1. Austria y Prusia de 1815 a 1848. El Congreso de Viena supone para los territorios de lengua alemana la consolidación de la tradicional fragmentación territorial. De los treinta y nueve estados sólo dos –Austria y Prusia- son importantes, y de ellos dos Austria es el más poderoso, por lo menos hasta mediados de siglo en que será superada por Prusia. El Congreso de Viena también supone la consolidación de regímenes autoritarios y absolutistas en la zona, Austria es el modelo a seguir. Frente a esta restauración de regímenes legitimistas van a ir cobrando importancia corrientes políticas como el liberalismo y nacionalismo que cuestionarán el sistema. De todas ellas el nacionalismo surge con una fuerza incontenible y la idea de pertenecer a una nación común se va a hacer más y más popular. Las revoluciones del 48 suponen la derrota de estas ideas tras un momento inicial de triunfo. Tras el 48, Prusia experimenta un crecimiento económico sin precedentes y va a adquirir cada vez más importancia frente a una Austria estancada en lo económico, en lo político y en lo social; esta supremacía prusiana será la que capitalice el sentimiento nacional alemán hacia la unidad que se logra en 1870. 1. Los países germánicos tras el Congreso de Viena. Como ya adelantábamos toda la zona germánica aparece dividida desde el punto de vista político y territorial. Treinta y nueve estados y alguna ciudad libre se reparten toda la zona, un verdadero mosaico de pequeños reinos y ciudades libres. La fragmentación es completa, sólo existe una débil unión de todos en la Confederación Germánica, una asociación de estados con instituciones comunes en la que cada uno es totalmente independiente. A la cabeza de esa Confederación el Congreso de Viena coloca a Austria como potencia rectora y es la que preside la Dieta o Parlamento donde están representados todos los estados. Austria y Prusia de 1815 a 1848. Desde el punto de vista territorial la derrota de Napoleón ha favorecido a Austria y a Prusia. Austria va a recibir Lombardía y Venecia y coloca a archiduques austriacos en Parma, Módena y Toscana, con lo cual se consolida como la principal potencia en la península Itálica; además el Congreso le ha otorgado un papel hegemónico en el conjunto de estados alemanes. El emperador austriaco mantiene al frente del gobierno a Metternich, el artífice de la Santa Alianza y garante del absolutismo monárquico en Austria y en toda Europa, sus objetivos en Europa son lograr la hegemonía de Austria y mantener a Italia como esfera de influencia. En el interior cualquier tímido intento de reformar algo es perseguido, la libertad de expresión acallada y el gobierno autoritario reforzado. Austria intentará imponer sus principios a los pequeños estados del sur de Alemania que más o menos gravitan en su órbita. Prusia se ha engrandecido con la obtención de la Renania o zona próxima al Rin, recordemos que el objetivo era crear estados fuertes en la fronteras con Francia. Contará con una monarquía autoritaria, aunque coquetee con el sistema parlamentario y mantenga un régimen más o menos representativo, en la práctica el rey tiene todo el poder. Otros principados alemanes importantes, pero de segundo orden son: Baviera, Wutemberg, Mecklemburgo... En el sur de Alemania muchos estados conceden constituciones con la intención de frenar las aspiraciones revolucionarias. 2. El surgimiento del nacionalismo alemán. Sobre la formulación teórica del nacionalismo alemán es conveniente que te repases lo ya estudiado en el apartado 6 del tema 2, página 45, cuando hablábamos del romanticismo. Los nacionalistas alemanes se sienten frustrados al imponerse el nuevo orden de Viena, el sentimiento nacional se ha consolidado y hace del pueblo y del espíritu del pueblo (volksgeist) el núcleo de las esencias de la nación, divulgándose el nacionalismo cada vez más entre las gentes humildes. Las organizaciones más activas y comprometidas con la idea de nación, y con la aspiración a la constitución de un solo estado unificado que integre a todos los habitantes de lengua alemana, se encuentran en los ambientes universitarios, tanto entre el profesorado como en el alumnado. Grupos variados intentarán rescatar del olvido en toda Alemania la cultura, la literatura y el folklore. Para estos militantes nacionalistas los pueblos germanos que acabaron con el Imperio Romano y la Edad Media -época en la que floreció el Sacro Imperio Romano Germánico- son recuerdos de una pasada grandeza que hay que reconstruir, el horizonte mítico adónde mirar. Es de destacar que, al igual que en el caso italiano, tanto artistas como intelectuales contribuyen a divulgar los principios nacionalistas con sus obras. Ni que decir tiene que el nacionalismo alemán tiene muchos detractores. La aristocracia ve en la exaltación del pueblo un ataque a sus privilegios, los monarcas de los distintos estados se oponen porque en última instancia atacan su poder, y Austria cree que amenaza el equilibrio creado en Viena. La forma de reaccionar de los distintos gobiernos es prohibir las asociaciones de estudiantes, aumentar la censura y controlar de una manera férrea a las universidades. En algunos territorios del Imperio Austriaco que no son de lengua alemana (territorio checo, Hungría, Polonia, Rumania y zonas eslavas) empiezan a surgir también movimientos nacionalistas que intentan sacudirse el yugo de los germanos, estos movimientos tendrán su protagonismo en 1848. 2 Austria y Prusia de 1815 a 1848. 3. Las revoluciones de 1830 en los países germánicos. La marea revolucionaria de 1820 no afectó a estos territorios. En previsión de posibles brotes las autoridades de estos reinos intensificaron sus medidas represoras contra las ideas liberales y nacionalistas a partir de 1820. Con todo, en Alemania sí prendió la revolución del 30, mientras, en la zona austriaca no tuvo ningún éxito. El movimiento empieza a finales de 1830 por el norte (Brunswick, Sajonia y Hannover) y más tarde se extenderá por el sur (Baviera). Al igual que en Italia la revuelta tiene un fuerte contenido nacionalista. Ante la escalada de los acontecimientos Austria y Prusia se coordinan y son rápidamente sofocados todos los focos revolucionarios. El nacionalismo alemán no desaparece, y la idea de pertenecer todos a una misma nación que hay que unificar seguirá latente. Esta unificación no se realizará bajo el liberalismo, sino a través del conservadurismo prusiano en 1871. El final de estos movimientos fue el mismo en todos los estados: una represión sangrienta. A partir de 1832 se consolidarán los gobierno autoritarios y el recorte de libertades, los grupos nacionalistas y liberales se verán obligados a actuar en la clandestinidad y esperarán una nueva oportunidad para actuar, oportunidad que surgirá en 1848. 3