¿Es legítimo que las personas puedan tener inversiones en

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LATERCERA Sábado 9 de abril de 2016
FRENTE A FRENTE
¿Es legítimo que las personas puedan tener
inversiones en “paraísos tributarios”?
Tras la filtración de los denominados “Panama Papers”, se ha abierto un debate sobre la legitimidad de estas
inversiones que va más allá de la legalidad.
Gonzalo Cordero
Gonzalo Martner
Abogado
Economista
Huele a corralito
Legalidad y ética
pública
A
E
RAÍZ de la difusión de una lista
de personas que
habrían constituído sociedades offshore en Panamá,
algunas de las
cuales serían chilenas, se levantó
el tema de las inversiones en el extranjero y los mecanismos que se
utilizan para ello. Apenas surgió la
noticia el interés se centró en las
llamadas sociedades offshore -desconocidas para el ciudadano común- y en los “paraísos tributarios”. Como suele ocurrir han
abundado los comentarios plagados de inexactitudes y de adjetivos
que, en cuestión de horas, llevaron
prácticamente a criminalizar a
todo el que haya hecho inversiones
fuera de Chile, por este u otro mecanismo semejante.
Hay muchas razones, que los especialistas conocen bien, por las
que quienes invierten en otros países, especialmente Estados Unidos,
forman sociedades de este tipo en
los llamados paraísos tributarios y
que no tienen nada de reprochable, ni jurídica, ni éticamente. Por
cierto, países de la OCDE, como
Nueva Zelanda u Holanda, por
ejemplo, tienen regímenes impositivos para no residentes perfectamente equivalentes a los de Panamá, Islas Vírgenes u otros. En este
sentido son tan paraísos tributarios como estos.
A partir de estas filtraciones ha comenzado a asomar un debate acerca
del tratamiento que se debe dar a las
inversiones fuera de Chile. Algunos
aducen que un número considerable de estas inversiones se hacen
para evadir impuestos, de allí se deriva que las inversiones que sociedades chilenas hagan en el extranjero deberían ser tratadas como actividades sospechosas, respecto de las
cuales debiera operar la presunción
de ser actos evasivos. De hecho, la
forma, el tono y el contexto en que
se ha informado de las personas que
tendrían estas cuentas offshore son
las propias de un descubrimiento
policial: “los pillaron”.
En este y otros casos se sigue un
patrón que afecta las decisiones de
políticas públicas: muchas opiniones se emiten más desde la emocio-
nalidad que desde el conocimiento
técnico y riguroso. Ahí nos embarcamos en ejercicios quijotescos, luchando contra molinos de viento
que confunden más que aclaran.
Lo que se está introduciendo, a
propósito de los “Panama papers”,
es una discusión sobre la libre circulación de los capitales y hay una
línea de argumentación que, favorecida por este ambiente de escándalo, coloca al Estado en la posición
y con los derechos de un verdadero
copropietario de las rentas de las
empresas. Por eso se plantea, por
ejemplo, que las inversiones fuera
de Chile pudieran tener un tratamiento tributario más oneroso que
la de una reinversión en nuestro
país. Así se proponen cosas como,
por ejemplo, que los socios o accionistas de una sociedad que invierte
fuera deban pagar previamente los
impuestos correspondientes a un
retiro personal, como requisito para
la salida del capital.
Las restricciones a la libre circulación del capital, mediante el establecimiento de requisitos y costos
discriminatorios inevitablemente
afecta también la inversión en Chile
Lo que se está introduciendo, a propósito de los “Panama papers”, es una discusión sobre la libre circulación de los capitales, que
favorecida por este ambiente de escándalo, coloca al
Estado en la posición de un
verdadero copropietario de
las rentas de las empresas.
y además obedece a lógicas propias
de un mundo con economías cerradas. En estos críticos se aprecia también falta de reconocimiento de la
privacidad como un derecho que
sólo puede levantarse por razones
muy fundadas de interés general.
Es verdad que existen mecanismos
de inversión en el extranjero que se
utilizan para evadir obligaciones tributarias, pero crecientemente existen los medios para fortalecer los niveles legítimos de control. Lamentablemente, en lugar de esto hemos
escuchado propuestas que más bien
huelen a corralito.
N TANTO Panamá
y otros paraísos
fiscales no quedan
precisamente a la
vuelta de la esquina, los que en Chile se toman la molestia de inscribir allí sociedades
y abrir cuentas bancarias seguramente no lo hacen por comodidad sino porque la tributación
a la renta y a las ganancias de
capital es inexistente o muy
baja. Si la renta se genera en
Chile y llega a un paraíso fiscal
sin tributar, se trata, en muchos
casos, de blanqueo de capitales
con el objeto de eludir o evadir
impuestos. Esto plantea entonces el problema, además de
cuánto se están o no violando
las normas legales vigentes, de
lo que tendrán que hacerse cargo las instituciones pertinentes,
del tipo de ética pública que
profesan los que actúan de ese
modo. Según ha informado la
prensa, aparentemente se incluye en el caso de chilenos a un ex
Presidente de la República y a
un ex candidato a Presidente
de la República, ambos empresarios.
Si los más ricos eluden o evaden
impuestos transfiriendo ingresos
generados en Chile o en transacciones que involucran a nuestro
territorio, quiere decir que consideran que los demás chilenos son
los que deben sostener las cargas
tributarias que permiten el funcionamiento del cuerpo social.
Recordemos que las acciones públicas indispensables para el correcto funcionamiento de toda
sociedad y su desarrollo en el
tiempo incluyen tanto la provisión de bienes públicos en materia de seguridad interna y externa, infraestructuras diversas y
producción de conocimiento,
como el incremento de las capacidades humanas y la cohesión social del país a través de gastos en
salud y educación y transferencias directas de ingresos y activos
a los más pobres para la igualación de oportunidades y de resultados que aumentan la equidad
distributiva.
La tarea pública no sólo tiene un
costo para los contribuyentes, sino
que también, cuando está bien hecha, reporta beneficios a la mayoría
y a la larga a todos al incrementar la
seguridad y el bienestar colectivo y
la propia actividad económica.
Así, la acción gubernamental requiere necesariamente de financiamientos tributarios y de contribuciones obligatorias de los ciudadanos. Si los ricos eluden y evaden el
pago de impuestos (y de paso corrompen el sistema político para favorecer legislativa y administrativamente sus intereses, como hemos
visto en el último tiempo), mientras
los sectores medios y los pobres pagan por los servicios públicos de los
que también se benefician los ricos,
¿qué apelación a la ética pública y
privada puede sostenerse con legitimidad? ¿No se erosiona acaso por
esa vía los fundamentos de la vida en
común?
Según François Perroux, “cuando
el alto funcionario, el soldado, el
magistrado, el sacerdote, el artista,
el científico son dominados por el
(...) espíritu de lucro y de búsqueda
del mayor lucro, la sociedad se derrumba y toda forma de economía es
El afán de lucro, que algunos han querido persistentemente poner como el
valor central de nuestra
sociedad, es el que lleva,
legal o ilegalmente, a eludir impuestos utilizando
paraísos fiscales y a sustraerse de las obligaciones
frente a la sociedad.
amenazada. Los bienes más preciados y más nobles en la vida de los
hombres, el honor, la alegría, el
afecto, el respeto por el otro, no deben venir sobre ningún mercado; sin
lo cual, cualquier grupo social vacila
sobre sus bases”. El afán de lucro,
que algunos han querido persistentemente poner como el valor central
de nuestra sociedad, es el que lleva,
legal o ilegalmente, a eludir y evadir
impuestos utilizando paraísos fiscales y a sustraerse de las obligaciones
frente a la sociedad, con la consecuencia de debilitar sus bases de
funcionamiento.
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