Inflación/tipo de cambio - Facultad de Ciencias Económicas

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Facultad de Ciencias Económicas
Universidad de Buenos Aires
SEMINARIO DE INTEGRACIÓN Y APLICACIÓN
Primer Cuatrimestre de 2002
Tema de elaboración: INFLACIÓN
Profesores: Anita Bresciani
Paulo Adorno
Alumno:
Sebastián Omar Rosenstock
Registro:
177372
Fecha: 06 de mayo de 2002.
INDICE
-Introducción
-Capitulo 1: Reseña histórica:
a- Los determinantes de la actualidad Argentina
a.1- Ley de Convertibilidad
a.2- El modelo Argentino
-Capitulo 2: Inflación:
a- Conceptualizaciones
a.1- Tipos de Inflación
a.2- Deflación y Recesión
b- Causas
c- Efectos
-Capitulo 3: Devaluación:
a- Conceptualizaciones. Causas y efectos.
b- Tipos de cambio.
c- Relaciones entre inflación y devaluación
-Capitulo 4: Influencia de la inflación sobre los costos
a- Herramientas para contrarrestar la inflación y la devaluación
b- Un caso ejemplificador: Ford Argentina.
-Capitulo 5: La inflación y los estados contables
a- Resoluciones técnicas.
b- Métodos de ajuste.
-Conclusiones.
-Bibliografía.
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Introducción
En este trabajo, abordaré un tema de suma importancia en la actualidad,
ejerciendo sus efectos en la realidad que hoy nos toca vivir. El tema en
cuestión es la inflación.
En primer lugar profundizaré sobre las causas de la inflación y los efectos que
produce la misma. Para ello tomaré las perspectivas de algunos autores y mi
posición al respecto.
Desarrollaré los antecedentes de la situación socio económica argentina,
enfatizando las causas y los efectos de los problemas de nuestro país.
En segundo lugar pondré en relación el fenómeno inflacionario con la
devaluación, los costos y su influencia en los salarios.
También desarrollaré la problemática por la que atraviesa la Argentina hoy, en
cuanto a los depósitos, créditos y situación bancaria.
Analizaré algunas de las teorías más difundidas en relación con la inflación y la
devaluación.
Finalmente, expondré algunas de las explicaciones que se dan a la crítica
situación actual, sus causas, efectos y posibles salidas.
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Capitulo 1: RESEÑA HISTORICA:
A- Determinantes de la actualidad Argentina
A.1- Ley de Convertibilidad
Después de la hiperinflación del 4.900% sufrida en 1989, la inflación se
frenó en forma repentina en 1991, gracias a la sanción de la ley de
convertibilidad. Esta contiene dos disposiciones principales, primero la
prohibición implícita de financiamiento al gobierno con emisión de moneda por
parte del Banco Central, y segundo, la obligación de emitir moneda solamente
contra compra de dólares a un tipo de cambio fijo del peso uno a uno con el
dólar, por parte de dicho banco. Es decir la ley preveía la conversión de la
moneda en circulación (el Austral) por Dólares americanos, aquellos que
estaban en poder del Banco Central. Entonces se fijo la paridad de 10000
australes por dólar. Así se eliminaba la posibilidad de emitir moneda sin el
respaldo de las reservas del Banco Central, para cumplir con los compromisos
asumidos al instaurarse la ley. Al poco tiempo, con el reemplazo del Austral por
el peso como signo monetario argentino se impuso la paridad 1 a 1 en la
Argentina a partir de 1991.
La ley de convertibilidad también estableció el peso más sobrevaluado del siglo
en la Argentina.
Desde 1991 a 1994, se produjo el ingreso irrestricto de capitales
extranjeros provocado por las privatizaciones de servicios públicos y las
inversiones directas. El efecto que esto produjo fue un crecimiento económico
que benefició a la población. La inflación en 1994 no alcanzaba el 3% anual.
La fijación de la paridad cambiaria, las privatizaciones, la apertura de la
economía provocó espectaculares resultados que se tradujeron en un
incremento del PBI, incentivado por el consumo y el arribo de flujos de fondos
extranjeros al país.
Las importaciones masivas se multiplicaron y empezaron a destruir
sectores enteros de la producción y la industria nacional, por el tipo de cambio
sobrevaluado. El desfasaje en los ritmos de crecimiento entre las exportaciones
y las importaciones generó fuertes déficit en la balanza comercial.
Las exportaciones recién despegaron en 1995, con la crisis del mercado
interno, provocada por las secuelas de la crisis económica mexicana conocida
con el nombre de “Efecto Tequila”.
El déficit fiscal fue financiado con un aumento de la deuda y el ingreso de
divisas generado por las privatizaciones de empresas estatales. La cuenta
corriente de la balanza de pagos fue negativa desde el lanzamiento del plan de
convertibilidad con excepción de 1995, debido al ya mencionado despegue de
las exportaciones y a la recesión reinante en el país.
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Como los intereses no son pagados, sino que son financiados, por lo cual
crece aún mas la deuda, y teniendo en cuenta que la balanza comercial no está
en condiciones de proveer las divisas necesarias para pagar, los inversores
exigen una tasa cada vez mayor, lo que se llama la tasa de Riesgo país. Esta
tasa de riesgo país varía en función de las circunstancias, pero es una sobre
tasa por la falta de confianza en el país y el riesgo asumido por los
prestamistas.
La caída de la tasa de inflación, el crecimiento económico y el fuerte
endeudamiento externo e interno se combinaron con un alto desempleo.
Los cierres masivos de PYMES industriales que son las que más mano de obra
ocupan agravó considerablemente el tema de la desocupación, además de las
privatizaciones y la racionalización de organismos estatales.
El mayor logro del proceso fue la estabilidad, desde 1996 la inflación
minorista fue nula, o negativa. En un contexto como el descripto hasta ahora el
único medio para intentar resolver el problema de los costos que la
sobrevaluación de la moneda acarreaba, parecía ser una deflación, es decir
que para mantener inamovible la relación 1 a 1 era necesario reducir los
precios de los productos nacionales, incluyendo salarios y por ende
disminuyendo el nivel de vida de la clase asalariada. El proceso deflacionario
se fue dando como reacción lógica del mercado ante la situación descripta,
específicamente impulsado por la cada vez más fuerte recesión iniciada en el
año 1998. Al bajar sus precios para intentar mantener el volumen de ventas en
una economía en contracción, las empresas comenzaron a buscar bajar sus
costos, negociando con los trabajadores en forma individual o a través de sus
representantes gremiales, rebajas en los salarios. El poder de negociación del
trabajador se veía fuertemente disminuido o limitado de acuerdo al contexto de
altísima desocupación reinante en el país, que durante los diez años de la
convertibilidad, más allá de sus oscilaciones, no bajó nunca de los dos dígitos.
Este sistema, ha provocado daños irreparables a la Nación, a su
soberanía e independencia. El Estado ha tenido que desprenderse de recursos
vitales como el petróleo, las comunicaciones, la energía, etc. que nos priva de
resortes estratégicos para diseñar y promover el desarrollo argentino. Hoy los
servicios están en manos de oligopolios y lobbies extranjeros que son los que
en definitiva deciden nuestro destino.
Antes de la convertibilidad, el Estado siempre se vio obligado a emitir moneda,
para cubrir el déficit fiscal (exceso en el gasto público presupuestario)
provocando desequilibrios financieros, pero que, si bien afectaban la calidad de
vida que siempre supimos soportar, no se había perdido la posesión y manejo
de nuestros recursos vitales, hoy ya no disponemos de ellos.
El daño provocado terminó agotando este esquema económico
simplificador, basado casi exclusivamente en la fijación de un precio bajo para
el dólar y el equilibrio de las finanzas publicas (que solo se mantuvo hasta 1995
fundamentalmente gracias a las privatizaciones), en el engrosamiento de la
deuda externa (especialmente para cubrir los recurrentes déficit fiscales
producidos a partir de 1995) debido a ley de convertibilidad que dictaba la
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prohibición de emitir moneda por parte del Banco Central. Esos fueron los ejes
de la política económica tanto de Cavallo, Roque Fernandez, Machinea y otra
vez Cavallo en Argentina.
La insistencia por mantener vivo a este modelo, a pesar de sus evidentes
señales de vulnerabilidad, sólo se explica por ceguera ideológica.
Más allá de los conocimientos de economía de cada uno, el sentido
común indica que si el dólar es "barato" convendrá importar bienes en vez de
fabricarlos en el país y que, en contrapartida, los compradores del exterior
encontraran caros los productos que les ofrecen exportar. A cierta altura de la
aplicación del modelo ya no quedaron dudas: el atraso cambiario no regulaba
la protección hacia un nivel razonable, sino que provocaba una desprotección.
Por otro lado, la población gozaba de ciertos privilegios originados en la
paridad 1 a 1, que no tenían sustento en la economía real de nuestro país sino
en un valor de moneda sostenido por la fuerza. El valor de la moneda argentina
no reflejaba el poderío de su economía (como debiera ser por lógica), por lo
que la no caída de la convertibilidad era sólo una cuestión de tiempo.
Con la ley de déficit cero dictada en el año 2001 se llegó a extremos
impensados. La prioridad se había establecido en el pago de los intereses de la
deuda pública, relegando las inversiones y el aspecto social. Se bajaron los
sueldos de estatales, incluso se les sacó a los jubilados un porcentaje de la
jubilación que perciben.
La gran recesión, la fijeza de los mercados, la parálisis de la industria
tumbó la recaudación fiscal, y el mantenimiento del esquema se hizo
insostenible.
A lo largo del 2001 la financiación externa para la Argentina se fue
volviendo cada vez más costosa, debido al aumento de la sobre tasa del riesgo
país, hasta llegar al punto de transformarse en prohibitiva, impidiendo la toma
de créditos por parte del gobierno provenientes de inversores privados. La
única fuente de financiación que se mantuvo abierta, momentáneamente, fue la
proveniente de países extranjeros y organismos internacionales. Esta fuente se
mantuvo gracias a la promesa que significó la Ley de Déficit Cero. El
incumplimiento casi inmediato de esta ley generó la decisión de dichos
organismos (encabezados por el FMI) de cortar el crédito a la Argentina,
decisión adoptada a fines de 2001. Esta decisión, además de acorralar (valga
el eufemismo) al gobierno del Presidente De La Rúa, generó en los ahorristas
una profunda desconfianza, estimulándolos a retirar sus ahorros de los bancos
a fines del mes de noviembre. La fuga de capitales de los bancos (que
superaba holgadamente los veinte mil millones de dólares en el último año, y
que en la última semana llegó a los setecientos millones de dólares) provocó el
vaciamiento de sus arcas, es decir, una situación de extrema iliquidez, que
obligó al gobierno a tomar el conjunto de medidas restrictivas conocidas bajo la
denominación coloquial de “corralito financiero”. La evaluación posterior
demostró que los grandes ahorristas, ya habían retirado sus fondos del
mercado financiero nacional con anterioridad a la instauración del corralito.
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El decreto que estableció las restricciones referidas fue para la sociedad
argentina, la “gota que rebasó el vaso”. Cansados de las permanentes
vacilaciones de un presidente que defraudó en tiempo record las enormes
expectativas que en él habían depositado los votantes dos años antes y de los
recurrentes y cada vez más profundos “ajustes” (que se presentaban como la
única alternativa posible), los habitantes de la ciudad de Buenos Aires y sus
suburbios, así como también los de las principales ciudades del interior, se
volcaron masivamente a las calles en una protesta pacífica conocida con el
nombre de “cacerolazo”, que sucedió a una serie de saqueos a supermercados
y comercios que, para muchos, poco tuvieron de espontáneos. Los saqueos
habían recibido como respuesta del gobierno la declaración del estado de sitio.
No obstante, la clase media argentina, en una actitud que no tiene precedentes
en su historia, desobedeció la decisión gubernamental, llenando las plazas de
Mayo y de los Dos Congresos, además de cada una de las principales
esquinas de Buenos Aires y plazas y centros de reunión del interior.
Inexplicablemente, una multitud absolutamente pacífica recibió una feroz
respuesta por parte de las fuerzas de seguridad, a las que dejó solas en la
plaza en la madrugada del día 20. Esa misma noche el pueblo festejaba la
renuncia del Ministro Cavallo. Pero la furia estaba instalada en la sociedad, que
volvería a la plaza al día siguiente con las conocidas consecuencias en
muertos y heridos. Ese día 20, De La Rúa redactaba su renuncia para
presentar al Congreso de la Nación que la aceptaba al día siguiente.
Hubo una sucesión de presidentes interinos (incluída la efímera
presidencia transitoria de Rodríguez Saa), y, finalmente, la Asamblea
Legislativa eligió a Eduardo Duhalde para completar el mandato del presidente
renunciado.
El Gobierno de Duhalde creía que sería muy difícil que la devaluación
desatara una inflación de gran magnitud luego de más de tres años de
recesión. La causa de la misma está en la combinación entre el modelo
concentrador de ingresos y la convertibilidad, que han mutilado el mercado
interno y acotado el externo. En este doble bloqueo, por la imposibilidad de
competir externamente y por la falta de demanda interna, se origina la recesión.
La salida de la convertibilidad debía ser acompañada con medidas
tendientes a reactivar la demanda porque si no, se podía producir un proceso
de estancamiento con inflación que terminase liquidando el escaso consumo
que todavía quedaba. Para evitar esto, el Gobierno propuso iniciar un proceso
de sustitución de importaciones que sirviera para reemplazar a los productos
importados y para generar empleo.
Supone que los productos importados tendrían un mayor valor en pesos y eso
podría trasladarse en parte a los precios, pero existía un mercado interno muy
deprimido, el consumo era bajo, así que con precios mayores se consumiría
mucho menos. Sería difícil que se trasladase el total de los costos a los
precios.
El consumo de muchos productos importados caería porque los precios
dejarían de ser accesibles. Por lo tanto, empezarían a aparecer productos
nacionales.
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Sin embargo, se remarcaron los precios entre un 10 y un 40 por ciento,
cuando todavía ni siquiera se conocían las medidas.
En la transición el salario real sufre una fuerte caída porque no va a haber
una producción nacional capaz de reemplazar a las importaciones en el corto
plazo.
Todo depende de la creatividad de los argentinos. En los años 30, se
fabricaron productos nacionales rápidamente. Fueron bienes de menor calidad,
pero sirvieron para solucionar los problemas de oferta que existían. En este
caso, habrá que analizar la capacidad disponible en las industrias que quedan
y ver si de una vez por todas un sector importante del empresariado se decide
a reinvertir en la Argentina. Esta última posibilidad aparece como bastante
lejana dada la incertidumbre respecto de las reglas macroeconómicas que
regirán al país en los próximos años, sumada a la inexistencia actual de
liquidez y crédito, y a la dificultad de aquellos que enfrentan deudas
(obviamente no pesificadas) con el extranjero.
En la crisis del 30 también hubo un proceso deflacionario, una baja de precios y
salarios y una alta desocupación. En Argentina se superó rápidamente porque
se tomaron medidas proteccionistas y se estableció el control de cambios. Eso
permitió una reactivación que no tardó más de dos o tres años en concretarse.
Pero ahora las industrias están destruidas, y pasaron más de 7 décadas, pero,
por sobre todas las cosas, el contexto macroeconómico internacional es
absolutamente distinto al imperante en aquél momento, como también lo es el
punto del que parte Argentina al momento de enfrentar la crisis. En la década
del 30, el mundo entero sufría una profunda depresión económica, cuyo
epicentro estaba ciertamente muy lejos de nuestro país. A su vez, Argentina,
como consecuencia de la época de resplandor de la última parte del siglo XIX,
era aún una de las potencias económicas más importantes del mundo. En la
situación actual, la recesión argentina no se originó en causas externas (de
hecho no sólo el mundo sino también el resto de continente continuó
creciendo). Apenas se percibió un corto período de recesión en los Estados
Unidos, que ciertamente careció de conexión alguna (ni como causa ni como
efecto) con lo ocurrido en nuestro país.
En consonancia con la nueva filosofía imperante, el economista Mario
Rapapport, comenta que ¨... se tienen que empezar a aplicar políticas de
reactivación de la demanda. Hay que reactivar el consumo e inyectar liquidez
en el mercado. No le temo a la inflación si eso significa la reactivación del
aparato productivo, el incremento de la demanda y, fundamentalmente, la
absorción de los desocupados. Si bien va a haber una caída de los salarios
reales, la disminución de la desocupación implicaría el mejoramiento de
ingresos de una gran parte de la población. Más que a la inflación, le temo a la
ausencia de medidas que apunten a la reactivación productiva porque se
puede producir un proceso de estancamiento con inflación. En ese caso, la
recesión va a continuar porque la inflación, aunque no alcance el porcentaje de
la devaluación, va a terminar liquidando el poco consumo que todavía queda.
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A.2- Presente económico Argentino
El nuevo gobierno asumió el 1 de enero y durante dicho mes anunció una
serie de medidas entre las que se incluyeron la ley de Emergencia Pública y
Reforma al Régimen Cambiario, la reforma a la Carta Orgánica del Banco
Central, y otros decretos y resoluciones que introdujeron cambios significativos
al marco económico de la Argentina.
Estas medidas terminaron formalmente con el programa de convertibilidad
vigente desde el año 1991. En los hechos, la convertibilidad ya había dejado de
existir desde principios del mes de Diciembre, durante el gobierno del
presidente Fernando De La Rúa, cuando se impusieron restricciones a las
transacciones financieras y de moneda extranjera como consecuencia de una
significativa salida de depósitos bancarios, que se profundizó durante el mes de
Noviembre, provocando la imposibilidad de los bancos de devolver los
depósitos de plazos fijos, y cuentas corrientes.
Esto provocó la medida tomada por el Ministro Domingo Cavallo y el Gobierno
de De La Rúa de restringir la salida de dinero de un sistema bancario
totalmente masacrado. De manera que se impuso el denominado corralito, al
que ya se hizo mención, que ponía límites a las extracciones de las cajas de
ahorro, cuentas corrientes y demás transacciones.
En principio se ponía un límite de extracción de 1200 pesos a las cuentas
provenientes de salarios, y de 1000 pesos para el resto. Luego, en febrero del
2002 se extendía a 1500 y 1200 pesos respectivamente. Finalmente, las
llamadas “cuentas – sueldo” fueron liberadas completamente.
Durante el mes de marzo, se autorizó a la compra de automóviles 0
kilómetro y viviendas haciendo uso de los depósitos, por lo cual, muchas
operaciones se realizaron temiendo que los fondos fueran confiscados.
Además se ofreció a los ahorristas la opción de reemplazar sus depósitos
reprogramados a plazo fijo, por bonos, permitiéndoseles la elección entre tres
tipos de bonos (dos en dólares y uno en pesos). Ninguna de estas opciones
logró resolver el problema generado por la creación del corralito por parte del
Ministro Cavallo, y su profundización por parte del Ministro Remes (el
coloquialmente llamado “Corralón”). Actualmente se está evaluando un
reemplazo compulsivo de depósitos por bonos.
En cuanto al tipo de cambio, inicialmente el peso fue devaluado de $1 a
$1,40 con respecto al dólar, bajo un sistema de cambio dual (dólar comercial y
dólar libre). Durante este período el dólar libre fluctuó alrededor de los $2,00.
Mientras tanto el FMI exigía un tipo de cambio único y libre.
En enero se habían pesificado todos los depósitos a 1.40 por dólar, como
también los préstamos, en este caso a una paridad 1 a 1. El gobierno
estableció un sistema de compensación para los bancos (a través de la emisión
de bonos) con el objeto de cubrir la diferencia de paridades. Por otro lado,
estableció un índice de actualización (el CER), aplicable únicamente a los
préstamos, depósitos y contratos, originalmente pactados en dólares.
Muchos ahorristas recurrieron a la justicia haciendo uso de un recurso de
amparo que, mediante resolución judicial exigía a los bancos devolver los
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depósitos, mientras que el Gobierno se resistía a acatar los fallos judiciales,
apelando a una serie de medidas (decretos, fallidos proyectos de ley, etc.),
muchas de las cuales fueron tachadas de inconstitucionales por los tribunales
de justicia. La mayoría de los amparos apuntaba a dos objetivos: el primero,
retirar en efectivo los depósitos reprogramados; el segundo respetar la moneda
de origen del depósito, desconociendo la pesificación dispuesta por el
gobierno.
Atendiendo parcialmente a las demandas del FMI, y con la esperanza de
apresurar la llegada de fondos, desde el 11 de Febrero su unificó el mercado
de cambios. Pero, el Banco Central intervendría bajo una regla no declarada
(régimen de flotación sucia). El tipo de cambio se mantuvo alrededor de los
$2,00 por dólar con poca intervención del Banco Central.
Durante el mes de marzo el dólar subió de cotización hasta tocar los 4
pesos por dólar, luego bajando a 2,75 y estacionándose alrededor de los 3
pesos.
Mientras tanto, la seguidilla de amparos concedidos por los jueces, generó
nuevas situaciones de iliquidez en los bancos que llevaron a nuevos feriados
bancarios, y culminaron con la renuncia del Ministro Remes Lenicov, luego de
que el Congreso Nacional se negara a aprobar una ley referida al reemplazo
compulsivo de depósitos por bonos.
En este contexto, en el cual el dólar creció más de un 200% con respecto
al peso, los principales índices de precios mostraron un crecimiento que
nuestro país no recordaba desde la década del ochenta y principios de los
noventa. El Indice de Precios al Consumidor creció un 2.3% en el mes de
enero, 3.1 % en febrero y 4% en marzo, mientras se espera que el INDEC
anuncie un crecimiento superior al 10% en abril. El Indice de Precios
Mayoristas mostró un crecimiento que, cómodamente, duplica al IPC,
demostrando que existe una absorción de aumentos por parte de los
comerciantes minoristas, que seguramente no podrá sostenerse por mucho
tiempo más.
Por otra parte, dada la constitución del IPC, que toma en cuenta,
prácticamente en iguales porcentajes a bienes y servicios, y siendo que estos
últimos no habían aumentando en los primeros tres meses, esto demuestra un
mucho mayor aumento en los precios de los bienes (especialmente los de
primera necesidad) con un fuerte impacto en los sectores de menores recursos.
La proyección inicial del gobierno de Duhalde para todo el año 2002 era
de una inflación del 15% aproximadamente. El hecho de que dicha pauta se
viera superada en apenas cuatro meses demuestra lo endeble del plan (si es
que existe tal cosa) del actual gobierno.
Cabe mencionar, que, asimismo, la pauta de emisión para todo el 2002
(tres mil quinientos millones de pesos), también ha sido superada, según la
mayoría de las fuentes.
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Al elaborar su plan, los economistas del gobierno justicialista
subestimaron los antecedentes de los argentinos en relación con el tipo de
cambio. Estimaron el valor que podría llegar a alcanzar el dólar, tomando en
cuenta únicamente factores objetivos (monto de reservas en poder del BCRA
vs. Circulante total de pesos), y desestimando los factores subjetivos
(confianza de los argentinos en su signo monetario), que fueron siempre los
decisivos al momento de establecer el valor de la moneda. La realidad
demostró que, en función de las últimas medidas, las personas identifican al
dólar como el único medio de reserva de valor (una de las funciones esenciales
de la moneda). Pero no sólo eso, algunos la ven como la única forma de
inversión rentable, desviando fondos que deberían destinarse a la reactivación
productiva. Paralelamente, la enorme desconfianza en el valor del peso, genera
que los argentinos busquen desprenderse rápidamente del mismo generando
una sobreoferta, que, como todos sabemos, produce una baja en el valor de
dicha moneda.
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Capitulo 2: INFLACIÓN:
A- Conceptualizaciones
En principio, tomando a Santiago Lazzati, diremos que ”...la inflación es el
incremento generalizado y sostenido en el precio de los bienes y servicios.”
La expresión “cambio de precios” se comprende de dos maneras diferentes: el
cambio en el nivel general de precios y el cambio en el en el precio específico
de ciertos bienes y servicios.
La tasa de inflación se calcula mediante índices. Un índice es una estimación
estadística que se utiliza para mostrar cambios cuantitativos en una variable o
en un grupo de variables relacionadas, con respecto al tiempo u otras
características observables. Los índices mas conocidos son los índices de
precios.
Los índices reflejan la perdida de poder adquisitivo de la moneda. Los términos:
Inflación, Incremento en el nivel general de precios y perdida de poder
adquisitivo de la moneda, son utilizados como sinónimos.
Ricardo Ferrucci, en relación al índice general de precios comenta que: “...se
refiere a la variación del valor monetario de distintos productos en referencia al
tiempo “. El autor ubica 2 tipos de índices de precios: por un lado, el SIMPLE,
que se trata de comparar el precio de un producto en diferentes periodos. Por
otro, el COMPUESTO, que es aquel en el cual se toman varios productos a la
vez (llamados “canasta”) y se relacionan sus variaciones de precios en el
tiempo.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (I.N.D.E.C.), es el
encargado de elaborar los índices. Dentro de los más conocidos encontramos:
-Índice de precios al Consumidor
-Índice de precios mayoristas
-Índice de precios al Costo de la Construcción
Los IPC suelen utilizarse como medida de la inflación. Señalando, de este
modo, la pérdida de poder adquisitivo que sufren los agentes económicos por
la subida de los precios de los bienes y servicios destinados al consumo.
La Inflación perjudica a aquellos individuos que reciben ingresos fijos en
términos nominales y, en general, a los que reciben ingresos que crecen
menos que la inflación.
Los aumentos reiterados de los precios erosionan el poder adquisitivo del
dinero y de los demás activos financieros que tienen valores fijos, creando así
serias distorsiones económicas e incertidumbre.
Se dice que existe un recalentamiento en la economía cuando se produce
un aumento leve de los precios.
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A.1-Tipos de Inflación
La inflación está formada por varios niveles de gravedad. De ahí que se
analicen mediante la siguiente distribución: inflación moderada, galopante e
hiperinflación.
Inflación moderada.
Se caracteriza por una lenta subida de los precios. Clasificamos entonces,
con arbitrariedad, las tasas anuales de inflación de un dígito. Cuando los
precios son relativamente estables, el público confía en el dinero. De esta
manera lo mantiene en efectivo porque dentro de un cierto tiempo (mes, año),
tendrá casi el mismo valor que hoy. Comienza a firmar contratos a largo plazo
expresados en términos monetarios, ya que confía en que el nivel de precios
no se haya distanciado demasiado del valor del bien que vende o que compra.
No le preocupa o no le interesa tratar de invertir su riqueza en activos reales en
lugar de activos monetarios y de papel ya que piensa que sus activos
monetarios conservarán su valor real.
Esto fue lo que ocurrió en la Argentina, durante la vigencia de la Ley de
Convertibilidad. También era lo que ocurría durante la primera mitad del siglo
XX.
Inflación galopante
Es una inflación que tiene dos o tres dígitos, que oscila entre el 20 y el
100 % anual. Cuando la inflación galopante se arraiga, se producen graves
distorsiones económicas. Generalmente, la mayoría de los contratos se ligan a
un índice de precios o a una moneda extranjera (dólar); por ello, el dinero
pierde su valor muy deprisa y los tipos de interés pueden ser de 50 ó 100 % al
año. Entonces, el público no tiene más que la cantidad de dinero mínima
indispensable para realizar las transacciones diarias. La población recoge
bienes, compra viviendas y no presta dinero a unos tipos de interés nominales
bajos. Es extraño ver que las economías que tienen una inflación anual del 100
% consigan sobrevivir a pesar del mal funcionamiento del sistema de precios.
Por el contrario, estas economías tienden a generar grandes distorsiones
económicas, debido a que sus ciudadanos invierten en otros países y la
inversión interior desaparece.
Este es el estadio actual de la economía argentina. También fue el común
denominador durante la mayor parte de las décadas del setenta y ochenta
fundamentalmente.
Hiperinflación.
Aunque parezca que las economías sobreviven con la inflación galopante,
el concepto de la hiperinflación se afianza como una tercera división. Decimos
que esta se produce cuando los precios crecen a tasas superiores al 100 %
anual, aunque como dijimos antes, la cifra puede resultar arbitraria. Al ocurrir
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esto, los individuos tratan de desprenderse del dinero líquido de que disponen
antes de que los precios crezcan más y hagan que el dinero pierda aún más
valor. Todo este fenómeno es conocido como la huída del dinero y consiste en
la reducción de los saldos reales poseídos por los individuos, ya que la inflación
encarece la posesión del dinero.
Supone la pérdida del control de los precios por parte de las autoridades
económicas del país. En algunos casos se han llegado a detectar incrementos
de precios de hasta tres dígitos mensuales.
Esta es la situación temida en la actualidad y reinante a fines de la década
del ochenta en nuestro país. Pocos países han sufrido hiperinflación, el nuestro
pertenece a este club de dudosa exclusividad. Entre ellos, la Alemania de la
post guerra, y más recientemente Nicaragua y Perú.
A.2- Deflación y recesión
La deflación implica una caída continuada del nivel general de precios,
suele venir acompañada por una prolongada disminución del nivel de actividad
económica y elevadas tasas de desempleo. Sin embargo, las caídas
generalizadas de los precios no son fenómenos corrientes, siendo la inflación la
principal variable macroeconómica que afecta, actualmente, tanto a la
planificación privada como a la planificación pública de la economía. No
obstante, la Argentina de los últimos años de la Convertibilidad, como dijimos,
es un ejemplo de lo expresado al inicio de este párrafo.
La recesión es la disminución o contracción del nivel de actividad
económica. Se dice que una economía sufre una recesión cuando disminuye
de un modo significativo la producción y el nivel de empleo. Pero la definición
de lo que es o no significativo resulta bastante arbitraria. Algunos lo definen en
términos de tiempo —por ejemplo, una caída del producto bruto interno (PBI)
durante tres trimestres consecutivos—. Otros economistas lo definen en
términos cuantitativos —por ejemplo, la tasa de disminución de la producción o
el empleo. Otra forma de definir la recesión parte del diferencial entre la
producción real y la potencial de la economía. Pero a su vez esta producción
potencial no puede establecerse de forma objetiva. El procedimiento más
utilizado consiste en hacer una estimación de la tendencia de la tasa de
crecimiento de la economía de forma que se pueda establecer cuál sería el
crecimiento si continúa esta inclinación. Pero el periodo de tiempo utilizado
para estimar esa tendencia sigue siendo arbitrario. Además, existen diferentes
formas de calcularla para examinar un mismo periodo. Aunque no existe una
medida única para evaluar el impacto de una recesión, se puede analizar ésta
a partir de las estadísticas relativas al nivel de desempleo o al nivel de puestos
de trabajo sin cubrir, aunque la interpretación de estos datos es también
subjetiva.
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Las recesiones pueden tener distintas causas.
En los modelos de los ciclos económicos las recesiones son 'endógenas' o
'interiores', en tanto que forman parte inherente de la estructura económica y
no están provocadas por factores externos a la economía. Un ejemplo puede
ser que las oportunidades para invertir en negocios rentables se agoten, lo que
provocará una disminución de la inversión. El alza de las tasas de interés,
también puede provocar la disminución de la inversión.
Las recesiones también pueden tener causas exógenas o exteriores —es decir,
que los factores que provocan la recesión no son factores de la economía
interna, si no que pueden tener causas políticas o provenir de economía
externas—. Entre estas causas se puede mencionar, por ejemplo, un cambio
en la política del Gobierno para evitar un recalentamiento de la economía, y por
lo tanto un aumento de la inflación. Por otro lado podemos mencionar aquellas
economías que dependen de mercados externos, por ejemplo países
exportadores de bienes que pueden sufrir una recesión si los precios de los
mismos disminuyen en el mercado internacional.
Una depresión es el punto más bajo de un ciclo económico. Casi todas las
teorías económicas modernas consideran que las depresiones son el resultado
de una caída de la demanda, junto a una disminución de la inversión y de los
salarios, que reducen el nivel de consumo.
Si tradicionalmente la inflación es una situación económica en la que la
demanda es superior a la oferta, la que desencadena un alza generalizada de
los precios y una depreciación de la moneda, ¿Qué es lo que sucede hoy en
Argentina? Estamos transitando por una crisis recesiva en la cual los mercados
están muy retraídos, a esto debe sumarse una inflación de entre el 30 y el 50%,
o más, dependiendo del producto, aunque los números oficiales hablan del 10
o 12 % en el primer trimestre del año.
O sea, hay inflación con recesión, impensable para las teorías económicas
tradicionales. Esta situación ya se dio en la Argentina de los últimos años de la
década del ochenta, aunque en este momento la recesión es aún mayor.
Esto se debe en parte a la demanda de materia prima, insumos y productos
importados, que durante el 1 a 1 de la última década, destruyó parte de la
industria nacional, generando el ya mencionado crecimiento del desempleo.
El desempleo y la caída de los salarios ocasionaron una retracción en el
ingreso, provocando la contracción del consumo en el mercado interno, que
perjudicó aún más a las industrias, que tampoco pueden compensar aquella
contracción con exportaciones debido al alto valor de la moneda, mantenido
artificialmente.
Por otro lado, la desconfianza externa fue provocando un crecimiento cada vez
mayor de la tasa de interés, lo que encareció progresivamente el crédito,
esencial para impulsar la economía.
B- Causas o motivos de la inflación
Varias son las causas o motivos que provocan la inflación. La misma es
un fenómeno del siglo XX. Tiempo atrás, el uso de monedas metálicas impedía
la creación masiva de dinero para financiar a los gobiernos.
Entre otras cosas la inflación esta ligada a grandes desordenes en las finanzas
públicas, también a guerras, enfrentamientos políticos internos, o un colapso
15
del aparato estatal que se torna incapaz de recaudar impuestos y de prestar
servicios públicos.
La inflación se puede producir por:
1- La emisión de moneda: Para financiar al gobierno se emite moneda, eso
provoca inflación, y la causa de la emisión es el déficit mismo, no la
depreciación de la moneda en el mercado cambiario.
Este déficit se puede cubrir tomando préstamos, reduciendo reservas o
imprimiendo moneda. Como suele ocurrir cuando el déficit es persistente en el
tiempo, ya no podemos contar con las primeras dos opciones, por lo tanto
queda la tercera opción. Al financiar el déficit, el Banco Central provoca un
incremento en la oferta nominal de dinero. Entonces, dados los precios y la
tasa de interés, se intenta convertir en activos externos los saldos no
deseados, generando una depreciación de la moneda que concluye en un
aumento del precio de los bienes.
A este procedimiento del aumento del precio por financiamiento del déficit se lo
considera como un impuesto inflacionario ya que los poseedores de dinero
pierden su poder adquisitivo. Se dice que es una forma de aumentar y cobrar
los impuestos sin necesitar la aprobación de las cámaras legislativas.
2- Inflación de demanda: Se produce cuando la demanda global de bienes
y servicios supera a la oferta global de los mismos. Un incremento en la
demanda agregada genera un exceso de demanda sobre la capacidad de
producción de la economía que resulta en un incremento de los precios. Esta
teoría se encuentra principalmente en bibliografía de corte Keynesiano.
3- Inflación de costos: Es la inflación que se debe al incremento de los
costos de los materiales y los diferentes factores de producción, es decir, la
motivada por el incremento del costo de la mano de obra, los tipos de interés,
los precios del suelo, de la energía, de las materias primas, etc.
Es decir que los procesos inflacionarios pueden venir causados por la
excesiva creación de dinero por parte de las autoridades del país. En estos
casos el dinero crece más aprisa que los bienes y servicios suministrados por
la economía, causando aumentos en los precios. Esta creación excesiva de
dinero suele estar motivada, a su vez, por la necesidad de los Estados de
financiar sus déficit públicos.
Otro aspecto muy importante son las expectativas de los agentes
económicos sobre como pueden evolucionar los precios en el futuro, ya que si,
por ejemplo, éstos esperan que los precios puedan aumentar en el corto a
mediano plazo, seguramente incrementarán preventivamente sus precios (en
mayor proporción que la inflación del momento) para anticiparse a una suba en
los costos de reposición. Ello provocará importantes tensiones inflacionarias,
que de llevarse a la practica motivarán un incremento de los precios mayor que
el previsto.
La credibilidad que pueda tener la política económica del gobierno es otro
factor importante que puede generar inflación. Si los agentes económicos no
16
tienen confianza en la política económica del gobierno, en teoría sus
actuaciones irán encaminadas a aumentar los precios.
Las perturbaciones del lado de la oferta, también son causas frecuentes
de presiones inflacionarias. La mayor o menor fortaleza del país, la evolución
de los precios de las materias primas importadas son factores que pueden
afectar de forma significativa a los precios de la economía de un país,
especialmente en aquellos países mas dependientes de materias primas u
otros bienes de capital o de consumo procedentes del exterior. En este
aspecto, adquiere fundamental trascendencia el tipo de cambio vigente.
Nuevamente, la política monetaria y cambiaria tiene decisiva influencia en la
variación de los precios.
C- Algunos efectos de la inflación
- La Inflación perjudica tradicionalmente al acreedor, beneficiando al deudor.
Así, en una situación inflacionista, las personas que tengan que hacer frente a
un préstamo tendrán que devolver, en términos reales, una cantidad menor que
la original, mientras que no se encuentre dentro de un préstamo con cláusula
de ajuste o actualizaciones.
- Los ahorristas verán como los saldos reales de sus depósitos bancarios
irán perdiendo valor a medida que los precios se incrementan. Sólo en aquellos
en los que los tipos de interés se ajusten a la inflación se podrán evitar estas
pérdidas, tanto para los prestamistas como para los ahorristas. De esta forma,
se pone de manifiesto que lo importante es el mantenimiento de los tipos de
interés reales, no tanto de los nominales.
- La incertidumbre que genera la inflación hace que los agentes económicos,
ante el riesgo de que sus inversiones valgan menos, aumenten los tipos de
interés, lo que afectaría negativamente a la inversión y, por tanto, al
crecimiento económico del país.
- La inflación influye en el poder adquisitivo de los individuos. No cabe duda
que la inflación termina sacudiendo el consumo de los habitantes de un país, al
bajar su poder adquisitivo. De esta manera las personas pueden comprar
menos bienes y servicios que los que podía comprar anteriormente.
En general el porcentaje de inflación que es determinado por los índices de
precios es menor que lo que la gente ve en la evolución de los precios de los
productos y servicios que consume, ya que el índice refleja el aumento
promedio de una serie de bienes que están contenidos en la canasta familiar.
Esta canasta se puede variar con el transcurso del tiempo, de manera que se
cambian los productos que ella contiene, porque los hábitos de consumo
también pueden variar. En nuestro país se cambiaron las canastas en los años
1933, 1943,1960, 1970, 1974 y la vigente es la que se fijó en 1988.
- Finalmente, si la tasa de crecimiento de los precios en un país es muy
superior a la de los países con los que compite en los mercados
17
internacionales, dicho país verá reducida su competitividad, siempre y cuando
el tipo de cambio se mantenga constante. Esto sucedió en la Argentina durante
los primeros años de la década del noventa. Lógicamente cuanto mayores
sean los precios, más difícil será que los productos nacionales puedan ser
comercializados en terceros países, lo que obliga, de esa forma, a los
gobiernos a mantener una tasa de crecimiento de los precios similar, sino
menor, a la de los países de su entorno. Manteniéndose todos los factores
constantes, un incremento de los precios mayor al de nuestros competidores
supondrá una reducción de nuestra competitividad.
Si tomamos en cuenta estos efectos, la pregunta que podemos hacernos
es: ¿Es Mala La Inflación?
La teoría económica nos indica que la inflación, especialmente la imprevista,
produce incertidumbre sobre los precios futuros, lo que afecta a las decisiones
sobre el gasto, el ahorro y la inversión, ocasionando una asignación deficiente
de recursos y, por tanto, dificultando el crecimiento económico.
A pesar de ello en Gran Bretaña, se presentó un estudio, que actualmente se
conoce como Curva de Phillips, que sugiere que cuanto mayor es la inflación
menor es la tasa de desempleo, cuestionando, por tanto, las medidas
antiinflacionistas propuestas por los gobiernos.
La inflación suele ser rechazada por los consumidores, ya que no les gusta
tener que pagar más por un producto de un mes a otro, de una semana para
otra, o de un día para otro como ocurrió con la hiperinflación del gobierno de
Alfonsin.
En 1990, Robert Barro, un profesor de Harvard publicó un estudio que
relacionaba la inflación y el crecimiento de más de 100 países, ricos y pobres,
entre los años 1960 y 1990. Las conclusiones a las que arribó fueron que
cuando sube la inflación se reduce el crecimiento económico. Sin embargo ésta
reducción es muy pequeña, entre un 0,02 y un 0,03 por ciento por cada punto
que sube la inflación, lo cual no es especialmente desastroso para un país,
pero que reducir la inflación es algo costoso en sí mismo, ya que conlleva una
pérdida importante, al menos temporal, de producción y de puestos de trabajo.
Quizás fuera más operativo situar a la inflación no tanto como espejo monetario
sino centrar la atención en la realidad que el fenómeno inflacionario refleja: los
estrangulamientos del aparato productivo que distorsionan el equilibrio entre
oferta y demanda de bienes y servicios entre otros.
18
Capítulo 3: DEVALUACION
A- Conceptualizaciones. Causas y efectos.
Es la variación del precio de la moneda respecto de otras monedas. Por lo
general se toma al dólar como moneda estable.
Lo que busca un país con la devaluación es aumentar las exportaciones,
disminuir las importaciones y obtener un superávit comercial. En el mercado
interno se persigue aumentar la demanda de bienes nacionales, sustituyendo
productos importados.
Con la devaluación se produce una corrección favorable en la capacidad
competitiva del país, pero también dispara una reducción masiva de salarios
medidos en dólares. Por otro lado, las deudas (públicas o privadas) en moneda
fuerte se tornan más difíciles de cancelar.
B- Tipos de cambio
Existen varios tipos de cambio, o mejor dicho, el régimen que puede
adoptar un gobierno para controlar la moneda nacional.
1- Tipo de cambio fijo: el establecimiento de un sistema con tipo de cambio
fijo involucra el compromiso oficial de comprar y vender divisas con moneda
nacional a una paridad fijada por adelantado, sin importar las cantidades que el
público encuentre conveniente adquirir.
Primero el sistema fue conocido con la denominación de Patrón Oro, puesto
que la paridad quedaba fijada en términos de unidades de oro, de peso y
pureza especificadas. Las condiciones económicas llevaron a que las
paridades se hagan de acuerdo a otras monedas, como la libra esterlina
primero y el dólar estadounidense después.
La variación de las reservas internacionales en el Banco Central, o el saldo de
la balanza de pagos, depende en lo básico del crecimiento económico y la
política de creación de crédito interno para financiar déficit fiscales.
El crecimiento económico impulsa un constante aumento de la necesidad de
liquidez, que al no ser satisfechos por el crédito interno, genera presiones
deflacionarias, y una tendencia al alza de las tasas de interés, que se resuelven
con ingresos de fondos financieros y la aparición de saldos favorables en la
balanza de pagos. Estos saldos restablecen la normalidad monetaria y
provocan una presión revaluatoria de la moneda nacional, de manera que el
Banco Central interviene comprando divisas. De esta manera se logra
mantener la paridad y se aumenta la oferta de dinero liquido en el mercado.
Cuando el país está estancado, el manejo de crédito interno pierde
márgenes de libertad y da lugar a una exceso de dinero, que deprime las tasas
locales de interés y estimula aumentos en los precios, que descontrolan la
producción nacional. Esto induce a la salida de capitales, en busca de mejores
19
rendimientos en otras plazas financieras, y provoca déficit en la balanza
comercial, que finalmente provoca la intervención del Banco Central vendiendo
divisas para evitar la devaluación de la moneda nacional.
En Argentina, este modelo fue utilizado durante la época en que rigió la
Ley de Convertibilidad.
2- Tipo de cambio flotante: La característica central de un régimen de
flotación pura es la ausencia de compromiso por parte del gobierno respecto
del sostenimiento de una paridad específica. La moneda fluctúa, sin que el
gobierno intervenga.
Este es el modelo propiciado por el FMI para la Argentina actual.
3- Tipo de cambio de flotación administrada: Es un régimen cambiario
mixto.
Es una inclinación de los gobiernos a administrar la tasa de cambio limando
sólo fluctuaciones muy agudas del valor relativo de la moneda, sin entorpecer
tendencias del mercado.
El sistema consiste en la fijación de bandas de flotación, de manera tal que
cuando la cotización de la moneda nacional salta por encima del límite
superior, el Banco Central interviene absorbiendo circulante a cambio de
divisas, y cuando la cotización cae por debajo del límite inferior, aquel
interviene inyectando circulante a cambio de divisas.
Históricamente ha sido la opción mas abrazada por los gobiernos ante la
imposibilidad de regirse por un sistema de paridad fija.
Este modelo fue utilizado por Brasil tras la crisis que derivó del abandono
del régimen de paridad 1 a 1 entre el real y el dólar (1998), y es el que está
intentando aplicar el gobierno del Presidente Duhalde en la actualidad. En este
último caso, no está clara la banda de flotación (es decir, los límites superior e
inferior pretendidos para el tipo de cambio).
C- Relación entre inflación y devaluación
Algunos economistas creen que la inflación es causada por la
devaluación. Creen que la hiperinflación de los 90 se frenó por la
convertibilidad, de manera que el tipo de cambio fijo dio fin al proceso
inflacionario, cuando en realidad fue por la imposibilidad del Banco Central de
emitir moneda, para financiar el déficit del Estado.
Es decir que el elemento antiinflacionario de la Ley de Convertibilidad es la
prohibición al Banco Central de emitir moneda para financiar al gobierno.
20
21
Capítulo 4: INFLUENCIA DE LA INFLACIÓN SOBRE LOS
COSTOS
Herramientas para combatir la inflación y la devaluación
Las empresas productoras de bienes tienen gran parte de sus costos
relacionados con las materias primas y productos semielaborados, que utilizan
para generar los bienes que producen, de manera que estos costos son muy
importantes en su estructura de costos.
Por ello, la inflación y la devaluación repercuten en las empresas de manera
que se cambian algunas condiciones para contrarrestar a estos fenómenos
económicos.
Para ejemplificar lo anteriormente citado, realizaremos un análisis basado
en las medidas tomadas por una empresa automotriz:
Ford Argentina, desde fines de 2001, ha cambiado algunas condiciones.
Como sabemos los automóviles llevan miles de piezas ensambladas hasta
que llega al producto final. Estos componentes pueden ser piezas que se
ponen en el producto directamente, sin hacerle ningún cambio adicional, hay
otras donde se hacen trabajos en planta, agregándole o adicionándoles otras
piezas o trabajos manuales o computarizados, y así llegando a la pieza final
que es la que se va a terminar insertando en el auto.
Estas piezas en gran porcentaje provenían de industrias autopartistas
argentinas, pero otras provenían de industrias extranjeras, donde la
devaluación provocó un aumento muy significativo de los costos de las piezas,
y en definitiva de los productos finales.
Estos aumentos en los costos había que contrarrestarlos de alguna manera
con medidas tendientes a disminuirlos o compensarlos.
Entre otras, se tomaron las siguientes medidas:
Consignación:
Muchos proveedores locales importaban piezas que a su vez eran
componentes de las piezas que ellos producían, luego las modificaban o
trabajaban y posteriormente las entregaban a la fábrica automotriz.
Debido a la crisis argentina, muchas autopartistas estaban en una situación
económica - financiera no deseable, los proveedores externos no confiaban,
por lo que se les hacía casi imposible seguir importando tales piezas, debido a
la escalada del dólar. De manera que Ford tuvo que hacerse cargo de la
importación de la pieza, para luego entregársela al proveedor y que éste la
modifique, llegando así al componente necesitado por la automotriz.
Nacionalización:
22
Se intensificó la entrega a proveedores locales de piezas importadas
directamente por Ford, para que estos estudien y vean la posibilidad de
producirlas en sus fábricas. De manera que se bajarían los costos, y se
beneficiaría a empresas nacionales con la futura producción de estas piezas en
el país. Recordamos que este estudio llevará tiempo, ya que las piezas tienen
muchas especificaciones, y en el caso de que el proveedor local decida
producirlas, llevaría previamente una serie de comprobaciones y estudios en la
planta de Ford.
Amortiguación de la devaluación de los automóviles importados:
Ford, aparte de producir en la Argentina ciertos modelos de autos, importa
otros desde Europa, Brasil y otros países.
Estos automóviles con la devaluación prácticamente se hicieron inaccesibles si
miramos desde el costo en dólares, de manera que se trató de amortiguar el
impacto de la devaluación, aumentando en casi igual medida los precios de las
unidades importadas con las de producción nacional, que si bien tienen piezas
importadas no se justificaba en gran medida este aumento.
23
Capítulo 5: LA INFLACIÓN Y LOS ESTADOS CONTABLES
En un contexto de inflación – deflación, los Estados Contables deben
expresarse en moneda de poder adquisitivo de la fecha a la cual corresponden.
De manera que queden expresados en moneda homogénea.
En un contexto de estabilidad monetaria, se utilizarán como moneda
homogénea a la moneda nominal, ya que se cumple la exigencia legal de
confeccionar los Estados en moneda constante.
Se considera que hay inflación cuando ocurren algunos hechos que la
ponen en evidencia, como por ejemplo:
- Corrección generalizada de precios.
- Los fondos en moneda argentina se invierten para no perder valor
adquisitivo.
- La brecha entre la tasa de interés de la moneda del país y otra extranjera es
muy significativa.
- La población en general prefiere conservar su patrimonio en activos no
monetarios. Activos y pasivos monetarios: son bienes que representan un
número fijo de unidades monetarias. Por ejemplo: dinero, cuentas por
cobrar / pagar.
Los no monetarios no representan un número fijo, por ejemplo propiedades,
equipos, inventarios.
- La población en general juzga o expresa los valores según cantidades
monetarias en otra moneda.
Desde 1971 se aconsejaba realizar ajustes integrales, para evitar la
distorsión que se producía y lo que es mas grave, los efectos económicos que
provocaba la falta de ajuste a los resultados. Esta falta de ajuste facilitaba la
distribución de resultados que nunca existieron, perdiendo la entidad su capital,
si distribuía resultados inciertos.
En 1972 se consideró que la inflación constituía un fenómeno económico
permanente, y resultaba conveniente contar con una norma legal de aplicación,
dictándose la ley de actualización contable (Ley 19742)
Las normas tenían como fin realizar ajustes parciales a los estados
contables.
La RT6 tiene como objetivo el cálculo del REI (resultados x exposición a la
inflación) proveniente de tenencia de rubros no monetarios que están
expuestos al incremento relativo de los precios, utilizando el Índice Nivel
General de precios mayoristas.
El decreto 316/95 prohíbe a los organismos de control aceptar balances
ajustados por inflación.
La RT10 establecía criterios de medición, de manera que no se ocupaba
de la corrección de la información. Sin embargo su aplicación dependía
previamente de que los estados contables se encuentren confeccionados en
24
moneda homogénea. Fija criterios de medición, satisfaciendo el modelo de
valores corrientes, por lo que se permite reconocer resultados por tenencia.
Fue modificada por la RT 12, y ambas, la RT 10 y 12 fueron modificadas por la
TR 16 y 17.
RT16 elimina el requisito de establecer el modelo de valores corrientes, y
deroga la resolución N° 140/96 que mencionaba que si la inflación no era
superior al 8% no se debían ajustar los estados contables.
RT17 estableció criterios de medición general y particular. Se menciona
que: Se debe ajustar y luego convertir, para el caso de mostrar los estados
contables en otra moneda. De esta manera se calcula la inflación en la
moneda de origen a la fecha del informe. Luego se ajusta según la moneda
extranjera de acuerdo al tipo de cambio a la fecha del informe.
La resolución de mesa directiva N° 1/02 (16-01-02) declaró la norma para
preparación de estados contables por períodos intermedios o anuales cerrados
hasta el 31-12-01.
Los activos y pasivos serán valuados al cambio vigente a la última fecha, un
peso igual a un dólar, donde estaba vigente la convertibilidad. Los efectos de
la devaluación se podrán exponer en nota especial.
Los estados de resultados de las empresas que posean bienes
importados en sus inventarios reflejarán un resultado positivo ya que estos
bienes importados son valuados a costo de reposición, por lo que su valor
aumentará de acuerdo al tipo de cambio. Esto será así siempre y cuando
dichas empresas no posean pasivos en dólares (no pesificados) por un monto
equivalente al total del inventario en bienes importados, en cuyo caso el
resultado positivo quedará neutralizado.
25
Conclusiones
La pregunta es por qué el FMI no nos financió más?
Pueden ser varias las razones, como por ejemplo:
1) Que vieron realmente que la Argentina no iba a poder devolver ni los
intereses de la deuda que se contrajo.
Pero, recién ahora se dieron cuenta de eso? Hace tiempo que la Argentina no
genera los recursos para autofinanciarse, y tampoco es reciente la dirigencia
corrupta que no dejó de llenarse los bolsillos con los negociados del gobierno
de turno y las privatizaciones efectuadas a costa del sufrimiento del pueblo. Las
empresas públicas se vendieron porque supuestamente trabajaban a pérdida.
Cuando se privatizaron, algunas, además llevaron un subsidio del Estado, por
lo que estas empresas fueron un mina de plata, y siguieron generando pérdidas
al Estado (ahora formalizadas en subsidios). La paradoja es cómo estas
empresas a mano del Estado tenían déficit, y cuando son manejadas por
empresas privadas daban unos resultados positivos increíbles.
El problema de las empresas es que al estar en manos del Estado, tenían una
plataforma política donde muchos funcionarios llevaban a cabo verdaderas
aberraciones en cuanto a negociados, y con una superpoblación de Gerentes,
Directores y empleados que hacían que todo esto fuera insostenible. Además
hubo un plan de desprestigio hacia estas empresas públicas, para justificar la
privatización y que los gobernantes realicen los negociados que hicieron.
Si estuviéramos en un país serio, donde la justicia es autónoma, no corrupta y
cómplice como la que hay en nuestro país, estos actos de corrupción hubiesen
sido castigados y por lo menos no hubiesen quedado impunes. Estamos en
una sociedad enferma, donde el problema no son las personas que gobiernan,
sino el sistema y la sociedad que formamos. Esto es un problema de fondo, no
depende de las personas, en menos de un mes tuvimos cuatro presidentes, ya
no suena ningún nombre como salvador, el problema, repito es de fondo, todo
dirigente que sube al poder, lo hace por amiguismos, clientelismos, los propios
periodistas y los medios de comunicación ayudan a elevar o a defenestrar a un
político. Las personas que suben al poder son corruptas, sino no pueden llegar,
o la propia mafia interna los obliga o a unirse a ellos, o a renunciar.
Creo, entonces, que esta primera alternativa no es la respuesta adecuada a la
pregunta formulada.
2) Otra alternativa es que se cansaron de la corrupción y de prestar
dinero para que algunos pocos llenen sus cuentas bancarias en detrimento de
un Estado más pobre, endeudado, con menores recursos y con más gastos.
Hace años que esto está sucediendo, por lo que considero que esto tampoco
es lo que definió la postura del FMI en cuanto a “cortarle el chorro” a la
Argentina.
26
3) Puede ser que lo hagan como escarmiento, para dar el ejemplo al
resto de las naciones deudoras, de que aquél que le da la espalda y no cumple
con sus “sugerencias” o demandas va tener un porvenir similar al presente de
la Argentina.
No descarto esta alternativa. Evidentemente, el cambio de signo político en el
gobierno de los EE.UU. implicó un viraje en sus políticas hacia el exterior.
Mientras la administración demócrata del Presidente Clinton, de orientación
socialdemócrata, propiciaba los salvatajes financieros y la intervención activa
en las crisis económicas nacionales, como sucedió con México y Rusia, por
citar sólo dos ejemplos, claramente el gobierno del Presidente Bush, ha
adoptado la política de dejar que las crisis se produzcan, y lamentablemente, la
Argentina “eligió” un pésimo momento para declararse en crisis. Los principales
funcionarios del gobierno republicano y sus representantes ante el Fondo
Monetario Internacional, especialmente Paul O’Neill (Secretario del Tesoro) y
Anne Krueger (segunda en la línea sucesoria para la conducción del FMI), han
expresado claramente su lisa y llana oposición a la anterior política de
salvatajes financieros. En este sentido es ya célebre la frase de O’Neill según
la cual los plomeros y carpinteros norteamericanos no tienen porqué pagar los
platos rotos por dirigentes corruptos e ineficientes de terceros países.
Volviendo a la mala suerte de nuestro país, su crisis se instaló justamente en el
peor momento ideológico. El contexto político mundial se ha inclinado en los
últimos dos años hacia la derecha, como lo demuestran el triunfo republicano y
las recientes elecciones en distintos países europeos, comenzando por
Francia. De esta forma, incluso los administradores socialdemócratas, como el
Primer Ministro británico o el canciller alemán, se han inclinado hacia política
más duras.
4) Otras razones pueden estar del lado de la política más que de lo
económico.
Algunas teorías conspirativas sostienen que el Gobierno de los Estados Unidos
quiere implantar un base misilística en nuestro país o en la Antártida, y hasta
que no les demos los territorios y el consentimiento para hacerlo no vamos a
tener la ayuda financiera.
Esto suena medio descabellado, pero al mismo tiempo, un par de meses atrás
se hicieron encuestas en el sur del país preguntando si estarían de acuerdo en
vender parte de la Antártida o una provincia para pagar la deuda externa.
5) También podemos mencionar a las teorías que ponen énfasis en los
intereses comerciales de los Estados Unidos.
Según estas posturas, Estados Unidos venía perdiendo la batalla comercial con
Europa en la Argentina. Por un lado, las empresas privatizadas quedaron
abrumadoramente en manos de compañías europeas. Esto fue así tanto en los
rubros energéticos (energía eléctrica, petróleo, gas, etc.), como también en
transporte y telecomunicaciones (telefónicas, aerolíneas). Con la devaluación,
que, recordemos, era sugerida por el FMI desde bastante antes de la asunción
de Duhalde, los activos de estas empresas, así como también los de las
empresas de capital nacional, se ven licuados o disminuidos en su valor,
mientras sus pasivos con acreedores externos, al mantener sus valores
constantes, se tornan, en ciertos casos impagables. De esta forma, las
27
empresas se ven estranguladas, y sus propietarios (o accionistas) actuales,
obligados a desprenderse de ellas por valores muy inferiores a los que
corresponderían. Los sostenedores de esta teoría argumentan que no es
casual que una de las mayores exigencias del FMI tenga que ver con la
modificación de la Ley de Quiebras con el fin de que los acreedores de la
empresa en concurso puedan hacerse cargo de la misma, cuando ésta se
encuentre en cesación de pagos irreversible.
Todas estas razones pueden tener algo de cierto, incluso otras que
desconocemos, no sabemos cuál de todas es la que predomina.
Teorías inflacionarias en el Ejemplo Argentino.
Algunas de las teorías mencionadas en este trabajo, evidentemente no
concuerdan con la realidad de nuestro país.
La teoría keynesiana que se refiere a la inflación de demanda, que se
asienta en una expansión de la demanda general de bienes y servicios (en
relación con su oferta), asume implícitamente que recesión e inflación se
excluyen. Esto no ha ocurrido en la Argentina de fines de los ochenta, y mucho
menos en la actual que, al borde de la depresión económica lisa y llana,
muestra una creciente inflación en los últimos meses. Inflación y recesión se
vienen profundizando (juntas) en lo que va del año, como lo demuestran los
índices de la primera (2,3% en enero, 3,1% en febrero, 4% en marzo y
aproximadamente 10% en abril) y los de la segunda (caída del PBI, del ingreso,
la inversión y la recaudación fiscal, y crecimiento del desempleo).
Por su parte, nada más alejado de la Curva de Philips, que nuestra
realidad socio-económica. Recordemos que esta teoría sostiene que, a mayor
inflación, menor desempleo. El desempleo en la Argentina creció durante toda
la década del ochenta (cuando todavía no alcanzaba los dos dígitos) a pesar
de haber sido la década inflacionaria por excelencia. Por otra parte, en la
situación actual, la creciente inflación no ha demostrado tener influencia alguna
en una caída de la desocupación, por el contrario las estadísticas cuenta en
decenas de miles los empleos perdidos desde comienzos de año.
Evidentemente, la influencia de terceros factores (crédito, inversión, confianza,
crecimiento económico) en la desocupación es mucho más decisiva que la de
la inflación (si es que existe alguna influencia en este último caso).
La industria en la Argentina.
Si bien la industria está muy vapuleada, ahora empieza un período en el
que se tornará muy importante el progreso y la visión que tengan los
empresarios.
La sobrevaluación del peso trajo consigo la dificultad para exportar. Ahora con
la devaluación de la moneda nacional respecto del dólar, se abre la posibilidad
no sólo de producir en el país los bienes traídos anteriormente desde el exterior
28
(que se hacen imposible seguir realizando desde el punto de visto del costo), si
no la posibilidad de producir bienes y exportarlos.
Pero hay varios problemas al respeto, primero, la desconfianza hacia las
medidas a tomar por el gobierno (por ejemplo, las retenciones a las
exportaciones), segundo, la recesión reinante en el país, y luego, los repetido
cierres de comercios e industrias.
Además, la gente sacó todos los ahorros que pudieron de los bancos, por
lo que el sistema bancario está herido y va a pasar mucho tiempo para que se
vuelva a confiar en ellos, por lo que también está cerrado el crédito y las
inversiones son casi nulas. Esta situación va a tardar en cambiar, por lo que es
difícil una reactivación de la industria y de la producción.
En síntesis, así como el desmantelamiento de la industria nacional llevó su
tiempo, la recuperación de la misma va a ser doblemente más larga. Por un
lado, una industria no se levanta de la noche a la mañana, por otro lado,
existen imposibilidades u obstáculos técnicos, y hasta burocráticos, como lo
demuestra el ejemplo de Ford al que hicimos referencia. En tercer lugar, las
exportaciones no pueden llevarse a cabo sin una política de financiamiento de
las mismas, la cual es hoy inexistente en nuestro país. Por último, todo esto
está subordinado al nivel de confianza existente en la sociedad y su economía.
En desconfianza no hay inversiones, mucho menos productivas, no se asumen
riesgos, las tasas de interés se elevan a niveles prohibitivos o directamente
desaparece la oferta de crédito (como ocurre actualmente), la fuga de capitales
es creciente provocando una fuerte iliquidez en el país.
29
Bibliografía
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-
Instrumental para el estudio de la economía argentina (1996)
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-
Revista La Ley. Ajuste por inflación (2002)
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Que pasa con la economía argentina (2000)
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El espejismo de la Convertibilidad (2000)
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-
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Fundación de Investigación económica latinoamericana
-
Diario Clarín
-
Diario La Nación
-
Diario Página 12
30
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