JUEGOS DE SUERTE Y AZAR - Naturaleza del contrato suscrito por Ecosalud “Loto en línea” / CONTRATO DE CONCESIÓN – Remuneración. Límites de costos y gastos / MONOPOLIOS DE JUEGO – Naturaleza del contrato El contrato suscrito por ECOSALUD para explotación del juego de suerte y azar denominado “loto en línea”, es un contrato de concesión pues, contiene cláusulas que son de la esencia y definen el arquetipo jurídico de este contrato como es la de que su objeto sea el otorgamiento al concesionario de la explotación del monopolio rentístico, bajo la responsabilidad y riesgo del contratista; la remuneración proviene de su explotación; existe una actividad reglada y bajo la vigilancia del Estado; la reversión, prevista en todo contrato de esta naturaleza y la incorporación imperativa de cláusulas excepcionales, que en el de prestación de servicios son potestativas. También la naturaleza del mismo que resulta similar a los eventos analizados por esta corporación en la Sala Contenciosa, se destaca además, que tanto la legislación como la jurisprudencia y aún el proyecto de ley sobre monopolios de juego, apuntan a señalar que el contrato para adelantar estas actividades relacionadas con el arbitrio rentístico en materia de juegos de suerte y azar, es el de concesión. La regulación legal del contrato de concesión admite diversas formas de remuneración consistentes en la participación de la explotación del bien, actividad o monopolio, o en una suma periódica, única o porcentual, o en cualquiera otra modalidad de contraprestación que las partes acuerden, en virtud de la autonomía de la voluntad. En el caso bajo análisis, la remuneración como porcentaje de las ventas netas, debe fijarse con arreglo a los límites previstos por la ley 10 de 1990 (art. 43). Los costos y gastos durante la ejecución del contrato deben observar el límite del 15% sobre las ventas netas, establecido por el artículo 43 de la ley 10 de 1990, considerando el plazo total de vigencia del contrato, de tal manera que en los primeros años de ejecución es posible que los gastos y costos resulten superiores a dicho límite, para ir decreciendo hasta alcanzar el promedio que debe ser igual o inferior al dispuesto en la ley. La Sala reitera que los pagos mínimos periódicos previstos en la ley y pactados en el contrato, que corresponden a los recursos del servicio de salud, deben ser girados desde el inicio del contrato. NOTA DE RELATORIA. 1) Los Sres. Consejeros Augusto Trejos Jaramillo y César Hoyos Salazar, aclaran su voto en el sentido que debió señalar el concepto que la decisión que profiera la Sección Tercera del Consejo de Estado, en el proceso de nulidad respecto de los actos jurídicos que dieron vida a Ecosalud puede tener efectos sobre el contrato entre Ecosalud y Gtech Foreing Holdings Corporation. 2) Sentencia 10217 del 19/06/98 Sección Tercera del Consejo de Estado. 3) Autorizada su publicación con oficio del 17 de octubre de 2000. CONSEJO DE ESTADO SALA DE CONSULTA Y SERVICIO CIVIL Consejero ponente: LUIS CAMILO OSORIO ISAZA Bogotá, D.C., D.C, octubre doce del año dos mil (2000). Radicación número: 1299 Actor: MINISTRO DE HACIENDA Y CREDITO PUBLICO Y MINISTRO DE SALUD Referencia: Juegos de suerte y azar. Contratos para su explotación: loto en línea; naturaleza del contrato y remuneración del contratista. Los Ministros de Hacienda y Crédito Público y de Salud, doctores Juan Manuel Santos y Sara Ordoñez Noriega, respectivamente, consultan a la Sala sobre los contratos para la explotación de un juego de suerte y azar, particularmente el celebrado entre ECOSALUD Y GTECH FOREING HOLDINGS CORPORATION, la naturaleza de este contrato, la remuneración del contratista y la aplicación del límite del 15% de las ventas netas a los costos y gastos de inversión, producción, administración, venta y publicidad. Previo señalamiento de algunas normas legales sobre la materia, el régimen de monopolios como arbitrio rentístico en salud y las cláusulas del contrato objeto de consulta, formulan las siguientes preguntas: 1. ¿Tiene el contrato suscrito entre ECOSALUD S.A. y GTECH FOREING HOLDINGS CORPORATION, el 22 de diciembre de 1999, para la explotación del juego denominado LOTO EN LINEA, celebrado con fundamento en la ley 10 de 1990 y sus decretos reglamentarios 271 y 2433 de 1991 el carácter de concesión o de prestación de servicios? 2. En caso de que se trate de un contrato de concesión o asimilable a éste , ¿cómo debe pactarse la remuneración del contratista? 3. La costumbre comercial señala que las ventas netas son el resultado de restar de las ventas totales el valor de los descuentos por comisiones o descuentos por ventas, tal como se pactó en la cláusula quinta, literal a) “ADMINISTRACION Y MANEJO DE LOS FONDOS DE LA OPERACION”. De acuerdo con lo establecido en el inciso segundo del artículo 43 de la ley 10 de 1990, los costos y gastos de inversión, producción, administración, venta y publicidad, no podrán ser superiores al 15% de las ventas netas. Se pregunta, ¿deben conservarse estos costos y gastos año por año durante la ejecución del contrato dentro del límite fijado por la ley?, o ¿éstos pueden superar los primeros cuatro años de ejecución el 15%, sobre la base de considerar que en estos primeros cuatro años los costos y gastos de inversión son mayores y posteriormente ir decreciendo hasta alcanzar un promedio durante toda la vigencia del contrato igual o inferior al 15%?. Consideraciones de la Sala Con el fin de absolver la consulta, procede la Sala a analizar el marco normativo de los monopolios rentísticos de los juegos de suerte y azar, tanto el constitucional como el legal, particularmente éste último en relación con las modalidades contractuales de su explotación y el alcance de las limitaciones a los costos y gastos previsto en el artículo 43 de la ley 10 de 1990. Sin embargo, se aclara que se recibió documentación tanto de la Contraloría General de la República como otros escritos referidos a los de ésta, los cuales no se analizan por no hacer parte de la consulta. Marco Constitucional La Constitución de 1886 disponía en su artículo 31 que los monopolios sólo podían establecerse como arbitrio rentístico y en virtud de la ley. En la Asamblea Constituyente de 1991 hubo una tendencia que propugnó la abolición de los monopolios de derecho y el refinamiento del control del Estado sobre los monopolios naturales o de hecho, para evitar el abuso de su posición dominante. Sin embargo, el primer aspecto de la propuesta fue rechazado, manteniéndose los monopolios de derecho. Por ello la Constitución Política vigente dispone en su artículo 336, integrando a este nivel normativo los monopolios de licores y de suerte y azar, lo siguiente: “Ningún monopolio podrá establecerse sino como arbitrio rentístico, con una finalidad de interés público o social y en virtud de la ley. La ley que establezca un monopolio no podrá aplicarse antes de que hayan sido plenamente indemnizados los individuos que en virtud de ella deban quedar privados del ejercicio de una actividad económica lícita. La organización, administración, control y explotación de los monopolios rentísticos estarán sometidos a un régimen propio, fijado por la ley de iniciativa gubernamental. Las rentas obtenidas en el ejercicio de los monopolios de suerte y azar estarán destinadas exclusivamente a los servicios de salud. Las rentas obtenidas en el ejercicio del monopolio de licores, estarán destinadas preferentemente a los servicios de salud y educación. (. . .) (destaca la Sala con negrilla). Este precepto mantiene la existencia de los monopolios, en particular el de suerte y azar; su organización, administración, control y explotación se sujeta al legislador, por iniciativa del Gobierno. El monopolio tiene el efecto de excluir la iniciativa privada y la actividad económica libres, garantizadas constitucionalmente para las demás actividades en favor de los particulares (art. 333), de modo que no es posible su ejercicio por éstos, en los casos en que el Estado se ha reservado su titularidad, sino cuando el legislador, por conducto de la ley de régimen propio de suerte y azar, admite la viabilidad de su realización, mediante concurrencia contractual, otorgamiento de permisos, licencias o cualquier otro instrumento de autorización al particular para el ejercicio de esta actividad económica. Régimen legal y reglamentario En primer término debe destacarse que monopolio como arbitrio rentístico no puede existir, conforme a lo ordenado por el constituyente, si no es bajo un marco jurídico previsto por el legislador. Existen distintas modalidades de juego en Colombia como el de las loterías a cargo de los departamentos y excepcionalmente de algunas ciudades e instituciones como la Cruz Roja todas con regulación legal, además de rifas o apuestas permanentes que se rigen también por disposiciones del mismo carácter. En materia de “los demás juegos de suerte y azar”, el régimen legal de su explotación como monopolio está previsto en el artículo 42 de la ley 10 de 1990, inicialmente, y luego modificado por el artículo 285 de la ley 100 de 1993, donde se dispone: “Arbitrio rentístico de la Nación. Declárase como arbitrio rentístico de la Nación la explotación monopólica, en beneficio del sector salud, de las modalidades de juegos de suerte y azar diferentes de las loterías y apuestas permanentes existentes y de las rifas menores aquí previstas. (......).” Este precepto consigna la competencia legislativa para regular el monopolio de suerte y azar, tal como lo ha expresado la jurisprudencia constitucional (Sentencias C- 475 y C-476 de 1994 de la Corte Constitucional). Además, dispone el artículo 43 de la ley 10 de 1990, lo siguiente: “Sociedad de capital público. Autorízase la constitución y organización de una sociedad de capital público, de la cual, serán socios la Nación y las entidades territoriales, o sus entidades descentralizadas, titulares de los monopolios rentísticos de las loterías existentes, y cuyo objeto sea la explotación y administración del monopolio rentístico creado mediante el artículo 42 de la presente ley. Los costos y gastos de inversión, producción, administración, venta y publicidad no podrán ser superiores al 15% de las ventas netas. El producto resultante de las ventas netas menos el valor de los premios pagados, menos el porcentaje máximo señalado para costos y gastos, más otras utilidades de la empresa, se distribuirá de la siguiente forma: (. . .).” Este precepto regula dos materias de especial relevancia para la consulta formulada, a saber: la constitución y organización de una sociedad de capital público para la organización y explotación del monopolio de suerte y azar y, el porcentaje máximo que puede destinarse de tal explotación a los costos y gastos, aspectos que se analizan a continuación. Mediante el decreto 2433 de 1991 se reglamentó parcialmente el artículo 43 de la ley 10 de 1990, en los siguientes términos: “Artículo 1º. La Empresa Colombiana de Recursos para la Salud S.A. Ecosalud S.A. podrá realizar todas las operaciones comerciales que comporta la explotación económica del monopolio rentístico creado por virtud del artículo 42 de la ley 10 de 1990 en forma directa o a través de terceros. Artículo 2º. Corresponde a la Empresa Colombiana de Recursos para la Salud S.A. Ecosalud S.A. en relación con la administración del monopolio rentístico constituido por la ley 10 de 1990: a) Fijar la política general de explotación de juegos de suerte y azar de que trata la ley 10 de 1990; b) Celebrar contratos con personas naturales o jurídicas para que exploten alguna modalidad de juego o apuesta de suerte y azar u otorgar a las mismas permiso para su explotación; c) Regular su operación.” Los numerales a) y c) del artículo 2º fueron demandados en acción de nulidad ante esta Corporación, la que mediante sentencia del 22 de marzo de 1995 negó las súplicas de la demanda (exp. No 2957), con fundamento en consideraciones sobre el régimen de explotación de los monopolios y reconociendo a la ley 10 de 1990 la naturaleza de ley de régimen propio, mientras no se dicte una más específica. Dijo así el Consejo de Estado: “1.Si, como quedó dicho la ley 10 de 1990 en su artículo 43 no es incompatible con el artículo 336 de la Constitución de 1991, por la cual mientras no se dicte una ley más específica sobre la organización, administración y explotación del monopolio a que aquella se refiere, el régimen legal propio previsto en la Constitución es el contenido en el citado artículo 43 de la ley 10 de 1990 y, si “como es natural a toda ley, con mayor razón cuando apenas contiene normas muy generales como la ley 10 de 1990, su contenido es desarrollado a través de decretos reglamentarios como es el caso de los decretos 271 y 2433 de 1991,. . .” (. . . ) “5.Finalmente tampoco se viola el artículo 336 de la Constitución pues, como quedó expresado, mientras se expide la ley especial de iniciativa gubernamental prevista en esa norma, conservan su vigencia y validez los artículos 42 y 43 de la ley 10 de 1990 como normas de categoría legal reguladoras del monopolio” (la Sala destaca con negrilla). El reglamento en su contexto constitucional y legal permite concluir la competencia de ECOSALUD para celebrar contratos con personas naturales o jurídicas que exploten alguna modalidad de juego de suerte y azar. El decreto 2427 expedido el 2 de diciembre de 1999, invocando el Gobierno Nacional la potestad reglamentaria, ordena lo siguiente: Artículo 2º: Cuando la operación del monopolio rentístico creado por el artículo 42 de la ley 10 de 1990 se efectúe a través de personas jurídicas de derecho privado, los costos y gastos de inversión, producción, administración, venta y publicidad, se rigen de conformidad con las normas que a ellas las regulan” (destaca la Sala). El texto de esta norma, por la misma redacción, podría dar a entender que cuando se celebren contratos con personas jurídicas de derecho privado para la operación del monopolio rentístico previsto en la ley 10 de 1990, la normatividad aplicable sería la prevista en el derecho privado, lo cual es parcialmente cierto, además porque así está ordenado en la ley 80 de contratación (arts. 13,32 y 40), en la ley 489 de 1998, artículo 93 y en el decreto 271 de 1991, artículo 39; la normatividad citada conduce a anticipar que también le son aplicables las disposiciones de este estatuto y las pertinentes de la ley 10 de 1990. Por tanto, el decreto reglamentario no puede desconocer el principio consignado en la ley, que no hace diferencia entre personas de derecho privado y las de derecho público y, por ende, tiene aplicación prevalente. La sociedad de capital público, ECOSALUD S.A. En desarrollo de la autorización legal atrás descrita, mediante escritura pública 4379 del 23 de julio de 1990, otorgada en la Notaría Novena de Bogotá, se creo la sociedad comercial de responsabilidad limitada Empresa Colombiana de Juegos de Suerte y Azar Ltda, la cual fue transformada en sociedad anónima denominada Empresa Colombiana de Recursos para la Salud, ECOSALUD S.A. mediante escritura pública 1408 del 7 de diciembre de 1990 de la Notaría 28 de Bogotá, y cuyos estatutos fueron aprobados por el Gobierno Nacional mediante el decreto 271 de 1991. El objeto de la sociedad es la administración y explotación del monopolio rentístico creado por el artículo 42 de la ley 10 de 1990, en desarrollo del cual “podrá realizar todos los actos directamente relacionados con éste” (art. 5º), al igual que se precisan las competencias de la sociedad (art. 6º), conforme a las normas legales, entre ellas: - expedir actos y celebrar contratos y convenios para el cumplimiento de su objeto; - ejecutar directamente o mediante contrato con terceros, modalidades de juegos de suerte y azar diferentes a las loterías y apuestas permanentes existentes en el país, dentro de los límites establecidos por el artículo 43 de la ley 10 de 1990 y demás normas concordantes. Por tanto, la sociedad constituida para el manejo del monopolio, o sea ECOSALUD, no sólo tiene competencia para adelantar directamente la explotación de juegos de suerte y azar, sino que además puede contratar para que terceros los ejecuten. Además debe destacarse que a la par de ser un operador directo o por contratación de estos juegos, competencias de regulación de los mismos. está investido de las Sus estatutos disponen (art. 38), en armonía con el artículo 43 de la ley 10 de 1990 que el producto resultante de las ventas netas menos el valor de los premios pagados, menos el porcentaje máximo señalado para los costos y gastos, más otras utilidades de la Sociedad, esto es, de ECOSALUD S.A., se distribuye así: “el 10% para el pago de prestaciones sociales de los trabajadores de la salud, durante los primeros 5 años de funcionamiento de la Sociedad; el 40 % para distribuir entre los municipios, en proporción directa a las ventas que se ejecuten en su territorio, que se elevará al 50% una vez transcurrido los cinco años previstos en el numeral anterior; el 50% como mínimo para distribuir entre todos los municipios del país en proporción directa a su población y en proporción inversa a su desarrollo socioeconómico”. Los pagos por concepto de participación en el producto de la Empresa no serán nunca inferiores al 14 % de las ventas mensuales y se girarán a los fondos locales de salud mensualmente. Finalmente los estatutos reiteran que los costos y gastos de inversión, producción, administración, ventas y publicidad no podrán ser superiores al 15% de las ventas netas. Los estatutos de ECOSALUD fueron objeto de demanda contenciosa administrativa; sin embargo se encuentran vigentes, en consideración a que la sentencia que declaró su nulidad, proferida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca el 19 de mayo de 1996 (exp. 94-D-9.962), fue apelada y se tramita el recurso en la sección tercera de esta Corporación (exp. 12393). En todo caso la capacidad para contratar de esta entidad está determinada según el artículo 6º de la ley 80 de 1993. La materia que se consulta no tiene relación con la existencia de ECOSALUD, y por tanto, la Sala no analiza los efectos eventuales de la sentencia que se profiera. En la actualidad se tramita un proyecto de ley que prevé la eliminación de esta entidad y su reemplazo por otra de características similares (proyecto del ley 035C/99 y 214S/00 Cámara de Representantes y Senado respectivamente, art. 40). Atribuciones de ECOSALUD Según se describió, el legislador resolvió otorgarle autorización a ECOSALUD, no solo para realizar directamente actividades en juegos de suerte y azar, sino que le permite celebrar contratos en la explotación del monopolio, a fin de que éste se opere por particulares, a cuyo efecto le fijó un marco jurídico, cuyas reglas deben analizarse para verificar si su aplicación resulta obligatoria únicamente cuando adelante directamente las actividades de explotación del juego, o si ellas son de forzosa observancia, aun cuando opere por conducto de terceros contratistas. En efecto, se parte de la consideración de que el legislador en el artículo 43 de la ley 10, parcialmente transcrito, a la par que autoriza “la constitución y organización de una sociedad de capital público”, y señala sus socios, en esta misma disposición fija el marco legal para determinar materias como los costos y gastos y la distribución del “producto resultante”. Por ello se analizará este aspecto. Costos y gastos. El inciso 2º del artículo 43 de la ley 10 de 1990 establece que los “costos y gastos de inversión, producción, administración, venta y publicidad no podrán ser superiores al 15% de las ventas netas”, texto idéntico al incluido en los estatutos de ECOSALUD, según se transcribió arriba. Se pregunta si la limitación impuesta para incurrir en gastos y costos tiene efecto no sólo cuando la explotación del monopolio se hace directamente por ECOSALUD, o también si se realiza mediante contratos con terceros, como en el caso consultado. Sobre el particular esta Sala se pronunció en la Consulta 394 del 10 de septiembre de 1991, para indicar la obligación de observar los límites establecidos por el legislador aún en los eventos en que se contrate su explotación con otras entidades o particulares, a cuyo efecto señala textualmente: “Pero en todos estos casos es necesario conservar el límite del 15% establecido por el artículo 43 inciso 2º de la ley 10 de 1990 para todos los efectos legales” (destaca la Sala con negrilla). Esta interpretación guarda correspondencia con la finalidad del establecimiento de los monopolios, esto es, arbitrar recursos para el sector salud en el caso de los de suerte y azar, tal como lo ha señalado la Corte Constitucional: “Cuando la ley crea un monopolio, debe hacerlo, por expreso mandato constitucional (artículo 336 C.P.), como arbitrio rentístico, es decir, con la finalidad única de obtener recursos para el fisco, lo cual excluye de plano toda posibilidad de que se repartan utilidades a particulares, así sea parcialmente . . . (. . .) Así las cosas, los dineros obtenidos en desarrollo del objeto propio de un monopolio estatal no pueden distraerse en la función de ofrecer utilidades a favor de sujetos diferentes del propio Estado.” (sentencia C-587/95) (destaca la sala con negrilla). El argumento adicional que hace la Sala es un razonamiento ad absúrdum, en el sentido que es ilógico precaver que la entidad estatal pueda desbordarse en exceso de costos y gastos, y no hacerlo respecto de los particulares, dándose entonces la situación paradójica de que, si es el Estado el que explota directamente, debe restringirse, pero si son los particulares, no tendrían límite en dichos items, con la obvia consecuencia de afectar directamente los recursos financieros previstos para cubrir los servicios de salud. La Sala, teniendo en cuenta las anteriores consideraciones, reitera en esta ocasión el alcance general del límite del 15% de los costos y gastos en la explotación del monopolio creado por el artículo 42 de la ley 10 de 1990, con independencia de si se cumple directamente por ECOSALUD o por un tercero contratado por ésta. Ventas Netas. La aplicación del 15% para señalar el monto máximo de los costos y gastos, plantea la cuestión de las ventas brutas o simplemente ventas, frente a las ventas netas, a fin de determinar si se trata de conceptos equivalentes en estos casos o debe hacerse distinción entre uno y otro y en qué consiste. En materia de “ingresos”, por ejemplo la legislación tributaria distingue entre “ingresos brutos” e “ingresos netos”, al restar de los primeros los “descuentos, rebajas y devoluciones”, que pague el comerciante. También la Contaduría General de la Nación tiene una definición de ingreso bruto: “valor total recibido antes de efectuar deducciones por devoluciones, descuentos o rebajas”1 . En la actividad comercial se entiende que las “ventas netas” se calculan restando de las ventas brutas “ las devoluciones y rebajas en ventas” y algunos contadores acostumbran a sustraer también los descuentos para determinar “las ventas netas”2 . La Contaduría General de la Nación emitió concepto acerca del tema, en los siguientes términos, donde precisa: “La comisión sobre ventas no es un determinante del valor de la venta en sí, por cuanto debe entenderse como una retribución a su realización. Es por ello que, mientras el concepto de descuento en ventas se presenta como un menor valor de los ingresos, la comisión sobre ventas corresponde a un componente de los gastos o costos de operación del negocio”1 . Lo anterior para establecer que la comisión de ventas al ser componente de los gastos o costos no podría deducirse a fin de determinar las ventas netas. Sin embargo, al advertir la diferencia con la expresión “descuento de ventas”, ésta sí tiene en criterio de la Contaduría General alcance conceptual diferente y conducente, por tanto, a la “venta neta”. El diccionario de la real Academia Española al definir la expresión “neto o neta” como adjetivo, le da el significado de: “limpio y puro”; agrega en la segunda acepción: “que resulta líquido en cuenta, después de comparar el cargo con la data; o en el precio, después de deducir los gastos”. Especialistas en materias económicas conceptualizan los términos de la siguiente forma: “Ventas Brutas: (gross - sales). Total de ventas antes de deducirle las devoluciones y bonificaciones; pero después de haber deducido las correcciones y los descuentos comerciales, los impuestos sobre las ventas, los descuentos indirectos basados en las ventas, y algunas veces los descuentos por pronto pago. 1 Diccionario de términos de contabilidad pública. Imprenta Nacional, 1998, pág. 87. CARRILLO DE R, Gladys, Contabilidad para profesionales no contadores, 1993, pags. 162 y 163. 1 Consulta 310 en contabilidad pública. Exp. 20008-29135 del 29 de agosto de 2000, suscrita por el Subcontador General a solicitud de ECOSALUD. 2 Ventas netas (net-sales): ventas brutas menos las devoluciones y bonificaciones, fletes de salida y frecuentemente los descuentos por pronto pago concedidos. En años recientes, la tendencia ha sido contabilizar como venta neta la cantidad neta finalmente recibida del cliente”2 Por otro lado, resulta pertinente indagar en los demás juegos de suerte y azar, distintos al grupo “otros juegos de suerte y azar”, como son las loterías, apuestas permanentes y rifas menores, si existe algún tratamiento jurídico relacionado con la utilización de las expresiones descuentos o comisiones por ventas. El resultado es que los conceptos utilizados son distintos y por ello, por ejemplo, en las apuestas permanentes, se advierte que los ingresos provenientes del juego, “previa deducción de los gastos de administración” se destinarán exclusivamente a los programas de salud (art. 59, decreto 33/84), de tal forma que no distingue cuáles son éstos; más aún, agrega la norma que “el Ministerio de Salud determinará los conceptos que pueden ser incluidos como gastos de administración para efecto de la deducción señalada en el artículo anterior”(art. 60, ibídem). Sobre la misma materia se dispone que las cantidades autorizadas para explotar el monopolio del juego de apuestas permanentes denominado “chance”, “deberán diferenciar presupuestal, financiera y contablemente los ingresos aforados y percibidos, de los gastos de administración y costos de operación, . . .” (art. 7º, decreto 824/97). En las loterías tampoco existe referencia al término “ventas netas”, sin embargo, la propia Contaduría General en el concepto atrás citado, señala: “cosa distinta, es el descuento que las loterías otorgan a los distribuidores en las ventas de billetería, el cual por constituir una operación que afecta directamente el precio de venta, que altera de entrada el flujo de caja y el ingreso económico de la enajenación, haciendo posible su realización, se configura en un descuento en venta, y el reconocimiento en la contabilidad del respectivo ingreso se hará por tanto, por su valor neto”. Con anterioridad la misma Contaduría General resolvió con destino a la Superintendencia Nacional de Salud la consulta 2612 del 19 de febrero de 1998, donde puede leerse sobre esta materia: “En el caso de las loterías que pagan o reconocen un porcentaje sobre la venta de billetería a sus distribuidores, consideramos que 2 KOHLER, Eric, Diccionario para contadores. Edit. Unión Tipográfica Hispanoamericana, 1982, pag. 548. puede interpretarse conceptualmente como un descuento no condicionado, porque se relacionan directamente con la operación de venta, no sujeta por efecto, a ningún tipo de condicionamiento, de suerte que no es preciso su reconocimiento en la contabilidad. Lo expuesto significa, que estos gastos deben ser reconocidos desde la perspectiva del presupuesto de rentas de las entidades, como un menor valor de los ingresos nominales, es decir desde el punto de vista de los recaudos efectivos”. Y sobre esta misma materia de loterías, se afirma por varias de ellas que efectivamente las entidades estatales responsables de su manejo por una práctica generalizada convertida en “costumbre mercantil” entregan a los distribuidores los billetes de loterías que tienen un precio al público superior en 25% con lo cual solamente les corresponde reembolsar el 75% restante por concepto de las ventas realizadas constituyendo el primer porcentaje un “descuento por ventas” (en general el 5% para el distribuidor y el 20% restante en favor del lotero). En respaldo de lo anterior, el decreto 1977 de 1989 determina un valor nominal para el billete que resulta de tener en cuenta costos administrativos y operacionales, el margen previsto de utilidades y el margen de transferencias para advertir que dicho valor no debe ser inferior “al 75% del precio de venta al público”. Esta práctica también ha sido aplicada por ECOSALUD como en el caso de la resolución 716 del 18 de junio 1996 que reglamentó el funcionamiento de otro juego, con el siguiente texto: “Artículo 7º: La distribución de los formularios podrá ser realizada directamente por el operador a través de terceros, ya sea por medio de la utilización de la red tradicional de apuestas permanentes y loterías del país y/o aquéllas que el operador considere apropiadas. . . parágrafo primero: el operador podrá descontar para distribuidores y vendedores como máximo el veinticinco por ciento (25%) de la venta bruta. Este porcentaje se descompone en máximo veinte por ciento (20%) para el vendedor minorista y hasta un cinco por ciento (5%) para el distribuidor. Para todos los efectos este porcentaje se considera como un descuento en ventas”. Lo anterior conduce a que si no existe una definición de estos conceptos en la ley y siendo diversos los entendimientos, de acuerdo con la materia y quienes los interpretan, se debe acudir a los principios de la hermenéutica, conforme a los cuales, las palabras de la ley “se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas” (art. 28 C.C.), en concordancia con otro principio aplicable respecto de las palabras técnicas de toda ciencia o arte, las cuales “se tomarán en el sentido que les den los que profesan la misma ciencia o arte. . .” (art. 29, ibídem); lo anterior conduce a concluir que la expresión “ventas netas” en materia de juegos de suerte y azar deben interpretarse como lo hacen quienes están en esta actividad, como es el caso de las entidades que administran loterías, y las propias entidades ECOSALUD y Superintendencia de Salud con el auxilio de la entidad especializada en materia de contabilidad pública, la Contaduría General. Por tanto, el concepto de ventas netas hace referencia a la diferencia de restar a las ventas brutas los descuentos, entendiéndose como tales las comisiones o descuentos en las ventas. Sin embargo, la Sala no puede dejar de observar que el monto de los descuentos por ventas, tratándose de un contrato que desarrolla tecnología de punta con operación de terminales de idéntica forma automatizados, demanda la limitación de estos rubros a los estándares internacionales, que tienen costos menores a los observados en el resto de los juegos que operan en Colombia, los cuales resultan efectivamente más altos. La observación se formula en el contexto de la incidencia directa que tiene el mayor desembolso por este concepto sobre las ventas netas de donde se desprenderán las transferencias para el servicio de salud. Contrato ECOSALUD S.A. Y GTECH FOREING HOLDINGS C. Invocando las competencias que la ley y los estatutos confieren a ECOSALUD, esta sociedad celebró con la empresa GTECH FOREING HOLDINGS el contrato 177-99 del 22 de diciembre de 1999, objeto de esta consulta. Con el propósito de regular la actividad contractual del Estado, el constituyente atribuyó al legislador la función de expedir el estatuto general de contratación de la administración pública y en especial de la administración nacional (art. 150 in fine). En dicho estatuto o ley 80 de 1993 se señalan las entidades estatales sometidas a sus disposiciones, entre ellas las empresas industriales y comerciales del Estado (art. 2º, a), y se establece tanto el régimen aplicable a los contratos como algunas de las distintas clases o tipologías de éstos que pueden celebrarse. Allí se definen los contratos estatales como todo acto jurídico generador de obligaciones que celebren las entidades estatales, los cuales pueden tener las siguientes fuentes: el derecho privado, disposiciones especiales, el ejercicio de la autonomía de la voluntad y regulación expresa en la ley 80 de 1993 (art. 32). Esto significa que los contratos celebrados por las entidades estatales pueden tener origen en cualquiera o varias de las anteriores previsiones; también darse el caso de un contrato parcialmente regulado por la ley 80 de 1993, al que se le incluyan cláusulas producto de la autonomía de la voluntad adicionalmente a las disposiciones que se integran por mandato legislativo especial. Por tanto, los contratos estatales, salvo algunos explícitamente referidos en la propia legislación administrativa, artículo 32 de la ley 80 de 1993, corresponden a los tipos previstos en el derecho privado, de carácter civil o comercial y a modalidades atípicas fruto de participar de las características de más de uno de los referidos, debido en general a la complejidad de las actuaciones que debe cumplir el Estado. La Constitución de 1991 elevó a precepto constitucional la explotación monopólica del Estado en beneficio del sector salud, prevista por la ley 10 de 1990; por tanto, el régimen constitucional establece como arbitrio rentístico la explotación de los juegos de suerte y azar, por ende, es la norma superior la que excluye la libre competencia de los particulares y de la empresa privada en el ejercicio de dicha actividad, para que las rentas obtenidas de esa explotación constituyan bien fiscal que sirva de instrumento material para la adecuada prestación del servicio de salud, razón por la cual el Estado es el único titular de su explotación. Sin embargo, considera la Sala que esta actividad para su explotación la puede adelantar directamente su titular, o por conducto de terceros, en este último caso, debe analizarse cual es la naturaleza de la relación contractual para su prestación. La Sala analiza los elementos esenciales de las figuras contractuales más próximas a su contenido, esto es, el contrato de concesión y el de prestación de servicios, para efecto de identificar el régimen aplicable. Contratos de prestación de servicios y de concesión En las preguntas el consultante indaga si se trata de uno de estos contratos, a lo que habría que agregar, si es de otra especie distinta, atípica. El legislador mediante la ley 80 de 1993, a título enunciativo incluye ambos contratos y les señala sus características. El contrato de prestación de servicios, se describe como el celebrado por las entidades estatales para desarrollar actividades relacionadas con la administración o funcionamiento de la entidad, pueden serlo con personas naturales cuando no es posible realizar dichas actividades con personal de planta o se requieran conocimientos especializados. En ningún caso generan relación laboral ni prestaciones sociales (art. 32.3). Las responsabilidades frente a terceros recaen sobre el contratante quien obtiene de su contratista la ejecución de una o varias tareas que se cumplen por cuenta y riesgo del contratante ya que aquél se limita a realizar la tarea mediante un pago o remuneración, sin importar el resultado de la operación, negocio o asunto. La finalidad de este contrato no es el cumplimiento propiamente dicho de las funciones administrativas o públicas a cargo de la entidad contratante, sino valerse de un apoyo o colaboración en su cumplimiento, tal como lo ha sostenido esta Sala anteriormente (consultas 921 y 951). El contrato de concesión, es celebrado por las entidades estatales con el objeto de otorgar a una persona llamada concesionario la prestación, operación, explotación, organización o gestión, total o parcial, de un servicio público; o la construcción, explotación o conservación total o parcial, de una obra o bien destinados al servicio o uso público, así como todas aquellas actividades necesarias para la adecuada prestación o funcionamiento de la obra o servicio por cuenta y riesgo del concesionario y bajo la vigilancia y control de la entidad concedente, a cambio de una remuneración que puede consistir en derechos, tarifas, tasas, valorización, o en la participación que se le otorgue en la explotación del bien, o en una suma periódica, única o porcentual y, en general, en cualquier otra modalidad de contraprestación que las partes acuerden, sin perjuicio de que algunos de ellos tengan reglamentos a los cuales deben limitar dichos acuerdos (art. 32. 4). Los contratos de prestación de servicios y de concesión, tienen características comunes como: ser contratos estatales; principales o autónomos; típicos o nominados, conforme a la ley de contratación estatal; requieren para su perfeccionamiento forma escrita; bilaterales, una de las partes es una entidad estatal; onerosos, conmutativos, y son intuito personae conforme al artículo 41 de la ley 80 de 1993. Algunos doctrinantes definen la concesión en los siguientes términos, delimitando su alcance en relación con la acción de los particulares: “La concesión (Verleihung) es un acto administrativo por el cual se da poder a un individuo sobre una parte de administración pública. En la concesión de empresa pública no se trata de constituir un derecho real sobre una cosa corporal en el sentido del párrafo al cual acabamos de remitir; se trata, como en una función delegada (comp. supra), del poder de ejercer una cierta actividad. Esta actividad no debe ejercerse, como en la función, en nombre y representación del Estado sino como el goce especial concedido sobre una cosa pública, en nombre y por propia cuenta del concesionario. (. . .) Del mismo modo, ciertas empresas por su naturaleza están fuera del alcance de los individuos, ya que solo pueden realizarse mediante cargas a imponer libremente a otros; solo la concesión las hace posibles al reconocer que forman parte de la administración pública, aún en manos de esta persona privada, y al investirlas, por tanto, de la fuerza del poder público. . . Los particulares podrían instalar, por propia iniciativa, otras empresas similares a las que dirige el Estado; no habría entonces una verdadera empresa pública, pero el efecto material podría ser casi el mismo: la concesión solo tendrá, pues, aquí, una esfera reservada en el caso en que la libertad de acción de los particulares se excluyera en favor de un monopolio del poder público 1 . 1 MAYER, Otto. Derecho Administrativo Alemán, Tomo IV, parte especial. Edi. Depalma, Buenos Aires, 1982. Pgs. 149, 151 y 152. En los contratos de concesión suele responsabilizarse al concesionario de la totalidad de las actividades, que incluyen la financiación, adquisición de equipos, puesta en funcionamiento y explotación de determinados servicios o actividades, donde precisamente, la obligación del contratista, consiste en producir unos resultados económicos de los cuales pueda derivar su remuneración consistente en una parte o porcentaje del resultado económico obtenido en favor del titular de la concesión, en este caso, del monopolio. Adicionalmente, algunos otros autores le dan al contrato de concesión el carácter de un “modo de gestión” de un servicio el cual se opera durante un cierto tiempo y asumiendo las cargas mediante el derecho de obtener la remuneración de los usuarios1 . La jurisprudencia ha analizado las características de los citados contratos, así : El contrato de prestación de servicios se celebra por el Estado en aquellos eventos en que la función de la administración no puede ser suministrada por personas vinculadas con la entidad oficial contratante o cuando requiere de conocimientos especializados, para lo cual se establecen las siguientes características: a. La prestación de servicios versa sobre una obligación de hacer para la ejecución de labores en razón de la experiencia, capacitación y formación profesional de una persona en determinada materia, con la cual se acuerdan las respectivas labores profesionales. b. La autonomía e independencia del contratista desde el punto de vista técnico y científico, constituye el elemento esencial de este contrato. c. La vigencia del contrato es temporal y, por lo tanto, su duración debe ser por tiempo limitado y el indispensable para ejecutar el objeto contractual convenido. (...) en el contrato de prestación de servicios, la actividad independiente desarrollada, puede provenir de una persona jurídica con la que no existe el elemento de la subordinación laboral o dependencia consistente en la potestad de impartir órdenes en la ejecución de la labor contratada. Sus elementos son bien diferentes, de manera que cada uno de ellos reviste singularidades propias y disímiles, que se hacen inconfundibles tanto para los fines perseguidos como por la naturaleza y objeto de los mismos (Corte Constitucional C-154/97). Por tanto, es un contrato con el Estado para vincular de forma excepcional a personas que deben suplir actividades o labores relacionadas con la 1 RIVERO, Jean. Derecho Administrativo. Universidad Central Caracas. 9ª edición. pag. 495. administración o funcionamiento de la entidad, o para cumplir otras especializadas que no puede asumir el personal de planta; no admite el elemento subordinación de parte del contratista quien actúa en forma autónoma e independiente sujeto a los términos de la ley y del contrato y demanda control sobre sus calidades y condiciones (en el mismo sentido se pronunció misma la Corte, sentencia C326/97). También la jurisprudencia ha hecho precisiones sobre el contrato de concesión en los siguientes términos: El contrato de concesión es un contrato del Estado cuya finalidad es el uso de un bien público o la prestación de servicios públicos, que en principio, como así lo dispone el estatuto superior, le corresponde prestar al Estado. Su objeto está directamente relacionado por tanto, con el interés general, el cual está representado en una eficiente y continua prestación de los servicios y en la más oportuna y productiva explotación de los bienes estatales (...). De acuerdo con la anterior definición, el citado contrato presenta las siguientes características: a)implica una convención entre un ente estatal -concedente- y otra persona -concesionario-; b)se refiere a un servicio público o a una obra destinada al servicio o uso público; c) puede tener por objeto la construcción, explotación o conservación total o parcial de una obra destinadas al servicio o uso público; d) en dicho contrato existe la permanente vigilancia del ente estatal, lo cual se justifica por cuanto se trata de prestar un servicio público o construir o explotar un bien de uso público. Según la ley, se actúa bajo el control del ente concedente, lo que implica que siempre existirá la facultad del ente público de dar instrucciones en torno a la forma como se explota el bien o se presta el servicio. Esta facultad es de origen constitucional, por cuanto según el artículo 365 de la Carta, el Estado tendrá siempre el control y la regulación de los servicios públicos. Esto implica que en el contrato de concesión, deben distinguirse los aspectos puramente contractuales (que son objeto del acuerdo de las partes), de los normativos del servicio (que corresponden siempre a la entidad pública); e) el concesionario debe asumir, así sea parcialmente, los riesgos del éxito o fracaso de su gestión, y por ello obra por su cuenta y riesgo. Al respecto, v.g., la ley 105 de 1993 dispone que para recuperar la inversión en un contrato de concesión, se podrán establecer peajes o valorización. Según la misma ley, los ingresos que produzca la obra dada en concesión serán en su totalidad del concesionario, hasta tanto éste obtenga dentro del plazo establecido en el contrato, el retorno del capital invertido. f)En los contratos de concesión, deben pactarse las cláusulas excepcionales al derecho común, como son las de terminación, interpretación y modificación unilaterales, de sometimiento a las leyes nacionales y de caducidad. g)Dada la naturaleza especial del contrato de concesión, existen unas cláusulas que son de la esencia del contrato, como la de reversión, que aunque no se pacten en forma expresa, deben entenderse íncitas en el mismo contrato. (Corte Constitucional C250/96). El contrato entre ECOSALUD y GTEACH tiene características que podrían encajar tanto en la modalidad de “prestación de servicios” como en el de la “concesión”, y algunas de ellas podrían corresponder a otro tipo de contrato como el de consultoría o el de suministro, ya que incluye en su objeto el desarrollo y ejecución de actividades, consistentes en: diseñar el sistema de apuestas en línea para el juego denominado loto para todo el territorio nacional; hacer el montaje de todos los equipos y elementos; instalar e implementar todos los equipos, servicios de tecnología y comunicaciones en los lugares ubicados inicialmente en las algunas ciudades; y operar el juego posteriormente en el territorio nacional”. Sin embargo, las anteriores actividades de diseño, montaje y operación pueden cumplirse por un contratista mediante las modalidades de consultoría, la primera y ejecución de obra o construcción, las restantes; adicionalmente puede coincidir con el de suministro, la instalación e implementación de equipos y elementos para operar el sistema. Adicionalmente en el contrato se estipula en detalle que el contratista tendrá obligaciones y responsabilidades, así: Haberse ampliado “con la instalación de terminales para los años subsiguientes (cláusula. 1ª), “ejecutar y desarrollar todos y cada uno de los programas administrativos, técnicos y comerciales para operar el sistema en forma permanente y continua”; “garantizar el correcto funcionamiento de todos y cada uno de los componentes del sistema”; evaluar constantemente el sistema. . .” (cláusula. 1ª, parág. 3º); hacerse “responsable por las sumas no transferidas o no depositadas por sus agentes” (cláusula 5ª, c); constituir pólizas de cumplimiento que aseguren el pago de salarios y prestaciones del personal utilizado, que garantice la calidad de los servicios y de los equipos, de responsabilidad civil extracontractual (cláusula 7ª); obtener las licencias y autorizaciones para la operación del sistema; suministrar el personal idóneo y capacitado necesario para la ejecución del contrato; operar bajo su única y exclusiva responsabilidad el sistema y todos los juegos que a través de ella se realicen con la autorización expresa de Ecosalud , juegos que se contratarán de acuerdo a lo preceptuado por la ley 80 de 1993, sus decretos reglamentarios y las normas que regulan Ecosalud; pagar por conducto de sus agentes, los premios autorizados por el mismo; validar bajo su responsabilidad los boletos o títulos documentarios del juego que resulten ganadores de premios de conformidad con lo establecido en el reglamento del juego denominado loto en línea; revisar y reponer a su cargo, periódicamente, cuando las circunstancias técnicas y comerciales lo requieran, los equipos, servicios y la tecnología del sistema sujeto en cualquier caso a las condiciones establecidas en la propuesta y en la cláusula primera del contrato; ubicar convenientemente los lugares donde funcionarán los terminales del sistema, reubicarlos cuando sea necesario y cerrarlos cuando no sean lo suficientemente rentables; abstenerse de operar en el sistema juegos o servicios que no hayan sido autorizados previamente; atender oportunamente todos los requerimientos que el interventor delegado por Ecosalud haga, relacionados con aspectos contables, técnicos, comerciales y de sistemas, tendientes a obtener mejores los mejores resultados económicos del sistema de acuerdo a lo establecido en la ley 80 de 1993: realizar todos los actos de los sorteos del juego, procurando que se utilicen adecuadamente los instrumentos que se requieran para este menester y especialmente, cumpliendo el horario preestablecido, utilizando los medios definidos y la asistencia de las autoridades competentes, a quienes se les deberá facilitar lo necesario para su efectiva labor de control y vigilancia; cumplir estrictamente el reglamento del juego, el cual se considera incorporado al contrato; cumplir debidamente las normas reglamentarias de imagen corporativa, en todos los actos comerciales y publicitarios que requiera el juego, como señal de contar con la autorización de Ecosalud. Las detalladas obligaciones del contratista, todas bajo su responsabilidad y riesgo demuestran que el contrato no se limita a la prestación de servicios para cumplir funciones administrativas de ECOSALUD, sino que constituyen una verdadera concesión para el manejo total del arbitrio rentístico de juegos que debe operar la firma GTECH FOREING HOLDINGS. A este respecto, la sección 3ª del Consejo de Estado ha señalado que los contratos celebrados para la explotación del monopolio de los juegos suerte y azar, se enmarcan en la definición de contratos de concesión prevista por la ley 80 de 1993, así : La concesión es un procedimiento por medio del cual una entidad de derecho público, llamada concedente, entrega a una persona natural o jurídica, llamada concesionario, el cumplimiento de uno de los siguientes objetivos: prestación de un servicio público, o la construcción de una obra pública, o la explotación de un bien estatal. Le asiste razón al actor cuando afirma que el contrato de concesión para la explotación de los juegos de suerte y azar es de los mismos a que se refiere la ley de contratación administrativa, así el tipo de actividad a explotar no encaje en la definición de servicio público que trae la ley (art.2o. ordinal 3 ley 80 de 1993), toda vez que de la definición legal puede extraerse un concepto genérico, debido a que en nuestra legislación la concesión supera el encargo a terceros únicamente de un servicio público y puede acudirse a ella para la construcción de obras o la explotación de bienes del Estado, o para el desarrollo de actividades necesarias para la prestación de un servicio. En efecto, si bien es cierto la ley 80 de 1993 tal como lo hacía el derogado decreto ley 222 de 1983, enuncia a partir del artículo 33 una serie de actividades propias del objeto del contrato de concesión, todas ellas de servicios públicos como lo son las referentes a las telecomunicaciones y telefonía de larga distancia, entre otras, no significa que las concesiones de otra especie como la explotación de bienes o actividades que le son propias a una entidad estatal para obtener rentas y destinarlas a un servicio público a que se refieren otras disposiciones legales como lo es en el caso concreto el monopolio sobre los juegos de suerte y azar, sean concesiones distintas aunque si específicas. CONTRATO DE CONCESION - Finalidad, El contrato de concesión no sólo se celebra para la prestación de servicios públicos sino también para la explotación de bienes o actividades que constitucional o legalmente se hayan asignado al Estado o cualquiera de las entidades públicas, porque al fin y al cabo cualquiera que sea su naturaleza, siempre tendrá una finalidad de servicio público. Es el caso de la explotación de los juegos de suerte y azar y de los licores, que la ley reservó a los departamentos en calidad de monopolio y que permite su explotación como arbitrio rentístico y fuente de financiación de servicios públicos que le son inherentes a la función social del Estado, como lo son la salud y la educación respectivamente. (Sentencia del 19 de junio de 1998. Consejero Ponente: Doctor Ricardo Hoyos Duque. Expediente No. 10.217). Además, la ley 1ª de 1982 y el decreto ley 1222 de 1986, o código de régimen departamental, prevén que los juegos de apuestas permanentes “podrán ser realizados por las mismas entidades o mediante contrato de concesión con particulares” (arts. 1º y 199, respectivamente). Y finalmente, aunque no resulta vinculante para el caso bajo estudio, no deja de ser ilustrativo que en el proyecto de ley que cursa en el Congreso, el criterio de los ponentes respecto del tipo de contratos cuando “la operación de los juegos de suerte y azar se realice a través de terceros, debe mediar siempre el contrato de concesión”. Regresando al análisis del contrato ECOSALUD GTECH FOREING HOLDINGS, el cálculo de liquidación de la contraprestación está más ligado con la naturaleza del contrato de concesión, donde básicamente se establecen montos porcentuales determinados para el contratante, otros de la misma índole destinados a premios de ganadores, siendo la diferencia el monto donde se incluyen los costos y gastos, llámese comisión de ventas o lo que se denomina para equipararlo “descuento por ventas”, y los demás administrativos, de inversión en equipos, tecnología y publicidad, propios del contrato celebrado. Lo anterior es válido porque precisamente es característico de los contratos de concesión que el desarrollo y explotación de la actividad, en este caso el monopolio del juego, esté a cargo del contratista quien al suministrar los equipos y proveer la tecnología, además de adelantar toda la operación logística y las ventas, del resultado final de dichas operaciones, provee los recursos que van a amortizar la inversión realizada, a la par de cubrir los gastos en que incurre el contratista y el margen de remuneración que le corresponde como operador. Para la Sala en este caso, la tipificación de contrato de prestación de servicios, no resulta pertinente, no sólo por la presencia de la cláusula de la reversión que aunque no es del todo extraña a esta clase de contratos (art. 14.2, inciso 2º, ley 80/93), si es de la esencia de los de concesión y así está previsto en la misma ley (art. 19). En el contrato de prestación de servicios el objeto se ejecuta con obligaciones de hacer, es decir, son prestaciones de actividad con exclusión de las de suministrar bienes, y la actividad es proporcionada temporalmente a la administración en forma independiente. Contrario sensu en la concesión el objeto incluye obligaciones de hacer y de dar bienes, de operar completo un sistema, el suministro e instalación de equipos y elementos, cuya prestación no es temporal sino por el contrario esencialmente continua, por referirse a la satisfacción de servicios públicos, o explotación de obras, o como en este caso, la operación de un monopolio rentístico cuya generación de ingresos resulta inaplazable para el servicio de salud y la actividad contractual no es proporcionada para la administración o funcionamiento de la entidad estatal, sino dirigida a los particulares que opten por participar en el juego de suerte y azar. La remuneración en el contrato de servicios es pagada con recursos presupuestales de la entidad; en el contrato de concesión el producto de la explotación del monopolio provee lo que la entidad contratante paga como contraprestación. El desarrollo en la prestación del servicio es autónomo o independiente. Por el contrario, en el contrato de concesión es de la esencia que exista un conjunto de cláusulas de naturaleza reglamentaria donde la entidad contratante fija la organización y el funcionamiento de la actividad que constituye el monopolio y permite su desarrollo por particulares. En relación con esta característica del dirigismo contractual por la entidad contratante, la ley 80 de 1993, en la definición del contrato de concesión, señala que las actividades necesarias para la adecuada explotación del bien se efectúan bajo la vigilancia y el control de la entidad concedente, lo cual para el caso bajo análisis se manifiesta con la inclusión del reglamento de ECOSALUD para el juego objeto del contrato como parte integrante de éste (cláusula trigésima segunda). Puede advertirse que el cálculo de liquidación de la contraprestación está más ligado con la naturaleza del contrato de concesión, donde básicamente se establecen cargos determinados para el contratante y los destinados a premios de ganadores, correspondiendo al contratista la remuneración pactada, de donde se incluyen los costos y gastos, llámese comisión de ventas o lo que se denomina para equipararlo, “descuento por ventas”, los demás administrativos, los de inversión en equipos, tecnología y de publicidad, propios del contrato celebrado. El contrato suscrito por ECOSALUD para explotación del juego de suerte y azar denominado “loto en línea”, es un contrato de concesión pues, contiene cláusulas que son de la esencia y definen el arquetipo jurídico de este contrato como es la de que su objeto sea el otorgamiento al concesionario de la explotación del monopolio rentístico, bajo la responsabilidad y riesgo del contratista; la remuneración proviene de su explotación; existe una actividad reglada y bajo la vigilancia del Estado; la reversión, prevista en todo contrato de esta naturaleza y la incorporación imperativa de cláusulas excepcionales, que en el de prestación de servicios son potestativas. También la naturaleza del mismo que resulta similar a los eventos analizados por esta corporación en la Sala Contenciosa, se destaca además, que tanto la legislación como la jurisprudencia y aún el proyecto de ley sobre monopolios de juego, apuntan a señalar que el contrato para adelantar estas actividades relacionadas con el arbitrio rentístico en materia de juegos de suerte y azar, es el de concesión. Finalmente, respecto al concepto de la DIAN (consulta 44225 de 18 de abril de 2000), sobre la clasificación del contrato, bajo el criterio de que “toda obligación de hacer” es considerada como “servicio” si genera una contraprestación en dinero o en especie, constituye una interpretación parcial, cuando de la clasificación del contrato se trate, en consideración a que no se analizan aspectos de su naturaleza. Liquidación del 15% de los costos y gastos Se pregunta finalmente si los costos y gastos deben determinarse por anualidades y conservar los límites máximos año por año durante la ejecución del contrato, o si se trata de un contrato a término fijo cuyo tope del 15% para determinar sus costos y gastos debe estar señalado por el monto total resultante de la ejecución del mismo. La naturaleza del contrato es determinante para dar una respuesta y por tanto, tratándose de uno de concesión, éste tiene la particularidad de mostrar desempeños irregulares durante su vigencia, tanto en los ingresos como en los costos y gastos que ocasione la operación a lo largo de su cumplimiento. Particularmente ello es cierto en contratos como el de construcción de vías y cobro de peaje, o los de exploración y explotación de petróleos. En el caso presente, o sea el de la administración de monopolios de juegos de suerte y azar también se hace evidente, por cuanto el contratista está obligado inicialmente a diseñar un sistema, hacer el montaje de todos los equipos y elementos, instalarlos e implementarlos y operar el denominado loto en línea, lo cual significa que la adquisición de los equipos, la puesta en funcionamiento de las redes , la instalación de los puntos de venta, la inicial propaganda y publicidad (de un producto no conocido como en este caso), anticipan costos y gastos muy altos al principio, frente a unas ventas iniciales, que deben empezar bajas. La doctrina así lo ha concebido al advertir el carácter temporal de todo contrato de concesión por su misma naturaleza. En el caso como el que ocupa a la Sala, debe ser cumplido en un tiempo determinado de 10 años. Sobre esta materia el tratadista Gabino Fraga1 expresa lo siguiente: 1 FRAGA, Gabino. Derecho Administrativo, Edit. Porrúa S.A. México, 1981, pag. 252 y 253 “El principio fundamental que domina la fijación de un término de duración de las concesiones,. . . es el de que durante su vigencia pueda el concesionario no solo obtener una utilidad razonable sobre sus inversiones, sino también recuperar el importe de éstas por medio de las cuotas que los usuarios paguen por los servicios”. Lo anterior significa que existe una relación entre la recuperación del capital invertido y la duración del contrato, y auncuando en el caso anterior se refiere a unas utilidades y a cuotas de usuarios, en el caso presente debe hablarse de venta del producto y remuneración por las actividades cumplidas. En todo caso el plazo señalado para la duración de la concesión, es fijado entre otras cuestiones, para que el concesionario recupere sus inversiones, para que inicialmente pueda proyectar el negocio a determinado tiempo, con el fin de que genere unos volúmenes de operaciones -en este caso la venta del sistema de apuestas- que le permitan dicha recuperación, porque debe tenerse en cuenta que a la expiración de dicho plazo, el Estado, en este caso ECOSALUD pasa a ser propietario de instalaciones y equipos en virtud del llamado derecho de reversión. Además, en el contrato bajo estudio, desde la misma propuesta ECOSALUD exigió en los pliegos que el proponente debía “desglosar los rubros de inversión inicial y las inversiones durante el tiempo destinado a la operación de los juegos en línea” y agregó que dichos rubros debían presentarse “como un porcentaje del total de la inversión”, con lo cual se indica que había la consideración de que estos costos y gastos tendrían una estructura variable durante la operación del contrato. Lo anterior significa que el tope del 15% señalado para los gastos y costos en la operación del juego, debe ser un límite que se aplique al contrato en su totalidad sin discriminar fracción alguna, pero con la consideración de que tanto los ingresos que recibe el titular del monopolio como la atención a los gastos mayores iniciales, deben tener un apalancamiento financiero por parte del contratista que permita atender ambos rubros simultáneamente desde el inicio del contrato, a la par que se garantice la entrega de los premios. Por tanto, debe operar de tal forma que el déficit eventual en los primeros años del contrato, pueda ser posteriormente compensado cuando los costos sean menores y el flujo de ingresos resulte mayor. La Sala entiende el límite del 15% correspondiente a los costos y gastos de la operación como un promedio durante todo el contrato, siempre y cuando se aseguren para el contratante, como está pactado en el contrato, y además previsto en la ley 10 de 1990, artículo 43, parágrafo 1º, los pagos por concepto de participación en el producto de la empresa con el objeto de garantizar el fin último del arbitrio rentístico, cual es el acopio de fondos para el servicio de la salud en forma regular y continua. La Sala responde: 1.El contrato celebrado entre ECOSALUD y GTECH FOREING HOLDINGS C., es un contrato de concesión que participa de los elementos definidos en la ley 80 de 1993, artículo 32.4, y según la jurisprudencia de esta Corporación su régimen le es aplicable, en lo pertinente, a la explotación del monopolio de juegos de suerte y azar, por estar destinado a la financiación del servicio de salud. 2.La regulación legal del contrato de concesión admite diversas formas de remuneración consistentes en la participación de la explotación del bien, actividad o monopolio, o en una suma periódica, única o porcentual, o en cualquiera otra modalidad de contraprestación que las partes acuerden, en virtud de la autonomía de la voluntad. En el caso bajo análisis, la remuneración como porcentaje de las ventas netas, debe fijarse con arreglo a los límites previstos por la ley 10 de 1990 (art. 43). 3.Los costos y gastos durante la ejecución del contrato deben observar el límite del 15% sobre las ventas netas, establecido por el artículo 43 de la ley 10 de 1990, considerando el plazo total de vigencia del contrato, de tal manera que en los primeros años de ejecución es posible que los gastos y costos resulten superiores a dicho límite, para ir decreciendo hasta alcanzar el promedio que debe ser igual o inferior al dispuesto en la ley. La Sala reitera que los pagos mínimos periódicos previstos en la ley y pactados en el contrato, que corresponden a los recursos del servicio de salud, deben ser girados desde el inicio del contrato. Transcríbase a los señores Ministros de Salud y Hacienda y Crédito Público, Drs. Sara Ordóñez Noriega y Juan Manuel Santos Calderón, respectivamente. Igualmente envíese copia a la Secretaría Jurídica de la Presidencia de la República. FLAVIO AUGUSTO RODRIGUEZ ARCE SALAZAR Presidente de la Sala LUIS CAMILO OSORIO ISAZA JARAMILLO ELIZABETH CASTRO REYES Secretaria de la Sala ACLARACION DE VOTO Referencia: Juegos de suerte y azar Consulta Radiación número 1299 Consejero Ponente: Luis Camilo Osorio Isaza CESAR HOYOS AUGUSTO TREJOS Aunque compartimos las conclusiones consignadas en las respuestas del concepto, estimamos que en las consideraciones, al reseñar eN proceso de nulidad que se sigue respecto de los actos administrativos que dieron vida jurídica a ECOSALUD, proceso dentro del cual se dictó sentencia de nulidad en primera instancia y ahora se encuentra pendiente de fallo de segunda instancia en la Sección Tercera de esta Corporación, esta Sala como órgano consultivo del gobierno nacional y obrando con la prudencia que tan delicada función impone, debe señalar que la decisión que se adopte en el mencionado proceso puede tener efectos sobre el contrato entre ECOSALUD Y GTECH FOREING HOLDINGS CORPORATION, de acuerdo con lo estatuido en los artículos 44 y 45 de la ley 80 de 1993. Lo anterior debió expresarse, aunque es cierto que las preguntas no se refieran a dicho tema y por ende puede argumentarse que el estudio debe circunscribirse, como se hizo, al estricto marco de las preguntas. Por tanto, los eventuales efectos de la sentencia definitiva en el proceso, corresponderá evaluarlos a las autoridades administrativas con funciones respecto de dicho contrato. AUGUSTO TREJOS JARAMILLO CESAR HOYOS SALAZAR