DIARIO SUR - AL DÍA - CULTURA El último cromañón ARTE PALEOLÍTICO -LAS PINTURAS TIENEN UNA ANTIGÜEDAD DE 20.000 AÑOS La Cueva de la Pileta continúa en manos privadas 90 años después de su descubrimiento. M. EUGENIA MERELO. —Wait a minute, please. -OK, thanks. Este diálogo, habitual en cualquier punto de la Costa del Sol, no se produce en el restaurante más pintoresco, en la playa más concurrida, ni siquiera en la recepción de un hotel de Torremolinos o Marbella; un día cualquiera de la semana puede oírse a la entrada de la Cueva de la Pileta, en el término municipal del rondeño pueblo de Benaoján. Los protagonistas de esta conversación son dos personajes reales: una despistada turista británica y «el último cromañón», como se autodenomina Eloy Bullón, nieto del descubridor de esta cueva, considerada el exponente más desarrollado del arte parietal del Paleolítico Superior en Andalucía. Y es que Eloy tiene argumentos de sobra para presentarse así ante turista y curiosos. Sus sesenta años de vida han transcurrido entre las galerías de este enclave prehistórico, empuñando una lámpara de petróleo, y explicando ante los atónitos ojos del turista japonés de turno la historia de este espacio Milenario y, de paso, sus particulares teorías sobre la vida costumbres y ritos de los hombres que habitaron en la serranía de Ronda hace 20.000 años. El y sus tres hermanos son, por herencia, propietarios de esta gruta que descubrió su abuelo hace 90 años cuando buscaba guano de murciélago para abonar sus tierras. Cicerone de la cueva, este es el oficio de Eloy y sus hermanos; como antes lo fue de su padre, «que se paso 30 años esculpiendo las escaleras para la visita turística», según explican sus hijos. Dos generaciones de Bullón que han vivido de los ingresos que dejan las visitas, «pero también de los ajos, las patatas y otras cosillas que cultivamos para no tener que comprarlos en el mercado», aclaran. Eloy esgrime su condición de «último cromañón» alegando que pocas personas han pasado como ellos casi una vida en el interior de una gruta. Pero además de las razones de temporalidad se refiere con orgullo a su pasión por La Pileta que, asegura, le ha llevado a leer miles de libros y a estudiar más de 2.000 cuevas de todo el mundo en busca de ideas y teorías que sacien su curiosidad por el hombre primitivo. «Si no hubiese tenido tanto trabajo —explica— hubiese sido licenciado en Arqueología». La Pileta, el mundo de Eloy, celebra este año el noventa aniversario de su descubrimiento. Es la estación rupestre del sur con las pinturas figurativas más importantes, junto con la Cueva de la Trinidad de Ardales. Desde el primer momento se tuvo constancia de la importancia de las pinturas y otros restos —humanos, útiles y cerámica— descubiertos en el interior de la gruta, que fue declarada Monumento Nacional en 1924. En el año 1993, la Junta de Andalucía anunció la expropiación de La Pileta. El delegado de Cultura, Fernando Arcas, confirmó entonces a este periódico que los presupuestos de la Consejería incluían ese año una partida de 49 millones de pesetas para el primer pago de la expropiación, evaluada en 70 millones de pesetas. Dos años después todo sigue igual y la riqueza de La Pileta continúa siendo legalmente patrimonio particular. Fuentes de la Delegación de Cultura reconocen que todavía, a pesar de lo anunciado en el 93, no se ha llegado a un acuerdo con los propietarios de la gruta sobre la cantidad con la que serán indemnizados. Según ha podido saber este periódico, los Bullón han recurrido el expediente de expropiación de la gruta, que se encuentra actualmente en fase de información pública. Eloy Bullón no quiere hablar de la expropiación —«esos pleitos—dice— los llevan los abogados»—, pero sus explicaciones sobre la Pileta y el arte rupestre son imparables. «Sobre esta cueva —asegura— se ha escrito como se escriben las novelas del Oeste: sus autores no conocen el terreno del que hablan. Aquí han venido investigadores que conocen muy bien la cueva y no han escrito nada, y otros han hecho una sola visita y han escrito mucho. Para él, la Pileta es un santuario del hombre prehistórico, un lugar en donde enterraban a sus muertos y realizaban sus rituales, expresados, en parte, en las pinturas descubiertas en sus paredes. «De todas formas, añade bajando la voz, en todo esto hay que tener mucha cautela porque en el mundo de la arqueología hay muchos fanáticos». En este sentido relata que el año 73 participó en un congreso nacional de arqueología y su teoría sobre el valor sagrado de las cuevas le llevaron a enfrentarse con los investigadores. «Este tema, asegura, no debí tocarlo en aquel congreso, aunque 20 años después me han dado la razón». Eloy avanza por las galerías —en las que la temperatura se mantiene inmutable en los 15 grados y la humedad en un índice del cien por cien— descubriendo al visitante las riquezas de la gruta familiar. Su lámpara de petróleo ilumina los lugares estratégicos de la cueva en el que los primitivos dejaron constancia de su destreza figurativa y ante los ojos de los turistas aparecen «El pez», la «Cabra barbuda», la «Yegua preñada», «El arquero» o los más variados símbolos y signos esquemáticos. Y descubre también la gran cantidad de cerámica neolítica y los útiles de hueso y piedra pulimentada. Y te habla de los tres esqueletos localizados, de los que sólo uno, el de una joven mujer, queda en la gruta, «porque los otros dos se los llevaron a Madrid para estudiarlos, y nunca más se supo» Todo este «tesoro», hoy de la familia Bullón, está considerado por los expertos como la manifestación pictórica figurativa más importante del sur de España, pertenecientes a la etapa Solutrense y con una antigüedad de 20.000 años. José Enrique Ferrer Palma, profesor de Prehistoria de la Universidad de Málaga, destaca que La Pileta tuvo una utilización prolongada por parte del hombre prehistórico por lo que en sus rocas hay expresiones de pintura figurativa y simbólica. Además de las pinturas de la etapa Solutrense, explica Ferrer Palma, hay expresiones de la época Magdaleniense y también pictogramas de tipo simbólico que corrresponden al neolítico y a etapas más avanzadas, incluso a los años 2.000 y 3.000 a.de C. Los expertos tienen claro el valor de lo hasta ahora descubierto en la gruta, aunque, en opinión del profesor Ferrer, está todavía por hacer el gran estudio de este legado histórico. «El hecho de que sea una propiedad privada —asegura— ha dificultado considerablemente el trabajo de los investigadores. Se han hecho algunos estudios a título personal pero con escasos medios. Es necesario un gran análisis con los recursos técnicos de los que disponemos en la actualidad. Y es necesaria la creación de un patronato que cuide, protegía la cueva y garantice su conservación, como ocurre en Altamira y otras estaciones rupestres». Para el profesor Ferrer es fundamental la adopción de medidas para evitar el deterioro de las pinturas, a la vez que insiste qué un estudio adecuado de las galerías puede poner al descubierto nuevas pinturas. Las consideraciones de este experto ponen en evidencia que la falta de atención de la administración pública hacia este patrimonio milenario ha tenido, entre sus consecuencias, un estudio y una divulgación inadecuados a su valor. Esta falta de atención es evidente desde el mismo momento del hallazgo de la gruta: fue un coronel británico, Willoughby Verner, quien divulgó en Inglaterra el descubrimiento; una revista inglesa, la que organizó la primera expedición, y un rey de Mónaco, el que financió la primera monografía. El futuro de Benaoján La titularidad pública de la Cueva de la Pileta constituye desde hace ya algunos años un aliciente de futuro para Benaoján, un municipio de 1.600 habitantes que, en plena serranía de Ronda, conserva las huellas de la presencia neolítica en varias cuevas además de la de la Pileta, como la de Gato, la Higuereta, del Camarín o Don Pepe. Y recuerda también la presencia romana en yacimientos arqueológicos como el de Estacá, en Líbar o el del entorno de la Torre del Moro. La industria cárnica —10 fábricas y 11 almacenes de salazones ocupan a sus habitantes— constituye el principal recurso económico de la localidad rondeña. Pero, al igual que la mayoría de los pueblos de la serranía, el turismo rural se perfila cada vez con más nitidez como una apuesta de futuro para el desarrollo económico de la comarca. Benaoján, con las dos terceras partes de su término municipal incluidas en el parque natural de la Sierra de Grazalema, responde a la demanda de infraestructura del turismo rural. Su alcalde, Salvador García, ve en la titularidad pública de la cueva un complemento a este potencial, y la posibilidad de que los ingresos que generan su atractivo turístico reviertan en todo el pueblo de Benaoján. DIARIO SUR VIERNES 20 DE ENERO DE 1995 Reproducido por: www.cuevadelapileta.org