• H • Qui d futu rum sit plan e uesc io.- Spe s tamen una est, aliq uand o Pop ulum Rom anu m maj orum simil em rore. Ego cert e R eipublica! non deero et quid quid acci deri t a qua mea culpa absit, anim o farte Ceram ." CICERO Corn., S.P.D. leido recientemente una obr ita, titu lada Res úm en de la H ist01'ia de Venezuela, hé creído necesario desvanecer algunas equivocaciones en que incurren sus autores sobre ¡as operaciones del ilustre Gen eral Mir and a en 1812. Es así como los que nos sucedan podrán algun dia conocer y .preciar los trabajos de sus autepasados, á quienes son deudores de patr ia y libe rtad . La hist oria de nue stra glo rios a .evolucion presenta el cará cter sing ular de carecer de trad ieiones regulares seguidas, porque se inmoló en ella la generacion des tina da á transmitirlas á la pos teri dad ; generacion preciosa é intermedia entre los primeros patriotas, y los novísimos, enteramente estraños á los acontecimientos y calamidades pasadas, que han tomado aho ra á su carg o pin tar las cosas á $'U modo. Era yo miembro de la Legisla tura Pro vin cial de Carácas en 1812. cuando el Gen eral M iran da, des pues de la reti rad a de nuestro egército á la Victoria, me llam6 á su lado, en un ion del Licenciado Sanz, par a que cooperasemos en la par te política y civil al buen exilo de la cam pañ a. Como este último se retir6 bien pronto por el mal estado de su salud, mi residen_ cia en el cuartel general me proporcionó la ocasion de conocer á fondo las miras y el plan de aqu el hombre estraordinario en situacion tan apu rad a y cr/'tica. Yo tom aba muchas veces l •• deposiciones de los espias que se man dab an al campo ene mig o: yo intervenia en todas aquenas medidas cuy a tendencia era acelerar nn desenlace completamente satisfactorio. Así mi testimonio en esta ocas ion puede quizá ser de algun peso par a lo futuro, principalmente cuando los que nos su-cedan empiezen á sentir un vivo deseo de acla rar todos estos pasaje. de nue stra historia, tan íntimamente relacionados con ,,1 bonor nacional. > • HAB IEN DO J>. , ( • ) " J • Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Republica, Bogotá-Colombia • • e 2 Sab ia perfectamente el General Mir and a cuan crit ica era la situacion en que se hab ia colocado el gefe español, Do n Domingo Monteverde, internándose, i merced de la con- sternacion general causada por el temblor, en ]a prv vin cia de ) Car áca s, con tra las órdenes del Gob ern ado r de Coro, de quien dependia, y dan do á su espedicion el car ácte r de una ver dad era ave ntu ra. Los malcor.tentos de Venezuela, de que hab ia en su cua rtel general miembros del Congreso, de la Leg isla tura Pro vin cial , y otras corporaciones, 10 lJabian esti mu lad o en sU empresa quijotesca, y puéstole en el dur o trao ce de tener que - mor ir, 6 rendirse á discrecion, si circunst~ncias enteramente fact icia s no le hubiesen favorecido. Ni es estr aña la eXIstencia entónces de semejantes descontentos en un pais que se lanz aba en una nue va carrera) y en que necesariamente debian com batirse los hábitos antiguos. y las doctrinas nuevamente adoptadas. Ré aquí clar ame nte la mu y notable diferencia que se observaba ent re el Congreso de Venezuela y la Sociedad Pat riót ica de Car áca s. El primero esta ba compuesto de elementos discordan tes, de hombres mu y estimables, pero algunos de ellos notoriamente realistas. cuy os mot ivos yo soy el primero en aca tar y respetar, porque la lealtad es una virt ud tan ese ncir l par a el buen órden y conservacion de las sociedades hum ana ., que nad ie puede, ni debe desentenderse de las obligaciones que ella impone, sino una vez en mu cha s generaciones y en 109 casos estrernos. Y la seg und a era una aso ciac ion voluntaria de pur os y desinteresados patr iota s, en que se hab ian alistado Mir and a, Lao s. Espejo, Sat a y Buz y. y tantos otros var one s ver dad era men te esclarecidos. que tomaron sobre si la div ina mis ion de dise min ar los buenos principios, uniformar lao pin ion pública, y poner el pais en el camino de su dich a. Un a inst i- o tuc ion sem ejan te fué ent6nces necesaria en Carácas, así com en el dia seria inú til, sin objeto, y aún per jud icia l. Por tres veces fui presidente de esa ilustre soc ieda d, y puedo dar fé y testimonio de la reg ula rida d en sus trab ajos , y. de que jam ás pre tend ió influir en los negocios públicos, sino por el efecto nnt ura l de una opinion pública bien y legalmente pro nun ciad a. Cua nto se ha dicho de vias de becho empleadas por al ((unos de sus miembros en la bar ra del Congreso el dia ó de JulI o, en que se proclamó la independencia. es nna falsedad inv ent ad.. por los enemigos públicos ó solapados de la revoluciono Sab ia. co.mo hé dicho ántes, el Gen era l Mir and a, 10ll apu ros en que se hal lab a Mo ntev erd e y sus sec uac es; sab ia que car ecia de municiones de gue rra ; sab ia, en fin, que no tenia á quien ocur,'i,' por ello .. Cua lqu iera que lo dud e no tiene mas que leer su oficio al Gob ern ado r de Gu aya na, pidiendo auxilios desde San Ma teo . ó la villa ~e (;ur a, en que pin ta bien al vivo su situacion desesperada. Ha "ia llegado esta á tal punto, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Republica, Bogotá-Colombia • que mandó desclavar las silletas de los pueblos del Aragna para tirarnol! en las avanzadas con las tachuelas. Así las 6rdenes del general venezolano eran terminantes de empeñar ti"oteos diariamente desde el alba hasta la noche, con el ohjeto de disminuir las municiones del enemigo, y marchar de.pues .ohre él con toda seguridad del buen ex¡to. Verdad es que el General Miranda pudo provocar á Monteverde á un comhate, y destruirlo, pero no entraba en sus miras quitar á nuestra naciente revolucion aquel carácter de lenidad que tomó desde el principio, y que desgraciadamente perdió des pues. Contemplaba con horror las eSl!enas de la l'cvolucion francesa, y nada deseaba con tanto ardor como al~ja"¡as de Venezuela. .l.Vue3tros paisanos," me decía frecuentemente, "no suben J---.-..,. ti todacia lo que son las guerras ci~iles." '1'al era nuc,tra situacion el 5 de Julio de 1812, en que celebramos por la mañana con la mayor solemnidad el aniver- sario de nuestra independencia. Yo estaba nombrado por el Gobierno de la República para ir á remplazaren los Estados Unidos á nuestro ogente el Sr. Orea, que queria regre ar á Caráca~, con varias instrucciones, así del 6rden político como Ue ,"uxilios para la pronta pacificacion del pais. Por la tarde dió el Gcnerol á la oficialidad una comida frllgal como de cien cubierto~. Concluida la comida se retiró á la tc!tcra de la sala, y comenzó á hablarme de mi viage á 10B E5tados Unidos, de JeJfeJ'5on, de Adams, y otros hombres prominentRs de aquel pais, y del débil y el fuerte de cada uno de eJlo!3, como lo veria yo mismo, ofreciendo cartas de introduccion para todos: tomábamos el café, cunndo apareció á la puerta de la s81" mi escelente y lamentado amigo el Coronel S.u" y Buzy, y anunció la lIe:!ada de un posta. Se levantó el Gelwral l\Iiranda, dicién lome que pronto estaría de vuelta, v sil,!ui6 á la secretaría. Continué mi conversacioll con el Coronel Plaza, y viendo que se dilataba demasiado el General, me dirigí á la secretarfa. Al entrar en esta oficina se paseaba el General acelt>radaroeute rlr un estrpIDo á otro de la pieza; el Dr. Ro~cio se I·e"aha fuertes golpes con los dedos de una mano en la otra; el ". Espejo estaba sentado cahi.bajo y absorto en OlcrlitHciofl profunda, y Sata y Buzy parado como una tstatua.)ullto á la J1WSA. de EU despacho. Lleno yo dl:'1 pre~ ( ntlmit lito ,le una calalllidad inesperada, me dirigí al Genel'al. .. y hil!II," le dije. te ¿ qué hay de nue\'o?" Nada me contestilba á la .;, :..:'"unda pregunta, cmmdo á la tercera, lu'cha des~ pu ... dI' al 'un inten-alo, sacando un pap"1 del bolsillo de su chaleco. me ¡I ijo f'n fralJcés, u Tene:! ~ Venezuela est blessée au caur." Jamás SI' borrar?,J dVJ mi memoria el cuadro intere.ante que pl'esentoba en ,mo",.ntos tán crítico" aquello. A2 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Republica, Bogotá-Colombia ) • , 4 patriarcas venerables de la emancipacion americana, combatidos reciamente por la intensidad del dolor presente, y el presentimiento de las calamidades que iban á afligir á la desventurada Venezuela. El papel que acab.ba de entregarme el General Miranda quedó tan fuertemente impreso en mi imaginacion, que despues de tantos años puedo asegurar que con tenia en sustancia, y aún casi en las mi.mas palabras, lo siguiente : - j " Comandancia de Puerto Cabello, Julio l °, de 1812. " Mi General: Un oficial indigno del nombre venezolano se ha apoderado, con los prisioneros, del Castillo de San Felipe, y está haciendo actualmente un fuego terrible sobre la ciudad. Si V.E. no ataca inmediatamente al enemigo por la retaguardia, esta plaza és perdida. Yo la mantendré entretanto todo lo posible. fl SIMON BOLIVAR." Pa. comprender bien la. sorpresa que debi6 causar este \ oficio, es preciso advertir, que al abril' la campaña lo primero en que se pensó fué en asegurar la plaza de Puerto Cabello, previniendo á su comandante que por ningun pretesto mantuviese á Britapaja, Iztuela y demás prisioneros dentro de la fortaleza. Pero el Coronel Bolivar no habia todavía dado indicios de aquella actividad prodigiosa, de aquella sagacidad consumada, de aquellas concepciones sublimes, que despleg<> despues el General Bolivar desde su marcha del Magdalena á Carácas en 1813, y que justamente han hecho su nombre inmortal hasta la consumacion de los siglos. Pasada la primera sorpresa, rompi6 el General Miranda el silencio: le Vean VV. señores," dijo, "10 que son las cosas de este mundo. Hace poco lo teniamos todo seguro: ahora todo es incierto y azaroso. Ayer no tenia Monteverde ni p6lvora, Ili plomo, ni fusil es: hoy puede contar con 400 quintales de p6lvora, plomo en abulldancia, y tres mil fusiles. Se me dice, que ataque al enemigo; pero este de he estar yá en posesion de todo. El oficio es de 1° del corriente, y hoy somos 5, yá puesto el sol. Verémos lo que se hace mañana." Varias fueron las observar iones que se hicieron en seguida, y todas concurrian á fortificar la resolllcion de redoblar los esfuerzos hasta de.tru;r al enemigo. Yo debia marchar loego á los Estados Unidos para mandar inmediatamente algunos artículos de que carecia, 6 podia carecer el egército. Habiéndome retirado á mi posada puede suponerse que no pegaria mi. ojos durante aqueVa (arga nocbe, cahilando sobre las consecuencias ue aquell~ repnntina mudanza. N o bien , Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Republica, Bogotá-Colombia • • habian apuntado los primeros crepúsculos de la mañana, me encaminé á la casa del General, y lo encontré yá paseándose cn el corredor, afeitado, y vestido como para ir á hacer visitas, segun era su costumbre en campaña. Apénas me alcanzó á ver se dirigió á mí, diciéndome, "i Qué tal noche 1" "Ma. lísima, Genera)," le contesté, "corno puede V. suponerlo." e. Se me dice," continuó, fe que ataque al enemigo por la reta .. guardia, pero hoy debe estar yá eo posesion de la plaza." Acababa de pronunciar estas palabras cuando se oyó una salva en el campo de los contrarios. " Ahí tiene V. la toma de Puerto Cabello," añadió inmediatamente, y al punto entr6 uno de los esploradores principales, y nos informó de los par· ticulares de todo. "Ahora es indispensable hacer esfuerzo. estraordinarios para salvar á Venezuela en el estado deplorable en que nos ban puesto los temblores. Es preciso que se vaya V. luego para los Estados Unidos á mandarnos lo que nos falta. Por acá barémos todo lo posible." Con esta intencion salí de la Victoria para Laguayra. Cuando estaba yá para embarcarme en la goleta Inde. pendencia, llegaron á aquel puerto rumores va~os de capitu. lacion, que se confirmaron despues por el mIsmo General Miranda, que se presentó en Laguayra á los pocos dias. Creí con"eniente suspender mi partida, á pesar de estar ahierto el puerto para mí solo, hasta imponerme á fondo de los pormenores de tamaña novedad. Con tal designio fuí á verme con el General Miranda, luego que supe su llegada á la casa de la comandancia, que era elltónees el edificio de la estinguida Compan;a Guipuzcuana. Le encontré leyendo un papel que me entregó inmediatamente para que me impu. siera de su contenido. Era este un oficio del Presidente Rodríguez Torrices de Cartagena, en que, despues de pintar el estado angustiado en que los realistas trnian á la sazoo aquella plaza, concluia pidiendo auxilios al Gobierno de Vene· zuela, sin los cuales creia muy difícil poder sostenerla por mucho tiempo. Entónces llamándome el General aparte, me dijo en fran. ces, "J e viens d'entrer, d'accord avec le gouvernement, dans une capitulation honorable a\'ec l'ennemi." 11 Maia capitulation," repliqué yo inmediatamente, f( comment pouvezvons con'er sur la foi des E<pagllols? N e vous rappelez. vous pas dll Cuzco, de Pinfortuné Tllpac.Amara, du sort de l'Eveque MoscoBo 1" "Oh!" me dijo el General, les ~~pagllols 80nt eux·memes en revolution: its st en gal'deront bien tie manquer aux arrangements convenlls. D'abord, depuis que VhUS avez quitté le quartier général, je ne re~ois de tous les cotés que des l',Puvj\Ues les plus désagréables, des • . . • . • des sOlllcllem"JItS des noirs, &c., &c. Les fI Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Republica, Bogotá-Colombia l ~~ ,- • 6 ( Roy alis tes pa,' aiss ent déc idés a met tre le rell au pay ., plu t6t que de le voi r ind épe nda nt, tand is que de not re par t il n'y a t que déc our age men t, de l'estnpeur encore subsistant produi par le tremblement de terreo &c. Por tan s, done, nos vues sur la N ou velle Gre nad e, ou je can te sur N ariñ o, q ui est mon ami , Ave c les ressources que nGU S pouvons emmener d'ici, officiers, rnunitiolls, &c., et ceu x que pl'obablement on obtiens ura la has, nous ¡'cntrerons a Caracas, san s canrir les danger de lou te espece don t naus sornrnes men acé s dao s ce mo men tci. Il fau t lais ser refr oid ir en atte nda nt a Ven ezu ela les effd s du trem ble men t de lerr e, les violences des Ro) 'alis tes, &0, " El oficio del Pre side nte Tor rice ;, de que hé hab lado ani ba, con firm ó al Gen era l Mir and a en su propósito. Se ded icó, en con secu enc ia, á lomar todas las providencias con duc ent es al cum plim ient o leal y hon rad o de la cap itul acio n de Val enc ia. Filé , y volvió á Car áca s con el mis mo des ign io, y se ocu pab a en él cua ndo esta ndo yo abo rdo del buq ue en que debia verificar mi via ge, lleg ó á mi not icia que varios ofic iale s, en la exa ltac ion del mom ent o, habian osado arrestar á su Gen eral . Est e al'l'esto, sin emb arg o, hab ria dur ado poc o tiem po, por que una sola esp lica cion hab ria bas tado par a disipa! los pre test os erro neo s con que se hab ia hec ho, per o ni aún hub o tiem po par a hac erlo , Por uua trai ciou la mas infame aqu ella plaz a esta ba yú ven did a al enemigo. El ilus tre arre stad o y sus arre stad o res se encontraron súbitamente prisionelos de gue ,'ra, ó séa lo de Est ado , seg un elle llgu age de aqu el tiem po. en púb lico , j Ter ribl e ¡ecc ion par a los per turb ado res del órd víct ima s cas i siempre de las pasiones qlle ello s mismos han cscitaclo ! Los que han seg "ido cuid ado sam ente el cur so de los aco ntecimientos posteriores, pueden solamente concebir una idea de los mal es sin núm ero que la pér fida ent reg a del pue rto de Lag uay ra cau só á esta par te de nue stro con tine llte . Ant es con tabarnos con touos los elementos necesarios para auxiliar á .. Cal'tagena, y emprender una campana con todas las segu ri dad es de buen ex ita, libr es de los aza res de lo que sigu ió des plles. j Ah ! yo vi á Ven ezu ela en 181 2, colo cad a ent re la vid a y la mue rte. Por inse nsib le que sea el obs erv ado r. al con tem pla r este cua dro y los sigu ient es, no pue de resi stir se á trib uta r el hom ena ge de adm irac ion y resp eto deb iúo al gen io estr aor din ,,'io de Bol ivJr , que log ró fijar la sue rte de esto s paises, y vin dica r el carácter americano de imputaciones deg rad ant es. . l\IuchoB cau dill os esforzados concurrieron á tán esce lsa empresa pero BJl iva r luci a en med io de todos com o el sol del medio dia en Iluesll'os regiones trop icul es. Su iotllljo en la con tien da fué " . , ,' , Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Republica, Bogotá-Colombia 7 tan !!oneral, tan grande, tan eficaz, que sin el la obra de la emancipacion americana no habria podido con!!lumarse tan pronto. ]\fuchos han puesto on paralelo á Wa<hinglon y Bo· li\'a r, á imitacjun de Pll1tarco en sus héroes Griegos y Roma· no,<:, prro no pxi ... tp punto alg-uno de contacto entre e~to~ grandes El primero naci6 hombre libre (bol'nfreeman), como el mi!l.rno 10 dice en su alocucion valedictoria (Valedictory Address). El segundo nació súbdito deuna monarquía. en que un sistema el mas refinado de absolutismo é hipocl'ccía habia puesto al hombre en el estado del mas completo embrutecimiento. 'Vashington fué el delegado de un pueblo mas libre en sus instituciones que su propia metr6poli: Boliv~r el funhombres. 1--- dndor de tres repúblicas hispano-americanas. N o se encuentra, pues, punto algullo de comparacion entre 'Vao;:hillgton y Bolivar, ni lo tienen tampoco uno y otro con l\firanda. Como mandatario de un pueblo formado y constituido, ninguno mas honrado, mas patriota, m'8S exacto en el cumplimiento de sus deberes que Washington. Cuando el edificio social ha recibido un fuerte sacudimiento en sus últimos cimiento<::. de manera que casÍ se pierde la e~peranza de volver á la vida civilizada, 4ninO'uno mas capaz que Bolívar de entonar los muelles rela"(~dos, y restituirlos á su vi¡zor prístino. CUilndo un pueblo ha sacudido el yugo de preocupaciones envegecidas~ y quiere regenerarse por las vías regulares, l\Iiranda era el mejor cal. culado para mantenerlo en su noble prop6sito, defender su. derechos nuevamente adquiridos, y darle instituciones pro- tectora.. 'Vashington muri6 en Mount Vernon, rodeado de las bendiciones de una nacion agradecida; Miranda prisionero en la Carraca, sin que su patria conociese lo que había pordido; y Bolivar perdonando á sus gratuitos enemigos, á imitacion del Redentor del linage humano, y mandando se quemasen sus papeles, porque yá no le quedaba mas sacrificio que hac.>r á la patria que el de 511 propia reputacion. Lo. acontecimientos de sus últimos años v sobre todo el horrendo atentado del 25 de Setiembre de 1828, lo llevaron al sepulcro en una edad temprana. Cometió errores. es verdad, pero las grandes acciones, las virtudes eminentes del héroe, muy supe- riores á las flaqueza. del hombre, le daban un justo derecho á la indulgencia y á la gratitud de sus conciudadanos. N ada de cuanto hé dicho anteriormente para rectificar algunos datns históricos, que me son quizá esclusivamente conocidos, tiende á dispertar antiguos odios entre Españoles y Americanos. No: la E.paña. como nosotros, ha echado por tierra el poder arbitrario, y con él esas preocupaciones groseraEl que nos hicieron á todos míseros, y desgraCiados, en Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Republica, Bogotá-Colombia • I • ( 8 medio de las regiones mas ricas y afortunadas de la t ierra habitable. Mis votos los mas ardientes la acompañan en su gloriosa carrera. i Quiera la Divina Providencia que no esté muy distante el dia en que las naciones de cdgen castellano se entiendan perfectamente bien, para que promoviendo en comnn su mútuo bien-estar, se bagan capaces de adquirir en el mnndo civilizado la grande importancia política á que las llaman sus destinos! Quinta de la Paz, en Bogotá, Feb. 15 de 184.3. P. GUAL. , • • • •• • , l , ' , Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Republica, Bogotá-Colombia