La consolidación del Estado como ogro filantrópico

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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / 1era. quincena de julio 2014 / Nº 146 / Bs 10
Coincidencias programáticas del gobierno y la oposición
La consolidación del Estado como ogro filantrópico
Tapir o Anta
Artista invitado: Mileniusz Spanowicz.
Contrapuntos
Memoria
Artes y libros
Filemón Escóbar:
Semblanzas para un tiempo a medias:
¿Por qué escribo?, 4-5
Guillermo Delgado P.
De Enron a Evo:
Gas, ecología y derechos indígenas, 6-7
Mario Muchnik:
Memorias sobre la autenticidad, 7
Juan Antonio Morales:
Democracia y desarrollo económico, 8
Fernando Mires:
La mordida de Luis Suárez, Inmanuel Kant
y el Neo-Macarrismo de la FIFA, 9
Óscar Cerruto (inédito):
“Escribí Aluvión de fuego porque estaba solo
y me sobraba el tiempo”, 10-11
Arnaldo Córdova:
Lo bueno y lo malo en la política:
Maquiavelo, Kant, Gramsci, 12-13
Alfonso Gumucio Dagron:
La mirada amorosa de Mileniusz Spanowicz, 16
Plural editores:
Sobre la Biblioteca del Bicentenario, 17
Ana Rebeca Prada:
Venus, 17
Lucía Querejazu Escobari:
Hacia una ortografía de la imagen colonial, 18
Luis H. Antezana:
¿Cuáles son las 10 mejores novelas
de la literatura boliviana?, 19
Ulrich Beck:
La brasileñización de Occidente, 20
Debate
Alejandra Ramírez S.:
¿Para qué sirve la U. en Bolivia?, 14
Patricia Flores Palacios:
El beso de las Mujeres Creando, 15
Más novedades / julio
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/3
editorial
Julio 2014 / Nº 146
La reproducción del ogro filantrópico
U
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n examen preliminar de la oferta programática de los partidos que competirán en estas elecciones generales muestra
que la idea –y las conductas e intereses asociados a esa idea–
del Estado como el dueño de las riquezas y gran benefactor de la
sociedad es compartida por oficialistas y opositores.
A lo largo de los nueve años de gobierno del MAS se ha
consolidado en el imaginario
colectivo la función del Estado
como el “preste” o el filántropo que distribuye los recursos
públicos mediante un sistema
de transferencias y donaciones
destinado a ampliar su base de
sustentación social, crear una
clientela electoral permanente
y un sistema de premios y castigos de gran eficacia política.
Aunque esa función atribuida al Estado no es nueva
en nuestra historia –está en la
médula del nacionalismo revolucionario– y es común a la mayoría de los países “en vías de
desarrollo”, no hay duda de que el gobierno del MAS, que ha
dispuesto de mayores recursos que cualquiera de los gobiernos
precedentes, ha llevado la redistribución discrecional de recursos
públicos a grados antes desconocidos.
Mezcla de capitalismo de camarilla, de patrimonialismo exacerbado y de extractivismo sin límites, el modelo heredado por el
MAS y ajustado a su proyecto de poder no parece tener alternativas
a la vista. No en estas elecciones, a juzgar por la oferta programática y la dispersión de las principales fuerzas de la oposición que
prometen administrar mejor –con menos corrupción, con mayor
eficiencia– el Estado corporativo y el capitalismo estatal.
Por ello, no sorprende que el gobierno y la oposición compitan en la oferta de grandes obras públicas, de bonos y transferencias directas, de diversos regalos a sus clientelas electorales, todo
con los recursos fiscales originados en la explotación irracional de
los recursos naturales. Satélites, estadios, CITES, barrios de verdad, bonos, represas, hospitales y escuelas, nuevas empresas estatales, almuerzo escolar… la lista es amplia y generosa. Nadie
puede superar en este torneo a Evo Morales que actúa desde el
inicio de sus dos gobiernos como el “preste”, confundiendo su
función de jefe de Estado con la de alcalde de Bolivia. Su programa Evo Cumple es emblemático de esta función: dispone de
los bienes públicos como si fuesen de su propiedad, entregando obras y donaciones todos los días. Además del teleférico y
del satélite, están los dos aguinaldos, las canchas deportivas, el
regalo de vagonetas, volquetas,
hoteles, empleos públicos, maquinaria, y un largo etc.
Esta función estatal consolida la figura del “ogro filantrópico” con la que Octavio
Paz describió un tipo de Estado
moderno, mezcla de despotismo político y patrimonialismo económico, que no genera
desarrollo ni ciudadanía, sino
clientelas y dependencia económica.
El Estado patrimonialista
Águila arpía - Mileniusz Spanowicz.
fue descrito por Paz en unos
términos que se aplican perfectamente a Bolivia: “En un régimen de ese tipo el jefe de Gobierno –el Príncipe o el Presidente– considera al Estado como su patrimonio personal. Por
tal razón, el cuerpo de los funcionarios y empleados gubernamentales, de los ministros a los ujieres y de los magistrados
y senadores a los porteros, lejos de constituir una burocracia
impersonal, forman una gran familia política ligada por vínculos de parentesco, amistad, compadrazgo, paisanaje y otros factores de orden personal. El patrimonialismo es la vida privada
incrustada en la vida pública”.
Octavio Paz observó la manera en la que el Estado así
concebido se reproduce como una maquinaria que cobra vida
propia y cuyo brazo político, el partido de Estado, impone hegemónicamente al resto de la sociedad y del sistema político
unas reglas de juego y un sentido común de los que es difícil
desprenderse. Bolivia no es una excepción. Todo lo contrario,
ha demostrado ser en esto más eficaz que sus socios del ALBA,
que comparten con el MAS la voluntad de unificar el Estado, la
sociedad, el partido y el caudillo en una sola entidad administrada patrimonialmente.
La pedagogía democrática
L
a democracia constituye el horizonte de la presente época. La realización periódica de elecciones es un
requisito necesario, pero no suficiente
de la democracia. Para que los ciudadanos ejerzan en libertad su derecho a
elegir a los gobernantes y legisladores
son necesarias instituciones arbitrales
independientes y un conjunto de regulaciones específicas respecto de las organizaciones políticas habilitadas para buscar
la preferencia de los electores. Pero además resulta conveniente que la ejecución
de las campañas proselitistas, la emisión
del voto y el conteo correspondiente,
contribuyan al establecimiento de una
cultura democrática cada vez más arraigada en la ciudadanía.
Como se sabe, las elecciones del
próximo octubre carecen de muchos requisitos imprescindibles, y sin embargo
nada hace pensar que en los próximos
meses se subsanarán las asimetrías más
flagrantes entre los cinco partidos regis-
trados formalmente en el Tribunal Supremo Electoral.
Ello no obstante, conviene recordar que además de las organizaciones
partidarias también existen otras instituciones cuyo concurso podría coadyuvar a que en las elecciones venideras no
sólo se elija al binomio presidencial y los
miembros de la Asamblea Legislativa,
sino que se logren avances también en lo
que hace a la participación de la sociedad
civil en el seguimiento electoral.
Un gesto democrático por parte de
las autoridades en turno consistiría en
facilitar el accionar de plataformas independientes organizadas expresamente
para tal efecto, lo cual podría complementarse con disposiciones equitativas
en cuanto al acceso de los distintos partidos a los medios de comunicación, en
particular a los medios estatales.
Bajo tales condiciones, se podría
lograr que la ciudadanía tenga la información suficiente para definir su opción
electoral, en función de un cotejo adecuado de los programas de los partidos
y sus candidatos. De lo que se conoce
hasta ahora, dichos programas no contienen grandes novedades, distintas de
la distribución focalizada de mayores recursos financieros o del acceso ampliado
a los distintos servicios públicos.
Un debate bien organizado entre
los candidatos en los diferentes niveles y ámbitos de representación podría
profundizar significativamente en los
contenidos programáticos, los recursos
previstos y la manera concreta de llevarlos a cabo.
Si se considera que en estas elecciones se incorporará un número relevante
de jóvenes que ejercerán sus derechos
electorales por primera vez, resulta de
la mayor importancia que esta nueva cohorte de ciudadanos cuente, a pesar de
todo, con condiciones apropiadas para
su primer ejercicio de pedagogía democrática.
4/
contrapuntos
Julio 2014 / Nº 146
Semblanzas para un tiempo a medias
Filemón Escóbar*
Reunimos aquí algunos sabrosos fragmentos de Semblanzas, el nuevo libro de Filemón Escóbar. En ellos, Escóbar señala las razones que lo
llevaron a la escritura, describe su decepción con la nueva minería de cooperativistas, que llama “oligárquica”, y, finalmente, ofrece el retrato
de tres históricos líderes de la izquierda minera: Guillermo Lora, Juan Lechín y Simón Reyes. Cerramos esta selección con una anécdota
sobre los orígenes filo-troskistas del Che Guevara.
1. ¿Por qué escribo?
Hoy en día vivimos el tiempo de los medios
hombres, medias almas,
medios revolucionarios; regatean las ideas
y los precios, sirven a Dios y trafican con el
diablo, fueron dictadores o “guerrilleros”,
y son ahora demócratas y “dignatarios”.
André Malraux
Malraux tenía razón, hace tantos años
vivimos el tiempo del desprecio, del olvido, la ingratitud y del acomodo cínico
y personal. Pero parafraseando a Josefina Suárez Serrano, biógrafa de Juan Jacobo Rousseau: yo no escribo por oficio
como la gente de letras, nunca he escrito
“más que por pasión”. He sido minero y gracias a las dirigencias sindicales,
apresamientos, confinaciones, encarcelamientos, deportaciones, etc. no he
terminado con silicosis, aunque me la
detectaron en mínimo grado; y mi vida
se ha prolongado. Debo manifestar que
mis compañeros de trabajo, mis compañeros de lucha tanto como dirigentes y
camaradas de partido, mis compañeros
de cárcel durante el gobierno de Barrientos casi todos están muertos. Los
que marcharon conmigo en “La Marcha
por la Vida”: Simón Reyes, Pablito Rocha y tantos compañeros que sería largo
enumerar, ya no están con nosotros. Somos muy pocos los que quedamos de la
época gloriosa de las minas. Esto me lleva a escribir sobre lo que me atormenta
en las noches de insomnio, el recuerdo
de mis compañeros, la muerte trágica de
hombres tan valientes y tan valiosos.
No puede quedar en el olvido la vida
heroica de César Lora, Isaac Camacho,
Irineo Pimentel, Federico Escóbar, Domitila Chungara; la influencia política y
sindical de Guillermo Lora, Juan Lechín,
Simón Reyes, Víctor López. La contribución a la minería boliviana de Marcelino Jofré, Boris Yaksic, Oscar Dávila.
Cómo no recordar a Marcelo Quiroga
Santa Cruz, hombre de mucha valía y
coraje, excelente orador, cuya pérdida fue
irreparable. De amigos entrañables como
Joseph Mirtenbaum, que me condujo a
la senda de los indígenas allá por el año
1990 en San Lorenzo de Moxos, donde
se acordó la primera marcha “por el Territorio y la Dignidad”, nombre sugerido
por Jossy y aceptada por la asamblea de
San Lorenzo de Moxos. Nombro a Car* Dirigente sindical minero.
Fundador del MAS.
los Mesa porque lo considero un gran demócrata, su distanciamiento de Sánchez
de Lozada y su arribo como presidente ha
sido de vital importancia para la caída de
los partidos neoliberales.
Estoy próximo a ser octogenario,
pero todavía puedo captar la atmósfera en la que estamos viviendo. Pueden
tacharme de loco porque he perdido el
miedo no sólo ahora, siempre, de decir
las cosas por su nombre y de frente con
toda franqueza, sin tapujos, ya sea en
gobiernos dictatoriales, neoliberales o
durante “este proceso de cambio que no
cambia nada”. Y muchas veces actúo impulsivamente, y por esto me han tachado
de “viejo chocho” los que se colaron en
este gobierno, como es el caso de los Linera, Quintana, Romero, Arce, Sánchez
etc., etc., que no tienen trayectoria política que contar salvo su servilismo a los
gobiernos dictatoriales y neoliberales. O
fueron guerrilleros de escritorio.
Recurro a mi memoria sobre lo que
conozco respecto a las minas y sobre los
personajes que más me han impresionado en mi larga trayectoria de mi vida
como minero, dirigente sindical y político. Mi mayor deseo es que se mantenga
vivo el recuerdo de las luchas, la tradición y la historia del centro minero más
importante de Bolivia en el Siglo XX,
que así se llamó a esta mina que tuvo una
vida heroica, trágica y a la vez grandiosa.
2. La nueva oligarquía minera
Allí donde no existe disciplina filosófica, el
pensamiento baja de nivel,
se extravía en concepciones arbitrarias,
extrañas supersticiones
aparecen sin control y el fanatismo florece
en todas sus formas,
con todas sus estrecheces y con todas sus
violencias.
Guillermo Francovich
El pensamiento ideológico del MAS fue
escrito en el año 2002, exactamente en el
mes de diciembre. Han pasado 12 años,
en los cuales ese pensamiento ideológico no sólo ha sufrido una revisión, sino
su total reformulación. (Hasta la propia
Amalia Pando, que otrora fue de Vanguardia Obrera, se identificó con Evo
hasta las plantas de sus pies, no sé si sigue, aunque ella es muy inteligente para
secundar la farsa y el falso indigenismo de
izquierda que se encaramó en el poder).
Y, con facilidad asombrosa, a organizaciones de larga tradición de lucha –como
fue la Federación de Mineros y la COB–
Evo las convierte en sus fieles sirvientes.
A los casi 10 años del gobierno de
Evo, los cooperativistas antes que mineros son destructores de la minería. Se
han convertido en la “nueva oligarquía”
en la zona occidental del país y han empobrecido a los departamentos de Potosí
y Oruro mucho más que en la época de
la Colonia y la República. Me explico.
En tiempo de los magnates, primero de la plata y luego del estaño, se
construyeron los ferrocarriles y Patiño
terminó el tramo Machacamarca-Uncía.
En sus campamentos se dotó de energía eléctrica, de una vivienda, de baños
públicos, de una extraordinaria pulpería
barata, sin que falte ningún artículo y
menos una libra de coca. El trabajo estaba asegurado, la educación del más alto
nivel con los mejores alumnos de las Escuelas Normales de Sucre y de La Paz
como profesores.
En tiempos de la COMIBOL, el
hospital de Catavi poseía una enorme
infraestructura, además de enfermeras
de alta calidad; no debemos olvidar que
la Escuela de Enfermeras de Catavi estaba entre las más importantes de América Latina. Se contrataba a los mejores
médicos en las diferentes especialidades.
En la sala de operaciones se contaba con
la tecnología de punta de ese periodo.
La farmacia cubría todas las necesidades de salud no sólo del hospitalizado,
sino de toda la familia del trabajador.
La mortalidad infantil y materna era la
más baja de América Latina, incluyendo
a Cuba. La Federación de Mineros garantizaba la seguridad en el trabajo y fue
más allá de garantizar por muchos años
más la producción minera; logró la gran
conquista de los hornos de fundición de
Vinto. Otro logro fue la concentración
de los minerales de baja ley en la Palca
(Potosí) para la exportación y se logró
la fundición de la plata y el plomo en la
zona de Carachipampa que hasta ahora
sigue paralizada.
A 10 años de Evo, los cooperativistas mineros, hijos legítimos del 21060 de
Sánchez de Lozada, han emprobrecido
Potosí y Oruro. No existe salud y menos
educación, no existe trabajo estable. No
funciona Carachipampa, no funciona la
Palca de Potosí. Los cooperativistas mineros son unos asesinos de la historia de
la minería, porque Potosí y Oruro sólo
pueden sobrevivir con empresas privadas o estatales, pero en ningún caso con
el empirismo de los cooperativistas.
3. Tres retratos y una anécdota
Retrato de Guillermo Lora
No fue fundador del POR e intentó por
todos los medios descartar a Tristán Maroff como el fundador del trotskismo y
atribuir sólo a Aguirre Gainsborg ese
privilegio. Tampoco alcanzó a construir
un partido realmente bolchevique, la organización de los “troskos”, y sólo alcanzó a tener células de obreros en algunos
sindicatos, en particular en la mina de
Siglo XX. Desde el punto de vista ideológico, su pasión era reeditar la revolución de octubre de la vieja Rusia en la
Bolivia altiplánica. La Tesis de Pulacayo,
que es una copia del Programa de Transición de Trotsky, así lo confirma.
Lora nos ha legado una voluminosa
historia del movimiento obrero intentando explicar los acontecimientos a la
luz de los principios del marxismo, del
leninismo y del trotskismo. Por ejemplo,
contiene innumerables páginas que tratan de explicar su “repulsión” hacia don
Juan Lechín. Y dice cosas contra Federico Escóbar y contra el propio Irineo
Pimentel. En el caso de Lechín, lo llama “traidor”. En sus obras denominadas
“Completas”, en la página 99, dice de
Lechín: “Es la voz popular del momento. Los muros de la ciudad han gritado:
¡Lechín traidor!, que expresa el repudio
de todo el pueblo a quien se ha convertido en instrumento del imperialismo”.
A mi persona simplemente me ignoró
por las divergencias que tuvimos ya en
la Asamblea Popular y, posteriormente,
el año 1973. De hecho, me borró de su
Historia del movimiento obrero.
En los 60 volúmenes que dejó don
Guillermo, lo que queda claro es que el
que no estaba fundido con él, era ya detectado como su enemigo y, por lo tanto, enemigo del POR. Con mucha facilidad expulsaba a los militantes, aunque
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contrapuntos
se tratara­de valiosos cuadros. Era muy
duro en sus críticas. En sus escritos, que
son cientos y cientos de páginas, enarbola la siguiente pieza: “En este 9 de abril
declaramos que seguiremos luchando
tenazmente hasta arrancar la revolución
de las garras del movimientismo”. Eso
no ocurrió hasta su muerte.
Breve charla con Juan Lechín
Fue el año 1954 cuando en la plaza central de Oruro le estrechamos la mano a
don Juan Lechín mi compañero Jaime
Romero y yo. Una breve introducción
para hablar de este personaje que hizo
historia. Fue el dirigente minero más
acusado y calumniado, sobre todo, por
la misma izquierda y por su adversario
más temible, don Guillermo Lora y ni
qué decir de los políticos de turno. En
sus 60 o más tomos, Lora usa más de mil
frases para referirse a don Juan y no lo
baja de traidor, burócrata sindical y otras
sandeces típicas del estilo del lorismo.
A don Juan lo conocimos pues en
la plaza principal de Oruro, junto a otro
compañero del PCB, Jaime Romero, que
era de mi edad; éramos dos jovenzuelos
con sueños de conocer al hombre de
abril. Mi persona, Filippo, ganado a la
esfera del lorismo a nombre del trotskismo; por lo tanto, ya con una fuerte predisposición de crítica a Lechín; lo mismo
le ocurría a Jaime, es decir, mantenía la
crítica de los moscovitas a don Juan. En
la plaza le estrechamos la mano, pero por
“olfato” nos reconoce y antes de que nos
presentemos como dos mineros jóvenes
de la mina Siglo XX nos dice: “Ustedes
deben ser trotskistas o comunistas”. Con
Jaime cruzamos miradas y decimos: “¿Alguien le avisó?”. No, era el “olfato” de
don Juan y así fue durante toda su lucha
política y sindical: siempre se guió por el
“olfato”. Y nos contó lo siguiente:
Me parece bien su militancia, les van a
obligar a leer aunque el Lorita nunca
quiso hacer eso conmigo. ¡Ay Jaime!,
los del PC son herederos directos de los
colgadores de Villarroel, del PIR. Jaime, cuando se tiene ese tipo de padre
y de madre, los del PC van a terminar
Alkamari - Mileniusz Spanowicz.
siempre traicionando. Para mí Lora es
disciplinado, lee bastante, pero es terriblemente sectario, él se marginó de la
Federación de Mineros por supuestas
diferencias. ¿Saben cuál es la verdad?: Yo
estuve con el fusil Máuser en las calles de
La Paz y el Lorita estaba ausente, no lo
vimos ni en Oruro y tampoco en La Paz.
Su ausencia en la lucha fue muy jodida
para Lora y eso no es culpa mía. La revolución triunfó el 11 de abril y el 17 de
abril fundamos la COB. Todos en el local
esperábamos, con mucha impaciencia,
la presencia de Guillermo. Ese día estuve con tres de sus ex camaradas, con
Ernesto Ayala Mercado, Edwin Moller
y Orlando Capriles, y mirando la puerta nos preguntábamos en qué momento
llegaba Lora; nunca apareció.
Simón Reyes, un auténtico
comunista
Este hombre aparece en la década
de los 60 como minero, en el seno de
los metalúrgicos de Potosí. Pero Simón
nació en Tarija, ¿cómo aparece entonces
de trabajador minero? Es probable que
cuando era muy joven haya conocido
a los famosos tarijeños Oscar Alfaro,
poeta, y a nuestro folklorista Nilo Soruco. Ya ganado a la causa del Partido
Comunista de Bolivia, han influido sobre Simón para que se traslade a Potosí
e ingrese a la mina con el objetivo de
construir la vanguardia del proletariado
por la vía del Partido Comunista.
En Potosí, el caudillo del partido
era Abelardo Villalpando, acompañado
por Gualberto Pedrazas. En sus escritos,
Guillermo Lora hace referencia a los
dos líderes, primero del PIR y luego del
PCB. En el texto “¡No olvidar Potosí!
Crímenes del stalinismo”, anota:
La masacre fue planeada y ejecutada
por Gualberto Pedrazas, Prefecto del
departamento, Abelardo Villalpando,
Rector de la Universidad Tomás Frías
y otros connotados stalinistas. Así comenzó la masacre, en la que cayeron
300 trabajadores; el crimen fue deliberadamente provocado por el stalinismo, que buscaba escarmentar a los
mineros por el repudio que mostraban
a su política pro-rosquera.
Simón, por su estatura, era extraño al
potosino; ingresar a la bocamina con semejante estatura era irónico. En cada paso
tenía que cuidar su cabeza; pero, a pesar
de todo, su guardatojo chocaba siempre
con la roca. Por su estatura, Simón se hizo
conocer con los mineros del Cerro Rico.
Tengo la información de que él no alcanzó a trabajar en contrato, no pasó de un
mal carrero, esta es su gran diferencia con
César Lora e Isaac Camacho; tampoco
venía de la escuela pirista, otra diferencia
con Federico Escóbar e Irineo Pimentel;
tampoco participó en las jornadas de abril
y nada tuvo que ver con la fundación de la
COB, seguro que era muy jovenzuelo.
Simón aparece en Potosí acompañado de un partido relativamente fuerte:
el PIR, que era una potencia política antes de abril. La mayoría de esa militancia
se vistió de comunista de la nueva era.
Su vertiginoso ascenso al sindicato Metalurgista de Potosí se debe, no a méritos propios, sino al poder de organización partidista. Simón no construye el
partido, es el partido que lo transforma
en dirigente minero y desde esa situación ascenderá desde los metalurgistas a
la dirección de la Federación de Mineros en el VIII Congreso.
Simón Reyes fue un paladín de la
defensa de las coyunturas democráticas;
sin embargo, estaba muy lejos de Juan
Lechín y de los dirigentes que le pisaban los talones a don Juan, como Irineo
Pimentel, Federico Escóbar, César Lora
e Isaac Camacho. Estos cuatro últimos
eran la representación viva de los mineros de Siglo XX y Catavi. Simón había
llegado de Tarija y se convierte en minero en la ciudad de Potosí.
“El Che era trotskista”
Estábamos cercados en Calamarca. La
primera noche dormimos sobre unos
cueros de oveja que nos facilitaron los del
pueblo. Y le pregunté a Simón Reyes:
–Si los mineros intentan romper
el bloqueo, ¿qué va a pasar con nosotros? Tengo el temor de que nos pueden
“blanquear”.
–Sí, también pienso sobre eso –me
respondió–. Mañana, en la asamblea tenemos que actuar juntos, oponiéndonos a
todo intento de romper el bloqueo. Hay
orden de disparar por aire y tierra. Debemos evitar una nueva masacre. Pero si la
rabia de los mineros nos impone enfrentar al bloqueo, no tenemos otro camino
que encabezar y en esos instantes podemos caer. Sí, todo eso puede pasar.
Y luego añadió:
–Quiero hacerte una confesión. Si
salimos con vida de esto, no se lo cuentes
a nadie hasta que yo muera. Filippo, toma
debida nota, se trata del Che Guevara.
Por informaciones que tiene el partido y
todos los partidos comunistas, incluidos
los de la URSS, el Che fue alumno del
hermano mayor de Arturo Frondizi, que
tenía formación trotskista. Por eso todos
nosotros desconfiamos del Che. La razón
fundamental es que Trotsky se declaró
enemigo de la URSS antes que de Stalin y
por esa posición antisoviética los troskos
sirven al imperio.
6/
contrapuntos
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De Enron a Evo: Gas, ecología y derechos indígenas
Guillermo Delgado P.*
Que las investigaciones sobre el país realizadas por académicos extranjeros lleguen más o menos en traducción simultánea al público nacional:
ese es un deseo siempre señalado. Pero la misión no es fácil porque depende del siempre escaso financiamiento. Cuando sucede, es un triunfo.
En esa perspectiva debemos ubicar el reciente libro de Derrick Hindery, De Enron a Evo. Las políticas del gasoducto, el ecologismo
global y los derechos indígenas en Bolivia que, en traducción del escritor Juan Cristóbal Mac Lean, aparecerá en Bolivia, pronto. Esta es
una primera reseña anticipatoria.
transnacionales (CTNs) y las dinámicas
regionales en esa franja del país, este texto
se inspira en una metodología interdisciplinaria del multi-sitio. El investigador
recurre a la etnografía, la ecología política,
el contexto neoliberal, las políticas del Estado, y las interacciones múltiples producidas por ONG, la banca internacional, los
derechos indígenas sancionados en la nueva Constitución del Estado plurinacional,
Brasil, y la Amazonía misma.
D
errick Hindery, con quien conversé brevemente después de
haber leído su libro, es un investigador persistente y tenaz, inspirado en su larga militancia en defensa
del medio ambiente. La cuita lo trajo a
Bolivia para entender con más precisión
la demanda que chiquitanos (población:
7.516) y ayoreos (población: 274) presentaron sobre la protección del Pantanal y
el Bosque Seco Chiquitano en el que se
proponía construir un gasoducto. Como
todo libro, éste llevó su tiempo, en este
caso, fácilmente diez años.
Ya todo el mundo es el centro
En el contexto de la globalización, ya
todo mundo antes aparentemente aislado y excluido es ahora “centro” afectado
por fuerzas glocales y esto es lo que Hindery analiza. El tema lo lleva a departir
sobre el territorio chiquitano y ayoreo
y a deconstruir el multi-sitio con una
perspectiva que yo llamaría braudeliana.
El análisis que el libro privilegia recoge los pormenores de las movilizaciones
indígenas de la Amazonía en relación a la
euforia neoextractivista, asociándola a las
fallas privatizantes del neoliberalismo, y
luego, al capitalismo de Estado o a la integración regional. El dilema “conservación
vs. desarrollo” queda como intríngulis del
problema que se transforma en litigio al
entrelazar el caso del TIPNIS, el gasoducto de Cuiabá, los intereses brasileros, Enron, Shell, y la lucha por la conservación
del legendario Bosque Seco Chiquitano y
el Pantanal.
El trabajo de campo lo condujo entre
1999-2000, además de visitar el área unas
ocho veces más. Para entender la enajenación de tierras, el neoextractivismo, las
El primer momento: el
neoliberalismo en acción
Dos momentos constitutivos aparecen:
la primera fase de la privatización neoliberal (1990-2000) y la segunda (20032014), que trae cambios imprevistos. En
el bosque seco chiquitano y el pantanal se
traslapan gasoductos e intereses privados
(gas, petróleo, minería, madereros, PETROBRAS, élites cruceñas) con derechos
indígenas, territorios ancestrales, conservación ecológica, provocando la pregunta: ¿cómo se re-producen las condiciones
sociales y del medio ambien­te, y cómo
todo ello se imbrica con las varias facetas
del capitalismo?
Para responder a la interrogante el
autor revisita el periodo neoliberal y encuentra discursos capciosos que afirman
que las corporaciones transnacionales
(CTNs) prometen sustituir a las moribundas compañías estatales, que éstas CTNs
protegerán mejor el medioambiente, que
aliviarán la pobreza, expandirán la producción, etc. El principal argumento de Hindery es que los esfuerzos coordinados del
Banco Mundial, el gobierno estadounidense, el boliviano-neoliberal, y las CTNs
(Shell, Petrobras) guiaron la privatización
de los hidrocarburos en el país, influyendo a los ambientalistas locales a adoptar
reformas neoliberales patrocinadas por el
gobierno (Sánchez de Lozada) que terminaron usurpando el control de recursos
naturales a chiquitanos y ayoreos.
En el primer periodo, según Hindery, con una retórica “progresista”, las
CTNs consiguieron la licencia ambiental
para el Proyecto Cuiabá con veinte millones de dólares dizque para favorecer
la conservación del medio ambiente. Ese
Proyecto, que constituía la construcción
de doscientos cincuenta kilómetros de
gasoducto, proponía en un conflictivo
plan de conservación, un cuestionable
programa de compensación de inevitables impactos negativos en la Chiquitanía, todo con el propósito de exportar gas
de San Miguel a Cuiabá. Enron ofreció
200 millones de dólares para financiar el
Proyecto Cuiabá, sin asumir la reforestación, esquivando los planes indígenas de
desarrollo e incidiendo indirectamente
en la destrucción de la biodiversidad del
habitat y los medios de vida de chiquitanos y ayoreos, un área de unos cien mil
kilómetros cuadrados. Los neoliberales
(Banco Mundial, gobierno estadounidense, Corporación de Inversión Privada,
Enron, y el ex-presidente Sánchez de Lozada) en su mayoría se lavaron las manos
de toda responsabilidad ulterior. Enron
poco después quebró. Naturalmente, los
excesos de esa primera fase de privatizaciones, como es sabido, fracasaron rotundamente al provocar la activa emergencia
de movimientos sociales que derrocaron
dos gobiernos neoliberales (Sánchez de
Lozada y Carlos Mesa).
Las paradojas del capitalismo
redistributivo o el segundo
momento
En la segunda fase (2005-2014) el presidente Evo Morales, con una estrategia
alternativa rechazó los principios previos
del neoliberalismo al instituir una forma
de capitalismo redistributivo de Estado.
Sin embargo, en ambas fases, arguye
Hindery, las reformas alentaron, paradojalmente, una expansión sin paralelos de
proyectos neoextractivistas de gas y petróleo con el consecuente impacto sobre
territorios indígenas, provocando la degradación de frágiles sistemas ecológicos.
Este estudio de caso del gasoducto
Cuiabá ofrece pistas para entender factores tales como la consulta, el consentimiento y la autodeterminación, sin mencionar la conservación, la intersección con
los intereses del Estado, las CTNs, y los
derechos indígenas sobre cuyos territorios
se ejecutan dichos planes. Sin embargo,
chiquitanos y ayoreos, lejos de ser pasivos
actores sociales, implementaron estrategias defensivas que desafían al Estado, a
las CTNs, a la banca internacional, y las
petroleras. Hindery sugiere que dichos
actores adoptan “un pragmatismo dinámico, es decir la flexibilidad en la toma
de decisiones, un acercamiento que tiene
consecuencias prácticas a la luz de las circunstancias cambiantes tanto socio-históricas como ecológicas”. En vez de ser marginados, chiquitanos y ayoreos reforzaron
su asertividad histórica al enfrentarse con
un conglomerado de inversores, demostrando el impacto negativo del gasoducto
sobre el medio ambiente y su destino colectivo como pueblos originarios.
Hindery sostiene que mientras la
Constitución del Estado Plurinacional
del 2009 concede nuevos derechos a los
pueblos originarios, el boom neoextractivista los impide, obstaculizándolos. En
respuesta, en forma estratégica, chiquitanos y ayoreos utilizan instrumentos
legales internacionales de los que Bolivia
es signatario, obligando al gobierno, a
las CTNs, y las instituciones financieras,
a respetar sus derechos, un ejemplo del
“pragmatismo dinámico”. En efecto, con
el apoyo de instituciones ecologistas y sociedad civil glocal, los originarios luchan
por implementar programas autónomos
de largo alcance que mejoren las condiciones de vida, aseguren el control de
tierra y territorio, sus recursos naturales,
y la sobrevivencia de la socionatura. Para
lograr todo ello, chiquitanos y ayoreos
demandaron el derecho a la consulta, a
la compensación y el derecho sobre su
territorio. Es decir: “los originarios alentaron a actores externos a respetar sus
derechos usando una pragmática combinación de la acción directa, el cabildeo, la
negociación y el contacto con la prensa
local, regional, nacional e internacional”.
En diez capítulos Hindery imbrica
la asertividad histórica indígena, con las
políticas del medio ambiente, las CTNs,
las instituciones locales, regionales, nacionales e internacionales. Sin embargo,
al comienzo del libro, y ya desde el presente se pregunta: “¿Cómo el gobierno
de Evo Morales puede perseguir simultáneamente, a pesar de su propuesta más
radical de enfrentar el cambio climático,
un modelo de desarrollo neoextractivista que afecta a las poblaciones marginadas que él presumiblemente defiende?”
A través de su investigación, el autor
revela las contradicciones de lo que se ha
dado en llamar “el capitalismo andinoamazónico”, aquella forma de capitalismo
estatal fundado en la utilización de las ganancias por concepto de exportaciones de
gas, petróleo, minerales, y otros recursos
no-renovables, para promover el desarrollo nacional. El libro, entonces, revela la
retórica medioambientalista del gobierno
de Morales por un lado, y por otro, su
agenda desarrollista y neoextractivista. En
efecto, el autor afirma que el gobierno de
Morales privilegia un concepto occidental
* Antropólogo. Es profesor del Departamento de
Antropología de la Universidad de California,
Santa Cruz.
/7
contrapuntos
Julio 2014 / Nº 146
Memorias sobre la autenticidad
Mono Lucachi de Madidi - Mileniusz Spanowicz.
de la modernización y la industrialización
por sobre el de las cosmologías originarias
que se hallan entronizadas en la nueva
Constitución del Estado Plurinacional.
Mientras que el gobierno de Morales ha
logrado acumular las ganancias del gas y el
petróleo, canalizándolas hacia la industrialización y gastos sociales, el neoextractivismo afecta negativamente a los territorios
indígenas. Evidentemente, el gobierno de
Morales persigue una agenda desarrollista que implica la explotación de sistemas
ecológicos frágiles y que, indirectamente,
responde a presiones regionales provenientes del Brasil que buscaría cómo salir,
a través de Bolivia, al Pacífico (Varese et
al., 2013). Igualmente, la reforma agraria,
que ha visto notables transformaciones
bajo Morales, continúa enfrentando, no
obstante, presiones de ganaderos, madereros y soyeros, fuerzas significativas
que han logrado mantener predios de
extensión excesiva y deforestada a diario.
En esas regiones que se conocen como
“la república de la soya”, repunta la agricultura mecanizada de los transgénicos,
respondiendo a las demandas de mercados extranjeros que ya han erosionado su
medio ambiente, y que carecen de tierras
fértiles. (Turzi, 2012: 50-55) Sin embargo,
la erosión y envenenamiento de la tierra
por insumos de la agricultura química, a la
larga, podrían generar peligrosos procesos
de total colapso ecológico. En ese sentido,
el “progreso” y “el desarrollo” se transforman en riesgo, incertidumbre y ecocidio.
Militancia glocal frente al 1%
Naturalmente, este libro de Derrick Hindery enriquece los estudios sobre Bolivia
en su esfuerzo por mejor entender los
múltiples obstáculos que enfrentan las sociedades “en vías del desarrollo” en cuanto
a su autodeterminación y esfuerzo por satisfacer las necesidades básicas de su población. Los avances logrados por los pueblos originarios que demandan, y ejercen
sus derechos ciudadanos, son tangibles;
sus lecciones desafían el neoextractivismo
ciego y su exceso; rechazan las políticas
neoliberales de la “acumulación por enajenación o desposesión”; e insisten en la
transparencia y la rendición de cuentastodos principios que deberían considerarse inherentes a todo estado o instituciones
transnacionales de comercio, finanzas, y
protección del medio ambiente.
Los conceptos indígenas de la conservación ecológica se oponen a la virulencia de la colonialidad neoextractivista,
y las fuerzas globales que las patrocinan
necesitan ser restringidas por una sociedad civil glocalizada que responsabilice a
las CTNs neoextractivistas presionándolas a ofrecer plataformas conservacionistas que vayan más allá de la simple compensación. El capitalismo transnacional
está basado en la producción del valor, de
ganancias cosechadas por el 1% de las sociedades sobredesarrolladas en colusión
con las ‘en desarrollo’. Mientras tanto lo
que la antropología ecológica considera
‘el drama fuera de escenario’ –es decir, el
colapso ecológico no visible que la humanidad ha ocasionado en los últimos doscientos años de industrialización– ha sido
heredado como impagable deuda por el
99% de la población. Hindery reconoce
esto cuando dice: “Sacar a Bolivia del
modelo desarrollista estructuralmente
dependiente de la industria neoextractiva
y del capital transnacional será una tarea
de titanes porque lo que está en juego
es mucho”. A pesar de ello, los pueblos
originarios, nuevas y autónomas ONGs y
otras organizaciones medioambientalistas siguen buscando alternativas colectivas re-evaluando la co-relacionalidad humanidad/medio ambiente. Esa búsqueda
o empuje pueden también ser entendidos
como un colectivo de militantes glocales
que redefinen un nuevo momento de las
luchas por la conservación del medio ambiente, presionando al mundo a detener
la ecosis y el ecocidio que provocamos.
Referencias
Crespo, Miguel Ángel
“El gasoducto San Miguel-Cuiabá y el
impacto socioambiental en el bosque
seco chiquitano.” http://www.fase.org.
br/projetos/clientes/noar/noar/UserFiles/17/File/livros/10gasoducto.pdf
Prashad, Vijay and Teo Ballvé. 2006. Dispatches from Latinoamerica. On the Fron­
tlines Against Neoliberalism. Cambridge, MA: South End Press. Pp. 140-182.
Turzi, Mariano. 2012. “Grown in the Cone:
South America’s Soybean Boom.” Current History, Vol. 111, (742), pp. 50-55.
Varese, Stefano, Frédérique Apffel-Marglin, Roger Rumrrill (eds.). 2013. Selva Vida. De la destrucción de la Amazonía
al paradigma de la regeneración. Lima:
IWGIA, UNAM. Casa de las América.
Nacido en Buenos Aires (1931), el físico, fotógrafo, director
de las editoriales Robert Laffont (París) y Seix Barral
(Barcelona), Mario Muchnik, recuerda en este texto a algunos
de los personajes reunidos a propósito de la organización de la
Feria de Sevilla de 1992, en los 500 años de colonización de
América. Entre ellos al entonces vicepresidente boliviano Luis
Ossio Sanjinés (candidato del PDC a la vicepresidencia con Hugo
Banzer Suárez (ADN) y que ejerciera aquella función durante
el gobierno de Jaime Paz Zamora (MIR-Nueva Mayoría) como
parte de la negociación entre ambos partidos.
T
uve el raro privilegio de
conocer a Sergio Ramírez
en 1991, años después de
haber editado su libro Estás en
Nicaragua. Fue en abril de 1991
cuando el Ministerio de Relaciones Exteriores español me
invitó a participar en una suerte de mesa redonda organizada
por el Instituto de Cooperación Iberoamericana que tendría lugar en Barcelona acerca,
si mal no recuerdo, de América
Latina ante el fin de siglo. O
algo así. Lo sorprendente fue
que, además de invitarme a mí,
que nunca había dado señas de
interés por América Latina ni
por el fin de siglo, entre otros
hubieran invitado también a
Julio Carlos Sanguinetti, ex presidente de Uruguay, al vicepresidente
de Bolivia en ese momento, de quien
no recuerdo el nombre; a Abel Posse,
autor argentino y, en ese momento,
embajador en Praga; a Luis Racionero, el filósofo; y a Sergio Ramírez,
aún vicepresidente de la Nicaragua
sandinista.
En esa época mi hermana vivía en
Managua, viuda con tres hijos, pero ya
estaba preparando su mudanza a México. Me acerqué a Ramírez y le mencioné el caso de mi hermana. Me dijo con
una seguridad inquietante:
–Tu hermana ya no tiene nada
que hacer en Nicaragua. No vienen
tiempos buenos. Si se puede ir, es mejor que se vaya ahora, antes de que sea
demasiado tarde.
La mesa redonda no tuvo el mínimo interés para mí. Lo que sí fue
interesante fue el viaje que nos regalaron al día siguiente, a Sevilla, para
visitar el Archivo de Indias y al Expo
92, que estaba en obras. Era en el
momento del año en que a Sevilla la
embruja el azahar, cuando la copita
fría de fino en Santa Cruz engalanado
por la luz de la noche sabe a elixir del
diablo, ese momento en que el ruido
de pasos en el adoquinado silencioso
narra cuentos de entrecasa, para antes
o después de la cena.
Conmovedora la visita al Archivo, preparado especialmente para nosotros. La directora nos guió personalmente y nos hizo ver, descorriendo
las cortinitas que protegían de luz las
mesas-vitrinas, antiguos mapas de
ciudades del virreinato. Entre otros,
un bellísimo y muy viejo mapa ilustrado de la ciudad, creo, de Potosí. Debía
de ser un mapa de la época colonial.
Estábamos inclinados sobre este mapa
junto con el vicepresidente de Bolivia
[Luis Ossio Sanjinés], un hombre culto, muy alto, de facciones que luego
supimos aymará, cuando vimos su largo dedo color aceituna apoyarse sobre
el cristal de la vitrina para indicar un
punto preciso del mapa y oímos su voz
calma decir:
–Ésta, aquí, es mi casa de infancia.­
En cuanto a la Expo 92 no le vi el
mínimo interés. Al contrario: me pareció que se preparaba un espectáculo
circense de naturaleza meramente comercial, y que se lo preparaba rápido y
mal. Sentí, inconfundible, el perfume
nauseabundo del dinero.
Mario Muchnik: “Sergio Ramírez, el
vicepresidente de Bolivia y otra vez,
como con Julien Green, la autenticidad”, en: Lo peor no son los autores. Autobiografía editorial (1966-1997), Madrid,
Mario Muchnik, 1999, pp. 314-315.
8/
contrapuntos
Julio 2014 / Nº 146
Democracia y desarrollo económico
Juan Antonio Morales*
“En este período pre-electoral vale la pena –sostiene Morales en este artículo– reabrir el debate sobre algunos temas básicos”. Y propone este:
el de la relación entre democracia y desarrollo económico. Y, de hecho, se hace esta pregunta: “Considerando que los déficit de democracia en
nuestro país son muy significativos, ¿incidirán esas fallas en el devenir económico del país?”.
E
n este período preelectoral vale la pena
reabrir el debate de
algunos temas básicos.
Uno de ellos es el de la relación entre democracia y desarrollo económico. Se sabe que
democracia e ingreso per cápita
están correlacionados pero hay
controversias sobre el sentido
de la causalidad. Los estudios
de países muestran que no hay
una relación de causalidad significativa entre democracia y
crecimiento económico. Autocracias, como las de Corea del
Sur hasta principios de este siglo y la China de nuestros días,
que a pesar de esa condición
han mantenido o ampliado las
libertades económicas y el respeto a los derechos de propiedad, han tenido y tienen tasas
de crecimiento de su PIB espectaculares.
Se hace notar también que la mayoría
de los países desarrollados comenzaron
su despegue económico con derechos
electorales limitados y que solamente
después, con la misma prosperidad, se
ampliaron los derechos políticos. Se argüirá, sin embargo, que la democracia,
entendida en sentido amplio, es la que
mejor parece explicar el desarrollo económico, entendido también en sentido
amplio.
La democracia electoral
no es sino un pasito
Entenderemos por democracia a la democracia liberal representativa, que tiene como requisito mínimo la libertad de
la que gozan los habitantes de un país de
elegir a sus autoridades, sin coerciones
ni trampas. La democracia exige también un conjunto de procedimientos,
codificados en constituciones y leyes,
que garanticen derechos y prevengan
abusos de las autoridades, aun si ellas
han sido elegidas por la mayoría. Es de
hacer notar, como lo dice J. Lazarte, que
“estos derechos no son sólo ‘negativos’
de protección contra las intrusiones
indebidas; son también ‘positivos’ de
exigencias y obligaciones de un estado
activo en la promoción de condiciones
para la realización de proyectos de vida
de sus ciudadanos”.1 Con democracia
queda muy clara la igualdad de todos los
ciudadanos ante la ley, sin privilegios, y
quedan claros sus derechos de asociarse
1 Lazarte, J. “El silogismo de la democracia,”
en Página Siete, 4 de mayo de 2014.
en organizaciones independientes del
Estado. El estado de derecho es consubstancial al concepto de democracia;
lo es también la división de poderes, con
un sistema de pesos y contrapesos
En democracia los ciudadanos gozan de una amplia libertad para expresar
sus opiniones y creencias. Hace también
parte de la cualidad democrática el pluralismo de las fuentes de información
y de las modalidades de organización
independientes del Estado. En una democracia moderna la sociedad civil se
desempeña vigorosamente.
La duración de los mandatos del
Poder Ejecutivo parece también ser
una característica de la democracia. Si
los mandatos son indefinidos surgen los
incentivos para que las autoridades disminuyan la calidad de su gobernanza y
para que tomen medidas en detrimento
de sus gobernados.
Estas son algunas de las características mencionadas que D. Rodrik,
profesor de economía de la Universidad
de Princeton, incluye en su conjunto de
instituciones de refrenamiento (restraint
en inglés) junto con las instituciones de
representación. “Representación sin refrenamiento –elecciones sin imperio de
la ley- es una receta para la tiranía de la
mayoría”.2
Democracia y gobernanza de
calidad
Las democracias más estables crean un
clima propicio para que se forme una
2 Rodrik, D. “Rethinking Democracy”, en
Project Syndicate, 11 de Junio de 2014.
El desarrollo es más
que buenos indicadores
macroeconómicos
El desarrollo económico es,
por supuesto, crecimiento de
la economía a tasas razonables,
pero el crecimiento y la mayor
disponibilidad de bienes y servicios no son fines últimos sino
medios, como dice Amartya
Sen.3 El desarrollo económico
consiste en una expansión de
las libertades, siendo una de
ellas, la liberación de necesidades básicas apremiantes.
El bienestar humano es
central en la concepción de Sen.
El desarrollo es visto entonces
como el proceso de expandir libertades. Para lograr este tipo
de desarrollo, Sen arguye, se requiere la remoción de la pobreza,
Vizcacha - Mileniusz Spanowicz.
de la tiranía, de la falta de oporburocracia competente que coadyuve a tunidades económicas, de las carencias sola gobernanza. La democracia no con- ciales, de la insuficiencia de servicios púduce a un Estado mínimo, como algunas blicos y de la maquinaria de la represión.
posiciones ultraliberales lo proponen, Nótese la coincidencia con los marcadores
sino a un Estado más eficiente en el lo- de democracia que hemos mencionado al
gro de sus tres funciones clásicas de (1) principio de esta exposición.
proveer bienes y servicios públicos, (2)
El desarrollo económico implica,
velar por una distribución equitativa de de manera fundamental, la libertad inlos frutos del progreso, y (3) mantener la dividual de poder expandir al máximo
estabilidad de la economía, es decir una sus capacidades. Las instituciones polítiinflación baja, con un nivel satisfactorio cas de la democracia, porque limitan los
de empleo y de actividad económica. alcances del poder estatal, aguijonean al
Todas estas funciones, claro está, están desarrollo económico. El respeto a los
vinculadas a los derechos fundamentales derechos de propiedad y a los frutos del
de los ciudadanos.
esfuerzo es central para un genuino deEn las economías y sociedades sarrollo económico.
modernas, el Estado tiene un papel
La inclusión es una característica
subsidiario, lo que quiere decir que clave de las sociedades exitosas.4 Desactúa solamente cuando la provisión igualdades muy marcadas en la distribude bienes y servicios para la población ción del ingreso y de la riqueza no sólo
por el sector privado es insuficiente. que son injustas sino que conducen a
Actúa también para mitigar las grandes inestabilidades políticas. La polarización
desigualdades en la distribución del es enemiga del crecimiento económico y
ingreso y de la riqueza pero tratando del desarrollo.
siempre de no penalizar la eficiencia.
Los déficit de democracia en nuesEl equilibrio entre equidad y eficiencia tro país son muy significativos y no poes difícil, pero las sociedades democrá- cos derechos fundamentales individuales
ticas lo consiguen.
han sido subordinados a derechos colecUn acompañante muy importan- tivos difusos, que aumentan el tamaño y
te de la democracia es la rendición de el poder del Estado, más allá de lo que lo
cuentas. Ella proporciona los mecanis- hacen las democracias modernas. Tammos para que los gobernantes y la admi- poco, a pesar del discurso, tenemos una
nistración que está bajo su tutela rindan sociedad incluyente. ¿Incidirán estas facuentas de lo actuado y para que los ciu- llas de nuestra democracia en el devenir
dadanos otorguen premios o sanciones. económico del país?
Se subraya también que se juzga a menudo la calidad de la gobernanza por la
3 Sen, A.K. Development as Freedom. New York:
ausencia de corrupción.
* Economista.
Random House, 1999.
4 Acemoglu, D. y Robinson, J. Why Nations
Fail? Londres: Profile Books Ltd, 2012.
Julio 2014 / Nº 146
contrapuntos
/9
Luis Suárez, Inmanuel Kant y el Neo-Macarrismo
Fernando Mires*
“Yo no defiendo ni he defendido nunca a Suárez. En el fondo, su suerte personal me interesa un carajo. Pero si en relación al caso Suárez
hubiera habido, no hablo de una Constitución, por lo menos un reglamento general, yo no habría escrito una sola palabra ni a favor ni en
contra de Suárez. Pero no, esa condena provino de la pura subjetividad de unos jueces de la FIFA. De unos jueces que no sólo no tienen la
menor idea de fútbol, sino que, además ¡no tienen ninguna formación jurídica!”.
L
a filosofía, vale decir,
el arte de pensar y razonar sobre el mundo
y sus alrededores, se
encuentra a la vuelta de la
esquina y no necesariamente en las academias. No sin
razón la filosofía nació en
las calles de las islas griegas,
cuando los pensadores se detenían en las puertas de las
casas e iniciaban discusiones
sobre las cosas de la ciudad
con los vecinos. Por eso el
más callejero de todos, Sócrates, estigmatizó a los sofistas, que pretendían hacer
del pensamiento una “cosa
en sí” (Kant), propia de eruditos y expertos.
No deja de ser ironía
que el seguidor más fiel de
Sócrates, Platón, haya traicionado la espontaneidad de
su maestro e instaurado las llamadas academias iniciándose así una práctica que
ha llevado a confundir, lamentablemente, a la filosofía con la hermeneútica. La
interpretación de textos es fundamental.
Pero la filosofía no puede ser enclaustrada en bibliotecas. Filosofar es pensar
mirando cada cierto tiempo hacia afuera
de la ventana, leyendo en el libro abierto
del mundo. Ahí donde están los mercados, la política y los cuerpos humanos
(“el ser es un cuerpo”: Heidegger) y, por
cierto, en los estadios de fútbol y en las
discusiones que a veces nos provocan.
Entre otras, las del caso Luis Suárez, el
insólito mordedor uruguayo.
Toda discusión, al ser realizada por
seres pensantes, contiene en sí un innegable trasfondo filosófico. Quiero decir,
cuando discutimos de fútbol, discutimos
también sobre la justicia, sobre el error,
sobre la violencia, sobre las reglas, sobre
la valentía, sobre la moral y el derecho,
y no por último, sobre la difícil contingencia de la vida.
Un filósofo que no se mezcla con
la vida no se mezcla con la filosofía. Y la
vida es la experiencia, diría el más grande de todos los filósofos, Inmanuel Kant,
en su “Crítica de la Razón Pura” (1787),
punto en el que hasta Nietzsche estuvo de
acuerdo, pese a que dedicó gran parte de
sus escritos a negar a la filosofía kantiana.
Inmanuel Kant, a diferencia de los filósofos griegos, no hacía filosofía de calle. El
clima de Königsberg no lo permitía. Pero
sí discutía acerca de la realidad inmediata
en cada uno de sus “almuerzos”.
A los almuerzos de Kant no concurrían filósofos. Sus visitantes más
asiduos eran el cura, un profesor de escuela y un barbero de Königsberg. Después del almuerzo; Kant dormía media
hora, y luego salía a caminar, poniendo
en forma filosófica las discusiones del
mediodía. En las tardes, después de una
frugal cena, leía y leía. En las mañanas
muy temprano comenzaba de nuevo a
escribir. Su siempre hermosa, profunda
y compleja filosofía es en cierta medida
un resultado de sus almuerzos. Esa razón hace pensar que a Kant también le
habría interesado el caso del futbolista
Suárez.
En el caso Suárez, hay un nudo
que a Kant le habría encantado desatar.
Me refiero a uno de sus temas más recurrentes: el de las relaciones entre la
moral y el derecho. Una moralidad sin
legalidad significaba para Kant devolver al ser humano a su naturaleza más
primitiva. A sus representantes los llamó Kant “moralistas”. El término lo
recogió después Max Weber para atacar
a los políticos moralistas dispuestos a
imponer sus principios morales por sobre la Constitución y las Leyes. Son los
mismos a los que el poético cantautor
Joan Manuel Serrat llamó “macarras
de la moral” y a quien yo he decidido
llamar, usando el mismo término, “macarristas”.
Entiendo por macarrismo una tendencia o actitud destinada a suponer
que cada ser humano puede ser juzgado y condenado con prescindencia de
nen la menor idea de fútbol,
sino que, además ¡no tienen
ninguna formación jurídica!
La mayoría de ellos proviene
del mundo de las empresas,
de los negocios, de la bolsa,
actividades con las que no
tengo nada en contra, aunque no son precisamente los
templos de la moral.
Entiendan, macarristas,
entiendan: Suárez debe ser
castigado, y para que les quede aún más claro, les digo: si
hubiera habido un respaldo
jurídico adecuado, podría
haber sido ejecutado, llevado
a un paredón, electrocutado,
ahorcado, castrado, todo lo
que ustedes quieran. Me da
igual. Lo que no me da igual
es que alguien pueda ser sentenciado sin juicio y sin jueFalsa coral - Mileniusz Spanowicz.
ces, suceda en Venezuela, en
Corea
del
Norte,
en Cuba o en la FIFA.
cuerpo jurídico y legal. En el pasado los
Ese
es
el
problema,
macarras. ¿Entenmacarristas actuaban en el espacio de
la sexualidad, mutilando el alma de sus dieron al fin?
Cuando una instancia institucioportadores. Hoy, como neo-macarristas,
han expandido sus competencias y lo ha- nal no tiene competencia jurídica –es
cen hasta en dominios que, como bue- el caso de la FIFA– debe recurrir a ornos moralistas, suelen ignorar por com- ganismos judiciales competentes. En el
caso de Suárez había por lo menos dos
pleto, entre ellos, los del fútbol.
Ahora bien, el macarrismo moral se alternativas. La primera: Suárez presta
deja guiar por máximas que no se ajustan servicios laborales en una empresa llani al sentido ni al espíritu de ninguna ley. mada Liverpool FC en Inglaterra país
Son máximas que proceden de experien- donde, además, tiene residencia fiscal.
cias muy personales, de sentimientos y La segunda: Suárez es ciudadano uruno del pensamiento, y no por último, guayo. Tanto los tribunales vigentes en
de odios, animosidades e incumplidos las zonas de residencia laboral y fiscal,
ideales. Freud habría dicho: el moralis- así como en la nación de origen, Urumo es un fruto del “Sobre Yo” (moral) guay, son idóneos y altamente comen alianza con el Ello (pulsional) y en petentes. Frente a esos tribunales, la
ausencia del Yo (racional). Esas máximas FIFA debió proceder levantando acusasin ley son, a mi juicio, las que determi- ción o querella en contra del jugador,
naron la sentencia en contra del jugador agregando antecedentes (por ejemplo,
reincidencias) y testimonios orales y
Luis Suárez.
Entiendan de una vez macarristas. visuales. Ese debió haber sido el proceYo no defiendo ni he defendido nunca dimiento de acuerdo a las normas más
a Suárez. En el fondo su suerte personal elementales del derecho internacional y
me interesa un carajo. Puede que inclu- del derecho penal. En cambio la FIFA
so que la condena hubiera sido mayor, decidió actuar por su cuenta con el
y si hubiera estado respaldada por un propósito salvaje de sentar un ejemplo
procedimiento legal, tendríamos que draconiano para que nadie en el futuro
haberla aceptado todos. ¿Entienden ma- se atreva a repetir el acto de morder,
carristas?: Si en relación al caso Suárez aunque alguien asesine a patadas a un
hubiera habido, no hablo de una Cons- adversario. Igual como en las tribus, en
titución, por lo menos un reglamento los clanes y en las despotías de nuestro
general, yo no habría escrito una sola tiempo, en la FIFA rige la ley de la selva.
De eso se trata. Ese es el escándalo.
palabra ni a favor ni en contra de Suárez. Pero no, esa condena provino de la Ese es el problema.
pura subjetividad de unos jueces de la
* Ensayista y catedrático universitario.
FIFA. De unos jueces que no sólo no tie-
10 /
memoria
Julio 2014 / Nº 146
Óscar Cerruto inédito: “Escribí Aluvión de fuego
porque estaba solo y me sobraba el tiempo”
Transcribimos aquí una entrevista inédita a Óscar Cerruto, acaso –sólo junto a dos o tres más– uno de los escritores bolivianos esenciales del
siglo XX (autor de los poemas reunidos en Cántico traspasado, de los cuentos de Cerco de penumbras y de la novela Aluvión de fuego).
Son seis hojas escritas a máquina, tamaño oficio, con anotaciones y correcciones en los márgenes, a mano, en lápiz. Las preguntas (de un
periodista extranjero, suponemos) se perdieron. La entrevista es de 1974.
Mi madre, Lelia Margaret Collier Marín, nació en
Macclesfield, Inglaterra, y de vuelta con sus padres en
Chile, a los 18 años, conoció a mi padre, Andrés Avelino
Cerruto Durand, enviado a estudiar a Santiago pero que
nunca terminó una carrera. Los recién casados se instalaron primero en Tacna, donde nació el primogénito, fallecido muy joven, y luego definitivamente en La Paz, donde
nací yo. Mi padre pintaba, cantaba y tocaba el piano; mi
padre era un hombre de negocios, pero con la desventaja
de una moral severamente puritana: nunca hizo fortuna.
Un hermano mío es hombre de leyes; mis hermanas, casadas, viven para su hogar. Mi esposa se llama
Marina Luna Orozco y tenemos dos hijos, Jorge, de 27
años, ingeniero electrónico, casado con alemana y radicado en Munich, y Madeleine, de 18 años, secretaria de
la Gerencia del Banco Mercantil de La Paz.
M
i familia
Hasta donde tengo noticias, mis bisabuelos
paternos se llamaban Ignacio Durand Calahumana y Manuela Burgoa, por donde aparecemos emparentados con el Mariscal Andrés de Santa
Cruz Calahumana, y mis abuelos eran José Claudio Cerruto y Concepción Durán, esta última de origen peruano. Eran gente de campo, pequeños terratenientes de
Huarina, en el Altiplano boliviano. En una oportunidad
en que, teniendo 20 años, viajé a Chile, tuve que recabar
antes un certificado de salud. Los médicos del Consulado de Chile en La Paz eran un Dr. Adán Fernández, que
había estudiado medicina en Santiago y la doctora Elisa
Llantén, con la que estaba casado. Al enterarse Fernández de mi apellido, descubrió que éramos parientes y
me mostró un cuadro genealógico de la familia. No se
trataba de abolengos sino simplemente de antecesores y
orígenes por la línea paterna. Nunca tuve preocupaciones genealógicas, y menos a los veinte años, así que no
me interesé por tomar notas ni obtener una copia de ese
cuadro del Dr. Fernández. Pasados muchos años, en los
que yo viví fuera del país, el médico se había divorciado
de su esposa y, amargado, se confinó en un rincón de los
Yungas; hasta ahora no he podido saber dónde.
Poseo en cambio retratos de mis bisabuelos y mis
abuelos maternos, dibujados a lápiz por mi madre, que
cuelgan en grandes marcos de las paredes de la casa de
una de mis hermanas. En su apariencia exterior, son personajes de Emily Brontë. William Collier, mi bisabuelo,
casado con Margaret Conley, era dueño de una compañía
de vapores en Liverpool, cuyo nombre ignoro. El hijo
del mismo nombre vino a Chile para atender los intereses de su padre en ese país y allí conoció a Isabel Marín
Dunstan, de La Serena, con quien contrajo matrimonio.
Alguna vez reconocimos este vínculo familiar con [los escritores chilenos] Juan Marín y Vicente Huidobro, emparentado con los Marín. O lo reconocieron ellos.
Mi educación
Ingresé en el Colegio Nacional, que así se llamaba,
siendo como era de enseñanza primaria, después de
que mi madre me había enseñado a leer; los estudios
secundarios los hice en el Colegio Ayacucho, y ni de
uno ni de otro guardo buenos recuerdos. Los maestros
que moldearon mi educación, si la moldearon de algún
modo, carecían ellos mismos de una adecuada formación pedagógica; quizás lo que más hicieron fue forjar
mi timidez, que tantos esfuerzos me costó dominar más
tarde. En el tercer grado de primaria yo había dibujado
espontáneamente un zapatero claveteando unos zapatos para ilustrar una composición en malos versos de
un autor cuyo nombre se ha borrado de mi memoria [es
del venezolano Elías Calixto Pompa]: “Trabaja, joven,
sin cesar trabaja,/ la frente altiva que en sudor se moja
/jamás ante otra frente se sonroja, etc.”. Indignado ,
el maestro, un señor Tejada Fariñas, que además era
pintor, sin darme ninguna explicación me expulsó de la
clase. Mucho después comprendí que no lo hizo porque el dibujo le pareciese malo (probablemente lo era)
sino por la elección del personaje. Aspiraba este maestro a formar nuestro gusto estético, pero tenía puntos
de vista muy personales, aunque en consonancia con la
reservas sociales de la época, y así sostenía que la chola
no podía ser llevada a la tela “porque no era un personaje estético”. Cuánto más debió haberlo molestado
que yo eligiera para mi dibujo un zapatero. El resultado
fue que nunca más sentí inclinación por el dibujo, si
bien no creo que muriera entonces en mí un Picasso.
El encuentro con la literatura
Tendría yo unos diez años cuanto me sentí vivamente
impresionado por el destino de un pobre perro desconocido que vi morir bajo las ruedas de un automóvil. Me
sentí impulsado a trasmutar mis sentimientos en unos
versos más bien grotescos que mi padre, cuando se los
di a leer, juzgó una broma pesada. Por aquellos días,
afortunadamente, llegaron de Londres mis tíos Albert y
Lily Conley; alquilaron una hermosa casa en un barrio
residencial y nos llevaron a vivir con ellos a mi hermana
Elena y a mí. Como mi tío Albert venía con la misión de
examinar la situación financiera de la empresa The Bo-
livia Railway Co. , tarea que le iba a tomar unos meses,
habían estudiando con su esposa el español y, al pasar
por España, donde se quedaron más de un mes para mejorar su conocimiento del idioma, adquirieron algunas
buenas traducciones de literatura inglesa (Dickens a la
cabeza) y unos pocos libros de autores españoles. Fue
mi tía Lily quien me introdujo en la lectura del Quijote;
y por ella conocí a Byron, a Shelley y también a Poe, a
Heine y a Bécquer. Algunas noches mi tía nos relataba,
a mi hermana y a mí, cuentos de autores ingleses que no
estaban traducidos al español. Fue ella, sin duda alguna,
quien despertó mi vocación por la literatura.
En cuanto a la elección misma de esta forma de expresión, lo que aconteció unos años más tarde, pienso
que hubo una concurrencia de motivaciones. Yo había
sido el niño débil, mi hermano el fuerte y el preferido, y
tuve un padre en extremo severo, con la consecuencia de
la falta de amigos que compartieran mi mundo íntimo.
Me refugié en los libros, leía cuanto caía en mis manos
y, después de la muerte de mi padre, hasta altas horas de
la madrugada. Pronto descubrí que tenía facilidades para
escribir, un instintivo dominio de la sintaxis, que ejercité
redactando cartas destinadas a algunos compañeros de
estudio y a algunas muchachas. Es decir, descubrí que
poseía un instrumento de comunicación, una forma de
salir de mí mismo, de expresar mis sentimientos. Tal vez
por ello mismo los primeros versos que logré publicar
no fueron versos de amor, como los de cualquier poeta
adolescente, sino que estaban dedicados a una calle, “devalada del bullicio ciudadano”. El adjetivo “devalado”,
inusual y pretencioso, indicaba ya mi preocupación por
el idioma, y la calle, esa calle solitaria, era yo mismo queriendo “hacerse presente” ante el mundo.
Mis padres literarios
¿Cuáles son mis padres literarios, quiere usted decir?
Por supuesto, uno proviene siempre de alguien. En mi
caso, sin embargo, me costaría decidirlo. En poesía nunca fui rubeniano [Rubén Darío], ni un nerudiano [Pablo
Julio 2014 / Nº 146
Neruda], ni un vallejiano [César Vallejo], ni un borgiano
[Jorge Luis Borges], para citar a quienes más absorbente
influencia han ejercido en el tono de la poesía latinoamericana de mi tiempo. Tampoco en mi prosa narrativa
es visible ninguna procedencia. No lo menciono como
una virtud, pues todos ellos, con Huidobro y algunos
más, entre los americanos, son mis predilectos, los sigo
leyendo, y me hubiera gustado escribir algo a la altura
de lo que ellos produjeron. Releo con placer a Stendhal,
a Sófocles (en las lastimosas malas traducciones que hay
de sus siete tragedias), a Shakespeare, a Dostoievski, a
Chejov, a Gogol; entran asimismo en mis lecturas Góngora, Lope, Quevedo, Baudelaire, Kafka, Joyce, Pound
y, ciertamente, leo lo que en poesía, teatro y narrativa
se produce contemporáneamente donde quiera que sea.
Pienso que quien aspira a escribir (poesía o lo que fuera)
debe tener una formación literaria y el escritor, quienquiera que sea, no puede dejar de mantenerse al tanto de
lo que en literatura y estos órdenes de cosas sucede o se
hace en el mundo.
La diplomacia y el periodismo
Seguí lo que (en mi país) puede llamarse una carrera diplomática, una carrera con tropezones y caídas a causa de
los cambios políticos. Me inicié como auxiliar del consulado de Bolivia en Arica, no secretario sino auxiliar; el de
secretario de consulado fue el segundo peldaño, con los
correspondientes relapsos en la Cancillería, hasta llegar
a Embajador en el Uruguay. No es la función diplomática, como a menudo se cree, la tarea más adecuada para
un escritor. La diplomacia dispersa, y las obligaciones
sociales, que son parte complementaria del oficio, apartan de su obra al artista, lo socavan. Creo que Saint-John
Perse es un gran poeta a pesar de la diplomacia, como
Verlaine y Poe fueron poetas a pesar del alcohol y otros
lo han sido a pesar de las drogas. A mí me hizo mucho
daño, quizá más que el periodismo, tarea que alterné con
la diplomacia y que ejercí cada vez que un cambio de gobierno me arrojaba fuera del servicio. A mí la diplomacia
no me favoreció, pero de algo tenía que vivir. Me favoreció menos que el periodismo. El periodismo daña si uno
no puede salir de él, pero uno aprende, por otra parte,
cierta soltura en el manejo de las palabras. El periodismo
no da lenguaje, pero facilita su manejo.
Los viajes
Los viajes son la ventaja de los dos oficios que he mencionado, la diplomacia y el periodismo. Los viajes perfilan la visión del mundo y le muestran al escritor una
perspectiva menos imprecisa de su propia realidad.
Creo que los viajes nos enseñan a ser humildes.
Aluvión de fuego
Simplemente la escribí porque estaba solo y me sobraba tiempo. Me habían destinado al Consulado de Arica,
donde no conocía a nadie; el cónsul y el secretario eran
personas mayores para quienes un muchacho como yo
no significaba nada; se limitaban a señalarme algunas tareas y luego me ignoraban. ¿Dónde iba ir yo, qué hacer,
además de acodarme un rato frente al mar? Busqué una
ocupación de algún aliento y me puse a escribir en la
habitación del hotel, sin tener una visión precisa de lo
que debía ser una novela. A ello hay que atribuir, principalmente, los defectos de los que adolece Aluvión de
fuego, sobre todo en cuanto a estructura. Pero contiene, en cambio, algunas anticipaciones. Por de pronto, es
una novela de masas, no un examen psicológico, en un
tiempo en el que la novela americana se demoraba morosamente en el rastreo de las intimidades del personaje.
Además, está el ingrediente del lirismo, el planteo social,
el empleo de un lenguaje creativo. Adelanta lo que en cinematografía se ha llamado después “disolvencias”, vale
decir que va dejando fuera del relato detalles, ligazones y
aun facetas de personajes que la novela tradicional seguía
laboriosa y linealmente a través de páginas de páginas; y,
memoria
/ 11
en fin, Mauricio, el personaje, es “el extranjero” antes de
Camus, por culpa de una realidad alienante.
Sobre mis obsesiones
Puede ser que haya escritores con ideas-ejes y obsesiones, y con seguridad que los hay. Por mi parte, carezco de
obsesiones y no creo en ellas como agentes de la pasión
lúcida, la libertad esencial a la obra de creación del artista. Claro está que las pasiones son también una forma de
fijación. Ahí tiene usted esa frase de Ezra Pound: “Solamente hay dos pasiones en el arte: el amor y el odio, con
variaciones infinitas”. Si alguna pasión me domina, como
escritor, es la de hacer lo que hago de la mejor manera
posible. Creo que el arte es una búsqueda, no sólo de la
forma, sino del todo en sí, pensamiento poético y ropaje
de la expresión. El resultado es un organismo indivisible.
La música y el teatro
Cuando tenía doce o trece años quise hacerme violinista. Mi padre me compró un violín barato que yo recibí
como si se tratara de un Stradivarius, pero el profesor
que elegí resultó ser homosexual y todo terminó en un
fracaso. He escrito también un par de obras de teatro,
sin mucha fortuna, pues quienes las conocen piensan
que son irrepresentables porque carecen de lenguaje
teatral, lo que las reduce a la frustrada condición de
“teatro para leer”. Los entendidos opinan que el teatro
tiene que escribirse “sobre las tablas”, y en Bolivia sobra la madera pero todavía escasean las tablas.
que con cualquier lectura “siempre se aprende algo”.
Tengo simplemente el vicio de la lectura, lo que Duhmel
llamaba “el vicio impune”. Estoy muy lejos de la imagen
de un escritor “encuevado”; me gusta bailar y, de vez en
cuando, tomarme unos tragos, pero nunca solo.
Generaciones y grupos literarios
Cuando “se me reveló” la poesía, digamos a los 17 o 18
años, ya con un vaga conciencia de sus valores significantes y del empleo de la forma, que incluye al lenguaje, me
encontré con la afirmación de un crítico boliviano de renombre que profetizaba la muerte de la poesía. Fue mi
primer conato con uno de los representantes de “la generación perdida” boliviana, hombres entonces entre los
30 y 40 años que no dejaron ninguna obra si se exceptúa
a Gregorio Reynolds, Octavio Campero Echazú y Primo
Castillo. Le repliqué con un artículo que, tomando el título de Shelley, se empinaba bajo el rótulo de “Defensa de
la poesía”. Debo reconocer que el sombrío vaticinio fue
emitido en un momento en que la poesía (por lo menos
en el ámbito local del crítico) se había congelado en fórmulas vacías, ecos del modernismo, con un lenguaje convencional hecho de imágenes trópicas, divorciado de un
genuino sentimiento creador. De modo que hubo otros
conatos, o más bien una lucha abierta que emprendí a lo
largo de varios años, secundado por dos o tres poetas de
mi generación, contra esa anquilosis de la expresión poética. La vanguardia puso en mis manos los instrumentos
para restituir un ambiente de libertad creadora, imponer
una renovación del lenguaje poético y buscar mis propias
afirmaciones. Pero luego no he practicado el gregarismo
literario; la poesía es una tarea de soledad.
El oficio de la escritura
¿Métodos? No los tengo: ni me someto a un horario, ni
llevo notas, ni espero a entrar en trance. Todo lo que necesito es aislamiento, una Royal portátil y una pequeña
provisión de cigarrillos. Cuando escribo poesía, sí, me
hace falta un lápiz y la necesidad de concentración es mayor y la soledad una condición indispensable; de ahí que
la noche sea más propicia para alcanzar ese mundo privado. Corrijo mucho. El poema, al menos para mí, es una
elaboración que no termina en la versión primera, que a
veces suele ser apenas un esquema de la versión definitiva,
que tampoco suele ser definitiva, porque en algunos casos
sigo modificando lo que ya ha sido publicado (a menos
que lo deseche en su integridad). Al fin y al cabo uno es
dueño de su obra, y si el arte, y en particular la poesía,
es una de las pocas aspiraciones a la perfección entre las
realizaciones humanas, la búsqueda de esa perfección, el
intento (quizá ilusorio) de alcanzarla, no puede sino ser
inherente a las preocupaciones del artista. Además de muchas otras cosas, la poesía es un oficio, cuyo resultado es
el poema, ese organismo verbal que le permite erguirse. Y
si el poema es una entidad rítmica, que convoca palabras
e imágenes, el esfuerzo del poeta de lograr esencialidad
debe llevarlo a expurgar de su obra lo que Kafka llamaba
“ruidos”, es decir, de todo aquello que al gastarse o empobrecerse perjudica el esplendor de la poesía.
Mi casa
La casa que ocupo es bastante amplia y satisfactoria si se
considera que mis ambiciones, en este orden, no son extensibles. Se alza a 3.800 metros sobre el nivel del mar y
tiene un jardín que yo mismo riego siempre que puedo.
Vivo con mi esposa Marina Luna Orozco y con mi hija
Madeleine, de 18 años. Hacemos una vida no precisamente burguesa pero sí relativamente tranquila en una
ciudad a menudo intranquila. Con mis vecinos mantenemos una relación cortés, lo que aquí se llama “de sombrero” (aunque yo no use la expresión), es decir que no pasamos del saludo porque, realmente, no tenemos mucho
en común. En cambio tengo buenos amigos: conversar
con ellos puede ser una forma de desintoxicación. A veces
nos vamos por unos días a los baños termales de Urmiri.
Y leo cualquier cosa, desde luego toda la prensa, que con
frecuencia suele ser más bien intoxicante. Leo sobre todo
buenas novelas policiales. Y no le diré, hipócritamente,
[Transcripción de M. Souza].
12 /
memoria
Julio 2014 / Nº 146
Lo bueno y lo malo en la política:
Maquiavelo, Kant, Gramsci
Arnaldo Córdova*
El historiador y politólogo Arnaldo Córdova, fallecido el pasado lunes 30 de junio a sus 77 años, fue acaso el principal artífice de una profunda
revisión del legado revolucionario en la historia de México. Sobre el tema escribió un clásico: La ideología de la Revolución Mexicana (que
apareció en 1973 y del que se han publicado, hasta hoy, medio centenar de ediciones). Además, Córdova fue investigador emérito de la UNAM,
diputado y fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Para recordarlo, publicamos aquí un texto suyo de 1996.
Pato de los torrentes - Mileniusz Spanowicz.
E
ntre más se remonta uno en el tiempo, encuentra que los hombres son más proclives a definir
de común acuerdo lo que es lo bueno y lo malo.
Eso debe ser, sin duda alguna, porque, viendo
hacia atrás, el hombre es cada vez más comunitario y
menos individualista. Dicho de otra forma, el hombre,
entre más individualista, es más dado a diferir de sus
congéneres en cuanto a lo que deben ser esos conceptos. El mundo moderno, fundado en el capitalismo, disolvió violentamente los modos de vida comunitarios
en los que se fundaban las sociedades que le antecedieron y fue haciendo de las relaciones sociales relaciones
cada vez más individualistas, al grado de que (como lo
observó Marx, y fue una de sus mayores aportaciones
teóricas) los hombres, en su conjunto, sólo tuvieron
ya dos esferas de la vida en que entraban en sociedad:
el mercado (incluida en él la producción) y la política.
La economía, la política, la moral, la religión, el derecho, que antes habían estado inextricablemente unidos
y mezclados, al grado de que ni en teoría era posible
disociarlos, aparecieron como provincias de la vida social, interrelacionadas, sí, pero radicalmente diferentes
y a veces contrapuestas entre sí. El individuo surgió,
como un volcán, del antiguo mundo de la economía
natural y de la comunidad en sus más diversas formas.
La oposición y diferenciación entre la moral y la
política (así como entre la moral y el derecho o entre la religión y la política) no es una mera cuestión
teórica. Es un hecho histórico. Maquiavelo no inventó
diabólicamente la separación de la política respecto de
la moral. Simplemente la percibió en la realidad de su
* Historiador y politólogo.
tiempo y, con ello, como escribió Antonio Gramsci, les
hizo un gran bien a la ciencia política y a la filosofía
moral que, desde entonces, se desarrollaron sin barreras. Kant tampoco inventó la separación del derecho
respecto de la moral. Sólo la constató y, a partir de ello,
hizo avanzar portentosamente tanto la teoría de la moral como la teoría del derecho.
Es el individuo moderno, en su nuevo aislamiento social (de nuevo el genio de Marx: “el hombre es
un ser que sólo en sociedad puede aislarse”), el que ha
acabado por separar la moral. El verdadero aporte de
Maquiavelo fue haber entendido desde el principio que
la moral, para comprender la política, representaba un
lastre que era necesario no eliminar, pero sí poner al
margen. Fue casi exactamente la misma experiencia del
pietista Kant cuando, él también, se vio forzado a establecer la línea divisoria entre la moral y el derecho.
Kant entendió (y con ello decretó la muerte del antiguo
derecho natural) que no hay verdadero derecho positivo que los individuos obedezcan sin rémoras de ninguna clase, si no es el derecho que legisla el Estado. Si los
hombres obedecen primero a sus principios morales,
no habrá derecho que valga. Para hacer del Estado de
derecho y del derecho estatal (vigente) un verdadero
derecho positivo (observado por los individuos), no había más salida que poner a la moral en otra esfera de
la vida social, totalmente separada. Fue Kant, además,
quien hizo de la ética una verdadera ciencia filosófica y
quien, así, identificó la moral como una forma de vida
totalmente individual, interna del individuo. Todo acto
que pretenda ser moral o ético (es lo mismo) debe tener como legislador supremo al mismo individuo que
lo practica y ya no más a una sociedad que ha dejado de
ser una comunidad autoritaria. A ese proceso, teórico y
práctico, a la vez, el propio Kant le llamó “revolución
copernicana” de las nuevas relaciones sociales. No tuvo
la generosidad para reconocer que la primera revolución copernicana había sido hecha por Maquiavelo.
Al hacer el recuento constante de las monstruosidades que se cometen en nombre de la política, muchos
estudiosos de la vida social moderna han intentado, una
y otra vez, moralizar la política e imponerle supuestas
normas éticas que la deberían frenar en sus excesos o
humanizarla en sus procedimientos. Lord Bertrand Russell escribió hace unos cuarenta años un pequeño libro
(Human Society in Ethics and Politics), muy confuso sobre
todo en sus concepciones morales, en el cual hizo el intento. Debo decir que en muchas de sus conclusiones yo
estoy de acuerdo; pero Russell no tuvo más remedio que
partir de una espantosa constatación: “Es tan fuerte en
la naturaleza humana la tendencia hacia las pasiones feroces, que quienes se oponen a ellas incurren en el odio
de los demás y que se inventan sistemas enteros de moral
y teología para que la gente crea que la ferocidad es noble”. Eso era, precisamente, lo que Maquiavelo deseaba
evitar: que la moral se mezclara con la política, porque,
como hizo notar Gramsci, interpretando a Maquiavelo,
la política acaba destruyendo la moral.
Maquiavelo no pensaba, como tema, en la ferocidad en la política, aunque sabía que casi siempre la
acompañaba. Pensaba más bien en la eficacia del nuevo
político, el príncipe maquiaveliano. En el éxito, en el
triunfo, en el prevalecer de la política. No fue, de ningún modo, como muchos han querido verlo, el teórico
del Estado absolutista, como lo dice varias veces, sin
ningún fundamento, el propio Gramsci. Es increíble
cómo a todos se les impone siempre la lectura aislada
de El príncipe y se olvidan de sus Discursos sobre la
primera década de Tito Livio. En la primera obra se
describe el modo en que el príncipe conquista y conserva el poder; en la segunda, el modo en el que el príncipe gobierna para su pueblo, haciendo, como él mismo
dice, “que todos se vuelvan como príncipes”, vale decir,
como hombres libres. La política, para Maquiavelo,
tiene sus propios valores y el primero de todos es hacer
libres a los hombres, para lo cual es necesario, primero,
organizar al Estado. Eso no tiene nada que ver con la
moral. La política también tiene reglas y normas.
Maquiavelo no le da a su príncipe ninguna carta
en blanco. Los fines (los valores políticos) están claros:
hacer del pueblo italiano una verdadera nación, con un
Estado que lo unifique y lo haga virtuoso (fuerte, poderoso) y, finalmente, libre; y a sus ciudadanos, hombres
también virtuosos (que sólo lo serán si los convierte en
ciudadanos libres). Kant y Maquiavelo van siempre de la
mano. Kant (aunque jamás se lo propusiera o fuera totalmente inconsciente al respecto) consumó muchas de las
asombrosas proyecciones teóricas que hizo Maquiavelo.
El poder del príncipe, había escrito el florentino, reside
“en buenas leyes y buenas armas”. Kant define el derecho, esencialmente, como coerción fundada en la fuerza
memoria
Julio 2014 / Nº 146
(“Derecho y facultad de coerción –escribió en la Metafísica de las costumbres– son la misma cosa”). La moral,
como fuero interno del individuo, puede o no coincidir
con el uso de la fuerza para someter a los individuos a la
convivencia ordenada y pacífica de los hombres en sus
relaciones exteriores (sociales). En ambos casos, si se
vuelve animadora de acciones exteriores, se destruye a sí
misma. La política y el derecho, en ese ámbito, prevalecen. Kant, en tal respecto, puede decirse que refunda de
modo definitivo a la moral.
El famoso ejemplo de la caridad es demoledor de
esa moral que andaba metida en todas las esferas de la
vida social: yo no hago caridad para que se me vea que
la hago; la hago porque así me lo dicta mi conciencia,
independientemente de lo que los demás puedan ver
o juzgar sobre mi acto. Kant postuló, en contra de lo
que antes y después de él muchos han sostenido, que el
acto moral es fruto del individuo y no de la sociedad.
El individuo es su propio legislador moral. Es él quien
al formular una máxima (“debo hacer caridad”, sin más)
hace de su decisión una ley moral (es la teoría del imperativo categórico: “Haz que la máxima de tu acción se
convierta en ley universal”). En realidad, es lo que todo
mundo hace en la vida cotidiana: todo nos parece bien
o mal y actuamos en consecuencia.
Lo que Kant soslayó es que cada cabeza es un
mundo y ninguno de nosotros puede dictar una ley universal y nos quedamos en la máxima personal (“debo
hacer caridad”, “debo respetar a mis semejantes”). Eso,
sin contar con que, muchas veces, no somos de verdad
seres morales (“ese tal por cual me las va a pagar”) y
eso es lo que prevalece. En todo caso, podemos coincidir entre todos en lo que, más o menos, son el bien
y el mal. Como decía Russell, es imposible que, en lo
general, no condenemos el genocidio, el asesinato, el
crimen en todas sus formas. Pero, ¿qué decir de los nazis que llevaron a las cámaras de gas o fusilaron a seis
millones de judíos en Europa? ¿Cómo pensaban ellos?
Hoy condenamos unánimemente el terrorismo. Pero,
¿qué decir de los fundamentalistas iraníes o de los etarras o los miembros del Ejército Republicano Irlandés?
¿Es que todos ellos fueron o son seres inmorales? Hasta la pregunta parece ridícula.
Antonio Gramsci hizo un par de observaciones que
vale la pena recordar. Por un lado, anotó que era “notable la virulencia de ciertas polémicas entre políticos por
su carácter personalista y moralista. Si se quiere disminuir o aniquilar el influjo político de una personalidad o
de un partido, no se trata de demostrar que su política es
inepta o nociva, sino que ciertas personas son canallas,
etcétera, que no hay ‘buena fe’, que determinadas acciones son ‘interesadas’… Se trata de una prueba de elementariedad del sentido político, del nivel aún bajo de la
vida nacional; se debe al hecho de que realmente existe
un vasto sector que ‘vive’ de la política de ‘mala fe’, vale
decir, sin convicciones; está ligado a la miseria general,
por lo que fácilmente se cree que un hecho político se
debe a causas lucrativas, etcétera”. Donde la política funciona y vale, la moralística no tiene sentido ni cabida. O
se gobierna bien o se gobierna mal. Eso es lo importante
y lo que cabe juzgar en el mismo juego de la política.
En otra ocasión, Gramsci hizo notar lo inútil que,
en política, resulta moralizar sobre los actos del contrin-
/ 13
Jaguar - Mileniusz Spanowicz.
cante, habida cuenta de que él nos puede contestar con
“razones” igualmente moralizantes y vaya usted a saber
qué juez podrá dar la razón a alguien. Gramsci, como
Maquiavelo, no se atenía sólo a los hechos crudos de la
realidad. Es más, los desacreditaba. Para él, los fines declarados por el supuesto político “inmoral” era justo lo
que se debía someter a juicio. En ese sentido, escribía:
Murcielago - Mileniusz Spanowicz.
“…en un conflicto, lo que se necesita evaluar no son las
cosas tal y como están, sino el fin que las partes en conflicto se proponen con el conflicto mismo, y cómo este
fin, que no existe todavía como realidad efectiva, podrá
ser enjuiciado y por quién. El propio juicio no se volverá
jamás un elemento del conflicto, es decir, no será nada
más que una fuerza del juego a favor o en daño de una
parte o de la otra. En todo caso, se puede decir: 1) que
en un conflicto todo juicio de moralidad es absurdo porque el mismo puede ser hecho sobre la realidad existente
que, precisamente, se tiende a modificar; 2) que el único
juicio posible es ‘político’, es decir, de conformidad del
medio al fin. Un conflicto es ‘inmoral’ en tanto en cuanto se aleja del fin y no crea condiciones que nos aproximen al mismo…, pero no resulta ‘inmoral’ desde otros
puntos de vista ‘moralistas’. De tal suerte, no se puede
juzgar al hombre político por el hecho de que él es más o
menos honesto, sino por el hecho de que mantiene o no
sus compromisos (…el ser honesto puede ser un factor
político necesario, y en general lo es, pero el juicio es
político y no moral)” (Ouaderni dal carcere).
Gramsci se refiere en este pasaje a dos valores
esenciales de la política: uno, hay que tener éxito en
lo que se propone; dos, hay que mantenerse fieles a los
compromisos (eso ya lo sabíamos desde Hobbes: pacta
sunt servanda, los pactos deben ser observados). Nada
de eso tiene que ver con la moral. Ser equitativos y
justos se refiere a valores políticos, no a valores morales. No tiene que ver con la eterna dicotomía moral (y
también religiosa) de lo bueno y lo malo, sino con la
eficacia en la acción política y con el cumplimiento de
los compromisos.
Decirle a un político que es inmoral es sólo dar
ocasión para que él nos conteste diciendo que nosotros
somos los inmorales. Y ambos tendremos razón, porque
cada uno tiene su concepción de lo que es bueno y malo
desde el punto de vista ético. Otra cosa es, por ejemplo,
que a nuestro político se le pueda decir que es un inepto.
Maquiavelo siempre pensó que el fin de la política es el
éxito. Eso siempre lo dijo o lo dio a entender. Lo que no
dijo, pero lo dio a entender también, es que la derrota o
el fracaso son la negación de la política. Era un republicano, no un demócrata. En la democracia, la derrota es
también parte de la política. Maquiavelo, además, era un
gradualista consumado. No todo se puede obtener en
la lucha política. Hay que ir por partes y todo lo que se
gane es bueno aunque sea poco o limitado.
Honestidad, equidad, justicia, solidaridad, fraternidad, amor por los demás, compromiso, piedad, espíritu
de sacrificio, entrega en lo que se cree, deseo de libertad,
tolerancia, búsqueda de la paz y muchos otros valores,
en lo interno, son valores morales. Hacia afuera, en las
relaciones jurídicas y políticas, son valores jurídicos o
políticos que, por fuerza, tienen que compartirse con
otros. La moral fue encerrada en el fuero interno de los
individuos por Kant, de hecho, cumpliendo un legado
de Maquiavelo. Por eso, expresiones como “moral política”, “moral jurídica” o, lo que suena a un verdadero
despropósito, “moral pública”, son expresiones retóricas
que carecen de todo significado teórico y práctico.
La política, como puede verse, no es el reino de la
arbitrariedad o de la compulsión salvaje de los individuos que sólo persiguen la satisfacción de sus propios
fines. Es una esfera de la vida social ordenada y ordenante de la misma. Tiene sus normas, a veces, más firmes
que las de la moral, la religión y hasta el mismo derecho,
por la sencilla razón de que ellas derivan de un entrecruzamiento de intereses reales y concretos que deben
luchar entre sí para subsistir o ponerse de acuerdo para
el mismo fin. Sin la política, no serían posibles otras formas de convivencia en la sociedad moderna de nuestros
días. No hay religión, moral ni derecho que, por sí solos, puedan garantizar esa convivencia. Sólo la política lo
puede hacer, porque ella es, además de una feroz lucha
por el poder, también la base de entendimientos entre
contendientes que garantiza, por su propia naturaleza, la
subsistencia de la sociedad ordenada y organizada.
Para resolver los problemas relacionados con el
avance y el progreso de nuestro régimen jurídico y
constitucional hoy hace falta la política (el acuerdo, tan
necesario en una sociedad crecientemente plural). Para
resolver nuestros problemas económicos, hace falta la
política. Para democratizarnos, hasta que un día muchos de los poderes hoy concentrados en el Estado regresen a la sociedad organizada plural y solidariamente,
con libertad y justicia social, hace falta, asimismo, la
política. Pero una política liberada, como la soñó Maquiavelo, de los prejuicios morales y egoístas.
Este ensayo no es sólo una lectura genuina y moderna de Maquiavelo y Kant. Es también una reivindicación de la política como espacio que tiene sus propios
valores, entre los cuales se cuenta el de que sólo ella
pueda dar cuenta de ella misma.
14 /
debate
Julio 2014 / Nº 146
(Re)pensando la universidad pública y su sociedad
¿Para qué sirve la U. en Bolivia?
Alejandra Ramírez S.*
“Un violento conflicto de 35 días generado por alumnos de la Universidad Mayor de San Simón en Cochabamba (UMSS) ha visibilizado
una crisis estructural general que, no sólo como Universidad, sino como sociedad estamos viviendo”, sostiene Ramírez en este análisis. Y cree
que esa crisis “nos lleva a (re)cuestionarnos el papel de la Universidad pública en Bolivia”. Este es ese cuestionamiento.
C
omo en todos los casos, las
redes sociales demostraron
otra vez ser una escenario
propicio de discusiones y
posturas de diversos tipo en torno
a este tema: ¿Cuál es la función de
la universidad pública en Bolivia?.
Recupero, como guía de este artículo, dos de los debates que se
dieron en los espacios virtuales: (a)
Cuando una persona comentaba
las pulsiones políticas de la movilización estudiantil, otra respondía:
“es una visión conservadora de la
Universidad esa que cree que la
principal función de la U. es la de
formar profesionales”; (b) el tema
de la investigación en la U. Las
discusiones giraban en torno a si
ésta debía estar al servicio del Plan
General de Desarrollo Económico
y Social (PGDES)­nacional o si debía buscar producir conocimiento independiente y con
diversos fines, no necesariamente vinculados a las necesidades de las políticas (y políticos) públicas. Ambas discusiones (una sobre la relación estudiante-universidad y
otra de orden más académico) me llevan a plantear la
siguiente pregunta como eje de reflexión: ¿Cuál es la
función de la U. en términos de formación, de política y
sobre todo de generación de conocimiento?
Facetas de la discusión
Durante muchos años, la idea predominante en torno
a la función de la U. pública era simple y generosa:
“está al servicio de su pueblo”. De ahí que haya sido
una vanguardia, no sólo en la formación de los profesionales sino, sobre todo, en la defensa de los derechos
humanos de los ciudadanos. Pero en los últimos años
ese sentido revolucionario y propositivo ha quedado en
calidad de eslogan vacío. En la práctica, fue reemplazado por el imaginario de una universidad como espacio
de adquisición de status y de beneficios para un importante porcentaje de la sociedad, sobre todo urbana.
Veamos:
En el sector estudiantil
La U. se ha vuelto un espacio cómodo en el que miles
de estudiantes se benefician de, entre otros: acceso a un
seguro médico, comedor gratis, pasajes de transporte
público con rebaja, acceso a Internet, manejo de fondos del IDH, guarderías para los hijos… Todos estos
beneficios son derechos que se adquieren sin firmar
contrato, ni asumir obligaciones frente al gasto en el
que incurren gran parte de los ciudadanos bolivianos
(todos los que pagamos impuestos). De contraparte:
nada. Es decir, no se respetan lapsos de permanencia
en una carrera, se salta de una a otra, la asistencia a
clases es optativa –así como lo son, en muchos casos, las
evaluaciones (se puede repetir el semestre en el futuro
o en algún rápido y poco exigente curso de invierno o
la sociedad boliviana, no sirven
ni siquiera para aumentar puntaje en la escala salarial, siendo, al
contrario, vistos con recelo: “los
doctorcitos” –término aplicado a
aquellos que tienen el grado de
doctorado– son, generalmente
criticados y menospreciados. En
definitiva una universidad donde
los títulos académicos no cuentan, ni siquiera en la calificación
de méritos, y en la que se obtiene
más puntos habiendo sido consejero que habiendo publicado varios artículos o libros.
Del lado de la investigación
No sólo existe un sub-valoración
del papel de la investigación y del
investigador. Hay además problemas en su evaluación: se prioriLagarto (Caimán yacare) - Mileniusz Spanowicz.
za el cumplimiento en términos
de verano)–, se manejan fondos económicos públicos cuantitativos y administrativos sin valorar indicadores
–a partir de las FUL(es) y Centros de Estudiantes– sin cualitativos. Y, de paso, para coronar su menosprecio,
rendir cuentas a la Contraloría Pública, y se exigen hay una creciente tendencia a querer, como política
cada vez más derechos. ¿Dónde está el contrato ciuda- universitaria, enmarcar las investigaciones exclusivadano de esta población estudiantil que, siendo mayor mente al servicio del PGDES. Se tiene que tener claro
de edad, tiene responsabilidades frente a la sociedad –y que la U. no es una entidad hacedora de políticas púsus ciudadanos– que está invirtiendo en ella? ¿Dónde blicas aunque pueda (y deba) aportar con conocimiento
están los profesionales que deben ahora servir a un país, para que los tomadores de decisiones lo utilicen como
permitiendo que otros(as) estudien en el futuro? ¿Dón- base (ahí lo que está fallando es la inexistencia de un
de están aquellos que a partir de su creatividad, forma- puente entre academia y decisiones públicas). El objeción y profesionalidad, pueden generar discusiones y tivo de toda investigación académica debe ser el de prodebates críticos y propositivos en torno a los desafíos ducir conocimientos de diversa índole –algunos más
sociales, económicos, tecnológicos que existen en este prácticos y otros más abstractos (no en vano existe la
diferenciación entre lo que es una investigación básica/
país?
A ello se suman los grandes problemas que existen fundamental y la que es práctica/aplicable)–. Esos coen términos de formación, problemas que se arrastran nocimientos pueden servir para tomar decisiones, pero
desde la educación pre-universitaria [de hecho, en al- deben, sobre todo, ser capaces de generar posturas crígún momento, habría que evaluar los impactos de las ticas, sin inclinarse frente a las autoridades gubernareformas educativas emprendidas durante los últimos mentales –de cualquier nivel o postura ideológica–.
20 años en el país]. Existe consenso sobre el hecho
de que hay una notable disminución del rendimiento Volviendo a la pregunta inicial
académico de los alumnos que presentan no sólo pro- ¿Para qué sirve la U? Siendo una entidad académica,
blemas de lectura, escritura, redacción, y, sobre todo su papel no es desarrollar emprendimientos empresacomprensión, sino de un desconocimiento de todo lo riales, económicos o tecnológicos, ni de hacer políticas
que viene a ser un bagaje cultural mínimo que permita públicas. Es un espacio que sirve para (a) formar proun verdadero diálogo de saberes y no un simple rescate fesionales –que son los que efectivamente tendrán que
desarrollar los emprendimientos una vez lanzados a la
de conocimientos locales.
sociedad–; (b) atraer docentes de calidad –regidos por
un escalafón/carrera docente–capaces de (c) producir
Del lado de los docentes
En la Universidad no existe una carrera docente que conocimiento crítico y creativo para, a partir de ello,
permita, mediante un proceso de evaluación/formación aportar a la política, economía y la sociedad.
La U. no debería servir de remanso de permacontinua, la consolidación de un status de docente universitario que destaque en términos de formador críti- nencia, un lugar cómodo al margen de las obligaciones
co de una nueva generación capaz de plantear alternati- ciudadanas.
vas frente a la construcción socio-política y económica
de Bolivia. La politiquería –y no la política– ha ganado
* Responsable del Área de Estudios del Desarrollo del Centro
también algunos espacios en este gremio. Los títulos,
de Estudios Superiores Universitarios de la Universidad Mayor
siguiendo una concepción cada vez más arraigada en
de San Simón (CESU-UMSS).
debate
Julio 2014 / Nº 146
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El beso de las Mujeres Creando: Subversión y misoginia
Patricia Flores Palacios*
Escribe Flores: “¿Qué vemos en estas fotografías? Una acción pacífica en el atrio de la Catedral de La Paz, una acción que María Galindo y
Mujeres Creando llamaron ‘Escultura lesbiana’. Consistía en un abrazo y en un beso. Pero eso, sólo eso, fue suficiente para provocar la acción
violenta y represiva de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales, UTOP. No había nada amenazante, ninguna actitud que alterase el
orden público. ¿O la propia identidad es una amenaza en estos tiempos ‘de cambio’?”.
L
a brutalidad policial-parlamentaria
Las dos mujeres estaban rodeadas de pancartas que decían: “Ley antidiscriminación
es pura decoración”, “GLTB = gorda, lesbiana, terca y boliviana”, “No hay libertad política, sin libertad sexual”, “Sueño con un mundo sin
ejército, NO con maricones en el ejército”. Quizá
estas frases fueron las que desencadenaron la brutal agresión policial. (Y lo de brutal está verificado:
ver los testimonios periodísticos; ver las huellas de
los golpes en los cuerpos de María Galindo y las
otras integrantes de Mujeres Creando; ver las fotografías que acompañan esta nota). Pero también
fueron brutales las expresiones misóginas y homofóbicas de un representante nacional.
La historia se repite
Y esta es la misma violencia policial que la perpetrada contra Mujeres Creando cuando el grupo
protestó la promulgación de la Ley 348 en inmediaciones de Plaza Murillo en febrero de 2013 o
cuando denunció esa farsa mediático-folclórica de
los “Matrimonios Colectivos desde Nuestra Identidad” en mayo de 2011. Se habla de derechos,
pero se los vulnera una y otra vez.
Y es que la sola presencia de Mujeres Creando y María parecería una amenaza al sistema, una
afrenta a la heteronormatividad, una subversión
al orden judeo-cristiano y al teatro culturalista
andinocentrista. Y ellas no necesitan mayor institucionalidad que la calle, las paredes o cualquier
espacio público (y el atrio de una Iglesia lo es) para
revelar las distancias entre el fetichismo jurídico
y la realidad, entre la discursividad y las acciones
estatales. Basta sólo eso para constatar cuán vigentes y vitales continúan los mandatos medievales e
inquisidores de una memoria larga.
* Feminista queer y comunicadora social
Acciones y discursos
¿Y es que definitivamente la osadía de un beso entre mujeres en la Plaza Murillo o un cartel interpelador y o la mera presencia del propio cuerpo
son ya amenazas para un orden estatal anclado
desde centurias en el patriarcado colonial, en imperativos machistas, homofóbicos y misóginos?
¿Hemos cambiado tan poco que –a pesar de los
enunciados descolonizadores, despatriarcalizadores, de las discursividades grandilocuentes sobre
“el vivir bien– se recurre de manera reiterada al
uso monopólico de las fuerzas represivas del Estado y paradójicamente contra quien planteó precisamente la despatriarcalización?
La misoginia estatal
Aquí el “método” de lucha despatriarcalizadora
de Mujeres Creando, un método que supone un
“afuera de la institucionalidad dominante” y un
“afuera del Estado”, devela un claro contenido:
que el patriarcado en el proceso de cambio sigue
incólume, que las leyes son tan sólo enunciados
porque no las cumplen o acatan los propios servidores públicos, que la discriminación, la misoginia
y la homofobia son las “estructuras estructurantes” de representantes nacionales como Roberto
Rojas.
Lucha despatriarcalizadora que a su vez sintetiza la impotencia, la bronca, la ira y la desesperación ante la pérdida de las esperanzas de cientos
de mujeres, lesbianas, homosexuales, travestis y
familias que no encuentran justicia. A casi una década de “cambio”, Bolivia es el país de la región
con los más altos índices de femenicidio e indefensión por la violencia machista y homofóbica. Una
violencia que está también cómodamente instalada en el Estado, sus instituciones y sus representantes. Porque son los hechos los que hablan, los
que escriben la historia.
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artes
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La mirada amorosa de Mileniusz Spanowicz
Alfonso Gumucio Dagron*
“Cuando uno mira las fotos de Mileniusz Spanowicz –escribe Gumucio Dagron en esta reseña de una exposición– lo hace con un sentimiento
a la vez de admiración y de nostalgia. Admiración por su trabajo y por la belleza que pone frente a nosotros, y nostalgia porque no tenemos
ninguna garantía de que en el curso de las próximas décadas esa belleza permanezca”.
S
Colibrí - Mileniusz Spanowicz.
quiera) es el que sobresale entre los demás: a veces el
fotógrafo lo sabe desde que dispara y a veces lo descubre más tarde cuando revisa la serie completa.
Armado de un imponente teleobjetivo blanco Mileniusz se adentra en ríos caudalosos y tupidas selvas. En
la fotografía de la naturaleza sucede algo sorprendente,
pues no solamente nos maravilla la imagen de un animal
de cuerpo entero o de una planta completa, sino las formas y colores que uno descubre si se acerca a la fotografía y observa el detalle en las plumas de un pájaro, en la
piel de una serpiente o en el intricado diseño de alguna
flor que señala su presencia con su belleza involuntaria.
Detrás de la cámara está el ojo del fotógrafo y
detrás de él el apoyo de instituciones sin las cuales su
trabajo no sería posible: la exposición fue organizada
por Wildlife Conservation Society (WCS) y posteriormente contó con el apoyo de la Fundación Cultural del
Banco Central de Bolivia, del Programa Nacional de
Biocultura, del Servicio Nacional de Áreas Protegidas
y de la Comisión Madre Tierra y Medio Ambiente de
la Asamblea Departamental de La Paz. En cada institución hay personas cuyo compromiso hace que se logren resultados concretos, por ello menciono a Robert
Wallace, Elvira Salinas, Lilian Painter y Elvira Espejo,
para no citar sino algunos.
Lo que conocemos gracias a quienes
se dedican a la investigación y a la protección de la diversidad biológica es que cerca
de 3.000 especies de vertebrados han sido
registradas en Bolivia: 389 mamíferos,
1.415 aves, 306 reptiles, 254 anfibios y 635
peces. Nuestro país ocupa el séptimo lugar
en el mundo por su diversidad de aves y es
el undécimo por en la riqueza de su flora:
más de 20.000 especies de plantas superiores se han catalogado en Bolivia.
La diversidad de fauna y flora en
el departamento de La Paz se explica
también por su excepcional condición
Bosque nuboso andino - Mileniusz Spanowicz.
i no supiera que es su nombre verdadero, pensaría que lo inventó para transitar de su mundo
polaco a la sonoridad cercana al habla hispana y
a su trabajo en este continente donde el milenio
comenzó auspicioso. Mileniusz es uno de esos personajes que llega al país y se sumerge en su vida cotidiana y
en su cultura hasta convertirse en hijo adoptivo, no por
algún decreto o concesión administrativa, sino por su
obra de incontestable amor por Bolivia.
Lo conocí en los alrededores de Ricardo Pérez
Alcalá, mi querido amigo fallecido hace menos de un
año. Mileniusz estaba siempre allí, en el círculo de
confianza del pintor, fotografiando su obra plástica y
su arquitectura, acumulando un archivo formidable de
imágenes. Y de vez en cuando se perdía, desaparecía de
la ciudad porque se zambullía en las selvas tropicales
del norte del departamento de La Paz.
Todos tenemos incrustado en el imaginario de La
Paz un paisaje altiplánico montañoso, frío y desolado,
con un horizonte de llamas y vicuñas. Lo que no asimilamos fácilmente es que el norte del departamento es
también una vasta región tropical, de vegetación exuberante e intricada, poblada por infinitas especies de
flora y fauna de las que apenas conocemos unas cuantas.­
Estamos hablando de doce mil especies de plantas
superiores que representan el 60% de la flora boliviana,
de dos mil especies de vertebrados (3.7% de todos los vertebrados del mundo) y 1.100 especies de aves (34% de las
que tenemos en toda la región y 11% de las que existen
en el mundo). La mirada de Mileniusz se ocupa de recordarnos esa realidad desconocida para la mayoría de los
bolivianos y de traernos en cien fotos una pequeña muestra, quizás para antojarnos o hacernos sentir ignorantes.
No es casual que la muestra de fotografías que exhibió a fines de mayo el Museo Nacional de Etnografía
y Folklore (MUSEF) se llame “Retratos del Madidi” y no
“Fauna y flora del Madidi”. La palabra retrato significa
proximidad. Uno retrata a alguien con quien establece
lazos de empatía, como los que Mileniusz ha construido
a lo largo de muchos viajes y más de seis mil imágenes.
Detrás de cada imagen seleccionada hay una aventura, varias anécdotas y un centenar de fotos. Todos
los fotógrafos hemos sentido alguna vez una emoción
creativa semejante: el fotógrafo espera mientras a través del visor ve modificarse la composición. Cuando
dispara, siente que es el instante preciso, el momento que nunca más volverá a repetirse. Es cuestión de
un segundo, nada más. Uno de esos clics (que ya no
se escuchan en las cámaras digitales, a menos que uno
topográfica que abarca desde cumbres nevadas a 6.100
metros de altitud sobre el nivel medio del mar, hasta
180 metros en la cuenca amazónica.
Tenemos tres áreas protegidas contiguas que forman parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de
Bolivia y que sobresalen por su biodiversidad: el Parque
Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi
(1.895.750 hectáreas), el Área Natural de Manejo Integrado Apolobamba (483.743 hectáreas) y la Reserva de
la Biósfera y Tierra Comunitaria de Origen Pilón Lajas
(400 mil hectáreas). Esas zonas tienen también importancia cultural gracias a la presencia de comunidades
Leco, Tacana, Araona, Esse Ejja, T´simane y Mosetene.
Una muestra fotográfica como esta, acompañada
de la información científica pertinente, en lugar de instalarnos en una zona de confort por toda aquella riqueza que tenemos al alcance de la mano, debería cuestionarnos sobre la posibilidad de perderla. Hay, en efecto,
especies amenazadas como el ciervo de los pantanos, el
jaguar, el borochi, la londra, el águila harpía, pavas de
monte, parabas, garzas, el caimán negro, el lagarto y
especies de tortugas de tierra y agua.
Cuando uno mira las fotos de Mileniusz Spanowicz lo hace con un sentimiento a la vez de admiración y
de nostalgia. Admiración por su trabajo y por la belleza
que pone frente a nosotros, y nostalgia porque no tenemos ninguna garantía de que en el curso de las próximas décadas esa belleza permanezca intangible.
Lo que la diversidad biológica nos proporciona
(sin ningún mérito nuestro) lo podemos perder por las
acciones que ejercemos sobre la naturaleza. La invasiones de colonos en áreas protegidas, los proyectos depredadores del extractivismo a ultranza, la tala indiscriminada de especies forestales preciosas y la expansión
de la frontera agrícola pueden significar la pérdida de
un tesoro que la naturaleza elaboró pacientemente a lo
largo de miles de años.
* Escritor y comunicador.
/ 17
artes
Julio 2014 / Nº 146
Sobre la Biblioteca
del Bicentenario
Hace ya diez años, en 2004, Plural editores elaboró y presentó un
“Proyecto para la creación de la Biblioteca del Bicentenario”. Desde
entonces, discutió ­–sin mucha suerte– su posible financiamiento
con diversas instituciones. En 2013, la Vicepresidencia del Estado
Plurinacional acogió la idea y decidió asumir el proyecto. En los últimos
meses, la Vicepresidencia conformó un multitudinario Comité Editorial
(del que Plural es parte) y ya elaboró una muy preliminar pre-selección
de las obras que serían parte de esta colección de 200 títulos. De esa lista
preliminar, Plural editores ya ha publicado, en buenas ediciones, casi
cuarenta títulos. Transcribimos aquí fragmentos del Proyecto original, de
2004, de Plural editores.
ntecedentes
La conmemoración del Bicentenario de
la Independencia (2004-2025) alienta
diversas iniciativas culturales destinadas a
la recuperación del patrimonio artístico e
intelectual de los países iberoamericanos.
Plural editores quiere contribuir a ese esfuerzo con la publicación de una Biblioteca
del Bicentenario, inspirada en la que Gustavo
Adolfo Otero creó en 1939, con el nombre
de Biblioteca Boliviana y que logró publicar
medio centenar de títulos hasta 1947. Con
posterioridad a ese emprendimiento, Fernando Diez de Medina formó en 1956 una
pequeña Biblioteca de Autores Bolivianos, que
sólo logró publicar cuatro volúmenes, y en
1975 se publicó la Biblioteca del Sesquicentenario, con una treintena de obras escogidas
de escritores bolivianos.
La Biblioteca del Bicentenario se propone recoger, mediante rigurosa selección, la
obra de los principales escritores bolivianos y de algunos escritores de otros países
que escribieron sobre Bolivia, en ediciones
(en la medida de lo posible, de sus Obras
completas) que puedan considerarse como
“definitivas”.
Características de la Biblioteca
La Biblioteca del Bicentenario estará conformada por una cantidad aún no determinada
de volúmenes, pero en ningún caso inferior
a 100, que se publicarán en el curso de los
próximos años y se distinguirá de otras ediciones por las siguientes cualidades:
–
El cuidado puesto en el establecimiento
de los textos originales, más allá de las
alteraciones surgidas con el correr del
tiempo, y las sucesivas ediciones, o bien
señalándolas cuando fueron introducidas por el propio autor.
– La excelencia de los estudios preliminares preparados especialmente para estas
ediciones por intelectuales de reconocida competencia.
– La amplitud y minuciosidad de la bibliografía activa y pasiva acerca de cada
autor que se incluya y la inclusión de
una cronología de la vida del autor y
el contexto político e intelectual de su
época.
– La puesta en página, la calidad del papel empleado y las ilustraciones de las
cubiertas, tomadas preferiblemente de
obras notables de la plástica boliviana.
– El rescate de inéditos o piezas nunca recogidas en libros por sus autores, la publicación crítica de libros desaparecidos
hace mucho tiempo de la circulación
editorial o que nunca han sido objeto de
edición.
– La creación de antologías de textos,
dedicadas al pensamiento político de la
independencia, al pensamiento conservador, al indigenismo, al nacionalismo
revolucionario o al de la ilustración.
La producción de los libros se hará siguiendo los parámetros internacionales de
calidad para este tipo de obras. Los libros de
la Biblioteca del Bicentenario se presentarán en dos
formatos: una edición
rústica, con tapas blandas, y una edición más
restringida, con tapas duras. Una versión digital
de todas las referencias
pertinentes sobre estas
obras estará disponible
en el sitio Web de la Biblioteca del Bicentenario.
Y, obviamente, los libros
estarán disponibles en los
circuitos comerciales establecidos para la distribución de publicaciones.
Araña bananera - Mileniusz Spanowicz.
A
Fondo de ojo
Venus
Ana Rebeca Prada
R
oman Polanski tiene
una obra muy heterogénea, muy diversa;
cuesta mirarla como un
todo con hilos evidentes de cohesión. ¿Cómo
comparar La novena puerta
(1999), El pianista (2001)
y Oliver Twist (2005), sólo
para hablar de películas
recientes?
Obviamente
que se trata de un gran director, pero los resultados
son muy diferentes.
En todo caso y en
este contexto, aparece La
Venus de las pieles (Francia,
Polonia 2013), nominada
a la Palma de Oro en Cannes en 2013; ganadora del
premio a Mejor Director en los Césares en 2014. Una película muy
distante de las grandes producciones que ha realizado. Aquí estamos
ante un film de a dos, totalmente realizado en el escenario de un teatro desierto, tarde en la noche en París.
Magnífica pareja de actores en esta ocasión: Emmanuelle Seigner, esposa del Polanski y actriz en varias de sus películas; y el maravilloso Mathieu Amalric, director francés, pero sobre todo gran actor,
que conocemos por actuaciones excelentes como la de La escafandra
y la mariposa y muchas otras. Magnífica pareja que encara, bajo la
dirección de Polanski, la puesta en escena de la obra teatral de David
Ives (co-guionista de la película, además, con Polanski) que tiene el
idéntico título de La Venus de las pieles. Ives es un dramaturgo norteamericano que estrenó con gran éxito esta obra en off Broadway y
en Broadway.
En la película, Polanski arma –a partir de la obra de Ives- una
relación intensa que se da en un teatro parisino solitario, entre un
director (antes actor), Thomas, que se dispone a irse a casa luego
de una serie de pésimas audiciones, y Vanda, una aspirante al papel
de la obra que él está montando, La venus de las pieles. Con este
título publicó Leopold von Sacher-Masoch una novela en1870, la
que causó gran escándalo por el tema del masoquismo, palabra precisamente inspirada en el apellido del escritor. Los personajes de la
novela –que, al interior del film, Thomas ha adaptado para el teatro,
respetando la historia y los nombres– son Severin von Kusiemski
y Wanda von Dunajew. La actriz, que llega al teatro que Thomas
se dispone a abandonar, se llama también Vanda, primer signo de
que la película va a mezclar ficción y realidad, en una dinámica que
termina en una confusión magnífica al interior de esa intensidad que
va in crescendo.
Thomas finalmente accede a la audición de Vanda, un poco a
desgano. Pero queda absolutamente fascinado cuando ella deja su
lenguaje procaz y sus maneras vulgares al convertirse en Wanda von
Dunajew en el escenario. Ella lo conmina a leer el rol de Severin von
Kusiemski y realizar la audición con ella. Y allí es donde comienza la
mencionada confusión estructurante, que está armada con las transiciones permanentes entre personaje y actor (personaje y actriz), y con
la creciente fusión (e incluso inversión) de la vida de los personajes
con la de los actores. Respetando las relaciones (sado)masoquistas que
la novela, fuente primaria de todas las re-escrituras, desarrolla en su
trama.
Una película de gran calidad, que respeta la estructura teatral de
la obra en que está basada, pero utilizando los recursos del cine para
llevar la propuesta a su máxima expresión.
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artes
Julio 2014 / Nº 146
Hacia una ortografía de la imagen colonial
Lucía Querejazu Escobari*
“Famoso es el caso del cuadro de san Mateo de Caravaggio. La primera versión situaba al evangelista en su escritorio y al ángel
prácticamente de pie y apoyado sobre el santo. La obra fue rechazada porque inducía al observador a pensar que el evangelio había sido escrito
por un ángel o bien que san Mateo había sido un simple copista. Caravaggio fue obligado a reformular la obra y así surgió el famoso san
Mateo, en el que el ángel habla con el evangelista desde las alturas, sin contacto alguno”.
U
no de los mayores retos de la historia del arte es el
de poder comprender la totalidad del contenido
de un cuadro o una imagen, para eventual­mente
describirlo. Este proceso es común a todas­las
obras de arte o imágenes que se analizan dentro de la disciplina. El método más apropiado para hacerlo depende
del investigador pero sobre todo del objeto de estudio.
En el arte virreinal este proceso es particularmente
complejo debido al gusto por lo escondido y lo encriptado que caracterizó al Renacimiento y al Barroco. El arte
virreinal o colonial fue creado siguiendo estos patrones
y los objetivos que estos delineaban, como ser el afianzamiento de determinadas doctrinas, especialmente en
el siglo XVI después de que la iglesia católica iniciara su
proceso de reformulación llamado Contrarreforma. De
ahí que conocer los pormenores de la lógica de estas imágenes es muy útil pues ellas albergan vastos contenidos
que pueden o no apreciarse a simple vista pero que definitivamente están expuestos ante nuestros ojos para ser
vistos y comprendidos. Es decir, la pintura virreinal no es
decorativa, se desglosa en un universo de pinturas pensadas para llamar a la reflexión en torno a temas concretos.
Iconografía e iconología
La iconografía es la descripción de una imagen, desde su
creación hasta su forma final, identificando su estructura
y atributos. Asociada a ella se encuentra la iconología,
que con poca claridad se diferencia de la iconografía
porque la iconología se ocupa del significado de las imágenes y no sólo de los elementos que la componen.
Este tipo de grafía de la imagen o del icono, como
sistema, fue analizado a profundidad por Erwin Panofsky, quien sistematizó la teoría como un método de tres
pasos que van desde la descripción preiconográfica, al
análisis iconográfico para terminar con el análisis iconológico. La lógica de este sistema reside en la premisa de
que cada cultura desarrolla sus propios códigos visuales y
culturales a partir de los cuales se construye este sistema
de referencias o atributos. De esta manera si uno puede
determinar cuáles son estos códigos, la interpretación de
las imágenes sigue como consecuencia lógica. Este método planteado por Panofsky resultó ser muy eficiente
para comprender imágenes creadas dentro de sistemas
culturales similares. Pero fue posteriormente criticado
por restringirse a una sola forma de construir imágenes
y que no sería de utilidad para imágenes que se crean en
procesos diferentes. Por ello se han venido desarrollando otras propuestas metodológicas a lo largo de los años,
como ser la historia social del arte o la semiótica.
El arte virreinal americano deriva de las corrientes
artísticas del Renacimiento y del Barroco, tanto español como italiano y flamenco. Debido al controversial
uso de imágenes dentro del culto católico, en el Concilio de Trento de 1545 se determinó con mucha rigurosidad cómo debían utilizarse las imágenes y cuáles
eran los contenidos a representarse. Para asegurarse
de que esto se reprodujera sin alteraciones en el vasto
territorio americano, el sistema de administración colonial se valió de los manuales de pintura y los grabados
flamencos. En los grabados se presentaba la iconografía
apropiada para un determinado tema y en el manual
se explicaba cómo se debía lograr este resultado profundizando en los colores (los grabados eran en tinta
negra) y cómo generar las expresiones adecuadas en los
rostros y manos. De esta forma podemos tener acceso
a los códigos y normas que rigen la construcción de las
imágenes y por lo tanto se abren las puertas de la comprensión de la imagen en toda su complejidad.
El universo del atributo
A diferencia de lo que se podría creer, considerando
lo rígido que era el tema en cuanto a creatividad, los
artistas virreinales generaron importantes variaciones
iconográficas que se ajustaban a las necesidades doctrinales de cada región. No está demás aclarar que el
arte era un oficio gremial sujeto a normativas, no era
un arte liberal (como lo fue posteriormente). Esto significa que los pintores, por ejemplo, cumplían los pedidos siguiendo un modelo pre establecido. Por ejemplo,
los atributos de cada santo lo identificaban y dirigían
la lectura en el sentido solicitado. Aun así existía un
pequeño margen de libertad artística que podía, en algunos casos, causar problemas.
Famoso es el caso del cuadro de san Mateo de Caravaggio. En este caso el evangelista escribe su texto
inspirado por un ángel que pareciera dictarle el contenido correcto. La primera versión de Caravaggio situaba al evangelista en su escritorio y al ángel prácticamente de pie y apoyado sobre el santo, como llevando
su mano a lo largo del papel. La obra fue rechazada
porque inducía al observador a pensar que el evangelio
habría sido escrito por un ángel o bien que san Mateo
no habría sido en sí un evangelista sino un mero copista. Caravaggio fue obligado a reformular la obra y así
surgió el famoso san Mateo en el que el ángel habla con
el evangelista desde las alturas, sin contacto alguno.
Para cada santo, en las diferentes escenas de su
vida, así como en las de la Sagrada Familia, existía una
normativa estricta. Los atributos en este universo sirven entonces para reconocer y comprender. Así se ha
establecido por ejemplo que san José viste túnica verde
con manto rojo o que la Virgen Inmaculada siempre
lleva vestido azul con manto blanco. San Antonio, san
José y san Cayetano llevan al niño Jesús en brazos, pero
san Antonio va con el hábito café de la orden franciscana, san Cayetano lleva traje diocesano y san José lleva
barba. De esta forma los atributos o la combinación de
varios van definiendo el contenido.
Ante el inmenso corpus de obra virreinal que puebla nuestros templos el método queda corto sin el sistema de referencias que de cuenta de detalles, variaciones
o iconografías poco frecuentes. Ese es el trabajo de más
de cuarenta años de Héctor Schenone, historiador del
arte argentino que falleció este mes de mayo, dejando
un legado inmenso. En sus obras, Schenone dejó consignadas las iconografías más importantes de América
asociadas a las doctrinas a las que pertenecen. También
identifica en sus escritos aquellas obras que son muy
raras y que no pueden compararse o contrastarse con
ninguna otra, por ejemplo, las obras del retablo de reliquias de San Ignacio de Bogotá, donde se guardan
restos de santos que no hay en ninguna otra parte del
mundo. De estos santos extraños y sus representaciones se ocupó Schenone, construyendo diccionarios de
ortografía de la imagen.
Sin la obra de Schenone, el trabajo de los historiadores del arte americano estaríamos perdidos, tratando
de dar sentido a cosas que no lo tienen o perdiendo el
valioso contenido en algunas composiciones que aparentan simplicidad. Él y su trabajo son un símbolo del
trabajo colaborativo necesario para construir un entendimiento de nuestra historia.
* Historiadora de arte.
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libros
Julio 2014 / Nº 146
Luis H. Antezana
responde
Al marge del la ley. Entre la seguridad
y los derechos en una ciudad boliviana
Daniel M. Goldstein
Plural editores / Colección Sociedad
El preparado de yeso. Blanca Wiethüchter,
una crítica afición
Marcelo Villena Alvarado
IEB-IIL-Plural editores
Escritos escogidos
¿Integral, aparente, patrimonial,
corporativo, prebendal, plurinacional?
Estos son sólo algunos de los muchos
adjetivos que han sido usados, en
las últimas décadas, para describir
el Estado en Bolivia. Desde una
antropología de la inseguridad
urbana, Daniel M. Golstein
propone en este libro una nueva
caracterización: el Estado como una
entidad espectral, un fantasma frente
al cual “la gente se siente al mismo
tiempo abrumada y abandonada,
simultáneamente oprimida e
ignorada, en una relación básica que
se ha mantenido sin modificaciones
sustanciales por lo menos desde el
periodo neoliberal hasta hoy, y que no
muestra señales de cambio pese a las
transformaciones de la configuración
política nacional”.
Daniel M. Goldstein es catedrático
de Antropología de la Universidad de
Rutgers, Estados Unidos. (M.S.)
La cada vez mayor inclinación de
Marcelo Villena Alvarado hacia la
reflexión sobre la imagen gráfica
parece explicarse porque ambos,
tanto el trabajo del artista como
la materialidad del arte, en ella se
hacen evidentes. Su primer libro,
Las tentaciones de San Ricardo (2003),
termina describiendo un lienzo
imaginario que “representaría la
procesión del corpus de la narrativa
boliviana”; otro, en proceso de
revisión y traducción del francés, se
llamará El deseo del gesto y el modelo
de la pintura: Intertexturas a través del
corpus pictórico de Roland Barthes; y el
que aquí presentamos, que a través
de la lectura de Blanca Wiethüchter,
comienza con una reflexión sobre la
obra del pintor Ricardo Pérez Alcalá
y termina con la interpretación de
la “obra gráfica” de Jaime Saenz,
de sus dibujos de calaveras. (Gilmar
Gonzales Salinas).
No pocos recuerdan a Arturo Orías
como a un gran profesor universitario.
Esa memoria no es casual: fue la
universidad (y la educación en general)
el gran proyecto intelectual de su vida
(nacido en 1931, Orías falleció en
2001). Primero, como estudiante de la
universidad de Tubinga (Alemania), en
la que Orías fue discípulo de Eduard
Spranger, Otto Bollnow y Ernst
Bloch (a los que luego traduciría,
magníficamente, al español, además
de a otros, como Brecht). Luego como
profesor de la Universidad Mayor
de San Andrés, institución en la que,
además de dar clases de filosofía de
la educación, fue director de carrera,
decano, vicerrector y rector.
Este libro, compilado por su esposa
(desaparecida hace poco) reúne textos
breves y largos sobre los temas que
apasionaron a Orías durante toda
su vida: la literatura, la filosofía, la
educación y la universidad. (M.S.)
Hoteles
Serenata cósmica
De kenchas, perdularios y otros malvivientes
Maximiliano Barrientos
La Hoguera / A la venta en Librerías Plural
Juan Pablo Piñeiro
Gente Común/ A la venta en Librerías Plural
Los Hermanos Loayza
El Cuervo / A la venta en Librerías Plural
“A la literatura boliviana le sobra
historia y le falta intimidad”,
dictamina Edmundo Paz Soldán al
comentar este libro, que reúne dos
relatos de largo aliento (“Primeras
canciones” y “Turismo”) y una nouvelle
o novela corta (“Hoteles”). Paz Soldán
continúa: “Se ha narrado mucho sobre
clases y razas en pugna, y poco sobre
esa lucha interna que libran todos los
individuos sin sosiego. Maximiliano
Barrientos pertenece a una generación
de narradores y cineastas que se toma
muy en serio la intimidad. Su obra
poco a poco va construyendo una
gran épica de la desaforada Santa
Cruz urbana de hoy, pero una épica
curiosa que atiende más a los silencios
interiores que al gran monumento.
Los personajes de Barrientos son
jóvenes pero se niegan a crecer; el
problema es que lo han hecho y han
encontrado allí desilusión, el fin de los
sueños, la gran ruptura”.
Algo telúrica, la académica argentina
Magdalena González Almada dice de
estos relatos de Piñeiro que son “un
canto a lo ancestral” (whatever that
means). Y añade, en la misma prosa
confusa, algunos indicios sobre lo que
ofrecen: “Un viaje por los espacios
sensoriales de lo humano, por los
pequeños grandes acontecimientos
que sostienen la existencia percibida,
múltiples experiencias en nuestra
relación con el cosmos, que nos llevan
a asumirnos como simples hebras en el
gran tejido de la vida. Serenata cósmica
nos convoca a mirar la existencia desde
otra perspectiva, desde otro sentido
común, adormecido por el racionalismo
constituido en dogma global”.
Más allá de estos esoterismos, lo
evidente y racional es que el libro reúne
10 cuentos, los primeros que publica
Piñeiro, conocido más bien por sus dos
novelas: Cuando Sara Chura despierte de
2003 e Illimini púrpura de 2010. (M.S.)
Novela que, en su origen, era tal vez el
guión de un largometraje. Los autores,
como se indica, no sólo son sino que
firman como hermanos, Álvaro y
Diego. Sobre el asunto del libro, el
escritor colombiano Juan Cárdenas
nos ofrece este resumen: “Un joven
campesino amante de las ciencias llega
a la gran ciudad para cumplir con sus
sueños. Allí lo aguardan el ruido, la
furia y las desopilantes sorpresas de
una urbe”. Y luego, so pretexto de la
sinopsis, Cárdenas se permite estos
excesos, como de disco folklórico de
los setenta o de un Jaime Saenz for
export: “La Paz, donde la faz hierática
de los ídolos deviene carcajada telúrica,
donde el mito y el logos se entreveran
en una danza macabra y el tiritar de
los huesos desata la reverberación de
otras ciencias: el Cacho, el Alcohol, la
Palabra, el Cuerpo”. La novela, claro,
es mucho mejor que esto. Es hasta
recomendable. (M.S.)
Arturo Orías (comp. de Christa Fabry de Orías)
¿Cuáles son las 10 mejores novelas
de la literatura boliviana?
Luis H. Antezana Juárez (Oruro, 1943)
es filólogo, catedrático, ensayista y traductor.
Pero sobre todo es uno de los mejores lectores
que ha producido la cultura boliviana.
Un lector de literatura, de fútbol, del
pensamiento social (son seminales sus textos
sobre René Zavaleta Mercado y Sergio
Almaraz). En 1983, respondió a una
encuesta de Carlos Mesa sobre “las 10
mejores novelas de la literatura boliviana”.
Esta fue su selección:
“Separando la novela boliviana arbitrariamente en
dos tiempos: uno ‘Clásico’ y uno ‘Moderno’ –lo
que tiene alguna motivación al nivel del trabajo
sobre el lenguaje narrativo, dicho sea de paso– escogería los siguientes títulos:
Clásicas
1. Juan de la Rosa (1885). Nataniel Aguirre. Ya
inscribe muchas de nuestras constantes narrativas: rebelión y masacre; busca de la paternidad; dialéctica entre acción y reacción ideológicas (Fray Justo vs. Padre Arredondo).
2. Raza de bronce (1919). Alcides Arguedas. No
sólo inventa el indigenismo, sino que marca
además el “liberalismo” de nuestra narrativa.
3. Aluvión de fuego (1935). Óscar Cerruto. Inagotable en sugerencias y escrita inmortalmente.
4. La Chaskañawi (1947). Carlos Medinaceli.
Una novela que nos busca en nuestras fronteras sociales, como quien nos busca en nuestros límites de sentido.
5. Yanakuna (1952). Jesús Lara. En la que quizá se marca mejor lo ajeno que se ha vuelto
nuestro territorio. Wayra es nuestro más
fuerte personaje femenino.
Modernas
6. Los deshabitados (1959). Marcelo Quiroga
Santa Cruz. Por la precisión y sobriedad del
lenguaje y por el trabajo de las relaciones interpersonales.
7. Tirinea (1969). Jesús Urzagasti. Toda una
poética sobre la complicidad afirmativa entre
la escritura y la vida.
8. Manchay Puytu (1977). Néstor Taboada Teráb. Un logro formal, en una dialéctica temática (muerte vs. deseo) muy bien construida.
9. Felipe Delgado (1979). Jaime Saenz. Densa,
compleja y múltiple: indagación originalísima
de una vida y una ciudad.
10. Morder el silencio (1980). Arturo von Vacano.
Una rigurosa búsqueda del lugar de la palabra en un mundo inclinado a otros fines. Y un
gran sentido del humor.
Y otras más.
Carlos Mesa Gisbert
20 /
Julio 2014 / Nº 146
La otra orilla
Artista invitado
La brasileñización de Occidente
El norte de La Paz
por Mileniusz Spanowicz
Ulrich Beck (n. 1944).
Cf. Ulrich Beck (1999). Schöne neue
Arbeitswelt, Frankfurt, Campus Verlag.
(Trad. cast. de Bernardo Moreno: Un nuevo
mundo feliz. La precariedad del trabajo
en la era de la globalización, Barcelona,
Paidós, 2000, pp. 9-16).
Ilustramos este número de Nueva Crónica con fotografías del polaco
Mileniusz Spanowicz.
S
obre estas fotografías, Alfonso Gumucio Dagron escribe (ver su nota
completa en la p. 16):
“Todos tenemos incrustado en el
imaginario de La Paz un paisaje altiplánico montañoso, frío y desolado, con
un horizonte de llamas y vicuñas. Lo
que no asimilamos fácilmente es que
el norte del departamento es también
una vasta región tropical, de vegetación
exuberante e intricada, poblada por infinitas especies de flora y fauna de las
que apenas conocemos unas cuantas.
La mirada de Mileniusz se ocupa de
recordarnos esa realidad desconocida
para la mayoría de los bolivianos y de
traernos en estas fotos una pequeña
muestra, quizás para antojarnos o hacernos sentir ignorantes”.­
Mileniusz Spanowicz nació en
1962 en Varsovia (Polonia). Desde muy
joven estuvo interesado en los animales
y en la biología como un todo, pero muy
en particular en los reptiles. Dada la reducida diversidad herpetológica de su
Rana mono - Mileniusz Spanowicz.
L
a consecuencia involuntaria de la
utopía neoliberal del libre mercado es la brasileñización de Occidente. Lo que más llama la atención
en el actual panorama laboral a escala
mundial no es sólo el elevado índice de
paro [desempleo] en los países europeos, el denominado milagro del empleo en EEUU o el paso de la sociedad
del trabajo a la sociedad del saber, es
decir, qué aspecto tendrá en el futuro
el trabajo en el ámbito de la información. Es, más bien, el gran parecido
que se advierte en la evolución del
trabajo en los denominados primer y
tercer mundo. Estamos asistiendo a la
irrupción de lo precario, discontinuo,
impreciso e informal en ese fortín que
es la sociedad del pleno empleo en
Occidente. […] En un país semiindustrializado como Brasil, los trabajadores dependientes con empleo a tiempo
completo representan sólo una minoría respecto a la gran masa de los económicamente activos. La mayoría vive
en unas condiciones laborales precarias. Abundan los vendedores ambulantes, los pequeños comerciantes y
los pequeños artesanos, que se ofrecen
como asistentes domésticos de toda
suerte, o los “nómadas laborales” que
se mueven entre los campos de actividad más variados. Como apuntan numerosos datos en las denominadas sociedades del pleno empleo “altamente
desarrolladas”, esta “multiactividad”
nómada (distintivo hasta ahora generalmente reservado al trabajo femenino en Occidente) no constituye una
“magnitud residual premoderna” sino
una variante de desarrollo en rápida
expansión en las sociedades laborales
posmodernas, que se están quedando
sin esa modalidad atractiva, altamente
cualificada y bien pagada que es la plena actividad laboral.
[…] Cuantas más relaciones laborales se “desregularizan” y “flexibilizan”
más rápidamente se transforma la sociedad laboral en
una sociedad de riesgo, un
riesgo que no es calculable ni
para el modo de vida de cada
individuo ni para el Estado
y la esfera política. [Así], la
inseguridad endémica será el
rasgo distintivo que caracterice en el futuro el modo de
vida de la mayoría de los humanos ¡incluso de las capas
medias, aparentemente bien
situadas!
Bajo el influjo de la
economía política de la inseguridad se modifica también de manera drástica el aspecto general de la sociedad. Las univocidades
se vuelven extremas en las franjas más
estrechas; es decir, en la parte superior y en la parte inferior, que en realidad ya no es inferior, sino “exterior”
o marginal. Mientras que en la zona
media se desarrollan, entremezclan e
imbrican las equivocidades, son cada
vez más los que viven entre las categorías de pobre y rico.
[…] André Gorz propone un
cambio de perspectiva. Da la vuelta a
la falta de trabajo y la conceptúa como
disfrute del tiempo, mientras que en
la falta de crecimiento ve una buena
ocasión para volvernos activos todos
y cada uno de nosotros. Yo propongo
dar un paso más: la antítesis de la sociedad laboral es la potenciación de una
sociedad política de los individuos, de
una sociedad civil activa en cada lugar
concreto, de una democracia europea
a la vez local y transnacional. […] Así,
en los proyectos comunales se reactivan de esta manera la democracia
y la identidad ciudadana, a menudo
de manera conflictiva […]. Sólo si se
logra transformar la nueva precariedad de las formas de ocupación en
un derecho a la actividad remunerada
discontinua, a elegir el tiempo, a una
nueva soberanía del tiempo de trabajo
incrustada en las condiciones salariales vigentes, podrán surgir y garantizarse [una] nueva relación armónica
entre trabajo, vida y acción política.
[…] Marcel Proust tenía razón. La
verdadera experiencia no consiste en
descubrir nuevos países, sino en ver la
realidad con nuevos ojos.
país de origen, desarrolló investigaciones y actividades de manejo de reptiles
exóticos acumulando en los años ochenta la colección privada de reptiles más
grande de Polonia. Fue un período de su
vida dedicado a sus estudios superiores y
educación artística. En 1988 dejó su país y en los últimos veinticinco años realizó un importante trabajo de especialización y práctica como fotógrafo de vida silvestre.
Spanowicz logra en sus fotografías una
fascinante combinación entre el registro
científico y la intensidad que los animales fotografiados representan. Con
paciencia y gran conocimiento de su
comportamiento, consigue atrapar los
momentos que reflejan mejor la vida de
los animales y su entorno, descubriendo
un mundo casi completamente desconocido para el común de quienes tienen
como contexto sólo la vida urbana.
El artista ha presentado varias exposiciones en Polonia, Estados Unidos y
Bolivia, donde reside actualmente.
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