. En
contraposición a esta visión M. Diamand y N. Crovetto advierten que las exportaciones
primarias por si solas no bastan para solucionar los problemas del balance de pagos,
proponiendo como única salida el estímulo de exportaciones industriales capaces de
abastecer de divisas al sector por si mismo. Si bien no es una solución fácil debido a que
afianzar una industria nacional capaz de competir en mercados externos conlleva un
largo camino, es necesario compensar la menor productividad relativa del sector con
tipos de cambio diferenciados capaces de protegerla. Además al aumentar la capacidad
productiva del sector, afecta directamente a los niveles de empleo demandando mayor
cantidad de mano de obra, algo que el sector primario emplea en poca cantidad.
No solamente esta temática fue abordada por economistas latinoamericanos, P.
Krugman y L. Taylor en su obra “Contractionary effects of devaluation” (1978)
describieron como afecta una devaluación en el producto de un país, especialmente en
de los menos desarrollados. Lejos de ver resultados de estimulación de la actividad
económica como lo apuntado por el modelo Mundell-Fleming, se observa una caída en
el producto doméstico y en las importaciones, provocada por la transferencia de
ingresos hacia sectores con una alta propensión al ahorro, creando un exceso de ahorro
sobre la inversión planeada ex-ante.
En el siguiente extracto del precitado texto queda plasmada esta idea, de cómo
resultan beneficiadas aquellas actividades cuyo producto se destina al mercado externo
y las consecuencias en la distribución del ingreso:
“Aún cuando el balance externo esté balanceado, la devaluación incrementa los
precios de los bienes transables en relación a los domésticos, dándole una suba en
las ganancias a las industrias competitivas de exportación e importación. Si los
salarios monetarios se retrasan respecto de la suba de precios y si la propensión
marginal a ahorrar sobre las ganancias es mayor que sobre los salarios, el ahorro
nacional se eleva en forma ex-ante. La magnitud de la contracción resultante
depende de la diferencia entre la propensión al ahorro de las dos clases.”
12
3. Evolución de los componentes de la Oferta y Demanda Agregada
argentina 2001-2005: de la crisis al crecimiento.
La salida del régimen de convertibilidad con la devaluación del Peso a principios de
2002 marcó grandes cambios pero a su vez continuidades respecto de las diferentes
variables de la Oferta y Demanda Agregada observadas en la década de los 90`s.
Desde 1999 la economía argentina tuvo un período recesivo de actividad económica
hasta la crisis de la convertibilidad. Al llevarse a cabo la devaluación, el nivel de
actividad económica sufrió su descenso más profundo debido al efecto redistributivo
que provoca la suba del tipo de cambio en el ingreso. Los sectores exportadores no
sufrieron los efectos de esta crisis pero si las actividades que destinaban su producción
al mercado interno argentino. Sin embargo, a partir de este punto de inflexión la
economía argentina salió de esta etapa recesiva comenzando a crecer el PIB a tasas
promedio del 8,5% anual.
Gráfico N° 1
PIB desestacionalizado en millones de Pesos Argentinos de
1993 y variación porcentual respecto del trimestre anterior
-2,0
20
05
200.000
20
04
0,0
20
03
250.000
20
02
2,0
20
01
300.000
20
00
4,0
19
99
350.000
19
98
6,0
150.000
-4,0
100.000
-6,0
50.000
-8,0
0
Variación porcentual del PIB
PIB
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
En el siguiente análisis se considerará por un lado a la Oferta (Producto Interno
Bruto + Importaciones) y a la Demanda Agregada (Consumo Privado + Inversión +
Gasto Público + Exportaciones) para el estudio del sector interno de la economía,
mientras que por el otro se analizarán las variables externas, estudiando el Balance de
Pagos en su conjunto.
3.1 Sector externo.
Argentina durante los 90`s tuvo su moneda muy apreciada respecto del Dólar, y al
no llevar adelante una política comercial que proteja a su sector industrial que no poseía
niveles de productividad elevados y menos de competitividad frente a productos
importados, dejó que el mercado actúe privilegiando a los sectores de mayores ventajas
comparativas para competir en el exterior (agropecuario) y en el interior. Es así como se
permitió la inserción en el mercado local de productos manufacturados de origen
extranjero que desplazaron a los locales debido a su bajo precio, generando que la
13
cuenta corriente mantenga un saldo negativo durante toda esta etapa. Para compensar
este resultado, la cuenta capital mantuvo un saldo positivo con fondos obtenidos de las
privatizaciones de las empresas de servicios públicos, la venta de empresas privadas a
capitales externos y el incremento de la deuda pública externa.
El mecanismo antes descripto perduró hasta el año 2001 cuando el resultado
positivo de la cuenta capital era insostenible debido a la imposibilidad de seguir
accediendo a préstamos de organismos de crédito internacional y a que ya no quedaban
empresas públicas por privatizar. A esto se le sumó la gran fuga de capitales del sector
privado por las altas expectativas de devaluación, con lo cual se profundizó más el saldo
negativo, provocando que el nivel de reservas de divisas del Banco Central registre un
saldo negativo en dicho año de aproximadamente u$s 5500 millones.
Al devaluar el Peso en 2002 ocurrió un cambio drástico en el resultado del balance
comercial. Con la depreciación de la moneda, en un principio devaluada en un 40% y
luego llegando a casi un 350% por acción libre del mercado de divisas, las
importaciones se encarecieron y su demanda disminuyó, viendo una caída de más de 70
puntos en el índice de cantidades importadas. En lo que respecta a las exportaciones, al
observar en el Grafico N° 2 la trayectoria de las cantidades exportadas, se aprecia que el
crecimiento de estas sigue el sendero que venía recorriendo desde la década pasada, sin
marcar un punto de inflexión la devaluación del Peso, indicando una fuerte
insensibilidad del sector exportador respecto a su rentabilidad [Asiain, 2010].
Gráfico N° 2
Indice de cantidades de bienes exportados e importados, y
términos de intercambio (Base 1993=100)
300,0
250,0
200,0
150,0
100,0
50,0
0,0
1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
Indice de cant. X
Indice de cant. M
Incide de términos de intercambio
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC.
Este comportamiento difiere mucho de lo apuntado en teorías de economías abiertas
como el modelo Mundell-Fleming, donde ante una devaluación las cantidades
exportadas aumentarán debido a su abaratamiento en el comercio internacional. Lo que
si se observa es que desde que la economía argentina comienza a entrar en recesión a
partir de 1998 las importaciones descienden y con la devaluación se acentúa, como lo
postula la vertiente estructuralista.
Siguiendo con el análisis, para los siguientes años hasta 2005 el nivel de
exportaciones continúa con su tendencia de crecimiento. Las Manufacturas de Origen
Agropecuario (MOA), destacándose los aceites, subproductos de la industria oleaginosa
y carnes, y las Manufacturas de Origen Industrial (MOI), como los automotores,
14
productos químicos y manufacturas de metales, tuvieron un crecimiento anual promedio
del 14%.
Gráfico N° 3
Exportaciones de manufacturas (En millones de dólares)
14.000
13.000
12.000
11.000
10.000
9.000
8.000
7.000
6.000
2001
2002
2003
MOA
2004
2005
MOI
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC.
Si bien se observa una mejora en las exportaciones de las MOI, la composición de
las exportaciones argentinas se centró en torno a bienes primarios y commodities
industriales [Agis et al, 2010; Cetrángolo, Heymann, Ramos, 2008].
Con respecto a las importaciones, luego de la abrupta caída de 2002 su incremento
fue ininterrumpido creciendo a una tasa anual del 35% aproximadamente (Ver Gráfico
N° 2). La composición de estas muestra que los bienes de capital fueron los que más se
incrementaron en esta etapa, estrechamente relacionado al proceso de rápida
recuperación de la demanda doméstica y aceleración de la actividad productiva, dando
como resultado un pujante proceso inversor que tuvo lugar en el país desde 2003, en un
contexto de alta rentabilidad y al agotamiento de la capacidad ociosa visto en algunas
ramas industriales post crisis [Agis et al, 2010].
Asimismo, este aumento de las importaciones no opacó el saldo superavitario del
balance comercial. Pese a que el saldo físico fue disminuyendo respecto de 2002, con la
creciente demanda de alimentos y commodities agropecuarios que se registro a partir de
2002 por parte de economías en pleno crecimiento como China, provocó que el precio
de estos bienes comenzaran a aumentar de manera extraordinaria, lo cual permitió que
los términos de intercambio del país mejoraran (Ver Gráfico N° 2) e incrementar el
poder de compra de las exportaciones.
15
Gráfico N° 4
Poder de compra de las exportaciones
45.000,0
40.000,0
35.000,0
30.000,0
25.000,0
20.000,0
15.000,0
10.000,0
5.000,0
0,0
1991 1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998 1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
Exportaciones (Millones de u$s a precions de 1993)
Poder de compra de las exportaciones (Millones de u$s a precios de 1993)
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC.
Así, el saldo positivo se logró mantener, pese a que se siguió registrando un saldo
negativo en los rubros de Servicios y Rentas, observándose en este último un gran
crecimiento en el envió de utilidades y dividendos al exterior por la alta rentabilidad de
las empresas extranjeras radicadas en el país.
Respecto de la cuenta capital y financiera, esta continuó mostrando un
comportamiento negativo hasta el año 2003, teniendo un pico deficitario en 2002 de
casi u$s 12000 millones debido a la profundización de la fuga de capitales. Ya para los
años 2004 y 2005 el saldo fue superavitario debido a que cada vez más fue mermando la
fuga de capitales, reduciéndose para el primero a una décima parte de lo que fue en
2002 y obteniendo una entrada de capitales de aproximadamente u$s 2200 para el
segundo.
Gráfico N° 5
Cuenta Capital y Financiera (En millones de dólares)
20.000
15.000
10.000
5.000
0
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
-5.000
-10.000
-15.000
Total Cuenta Capital y Financiera
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
16
Este comportamiento se debió los siguientes motivos:
 Al haber ocurrido la devaluación y un tiempo después el Overshooting
cambiario6, el Peso se apreció y se estabilizó dándole una señal clara a los
agentes de que la moneda no iba a perder más valor respecto del Dólar. Ante
tal circunstancia, el sector privado vio conveniente reinsertar su ahorro en el
mercado interno para invertir en sectores como la construcción, en razón de
que se continuaba desconfiando del sistema bancario local luego de
episodios como el “corralito y el “corralón”.
 Los empresarios locales actuaron de igual manera repatriando activos
externos, pero impulsados por las expectativas de inversión en un contexto
de crecimiento y alta rentabilidad.
 Los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) se comportaron de la
misma manera por las expectativas positivas que veían en la economía local,
multiplicándose por tres en 2005 respecto de 2003, pasando de u$s 1700 a
u$s 5200 millones.
 El default de la deuda externa declarado a finales de 2001, sumado a la
renegociación y la reestructuración de la mayor parte de esta7 redujeron los
stocks de pasivos con el resto del mundo, quebrando una tendencia creciente
de endeudamiento vista desde décadas pasadas.
Finalizando en análisis del Sector Externo de la economía argentina en el período
2001-2005, resta ver como afectaron los resultados de ambas cuentas en la variación de
reservas internacionales.
Gráfico N° 6
Variación Total de Reservas Internacionales (En millones de u$s)
10.000
5.000
0
-5.000
-10.000
-15.000
1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
Variación de Reservas Internacionales
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
Ya comenzada la crisis de la convertibilidad a partir de 1999 los niveles de reservas
internacionales empezaron a mermar. En 2001 fue el pico record en la variación
6
En 2002 la paridad del Peso fue en un principio fijada a $ 1,40 por Dólar. Luego el Gobierno decidió
“liberarlo” para que mercado fijara su precio, llegado a pasar en el tercer trimestre del año los $ 3,50 por
Dólar. Luego de este pico comenzó a apreciarse y a estabilizarse en torno a $2,90.
7
En 2002 y 2003 la correspondiente al sector privado, y en 2005 la del sector público, logrando una quita
de aproximada mente un 70%.
17
negativa debido al déficit que se registró tanto en la cuenta corriente como en la capital
y financiera, llegando a pasar los u$s 12000 millones. Al año siguiente la variación fue
también negativa pero se redujo a u$s 4500 millones, casi la tercera parte de lo
registrado en 2001, debido al saldo positivo de la cuenta corriente que compensó el gran
déficit que registro la cuenta capital. A partir de 2003 hasta 2005 la variación fue
positiva, registrando una incremento de aproximadamente u$s 5200 millones entre año
y año, en razón de que ambas cuentas tuvieron abultados superávits, sobrepasando los
niveles registrados durante la totalidad de la etapa de la convertibilidad.
Este análisis permite apreciar como la economía argentina logró superar en este
período un problema que siempre la aquejó, la disponibilidad de reservas
internacionales. Además es de remarcar el cambio que se dio en la composición del
balance de pagos, pasando de depender del superávit de la cuenta capital y financiera
obtenido por prestamos de organismos financieros internacionales y la privatización de
empresas públicas, al superávit de la cuenta corriente por el saldo comercial positivo
con el exterior, en un principio, y luego al de ambas cuentas.
3.2 Sector interno.
Como se mencionó al comienzo de este capítulo, en esta sección el análisis se
centrará en los componentes de la economía interna donde encontramos a la Oferta y
Demanda Agregada.
Al analizar el Cuadro N° 1 se observa que a partir del año 1999 todas las variables
de ambos agregados, salvo las exportaciones, descendieron hasta llegar a su piso en
2002.
Cuadro N° 1: Tasa de crecimiento en porcentajes respecto del período anterior.
Oferta Agregada
Año
PIB
Importaciones
de bienes y
servicios
Demanda Agregada
Consumo
Privado
Consumo
Público
Inversión
Bruta Interna
Fija
Exportaciones
de bienes y
servicios
1998
3,9
8,4
3,5
3,4
6,5
10,6
1999
-3,4
-11,3
-2,0
2,6
-12,6
-1,3
2000
-0,8
-0,2
-0,7
0,6
-6,8
2,7
2001
2002
-4,4
-10,9
-13,9
-50,1
-5,7
-14,4
-2,1
-5,1
-15,7
-36,4
2,7
3,1
2003
8,8
37,6
8,2
1,5
38,2
6,0
2004
9,0
40,1
9,5
2,7
34,4
8,1
2005
9,2
20,1
8,9
6,1
22,7
13,5
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
Poco tiempo antes de ocurrir la devaluación, el descenso del consumo interno se
aceleró sumado a una acentuada contracción del crédito doméstico que influyó en los
flujos de intercambio comerciales, repercutiendo negativamente en el nivel de actividad
y por ende en el producto interno del país. En 2002 el descenso del PIB respecto del año
anterior fue del 10,9%, siendo el punto más bajo de la caída que había comenzado a
registrar desde 1999, entrando el país en una de las crisis económicas más grandes de su
historia. Esto a su vez repercutió en las importaciones de bienes intermedios y de
capital, contrayendo su demanda en un 13,9% en 2001 respecto de 2000 y en un 50,1%
en 2002 respecto de su año anterior.
La merma del consumo privado se genero debido a las expectativas de devaluación
que tenían los agentes internos, con lo cual el ahorro privado aumentó volcándose a la
18
compra de dólares, provocando una salida masiva de capitales. El sector público se
comportó de igual manera reduciendo su gasto para cumplir con las condiciones
impuestas por el Fondo Monetario Internacional a cambio de ayuda financiera. De esta
manera llevó a cabo en 2001 un recorte en los salarios de empleados públicos
provocando que cada vez más decaiga la demanda interna de bienes y servicios. En lo
que respecta a la inversión, se dio un comportamiento similar ya que la devaluación del
Real brasilero en 1999 provocó que caiga aún más la competitividad de las industrias
locales ya afectadas por la apreciación del Peso respecto del Dólar, dando esto un
contexto poco atractivo para invertir. En cuanto a las exportaciones, salvo el descenso
de 1999, continuaron una tendencia creciente sorteando sin ningún inconveniente la
crisis económica que vivió el país en 2002.
Pasada la devaluación el escenario cambió rotundamente. El sector privado al ver
cumplida su expectativa devaluatoria comenzó a volcar su ahorro en consumo [Agis et
al, 2010; Nicolini Llosa, 2008]. Esto también se vio impulsado por el aumento del gasto
social por parte del Gobierno en los planes “Jefes y Jefas de Hogar” y “Trabajar”,
dirigido a personas desocupadas y en situación de pobreza, cuyo monto tenía la
finalidad de adquirir las prestaciones básicas de subsistencia de la familia, sin margen
de ahorro. En 2001 el gasto destinado a “Programas de Empleo y Seguros de
Desempleo”, representaba solo el 0,37% del PIB, al año siguiente fue del 1% y en 2003
aumentó al 1,23%. Además, dado el historial argentino de devaluaciones, el alza de
precios resultó inherente a la suba del tipo de cambio, incentivando el consumo presente
ya que a futuro se esperaban más subas en el valor de los bienes. Pese a esto, ante el alto
nivel de desempleo (en 2002 llegó a superar el 20% de la PEA) por la baja actividad
económica, el efecto Pass Through no fue completo y la suba del precio del Dólar no se
trasladó completamente al valor de los bienes, sin derivar en una rápida y elevada
espiral inflacionaria.
Gráfico N° 7
Variación del Tipo de Cambio Nominal e Índice de Precios al
Consumidor (Base IV 2001=100)
400,000
350,000
300,000
250,000
200,000
150,000
100,000
50,000
I01
II 01
III - IV - I 01 01 02
II 02
III - IV - I 02 02 03
II 03
TCN
III - IV - I 03 03 04
II 04
III 04
IV - I 04 05
II 05
III - IV 05 05
IPC
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC y del BCRA.
Asimismo, por parte del Gobierno se llevaron adelante medidas tendientes a frenar
el aumento de precios para que no se erosione en un nivel mayor el ingreso de los
asalariados. El congelamiento de las tarifas de servicios públicos mediante subsidios
directos a las empresas prestatarias y la aplicación de retenciones a las exportaciones
19
agropecuarias8, le dieron un mayor margen de disponibilidad de ingreso a la población
para consumir otros bienes y servicios.
El incremento en la demanda interna antes descripto envió una clara señal a los
empresarios de que el ciclo recesivo de la economía ya había culminando. La suba del
tipo de cambio fue un punto fundamental para la toma de decisiones de inversión por
parte del sector empresarial. La nueva paridad cambiaria le permitió volver a recuperar
los márgenes de rentabilidad y competitividad que había perdido a principio de la
década de los 90`s con el plan de convertibilidad. A esto se le suma la reducción de las
tasas internas de interés, que los incentivaron a invertir en la economía real y no en la
especulación financiera, causada por la gran liquidez internacional que empujó hacia
abajo la tasa de interés de referencia, la menor prima de riesgo soberano una vez
reestructurada la mayor parte de la deuda externa pública, la menor expectativa de
devaluación, y los mayores niveles de inflación promedio [Arceo, N. et al, 2007].
Gráfico N° 8
Niveles de Tasas de Interés locales
90,00
80,00
70,00
60,00
50,00
40,00
30,00
20,00
10,00
en
e96
ju
l-9
en 6
e97
ju
l-9
en 7
e98
ju
l-9
en 8
e99
ju
l-9
en 9
e00
ju
l-0
en 0
e01
ju
l-0
en 1
e02
ju
l-0
en 2
e03
ju
l-0
en 3
e04
ju
l-0
en 4
e05
ju
l-0
5
0,00
Plazo f ijo en $ de 30 a 59 días
Plazo f ijo en $ de 60 días o más
Plazo f ijo en u$s de 30 a 59 días
Plazo f ijo en u$s de 60 días o más
Fuente: elaboración propia en base a datos del BCRA.
La pesificación de las deudas crediticias fue otro punto clave para la recuperación
del sector, permitiéndoles a las empresas licuar sus obligaciones anteriormente pactadas
en Dólares e incrementando el valor de los activos externos líquidos en su posesión. Si a
esto se le suma el incremento del flujo de caja por el aumento de la demanda interna, se
dio un contexto en el cual el sector obtuvo una alta rentabilidad por la nueva paridad
cambiaria, facilitando la auto financiación en un contexto de estrecha oferta crediticia.
8
La no aplicación de este impuesto ad valorem hubiese generado que un pequeño excedente de
producción (bienes alimenticios) sea destinado al mercado interno, siendo valuado a precios
internacionales.
20
Gráfico N° 9
Participación de la RTA y el EEB en Valor Agregado bruto en el
total de la economía
60,0
50,0
40,0
30,0
20,0
10,0
0,0
1998
1999
2000
2001
2002
Remuneración al trabajador asalariado
2003
2004
2005
Excedente de explotación bruto
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
Asimismo, el abaratamiento de los costos laborales permitió la incorporación rápida
de trabajadores al proceso productivo como respuesta al exceso de demanda de bienes,
especialmente por sectores trabajo-intensivos dada la elevada capacidad ociosa con la
que se contaba al salir de la crisis. A su vez el descenso del nivel de desempleo, sumado
a la paulatina recuperación del salario real debido al mayor poder de negociación de los
sindicatos, incrementó la masa absoluta de salarios. Dada esta especial coyuntura, se
dieron las condiciones necesarias para formar una importante base de demanda para el
consumo de manufacturas locales e iniciar un proceso de reindustrialización para
sustituir importaciones.
Gráfico N° 10
Tasa de desocupación y utilización de capacidad
instalada trimestral
80,0
70,0
19
17
60,0
15
13
50,0
11
9
UCI
DESOCUPACIÓN
23
21
40,0
30,0
7
5
20,0
I
II
02 02
III IV
I
02 02 03
II
III IV
03 03 03
I
II
III
04 04 04
IV
I
II
04 05 05
III IV
05 05
Tasa de desocupación (en 28 aglomerados urbanos)
Nivel general de utilización de la capacidad instalada
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
En el análisis no se puede dejar de lado el lugar que ocupó la inversión en
construcción en esta etapa. Gran parte del ahorro del sector privado generado previo a la
devaluación fue destinado a la adquisición de bienes inmuebles. Este comportamiento
se debió a las expectativas de ahorro y ganancia que proporcionaba este tipo de
inversión en razón de su alta revalorización a futuro. Cabe destacar que esta conducta
21
también fue adoptada por los sectores agrarios exportadores, dirigiendo gran parte de
sus altos beneficios a la inversión inmobiliaria [Asiain, 2011].
Gráfico N° 11
Composición de la Inversión Bruta Interna Fija (a precios de 1993)
80.000
70.000
60.000
50.000
40.000
30.000
20.000
10.000
0
1998
1999
2000
2001
Construcción
2002
2003
2004
2005
Equipo durable
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
Como consideración final de este análisis en particular podemos destacar que
claramente la demanda fue el factor que permitió que este proceso se ponga en marcha.
Ante la salida de un régimen cambiario estable de casi una década y dadas las
expectativas del futuro incierto de la economía en ese momento, el exceso de demanda
de bienes marcó una clara señal al sector empresarial privado para llevar adelante el
despegue de los niveles de inversión, cuya tasa de crecimiento fue casi cinco veces
superior a la del PIB en el mismo período (Ver Cuadro N°1). Pese a que el consumo
interno aumentó, su participación en el PIB disminuyó avanzado en su lugar la
inversión y las exportaciones en menor medida, cuyos aportes representaron un 19,84%
y un 14,14% respectivamente, para el año 2005.
Cuadro N° 2: Porcentaje de participación en el PIB.
Oferta Global
Demanda Global
PIB
Importaciones
de bienes y
servicios
Consumo
Privado
Consumo
Público
2001
100
11,23
68,67
13,50
15,81
12,17
2002
100
6,30
66,01
14,38
11,28
14,08
2003
100
7,96
65,60
13,40
14,32
13,71
2004
100
10,23
65,88
12,63
17,65
13,60
2005
100
11,26
65,73
12,27
19,84
14,14
Año
Inversión Exportaciones
Bruta
de bienes y
Interna Fija
servicios
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
4. Devaluación y mecanismo redistributivo.
Analizada la coyuntura económica post devaluación, ahora el análisis se centrará en
el aspecto redistributivo que se generó entre el Trabajo, Capital y Estado. Generalmente
en la literatura económica ortodoxa esta temática no es abordada y dejada de lado,
restándole la importancia que merece debido a los efectos que genera en la sociedad y
22
sus diferentes segmentos. En cambio enfoques económicos como el estructuralismo, lo
analizan con profundidad en razón de que al estudiar economías subdesarrolladas como
las de Latinoamérica, la distribución del ingreso es un problema que las afecta
profundamente dada la estructura económica heterogénea que poseen.
4.1 La distribución del ingreso entre los diferentes actores económicos.
Según la visión estructuralista las devaluaciones son recesivas debido a los efectos
que provocan en la distribución del ingreso, conllevando esto a una gran caída del
producto interno de la economía. Al subir el tipo de cambio se genera lo que Marcelo
Diamand denominó “inflación cambiaria” [Diamand, 1972], que es el aumento del
precio de los bienes por el simple hecho del cambio de la paridad de la moneda y no por
un exceso de demanda. Pensando únicamente en el origen de los bienes, se deduciría
que la suba de precios se da solamente en los importados ya que se necesita mayor
cantidad de moneda interna para pagar su precio fijado en numerario externo, pero esta
suba también afecta a los que se producen en el interior de la economía. Los bienes
producidos por el agro, como los alimentos, son en los que se observa generalmente un
comportamiento de inflación de precios que va a la par de la suba del tipo de cambio.
Como este sector destina la mayoría de su producto a la exportación y el precio se fija
en el mercado extranjero, solamente rezaga un excedente al comercio interno en donde
el precio de venta está a la par del valor externo. Por último, también se observa una
suba en los precios de los bienes de origen industrial por la inflación de sus costos
debido a la utilización de insumos importados. Además, los empresarios al querer
mantener los márgenes de ganancia del momento previo al salto cambiario, trasladan la
suba de sus costos al precio final del producto.
Cuadro N° 3: Variación porcentual anual del IPC GBA respecto del período anterior (Base
1999=100)
Vivienda
Equipamiento
y
mantenimiento
del hogar
Atención
médica
y gastos
para la
salud
Transporte y
comunicaciones
Esparcimiento
Educación
Otros
bienes y
servicios
varios
-4,6
-0,5
-1,3
1,1
0,4
-3,0
-1,4
0,4
34,6
35,9
6,6
37,5
21,2
20,2
34,4
3,9
29,9
13,4
19,2
21,6
8,0
11,9
8,1
9,1
14,4
3,1
11,6
2004
4,4
5,0
6,7
4,5
2,3
4,1
1,5
5,5
5,0
8,7
2005
9,6
11,0
11,4
12,0
8,4
7,6
5,3
9,1
13,5
11,4
Año
Nivel
General
Alimentos
y bebidas
Indumentaria
2001
-1,1
-1,9
2002
25,9
2003
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
Esta suba de precios genera una redistribución de ingresos en favor de los sectores
productores de bienes destinados a la exportación y perjudica a los que se dedican al
mercado interno.
Sumado a este efecto distributivo dentro del capital, el sector de la sociedad que
resulta más afectado es el estrato trabajador cuyos ingresos al estar fijos en Pesos se
degradan con la suba del tipo de cambio y el aumento de precios, perdiendo capacidad
en su poder de compra.
El efecto recesivo de la devaluación es claramente visible al observar el valor del
PIB argentino de 2002. Respecto de 2001, registró una caída cercana al 11% (Ver
Cuadro N° 1) donde conjuntamente se registraron fuertes subas en los niveles de
23
precios, tanto en el Índice de Precios al Consumidos (IPC) como en el Índice de Precios
Internos al por Mayor (IPIM), aproximadamente del 26% y 80% respectivamente.
Gráfico N° 12
Evolución de Índice de Precios al Consumidos y de Precios Internos
al por Mayor (Base 1999=100)
300,00
250,00
200,00
150,00
100,00
50,00
2001
2002
2003
IPC Nivel General
2004
2005
IPIM Nivel General
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
Pese a esta coyuntura, a partir de 2003 al producirse la devaluación en un período ya
recesivo que se vivía desde 1999, se comienza una etapa expansiva donde la tasa de
ganancia empresarial se recuperó con el nuevo tipo de cambio competitivo, el salario
real cayó y la productividad se incrementó [Varesi, 2010].
La salida de la paridad cambiaria significó para el sector agroexportador un cambio
positivo relacionado con la estructura de precios relativos. Su poder adquisitivo se
incrementó por los ingresos valuados a precio dólar obtenidos de las exportaciones, a la
vez de que sus costos internos disminuyeron debido a que aumentaron en menor
magnitud que las retribuciones obtenidas por su actividad comercial, dado el incremento
del precio de los commodities en los mercados externos.
Tradicionalmente, este sector tuvo el desempeño más importante en lo que respecta
a exportaciones, cuya participación no mermó con la nueva coyuntura económica. En el
lapso 2001-2005, su producción explicó aproximadamente el 65% de las exportaciones,
englobando a los productos primarios y a las manufacturas de origen agropecuario
(MOA). Como ya se analizó en el capítulo anterior, la trayectoria creciente de las
exportaciones siguió su tendencia al igual que los ingresos de este sector, amplificados
por el aumento de los precios de los commodities a nivel mundial. Pero si se mide la
incidencia en la generación y participación del empleo en la economía argentina, no fue
relevante como tampoco lo fue en décadas pasadas. Según la cuenta de Insumo de Mano
de Obra e Ingresos Generados en la Producción calculada por el INDEC 9, entre 2002 y
2007 la elasticidad empleo-producto del sector Agricultura, Ganadería, Pesca y
Silvicultura fue de 0,13, mientras que la del total de la economía fue ampliamente
superior, llegando a 0,58 [Agis, 2010]. Viendo este dato es de destacar que su
incidencia fue muy pequeña en el notable proceso de crecimiento del empleo durante la
expansión económica postdevaluatoria. Solamente se crearon 51000 nuevos puestos de
trabajo (asalariados registrados, no registrados y no asalariados) en el sector, siendo el
1,3% del total de empleos generados en el total de la economía [Agis, 2010].
Además de estos importantes datos en cuanto a empleo, en Ferrer (1963) se remarca
la poca incidencia de los salarios en el ingreso neto generado, aclarando que en el sector
9
Instituto Nacional de Estadística y Censos.
24
agropecuario las remuneraciones del trabajo representaban alrededor del 25% del
ingreso neto generado en el sector y la del capital y la empresa el 75% restante.
Dada la excelente rentabilidad del agro durante este período por el aumento del
precio de los commodities, se generó a su vez un gran aumento del valor de los
arrendamientos de las tierras, llegando a picos históricos especialmente en el área
pampeana (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos). Esta zona es la denominada
“maicera”, cuyo nombre tendrían que cambiarlo al de “sojera” por el monopolio de este
cultivo que se dio en los últimos años, donde en el año 2000 el valor de la hectárea era
de u$s 4000 pasando a valer u$s 12000 en 2008. Esto nos demuestra que no solamente
la devaluación benefició a los productores, tanto a grandes como a chicos, sino que a los
terratenientes les generó una inmensa ganancia en su patrimonio.
Para el sector industrial la devaluación significó el recupero de la rentabilidad
perdida durante la etapa de la convertibilidad. Al igual que al sector agroexportador, le
propició una merma en los costos de producción, sumado al encarecimiento de los
productos importados que competían con su producción por la suba del tipo de cambio.
Al analizar el Índice del Tipo de Cambio Real Multilateral, el salto que registra al
llevarse a cabo la devaluación en 2002 fue mayor al 250%, que luego de la moderada
apreciación del Peso a mitad de ese año, se encontró oscilando dentro del 230%. Este
nuevo escenario cambiario le permitió obtener mayor competitividad tanto en el
mercado interno, dando lugar al comienzo de un ciclo de sustitución de importaciones
manufactureras industriales, como en el externo, favoreciendo a su expansión y su
afianzamiento en las plazas foráneas.
Gráfico N° 13
Indice de Tipo de Cambio Real (Dic. 2001=100)
300,00
250,00
200,00
150,00
100,00
en
e97
ju
l-9
en 7
e98
ju
l-9
en 8
e99
ju
l-9
en 9
e00
ju
l-0
en 0
e01
ju
l-0
en 1
e02
ju
l-0
en 2
e03
ju
l-0
en 3
e04
ju
l-0
en 4
e05
ju
l-0
5
50,00
Tipo de Cambio Real
Fuente: elaboración propia en base a datos del BCRA
Este despegue de la actividad fabril se observa con la evolución del Estimador
Mensual Industrial (EMI). Desde 1998, el mejor año de la etapa de convertibilidad,
descendió ininterrumpidamente hasta tocar fondo en el año 2002 con la devaluación. No
se puede dejar de lado la influencia de la depreciación del Real brasilero en 1999 en este
proceso, cuyo acontecimiento desgastó por completo la actividad industrial argentina. A
partir de 2002 el crecimiento del nivel de actividad mostró un ascenso ininterrumpido y
una rápida recuperación, en tan solo dos años llegó a los niveles de 1998, marcando una
tendencia de continuo crecimiento para los próximos períodos.
25
Cuadro N° 4: Estimado Mensual Industrial (EMI) desestacionalizado, base 2004=100.
Año
EMI
1996
90,6
1997
98,8
1998
100,9
1999
94,3
2000
94,0
2001
86,9
2002
77,8
2003
90,3
2004
100,0
2005
108,0
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
Asimismo, el ascenso de actividad se refleja en el nivel de uso de la capacidad
instalada, aumentando en aproximadamente un 25% para 2005 respecto de 2002,
llegando al nivel del 73% de utilización (Ver Gráfico N° 10). Además, como se
mencionó en el capítulo anterior, este fue uno de los sectores más significativos en
explicar el crecimiento de la IBIF, estando estrechamente relacionado con el incremento
de las importaciones de bienes de capital e intermedios, sumamente necesarios para el
proceso productivo, las cuales se incrementaron en un 542,32% y 237,51%
respectivamente.
Cabe destacar que este repunte no afectó a todos las ramas industriales por igual.
Con la suba del tipo de cambio, los productos importados se encarecieron para el grueso
de la población, y los ingresos erosionados le permitían acceder a los de producción
nacional pese a su aumento. Uno de los sectores que resultó más beneficiado fue el de
“Artículos para el hogar”, mostrando un crecimiento porcentual en la producción del
75% entre 2002 y 2005. Los sectores “Metalmecánicos” y “Automotriz y material de
transporte” incrementaron su producto en más del 50%, siendo este último un pilar
clave entre la relación comercial bilateral con Brasil. El grupo de “Materiales para la
construcción” tuvo un comportamiento similar pero con un crecimiento menor,
explicado por el auge que se registró en la construcción de inmuebles durante el
período.
Cuadro N° 5: Porcentaje de incremento de la producción entre 2002 y 2005.
Grupo de
productos
Incremento
Artículos para el
hogar
75,42
Productos
metalmecánicos
57,91
Automotriz y
material de
transporte
50,86
Materiales para la
construcción
45,31
Productos
alimenticios,
bebidas, tabaco,
cuero y calzado
20,7
26
Fibras e hilados
manufacturados
17,77
Petroleo y productos
petroquímicos
15,79
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
Sumado a la mejora de estos indicadores de nivel de actividad, lo mismo ocurrió con
el nivel de empleo, donde el Índice de Obreros Ocupados (IOO) en la industria
manufacturera aumentó entre 2002 y 2005 un 16%. Como ya se mencionó, un factor
influyente en la decisión del incremento de personal en la industria fue el descenso de
los costos laborales por la caída del salario real.
La merma en los salarios reales le significó una reducción en los costos laborales al
sector empresarial de alrededor del 20%, influyendo en esto tanto la inflación del precio
de los bienes como la rigidez en los salarios nominales. Si bien las remuneraciones al
trabajo comenzaron a recuperarse en nivel general a partir de 2003, recién a finales de
2006 pudo recomponerse el poder de compra perdido antes del salto cambiario. Cabe
destacarse la disparidad en como evolucionaron los salarios al interior de la clase
trabajadora, donde los más beneficiados resultaron ser los asalariados nucleados en el
privado registrado. A partir de 2002 comenzó a revertirse su ciclo de descenso, ya
recuperando el poder de compra pre-devaluatorio a principios de 2005, mientras que el
sector privado no registrado y el público fueron los más perjudicados sin poder lograr
un recobro de los niveles iniciales, pero tampoco sufrieron una erosión más profunda
que la registrada en 2003.
Gráfico N° 14
Evolución del Salario Real (Base cuarto trimestre 2001=100)
120,00
110,00
100,00
90,00
80,00
70,00
oc
t-0
1
en
e02
ab
r02
ju
l-0
2
oc
t-0
2
en
e03
ab
r03
ju
l-0
3
oc
t-0
3
en
e04
ab
r04
ju
l-0
4
oc
t-0
4
en
e05
ab
r05
ju
l-0
5
oc
t-0
5
60,00
Sector Privado Registrado
Sector Privado No Registrado
Sector Público
Nivel General
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC
Como además hubo una importante caída del nivel de desempleo general (Ver
Grafico N° 10), la masa salarial aumentó y con ella la demanda de bienes. Esta
combinación de caída de costos y aumento de demanda le permitió al sector industrial
obtener tasas de rentabilidad muy altas al igual que de ganancias. Viendo el Gráfico N°
9 queda en claro lo beneficiados que resultaron por la caída de la Remuneración al
Trabajador Asalariado y la suba del Excedente de Explotación Bruto, en la participación
del total del Valor Agregado Bruto en el total de la Economía. Pese a como se señaló
27
anteriormente acerca del recupero de los salarios reales, tanto registrado como no
registrado, estos aumentos estuvieron lejos de provocar un estrangulamiento en el nivel
de ganancias empresariales, en un contexto de alto incremento de la productividad
cercano al 13% entre 2001 y 2005.
Cuadro N° 6: Productividad por hora de la industria10
Año
Productividad
1996
92,6
1997
100
1998
104,5
1999
103,9
2000
110,8
2001
109,6
2002
111,7
2003
116,9
2004
119,3
2005
122,5
Fuente: elaboración propia en base a datos del CEP
Un punto para destacar fue el accionar que tuvo el Gobierno en cuanto a la toma de
decisiones tendientes a frenar el avance inflacionario. La sanción y promulgación de la
“Ley de Emergencia Pública y Reforma del Tipo de Cambio”11 el 6 de enero de 2002,
aplacó el aumento de las tarifas de servicios públicos (algo que las empresas prestatarias
exigían a toda costa para mantener sus márgenes de ganancia respecto de la década
anterior), dictando su congelamiento y arbitrando los recursos legales para que el Estado
evaluara y discutiera los aumentos con las empresas privatizadas en la década de los
90`s [Varesi, 2010]. Dicho efecto puede apreciarse en la diferencia de los incrementos
del IPC, conformado por una canasta de bienes y servicios, y del IPIM, que incluyen
solamente los bienes destinados al comercio mayorista tanto importados como de de
origen nacional (excluyendo los destinados a la exportación), los cuales entre 2001 y
2005 registraron una suba del 63,47% y 143,22% respectivamente.
No solamente se controló el precio de las tarifas de los servicios públicos sino que
también el de un segmento que afectaba (y afecta) especialmente a las clases populares,
el de los alimentos. Con el auge de las exportaciones de los commodities agropecuarios
por la suba de sus precios en los mercados externos, el Gobierno debió implementar
impuestos a las exportaciones (llamados “retenciones”) para poder contener el ritmo
creciente de los precios internos. En 2002 estableció una tasa del 10% para las
exportaciones de trigo y maíz, y del 10,5% para las de soja y el girasol,
incrementándolas un 10% en abril de ese año. Estos aranceles se mantuvieron hasta
2007, los cuales se volvieron a incrementar en razón del alza constante del precio de los
productos agrícolas. De esta manera se logró regular la capacidad acumulativa de los
sectores exportadores, especialmente agropecuarios, sin dejar que se apropien de la
totalidad de los beneficios extraordinarios que les rendía la actividad.
Si bien la estrella de estos cultivos fue la soja, y su uso como alimento en la canasta
argentina es insignificante, el efecto de su expansión en los campos más fértiles
desplazó a otros cultivos y actividades, como la ganadería, que sí afectan la
disponibilidad alimentaria del país y con ello su precio. Pese al accionar de este
10
11
Se obtiene del cociente entre el Índice de Volumen Físico (IVF) y el Índice de Horas Trabajadas (IHT).
Ley N° 25.561.
28
impuesto, el aumento en alimentos fue muy significativo12 castigando a las clases más
bajas, pero si no se hubiese tomado ninguna medida, los efectos hubiesen sido aun
peores.
La implementación de las retenciones afectó directamente a las cuentas del Estado
siendo una gran fuente de ingresos, entrando así en una etapa de superávits gemelos.
Por un lado, el saldo positivo del balance comercial por la caída de las importaciones y
el aumento del precio de las commodities agrícolas, le implicó obtener una afluencia
constante y creciente de divisas (Ver Gráfico N° 6). Por el otro, el superávit primario se
comportó de igual manera, donde la recaudación neta total del Estado aumentó entre
2001 y 2005 un 154%, y uno de los componentes que más se incrementó fue el de
impuestos sobre el comercio y transacciones internacionales, marcando un alza en el
período del 850%. Los ingresos por retenciones generaron entradas fiscales equivalentes
al 2,3% del PIB en 2004, de los cuales casi la mitad provenía del impuesto aplicado a la
soja y sus derivados [Damil, Frenkel y Rapetti; 2005].
Gráfico N° 15
Superávits gem elos (en m illones de Dólares)
10.000
5.000
0
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
-5.000
-10.000
-15.000
Saldo de cuenta corriente
Superavit primario total
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC y del MECON
Si bien hay que tener en cuenta la influencia de la inflación en la recaudación de
impuestos, muchas de las erogaciones del Estado, como los sueldos, se mantuvieron
constantes o variaron en muy poca proporción permitiendo mantener el resultado
superavitario de sus cuentas.
Otro punto clave en la distribución del ingreso fue la pesificación asimétrica de la
deuda privada llevada a cabo inmediatamente después de la salida de la convertibilidad
con la promulgación del Decreto N° 214/2002 “Reordenamiento del Sistema
Financiero”. Durante la década de los 90`s la economía se había dolarizado de tal
manera que los bancos locales otorgaban créditos fijados por contrato en Dólares.
Mientras duró la paridad fija no hubo inconvenientes, pero con la variación del tipo de
cambio estos contratos se tornaron incobrables para las entidades bancarias y sus niveles
de solvencia no les eran suficientes para devolver sus pasivos en Dólares. La
pesificación asimétrica consistió en que los bancos devolverían los depósitos en Dólares
a $1,40 por Dólar (Pese a que el tipo de cambio ya había sobrepasado esta paridad),
mientras que los préstamos en Dólares sería pesificados a $1 por Dólar, aplicándoles un
12
En el rubro de Alimentos y Bebidas el IPC registra un aumento entre 2001 y 2005 del 86,82%.
29
coeficiente indexatorio, el CER13. En un principio se había fijado un techo de u$s
100000 de deuda, pero el lobby empresarial logró forzar al Gobierno a quitarlo
generando una gran licuación de deudas del capital productivo y las empresas
privatizadas para con la banca local [Varesi, 2010]. El objetivo de este accionar fue el
de evitar la quiebra generalizada del sector privado endeudado en moneda
estadounidense a costa del deterioro patrimonial de los bancos, pero como este sector
también peligraba14, el Estado se hizo cargo de esta deuda privada emitiendo títulos por
un monto de u$s 5900 millones. Es suma, computando las distintas medidas y efectos
derivados de la administración del colapso de la convertibilidad y la declaración del
default, el stock de deuda pública bruta se expandió entre diciembre de 2001 e igual mes
de 2003 en unos u$s 28184 millones [Damil, Frenkel y Rapetti; 2005].
El resultado concreto de la pesificación asimétrica fue una transferencia de pasivos
desde sector privado empresarial al capital financiero, y desde este último hacia el
Estado. Si bien también se pesificaron deudas de personas físicas, sus depósitos en
dólares no se devolvieron en esta moneda, de esta manera los habitantes de la Argentina
además de hacerse cargo de las deudas del capital privado tanto productivo como
financiero, sufrieron una gran erosión de sus activos bancarios.
4.2 La cúpula empresarial, cambios y continuidades.
La nueva realidad económica que se recreó a partir de la devaluación generó
cambios en los precios relativos influyendo en la composición del sector empresarial
como en su cúpula. El abaratamiento de los costos laborales, el incremento del precio de
los commodities y los elevados niveles de consumo internos, provocaron que el
crecimiento del sector productor de bienes supere rotundamente al de servicios,
quebrando la tendencia que se observaba desde la década de los 90`s. Al analizar la
composición de las 500 empresas más grandes de Argentina de los sectores no
financieros, excluido el agropecuario, se observa la caída en la participación del sector
de servicios, perdiendo veintitrés empresas que participaban en esta cúpula entre 2001 y
2005, y un mayor peso la actividad minera y extractiva, pasando de veinte a treinta y
nueve en el mismo período, casi un 100% más. En lo atinente a la participación de las
industrias manufactureras, aumentaron solo en cuatro, donde las más dinámicas fueron
la industria alimenticia y la de maquinarias.
13
Coeficiente de Estabilización de Referencia
Pese a ser bancos de capitales extranjeros, sus casas matrices no se hicieron cargo del salvataje de sus
sucursales argentinas.
14
30
Gráfico N° 15
Grandes empresas: participación por actividad principal de la
empresa.
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
1993
1994
1995 1996
1997
1998
Minas y canteras
1999
2000
2001
Industria manufacturera
2002 2003
2004
2005
Servicios
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC y del MECON
Un aspecto a destacar es la continuidad en el proceso de extranjerización comenzado
en la etapa de la convertibilidad. La entrada de capitales externos para la compra de
empresas, tanto de servicios públicos como de capitales privados, y para nuevas
inversiones desplazó cada vez más a los capitales nacionales, y este comportamiento no
estuvo ausente en la cúpula empresarial. Si bien no se vio una brusca y abultada
diferencia como en la década de los noventas, la brecha entre empresas nacionales y
extranjeras se amplió entre 2001 y 2005, ganándoles estas últimas 16 puestos en el
podio de las más grandes a las argentinas.
Cuadro N° 7: Participación según el origen del capital en las 500 empresas de
mayor tamaño.
Origen del capital
Cantidad de empresas
1993
2001
2002
2003
2004
2005
Nacional (1)
281
175
160
160
162
159
Con participación extranjera
219
325
340
340
338
341
Total
500
500
500
500
500
(1) Incluye hasta un 10% de participación de capital de origen extranjero, que es inversión de cartera y que no se
discrimina del total.
500
Fuente: elaboración propia en base a datos de la Encuesta Nacional a Grandes Empresas - INDEC
Así como las cantidades de empresas extranjeras aumentaron su participación dentro
de las 500 más grandes, el valor de producción de estas también se incrementó al igual
que su participación en el total general. En 1993 las compañías de origen nacional
aportaban el 40% del valor, descendiendo año a año hasta llegar a 2001 donde el aporte
fue del 20,67%, la mitad de lo que aportaba una década atrás, y ya en 2005 la tendencia
siguió su rumbo hasta llegar al 16,44%.
31
Cuadro N° 8: Valor de producción según el origen del capital en las 500 empresas
de mayor tamaño.
Valor de producción
Origen del capital
1993
2001
2002
2003
2004
2005
Nacional (1)
40,00
20,67
17,85
17,73
17,25
16,44
Con participación
extranjera
60,00
79,33
82,15
82,27
82,75
83,56
Total
100,00
100,00
100,00
100,00
100,00
100,00
(1) Incluye hasta un 10% de participación de capital de origen extranjero, que es inversión de cartera y que no se
discrimina del total.
Fuente: elaboración propia en base a datos de la Encuesta Nacional a Grandes Empresas - INDEC
Como se señaló en este capitulo y en el anterior, los niveles de ganancias de las
empresas luego de la crisis de 2002 se incrementaron sustancialmente. Esto se explica
debido a la caída en las remuneraciones reales al trabajo, con lo cual sus costos se
vieron reducidos, y al aumento de la demanda interna por la ampliación de la masa
salarial total. Si a esto le sumamos el incremento en la suba del precio de las
commodities en los sectores primarios, como en la minería y combustibles, para los
sectores exportadores, observamos que esta nueva coyuntura de precios relativos
favoreció al sector empresarial incrementando sus ganancias en mayor proporción que
los niveles obtenidos durante las mejores épocas de la convertibilidad [Arceo, González
y Mendizábal; 2010]. En esta última etapa mencionada el promedio de utilidades sobre
el valor de producción fue del 8,24%, mientras que luego de la devaluación hasta 2005
fue del 12, 03%. En este grupo de grandes empresas, el sector extractivo (mineras y
canteras) fue el que mayor ventaja obtuvo, pasando de un promedio de ganancias del
28,87% durante la década de los 90`s, al 39,26% en la etapa post convertibilidad.
También el sector industrial manufacturero resultó muy beneficiado, si bien su tasa de
utilidad sobre valor de producción es menor a la del grupo anterior, el promedio de
ganancias fue más que duplicado, pasando del 4,85% al 10,64% luego de la devaluación
del Peso.
En este análisis se aprecian los cambios y continuidades en la cúpula empresarial
post convertibilidad. La nueva estructura de precios relativos revirtió el avance del
sector productor de servicios, y los sectores de manufacturas industriales y de
extracción de metales ganaron espacio dentro de las 500 empresas más grandes de la
economía argentina. El ritmo de extranjerización siguió su expansión pero no en las
magnitudes vistas en la etapa de la previa a la devaluación. Lo mismo ocurrió con el
nivel de ganancias que se incrementó de manera extraordinaria, explicado mayormente
por la caída de los costos laborales.
Para tener una visión más global del aspecto redistributivo de la devaluación, en el
Cuadro N° 9 se refleja como el crecimiento de la concentración de la cúpula empresarial
está estrechamente vinculado con el hecho del empeoramiento sustantivo del cuadro
social.
Cuadro N° 9: Indicadores socio – laborales seleccionados. 2001 vs. 2002.
PIB a precios de 1993 en
millones de pesos
(Primer trimestre del
año)
Tasa de Desempleo del
total de aglomerados
urbanos (mes Octubre)
2001
2002
Variación
$ 259.200
$ 216.849
-$ 42.350
16,40%
21,50%
31,10%
32
Población Desocupada
(mes Octubre)
1798606
1840606
42000
Tasa de Pobreza (mes
Octubre)
38,30%
57,70%
50,65%
Población Pobre (mes
Octubre)
13887630
20922095
7034465
Tasa de Indigencia (mes
Octubre)
13,60%
27,50%
102,21%
Personas Indigentes
(mes Octubre)
4931378
9971536
5040158
$ 544
$ 512
-$ 32
Ingreso Medio de los
ocupados (Octubre
2001=100)
100
94,1
-5,90%
IPC (IV Trimestre
2001=100)
100
140,3
40,30%
Ingreso Medio real de los
ocupados (IV Trimestre
2001=100)
100
76,3
-23,70%
Brecha de ingresos entre
1º decil y 10º decil
35,10%
36%
2,56%
Participación de la masa
de ingresos de los
ocupados en el PIB
37,10%
30,20%
-18,60%
Ingreso Medio de los
ocupados (mes Octubre)
Fuente: elaboración propia en base a datos del INDEC - EPH
Esta comparación entre los años 2001 y 2002 deja a la luz como, dado el nivel de
concentración heredado de la convertibilidad, este se profundizó aún más a costa del
desempleo, la degradación de los ingresos y el aumento de la pobreza e indigencia.
5. Factores que relajaron la restricción externa
En esta última sección se analizarán dos factores claves que le permitieron a la
Argentina relajar la restricción para su crecimiento por la disponibilidad de divisas, la
suba del precio de los commodities agrícolas y el default de la deuda externa. Ambos
elementos significaron un gran flujo de entrada y ahorro de Dólares capaces de
equilibrar el balance de pagos y los déficits internos.
5.1 Precio de los commodities agrícolas.
Ya en los capítulos anteriores se mencionó el importante papel que juegan las
exportaciones de bienes primarios y las manufacturas de origen agropecuario (MOA) en
las exportaciones argentinas. Esto no ocurrió en las últimas décadas sino que se dio a lo
largo de toda la historia debido a la especialización en la producción agropecuaria por
las ventajas comparativas que este sector poseía (y posee) respecto de otros, como el
industrial. La supremacía de esta actividad se debe a las condiciones climáticas y a la
fertilidad de los suelos de la llanura pampeana, generando un escenario ideal para
desarrollar una producción agropecuaria extensiva y de alta calidad, capaz de proveer
alimentos al país y al mundo.
Si bien esta ventaja es innegable y lo posiciona al país como uno de los mejores
productores agropecuarios a nivel mundial, resulta ser un arma de doble filo por la
volatilidad de los precios de su producción y la definición de estos en los mercados
33
externos, dándole un alto grado de exogeneidad y dependencia externa. Esto fue
señalado en el siglo pasado por toda la vertiente estructuralista, mostrando como se
deterioraban los términos de intercambio para la Argentina por la caída de los precios de
la producción agrícola exportada y se apreciaba el de las manufacturas industriales
importadas.
Sin embargo en la última década, más precisamente desde 2001 con el ingreso de
China a la OMC15, la creciente demanda mundial de alimentos y materias primas
provocó que esta tendencia se revierta incitando un alza histórica en el precio de estos
productos. A ello se le suma la demanda de países desarrollados para la producción de
biocombustibles y el bajo nivel de inventarios de granos a nivel mundial, generando un
mayor exceso de demanda. También este fue un terreno en el que los especuladores
pusieron sus ojos. Debido al alto grado de desregulación financiera nacieron muchos
mercados Over The Counter especializados en el comercio de contratos futuros de
commodities, y con ello fondos comunes destinados para invertir en estos derivados
financieros. Se ha estimado que la inversión en dichos fondos se incrementó de u$s
46000 millones en marzo de 2005 a u$s 250000 millones en el mismo mes de 2008
[Lines; 2010], estimulando de esta manera el incremento del precio los commodities.
Gráfico N° 15
Ev olución de los pre cios de commodities agrícolas
1400,0
1200,0
1000,0
800,0
600,0
400,0
200,0
0,0
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
Porotos de soja (U$S/ton)
Aceite de soja (U$S / ton)
Torta de Soja (U$S/kg)
Maíz (U$S/tn)
Trigo (U$S/tn)
Carne bovina (U$S/tn)
Fuente: elaboración propia en base a datos del MECON
Como se observa en el gráfico, el mayor dinamismo se registró en los productos
sojeros, en especial en aceites, mientras que el maíz y el trigo muestran una tendencia
creciente pero en un menor rango de precios. Desde 1996 el precio de estos productos
descendió, y en 1999 se registró la baja más importante del período, donde el precio del
trigo, del maíz y la soja bajaron aproximadamente un 40%. Este escenario de bajos
valores para los commodities agrícolas duró hasta el segundo trimestre de 2002,
comenzando a recuperarse los precios y ya en 2003 el trigo y la soja incrementaron su
valor en un 20%, mientras que el maíz continuó estancado en sus marcas bajas. La
tendencia alcista se mantuvo para los años subsiguientes y en 2007 fue el gran auge de
estos precios, llegando a valores históricos. El más significativo de estos productos fue
15
Organización Mundial del Comercio.
34
el aceite de soja, cuyo valor de enero de 2007 al mismo mes del siguiente año se
incrementó en un 83%, llegando a valer u$s 1276 por tonelada.
Esta señal del mercado fue rápidamente tomada por los productores de todo el país y
se comenzó un proceso de sojización de la producción agropecuaria. Al resultarles más
rentable que otras actividades y cultivos se volcaron a sembrar más áreas con soja, tanto
las más productivas como las zonas marginales. Es así como la superficie de campos
destinada a este cultivo pasó de 5,3 millones hectáreas en 1993 a 12,26 millones en
2005.
Gráfico N° 16
Superficie implantada por cultivo (en miles de hectáreas)
14.000,0
12.000,0
10.000,0
8.000,0
6.000,0
4.000,0
2.000,0
0,0
1993
2005
Girasol
Soja
Trigo
Maíz
Fuente: elaboración propia en base a datos de la Encuesta Nacional Agropecuaria - INDEC
No solamente el incremento de la producción de soja se vio impulsado por la
expansión de su superficie cultivable. Desde la década de los 90`s el desarrollo
tecnológico y científico del sector le permitió incrementar su productividad. El
mejoramiento genético de la especie, como la Soja RR, la aplicación de la siembra
directa como técnica de manejo y la modernización de maquinarias agrícolas,
influyeron positivamente en la capacidad productiva. De esta manera la producción de
soja se incrementó de una manera notoria, variando de 10,22 millones de toneladas en
1993 a 29,46 millones en 2005, siendo un aumento total de 187%. Respecto del maíz y
del trigo en el mismo período, la suba registrada no tiene comparación con la de la soja,
siendo del 100% y 18% respectivamente.
Así como aumentó la producción sojera y le ganó terreno a los demás cultivos,
ocurrió lo mismo en el ámbito del comercio externo. Al analizar la evolución de la
participación de las materias primas en las exportaciones argentinas, deja a la luz como
la soja y sus subproductos le ganaron terreno a los demás productos. En 1995 los
porotos de soja, el aceite de soja y las tortas de soja representaban un 35,6% del total de
las materias primas exportadas, y la participación de estas en las exportaciones totales
fue del 33,5%. Con el correr de los años estos porcentajes se fueron incrementando
moderadamente y en 2004 los productos sojeros representaban el 52% y las materias
primas en las exportaciones el 42,6%.
35
Cuadro N° 10: Evolución de participación de las materias primas en las
exportaciones argentinas.
1995
2001
Participación %
2002
2003
2004
2005
Porotos de soja
7,6
11,8
10,4
13,5
11,8
14,1
Aceite de soja
13,4
10
12,5
15,3
15,8
13,8
Tortas de soja
14,6
22,8
23,7
24
24,4
23,4
8,4
Producto
Maíz
9,7
9,4
8,6
9,1
8,1
Trigo
14,3
12,3
10,2
6,9
9,3
7,9
Petróleo crudo
22,7
22,7
20,6
16,7
15,5
15,3
Aluminio primario
2,7
2,6
2,7
2,2
2
2
Acero
5,1
3,4
4,2
3,6
3,2
3,3
Carne bovina
9,9
1,1
3,2
3,4
5,6
7,2
Cobre
0
3,8
4,1
5,1
4,5
4,7
Participación en las
exportaciones
totales de Argentina
33,5
39,6
42
45,7
42,6
40,2
Fuente: Informe del Índice de Precios de las Materias Primas - BCRA
5.2 Default de la deuda externa.
Durante la etapa de la convertibilidad, al tener el tipo de cambio muy apreciado, se
produjo un aluvión de importaciones en la economía argentina. Como resultado del
accionar de estos productos el saldo del balance comercial fue deficitario en toda esta
época, siendo necesario para sostener el equilibrio de las cuentas externas el superávit
de la cuenta capital y financiera. Si este objetivo no se lograba las reservas
internacionales que el país poseía comenzarían a descender y con ello peligraría la
estabilidad de la paridad cambiaria, tan celosamente cuidada en ese período.
A fin de lograr este cometido se recurrió a dos mecanismos capaces de inyectar
Dólares a la economía de una manera ágil y rápida, la privatización de empresas de
servicios públicos a capitales extranjeros y el endeudamiento externo. El primer
mecanismo era una fuente de recursos finitos por la cantidad fija de empresas estatales,
mientras que el restante era capaz de proveer flujos de divisas de una manera no infinita
pero sí más dinámica que el anterior.
Para obtener los fondos se recurrió a organismos multilaterales de crédito, como el
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero con condicionamientos para
futuros préstamos, como el “ordenamiento” de las cuentas públicas. De esta manera se
ajustaron las cuentas fiscales viéndose una mejoría en un principio respecto de lo que
fueran en la década del ochenta. Con el correr de los años se hizo cada vez más difícil
sostener este resultado por el aumento de los intereses de la deuda, pasando del 5.8% en
1996 a 9.4% en 2001, y por las diversas crisis financieras que afectaron a la economía,
como el “Efecto Tequila” de 1995, la crisis asiática de 1997 y la rusa de 1998. Otro
agravante del déficit fue la pérdida de ingresos fiscales por la privatización del sistema
previsional en 1994. De esta manera se creó el Sistema Integrado de Jubilaciones y
Pensiones, donde el grueso de los trabajadores optó por traspasarse al sistema privado y
las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) fueron las
receptoras de todos sus aportes, mientras que el Estado percibía una menor cantidad de
fondos y debía hacerse cargo del pago de jubilaciones y pensiones previas a la
implementación de este sistema. Es así como el déficit anual promedio de 1998-2001
resultó ser superior al de 1994 en u$s 7112 millones, siendo consecuencia del aumento
36
de los pagos de intereses de deuda (+ u$s 6784 millones) y de la ampliación de la
brecha del sistema de seguridad social (+ u$s 4867 millones) [Damil, Frenkel y Rapetti;
2005].
Sumado a estos inconvenientes de la cuenta capital y financiera, el saldo deficitario
de la cuenta corriente continuaba con su tendencia sin revertir su signo, haciéndose cada
vez más insostenible el equilibrio del balance de pagos y el tipo de cambio fijo.
Se intentó a toda costa evitar el default de la deuda externa y seguir manteniendo el
mismo mecanismo para obtener divisas, llevando adelante el Gobierno medidas que
ganaran la confianza de los organismos multilaterales de crédito, como la “Ley de
Responsabilidad Fiscal” en 1999 y la “Ley de Déficit Cero” en 2001, ajustando cada
vez más las cuentas públicas. El resultado de estas medidas fueron bien vistas por los
organismos y en 2000 otorgaron un préstamo, al que se denominó “blindaje”, que cubría
vencimientos de 2001 y parte de 2002 por la suma de u$s 40000 millones, y a mediados
de 2001 se llevó a cabo un canje de deuda, el “mega canje”, extendiendo el plazo de
pago, pero con un alto incremento de de capital e intereses, empeorándose la situación y
tornándose insostenible [Damil, Frenkel y Rapetti; 2005].
Para 2001 la argentina se encontraba en plena crisis, tanto económica como política
y social. La fuga de capitales era incesante pese a las medidas que se tomaron para
frenarla, y a principios de 2002 se abandonó la convertibilidad y el Peso se devaluó.
Previo a esta medida, en diciembre de 2001, se declaró la suspensión de los pagos
del servicio de una parte de los u$s 144453 millones que alcanzaban en esa época la
deuda pública, afectando a u$s 61803 millones en bonos y títulos públicos y a otros u$s
8030 millones de diversas obligaciones. El remanente, que incluía un monto de u$s
32362 millones adeudado a organismos multilaterales y u$s 42258 millones de reciente
emisión de préstamos garantizados, permanecieron en situación regular [Damil, Frenkel
y Rapetti; 2005].
Esta medida política resultó ser un alivio para la economía argentina debido a la
insostenibilidad que le generaba seguir con el pago de la deuda externa y sus intereses.
Si bien se continuó con el pago de la deuda en situación regular y sumado a la emisión
de nueva deuda que se hizo al realizar la “pesificación asimétrica” (Ver Capítulo N° 3),
si se contabilizara el monto de intereses sobre la deuda pública al tipo de cambio de
2004, de no mediar el default, habría ascendido a ese año a cifras de entre 9 y 11 puntos
del PIB, lo que es equivalente a aproximadamente toda la recaudación fiscal de dicho
año y, claramente, hubiese sido incompatible con la recuperación económico y con el
reestablecimiento de cierto orden social [Damil, Frenkel y Rapetti; 2005].
6. Conclusión.
A lo largo de todo este trabajo se dejó en claro el efecto recesivo de la devaluación
ocurrida en Argentina en 2002. El cambio generado a partir de la modificación de los
precios relativos al interior de la economía provocó una redistribución del ingreso a
favor del sector agroexportador en detrimento de los demás, especialmente de los
asalariados, y con ello la caída del PIB del país.
Esta problemática es en donde enfoca el estudio la corriente estructuralista y
explica las consecuencias que trae consigo la “inflación cambiaria” generada a partir de
la suba del tipo de cambio. Como ya se explicó, el incremento del precio de los
alimentos inciden directamente en la canasta básica de consumo de la población interna,
en especial de los sectores más bajos ingresos, sumando esto a la inflación en los bienes
manufacturados, tanto importados y de producción nacional con insumos extranjeros,
37
erosionando los salarios y perjudicando su poder de compra. A raíz de esto los niveles
de consumo privado descendieron drásticamente, al igual que la demanda de
importaciones. Si a estos factores se le agrega la caída de la inversión bruta interna fija
y del gasto público, la recesión que acarreó la devaluación es innegable. En cuanto a las
exportaciones, fue la única variable del producto que no registró caída alguna post
devaluación, siguiendo la tendencia creciente que mantuvo a lo largo de la década
previa.
Sin embargo, pérdida del valor del Peso tuvo un efecto muy positivo para el sector
industrial al permitirle recuperar los márgenes de ganancia que había perdido durante
los noventas. Las altas tasas de ganancia, la licuación de deudas por la pesificación
asimétrica y la tenencia de activos externos, generaron saldos positivos de caja y con
ello una autofinanciación para llevar adelante el proceso de inversión.
Asimismo, dentro de la cúpula empresarial se continuó el rumbo tomado desde la
convertibilidad, agudizándose la extranjerización de las empresas más grandes del país.
Sin embargo, con la nueva estructura de precios relativos, el avance del sector de
servicios dentro de este podio se frenó, siendo ocupada la vacante por los productores
primarios y en menor medida los industriales.
Es indiscutible que luego de la suba de tipo de cambio la Argentina retomó el
sendero del crecimiento económico perdido desde hacía varios años y con récords
históricos, pero no siendo a causa de la devaluación. Si bien a la industria le permitió
recuperar un piso de rentabilidad y con ello aumentar su nivel de actividad,
contribuyendo al descenso del desempleo, esto no fue el motor del despegue inicial. El
default de la deuda externa y la suba del precio de los commodities agrícolas en los
mercados externos le significaron una fuente extraordinarias de ingreso de Dólares al
país, permitiéndole relajar la restricción de divisas para el crecimiento sin depender de
los fondos otorgados por organismos multilaterales de crédito, junto con sus
condicionamientos, como durante los noventas. Estos flujos generaron un exceso de
oferta de divisas al Estado capaz de cederle el control de la política monetaria y
cambiaria, e incrementar el gasto público para reactivar la economía. Además, otro
factor importante que contribuyó al despegue inicial fue el consumo atrasado del sector
privado por el agotamiento de las expectativas devaluatorias, que una vez ocurrida y
alejadas las posibilidades de nuevas corridas cambiarias, el ahorro en activos externos
fue volcado a consumo interno.
Dado el análisis de este trabajo, es claramente concluyente de que las devaluaciones
siguen siendo recesivas por el efecto que provocan en la distribución del ingreso.
Además, en cuanto al campo teórico, el análisis que hizo la corriente estructuralista al
respecto continúa siendo válido para el caso argentino, resultando más apropiado de
aplicar su análisis antes que el modelo Mundell- Fleming o el Enfoque Monetario del
Balance de Pagos. Para el primero de estos últimos dos, el crecimiento post-devaluación
es provocado por el aumento de las exportaciones, donde en este caso se mantuvo la
tendencia creciente pero con precios más altos, residiendo aquí el aumento del ingreso
de divisas. Para el segundo, la devaluación no afecta a la economía debido a que los
precios relativos no se modifican ya que estos se mueven al mismo nivel que la
depreciación de la moneda, sin existir variaciones reales. Esta consecuencia está mucho
más alejada que la del anterior enfoque ya que, al margen de no analizar lo acontecido
en la cuenta corriente del balance de pagos, los precios variaron tanto nominal como
realmente, y no lo hicieron de la misma manera. Prueba de esto fue que el efecto passthrough no fue unitario, debido a que la suba del tipo de cambio no se trasladó un 100%
a los precios de la economía.
38
Es importante señalar que la salida del régimen de la convertibilidad se llevo a cabo
en última instancia ya cuando se había tornado un modelo insostenible. Quizás la
decisión no se tomo previamente, cuando comenzó a mostrar señales de agotamiento,
debido al alto costo político que correría el gobierno de turno por las consecuencias que
la medida acarrearía. Al margen de ganarse la antipatía de los sectores medios de la
sociedad, fervientes defensores del uno a uno, el shock que se produciría en todos los
niveles de la economía sería devastador por el alto grado de dolarización en que se
encontraba.
39
7. Bibliografía:
-
Agis, E., Bianco, C., Charvay, P., Girard, C., Giudicatti, M., Kicillof, A., Marongiu, F.,
Nahón, C., Rodriguez, J. y Seain, C. (2010). “Notas de la Economía Argentina”,
Edición 07, Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA), Buenos Aires.
-
Arceo, N., Bianco, C., Bonofiglio, N., Ceriani, P., Costa, A., Giudicatti, M., González,
M., Kicillof, A., Marongiu, F., Nahón, C., y Rodríguez, J. (2007). “Notas de la
Economía Argentina”, Edición 04, Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino
(CENDA), Buenos Aires.
-
Arceo, N., González, M. y Mendizábal N. (2010). “Documento de Trabajo N° 4.
Concentración, centralización y extranjerización. Continuidades y cambios en la postconvertibilidad”, Centro de Investigación y Formación de la República Argentina
(CIFRA), Buenos Aires.
-
Asiain, A (2010) “Devaluación compensada con retenciones: un análisis de la
macroeconomía Argentina tras la crisis de la convertibilidad”, en Observatorio de la
Economía
Latinoamericana
Nº
130.
Accesible
a
texto
completo
en
http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/ar/
-
Asiain, A. (2011) “Tipo de cambio, precios internacionales y retenciones en un modelo
estructuralista de corto plazo”, en Revista Economía, vol. 35, nº 29, Universidad de
Los Andes, Meridia.
-
Basualdo, E., Arceo, N., González, M., y Mendizabal, N (2010). “Documento de trabajo
N° 4 – Concentración, centralización y extranjerización. Continuidades y cambios en la
post-convertibilidad”, Buenos Aires.
-
Bisang, R. (2008). “El desarrollo agropecuario en las últimas décadas: ¿volver a
creer?”. En “Crisis, recuperación y nuevos dilemas. La economía argentina 20022007”. Kosacoff, B (ed), Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL), Buenos Aires.
-
Braun, O. y Joy, L. (1981(1968)). “Un modelo de estancamiento económico – Estudio
de caso sobre la economía argentina”, en Revista Desarrollo Económico Vol. 20, N°
80, Buenos Aires.
-
Cetrángolo, O., Heymann, D. y Ramos A. (2008). “Macroeconomía en recuperación: la
Argentina post-crisis”. En “Crisis, recuperación y nuevos dilemas. La economía
argentina 2002-2007”. Kosacoff, B (ed), Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (CEPAL), Buenos Aires.
-
Damil, M., Frenkel, R., Rapetti, M. (2005). “La Deuda Externa Argentina: historia,
default y reestructuraciones”, Nuevos Documentos, Centro de Estudios de Estado y
Sociedad (CEDES), Buenos Aires.
40
-
Diamand, M. (1972). “La estructura productiva desequilibrada argentina y el tipo de
cambio”, en Revista Desarrollo Económico Vol. 12, N° 45, Buenos Aires.
-
Diamand, M. y Crovetto, N. (1988). “La estructura productiva desequilibrada y la
doble brecha”, Cuadernos del Centro de Estudios de la Realidad Económica, N° 3,
Buenos Aires.
-
Ferrer, A. (1963). “Devaluación, Redistribución de Ingresos y el Proceso de
Desarticulación Industrial en la Argentina”, en Revista Desarrollo Económico, Vol. 2,
N° 4, Buenos Aires.
-
Keifman, S. (2005). “Tipo de cambio y empleo, a treinta años de Canitrot y Porto”,
Anales de la XL Reunión Anual de la Asociación Argentina de Economía Política, La
Plata.
-
Krugman, P. y Taylor, L. (1978) “Contractionary effect of devaluation”, Journal of
International Economics 8, Cambridge, MA.
-
Lozano, C., Rameri, A., Raffo, T. (2007) “La cúpula empresarial luego de la crisis: Los
cambios en el recorrido 1997-2005”, IDEF-CTA, Buenos Aires.
-
Lines, T. (2010). “Speculation in food commodity markets”, World Development
Movement. Accesible a texto completo en http://www.tomlines.org.uk.
-
Meller, P. (1987). “Revisión de los enfoques teóricos sobre ajuste externo”, Revista de
la CEPAL N° 32, Santiago de Chile.
-
Nicolini Llosa, J. L. (2008). “El enfoque estructuralista del balance de pagos”,
Asociación Argentina de Economía Política, 43ª Reunión Anual, Cordoba.
-
Olivera, J. H. G. (1962). “Equilibrio monetario y ajuste internacional”, Revista
Desarrollo Económico, Vol. N° 2, N°2, Buenos Aires.
-
Rapetti, M. (2005). “La macroeconomía argentina durante la post-convertibilidad:
evolución debates y perspectivas”, Policy Papers Series, GPIA, New School University,
New York.
-
Varesi, G. Á. (2010). “Inflación en la Argentina post-convertibilidad: algunas claves
para su explicación”, en Revista Ola Financiera N° 5 enero-abril, México.
-
Williamson, J. (1983). “The open economy and the world economy”, New York.
41
Descargar