270 FERDINANDO CASADIEGOS CÁCERES De este concepto surge que la fides o bona fides, reposa en un error, cual sería el creer que la cosa que se le transmite a una persona proviene del verdadero propietario o de quien estaba autorizado para hacerlo por éste. No se trata, sin embargo, que el error importe un desconocimiento total de la situación jurídica verdadera, pero aún conociéndola, es suficiente que se tenga el convencimiento de que su actitud no perjudica al verdadero propietario. La buena fe bastaba que existiese en el momento de la posesión, aunque no se diese en todo el tiempo de la adquisición, principio que se traduce en el aforismo “la mala fe sobreviniente no es obstáculo para la prescripción” (mala fides superveniens non nocet). d) Possessio solo la tradición in bonis. Se exigía también para la procedencia de la usucapio, la posesión continuada de la cosa durante el término fijado por la Ley. La interrupción de la posesión (usurpatio), aunque fuese momentánea, obligaba a comenzar el período de usucapio en los requisitos de justo título y buena fe. El heredero, sin embargo, aunque comenzaba una nueva posesión, podía computar a los fines de duración de la misma aquel tiempo ya iniciado por el causante (successio possessionis). Se admitió también que los adquirentes a título particular pudieran computar la posesión iniciada por el titular (accesio possessionis), siempre que existiera buena fe en el momento de la adquisición. En el derecho justinianeo, la usucapio era interrumpida desde el comienzo de la litis promovida por el propietario. Debía poseerse la cosa corpus et animus: los dos elementos esenciales de la posesión. e) Tempus. Un requisito más, exigido para que tuviera lugar la usucapio, era el transcurso del tiempo establecido por la ley. En las Doce Tablas, 1 año para muebles y 2 para inmuebles. Praescriptio longi et lonsgissimi temporis, la primera para fundos provinciales en beneficio de los poseedores no dueños de buena fe y con justa causa, diez años entre presentes y 20 entre ausentes. Tanto para muebles como para inmuebles, no es propiamente un modo de adquirir la propiedad, pero sí un mecanismo de defensa contra la actio in rem.