Sociedad del conocimiento y Razón Instrumental

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UNED
Facultad de Educación
Educación y Comunicación en la Red
Principios de la Sociedad del Conocimiento
Sociedad del conocimiento y Razón
Instrumental
Xavier Viñals Torres
Bell Ville, Córdoba, Argentina
xvinyals@maricelart.com
Índice
Introducción
3
¿De qué hablamos cuando decimos Sociedad del conocimiento?
3
¿Qué es la Razón?
4
A vueltas con la razón y lo racional
5
Crisis de la razón científico-técnica
7
Frente a la incertidumbre, la Razón Instrumental
9
Entonces, ¿Qué es la Sociedad del conocimiento?
9
Conclusión
10
Bibliografía
12
Webgrafía
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Xavier Viñals Torres xvinyals@maricelart.com
2
Introducción
Este trabajo pretende dilucidar lo que ha venido llamándose Sociedad del
Conocimiento. Pero lo quiere hacer desde la perspectiva de la razón. Esta facultad
humana que ha ido configurándose a lo largo de milenios y que tiene una expresión
característica en los momentos actuales de nuestra sociedad.
Y se hará primero estudiando qué es la razón y su devenir en la historia de la filosofía.
En segundo lugar concretaremos, a través de los trabajos del filósofo español Jesús
Mosterín, el concepto y alcance de lo racional. En tercer lugar incursaremos en la crisis
de la razón científico técnica que habrá quedado perfilada en los anteriores apartados.
Esta crisis, de la mano de Adorno, Horkheimer, Khun y Lyotard, nos colocará en el
momento histórico en que se desarrolla la sociedad del conocimiento y veremos cómo la
razón instrumental es la que vertebrará su desarrollo.
Finalmente, a modo de conclusión, se caracterizará a la sociedad del conocimiento con
sus falencias y se apuntarán propuestas para superarlas. No dejan de ser líneas de fuga
que invitan a crear como método de superación.
¿De qué hablamos cuando decimos Sociedad del conocimiento?
Junto con el concepto de Sociedad del Conocimiento vienen emparejados otros con una
extensión semántica semejante: Sociedad de la Información, Sociedad Informacional,
Nueva Economía, Globalización.
Como muy bien afirma Sally Burch1 “Cualquier término que usemos, en el fondo, es un
atajo que nos permite hacer referencia a un fenómeno -actual o futuro-, sin tener que
describirlo cada vez; pero el término escogido no define, de por sí, un contenido”.
¿Qué fenómeno – actual o futuro – queremos significar cuando hablamos de Sociedad
del Conocimiento o de cualquier otro de los conceptos antes apuntados? La respuesta a
esta pregunta apunta a intentar explicar los profundos cambios que han acaecido en las
sociedades industrializadas y en vías de desarrollo a fines del siglo XX e inicios del
XXI relacionado con las Tecnologías de la información y comunicación, en adelante
TIC.
Es obvio que el uso de la telefonía móvil, Internet, la comunicación instantánea y, a
escala global, de cualquier tipo de información, han cambiado los estilos de vida y las
capacidades de desarrollo de nuestras sociedades.
Estas tecnologías culminan un largo proceso de emancipación de la naturaleza
comenzado por el hombre muchos milenios atrás con el desarrollo del lenguaje y el
dominio y adaptación de un entorno próximo.
Creo por eso que es necesario, antes de intentar discernir o aproximarnos a lo que es o
deba ser la Sociedad del Conocimiento, hacer una pequeña reseña histórica de lo que ha
venido a significar el desarrollo de la Razón en la historia humana así como una
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pequeña, también reseña, de lo que ha venido siendo la ciencia y su ensamblaje con la
técnica.
Este rodeo inicial lo creo necesario para poder enmarcar el tipo de razón que guía todo
este fenómeno revolucionario sobre las TIC e identificar carencias o anomalías en su
desarrollo.
¿Qué es la Razón?
En los orígenes de la Filosofía occidental los pitagóricos, siglo V a.c., entendían que
había en el cosmos una razón universal que lo regía todo y que identificaban con la
armonía de los números.
Esta manera de enfocar la filosofía ha venido siendo la común desde los griegos hasta
Hegel. Existe una Razón en el cosmos, un lenguaje en la naturaleza de carácter racional,
que la humanidad puede y debe ir decodificando para entender, conocer y dominar el
mundo que lo rodea. La razón como lenguaje divino o de la naturaleza está al alcance de
los hombres y debe ser descifrado. Esta razón, que reside fuera del hombre, ha sido
llamada por Horkheimer, la razón objetiva.
Ahora bien, esta idea empieza a ser criticada a partir de Kant. Éste, en su Crítica de la
Razón pura, afirma que el hombre no conoce directamente la naturaleza sino a través de
sus sentidos y de su entendimiento. Este entendimiento, gracias a diferentes categorías –
espacio, tiempo, lugar, etc – clasifica y ordena una serie de sensaciones que recibe. El
hombre conoce desde su propio sujeto. Esta manera de abordar el conocimiento es lo
que el mismo Horkheimer llama razón subjetiva.
El traslado de un orden razonable desde la Naturaleza al sujeto es un cambio de óptica
fundamental para el tema que nos ocupa. Porque, paralelamente a lo dicho hasta este
momento, la ciencia como método de acceso al conocer había vivido su gran revolución
en el siglo XV.
La ciencia occidental se puede remontar a la Grecia de Hiparco, Aristarco, Hipócrates
alrededor del siglo III a.c. Se define por mirar la Naturaleza e intentar entenderla sin
acudir a fuerzas sobrenaturales. Pero lo que trae principalmente la revolución científica
iniciada con Copérnico es un método para conocer. La observación de los fenómenos y
la introducción de la matemática sientan las bases de la ciencia moderna.
Así el desplazamiento protagonizado por Kant desde al Razón objetiva a la subjetiva
junto con la aparición de la ciencia moderna lleva a los hombres a un tipo de
conocimiento que sienta las bases de la razón científico-técnica que ha marcado el siglo
XX.
Pero estos dos elementos solos no habrían sido suficientes para llegar a la problemática
que nos ocupa. La Técnica es también un pilar para ella. La técnica humana avanzó
desligada de la ciencia durante casi toda su historia. Los hombres aprendieron a dominar
el fuego, utilizaron herramientas, cultivaron campos, etc y fueron pasando ese
conocimiento de generación en generación. En ningún momento necesitaron de la
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presencia del “científico” sino que los problemas prácticos surgían y a ellos debían de
dar solución.
Incluso en la revolución industrial los artesanos y los técnicos avanzan en sus máquinas
sin la intervención de la ciencia. Por ejemplo la termodinámica empieza al revés,
aprendiendo de las máquinas de vapor y teorizando sobre ellas.
Es sólo al final del siglo XIX cuando la ciencia y la técnica empiezan a unirse para la
producción de productos: aleaciones de metal, telégrafo, industria farmacéutica
alemana, motores de explosión, etc.
Resumiendo, por un lado los filósofos desplazan el énfasis de la capacidad de conocer al
sujeto – poniendo, como se verá más adelante, las bases de la crisis de la metafísica. Por
otro lado, la ciencia, con su método, va aparcando las preguntas que no tienen utilidad y
se centra en entender el entorno para poder transformarlo. La Técnica, ya firmemente
aliada de la ciencia, empieza una transformación a gran escala de todo cuanto nos rodea.
Este estado de cosas podría resumir la razón triunfante en la primera mitad del siglo
XX. El neopositivismo, encarnado por el círculo de Viena, es su genuino representante
y busca un método para resolver de una vez por todas las dudas que acechan a la
humanidad. Este método es el lenguaje basado en las matemáticas. El lenguaje formal
no permite errores ya que diferencia claramente entre razonamientos válidos e inválidos.
Las afirmaciones que no pueden encajar en un cuerpo teórico pertenecen a otros campos
del saber de los cuales no se puede afirmar o negar su verdad. No son ciencia. La
filosofía se convierte en filosofía de la ciencia y la ciencia y la técnica son las
encargadas de liderar el desarrollo de las sociedades.
Hasta aquí hemos repasado los avatares de la razón humana para plantarnos a finales del
siglo XX y ver en qué estado está la razón y, en la caracterización que se pueda hacer de
la Sociedad del Conocimiento, que tipo de razón le es propia. Empezaremos con ver
dónde nos encontramos siguiendo los trabajos de Jesús Mosterín y Max Horkheimer
para luego tratar de identificar qué tipo de razón vertebra la supuesta sociedad del
conocimiento
A vueltas con la razón y lo racional
Lo expuesto hasta aquí parecería tal vez una vuelta innecesaria ya que estamos
acostumbrados a sabernos un animal racional y que la racionalidad nos define como
humanos. Pero precisamente porque nos parece que es un tema trivial he creído
necesario dar esta breve reseña histórica antes de analizar pormenorizadamente el
concepto de razón o lo racional.
Para situarnos en el casillero de salida es conveniente definir lo más claramente posible
de qué estamos hablando. Lo hago transcribiendo íntegramente las palabras de Jesús
Mosterín:
La racionalidad – en el significado en que aquí lo entendemos – no es una
facultad, sino un método. La aplicación del método racional presupone ciertas
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facultades. Pero ninguna facultad garantiza que se aplique el método racional.
Y si bien solo tiene sentido calificar de racional o irracional la conducta de
seres inteligentes, según que utilicen o no su inteligencia conforme a las normas
del método racional, es preciso reconocer que la más aguda de las inteligencias
es perfectamente compatible con una crasa irracionalidad.
La racionalidad se predica de nuestras creencias y opiniones, por un lado, y de
nuestras decisiones, acciones y conducta, por otro. Llamemos racionalidad
creencial a la que se predica de creencias y opiniones, y racionalidad práctica,
a la que se predica de decisiones, acciones y conducta. 2
¿Qué entendemos por racionalidad creencial?
Todos tenemos creencias u opiniones sobre nuestro entorno. Podemos decir –como lo
hace Mosterín en su libro – que conducir un coche borracho es peligroso o, podemos
decir también, que conducirlo en martes es peligroso. De la primera afirmación
podríamos dar una casuística, razones y una explicación que nos podría llevar a pensar
que es una afirmación razonable o acorde a la razón. En cambio, sobre el hecho de
conducir en martes y el peligro nos las veríamos en figurillas para explicar el por qué.
Mosterín entiende que una creencia o una opinión son razonables cuando, primero
creemos u opinamos lo que decimos y, en segundo lugar podemos dar razones de que es
así ya sea dando ejemplos, tener testigos fiables, estar apoyado por leyes de una ciencia
admitida socialmente y, además, no estar en contradicción lógica con otra creencia
firmemente establecida.
Además, y esto es básico, estar dispuesto a revisarlo si aparece cualquier novedad que
pueda desmentir lo afirmado.
¿Qué entendemos por racionalidad práctica?
Cuando queremos hacer algo ponemos en movimiento varias consideraciones:
Normalmente sabemos qué queremos, necesitamos saber cómo hacerlo, qué pasos hay
que seguir, e incluso nos podemos preguntar si es bonito o no y si está bien o no lo está.
Precisando lo afirmado en el anterior parágrafo, cuando tenemos la intención de hacer
algo entran en consideración medios y fines. Por ejemplo, para ir de vacaciones a otro
continente, fin, debo sospesar que medio de trasporté tomaré, medio.
Cuando decidimos hacer algo, aunque no sea de modo consciente, entran en juego
medios y fines. Un fin que perseguimos tiene diferentes maneras de llevarlo a cabo. El
optar por uno o por otro puede hacer que nuestra acción sea racional o no.
Así definiremos una acción como racional si se ajusta a los siguientes criterios:
Sabemos lo que queremos hacer, conocemos cómo hacerlo – y este conocimiento es
racional - y, por último, no entramos en contradicción con otro fin que también
deseemos.
2
Jesús Mosterín, 1978, página 17
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Hay un punto pero básico que es la pregunta de por que quieres hacer lo que uno se
propone. Por qué se quiere alcanzar cierto fin. Normalmente se contestará que por que
eso sirve como medio para alcanzar otro fin superior. Así hasta llegar a un momento
donde ese fin debe ser el máximo para no caer en la regresión al infinito.
Así pues nos damos cuenta de que la racionalidad práctica supone la razón creencial y
que debemos contar con fines últimos que guíen nuestras acciones.
Resumiendo, tenemos una conducta racional cuando tenemos un fin que deseamos,
sabemos cómo debe conseguirse y no está en contradicción con otro fin de orden
superior.
Pero estos planteamientos triunfantes también entran en crisis a mediados de siglo. Y lo
hacen por diferentes factores:
Crisis de la razón científico-técnica
El primero de ellos es un hecho que traumatiza a la humanidad: Hiroshima. Hiroshima
significa el triunfo de la razón científico-técnica en el dominio del átomo. Pero también
significa la razón ciega en lo que se refiere a muerte, dolor y destrucción. La bomba
atómica es un enorme interrogante que los hombres intentan digerir o integrar sin
demasiada suerte. Theodor Adorno llega a preguntarse si es posible seguir pensando
después de tal atrocidad.
La razón científico-técnica, que ha sido capaz de descubrir la penicilina, de crear los
aviones, la luz eléctrica, es la misma que ha producido la bomba atómica. Es una razón
ciega desde el punto de vista de la ética y el interrogante que abre pone en crisis al
triunfo positivista. La razón científico técnica está en la base de la “pulcra” y efectiva
organización del holocausto en los campos de concentración.
En segundo lugar el desarrollo de la razón científico-técnica no fue la única y existió
también un desarrollo muy interesante que se agrupaba alrededor de lo que se llama la
hermenéutica. La hermenéutica entiende que el lenguaje también es muy importante
pero sobre todo pone el acento en que éste nos determina y que se aprende y conoce ya
de un modo predeterminado. La lengua que hablamos cada uno viene con una
cosmovisión y una manera de “mirar” determinada. La tradición delimita el potencial de
lo que se puede conocer. Pone límites a lo que se puede expresar.
La hermenéutica fue la responsable de la división clásica entre ciencias naturales y
ciencias del espíritu (conocidas más como sociales entre nosotros). A grandes rasgos las
ciencias naturales buscan las causas de los fenómenos mientras que las llamadas
ciencias del espíritu intentan dar razones de por que ocurre algo. Se le discute a las
ciencias sociales el hecho de que puedan actuar bajo la misma lógica que lo vinieron
haciendo las ciencias naturales desde Newton3. El objeto de estudio de las ciencias
sociales es el hombre en sus múltiples expresiones y realmente no es un campo
3
Se puede consultar un trabajo mío anterior preparado para la licenciatura de Filosofía de la UNED en
este enlace. En él se hace una lectura de Paul Ricoeur y su visión de la hermenéutica comparada con la
Crítica de las ideologías.
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aprensible en las mismas condiciones. Sólo la economía ha desarrollando un fuerte
arsenal matemático comparable a las ciencias naturales.
En tercer lugar está el problema de los fundamentos. La Filosofía de la ciencia empieza
a cuestionar las bases de la ciencia en el sentido que se pregunta por sus fundamentos.
La aparición del libro de Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, marca un
importante hito. La aparición del concepto paradigma plantea un escenario nuevo sobre
los fundamentos de la ciencia. Kuhn sostiene que en la historia del hombre hay periodos
de ciencia normal separados por breves periodos de ciencia revolucionaria. Por ciencia
normal entiende todo el aparto de creencias, métodos y opiniones de una sociedad en un
lugar y momento dado compartido por una comunidad científica. Así los alumnos
aprenden de los profesores recibiendo el cuerpo central de la ciencia y se avanza en el
saber profundizando en los conceptos admitidos por la comunidad.
En cambio, por periodo revolucionario se entiende ese momento en que se cuestiona
abiertamente los pilares de la ciencia en cuestión. Ocurre cuando se constata que para
seguir avanzando en la ciencia se deben abandonar premisas básicas para cambiarlas por
hipótesis que, en principio, sirven mejor para avanzar. Se identifica como un periodo de
grandes controversias que suele terminar cuando la última generación de científicos que
defiende el viejo modelo muere y sobreviven los nuevos empezando un nuevo periodo
de ciencia normal.
El arsenal de premisas y métodos que conforman un periodo de ciencia normal se
denomina paradigma y cuando acaece una revolución científica, se cambia de
paradigma.
Esta visión abre un interrogante sobre los fundamentos de la ciencia pues la hace
depender de un lenguaje en un momento concreto y no deja de ser un constructo
humano. La Razón científico-técnica es el paradigma dominante hoy en día pero no es
el triunfo de la razón fruto de un largo proceso de emancipación. Como cualquier
paradigma es superable, cambiable y no es un absoluto.
En cuarto lugar, el mismo desarrollo científico y todo el arsenal conceptual desde
Feuerbach a Nietzsche, han “matado” a Dios. La Razón se queda sin fines últimos que
fundamenten las conductas. Los grandes discursos que dan sentido a la existencia caen
en otros campos del saber (el relato, el mito…). La sociedad pierde su sentido que la
cohesionaba y le daba sentido4.
Una razón formalizada vaciada de contenidos positivos irrumpe en la sociedad y
presenta una estructura de cómo se hacen las cosas pero no da garantías de para qué en
su última formulación ni si tiene sentido. Los medios se convierten en fines sin apelar a
fines últimos de orden superior.
4
Se puede leer el artículo de Lyotard clicando aquí.
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Frente a la incertidumbre, la Razón Instrumental
Lo que acabo de escribir en el párrafo anterior podría ser un resumen de lo que acontece
en la actualidad. Palabras como perplejidad e incertidumbre cubren muchos de los
trabajos filosóficos publicados en los últimos veinte años.
La razón vaciada de contenido presentando pero una buena salud formal o metodológica
es lo que desde la Escuela de Frankfurt, especialmente Jurgen Habermas, llama Razón
Instrumental.
La Razón Instrumental responde a la pregunta de ¿cómo se hace eso? Funciona como un
libro de instrucciones para la producción de elementos, eventos e incluso ordenación de
sociedades. Es una razón lagaliforme que se agota en ella misma dentro de la sociedad
que la corona triunfante.
Copio aquí un fragmento entero de Horkheimer que me parece ofrece una síntesis de lo
que es la Razón instrumental en nuestra sociedad:
En el proceso de su emancipación el hombre participa en el destino del mundo
que lo circunda. El dominio sobre la naturaleza incluye el dominio sobre los
hombres. Todo sujeto debe tomar parte en el sojuzgamiento de la naturaleza
externa —tanto la humana como la no humana— y, a fin de realizar esto, debe
subyugar a la naturaleza dentro de sí mismo. El dominio se “internaliza” por
amor al dominio. Lo que comúnmente se define como meta —la felicidad del
individuo, la salud y la riqueza—, debe su significación exclusivamente a su
posibilidad de volverse funcional. Tales nociones indican condiciones
favorables para la producción intelectual y material. Por eso, la abnegación del
individuo no tiene en la sociedad industrial meta alguna situada más allá de la
sociedad industrial. Semejante renuncia produce racionalidad respecto a los
medios e irracionalidad respecto al existir humano. No menos que el individuo
mismo, la sociedad y sus instituciones llevan el sello de esta discrepancia.
Puesto que la subyugación de la naturaleza dentro y fuera del hombre, se va
llevando a cabo sin un motivo que tenga sentido, la consecuencia no es un
verdadero trascender la naturaleza o una reconciliación con ella, sino la mera
opresión.5
“Semejante renuncia produce racionalidad respecto a los medios e irracionalidad
respecto al existir humano.” Al caer el fin último inmerso en un discurso metafísico que
daba sentido a la existencia de una sociedad y a sus individuos sólo tienen sentido
racional los medios. Los medios convertidos en fines sin más fundamento que el tener
sentido dentro de una inercia estructural.
Entonces, ¿Qué es la Sociedad del conocimiento?
Para contestar a esta pregunta tenemos que tener en cuenta lo dicho anteriormente sobre
la Razón Instrumental además de ver la génesis del concepto mismo de sociedad del
5
Max Horkheimer Crítica de la razón instrumental Trotta, Madrid 2002. Pueden consultar el libro on line
en este enlace. El párrafo copiado corresponde a la página 42 del documento on line.
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conocimiento. Y si he dado un rodeo tan largo es por la poca claridad con la que se
viene usando.
La principal característica de la sociedad que estamos intentando describir es la
presencia de las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación principalmente
de Internet. La Red no es solo un espacio de intercambio de información a nivel
mundial a una velocidad instantánea sino que es una creación cultural de sus usuarios y
ha venido a transformar nuestros hábitos de un modo definitivo.
Manuel Castells apunta a cuatro capas culturales en la historia de Internet que pueden
explicar su desarrollo: La universitaria, gente con el gusto de la investigación por la
investigación y por un amor al saber en sí. Los hackers como artífices de la creación y el
placer de crear e innovar. Los grupos alternativos que vieron en la red el espacio donde
probar y fomentar sus propuestas de vida diferente y que ha continuado con todos los
movimientos contrarios al stablishment actual. Por último las empresas y empresarios
con apuestas arriesgadas por la innovación.
De esta caracterización de Castells creo que la que ha hecho más fortuna es la cuarta y
existe una cierta confusión a creer que la Sociedad del Conocimiento equivale a la
Economía del conocimiento. Hargreaves, al cambiar la palabra sociedad, el todo, por la
de economía, una parte, creo que da en la tecla clave para que podamos entender de qué
se habla habitualmente cuando se utiliza el concepto de Sociedad del Conocimiento.
La visión desde la economía con la Razón instrumental como guía es la que marca la
pauta de lo que viene desarrollándose en la Red. Las personas que utilizan la Red son
usuarios de servicios, contratan operadores para navegar, interactúan pagando a través
de SMS, son consumidores.
El talento que se busca en esta nueva economía – la economía del conocimiento – es el
Know how (“saber cómo”) y la innovación. Pero la innovación motivada por fines
comerciales, innovación para crear nuevos intereses y deseos al consumidor. La
oportunidad de negocio como motor único de desarrollo.
Conclusión
Evidentemente lo que acabo de escribir no es exacto. Sería absurdo negar la potencia de
los modos alternativos de vida que se mueven en Internet o el hecho de que la red viene
a significar nuevas oportunidades de creación social, política o artística. Pero sí creo que
refleja un modo dominante de relación con Internet.
Y este reflejo se concreta en dos puntos:
1. La razón instrumental es la que predomina en el desarrollo de lo que se llama
Sociedad del conocimiento. El enfoque mayoritario en Internet actualmente es el
de la economía del conocimiento dejando aparte otros aspectos de la sociedad.
La educación, entre ellos, es el que plantea interrogantes más urgentes y
atractivos ya que creer en la educación es creer en el futuro.
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2. La incertidumbre, la perplejidad y el desconcierto están presentes en nuestras
sociedades de principios de siglo. No hay directrices ni relatos que ilusionen o
marquen caminos por donde transitar. El “we can” de Obama es un slogan pero
no es un camino. Pero su triunfo es síntoma de que hay necesidad de referentes.
Como decía en el desarrollo del trabajo los medios se han convertido en fines
dentro de la misma estructura social y no aparecen ideas o metas con vocación
trascendente y movilizadora. No me refiero a nuevos dogmas que sustituyan a
los viejos sino nuevas ideas sobre las que crear y orientar las decisiones.
Gilles Deleuze invita a pensar más allá de referentes lingüísticos y semánticos.
La posibilidad de abrir el mundo, infinitos mundos6. El hecho de que hayan
caído los relatos metafísicos no es un impedimento para construir nuevas
opciones en un continuo moverse.
Creo que, a modo de conclusión de este trabajo, lo que está en juego es la construcción
de la Sociedad del Conocimiento y los múltiples mundos que abre. La superación de la
Razón instrumental por una razón que vaya más allá de lo inmediato y lo seguro es el
proceso que se abre.
No volveremos a tener metas claras y seguras pero si que debemos, como imperativo de
convivencia, proponerlas como referentes coherentes. Cada uno somos responsables de
ir echando mano en una construcción que no tiene fin y que su valor es, precisamente, el
proceso, el diálogo, el camino.
6
Gilles Deleuze, Lógica del sentido Paidós, Barcelona 2005
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Bibliografía
Max Horkheimer Crítica de la razón instrumental Trotta, Madrid 2002
Jesús Mosterín Racionalidad y acción humana Alianza Universidad, Madrid 1978
Thomas Khun La estructura de las revoluciones científicas FCE, Madrid 2006
Andy Hargreaves Enseñar en la sociedad del conocimiento Octaedro, Barcelona 2003
Gilles Deleuze, Lógica del sentido Paidós, Barcelona 2005
Webgrafía
Max Horkheimer Crítica de la razón instrumental
Lyotard La condición postmoderna
Manuel Castells La dimensión cultural de Internet
Sally Burch Sociedad de la información / Sociedad del conocimiento
Xavier Viñals Torres xvinyals@maricelart.com
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