ERRORES Y MULETILLAS 1. DEMASIADO: No abusemos de la palabra "demasiado" Parece una epidemia: cada vez son más las personas que abusan de la palabra "demasiado" metiéndola a la fuerza en todo tipo de enunciados donde no tendría por qué estar. No sé si sea un fenómeno específicamente colombiano, pero en nuestro país el uso indiscriminado de " demasiado" ha comenzado a permear todo tipo de conversaciones: desde las charlas despreocupadas de los adolescentes hasta las reuniones formales de los profesionales. Un ejemplo extremo de este abuso, que presencié la semana pasada en un avión, me ha llevado a escribir este artículo. Una mujer joven, para agradecer al hombre que la había ayudado a acomodar su maletín en el portaequipajes, le dijo: "¡Demasiadas gracias!" Demasiado no sirve para calificar o describir cosas positivas La expresión "demasiadas gracias" es incorrecta. Si la señora en cuestión de verdad estaba muy agradecida con el señor que la ayudó, habría bastado con decirle: "¡Muchas gracias!" o "¡Mil gracias!". Como nos lo recuerda el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPHD), la palabra demasiado utilizada como adjetivo significa "que excede de lo necesario o conveniente". Como adverbio, demasiado significa "excesivamente". Por eso, los siguientes ejemplos son todos incorrectos: "Él sabe demasiado inglés". "Me gusta demasiado el fútbol". "Esta comida está demasiado rica". "Pedro actuó demasiado bien en la película". La forma correcta en estos casos sería: "Él sabe mucho inglés". "Me gusta mucho el fútbol" o "Me encanta el fútbol". "Esta comida está muy rica" o "Esta comida está deliciosa". "Pedro actuó muy bien en la película". Usos correctos de demasiado Dado que demasiado implica siempre la idea de que hay más de lo necesario o conveniente, esta palabra suele usarse para expresar ideas negativas: "Ella no me cae bien porque se queja demasiado". "Comí demasiado. Necesito hacer una siesta". "Hay demasiados carros en esta ciudad". "Ese tipo sabe demasiado. Hay que matarlo". 2. HUBIERON: La forma verbal hubieron es la que corresponde a la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo del verbo haber: hube, hubiste, hubo, hubimos, hubisteis, hubieron. Usos correctos: Esta forma verbal se emplea, correctamente, en los casos siguientes: • Para formar, seguida del participio del verbo que se está conjugando, la tercera persona del plural del tiempo compuesto denominado pretérito anterior o antepretérito de indicativo: hubieron terminado, hubieron comido, hubieron salido. Este tiempo indica que la acción denotada por el verbo ha ocurrido en un momento inmediatamente anterior al de otra acción sucedida también en el pasado: Cuando todos hubieron terminado, se marcharon a sus casas; Apenas hubieron traspasado el umbral, la puerta se cerró de golpe. En el uso actual, este tiempo verbal aparece siempre precedido de nexos como cuando, tan pronto como, una vez que, después (de) que, hasta que, luego que, así que, no bien, apenas. Prácticamente no se emplea en la lengua oral y es hoy raro también en la escrita, pues en su lugar suele usarse, bien el pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo (Cuando todos terminaron, se marcharon a sus casas), bien el pretérito pluscuamperfecto o antecopretérito de indicativo (Apenas habían traspasado el umbral, la puerta se cerró de golpe). • Como forma de la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo de la perífrasis verbal haber de + infinitivo, que denota obligación o necesidad y equivale a la más usual hoy tener que + infinitivo: El director y su equipo hubieron de recorrer muchos lugares antes de encontrar los exteriores apropiados para la película. Uso incorrecto: • No se considera correcto el uso de la forma hubieron cuando el verbo haber se emplea para denotar la presencia o existencia de personas o cosas, pues con este valor haber es impersonal y, como tal, carece de sujeto (el elemento nominal que aparece junto al verbo es el complemento directo) y se usa solo en tercera persona del singular. Son, pues, incorrectas oraciones como Hubieron muchos voluntarios para realizar esa misión o No hubieron problemas para entrar al concierto; debe decirse Hubo muchos voluntarios para realizar esa misión o No hubo problemas para entrar al concierto. 3. DIGAMOS: Esta muletilla tan habitual, tan extendida, se usa para señalar que lo que decimos no hay que tomárselo al pie de la letra o con demasiada exigencia de precisión, sino como una aproximación, al poco más o menos. Es un modo de avisar que el término que se va a decir no es exactamente el que uno buscaba y ha sido un poco elegido a bulto, lo que nos permitirá continuar hablando y desarrollar el hilo argumental que habíamos iniciado sin tener que detenernos a buscar un término más exacto. El DRAE lo equipara a 'por decirlo así', y dice que se usa: para presentar la palabra o palabras que se dan como expresión aproximada de lo que se pretende significar. La actriz está un poco, digamos, sobreactuada en esta película. Pero a nosotros nos interesa también descubrir cuál es la expresividad subyacente, el matiz semántico que aporta una u otra forma de decir las cosas. Los componentes connotativos que se añaden de forma paralela y no consciente a la mera expresión denotativa. Y, paradójicamente, la forma culta que adopta esa mera excusa descrita anteriormente, pretende investir al hablante de una autoridad especial, mítica. Es como si al emplearla quisiésemos dar a entender a nuestro interlocutor que estamos en concilio, o al menos en conciliando permanentemente con nosotros mismos, y por lo tanto autorizados a emitir respuestas auténticamente colegiadas, asumidas en su conjunto por nuestra más íntima, propia, secreta e individual unanimidad. Así es como habla el Papa, ni más ni menos: en plural mayestático. Porque, desde luego, este plural no tiene ninguna relación con un nosotros real, conformado por individuos de carne y hueso en nombre de los cuales se hablaría, como si se fuese el portavoz de un cenáculo, un equipo o un grupo de presión. Es un 'nosotros' muy, pero que muy imaginario (o virtual, que se dice ahora) y también, por lo tanto, muy pero que muy pretencioso. Al escuchar esta muletilla uno tiene la sensación que cada una de las afirmaciones del que habla tiene tras de sí el respaldo de un arduo y elaborado acuerdo previo entre todos los irreductibles o los “yoes” que componen su personalidad. Casi nada. Por si fuera poco, la muletilla de marras está conjugada en tiempo subjuntivo, lo que hace que la propuesta tenga un tono claramente condescendiente. El hablante parece querer dejar impreso en nuestro ánimo que va a tener la consideración o la amabilidad ―cuando no la indulgencia― de afirmar algo. Que se va a dar permiso para hacer alguna importante y arriesgada declaración. Y todo eso cuando, en muchas ocasiones, lo único que se le ha pedido es una simple opinión particular. “Digamos que me gustó la película que vi el sábado”… Común, suena bonito pero está mal dicho. Porque le están preguntando a una persona como le pareció la película y no le preguntan a él como si fuera el “vocero” de todos los que asistieron. También se da mucho esta muletilla en los oradores, en las personas acostumbradas a hablar en público. Supongo que es asumible por los asistentes sin ningún tipo de escándalo porque existe un curioso síndrome que afecta a todos los oyentes de ese tipo de monólogos formalizados que llamamos clases, conferencias o discursos, según el cual el que habla a un grupo de personas (y especialmente si está sentado) representa siempre a un supuesto colectivo (de estudiosos, de colaboradores, de políticos…) Ésa es la secreta autoridad de la que suele investirse. En fin, yo creo que es que nos gusta que sea así a todos, a oradores y a oyentes. Como si el conferenciante hablase siempre en nombre de algún tipo de curiosa e hipotética hermandad que le ampara científicamente, moralmente, profesionalmente. Lo que si nos ponemos a analizar es totalmente ridículo. “La película que vamos a ver es, digámoslo, una obra maestra.” Lo que ocurre es que tampoco nos repugna demasiado adoptar un tono senatorial ―momentáneamente: si no, resultaría insufrible― o aceptar que nuestro contertulio lo adopte alguna que otra vez ―cuando necesite sentirse importante, por alguna súbita urgencia egoica―. “Digamos que no estoy de acuerdo con que la película era buena.” El máximo efectismo se produce cuando el orador ―pues se trata indudablemente de un recurso retórico― le añade a la muletilla la simple partícula adverbial 'ya' (que aquí no diríamos que es de tiempo sino de impaciencia) para dar a entender de un modo más o menos furtivo o más o menos dramático que, en razón de la súbita confianza que, como un flechazo, ha surgido repentinamente entre él y el auditorio, no va a esperar más para largar la preciosa información (o genial ocurrencia) cuya entrega tenía previsto demorar en el tiempo, o incluso, si no percibía los suficientes méritos en el público receptor, omitir para siempre. Dicha información, u ocurrencia, puede que sea la cosa más banal del mundo, claro. Para todas las expresiones anteriores puede omitirse la palabra “digamos” y sonará correcto sin necesidad de incluir a otros en nuestras opiniones o pensamientos. No existe la conjugación del verbo decir en primera persona en plural. Es decir “digamos” no puede conjugarse en presente por una sola persona, no existe el “yo digamos”, a menos claro, que el resto de los oyentes repitan con él lo que él dice y todo lo que vayamos a decir se repita en coro. 4. MUCHISMO: La palabra MUCHISIMAS no está registrada en el Diccionario. Las entradas que se muestran a continuación podrían estar relacionadas: No se pudo hallar la palabra "muchísimo" en el diccionario de sinónimos pero al revisar "muchísimo" o voces equivalentes se logró exponer alternativas que pueden ser útiles. No fue posible hallar la palabra "muchísimo" en el diccionario de antónimos igualmente revisando “muchísimo" y voces análogas se consiguió ofrecer otros resultados de utilidad. No se pudo hallar la palabra "muchísimo" en el glosario de términos gauchescos y criollos de Argentina aunque revisando "muchísimo" y partículas análogas se pudo exponer los listados que se presentan. No se pudo hallar "muchísimo" en el glosario de lunfardo y giros de Argentina pero al revisar "muchísimo" o voces análogas se consiguió obtener otros resultados de utilidad. No fue posible encontrar "muchísimo" en el glosario de jergas y modismos de Argentina aunque al revisar “muchísimo" o expresiones parecidas se pudo armar otros resultados de utilidad. 5. BUENISIMO: ¿Bonísimo o buenísimo? ¿Fortísimo o fuertísimo? La palabra buenísimo no es admitida por el diccionario español de la RAE. En cambio, para expresar que algo es muy bueno, sí podemos encontrar la forma bonísimo. Cuando hablamos del grado máximo en que una cualidad puede expresarse, nos referimos a lo que en gramática se denomina grado "superlativo". En muchos casos, se forma agregando el sufijo ­ísimo/ ísima a la raíz del adjetivo: mal­o = mal­ ísimo Sin embargo, hay ocasiones en las que estas formas por razones fonéticas o etimológicas, la raíz varía. Por ejemplo, la palabra fuerte, que para la formación del superlativo, emplea la raíz "fort". Lo que debe usarse en este caso es el término fortísimo, una palabra que puede sonar horrible, ya que no es la que realmente dictamina el uso. Otros superlativos irregulares: Cruel ­ Crudelísimo/a Fiel ­ Fidelísimo/a Fuerte ­ Fortísimo/a Libre ­ Libérrimo/a Noble ­ Nobilísimo/a Nuevo ­ Novísimo/a Pobre ­ Paupérrimo/a Sabio ­ Sapientísimo/a El arte de hablar bien se convierte en un desafío que debemos tomar muy enserio por la responsabilidad que tenemos al expresarnos delante de los demás. CLASES A DOMICILIO. CLASES GRUPALES. 304­325­2946 Carrera 51 N° 76 ­199 piso 2. Andrés González Director