Nota Verbal (2202) Posición de Cuba en relación con el Proyecto de Protocolo facultativo al Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales La Misión Permanente de la República de Cuba ante la Oficina de las Naciones Unidas y las Organizaciones Internacionales con sede en Suiza, saluda atentamente a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y tiene el honor de referirse a la nota del Secretario General SG/MLS/SW, mediante la cual se solicita información a los gobiernos en relación con la elaboración de un Protocolo facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en virtud de la resolución 2002/24 de la Comisión de Derechos Humanos. El Gobierno de la República de Cuba concede la mayor importancia a los principios reconocidos por la comunidad internacional acerca de la universalidad, indivisibilidad, interdependencia e interrelación entre todos los derechos humanos. La aplicación efectiva de estos principios constituye un desafío no superado aún en la asignación de recursos por parte de la comunidad internacional, en la letra de los instrumentos internacionales vigentes en la materia y en el propio desempeño de los mecanismos de la maquinaria las Naciones Unidas para los derechos humanos. La realidad es que a punto de cumplirse 55 años de aprobada la Declaración Universal de los Derechos Humanos y 10 años de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en Viena, no se ha alcanzado la meta de que la comunidad internacional atienda los derechos económicos, sociales y culturales, en pie de igualdad y con el mismo peso que los derechos civiles y políticos. La realidad de hoy, es que en el caso de los derechos civiles y políticos, nadie cuestiona su justiciabilidad, existen mecanismos internacionales de examen de quejas individuales e incluso, se está a punto de alcanzar una tercera generación de protección, que establecería procedimientos internacionales de visitas a centros de detención penitenciarios; sin embargo, en relación con los derechos económicos, sociales y culturales, algunos cuestionan incluso su justiciabilidad y se refieren a ellos como ideales de futuro. A 36 años de adoptado el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la llamada "progresividad" no ha favorecido la plena realización de los derechos reconocidos en este instrumento internacional. Por el contrario, para la mayoría de los seres humanos de gran parte de los países subdesarrollados y para millones de personas en los países desarrollados, se ha producido un claro retroceso en el disfrute de los mismos y ante todo, en el compromiso de los Estados con su realización. Esta cuestión tiene también un efecto real negativo sobre los derechos civiles y políticos, porque la universalidad, indivisibilidad, interdependencia e interrelación entre ambas categorías de derechos humanos no es un mero enunciado teórico, ni una herencia de la "guerra fría" como algunos indican, sino una interrelación objetiva, directa, inexorable, que puede crear o no la sinergia vital para la realización de los derechos humanos. El derecho a la vida, considerado un derecho civil y político básico, sin el cual no se puede disfrutar ningún otro derecho, es cuestionado cada día, no sólo por las violaciones de otros derechos civiles y políticos, sino también, por el reto que impone la negación del disfrute de los económicos, sociales y culturales, tales como el derecho de toda persona a estar protegida contra el hambre o al disfrute del más alto nivel de salud física y mental. De hecho, en la actualidad muchas más personas son privadas del derecho a la vida cada día, como consecuencia del hambre y las enfermedades prevenibles o curables, que por todas las violaciones de los derechos civiles y políticos que ocurren el mundo, incluidos los abominables capítulos de genocidio que tuvieron lugar en la década de los años 90 del pasado siglo. Sin embargo, se habla muy poco de esto y ni siquiera se individualizan los casos de las víctimas. La situación antes descrita, determina no sólo un cuestionamiento directo a la universalidad, indivisibilidad, interrelación e interdependencia entre todos los derechos humanos; constituye también una negación de los principios de objetividad y no selectividad en el examen de las cuestiones de derechos humanos, consensuados en Viena, en 1993. Los derechos económicos, sociales y culturales, también imponen para los Estados, como los propios civiles y políticos, las obligaciones de protegerlos y garantizarlos. La obligación de proteger y garantizar la realización de estos derechos, exige que los Estados se abstengan de llevar adelante acciones que impidan o priven a las personas, individual o colectivamente, de su goce. La obligación de "proteger" presupone que los Estados adoptarán todas las medidas necesarias para prevenir o poner fin a las violaciones de estos derechos a sus ciudadanos por parte de terceras personas, naturales o jurídicas. La obligación de "garantizar", entraña la adopción por los Estados de medidas y políticas positivas de todo tipo, a los efectos de promover y asegurar su plena realización, ya sea a través de la prestación de servicios públicos directos o creando las condiciones para el acceso universal a otras formas de servicios de calidad que lo posibiliten. La negligencia en el cumplimiento de cualquiera de estas obligaciones, constituye una violación de los derechos humanos. Las violaciones de los derechos que nos ocupan, pueden ser también tanto individuales como colectivas. Se dan en la práctica violaciones de los derechos, económicos, sociales y culturales realizadas contra naciones, pueblos, grupos y comunidades. Contrariamente a lo que expresan algunas teorías y posiciones en boga, acerca de las dificultades prácticas para medir la realización de los derechos económicos, sociales y culturales a los efectos de su justiciabilidad, la realidad es que estos están claramente definidos en el Pacto internacional correspondiente, sin ambigüedad, como quisieran hacer creer los promotores de tales teorías. Por otra parte, estos derechos son incluso más fáciles de cuantificar, y más clara la capacidad de evaluar la llamada progresividad de su realización, tanto desde el punto de vista individual, como colectivo. De hecho, numerosos Estados y organismos internacionales han desarrollado y emplean, desde hace varias décadas, indicadores estadísticos individuales y colectivos, en esta materia. En Cuba, los derechos económicos, sociales y culturales, sus componentes y los medios para alcanzar su realización tienen rango constitucional. La Constitución cubana tiene todo un capítulo, el VII, dedicado a los derechos, deberes y garantías fundamentales. La obligación del Estado cubano de garantizar, respetar y satisfacer estos derechos de los ciudadanos cubanos está claramente establecida por la Constitución y las leyes complementarias. También están establecidas por la Constitución y las leyes, entre ellas los Códigos Penal y Civil, la Ley de Procedimiento Penal y la de la Organización del Sistema Judicial, los procedimientos para reclamar el reconocimiento real y efectivo de un derecho vulnerado, poner fin a cualquier violación, y obtener la indemnización correspondiente. En Cuba la Fiscalía, los Tribunales y otros órganos administrativos estatales, tienen claros mandatos en esta materia. Las obligaciones de los Estados en virtud del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, comprenden todos los derechos enunciados en él. Sería un retroceso para la promoción y la protección de todos los derechos humanos, negar la posibilidad de contar con un Protocolo Facultativo a este instrumento internacional. Al propio tiempo, no sería concebible que su alcance se limite a un menú de recomendaciones que carezcan de un enfoque normativo y vinculante para los Estados Partes. Esta aseveración, comprende también, en opinión de Cuba, el artículo 1 del Pacto, que reconoce el derecho de libre determinación de los pueblos y el derecho al desarrollo. Una cuestión de primera importancia a ser definida, será el marco de jurisdicción en cuanto a la responsabilidad de violaciones a los derechos económicos, sociales y culturales. En las condiciones actuales de un mundo globalizado, son varios los sujetos con responsabilidad directa en la realización de los derechos económicos, sociales y culturales. Aunque resulta obvia la responsabilidad primaria de cada gobierno, no puede dejarse de reconocer la responsabilidad que han adquirido otros actores, como las instituciones multilaterales financieras y de comercio, las entidades económicas transnacionales, etc, en la realización o negación de estos derechos. Esta influencia determinante, puede materializarse a través de formas diversas. Una de ellas, es la imposición de condicionalidades y recetas que en la práctica, imposibilitan a los Gobiernos la capacidad de llevar adelante políticas y programas para la promoción de los derechos económicos, sociales y culturales de sus ciudadanos. Estos Gobiernos, por su dependencia y debilidad en el marco de una economía mundial globalizada, no están, en la mayoría de los casos, en capacidad de resistir y oponerse a tales condicionalidades y recetas. Las medidas coercitivas unilaterales, también apuntan contra el derecho de libre determinación y niegan el derecho al desarrollo. El Protocolo facultativo del Pacto de derechos económicos, sociales y culturales, deberá ser también tratado sin discriminación en materia de los procedimientos de presentación de denuncias. Deberá incluirse la facultad discrecional de los Estados de presentar denuncias contra otros Estados, como es el caso en el Protocolo Facultativo al Pacto de Derechos Civiles y Políticos. Esa facultad, debería incluir la posibilidad de presentar denuncias contra otro Estado, por acciones u omisiones que entrañen violaciones de derechos a los ciudadanos del primero. La letra del Pacto de derechos económicos, sociales y culturales, hace referencia, en varias oportunidades, a la cuestión de la cooperación internacional, financiera y técnica, reconociendo la importancia vital de la misma. En la doctrina, todo derecho para una parte, impone deberes para otra. En algunas partes del Pacto, como el párrafo 2 del Artículo 11, se deja claramente establecido el deber y la obligación de los Estados de actuar, individualmente y mediante la cooperación internacional, en la adopción de medidas, incluidos programas concretos, para asegurar, aspectos vinculados con el derecho a la alimentación. En el Artículo 23, los Estados también convinieron en "que las medidas de orden internacional destinadas a asegurar el respeto de los derechos que se reconocen en el presente Pacto, comprenden procedimientos tales como.... la prestación de asistencia técnica..." El establecimiento de un mecanismo de examen de denuncias, con arreglo al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, no solo es viable, sino necesario, para el logro de la plena universalidad de todos los derechos humanos. La adopción del Protocolo facultativo de este Pacto sería una contribución para la realización de los derechos económicos, sociales y culturales y los derechos civiles y políticos, dada su interrelación, indivisibilidad, interdependencia e interrelación entre sí. Cuba, por tanto, continuará apoyando cuanto esfuerzo se emprenda en ese sentido, en el marco de las Naciones Unidas. La Misión Permanente de la República de Cuba ante la Oficina de las Naciones Unidas y las Organizaciones Internacionales con sede en Suiza, aprovecha la oportunidad para reiterar a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos el testimonio de su consideración. Ginebra, 2 de septiembre del 2002 Available at: http://www.cubaminrex.cu/Multilaterales/sociohumanitarios/Notas%20verbales%20200 2/sociohumanitarios_nota%20verbal_posicion%20de%20cuba%20en%20relacion%20c on%20el%20proyecto%20de%20protocolo_tc.htm Discurso de la Sra. Claudia Pérez Alvarez, Miembro de la Delegación de la República de Cuba Tema 10: Derechos Económicos, Sociales y Culturales Ginebra, marzo de 2004 Sr. Presidente: La delegación de Cuba agradece los informes presentados bajo este tema de la agenda por todos los Relatores Especiales y Expertos Independientes, así como el informe del Grupo de Trabajo de composición abierta encargado de estudiar la elaboración de un Protocolo facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, cuya recomendación de renovar su mandato por un nuevo período de dos años es una idea que Cuba apoya. Las resoluciones que se presentan bajo este tema de la agenda y que defienden la urgente necesidad de proteger los derechos económicos, sociales y culturales, de forma interdependiente e interrelacionada con los derechos civiles y políticos, son un reflejo de la preocupación por revertir la tragedia en que malvive la mayoría de la población mundial. Está claro que una persona analfabeta, pobre, sin empleo, sin acceso a cuidados médicos, sin alimentos y agua potable, difícilmente está en condiciones reales de comprender los complejos problemas del mundo, decidir individualmente y participar concientemente en la vida política de una sociedad. Alarmantes cifras globales avalan de forma contundente este argumento: Cerca de 3.000 millones de personas viven hoy con menos de dos dólares diarios. 8 millones de niños mueren cada año a causa de la pobreza, 150 millones de niños menores de 5 años sufren los estragos de la malnutrición, y 100 millones viven en la calle en condiciones de absoluta indigencia. La deuda externa, que en el año 1985 ascendía a 300 mil millones de dólares, se eleva hoy a más de 750 mil millones. Este panorama potencia un verdadero genocidio económico, social y ecológico que pone en peligro la especie humana. Sr. Presidente: Las vidas de millones de seres humanos que habitan el planeta están amenazadas por los planes agresivos de la superpotencia hegemónica, cuyos designios de dominación se sustentan en decenas de miles de armas nucleares, satélites militares que espían cada kilómetro cuadrado del planeta, arsenales de armas químicas y biológicas y presupuestos de gastos militares alrededor de los 400 mil millones de dólares, con los cuales podrían enfrentarse y resolverse muchos de los principales problemas del mundo. Sr. Presidente: La vida de más de once millones de cubanos también está siendo amenazada por esa potencia imperial, como consecuencia de una política de hostilidad de las más crueles, inhumanas y prolongadas a que se haya sometido a pueblo alguno en toda la historia de la civilización humana. Documentos desclasificado por el Gobierno de los Estados Unidos sobre la llamada “Operación Mangosta”(entre ellos el documento Nº 36 de fecha 18 de enero de 1962), constituyen pruebas irrefutables de esta afirmación. Este plan diabólico, diseñado mucho antes de que naciera la gran mayoría de las personas hoy presentes en esta sala, se define conceptualmente en este documento como, y cito “la operación dirigida a provocar una rebelión del pueblo cubano(…),cuya acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país”, fin de la cita. ¡Guerra económica, escúchese bien! Este plan, sin embargo, es sólo un hilo dentro de la inmensa telaraña de acciones encubiertas que se han tejido a la sombra de esa guerra económica abierta, genocida y brutal, y cuyas consecuencias dramáticas para el pueblo cubano no sólo se traducen en las afectaciones psicológicas y físicas de sus víctimas sino también en los alrededor de 72 mil millones de dólares en daños y perjuicios de los que no ha escapado una sola actividad económica y social cubana desde el triunfo de la Revolución, a los cuales se sumarían otros 54 mil millones como resultados de sabotajes y otras agresiones y actos terroristas. El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos de América, carece de todo fundamento legal y ético y conforme a lo dispuesto en el inciso c) del artículo II de la Convención de Ginebra para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio, de 9 de diciembre de 1948, califica como un acto de genocidio. En el 58º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 179 Estados miembros exigieron el fin de esa política. Sr. Presidente: Lejos de escuchar la creciente opinión pública nacional y el abrumador clamor internacional a favor del levantamiento de esta absurda política, la actual Administración Bush ha elevado a una fase de máxima intensidad su hostilidad hacia Cuba, aprobando nuevas restricciones que incluso violan los derechos humanos de los propios ciudadanos norteamericanos. El intento de Estados Unidos de hacer fracasar el proyecto socio-económico de justicia y equidad emprendido por el pueblo cubano, no ha sido ni será jamás logrado. En Cuba se ha reducido la mortalidad infantil a 6,3 por cada mil nacidos vivos, se han elevado a más de 14 años las perspectivas de vida, se ha generalizado la vacunación del 99,5% de los niños contra trece enfermedades, se ha logrado una tasa de desocupación menor al 3% y con ello el pleno empleo, se ha brindado cobertura de seguridad social al 100% de la población, y se ha llevado a cabo una Revolución en el sistema educacional en todos los niveles, que incluye el uso intensivo de medios audiovisuales y de computación, la creación de un canal de televisión educativa y otros muchos programas, orientados al objetivo de alcanzar una cultura general integral en cada ciudadano Estos, señor Presidente, sí son hechos tangibles que desmienten la campaña de patrañas y mentiras contra Cuba. Sea entonces la historia, la encargada de juzgar a nuestros enemigos. Muchas gracias. Available at: http://www.cubaminrex.cu/CDH/60cdh/CDH60_tema10esp.htm