Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética -2CULTURA MATERIAL Una piedra tallada, o paleolito, nos aporta mucha información sobre las necesidades de los primeros seres humanos: desenterrar raíces, despellejar animales y raspar pellejos (…) Nos hemos hecho una idea de quiénes fueron nuestros ancestros por los objetos que dejaron tras de sí. Y así será para los arqueólogos del futuro. Por nuestros objetos nos conocerán. Peter Gabriel. COLORS. Extraordinary objects. Taschen. Colors Magazine. 2003 “Las apreciaciones culinarias o arquitecturales, vestimentarias, musicales u otras, forman realmente lo más idóneo de la cultura y lo que simboliza realmente la diferencia entre las etnias” André Leroi-Gourhan. El gesto y la palabra. Pág. 267 14 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Lo que está hecho y lo que se está haciendo. Hay cosas que se “dan por hecho”, y a hay otras que “se hacen”. Los objetos son una de esas cosas que “se dan por hecho”, simplemente están ahí, y parece como si siempre hubieran estado. Se nos hacen tan familiares que incluso les decimos cosas, como si fueran elementos de la naturaleza, y nos olvidamos de su carácter artificial, y que en realidad no las hizo Dios, y que son –todos y cada uno- creación humana. Constituyen nuestro entorno cuasi-natural que determina directamente la experiencia cotidiana de cada individuo pudiendo influenciarlo, paralizarlo o estimularlo, generando en él sensaciones positivas o negativas 1 ; y en conjunto, el entorno material que configuran puede considerarse como una extensión del cuerpo humano.2 Pero lo objetos no son propiamente “lo qué son” (figura), sino más bien “lo qué hacemos” (con-figuración) con ellos, y es en ese hacer cosas con ellos que los consumimos: los deseamos, los obtenemos, los descubrimos, nos habituamos a ellos, los gastamos, se raspan, se manchan, los reparamos, los remendamos, y luego los relegamos a un lugar recóndito, de un momento a otro los usamos para hacer cosas para las cuales no se habían hecho, comienzan a mediar entre nosotros y el tiempo, se hacen recuerdo (de cuándo se compro, de tal ocasión); en este proceso aparecen objetos a los cuales se les confiere –ya sea desde su origen, o con el tiempodiferentes atributos: un envase de aceite Jeferson, un equipo “completo” de peluquería ofrecido en reventa, un uniforme de colegio que siempre fue heredado de primos y hermanos mayores, el pequeño búho de cerámica recibido como obsequio y convertido en amuleto, un estropajo vendido como instrumento de aseo, un carrito de mercado adaptado para ser “todo terreno”, un baño decorado con forros tejidos, un cepillo para el cabello que lleva escrito el nombre de su propietaria, una carreta de construcción que sirve a un obrero para hacer la siesta, una rama de penca sábila convertida en objeto con atributos mágicos, una jarra de porcelana que cumple funciones de pieza de museo doméstico, una herradura vieja convertida en objeto para la buena suerte, la imagen de un pollo con rasgos humanos que ofrece porciones de ala y muslo a mil pesos, una olla relegada –por su uso infrecuente- al cuarto útil, una grabadora viejísima que sigue a pesar de esto siendo usada, las calcomanías de Jesucristo y de Piolín mezcladas, una tapa roja de Coca-Cola en medio de una manga, un ramillete de 15 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética envases vacíos en la entrada de un centro de acopio de reciclaje, un matamoscas reparado rústicamente con un palo que se le ha amarrado, un coca de lavaplatos Cristal que guarda sobras del almuerzo en la nevera, cajas de dientes –de personas que probablemente ya han muerto- puestas en venta para ser de nuevo usadas, un incensario hecho con una lata de Ensure y vendida en una plaza de mercado por mil quinientos pesos, un teléfono viejo y descompuesto ofrecido como reliquia, una bolsa de Almacenes ÉXITO sacada a la calle llena de basura dentro. Estos son los objetos que muestran lo que somos, en dónde estamos y qué hacemos. Imitado Revendido Heredado Regalado Objetualizado Reformado 16 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Marcado Mágico Personalizado Redefinido Sagrado Museificado Humanizado Desusado Desgastado 17 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Criollizado Recargado Remercantilizado Desechable Reciclado Reparado Resusado Reutilizado Basura Podría uno pensar, desde estos ejemplos, que mientras son consumidos los objetos son re-hechos desde otra dimensión, y en este sentido los objetos se hacen, precisamente por que mientras se hacen cosas con ellos es como si se volvieran a 18 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética hacer. Desde este punto de vista -y como se explicará más adelante- cada objeto tiene una doble existencia: la primera como “lo que él es” representado en su “figura”, y la segunda como “lo que se hace con él” y que se representa a través sus “configuraciones estéticas”. 19 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Cultura material “Una cultura material –dice Pardo- al disponer las cosas en orden a crear ciertos espacios, establece las condiciones para que tal o cual acontecimiento ‘tenga lugar’, y del acontecimiento sólo sabemos, por las huellas que ha dejado en el espacio, por el espacio que ha constituido con esa suerte de decoración cultural”3. El concepto de cultura material plantea el hecho de la materialización de la cultura, de ahí que para poder comprenderlo, es necesario entrar a definir primero el concepto de cultura, para desde allí tratar de responder luego a la pregunta sobre su dimensión material, y a la vez por lo cultural del entorno material. Jesús Mosterín para definir el concepto de cultura, parte de un enfoque antropológico enmarcado en las definiciones previamente elaboradas por Edward B Taylor ("Cultura... es aquel todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, leyes, moral, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad"), y Edward Sapir ("El conjunto socialmente heredado de prácticas y creencias que determinan la textura de nuestra vida"), y concluye definiendo la cultura como el conjunto de “información transmitida socialmente” por un grupo, estableciendo con esto una oposición diferencial con la natura (término que utiliza para definir la naturaleza, o la vida biológica y no cultural) que es la “información heredada genéticamente”, diferenciando una de otra principalmente por sus formas de difusión (lo biológico en la natura y lo social en la cultura). “Tanto la natura como la cultura son información recibida de los demás –dice Mosterín- pero la cultura se opone a la natura como lo adquirido o aprendido de los otros se opone a lo genéticamente heredado”4. A pesar de ser información y por esto mismo ser inmaterial, Mosterín aclara que en un sentido comunicativo no hay información sin la mediación de un soporte material que la represente, por lo que es imposible desligar el concepto de información cultural de tres sentidos o tres dimensiones de la información que están articulados entre si: información sintáctica, como forma o estructura, como la representación material de esa información; información semántica como correlación de sentido entre un significante y un significado, como el mensaje contenido en la forma en que se 20 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética materializa; e información pragmática, entendida como la capacidad que tiene ésta para cambiar el estado de ánimo o el comportamiento de un receptor, de informarle la manera en que se debe hacer algo (sentirse y/o comportarse). Sin desconocer la dimensión sintáctica y la semántica, Mosterín aclara que la información cultural está limitada a la dimensión pragmática de la información, es decir al tipo de información que es capaz de comunicar y transmitir a su receptor mensajes que informan sobre cómo debe ser su comportamiento. Éste tipo de información presupone como condición de posibilidad su dimensión sintáctica o su representación material y su dimensión semántica como significación capaz de proveer a algo un sentido pragmático. Clifford Geertz en “La interpretación de las culturas”, definió la cultura como una trama de significados en función de la cual los humanos interpretan su experiencia y guían su acción 5 , de esta apreciación y de la definición propuesta por Mosterín, podemos concluir que la cultura es in-formación que funciona como una instrucción para las personas, indicándoles las acciones que deben realizar. Cada unidad de información cultural, que bien puede estar representada por un objeto, puede ser entendida según esto, como una instrucción, como algo que guía y a la vez da forma a la acción de las personas que la comparten. Cada una de estas unidades tiene una forma o estructura determinada (significante), ocupa un lugar en el espacio y gracias a esto podemos percibirla con los sentidos. Esa forma se puede correlacionar con un significado a través del cual se le otorga un valor más allá de “por lo que sea” y “para lo que sirva”, y a la vez modifica de alguna manera la disposición de quien lo recibe o lo percibe, indicándole cómo se hace algo, impulsándolo a hacerlo, o simplemente modificando su estado de animo. La información cultural, es decir la pragmática, se clasifica en tres tipologías, de las cuales cada una ofrece instrucciones diferentes sobre cómo comportarse en el mundo de la cultura. Información descriptiva, que dice cómo es el mundo; valorativa, que informa sobre qué hacer en él; y práctica, que se refiere a cómo hacer esas cosas. Este carácter pragmático e instructivo de la información cultural hace pensar que la cultura –llevada a la práctica- se compone del conjunto de hábitos (creencias, 21 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética conocimientos, capacidades) que un grupo social implementa en el desarrollo de sus experiencias –tanto ordinarias como extraordinarias- convirtiéndose por lo tanto en algo representativo y diferenciador ante los demás. Según esto, y en resumen podría decirse que la cultura, es ante todo información que guía o pauta el comportamiento de las personas por medio de diferentes representaciones, de ahí que a diferentes culturas correspondan diferentes comportamientos, diferentes formas de ser, hacer y estar en el mundo que se manifiestan en diferentes rasgos, y también en diferentes objetos. Si la cultura es información que guía o pauta nuestro comportamiento, o que nos indica cómo comportarnos en la vida cotidiana, lo que se hace tangible en la cultura material serán esas pautas o unidades de información capaces de modificar nuestro estado. Retomando la distinción conceptual que establece Mosterín entre natura y cultura, se puede pensar que si comúnmente se dice que los animales se comportan instintivamente, siguiendo su naturaleza, podemos decir que las personas se comportan culturalmente, pues su cultura es su naturaleza, y de algún modo su instinto. Si la natura, eso que se hereda genéticamente, es la que determina cómo debe ser el cuerpo de un organismo para que éste pueda adaptarse a su entorno, uno pensaría que es su naturaleza (representada en su programa genético) la que se ha materializado en la forma de su cuerpo y cada una de sus partes. Así mismo, metafóricamente, uno diría que la cultura, eso que se aprende socialmente, se ha materializado en objetos que son como órganos artificiales (o culturales), partes externas del cuerpo, en los que han tomado forma extensiones y funciones del organismo, y que no es tan dadas por su natura, sino más bien por su cultura y por su programa cultural. El lenguaje por ejemplo, hace parte de la cultura, es un rasgo cultural. En éste los mensajes que se componen en el cerebro como ideas se materializan en palabras (dimensión sintáctica) a las que se asocia una idea (dimensión semántica) que es capaz de modificar la disposición de quien las recibe (dimensión pragmática). Con los objetos sucede lo mismo, podemos decir que son rasgos culturales, puesto que en ellos se materializa información de diferentes maneras (en su forma, en su significado, 22 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética en su utilidad) y cada uno de esos tipos de información representa una dimensión diferente de cada objeto (estructural, comunicativa, funcional). Un objeto es un significante, esto quiere decir que es información que a tomado una forma concreta por medio de la transformación de un material que aparece como su materia prima (dimensión sintáctica); en la medida que cada objeto significa algo decimos de él que comunica o que nos transmite un mensaje sea figurativo o abstracto (dimensión semántica); y de alguna manera cada objeto –y no sólo en un sentido operativo o funcional – guía o pauta nuestro comportamiento en las situaciones que aparece, es la representación más o menos pautada de una acción (dimensión pragmática). Dimensiones de la NATURA CULTURA información natural y cultural. Instinto Hábitos PRAGMÁTICA Cuerpo Objetos SINTÁCTICA (no aplica) Significados SEMÁNTICA Tabla N° 1. Formas de representación de las dimensiones de la información natural y cultural Los objetos son la dimensión material de la cultura. A través de ellos, y especialmente en la manera en que son puestos en práctica se hacen visibles las normas, los valores y actitudes de la sociedad.6 La cultura y los objetos están estrechamente relacionados y una de las maneras en las que las categorías culturales pueden ser comprobadas, es a través de los objetos materiales de una cultura 7 . En el marco de la estética del consumo, el concepto de cultura material define un conjunto de objetos en los que se materializan los hábitos (comportamientos, actividades, saberes, recursos, significados y formas de valoración) de un grupo social. Son finalmente los objetos que llevados a la práctica materializan lo que las personas son, hacen, creen y piensan. Para facilitar un análisis de las formas en que se materializa la cultura vale la pena distinguir tres categorías de la cultura material: la espacial, que nos recuerda que los lugares se configuran como contextos a partir de los objetos que pueblan un espacio, y a partir de los cuales es posible diferenciar entre entornos, públicos, privados o laborales; la personal, que está determinada por los objetos que tiene y usa una persona; y la accional, determinada por la relación que existe entre una actividad determinada y el conjunto de objetos necesarios para desarrollarla 8 . Estas tres 23 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética categorías juntas conforman el entorno material, en el cual podemos distinguir unos hábitats, unos habitantes y unos hábitos. ¿Qué sucede entonces cuando la información cultural, materializada en un objeto, es puesta en práctica? ¿Qué sucede cuando esos objetos entran a formar parte de un espacio concreto, a pertenecer a alguien y a ser implementados en diferentes acciones? 24 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética El objeto “…el objeto es un elemento móvil y artificial del mundo circundante, fabricado por el hombre, accesible a la percepción y destacable de su entorno; hecho a la escala del hombre, es esencialmente manipulable y subsiste a través del tiempo con una gratitud de permanencia”. A. Moles. Teoría de los objetos. Pág. 181 Los objetos –en su sentido más amplio y general- reflejan bajo la óptica de la estética del consumo las formas en que se materializa la cultura cuando es llevada a la practica por la sociedad, son elementos que encierran además de la materialidad de la información cultural, la trama de significados, actividades y comportamientos que la constituyen. Los objetos como cosas artificiales Ya hemos visto como Jesús Mosterín define la cultura a partir de aquello que no lo es: la natura, poniendo en evidencia ese carácter artificial de la misma, en esta misma perspectiva y desde una óptica a la vez paleontológica y biológica, Andre Leroi Gourhan definió el útil desde su origen prehistórico “como una verdadera secreción del cuerpo y del cerebro de los antrópidos9”, como un órgano artificial que no dista mucho, en sus formas físicas y procesos de conformación de los procesos adaptativos y evolutivos de la naturaleza. Con mayor precisión Bernard Stigler10 al comentar la obra de Leroi Gourhan observa como la evolución del hombre es una evolución que se exterioriza en formas artificiales, es decir, en objetos que al representar extensiones del cuerpo y sus funciones permiten al ser humano mantener la vida, esto es sobrevivir como individuo y evolucionar como especie, por medios que van más allá de lo biológico y que trascienden la naturaleza: son la cultura, a través de los cuales se desarrolla una vida post-biológica: la vida social. Es esta memoria exterior la que se convierte en soporte de la memoria humana, a la vez que en el medio de transmisión de su cultura: del conjunto de informaciones que le resultan indispensables para poder vivir normalmente. En resumen los objetos son una materialización de lo que los humanos hacen para sobrevivir, no sólo en un sentido funcional o pragmático, sino también desde un punto de vista cognitivo, afectivo, simbólico o emotivo. 25 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Desde otro punto de vista, aunque con cierta similitud y basándose en otros referentes Abraham Moles, al teorizar sobre los objetos, los define de la siguiente manera: “Etimológicamente [objectum] significa lanzado contra, cosa existente fuera de nosotros mismos, cosa puesta delante de nosotros que tiene un carácter material: todo lo que se ofrece a la vista y afecta los sentidos [Larousse] 11”. Más allá de la validez que puedan tener hoy las teorizaciones de Moles sobre el objeto, lo que interesa es ese carácter de exterioridad con el que lo presenta y que se relaciona con el sentido de artificialidad que venimos manejando. Sin embargo, no se trata de pensar que esa exterioridad corresponda a algo que ha salido de alguna parte donde estaba guardado, y mucho menos a que el objeto como algo externo se oponga a algo interno, que supuestamente está dentro de alguien, de un sujeto. Vale hacer está aclaración, pues como el mismo Moles lo advierte: “los filósofos empelan el término en el sentido de lo pensado, en oposición al ser pensante o sujeto12”. Ese carácter artificial que hemos destacado del objeto no excluye la posibilidad de que elementos naturales sean convertidos en objetos, bien sea en el momento de su producción (de manera consciente), o bien sea en el consumo (de manera inconsciente). Los objetos como producciones humanas –dice Moles- se diferencian de las cosas como producciones naturales. “En nuestra civilización, el objeto es artificial. No se dirá que una piedra, una rana o un árbol es un objeto, sino una cosa. La piedra se convertirá en objeto cuando ascienda al rango de pisapapeles y se le pegue una etiqueta (precio… calidad…) que la haga ingresar en el universo social de referencia13”. De ahí que el concepto de producción humana no se debe limitar a intervenciones o acciones tecnológicas que tiendan a transformar las propiedades de la materia, pues como vemos cualquier elemento natural: una piedra o una rana, pueden ser convertidos en objetos sin modificación alguna de su estructura, y sin la intervención de procesos propiamente técnicos, simplemente por medio de producciones prácticas (hacer con él alguna cosa) o de sentido (atribuirle propiedades o significados). 26 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Del mapa al territorio “Toda sociedad lo es de lugares, es decir de puntos o niveles en el seno de cierta estructura espacial. De igual modo, y por lo mismo, todo espacio estructurado es un espacio social, puesto que es la sociedad la que permite la conversión de un espacio no definido, no marcado, no pensable –inconcebible en definitiva antes de su organización- en territorio”. Manuel Delgado. El animal público. Editorial Anagrama. Pág. 177 Así como hemos planteado el termino “consumo” para definir las puestas en práctica de la cultura material, “urbano” es el término que define las puestas en práctica de la ciudad; mientras que la ciudad, hace referencia a una composición espacial definida por la alta densidad poblacional y el asentamiento de un amplio conjunto de construcciones estables –algo comparable con un objeto- , lo urbano es considerado más que un espacio, un estilo de vida, definido por la abundancia de relaciones deslocalizadas y precarias que tienen extraños entre sí14. Si la ciudad es un conjunto de calles, parques y construcciones, lo urbano hace referencia al transito de esas calles, a lo que sucede en esos parques, y las vidas que transcurren en esas construcciones. Si comparamos la ciudad con un objeto, lo urbano sería lo que las personas hacen con él: apropiarlo, usarlo, remodelarlo, desalojarlo. Una distinción se ha impuesto de entrada: la que separa la ciudad de lo urbano. La ciudad no es lo urbano. La ciudad es una composición espacial definida por la alta densidad poblacional y el asentamiento de un amplio conjunto de construcciones estables, una colonia humana densa y heterogénea conformada esencialmente por extraños entre sí. (...) Lo urbano, en cambio, es otra cosa: un estilo de vida marcado por la proliferación de urdimbres relacionales deslocalizadas y precarias” Manuel Delgado. El animal público. Pág. 23 Y son precisamente los estudios de la Antropología Urbana15 los que a partir de está oposición han diferenciado entre una ciudad concebida (una construcción) y una 27 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética ciudad practicada (un estilo de vida), idea que hace pensar en dos modos de representar e imaginar la ciudad: la primera como un mapa y por medio de registros cuantitativos: cantidades, medidas, numeraciones, convenciones, escalas y longitudes; la segunda como un territorio y por medio de registros cualitativos: cualidades, marcas, ritmos, movimientos, tránsitos y valores. La ciudad concebida (como construcción) y la ciudad practicada (como estilo de vida) no son entidades opuestas ni antagónicas, son más bien complementarias en la medida que la una sin la otra carece de sentido, más si se piensa que la segunda, la practicada y que hace referencia a lo urbano, representa ante todo la apropiación de la primera, es decir, su uso, su puesta en práctica, y de alguna manera la conversión de ese espacio construido en espacio vivido. A pesar de la exactitud y lógica del mapa como representación de la ciudad, éste no responde a la pregunta sobre cómo este espacio construido es convertido en espacio vivido; pregunta que nos hemos venido haciendo en relación a los objetos. En la imagen que presentamos se observa un fragmento del mapa del Centro de Medellín, en el que aparece el Barrio San Benito. A pesar de lo detallado que puede ser este registro, a través de él no se logran comprender las dinámicas que habitan el sector, y la pregunta por cómo San Benito es puesto en práctica queda sin responder. ¿Cómo registrar no cantidades sino cualidades? ¿Cómo representar no un espacio, sino la forma de vida que lo habita? 28 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética En estas quince fotografías queda registrado parte las marcas cualitativas que definen el estilo de vida de San Benito, religiosidad, comercio y tránsito definen el sector. Las imágenes que presentamos captan la fugacidad de cada momento, son fotos “instantáneas”, como las de un paseo: desenfocadas, inexactas, descuadradas y caprichosas, a pesar de esto captan la “esencia” del momento, el uso y la significación del espacio construido, de cómo éste día a día es convertido en espacio vivido a través de su puesta en práctica. 29 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética ¿No será posible establecer también esa distinción que permite lo urbano entre la ciudad concebida y la ciudad practicada en el plano de los objetos? ¿Será posible demarcar diferencias entre un objeto concebido y un objeto practicado? ¿Cómo llamarlos y cuáles serian entonces esos modos de representación de la cultura material? Desde un principio hemos planteado –haciendo referencia al lenguaje- dos momentos o dos perspectivas al abordar el estudio de la cultura material: desde lo esencial (la lengua y cómo las cosas son hechas) y desde lo inesencial (el habla y cómo las cosas se hacen). Esta misma diferencia se puede establecer en el campo de la cultura material dividiendo sus formas de representación en dos momentos: la de su producción (diseño, fabricación, comercialización) a través de la cual los objetos son hechos y la de su consumo (adquisición, uso, desecho) en la que con los objetos se hacen cosas. Cada una de estas perspectivas representan de manera analógica esas dos formas de representación de la ciudad, pudiendo así hablar –metafóricamente- de un “objeto mapa” (el objeto concebido y representado cuantitativamente) y de un “objeto territorio” (el objeto practicado representado cualitativamente). El “producido” y el “consumido” no son dos objetos diferentes, son tan solo dos formas de representación de la cultura material, en dos momentos diferentes: el de su concepción y el de su puesta en práctica. Las diferencias que presentan cada una de sus dimensiones (estructural, funcional, comunicativa) en su fase de consumo, respecto a cómo aparece cada una en su fase de producción, son las cualidades que constituyen los registros de las estéticas del consumo. 30 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Las dimensiones del objeto Leroi-Gourhan dijo que eran tres los valores que intervenían en la forma de un objeto: la función mecánica ideal, la tecnológica demostrada en la solución material a esa función ideal, y el estilo que el grupo humano o la etnia confiere al objeto 16 . Paralelamente para nosotros estas dimensiones son la funcional: que determina para qué sirve o qué se hace con el objeto; la estructural: referida a la constitución física del objeto; y la comunicativa: que agrupa el conjunto de significados y mensajes que representa. Cada una confiere al objeto ritmos, apariencias, y valores que varían notablemente entre el momento en que es producido y en el que es consumido, pudiendo llegar a mutar por completo su sentido. VALOR Función mecánica ideal Soluciones materiales según estadio técnico Estilo de la figuración étnica DIMENSIÓN Funcional Estructural Comunicativa ¿A qué se refiere cada una de estas dimensiones? ¿Cómo se ven reflejadas en el objeto al momento de la producción y al momento del consumo? ¿Cómo se transforman o cómo se deforman al pasar de un momento a otro? ¿De qué manera, o desde qué perspectivas es que la cultura se materializa en ellos? ¿Qué es entonces lo qué representan los objetos? ¿Qué variables agrupa el objeto producido y cuáles el consumido? ¿Qué valores del objeto representa cada uno? 31 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Dimensión estructural La dimensión estructural del objeto está referida más que a su estructura, a los modos de transformación, ya sean físicos o simbólicos que se han implementado en la figuración y configuración de su forma. Desde un punto de vista morfológico –tanto desde lo producido como desde lo consumido- el análisis de esta dimensión nos permite reconocer qué es el objeto a partir de comprender ¿cómo? y ¿con qué? está elaborado. Al analizar un objeto desde esta dimensión nos fijaremos esencialmente, y desde lo que tiene que ver con el modo en qué está hecho, en los materiales con qué está fabricado, así como en los procesos de producción, incluyendo útiles y máquinas, que permitieron dar esta forma determinada al material, para que tomara la forma del objeto. Desde esta perspectiva, lo esencial de la dimensión estructural de un objeto como el exprimidor manual de plástico que tomaremos como elemento de referencia, queda representado en su forma, también en los puntos de inyección, en los refuerzos logrados por medio del material y en las rebabas y demás sobrantes que aparecen en el objeto terminado, así como en otras inscripciones que indican la marca del fabricante, el tipo y las propiedades del material, etc. Inesencialmente, es decir desde el punto de vista del consumo, podríamos observar cómo con el paso del tiempo esos materiales se desgastan, creando sobre la estructura del objeto otra superficie creada por el uso y no por el diseño. Estos patrones son idiosincrásicos –su presencia recae sobre la presencia del usuario, y refleja de modo exacto las maneras en que ha sido usado17. Estas marcas del uso –como lo anota Tom Fisher- son capaces de representar las 32 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética transformaciones a las que ha sido sometido (si es que tiene alguna), ofreciendo además información sobre su edad y a la vez sobre la historia del objeto consumido (convirtiéndose incluso en elementos significativos y de algún modo comunicativos). Desde un punto de vista de la producción, se presupone que todo objeto para ser tal, tendría que ser el resultado de un proceso de producción consciente –de un proyectoen el que el objetivo final es transformar y ajustar una materia prima a la forma de un objeto concebido, sin embargo como más adelante lo demostrará la estética del consumo, existen –del lado del consumo- muchos objetos que no presentan ningún plan que guíe su elaboración, o cuya materialidad carece de cualquier proceso de transformación, siendo simplemente el uso (útil o simbólico) o la atribución de significados lo que confiere a la materia las propiedades de objeto. Es interesante preguntarse desde la estética del consumo, por los procesos que convierten un tronco de madera en silla, una figura de plástico en un objeto sagrado, o un envase de Postobón vació en maceta. Del lado del consumo son otras lógicas –más bien inconscientes-, y ligadas a la cultura popular, las que representan esa dimensión estructural del objeto, son por lo tanto otras las maneras en que se responde el ¿cómo? y ¿con qué? de su estructura. Sin mayor tecnología que el sentido común los trozos del tronco de un árbol –sin sufrir ninguna transformaciónson convertidos en el mobiliario semipúblico de una residencia en Belén-Miravalle. Una figura de plástico inyectado, a la que no se le ha quitado la rebaba sobrante de material en sus bordes, y pintada rudimentariamente a mano, adquiere –a través de una producción simbólica- la capacidad de representar a Dios. 33 Unas cuantas operaciones técnicas (el corte de su parte superior) y conceptuales (encontrar valor en la basura) convierten el envase de una gaseosa Postobón con sabor a uva, en la maceta perfecta para una planta. Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Cada dimensión del objeto refleja o materializa la cultura desde diferentes ámbitos. La estructural representa la capacidad que un grupo humano tiene para modificar su entorno y de trans-formar sus elementos para que se ajusten a sus expectativas y necesidades de supervivencia, es por lo tanto un registro de: a) los medios, útiles y herramientas implementadas en la transformación de la materia, y con esto de todo el aparataje técnico y toda la infraestructura con que cuenta un grupo humano para modificar su entorno; b) de los insumos y materias primas que utiliza de su entorno, es decir, de los materiales que tiene a su disposición y considera útiles, así como de aquellos que por sus atributos considera sagrados, o costosos por su escasez; y c) de los procesos tecnológicos, es decir, de la capacidad cognitiva que tiene para organizar una serie de acciones técnicas para lograr un fin. De este modo en el exprimidor que hemos seleccionado como ejemplo se puede reconocer a) que existe cierta infraestructura (inyector de plástico) que ha permitido que la materia prima de que está hecha se haya hecho tan maleable como para poder ser ajustada a la forma de un molde tomando la forma de éste; b) que existe un material (polímero) que además de tener esas propiedades de maleabilidad por medio de alteraciones de su temperatura, es tan económico y abundante que permite que el objeto sea considerado casi como algo desechable (no será usado toda la vida así lo resista, fácilmente puede ser reemplazado por uno nuevo); y c) que el grupo humano que la elaboró tiene la capacidad cognitiva organizar diferentes dispositivos técnicos y procesos físico-químicos en una cadena productiva que permite producir el exprimidor en serie y de una manera tan eficiente que reduce al máximo sus costos. Sin embargo en el caso de otro objeto como una piedra que hace las veces de tope de puerta, de cerco de un árbol o de utensilio de cocina (cosas de la cuales no se puede negar que cumplen las veces de objeto) este reflejo de la cultura no es tan lógico desde el punto de vista de la producción, a) por una parte la materia no ha sido transformada, más bien el proceso que ha dado pie al objeto, es más de selección de un elemento natural entre otros tantos de su clase por cumplir con propiedades referentes a la función que se busca que cumpla (tal vez el tamaño, la apariencia y el peso); b) su materialidad nos dice que a pesar de que las piedras no tienen mayor valoración por su composición, pueden llegar a ser valoradas por su utilidad o hasta 34 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética por su apariencia; y c) por ultimo, el proceso de “fabricación” demuestra simplemente, cómo desde lo cognitivo se puede elegir cierta forma natural para cumplir una función (algo que sin duda entra a relacionarse con lo emotivo). En este caso estos objetos han sido producidos de manera inconsciente y más desde los hábitos de consumo. De manera espontánea, una piedra deforme y sin ningún atributo estético, es escogida para ser convertida en tope de puerta. Unas cuantas piedras, sin mayor transformación que estar pintadas de blanco, forman el cerco de un árbol en el improvisado parque de un sector residencial. En la alacena, con los demás utensilios de cocina, una piedra que no evidencia más procesos de transformación que los producidos por el uso, cumple múltiples funciones. Como vemos desde la dimensión estructural podemos preguntarnos por cómo y con qué están hechos los objetos, y darnos cuenta que además de los procesos de fabricación industrial o artesanal, existen otros tan simples como la generación de nuevos sentidos prácticos o emotivos. En esta dimensión se agrupan todas las variables que determinan la apariencia física del objeto (forma, tamaño, material, color, textura) y los procesos que han dado como resultado su forma. La forma en que se valora la estructura de un objeto, destaca de él su composición material y la cantidad de trabajo (conocimiento técnico y teórico) necesario para su fabricación. Esta perspectiva es útil para determinar el valor de cambio de un objeto, valoración que está basada en el costo puro del material y del tiempo de trabajo requerido para su transformación y ajuste en la forma de un objeto. Este valor es diferente al comercial, en el cual además del costo estructural del objeto (su producción, sus componentes), se agrega su valor práctico o útil (la efectividad en el cumplimiento 35 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética de una tarea) y su valor semiótico (la capacidad de representar algo que no es) y estético (la capacidad de producir emociones en los usuarios). 36 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Dimensión funcional “Guarda un objeto durante siete años y le encontrarás un uso” (Proverbio Irlandés) El diseño del siglo XXI. Pág. 340 “Comúnmente definimos el objeto como <una cosa que sirve para alguna cosa>. El objeto es, por consiguiente, a primera vista, absorbido en una finalidad de uso, lo que se llama una función.” Roland Barthes. La aventura semiológica. Semántica del objeto. Pág. 245 Esta dimensión está definida por lo “qué se hace con el objeto” (o podría llegar a hacerse con él), es decir a sus puestas en práctica desde un sentido utilitario. Del lado del objeto producido entraríamos a analizar en él la función primaria y la correcta forma de manipulación y operación, dejando de lado cualquier forma de desviación de esa funcionalidad original; mientras que del lado del objeto consumido, podríamos comprender mucho acerca de las funciones secundarias y de formas de usar el objeto diferentes a las concebidas. Se trata entonces básicamente de ¿para qué sirven los objetos? (qué función prestan o podrían llegar a prestar), y ¿cómo funcionan? (cómo deben ser operados para cumplir su función). En el caso analizado anteriormente desde un punto de vista estructural, pero ahora desde los esencial de la función, el análisis del exprimidor plástico, nos mostrará claramente que podemos descomponer su estructura en tres partes: una protuberancia que permite exprimir frutos al colocarlos y girarlos sobre ella, una cavidad que permite la contención del liquido exprimido, y de una pequeña agarradera de la cual permite ser sujetada. Estos elementos articulados entre si representan la dimensión funcional del 37 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética exprimidor: extraer y contener el jugo de ciertos frutos. Desde otros puntos de vista inesenciales y tendientes más al consumo (a la puesta en práctica) que a la producción, destacaríamos que este exprimidor puede ser utilizado de otras maneras (como cenicero o contenedor) o que incluso puede llegar a almacenarse en una alacena sin ser usado (en una fase de des-uso cumpliendo ninguna función), y que a pesar que sus materiales y su estructura determinan un tiempo de utilidad, el objeto puede llegar a seguir “vivo” más allá de lo previsto por su fabricante, y seguir siendo usado como exprimidor, o ser convertido tal vez en reliquia. Se supondría entonces que todo objeto tiene –desde la perspectiva de la producciónuna función lógica para la cual está hecho, así como unos modos de operación que lo harán funcionar y que aparecen registrados en las instrucciones que acompañan al objeto y en su manual de uso. Sin embargo estas suposiciones sobre un objeto ideal se contradicen en la práctica al ver que existen objetos que carecen de una función clara (sirven para muchas cosas, o no sirven para nada), o en ocasiones su función no es del todo lógica. Los habitantes del Brasil amazónico –por ejemplo- creen que los botos –como llaman a los delfines de agua dulce- tienen la capacidad de salir del río y seducir con suerte a las mujeres, creencia por la cual utilizan partes del cuerpo del boto para adjudicarse así sus poderes. Por lo que el ojo de este delfín es utilizado como un elemento para atraer a las mujeres18, convirtiéndolo en un objeto en el que la función – a pesar de estar claramente definida- no es del todo lógica pues ni el objeto representa los dispositivos que le permitirían cumplir la función, ni están definidos los procesos cognitivos o físicos que se deben realizar para que “el ojo funcione”; así como tampoco es clara la función de los objetos que se conservan en cuartos útiles, o la de aquellos que permanecen en algún lugar de la casa pero nunca son usados, así como tampoco la función que cumplen los objetos que hacen parte de una colección. En este caso son otras las lógicas las que determinan la dimensión funcional del objeto, son lógicas diferentes a las de la producción las que dicen para qué sirve y cómo funciona este objeto, son las lógicas simbólicas del consumo. 38 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Tras la puerta de un cuarto útil con el número 202, y en medio de la oscuridad, un triciclo plástico sin pedales funciona como vínculo entre el pasado y el presente, sirviendo para traer a la memoria momentos ya vividos. En una esquina recóndita del mueble de la cocina, la figura de la Virgen María y el Niño Jesús, han perdido su función por la falta adoración y fe de sus propietarios. En la parte más alta de una alacena, y con la rotunda prohibición de ser usados, diferentes termos obsequiados como promoción de variadas marcas se agrupan formando una incipiente colección. Esta dimensión refleja la cultura desde un sentido pragmático por lo que a través de un análisis de los objetos desde este punto de vista uno podrá ver cristalizados en ellos las actividades humanas 19 , tanto desde sus tareas cotidianas como desde sus ocasiones extraordinarias. De este modo un objeto representa: a) lo que un grupo de personas hacen, el conjunto de actividades que constituyen su vida cotidiana (o lo que se concibe por ella) y con esto los modos prácticos en que se adaptan a su medio; también b) lo que utilizan para hacer algo, los útiles que implementan en esas tareas cotidianas; y c) las cadenas de acción que implementan en su ejecución, es decir, el conjunto de movimientos corporales y acciones mentales (propiamente cognitivas) que les son necesarias para realizar tal o cual tarea, y junto con esto actividades o series de operaciones que se convierten en los rituales del uso. De este modo uno se puede dar cuenta también de cuales son las tareas que se consideran como importantes, rutinarias, masivas, ocasionales, etc. En este caso, al analizar el exprimidor plástico se hace evidente, a) que las personas dentro de sus rutinas alimenticias extraen el jugo de ciertas frutas para tomarlo, y que esta actividad ha sido regulada, estilizada e higienizada por medio de este objeto; b) que la acción –aparentemente tan complicada- de extraer el juego de un fruto se ha simplificado al máximo en este elemento que resume la tarea de extracción y además de contención en un elemento monolítico, que se ajusta formalmente tanto a su función 39 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética (extraer y contener) como a su operación manual (presionar y rotar); por último c) desde lo funcional vemos que gracias a este objeto esa actividad se ha resumido a unas cuantas acciones que constituyen el ritual –muchas veces cotidiano- de preparar “jugo de naranja”. Esta claridad de lo funcional que observamos en el uso convencional del exprimidor, se disuelve cuando analizamos –por ejemplo- un amuleto para la buena suerte, acá nos daremos cuenta que a) como actividad aparece algo que no está bien definido y es la necesidad de protegerse de fuerzas externas a la realidad inmediata y que de algún modo son inverificables; b) para realizar esa tarea que se puede resumir en “protección” observamos que se han escogido todo tipo de elementos: patas de conejo, cruces, imágenes, pulseras de plástico, semillas, en los cuales no son claros los dispositivos que protegen, ni el modo en que son operados; c) dicha operación en algunos casos consiste solo con portar o colocar el objeto en tal o cual lugar, o en casos más complejos la función se activa al decir ciertas frases o ciertas oraciones que invocan los poderes funcionales del objeto. En este caso y en muchos otros la función resulta de una adaptación de sentido (una función simbólica) que ha conferido al objeto –en este caso- un poder mágico, una función sobrenatural. Colgado de la pared este objeto híbrido (herradura-crucifijo) conjuga funciones sagradas (la adoración a Cristo) con creencias paganas (la herradura como portadora de buena suerte). Por cada una de las semillas que componen esta camándula se recitan mentalmente diferentes oraciones que activan su funcionamiento. 40 Este crucifijo plástico con la imagen de la Virgen María, ejerce su poder sagrado desde el tobillo de la persona que lo usa. Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Un objeto es entonces desde esta dimensión algo que sirve para realizar una actividad, por medio de la operación (manipulación, programación) de alguien, es decir, un todo cuyas partes se han integrado para lograr un fin útil. En esta dimensión se agrupan todas las variables que determinan la utilidad del objeto (los dispositivos técnicos que permiten que funcione) y el modo en que éste es operado por las personas (las cadenas de acción necesarias para hacer que funcione). De esta manera la dimensión funcional le confiere un nombre (destornillador, trapeador) y lo clasifica dentro de un grupo o en una tipologia de objetos, es decir, dentro de un conjunto de objetos que a pesar de ser diferentes en su apariencia física o en su estructura sirven relativamente para lo mismo. Desde lo funcional, podemos definir el valor útil de un objeto, determinado por la practicidad del objeto, por la capacidad que tiene éste para prestar una función o lograr determinado fin. La gradación en la escala del valor útil puede establecerse según la efectividad de un objeto para satisfacer necesidades o deseos de una persona, sean prácticos o simbólicos. A pesar de parecer de gran importancia, muchas veces el valor comercial, no tiene en cuenta el grado de utilidad del objeto, sobreponiendo sobre la practicidad y efectividad del objeto los valores estéticos (de marca, de estatus, de estilo), que son los que finalmente determinan el precio de la mercancía. 41 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Dimensión comunicativa “Hasta el presente, una ciencia ha estudiado de qué manera los hombres dan sentido a los sonidos articulados: es la lingüística. Pero, ¿Cómo dan sentido los hombres a las cosas que no son sonidos? Roland Barthes. La aventura semiológica. Semántica del objeto. Pág. 245 La dimensión comunicativa de un objeto hace alusión al conjunto de significados (comerciales y/o culturales) que a él se atribuyen, bien sea desde su producción o su consumo. Del lado del objeto producido esta dimensión encierra todo el conjunto de atributos intangibles que los fabricantes del objeto proyectan a través de su diseño, su marca, su promoción y sus formas de comercialización. Como objeto consumido se agrupan el conjunto de emociones y afecciones que una persona puede llegar a sentir (no necesariamente placenteras) al interpretarlo, ya sea desde su percepción como entidad física (lo que me produce al sentirlo, verlo, olerlo, tocarlo, gustarlo, oírlo), desde su operación como útil (lo que me produce al hacerlo funcionar, al relacionarme con el desde un sentido práctico y cognitivo), o desde su significación como signo (el significado que se le da a algo, lo que representa sin necesidad de serlo). Se trata entonces, en este caso del sentido que damos a los objetos, desde ¿lo qué significan? y ¿lo que se siente por ellos? El exprimidor que hemos analizado anteriormente se presenta ante nuestros sentidos como un objeto monolítico, de textura lisa, bordes redondeados, y color plano; a partir de la forma en que es percibido comienza a ser interpretado y comienzan a generarse significados (expectativas y explicaciones) acerca de su apariencia y con esto a formar 42 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética el carácter del objeto. En principio y desde un punto de vista esencial, es decir, analizando el exprimidor como producción, el primer significado que produce viene desde lo cognitivo y lo asocia a patrones formales que permiten reconocer -a través de las partes que lo componen y de su apariencia en general- que es un exprimidor, y a partir de esto intuir “para lo que sirve” y “cómo funciona”. Además de la interpretación cognitiva, es posible reconocer en la apariencia del objeto -desde el sentido cultural- un carácter más particular, y asociar su material –el plástico- (por su apariencia, su costo e incluso por su tiempo de vida útil) a significados que están relacionados con la asepsia y la higiene, su forma con la de los objetos domésticos o su peso y textura a su resistencia y tiempo de duración. Sin embargo estos sentidos lógicos pueden difuminarse en el consumo, comenzando a aparecer otos significados, por demás inesenciales; este exprimidor puede estar cargado de recuerdos especiales, por la manera en que fue adquirido, por el tiempo que viene siendo usado (y a su vez estos significados inesenciales modifican directamente los usos que se le dan al objeto); en el tiempo a medida que se vaya convirtiendo en un exprimidor usado, antiguo y en una fase terminal puede llegar a ser recuperado como antigüedad y ser llevado a un museo donde será convertido en objeto de culto. Los significados racionales que pueda llegar a tener un objeto desde su producción, pueden convertirse en algo aparentemente irracional desde su consumo, desde el momento en que las personas comienzan a atribuir un carácter al objeto y a definir para él una personalidad. De este modo vemos que los productores determinan unos significados genéricos para los objetos, que en este caso supondrían unos significados oficiales, asociados a las características funcionales del producto, a la marca o el fabricante, y la idea general que se tenga del objeto culturalmente. Por otra parte los consumidores le confieren a los objetos otros significados a través del tiempo, que están determinados por las vivencias que comparten con ellos y por sus modos de interacción e interrelación con su inmaterialidad (con su semántica), es así como los objetos pueden ser representaciones de momentos y ocasiones, de personas o de divinidades, etc. De la misma manera que el productor del objeto inscribe sobre este las marcas comerciales que lo diferenciarán en el mercado, los otros significados que adquiere el objeto en el tiempo pueden estar relacionados con su estructura (según las apropiaciones y transformaciones que sufra su estructura), estos están inscritos sobre el objeto a través 43 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética de las huellas del uso: manchas, incisiones, despicados o quemaduras que le dan otro sentido y lo hacen distinguible y ante todo singular para alguien. Pero también desde el significado que se les atribuya desde el uso que se les dé, y de los símbolos que representen. Las apropiaciones (físicas y simbólicas) que los dolientes realizan sobre las tumbas de los seres que “se han ido”, son las que llenan de sentido personal el nombre casi anónimo de una lapida, a través de estas el muerto se proyecta al mundo de la vida, en sus gustos y aficiones o por medio de su fotografía. Los elementos decorativos que sirven para rendir culto a los muertos materializan los sentimientos que por ellos se sienten y lo que de ellos se piensa. Una calcomanía del Deportivo Independiente Medellín adherida sobre la lapida de una tumba en el Cementerio San Pedro, proyecta – desde la muerte- la afición deportiva de un difunto. Junto a flores de diferentes naturalezas, un nombre escrito a mano sobre la lapida de esta tumba (y que remplaza el original que ha sido tachado), personaliza la “morada final” de esta persona. Una fotografía, un candelabro, una motocicleta de juguete y diferentes imágenes y figuras religiosas configuran algo similar a la decoración de una sala donde el muerto proyecta sus gustos personales a sus visitantes. En este sentido esta dimensión refleja la cultura desde el valor que las personas – colectiva e individualmente- confieren a los elementos de su cultura material a partir de las emociones que los objetos producen en las personas y de los vínculos afectivos que establecen con los ellos. A través de esta dimensión y desde la perspectiva de la estética del consumo interesa observar lo que los objetos representan para las personas desde las interacciones que tienen con estos, ya sean a un nivel contemplativo o activo. Es así como a través de esta dimensión quedan reflejados en los objetos a) lo que las personas piensan y sienten, es decir, los significados y las sensaciones que se asocian a los objetos; b) las maneras, en que lo que LeroiGourhan denominó “estilo étnico”, se materializa en diferentes formas, no sólo en la de 44 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética los objetos, también en los comportamientos y emociones, algo que podría considerarse las maneras de materializar su existencia”; y por último c) los procesos emotivos y afectivos a través de los cuales se confiere valor y sentido a la vida y la existencia, reflejados en los modos de relacionarse afectivamente con el entorno material que los rodea. El exprimidor que venimos analizando lo asociaremos a) en primer instancia con unos significados, emociones y conceptos, que ligan al exprimidor por su material y su forma, a la tipologia de los objetos domésticos y más exactamente a los utensilios de cocina, por lo que sabremos de él, que es un objeto aséptico e higienizado en el que se busca que no genere ningún tipo de alteración en los alimentos; b) en la forma de este exprimidor se refleja claramente el estilo étnico de una sociedad industrial, sus formas simples median entre una forma que se ajuste a las necesidades funcionales del objeto y las capacidades productivas de la infraestructura técnica con que se elabora, podemos presumir de el que representa la estética del “listo para tirar” característica de los productos desechables; y por ultimo veremos c) que los objetos más cotidianos – dentro de ellos el exprimidor- pueden pasar desapercibidos y ser poco valorados, a pesar de hacer parte integral y fundamental del paisaje doméstico. Desde la producción, los significados y emociones que puede producir un objeto están restringidos a su discurso publicitario, sin embargo haciendo un análisis de lo inesencial que los objetos encierran podríamos darnos cuenta que a través de su consumo pueden asociarse a ellos otros significados, que desde lo emocional pueden llegar a transformar las sensaciones que nos producen y con esto lo que sentimos por ellos. Si se trata por ejemplo, de un ajuar de bautismo, adquirido hace 60 años, sirviendo para bautizar a más de 30 personas de dos familias, el significado que permanece en el objeto deja de ser el que tenia cuando se adquirió como producto comercial, y las razones que aparecen para conservarlo, repararlo y re-usarlo una y otra vez, así como el sentido y los significados que encierra comienzan a ser otros, comprensibles tan solo por los propietarios y ocasionales usuarios del objeto. Sucede lo mismo con la figura humana de un Sagrado Corazón de Jesús que más que un Santo es un amigo para su propietaria. Es en la biografía de este tipo de objetos, donde su morfología no evidencia tanto lo “que son” o “para qué sirven” ni tampoco los 45 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética significados culturales que encierra como objeto producido, todos estos referentes se difuminan para dar paso a las formas de valorización y singularización individual. Lo que las personas piensan y sienten por los objetos, el estilo que estos representan y los valores que estos materializan pueden verse modificados infinitamente mientras son consumidos. Un ajuar de bautismo con sesenta años de edad, le recuerda a doña Cilia el bautismo de sus 14 hijos. Una escultura del Sagrado Corazón de Jesús, trae a la mente de doña Berta el recuerdo de su cuñada y de su esposo muerto. Este juego de cubiertos a pesar de estar incompleto (el tenedor está perdido), significan mucho para Julio quien los obtuvo cuando era niño como obsequio de su padrino. Desde esta dimensión un objeto es una entidad física perceptible por las personas como una señal capaz de adquirir un significado a partir de la interpretación que de ella se hace implementando los patrones culturales que dotan de sentido y valor la vida. En esta dimensión se agrupan todas las variables que determinan las emociones, y afecciones que un objeto puede producir en alguien que lo percibe al ser interpretado bajo sus patrones culturales, incluyendo aquellas formas de relación más allá de su sentido útil o meramente lógico, y por lo tanto toda la serie de valores que se pueden atribuir a un objeto, más allá del valor de uso o mercantil. El valor que representa esta dimensión del objeto es el valor estético, es decir, lo que el objeto representa y significa (emotiva o afectivamente) para las personas sin necesidad de serlo, generando en ellos diferentes emociones o estados de ánimo. El valor estético estará entonces, ligado al placer sensual que obtiene el individuo con la 46 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética posesión de un objeto al margen de sus utilizaciones específicas: placer de los ojos, placer del tacto, placer del olfato, placer personal e íntimo20. ANÁLISIS SOCIOCULTURAL DE LAS DIMENSIONES DEL OBJETO ESTRUCTURAL Lo que es el objeto. A que hace referencia Esencialmente Insencialmente Materialización de la cultura ¿Cómo está hecho? ¿De qué está hecho? La forma de la estructura Las transformaciones de la estructura Lo que las personas hacen para modificar su entorno. Los materiales con que cuenta y considera útiles desde diferentes puntos de vista. De la capacidad cognitiva que tiene para encadenar una serie de acciones técnicas con un objetivo particular. FUNCIONAL COMUNICATIVA Lo que se hace con el objeto. ¿Para qué sirve? ¿Cómo funciona? La función que lo define Las redefiniciones de su función Lo que las personas hacen en su vida ordinaria y extraordinaria. Los implementos que utilizan en las actividades que realizan. El sentido que tiene el objeto. ¿Qué significa? ¿Qué se siente por él? El significado que le da sentido La resemantizaciones su significado Lo que las personas piensan y sienten. Las cadenas de acciones que constituyen su relación con los objetos y que se convierten en ritos de uso. La apariencia física La utilidad del del objeto y los objeto y los procesos técnicos que procesos físicos y Variables que representa han dado como cognitivos resultado su forma. necesarios para ser operado. De uso Valor que determina De cambio Tabla N° 2. Análisis sociocultural de las dimensiones del objeto. 47 Los objetos que materializan su existencia. Las formas de valoración emotiva y afectiva que implementan para dar sentido a lo que les rodea. El significado del objeto y los procesos culturales que –a través de él- dan sentido a la vida. Estético Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Producido y consumido Las dimensiones estructural, funcional y comunicativa permitan abordar el estudio de las generalidades morfológicas de cualquier objeto: ¿Cómo y de qué está hecho? ¿Para qué sirve y cómo funciona? ¿Qué piensan y sienten las personas por él? Cada dimensión está en el objeto durante todo su ciclo de vida, pudiendo variar entre el momento de su producción y el de su consumo; mientras que los productores de los objetos prefiguran cada dimensión según el mercado, los consumidores entran a configurar esas dimensiones a partir de las relaciones que tienen con lo que consumen, transformando con esto cada dimensión de los objetos. De este modo los registros estéticos del consumo son los que aparecen a través de estas (estructural, funcional, comunicativa) dimensiones en el paso del objeto de producido a consumido. Estas dos formas de representación no deben verse como dos caras opuestas del mismo fenómeno, son más bien dos dimensiones complementarias que abarcan los dos momentos en los que transcurre el ciclo de vida de un objeto, el primero corresponde al de su producción, como algo en lo que se materializan de diversos modos (tecnológicos, funcionales, simbólicos) los rasgos de una cultura; el segundo a su consumo como objeto social, y desde este punto como algo donde aparecen los actos de las personas. Objeto producido Este objeto es algo concebido, en el cual se agrupan y toman forma características y cantidades que lo hacen representable. Producir no quiere decir simplemente que es un producto, el objeto producido ha sido diseñado, fabricado, empacado, distribuido y puesto en venta, por lo general bajo estrictas medidas que controlan su “calidad” desde la extracción de su materia prima, hasta las sofisticadas estrategias promocionales que lo publicitan. Este objeto se distingue por ser una mercancía, que se diferencia de las demás –entre otros de su misma tipología – por su marca, la cual le ubica dentro de una serie de cadenas de valor y unos rangos de sentido. Es un objeto extraordinario, completamente terminado, estable y homogéneo. Estas propiedades son el resultado 48 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética de un complejo sistema de fabricación en el cual uno o varios materiales –cosas de la naturaleza y también creadas por el hombre- han sido procesados y trans-formados para ajustarlos a formas perfectas. Una plancha marca “General Electric” exhibe con orgullo su precio, las formas de pago que tiene el almacén que la vende, sus especificaciones técnicas, y el tiempo que dura su garantía. Esta misma información es contenida en un código de barras comprensible solamente por un lector infrarrojo ubicado en la caja registradora. Apiladas una sobre otra, diferentes sillas marcas “Rimax” presentan en adhesivos azules palabras como “Fiesta” o “Mariposa” que son los amañados nombres de sus referencias. En la sección “Vestuario” de un hipermercado, un maniquí sin cabeza sirve para representar al usuario ideal de los productos que ofrece en su basta superficie. Este es un objeto representable de muchas maneras: planos, cartas de producción, listados de especificaciones, fotografías descontextualizadas de la realidad, descripciones, contraindicaciones, instrucciones, garantías y fechas de vencimiento, dibujos y todo tipo de información coherente, normativa y normalizada. Esta producción es reconocible también por un nombre dado desde su función, que a la vez que lo bautiza es la que permite clasificarlo dentro de una tipología determinada. Para sus productores, sobre la función del objeto ya todo está dicho, y para esto han elaborado minuciosamente un manual de uso que consta de unas instrucciones escritas en el lenguaje más parco, acompañado por diagramas que muestran el dibujo de una persona que sonríe tenuemente al operarlo. Lo que no se debe hacer con el objeto es explicado en la parte de contraindicaciones y advertencias, donde se especifican los daños que cubre la garantía, así como los riesgos que correrá la persona que use el objeto si lo opera de forma equivocada. Toda una serie de iconos 49 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética impresos sobre una etiqueta o al reverso del objeto informan sobre el correcto funcionamiento. Este objeto presupone un usuario ideal, un estereotipo que ha dado forma a sus medidas y proporciones. El objeto ha sido producido para él, lo que lo hace ergonómicamente perfecto y justo a la medida. En su superficie podemos encontrar – como instrucciones para su usuario – toda serie de indicadores sobre su operación: índices, comandos, flechas y botones luminosos, zonas de agarre, perforaciones, adelantes y reversos. Todos ellos le dan sentido a la hora de ser operado, indicando de qué manera debe ser sujetado, colocado o almacenado. La forma del objeto –más allá de su función – deja entrever muchos aspectos sobre él mismo, sus colores, líneas y curvas, proporciones y demás lo ubican dentro de un estilo, una corriente o una moda; de uno u otro modo prefiguran lo que el objeto comunica, podría decirse que estas señales son las que hacen del objeto en su integridad un mensaje. Diferentes utensilios de cocina fabricados en plástico y madera se agrupan bajo un orden ficticio y efímero en las estanterías de su punto de venta según las formas de sus diversas funciones, sus marcas y sus colores. La valoración, la marca, el lugar donde se vende, el empaque y el sistema de exhibición son parte de un conjunto de atributos que generan en el objeto producido un valor agregado, que aunque abstracto es evidente en su precio al público. Podría decirse que este objeto comercialmente está definido por su código de barras, en éste, además de su precio está contenida información sobre su productor, su nombre genérico, país de origen, fecha de caducidad y código de inventario. Información que pasa desapercibida 50 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética para cualquiera ya que sólo es comprensible y reconocible por el lector de la caja registradora. Su paso por dicho dispositivo redefine el objeto que estaba en venta y que ahora ha sido adquirido, de ahí en adelante comienza una nueva historia para él, se inicia su fase como objeto consumido. Objeto consumido “… no se trata de objetos definidos según su función, o según las clases en que podríamos subdividirlos para facilitar el análisis, sino de los procesos en virtud de los cuales las personas entran en relación con ellos y de la sistemática de las conductas y de las relaciones humanas que resultan de ellos.” J. Baudrillard. El sistema de los objetos. Pág. 2 Este objeto toma forma en las puestas en práctica, donde un grupo de características y de ciertas cualidades lo presentan como consumido. Consumo –como ya se ha dichono se refiere solamente a un momento de compra, el objeto consumido es adquirido, usado y desechado; casi siempre de una manera tan inconsciente que lo que le sucede del punto de venta hasta la caneca de basura permanece por lo general oculto al conocimiento. Las formas continuas de una plancha de plástico se funden en medio de un paisaje doméstico con objetos y productos de diferentes épocas y estilos, componiendo una composición pintoresca. Una silla plástica sin marca visible ni referencia, es amarrada de la reja del jardín de una residencia como una extensión del entorno doméstico sobre el espacio público. Personas de diferentes edades y con variadas características deambulan por los pasillos del hipermercado, confundidos al no poder encontrarse a sí mismos en los productos que les son ofrecidos en venta. Este objeto no es precisamente una mercancía, es un objeto usado, que en el mercado puede ser visto simplemente como una baratija de segunda mano. Nada lo distingue, 51 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética tan solo marcas cualitativas reconocibles sólo por quien lo ha consumido, marcas que sólo para él o ella tienen sentido. Es un objeto ordinario, incompleto, deforme e inestable. No tiene que ser necesariamente el producto de un sistema de fabricación, una cosa –es decir, algo natural –puede convertirse en la práctica en un objeto adquiriendo funciones y significados como cualquier otro. El objeto consumido es un objeto irrepresentable por otros medios que no sean fotografías caseras o “de paseo”, historias de vida y narraciones discontinuas, la información que de él se tiene es anormal, incoherente y siempre inconclusa. A través de su consumo el objeto sólo puede ser nombrado por medio de los apodos que adquiere en su uso, estos a su vez lo hacen inclasificable, por lo que su tipologia es indeterminada. Pues inmediatamente sale de su envoltorio es puesto en uso, trasgrediendo en ocasiones su función, adquiriendo en la práctica otras funciones que son las que pasan a re-definirlo. Instrucciones, contraindicaciones, advertencias y garantías pasan desapercibidas ante el consumidor quien en cuestión de diagramas e iconos abstractos permanece analfabeta. Este objeto supone y evidencia un usuario real, un ser concreto e imperfecto, cuya forma dista enormemente de ese usuario ideal para el que fue producido. El objeto consumido ha sido ajustado durante su uso para él, haciéndose casi intransferible. La superficie del objeto consumido delata su uso, esas marcas se ubican en las zonas donde fue agarrado, donde fue puesto y donde entro en contacto con otros. Más allá de las maneras en que ha sido operado, estas marcas del consumo muestran las formas en que el objeto ha sido adaptado a unas formas de uso y condiciones de vida particulares. El objeto a la vez que es consumido es reconfigurado en todo sentido, además de los cambios que pueda presentar en su estructura (transformaciones), o su función (redefiniciones), este objeto ha sido re-semantizado, adquiriendo así en su colocación, en su uso o en su valoración otros significados, que por incoherentes están lejos de comunicar, o de decir algo comprensible para alguien más que no sea quien lo ha consumido. 52 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Al entrar en uso los referentes de forma, marca, función o color que una vez sirvieran para organizar los productos en sus puntos de venta se desvanecen y pierden sentido ante las necesidades y deseos incoherentes a los que dan satisfacción. Son ahora las marcas del uso, las estructuras de colocación y los significados que se les atribuyen los referentes que permiten clasificarlos en las estéticas del consumo. Más allá de su valor comercial el objeto consumido –como parte del mismo proceso de consumo – ha adquirido otros valores que pueden ser relativos al no estar definidos más que por emociones y afectos, haciendo que su valor no sea ya económico sino emotivo. Puesto que carece de valor comercial (pudiendo convertirse en una de esas cosas que no tienen precio), son códigos emocionales los que lo definen a la vez que lo vinculan con recuerdos, momentos, ocasiones y personas. Estos códigos inscritos tácitamente en el objeto son irreconocibles por dispositivo tecnológico alguno y pueden pasar imperceptibles para muchos. Sin embargo son estos los que son valorados por su consumidor, y a través de los cuales el objeto se ha convertido en un acto social. PARALELO ENTRE EL OBJETO HECHO Y CON EL QUE SE HACEN COSAS DETERMINANTES DE SUS CARACTERISTICAS CARACTERÍSTICAS QUE LO DEFINEN CICLO AL QUE PERTENECE PROCESO QUE DETERMINA SU MORFOLOGÍA REGÍMENES DE VALOR FORMAS DE OBJETO PRODUCIDO OBJETO CONSUMIDO Figurado según las características de los sistemas de producción. Cantidades que lo hacen representable. Producir: diseñado, fabricado, empacado, distribuido y puesto en venta. Proceso consciente Con-figurado según las características de los actos de consumo. Cualidades que lo hacen irrepresentable. Consumir: adquirir, usar desechar. Extraordinario, completamente terminado, estable y homogéneo. Representable por planos, 53 Proceso inconsciente Ordinario, incompleto, deforme e inestable. Irrepresentable por otros Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética VISUALIZACIÓN cartas de producción, listados de especificaciones, descripciones, contraindicaciones, instrucciones, garantías y fechas de vencimiento, dibujos y todo tipo de información coherente, normativa y normalizada. Clasificable tipológicamente medios que no sean fotografías caseras o “de paseo”, historias de vida y narraciones discontinuas, la información que de él se tiene es anormal, incoherente y siempre inconclusa. Inclasificable tipológicamente FORMAS DE ORDENAMIENTO Usuario ideal Usuario real SER CON EL QUE SE RELACIONA Indicadores de cómo debe Huellas de cómo fue usado INFORMACIÓN DE LA usarse SUPERFICIE Su valor está representado Su valor está determinado por REPRESENTACIÓN DE SU por el código de barras. códigos emocionales. VALOR Tabla N° 3. Paralelo entre” el objeto hecho” y con el objeto “con el que se hacen cosas”. Apropiación de la cultura material Más que las formas en que la cultura se materializa en los objetos, lo que interesa como fenómeno de estudio a la estética del consumo, son las maneras en que esa información cultural materializada es interpretada a través de la puesta en práctica del objeto. El paralelo entre el objeto producido y el consumido, ponen en evidencia que en esas puestas en práctica en las que aparecen las maneras de hacer y pensar propias a cada individuo, la cultura material, los objetos en sí mismos (en su forma, su utilidad y su sentido) son adaptados, entendiendo la adaptación como el conjunto de modificaciones que sufre un organismo –para nosotros el objeto- para poder ajustarse a un entorno. Lo que sucede al objeto consumido es precisamente esto, su forma, su utilidad y su sentido se modifican para poder acomodarse a lo qué las personas hacen y piensan, al entorno donde están ubicados y en general a las prácticas activas y pasivas, interactivas y contemplativas. Las adaptaciones que sufre un objeto modifican cada una de sus dimensiones, y la ajustan o acomodan a condiciones particulares. Son esos procesos de cambio, de ajuste, de apropiación los que reflejan cómo las instrucciones culturales se convierten en acciones sociales, como esa trama compleja de significados que componen la cultura son interpretados y dotados de sentido pragmático. Volviendo a la comparación que hemos planteado entre el lenguaje y los objetos, vemos que esto mismo sucede a 54 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética la lengua a través del habla, es adaptada y no sólo en cuanto a la composición de las palabras, sino también –y esto está claramente demostrado en el parlache- en el significado y las funciones de cada palabra. En general a través de los actos que ponen en práctica cualquier sistema se evidencia cómo lo concebido es practicado y cómo los ideales culturales se convierten realidades sociales. Con el propósito de un posterior análisis de las puestas en práctica de los objetos, descubriendo en la cultura material un “parlache de objetos” definimos las diferentes formas de adaptación de la siguiente manera, estableciendo para cada dimensión una forma de ajuste y un nombre. DIMENSIÓN Estructural ADAPTACIÓN Transformaciones MANIFESTACIÓN Cambios en la forma del objeto, en los materiales que lo componen y los procesos que lo conforman. Funcional Cambios en la función del objeto, funciones agregadas o Redefiniciones eliminadas y nuevas formas de operación. Comunicativa Resemantizaciones Cambios de sentido, nuevos significados que se sobreponen sobre el original, emociones, sentimientos y afectos sentidos por el objeto. Tabla N° 4. Adaptación de las dimensiones del objeto. Cada forma de adaptación dará cuenta más adelante por la forma en que el lenguaje de los objetos es hablado, y de cómo estos son vividos cuando su racionalidad técnica choca con la irracionalidad de las necesidades y deseos humanos.21 55 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo Universidad Nacional de Colombia Maestría en Estética Referencias 1 Klaus Roth. Material culture and intercultural communication. International journal of Intercultural Relations. 25 (2001) 563-580. 2 Edward T. Hall. Silent Language. Garden City, New York. 1959 3 José Luis Pardo. Las formas de la exterioridad. Págs. 16 y 17. 4 Jesús Mosterín. Filosofía de la Cultura. Pág. 18 5 Clifford Geertz. “La interpretación de las culturas” 6 Klaus Roth. Material culture and intercultural communication 7 David Howes. Commodities and cultural borders. 8 Klaus Roth. Material culture and intercultural communication 9 Andre Leroi-Gourhan. El gesto y la palabra. Pág. 93 10 Bernard Stiegler. Leroi-Gourhan. La inorgánico organizado. En: Les cahiers de médiologie. N°6. Traducción de Jairo Montoya Gómez (Universidad Nacional de Colombia) 11 Abraham A. Moles. Teoría de los objetos. Pág. 29 12 Abraham A. Moles. Teoría de los objetos. Pág. 29 13 Abraham A. Moles. Teoría de los objetos. Pág. 29 14 Manuel Delgado. El animal público. Editorial Anagrama. Barcelona. 1999. Pág. 23 15 Ver: Manuel Delgado. Disoluciones Urbanas. Editorial Universidad de Antioquia. Lo urbano plantea ante todo un proceso de apropiación de la ciudad, de la conversión del espacio construido en espacio vivido. A través de lo urbano la ciudad es adaptada día a día, hora a hora, a las prácticas sociales y a toda forma de situación que en ella se desarrolla. 16 Andre Leroi-Gourhan. El gesto y la palabra. Pág. 300 17 Tom Fischer. What we touch, touches us: Materials, affects, and affordances. Design Issues. Vol. 20, N° 4. 2004 18 “Lleva siempre un ojo de delfín y las mujeres te encontraran irresistible, dice Tereza Maciel, que vende hierbas y partes de animales con supuestos poderes mágicos en su tenderete de Ver-O-Peso (Vigila el Peso) de Belem de Parca, cerca de la desembocadura del amazonas”. COLORS Magazine. Extra/ordinary objects 1. TASCHEN. Italy. 2003. 19 Alan Costall. “Socializing Affordances” Theory & Psychology. Vol. 5 N° 4. 1995 20 A. Moles. Teoría de los objetos. Pág. 87 21 Jean Baudrillard. El sistema de los objetos. Pág. 6 56 Juan Diego Sanín Santamaría Estéticas del Consumo