CAPÍTULO 1 FORMAS DE MALOS TRATOS: DESCRIPCIÓN Y CARACTERÍSTICAS 1. MALOS TRATOS FÍSICOS En esta categoría de maltrato se incluye cualquier acto intencional producido por un padre o cuidador que cause o pudiera haber causado lesiones o daños físicos a un niño. 1.1. Lesiones externas o cutáneas Se puede considerar lesiones externas o cutáneas los hematomas, contusiones, cortes, pinchazos y mordeduras. Las definiciones de las lesiones indicadas son las siguientes: Hematoma. Lesión consistente en un derrame de sangre bajo la piel, en la que la piel está decolorada pero no existe una herida abierta. Contusión. Elevación de la piel producida por un azote, puñetazo o estímulo alérgico. La piel no se abre y la marca es reversible. Corte. Obertura, incisión o rotura en la piel hecha por algún agente externo. Pinchazo. Obertura en la piel relativamente pequeña si se la compara con la profundidad, producida por un objeto estrecho y puntiagudo. Mordedura. Herida, contusión, corte o muesca en la piel causada por agarrar, atravesar o cortar la piel con los dientes. Factores a considerar: No todas las lesiones descritas son resultado de maltrato. Para poder determinar si este tipo de lesiones son consecuencia de maltrato, deben tenerse en cuenta los siguientes factores: a. Factores del niño - Edad del niño. Los niños de seis años o menores de seis años que presenten cualquiera de las lesiones descritas anteriormente se encuentran en mayor riesgo de ser víctimas de malos tratos. - Condiciones médicas, comportamentales y mentales del niño. Se debe comprobar la posible existencia de algún problema emocional, incapacidad de desarrollo o hándicap físico relacionado con la habilidad del niño para protegerse a sí mismo. b. Factores de la lesión - Severidad de las lesiones. - Tamaño, número, grado de decoloración y profundidad de la lesión. En algunas ocasiones la lesión está localizada tan profundamente bajo la piel que pasan algunos días hasta que el hematoma se hace visible. La edad del hematoma se puede averiguar por el color de la piel: Cálculo de la edad de los hematomas Edad Aspecto/Color 0 a 2 días 0 a 5 días 5 a 7 días 7 a 10 días 10 a 14 días (o más) 2 a 4 semanas Zona tumefacta e hipersensible Rojo, Azul, Púrpura Verde Amarillo Pardo Desaparición - Localización de las lesiones. La localización de los hematomas y contusiones nos ayuda a determinar si la lesión ha sido intencional o no lo ha sido. Los hematomas accidentales suelen encontrarse en las zonas de prominencia ósea (p. ej. frente, codos, rodillas, etc.), aunque los no accidentales también pueden ubicarse en los mismos lugares. Sin embargo, debe ser inquietante la existencia de hematomas múltiples en un lactante que no deambula (independientemente de la localización de las lesiones) o en zonas protegidas (p. ej. por la ropa) y no prominentes del niño. Los hematomas múltiples en las nalgas, parte baja de la espalda y parte lateral de los muslos están típicamente relacionados con el azote como forma de castigo. - Patrones o constancia de incidentes similares: • Las marcas de mordeduras producen pares de hematomas o laceraciones con forma elíptica, en las que a veces se distinguen algunas marcas en particular de dientes. Las áreas donde se producen las mordeduras con mayor frecuencia son las extremidades, abdomen y mejillas. Si la mordedura mide 3 cm o más es improbable que haya sido causada por otro niño. Por otra parte, las mordeduras de perro u otro animal suelen desgarrar la carne, mientras que la mordedura humana únicamente produce hematoma pero no desgarro. • Los hematomas que rodean el cuerpo ocurren cuando un niño es agarrado fuertemente alrededor del pecho o estómago. El patrón característico es una o dos marcas de pulgares en un lado del cuerpo con hasta ocho marcas de dedos en la otra parte. • Las marcas producto de fuertes agarrones y los hematomas en las yemas de los dedos, producidas a los niños que son sacudidos con violencia, presentan una forma ovalada característica. Los lugares más comunes para estas marcas son la parte superior del brazo, hombros y la extremidades en niños que aún no saben andar. • Las marcas de bofetadas dejan hematomas paralelos y lineales con forma de dedo. Puede llegar a verse marcada la mano entera. - Evidencia de la utilización de algún tipo de objeto para golpear al niño. - Historia previa confirmada o sospechada de que se ha producido abuso o negligencia. - Inconsistencia entre la lesión producida y la explicación que se proporciona por parte del niño o los responsables del cuidado de éste. - Posible existencia de enfermedades o manchas en la piel que simulen los síntomas de maltrato físico. Existen algunos tipos de marcas cutáneas naturales que pueden confundirse con lesiones por malos tratos. Los recién nacidos pueden presentar manchas en la piel de color rosado. Igualmente, pueden aparecer en las cuatro ó seis primeras semanas de vida unas manchas de color rojo o fresa. Otras condiciones que pueden simular hematomas o magulladuras producidas por maltrato físico son: Hemofilia: Enfermedad hereditaria en la que la sangre no se coagula de forma adecuada y se sangra de forma anormal. Leucemia: Cáncer de la sangre que se asocia con anemia, hemorragia y cansancio. Debido a la reducción substancial de glóbulos rojos, aparecen con facilidad hematomas y magulladuras. Ojos morados: Que el niño presente uno o los dos ojos amoratados puede deberse a causas tales como la Rinitis alérgica (inflamación de la membrana mucosa de la nariz) o un fuerte golpe accidental en la frente. En este caso pueden aparecer los dos ojos amoratados pasados uno ó dos días desde que se produjo el golpe. 1.2. Quemaduras Las lesiones derivadas de una quemadura se producen a causa de una excesiva exposición a agentes térmicos, químicos, eléctricos o radioactivos. Los efectos varían de acuerdo con el tipo, duración e intensidad del agente y la parte del cuerpo implicada. Las quemaduras se clasifican, generalmente, como: • Quemaduras de primer grado. Quemaduras superficiales en donde el daño queda limitado a las capas externas de la piel. Se pueden presentar ampollas durante las dos horas siguientes a la quemadura y se caracterizan por el enrojecimiento de la zona afectada y la hinchazón de la piel. • Quemaduras de segundo grado. El daño se extiende en la piel de las capas más externas (epidermis) a las más internas (dermis). Pueden aparecer ampollas durante 24 horas. Si no se produce ninguna infección, estas lesiones pueden tardar en sanar de 14 a 21 días, pudiendo dejar cicatrices. • Quemaduras de tercer grado. Quemaduras en las que se destroza la piel. El daño se extiende a las capas más internas de la misma, las cuales pueden carbonizarse o coagularse. Estas lesiones requieren hospitalización y, a menudo, realizar implantes de piel. Siempre dejan cicatrices. Factores a considerar: Para poder determinar si este tipo de lesiones son consecuencia de maltrato, deben tenerse en cuenta los siguientes factores: a. Factores del niño - Edad del niño. Los niños de seis años o menores de seis años que presenten quemaduras se encuentran en mayor riesgo de ser víctimas de malos tratos. - Condiciones médicas, comportamentales y mentales del niño. Se debe comprobar la posible existencia de algún problema emocional, incapacidad de desarrollo o hándicap físico relacionado con la habilidad del niño para protegerse a sí mismo. b. Factores de la lesión - Severidad de las lesiones. - Tamaño, número, grado de decoloración y profundidad de la lesión. Es posible determinar cuánto tiempo ha pasado desde que se produjo la quemadura a partir del color que ésta presenta: Antigüedad de la quemadura Edad Aspecto/Color 0 a 2 días 3 a 5 días Azul Rojizo Azul Púrpura 6 a 7 días 8 a 9 días 10 a 13 días 21 a 28 días Verde Amarillo Pardo Resuelto El tamaño es otro importante factor para determinar la severidad de las quemaduras. Una quemadura de primer grado que cubra gran parte del cuerpo puede ser más seria o perjudicial que una quemadura de tercer grado que cubra una pequeña parte del cuerpo. Generalmente se utilizan porcentajes de la superficie total del cuerpo que ha sido quemada para referirse a la gravedad de la quemadura. Las quemaduras pueden considerarse severas cuando cubren: a. Alrededor del 10% del cuerpo en niños menores de 2 años. b. Alrededor del 15% del cuerpo en niños entre los dos y los 12 años. c. Alrededor del 20% del cuerpo en niños de cualquier edad. d. Cualquier parte de la cara, manos o genitales. También hay que sospechar intencionalidad cuando las quemaduras son múltiples en el mismo momento evolutivo con zonas amplias de la piel respetada. - Localización de las lesiones. Las quemaduras accidentales es más frecuente que se produzcan en la parte frontal de la cabeza, del cuello, del tronco y de los brazos. Aquellas que se encuentran en la parte trasera de la cabeza, cuello, espalda, extremidades o en los genitales es más difícil que se hayan producido accidentalmente por el propio niño. - Patrones o constancia de incidentes similares. Por ejemplo, hay que pensar en la intencionalidad de la quemadura cuando sus bordes son rectos, limpios y con delimitación muy marcada entre piel sana y lesionada. - Evidencia de la utilización de algún tipo de objeto para quemar al niño. Deberían ser investigadas y examinadas médicamente: (1) Las quemaduras de cigarrillos. Las quemaduras de cigarrillos que se producen accidentalmente son un poco más alargadas y con un mayor grado de intensidad en uno de los lados. (2) Las quemaduras en las que parece que se haya aplicado un objeto caliente a la piel (plancha, parrilla, etc.). (3) Quemaduras que indican inmersión en un líquido caliente. Las quemaduras por inmersión en las que se restringe el movimiento del niño suelen dejar claras líneas de demarcación (quemaduras que cubren toda la superficie de las manos -como un guante- o de los pies -como un calcetín- o quemaduras con forma de buñuelo en nalgas o genitales). (4) Quemaduras producidas por cuerdas en brazos, piernas, cuello o torso que indican confinamiento. - Historia previa confirmada o sospechada de que se ha producido abuso o negligencia. - Inconsistencia entre la quemadura producida y la explicación que se proporciona por parte del niño o los responsables del cuidado de éste. - Posible existencia de enfermedades o manchas en la piel que simulen los síntomas de las quemaduras. Existen algunos tipos de marcas cutáneas naturales que pueden confundirse con lesiones por malos tratos. Entre estas marcas se encuentran las siguientes: Manchas Mongólicas: Estas manchas son, en realidad, marcas de nacimiento que normalmente desaparecen a los dos ó tres años. El lugar más frecuente de aparición es las nalgas y parte inferior de la espalda, pero pueden encontrarse en cualquier parte del cuerpo. Son de color azul-grisáceo, como las quemaduras, y sus límites están claramente demarcados. Son más frecuentes en niños de raza negra. Otras manchas: Los recién nacidos pueden presentar manchas en la piel de color rosado. Igualmente, pueden aparecer en las cuatro ó seis primeras semanas de vida unas manchas de color rojo o fresa. Impétigo: Infección de la piel que produce ampollas y marcas que pueden confundirse con las quemaduras realizadas por cigarrillos. Habitualmente no deja cicatrices, mientras que las quemaduras de cigarrillos sí que lo hacen. Otras afecciones de la piel: La varicela o el síndrome de piel escaldada por estafilococos pueden producir marcas semejantes a las que se producen por quemaduras. 1.3. Torceduras, dislocaciones y fracturas La torcedura se define como un trauma en una articulación que causa dolor e incapacidad dependiendo del grado de lesión de los ligamentos. En una torcedura severa los ligamentos pueden estar completamente desgarrados. Los signos son rápida hinchazón, calor e incapacidad, a menudo decoloración y limitación de las funciones. La dislocación es el desplazamiento temporal de un hueso de su posición normal en una articulación. Los tipos de dislocación incluyen la dislocación simple, dislocación completa (las superficies de la articulación se encuentran completamente separadas), dislocación complicada (asociada con otras lesiones importantes) y dislocación compuesta (la articulación está expuesta al aire). Una fractura es la rotura de un hueso. Existen diez tipos de fracturas, siendo las más comunes la fractura simple (el hueso está roto, pero no hay heridas externas), fractura compuesta (el hueso está roto y hay una herida externa que desemboca en el lugar de la fractura o fragmentos de hueso que salen al exterior a través de la piel), fractura complicada (el hueso está roto y están lesionados algunos órganos internos, como por ejemplo, una costilla rota perforando un pulmón; hay una cantidad significativa de tejido blando lesionado) y fractura en espiral (un torcimiento provoca que la línea de la fractura rodee el hueso en forma de espiral). Factores a considerar: - La edad del niño. Si el niño es menor de dos años y presenta una dislocación, torcedura o fractura, es muy probable que sea debida a malos tratos físicos. - En caso de que se suponga la existencia de una de estas lesiones es necesario realizar las radiografías adecuadas y que éstas sean interpretadas por un médico cualificado. - En general, las principales causas de fracturas de huesos, dislocaciones y torceduras accidentales en los niños son las caídas, las lesiones mientras juegan o realizan actividades deportivas o los accidentes de coche o bicicleta. Los lugares más comunes en los que se producen las fracturas son la clavícula, brazos, codos, fémur y dedos. - Durante los periodos de rápido crecimiento los niños pueden fracturarse un hueso largo a causa de torceduras sin importancia. En los niños en periodo de crecimiento las fracturas craneales, de la pelvis, cuello, fémur o espina dorsal se producirán por traumatismos importantes. - El tipo de fractura también puede ser un importante indicador de la existencia de malos tratos. Un golpe o puñetazo puede provocar una fractura transversal, mientras que una torcedura puede causar una fractura en espiral. Por otra parte, puede producirse una fractura en espiral en la tibia en niños con edades comprendidas entre los dos y los cinco años. Sin embargo, es muy poco probable que se produzca este tipo de fractura en niños que aún no deambulan. - Otros indicadores de que las fracturas son producto del abuso o maltrato físico son: • Existencia de fracturas óseas no explicadas. • Existencia de fracturas óseas múltiples. • Existencia de fracturas óseas simétricas. • Existencia de fracturas óseas en distintos estadios de curación. • Cuando la explicación dada para la fractura es inconsistente con la naturaleza de la lesión. • Cuando se descubren "accidentalmente" fracturas no esperadas en el transcurso de una exploración médica. • Cuando la fractura ósea va acompañada de otras lesiones como, por ejemplo, quemaduras o hematomas. - Algunas anomalías orgánicas pueden provocar traumatismos esqueléticos semejantes a los producidos por malos tratos. Entre las más importantes, se encuentran: Sífilis congénita: Esta enfermedad causa irregularidades óseas debido a la debilitación de los huesos. Hiperostosis cortical infantil (enfermedad de Caffey): Aparece en niños de más de dos ó tres meses. Las extremidades aparecen enrojecidas, hinchadas y les duelen. Osteogénesis imperfecta: Es una de las condiciones más familiares (aunque extraña) causante de fracturas y deformaciones patológicas en los niños. Los síntomas no llegan a ser claros hasta pasados unos meses o un año del nacimiento. Osteomielitis: Infección bacteriana de los huesos que produce cambios en los rayos X que se asemejan a fracturas. Raquitismo: Deficiencia nutricional (falta de Vitamina D) que causa irregularidades óseas similares a las traumáticas. Escorbuto: Carencia de Vitamina C que provoca irregularidades y fracturas óseas. 1.4. Lesiones en la cabeza y sistema nervioso Lesiones en la cara. Los ojos son unos órganos especialmente sensibles y un golpe directo en los ojos puede causar hemorragias o desprender las retinas. Un desprendimiento de retinas no sólo dificulta la habilidad del niño para enfocar, sino que puede llegar a causar una opacidad en las retinas o, incluso, cataratas. Un golpe directo en la nariz puede causar hemorragia, hinchazón o desviación del hueso. Un golpe en la boca puede provocar hinchazón de los labios o pérdida de algún diente. Las lesiones en los oídos producidas por malos tratos pueden incluir desgarro del lóbulo, hemorragias y pérdida de audición. Fractura craneal. Las lesiones en la cabeza son especialmente serias porque pueden provocar lesiones cerebrales y fracturas craneales. Una fractura craneal es el resultado de un impacto directo que el niño recibe en la cabeza. Lesión cerebral. Lesión en la masa blanda de tejido nervioso contenido en el interior del cráneo. La lesión cerebral puede ser el resultado de una agresión directa, envenenamiento o asfixia. Igualmente, la lesión cerebral puede producirse tanto por impacto directo como por impacto indirecto (en el que el cerebro golpea el cráneo mientras se sacude al niño) como sucede en el Síndrome del niño sacudido que se describe más abajo. Lesión en la espina dorsal. Una lesión en la espina dorsal puede provocar daños en el sistema nervioso y provocar parálisis musculares. El hematoma subdural es una acumulación de sangre bajo la membrana más externa que cubre el cerebro y la médula espinal. Puede presentarse con y sin fractura de cráneo y con y sin señales externas de traumatismo. En el caso de golpes violentos, suele asociarse a fracturas craneales, lo que no ocurre cuando la causa es el Síndrome del niño sacudido. La causa más común de hematoma subdural infantil es la rotura de una o más de las venas de unión que van desde la corteza cerebral hasta los senos venosos, siendo el mecanismo de lesión, bien una sola aceleración-desaceleración debida a un golpe con un objeto pesado móvil que incide sobre la cabeza o bien porque la cabeza es impulsada contra una masa estacionaria. Esta también puede producirse sin violencia directa, como sucede con los movimientos de aceleración-desaceleración provocados por la sacudida de la cabeza en un niño pequeño. El Síndrome del niño sacudido (Shaken Baby Syndrome) se produce cuando un adulto (padre o persona responsable del cuidado del niño) sujeta al niño por el cuerpo (tronco o miembros) balanceándolo con fuerza y violencia de atrás adelante. La cabeza experimenta movimientos de aceleracióndesaceleración, con rupturas vasculares. En algunas ocasiones también pueden observarse hematomas en las extremidades o hematomas y lesiones en el pecho que apoyan el diagnóstico de que el niño ha sido víctima de esta forma de malos tratos. Frágiles venas cerebrales atraviesan el espacio existente entre el cerebro y el cráneo. En los niños estas venas, debido a su mayor fragilidad, pueden ser fácilmente dañadas si la cabeza es sacudida. Si se dañan dichas venas, la sangre se introduce en la cavidad existente entre el cerebro y el cráneo, creando un hematoma subdural. Estas lesiones pueden causar permanentes daños cerebrales, convulsiones, retraso mental e, incluso, la muerte. Factores a considerar: - Algunos de los síntomas que indican la existencia de lesiones cerebrales o en el sistema nerviosos pueden ser, además de la parálisis muscular, la pérdida de conciencia, ataques o un incremento de la somnolencia. - Algunas manifestaciones características del hematoma subdural son vómitos, déficits motores, alteraciones de la conciencia (somnolencia o coma), trastorno de la respiración, alteraciones del tono muscular, convulsiones, hipertensión de fontanela, aumento del perímetro craneal, hemorragias retinianas y alteraciones del trazado electroencefalográfico. - En cualquier caso en que se sospeche traumatismo en la cara o cabeza se debe realizar una revisión médica inmediata del niño. Los traumatismos craneales y cerebrales son la primera causa de mortalidad entre los niños que han sufrido malos tratos físicos. - Los niños menores de dos años se encuentran en una situación de mayor riesgo de sufrir este tipo de traumatismo. - Cuando un parto ha sido traumático, el recién nacido puede presentar graves lesiones en la cabeza, incluyendo un hematoma subdural. En estos casos, el problema debería hacerse visible poco tiempo después del nacimiento del niño. - Una historia que se cuenta comúnmente cuando el niño sufre alguna lesión en la cabeza es que éste "cayó" de la cama, de la mesa o del sofá. Sin embargo, diversos estudios sugieren que cuando un niño cae de una altura aproximada de 90 centímetros o menos es muy extraño que sufra graves lesiones en la cabeza. 1.5. Envenenamiento y administración de sustancias nocivas Administración de sustancias nocivas/tóxicas. Consumo de una substancia química que altera el humor y que es capaz de intoxicar de manera que afecta de forma considerable y perjudicial el comportamiento, juicio o coordinación motora del niño. Entre las substancias químicas que alteran el estado de ánimo se incluye el cannabis (marihuana), alucinógenos, estimulantes (incluyendo la cocaína), calmantes (incluyendo el alcohol y el Valium), narcóticos o inhalantes. Ejemplos del maltrato por abuso de una sustancia tóxica pueden ser: • Dar a un menor cualquier cantidad de heroína, cocaína, etc. o alentar, insistir, o permitir el consumo por parte de un menor de las sustancias mencionadas. • Dar a un niño cualquier substancia que altere el estado de ánimo, incluyendo el alcohol o calmantes. • Alentar, insistir, o permitir a un niño el consumo de alcohol, drogas, u otra substancia que altere el estado de ánimo de forma frecuente o regular. • Alentar, insistir, o permitir a un adolescente el consumo diario de alcohol, drogas, u otra substancia que altere el estado de ánimo. • Alentar, insistir, o permitir a un niño o adolescente llegar a la intoxicación por alcohol, drogas, u otra substancia que altere el estado de ánimo aun cuando se realice de forma infrecuente. Dar una cantidad impropia o inadecuada de fármacos. Excederse o administrar una cantidad menor de lo que sería el uso adecuado o normal de un fármaco; abusar de un fármaco de forma que el niño es incapaz de realizar sus actividades diarias de una manera coherente. Envenenamiento. Cualquier sustancia, a excepción de las substancias químicas que alteran el estado de ánimo o el alcohol, introducida en el cuerpo por ingesta, inhalación, inyección o absorción que interfiere las funciones fisiológicas normales. Virtualmente cualquier sustancia puede ser venenosa si es consumida en la cantidad suficiente; por lo tanto, el término "veneno" a menudo implica una dosis excesiva más que un grupo específico de sustancias. Medicamentos, productos de limpieza, aceites, pinturas, gasolina, fertilizantes y algunas plantas caseras son algunos de los elementos que pueden provocar envenenamiento. Las causas de estas formas de maltrato infantil podrían dividirse en tres categorías: 1. Comportamientos impulsivos en situación de estrés: Se trata de aquellas situaciones en las que los padres administran drogas al niño con la intención de sedarlo. Esta es, probablemente, la razón más frecuente de envenenamiento no accidental. Los sedantes tales como el alcohol, los barbitúricos o antihistamínicos son los utilizados con mayor frecuencia en este caso. Los padres pueden también utilizar drogas que han sido prescritas para ellos mismos o que en alguna ocasión ha prescrito el pediatra (por ejemplo, para los cólicos infantiles). 2. Los padres o cuidadores utilizan el envenenamiento al asumir unas prácticas de cuidado del niño extrañas o anómalas, haciéndolo con buena intención o por falta de educación. Algunos padres pueden envenenar al niño de forma no intencionada al darles dosis tóxicas de vitaminas, minerales o hierbas en un intento de curar o prevenir una enfermedad. 3. Los padres o cuidadores utilizan el envenenamiento al asumir unas prácticas de cuidado del niño extrañas o anómalas, haciéndolo intencionadamente y utilizando el veneno como forma de castigo. Los padres o cuidadores pueden castigar al niño forzándole a ingerir cantidades tóxicas de productos químicos o alimentos. Otros pueden inducirlos a ingerir drogas. Ambas prácticas pueden causar serios daños al niño, tanto física como psicológicamente. Factores a Considerar: Se consideran maltrato todas las formas descritas anteriormente cuando es el padre o la persona encargada del cuidado del niño el que administra de forma intencionada o es el responsable de que se administre una sustancia nociva o una cantidad inadecuada de fármacos al niño. Se considera negligencia cuando es la falta de supervisión o la falta de un comportamiento adecuado (por ejemplo, guardar los medicamentos en un lugar de fácil acceso para el niño) de los padres lo que ocasiona el envenenamiento, consumo inadecuado de sustancias tóxicas o consumo inadecuado de fármacos por parte del niño. Otros factores a tener en cuenta serían los siguientes: a. Factores del niño - Edad del niño. - Grado de disfunción del comportamiento o deterioro físico del niño debido al abuso de sustancias tóxicas o a la administración inadecuada de fármacos. - La cultura del niño y, en particular, cómo ésta se relaciona con el uso del alcohol u otras drogas/sustancias nocivas en ceremonias religiosas o en ocasiones sociales. b. Factores del Incidente - Frecuencia de abuso de sustancias tóxicas o administración inadecuada de fármacos. - Cantidad de consumo de sustancias tóxicas o administración inadecuada de fármacos. - Legalidad/ilegalidad de la sustancia administrada. - Localización de la sustancia nociva y forma en que la sustancia es almacenada o etiquetada. 1.6. Síndrome de Munchausen por poderes Esta forma de maltrato físico no es aún muy conocida entre los profesionales responsables de la protección del menor. Es el Dr. Meadow quien introduce el término en 1977 para referirse a una forma peculiar de maltrato en el que uno de los padres (en la mayoría de las ocasiones la madre) simula la existencia o provoca síntomas o signos de enfermedad en el niño, con el objeto de buscar asistencia médica. Como consecuencia, el niño es sometido a gran cantidad de pruebas médicas e incluso a la hospitalización. El Síndrome de Munchausen por poderes es una forma de maltrato con un alto riesgo y difícil diagnóstico, siendo fácil que pase desapercibido. Se estima que el 9 % de los casos detectados ha resultado en la muerte del niño, produciéndose todos los casos de muerte en niños menores de tres años. La definición técnica de este Síndrome incluye: (a) Enfermedad simulada y/o producida por los padres o cuidadores en el niño. (b) Una figura parental que persistentemente presenta al niño para que se le trate de una enfermedad provocada, teniendo esto como consecuencia, en la mayoría de las ocasiones, la aplicación de múltiples procedimientos médicos. (c) El perpetrador niega ser consciente de ser la causa de la enfermedad. (d) Síntomas agudos que se reducen cuando el niño es separado de los padres. Hay que distinguir entre la enfermedad simulada -ficticia- y la enfermedad producida o provocada, en la que los síntomas existen realmente. Los síntomas que se presentan a continuación son los más frecuentes en el Síndrome de Munchausen por poderes (Rosenberg, 1987): Síntoma Sangrar Método de simulación y/o producción - Envenenamiento con fármacos - Utilización de otra sangre para manchar los pañales del niño o para añadirla en muestras a analizar en laboratorio - Utilizar otras substancias (pintura, cacao, colorante, etc.) Convulsiones - Mentir - Envenenamiento con fármacos – Asfixia Apnea (cese de la respiración) - Mentir - Envenenamiento con fármacos – Asfixia Diarrea - Mentir - Envenenamiento con fármacos Vómitos - Mentir - Envenenamiento con fármacos – Inducir los vómitos Fiebre - Falsificar la Temperatura Erupción - Envenenamiento con fármacos - Arañar o frotar la piel - Productos cáusticos aplicados a la piel Cuando hay sospechas de la existencia de este Síndrome es conveniente: (a) Separar al niño de la madre para comprobar si aparecen los mismos síntomas de enfermedad en su ausencia. (b) Obtener un detallado historial psicosocial de la familia y comprobar su veracidad. (c) Comprobar la relación temporal entre los síntomas y la presencia de la madre. (d) Solicitar ayuda psiquiátrica o psicológica. Factores a considerar: A menudo los padres o responsables del niño (en la mayoría de las ocasiones la madre) tratan de establecer estrechas relaciones con el personal médico y hospitalario, en un intento de convencer a los profesionales de su inocencia. Puede suceder que este intento tenga éxito, obstaculizando el que el problema sea tratado como Síndrome de Munchausen por poderes. En su constante búsqueda de atención y apoyo médico, las madres pueden optar por ir de un hospital a otro e incluso requerir atención médica en diferentes localidades. Al no haber contacto entre los distintos profesionales que atienden el caso se produce una acumulación de historiales médicos y se hace más lento el proceso. 2. ABUSO SEXUAL Por Abuso Sexual se entiende todas aquellas conductas de un padre, cuidador u otro adulto que involucran o permiten involucrar a un niño o adolescente en actividades de naturaleza sexual, que son inapropiadas a su edad y desarrollo psicosexual, de las que no puede dar consentimiento informado, o que ha sufrido presionado por la violencia, seducción, amenazas o engaños o que transgreden los tabúes y normas familiares y sociales. Entre las formas más comunes de abuso sexual se encuentran los siguientes tipos: 2.1. Incesto El Incesto hace referencia al contacto físico sexual o relación sexual por un pariente de consanguinidad lineal (padre/madre, abuelo/a o por hermano/a, tío/a, sobrino/a). Se incluye también el contacto físico sexual con figuras adultas que estén cubriendo de manera estable el papel de figuras parentales (padres adoptivos, padrastros, parejas estables, etc.). 2.2. Violación La Violación se define como el contacto físico sexual o relación sexual de una persona adulta con un menor exceptuando los casos señalados en el apartado anterior como incesto. 2.3. Vejación sexual La Vejación Sexual consiste en una conducta sexual con un menor dirigida a estimular o gratificar las necesidades o deseos sexuales del abusador.. Incluye: - El tocamiento/manoseo intencionado de los genitales o partes íntimas incluyendo los senos, área genital, ingle, la parte interna de los muslos y nalgas, o las ropas que cubren estas partes por parte del adulto hacia el niño. - Alentar, forzar o permitir que el niño toque de manera inapropiada las mismas partes del perpetrador. 2.4. Abuso sexual sin contacto físico El Abuso sexual sin contacto físico incluye; - Solicitud indecente a un niño o seducción verbal explícita. - Exponer los órganos sexuales a un niño con el propósito de obtener excitación/gratificación sexual, agresión, degradación o propósitos similares. - Realizar el acto sexual intencionadamente en la presencia de un menor con el objeto de buscar la excitación o la gratificación sexual, agresión, degradación u otros propósitos semejantes. - Masturbación en presencia de un niño/a. 2.5. Explotación sexual La Explotación sexual se refiere a la utilización de menores en la producción de pornografía o en prostitución infantil. Factores a considerar en el abuso sexual Factores físicos Aunque con frecuencia los abusos sexuales no producen lesiones físicas, entre los indicadores secundarios y lesiones de este tipo de abuso se encuentran los siguientes: - Dificultades para caminar o sentarse. - Traumas físicos o irritación en el área ano-genital (dolores, picazón, hemorragias, magulladuras, desgarros, hinchazón, etc.). - Infecciones genitales o del tracto urinario. - Enfermedades venéreas. - Presencia de esperma en el área ano-genital, boca o en la ropa. - Embarazo. Factores Comportamentales Indicadores sexuales Dentro de los indicadores sexuales pueden diferenciarse tres tipos de indicadores que pueden alertar de la posibilidad de que un niño o niña sea víctima de abusos sexuales: conductas sexuales, conocimientos sexuales y afirmaciones acerca de actividades sexuales. Estos indicadores son particularmente relevantes en edades tempranas, puesto que no son lo suficiente mayores para haber recibido educación sexual y resulta improbable a esas edades haber participado o haber sido expuesto a situaciones sexuales. 1. Conductas sexuales. Seis diferentes tipos de conductas sexuales pueden ser indicadores de abusos sexuales. a) Masturbación excesiva. Aunque desde el punto de vista del desarrollo, la masturbación y la autoexploración son conductas normales, la masturbación compulsiva, producirse lesiones durante la masturbación, una excesiva frecuencia o su realización durante episodios de vulnerabilidad o alteración emocional, pueden indicar un patrón anormal de masturbación como resultado de los abusos sexuales. En este sentido, es importante en la consideración del caso determinar si la conducta se encuentra dentro de límites normales, así como tener presente las posibles causas de la conducta, considerando otros posibles orígenes (por ejemplo, se ha observado una excesiva masturbación como resultado de la falta de estímulo y atención, así como consecuencia del castigo de esta conducta). b) Interacción sexual con iguales. La actividad sexual con iguales puede ser una reacción al abuso sexual. En estos casos, la precocidad puede ser el resultado de una sobreestimulación sexual del menor, también la conducta sexual puede presentar aspectos compulsivos. Igualmente, aquí es importante diferenciar entre conductas que desde el punto de vista del desarrollo son normales de aquellas que pueden indicar el abuso sexual. Sin embargo, conductas sexuales como fellatio, cunnilingus, analingus o sexo anal, puesto que son menos comunes y aceptadas son, con mayor probabilidad, indicadores de abusos sexuales. c) Agresiones sexuales a otros niños más pequeños o vulnerables. Este posible síntoma del abuso sexual puede ser consecuencia de la identificación de la víctima con el agresor sexual como una forma de manejar el trauma de la victimización, intentando así superar los sentimientos de vulnerabilidad. Puesto que esta forma de respuesta puede llegar a hacerse crónica, se hace evidente la importancia del reconocimiento temprano y la intervención. d) Conductas sexuales con adultos. Acciones o comportamientos verbales sexualizados hacia personas adultas es otro posible indicador de abusos sexuales. Estos patrones de conductas pueden ser el resultado de una socialización que lleva al menor a esperar de los adultos comportamientos sexuales y a percibir la interacción sexual como un vehículo de demostrar o recibir atención. e) Conducta seductiva. El conocimiento de que invitaciones sexuales abiertas son inapropiadas es más probable en menores de edades más avanzadas que han sido abusados sexualmente que en los de menor edad (conocimiento que se obtiene tanto a partir de las amenazas del agresor para evitar el descubrimiento de los abusos, de las reacciones a invitaciones sexuales, o de otras fuentes de información). Sin embargo al igual que con los más pequeños, estos menores han sido socializados desde edades tempranas como objetos sexuales y pueden persistir en conductas sutiles que pueden ser percibidas como seductivas (con frecuencia el menor no percibe sus acciones como seductivas y no puede entender las reacciones que esas conductas elicitan en los otros). f) Promiscuidad. Cuando un menor que ha sido objeto de abusos sexuales llega a la adolescencia, una posible consecuencia de la victimización puede ser la promiscuidad (aunque con frecuencia estas víctimas experimentan poco o ningún placer sexual). 2. Conocimientos sexuales. Un indicador de posibles abusos sexuales en menores de corta edad son los conocimientos sexuales que van más allá de los que se esperaría en el estadio de su desarrollo evolutivo. En ese sentido, cuando en edades tempranas un menor sabe qué es la penetración digital, la erección, la eyaculación, o qué es o qué se siente durante la penetración vaginal o anal, fellatio o cunnilingus, o qué color o sabor tiene el semen, la posibilidad del abuso sexual necesita ser explorada. 3. Afirmaciones sexuales. Con frecuencia la diagnosis del abuso sexual se basa en afirmaciones del menor. En ocasiones, el menor no sabe que el abuso sexual es inapropiado y realiza esas afirmaciones inadvertidamente (por ejemplo, un menor haciendo sus necesidades y afirmando que le duele la región anal como consecuencia de una penetración). En otros casos, sin embargo, el menor es consciente de lo inapropiado del abuso sexual y puede haber sido amenazado si descubre los abusos. Debido a sentimientos de miedo o vergüenza, el descubrimiento de los abusos puede retrasarse desde semanas hasta años. Indicadores no sexuales Los indicadores no sexuales pueden subdividirse en las siguientes categorías: desórdenes funcionales, problemas emocionales, problemas conductuales y problemas en el desarrollo. Los desórdenes funcionales incluyen problemas del sueño (pesadillas, miedo a la oscuridad, hablar durmiendo), enuresis, encopresis y desórdenes del apetito (anorexia o bulimia). Problemas emocionales. Como consecuencia de los abusos sexuales pueden operarse cambios en la personalidad del menor. Depresión, ansiedad, retraimiento, fantasías, conductas regresivas, falta de control emocional y fobias son posibles resultados de los abusos sexuales. Problemas de conducta, tales como agresión, fugas, conductas delictivas, uso de alcohol y drogas, conductas autodestructivas e intentos de suicidio pueden ser el resultado de abusos sexuales. Los abusos sexuales pueden dar lugar también a problemas en el desarrollo cognitivo (retrasos en el habla, problemas de concentración y de rendimiento académico), motor y social (problemas en el desarrollo de relaciones con los demás). 3. NEGLIGENCIA La Negligencia se define operacionalmente como aquellos daños físicos o psicológicos que se producen a un niño como consecuencia de la falta seria de cuidado, supervisión o atención y privación de las necesidades esenciales para el desarrollo físico, emocional o intelectual del niño. Los niños pueden exhibir diferentes síntomas de negligencia en distintos estadios de su desarrollo. Los niños de corta edad son los que tienen una menor capacidad para verbalizar una situación de negligencia. Un niño con pobres ganancias de peso, irresponsivo para su grupo de edad, una musculatura inapropiadamente flácida (posiblemente, como consecuencia de estar acostado en su cuna durante períodos de tiempo excesivos), puede estar siendo objeto de negligencia. Los daños que puede ocasionar la negligencia también son mayores en este período evolutivo, puesto que el niño no es capaz de satisfacer independientemente sus necesidades. Durante el período preescolar y escolar, los niños se encuentran frecuentemente bajo la supervisión de adultos (guarderías infantiles y escuelas), lo que permite observar con mayor facilidad posibles síntomas de negligencia. Son especialmente relevantes los síntomas continuos, puesto que la negligencia tiende a ser crónica, más que episódica. Posibles indicadores o síntomas de negligencia durante este período son hambre constante, pobre higiene, vestidos inapropiados (por ejemplo, insuficiente abrigo durante el invierno), fatiga constante y necesidades físicas o médicas desatendidas. Durante el período escolar, niños excesivamente dependientes, tímidos, deprimidos, pasivos o viviendo continuamente en un mundo de fantasía pueden estar exhibiendo síntomas de negligencia. En la preadolescencia y adolescencia, existe la posibilidad de que un niño sea etiquetado erróneamente como un delincuente cuando, de hecho, estos niños pueden estar luchando por satisfacer sus propias necesidades físicas básicas, o las de un hermano menor, como consecuencia de la negligencia de que son objeto. Las formas de negligencia que comúnmente ocurren en el contexto familiar incluyen: 3.1. Síndrome no orgánico del crecimiento Diagnóstico médico que se da a aquellos bebés y niños que no presentan un progreso normal en su desarrollo físico en ausencia de una enfermedad orgánica. El peso, altura y desarrollo motor están significativamente por debajo del promedio de crecimiento normal. Si el niño es ingresado en un hospital, generalmente se produce una ganancia sustancial de peso. Las causas del Síndrome no orgánico del crecimiento pueden ser: a) Desórdenes en el apego de los padres con el hijo, normalmente en el apego madre-hijo, que se manifiestan después de los tres primeros meses. b) La naturaleza o temperamento del niño puede ser un importante determinante de la respuesta parental. Los niños con cólicos o los niños que duermen en exceso y nunca lloran, aunque estén hambrientos, pueden jugar un importante papel en la forma en que los padres les responden. c) Otros factores pueden ser el estrés marital, los problemas económicos o una prolongada separación entre la madre y el niño al nacer a causa de la hospitalización. d) Cuando el niño tiene más de seis meses comienza a organizar su conducta y desarrolla una mayor independencia. Un niño que se siente frustrado en sus esfuerzos por adquirir una mayor independencia, puede comenzar a "luchar" con sus padres y afirmar su control en aquellas pocas áreas donde lo posee. El apetito es una de esas pocas áreas donde los padres no pueden ejercer su control sobre el niño. Factores a considerar: En un 10 por ciento de estos casos existe una causa orgánica que ocasiona el retraso del crecimiento (graves problemas de riñón o corazón, enfermedad intestinal, error genético del metabolismo o lesión cerebral). El resto de casos son producto de una relación padre-hijo deteriorada que se manifiesta en una negligencia severa en relación al cuidado físico y emocional del niño. Sean las causas de este síndrome orgánicas o no, éste puede ser reconocido por una serie de características físicas. El profesional debe aprender a identificar a estos niños y solicitar una evaluación médica inmediata si se sospecha la existencia de este síndrome ya que, si no reciben inmediata atención médica, pueden llegar a morir o a sufrir importantes lesiones cerebrales. Los niños que padecen el Síndrome no orgánico del crecimiento, en primer lugar, presentan un bajo peso anormal para su edad. Como consecuencia, se hace más lento su crecimiento en cuanto a la altura. Una manifestación de que este Síndrome ya es más severo es el tamaño pequeño de la cabeza y el retraso en el crecimiento del cerebro. Las consecuencia a largo plazo de este Síndrome son, además de una menor estatura, el retraso mental, las dificultades de aprendizaje y el retraso en las habilidades lingüísticas. Las tablas de crecimiento son un instrumento muy útil para diagnosticar el Síndrome no orgánico del crecimiento; en ellas se recoge el patrón de crecimiento del niño en altura y peso. Generalmente son cumplimentadas por personal médico o sanitario. 3.2. Enanismo psicosocial El retraso en el crecimiento acompañado por diversos grados de retraso intelectual, retraso en el desarrollo y retraso emocional puede ser considerado en el contexto del Enanismo Psicosocial, condición que se da en niños más mayores que en el caso del Síndrome no orgánico del crecimiento. Mientras que el Síndrome no orgánico del crecimiento ocurre como consecuencia de un cuidado inadecuado, el Enanismo Psicosocial es el resultado de un cuidado adverso, en el que la comida juega un papel patológico en la deteriorada relación entre los padres o cuidadores y el niño. Por otra parte, es bastante común encontrar maltrato físico unido al Enanismo Psicosocial (AAPC, 1991). Algunas de las características de este Síndrome son (AAPC, 1991): a) Retraso severo del crecimiento. La altura puede estar afectada de una forma más severa que el peso, particularmente en los niños más mayores. b) Retraso en la maduración esquelética. c) Una apariencia infantil debida a los rasgos faciales y el tamaño de la cabeza, que son consistentes con su reducida estatura. d) Conductas estereotípicas, esto es, conductas pasivas y retraídas o agresivas y crueles, incluyendo autolesiones, pudiendo manifestar ambos tipos de conducta de forma intermitente. e) Habla inmadura y retrasada; deambulación nocturna y frecuentes rabietas violentas. f) Apetito voraz y extraños hábitos alimenticios como, por ejemplo, comer cosas del cubo de la basura. g) Hábitos de bebida excesivos o anormales (polidípsia), tales como beber de la taza del water. h) Retraso del desarrollo. 3.3. Malnutrición La malnutrición puede definirse como la carencia en el organismo de sustancias alimenticias necesarias o apropiadas que puede ser ocasionada por el consumo de alimentos inadecuados, por la carencia de alimentos o por una cantidad insuficiente de vitaminas. La malnutrición, su tratamiento y sus efectos son similares a los producidos en el Síndrome no orgánico del crecimiento. La diferencia entre estas dos condiciones se encuentra en la edad del niño. Además, la negligencia alimenticia puede no ser voluntaria, siendo en la mayoría de las ocasiones causada por la pobreza y la falta de educación. Algunas señales físicas de desnutrición pueden ser: - Una disminución en la masa y grasa corporal; costillas muy prominentes; a menudo el niño es descrito como un "saco de piel y huesos". - Pelo ralo, fino y seco. Es muy fácil arrancárselo o cae de forma espontánea. - A menudo el niño está pálido y sufre de anemia. - Sudoración excesiva. - La cara tiene una apariencia envejecida. - La piel está arrugada. - A menudo el abdomen es protuberante. - Pulso y presión sanguínea anormal, infecciones frecuentes, patrones de sueño anormales y un nivel de actividad física y mental reducido. - Algunos niños pueden rechazar el alimento o sufrir vómitos y diarrea cuando lo ingieren. 3.4. Alimentación Inadecuada La alimentación inadecuada hace referencia al fracaso de los padres o personas responsables del niño para proporcionar o tener disponible el alimento adecuado para mantener el funcionamiento normal del niño. No es tan severo como la malnutrición o el Síndrome no orgánico del crecimiento. Algunos ejemplos de casos de alimentación inadecuada pueden ser: - El niño que de forma frecuente y repetida pierde algunas de las comidas diarias o que frecuentemente recibe cantidades insuficientes de alimento. - El niño que de forma frecuente y repetida pide comida a los vecinos, existiendo información de que no está siendo bien alimentado. - Cuando el niño es alimentado frecuentemente con alimentos nocivos considerando su edad, su condición física y la etapa del desarrollo en la que se encuentra. Factores a considerar: a. Factores del niño - La edad. - La etapa del desarrollo en la que se encuentra el niño. - Las condiciones físicas del niño, particularmente si el niño necesita una dieta especial. - Las capacidades mentales de niño, particularmente relacionadas con la capacidad del niño para obtener y prepararse la comida. b. Factores del Incidente - Frecuencia de las ocasiones en la que se produce una alimentación inadecuada. - Duración de la alimentación inadecuada. - Historia previa de alimentación inadecuada. - Disponibilidad de alimento adecuado. 3.5. Condiciones de vivienda inadecuadas Se trata del voluntario incumplimiento del deber de procurar al niño una vivienda segura y con las condiciones sanitarias adecuadas, que lo proteja de cualquier tipo de riesgos. Algunos ejemplos de condiciones de vivienda inadecuada serían los siguientes: - Que el niño carezca de vivienda o cobijo. - Que la vivienda que habita el niño se encuentre en ruinas. - Que la vivienda posea una instalación eléctrica en malas condiciones y que suponga peligro para el niño (ej. cableado eléctrico al aire). - Que la vivienda posea unos defectos serios en su estructura. - Que la vivienda corra peligro de incendio o no cumpla unos requisitos mínimos de protección contra los incendios. - Que la vivienda disponga de una calefacción o fuente de calor insegura. Factores a considerar: Una familia puede vivir en una casa que no reúna las condiciones óptimas debido a que su situación económica o de cualquier otro tipo le impida conseguir algo mejor. Sin embargo, la simple existencia de muebles rotos, hacinamiento o desastre en la vivienda no son por sí mismos indicadores de que sea necesaria la intervención de profesionales de protección del menor. debe proponer la intervención siempre que las condiciones representen un peligro para la salud o seguridad del niño, sin que ello signifique que exista negligencia. Con más razón habrá intervención si, además de existir peligro, los padres no tienen intención de corregir la situación, pues en este caso la atribución de intención a los padres denota posibilidad por su parte de cambiar la situación. En este caso sí hay negligencia. a. Factores del niño - Edad del niño. - Etapa de desarrollo del niño. - Condición física del niño, particularmente cuando ésta puede ser agravada por unas condiciones de vivienda inadecuada. - Capacidades mentales del niño; particularmente hay que tener en cuenta la capacidad del niño para comprender los peligros que puede suponer unas condiciones de vivienda inadecuadas. b. Factores de la vivienda - Frecuencia del problema. - Duración del problema. - Historia previa de condiciones de vivienda inadecuadas. 3.6. Vestido inadecuado Voluntario incumplimiento del deber de procurar al niño una ropa adecuada para su salud y bienestar. El niño necesita algunos elementos básicos de ropa, tales como ropa interior, zapatos y vestidos que le proporcionen protección de las condiciones climáticas. Además, para asegurar una higiene adecuada la ropa debe estar razonablemente limpia. Algunos ejemplos de este tipo de negligencia serían los siguientes: - No proporcionar al niño la ropa adecuada para protegerlo de los diferentes factores climáticos. - No proporcionar al niño vestidos o ropa interior limpia. - Vestir al niño con ropa o zapatos demasiado pequeños o demasiado grandes para su talla. Factores a considerar: a. Factores del niño - Edad del niño. - Etapa de desarrollo del niño. - Condición física del niño, particularmente aquellos aspectos físicos relacionados con condiciones que pueden agravarse por la exposición a las inclemencias climáticas. - Capacidades mentales del niño, particularmente relacionadas con la capacidad del niño para conseguir una ropa adecuada. b. Factores del Incidente - Frecuencia del incidente. - Duración del incidente. - Condiciones climáticas tales como calor o frío extremo. 3.7. Condiciones peligrosas para la salud El niño, la vivienda o la ropa con que se viste al niño no reúne unas condiciones higiénicas mínimas hasta el punto de que la salud del niño puede verse menoscabada. Esta categoría puede incluir situaciones como las siguientes: - En el lugar donde se encuentra un niño pequeño hay alimentos podridos, mohosos o infectados de insectos. - Excrementos de animales o seres humanos amenazan la salud del niño; existencia de excrementos animales o humanos que permanecen durante días en el suelo o en lugares donde es fácil el acceso para el niño. - Presencia de veneno, alcohol u otras sustancias nocivas que suponen un peligro para el niño. - Ropa sucia o mohosa apilada y dejada por lugares de la casa donde el niño tiene fácil acceso. - Agua estancada en la pila del baño o en la bañera que indican unas condiciones de los elementos de la fontanería insalubres. - Plaga de insectos o roedores que amenaza la salud del niño. - Existencia de escalones rotos o parte de una barandilla rota que podría provocar la caída o lesión del niño. Factores a considerar: Para poder determinar la existencia de negligencia por parte de los padres o adultos responsables del niño, se debe prestar una atención especial a las condiciones físicas del niño y a las condiciones de la vivienda. Otros factores a considerar son: a. Factores del niño - Edad del niño; es más fácil que resulten perjudicados por estas condiciones los niños menores de seis años. - Etapa de desarrollo del niño. - Condición física del niño. - Capacidades mentales del niño. b. Factores del Incidente - Severidad de las condiciones. - Frecuencia de las condiciones. - Duración de las condiciones. 3.8. Negligencia médica Voluntario incumplimiento del deber de procurar al niño el cuidado o atención médica necesaria para un problema de salud o enfermedad del niño que si no se trata adecuadamente puede provocar serios problemas de salud a largo plazo. También se incluye en este tipo de negligencia el no seguir las indicaciones médicas o tratamiento prescrito para una enfermedad o problema de salud determinado, de forma que pueden darse consecuencias negativas para el niño a largo plazo. Se encuentran también en esta categoría la falta de tratamiento, alimentación y cuidados adecuados para niños con problemas de salud desde el nacimiento, así como no proporcionar una atención médica adecuada debido a las creencias religiosas de los padres, provocando en el niño graves problemas de salud. Cuando un niño con una enfermedad o hándicap crónico serio que es tratable médicamente sufre frecuentes hospitalizaciones o deterioros significativos debido a que los padres ignoran las recomendaciones médicas, puede determinarse la existencia de negligencia en los cuidados médicos. Esta forma de negligencia puede dividirse en cuatro categorías: a) Enfermedad grave aguda. Los casos de enfermedad grave aguda son lo que normalmente se considera emergencias. Ejemplos de negligencia que se incluyen en esta categoría sería que los padres se nieguen a dar permiso para la realización de una transfusión de sangre que salve al niño de un shock, o el negarse a llevar al hospital a un niño gravemente deshidratado. b) Enfermedades crónicas que requieren tratamiento de por vida, tales como el asma o la diabetes que necesitan control, medicación o terapia continua y que si no son tratadas requieren de intervención. La negligencia se produciría si los padres no le proporcionan al niño estos cuidados. c) Enfermedades que incapacitan al niño o que pueden provocar la incapacidad de éste. Esta categoría incluye aquellas enfermedades que pueden incapacitar al niño o provocar desfiguraciones permanentes si no son tratadas adecuadamente. Algunos ejemplos son los niños con glaucoma o cataratas congénitas que podrían quedarse ciegos si no son operados. d) Cuidado de la salud general del niño: revisiones pediátricas y vacunaciones. Los pediatras informan a los padres de las revisiones y vacunaciones necesarias para el correcto desarrollo del niño. Se produciría negligencia si los padres no cumplen con los requisitos mínimos en cuanto a este tipo de atención médica preventiva. Factores a considerar: - Edad del niño, particularmente relacionada a su capacidad para obtener el tratamiento adecuado. - Etapa de desarrollo del niño. - Condición física del niño. - Seriedad de los problemas de salud actuales. - Resultados probables si el problema de salud actual no es tratado médicamente y la seriedad de dichos resultados. - Si generalmente son aceptados los beneficios de los tratamientos prescritos. - Si generalmente se reconocen los efectos colaterales o daños asociados al tratamiento prescrito. 3.9. Negligencia educacional Cuando un padre o cuidador no proporciona al niño el desarrollo educativo apropiado. El problema que se identifica más a menudo con la negligencia educacional es el absentismo escolar. En un sentido más amplio, la negligencia educacional también puede relacionarse con la falta de implicación o cooperación de los padres en las obligaciones o actividades escolares del niño o la resistencia de los padres a cooperar con programas especiales o intervenciones recomendadas por la escuela. 3.10. Falta de supervisión Cuando un niño es dejado sin atención o bajo el cuidado de otros niños demasiado jóvenes para protegerlo de posibles daños, o cuando la supervisión de los padres es inadecuada (dejar a un niño en la calle sin supervisión o cuando la desatención permite que un niño manipule o ingiera sustancias tóxicas o realice actividades peligrosas). Los padres tienen la responsabilidad de cuidar o supervisar a sus hijos o procurarles una supervisión adecuada cuando ellos no pueden hacerlo. Por supervisión adecuada se entiende que las necesidades básicas del niño en relación a la comida, vestido, cobijo, salud y cuidado están cubiertas. La necesidad de supervisión varía según la edad y el desarrollo evolutivo del niño. Un bebé (de 0 a 24 meses) tiene alguna movilidad pero no puede valerse por sí mismo y debe estar bajo el cuidado constante de una persona adulta. Los niños de dos a cuatro años necesitan un espacio más amplio para explorar. Pueden caminar, escalar, no tienen sentido del peligro y deben ser vigilados de cerca para que no sufran ningún daño. Los niños en edad preescolar (de 4 a 6 años) pueden jugar solos pero aún no se les puede hacer responsables de cubrir sus necesidades básicas de comida, vestido, etc. Los niños en edad escolar (de 6 a 12 años) pueden no estar preparados para cuidar de sí mismos incluso por cortos periodos de tiempo. Por supuesto, un niño que aún no puede ser responsable de cuidarse a sí mismo no será un cuidador competente de otro niño más pequeño. Factores a considerar: a. Factores del Niño - La edad del niño y el periodo evolutivo en el que se encuentra, particularmente relacionados con la capacidad para emitir juicios. - Las condiciones físicas del niño, particularmente relacionadas con la capacidad del niño para protegerse o cuidarse a sí mismo. - Las capacidades mentales del niño, particularmente aquellas habilidades relacionadas a la capacidad para comprender la situación. b. Factores Paternos - Presencia o accesibilidad del padre. - Cuánto tiempo necesita el padre para llegar hasta donde se encuentra el niño. - Si el padre puede ver u oír al niño. - Si se puede localizar al padre telefónicamente. - Edad del padre. - Si el cuidador es lo suficientemente maduro para asumir la situación. - Condiciones físicas del padre. - Si el padre es capaz de realizar juicios adecuados sobre el bienestar del niño. c. Factores del Incidente - Frecuencia de la ocurrencia. - Duración de la ocurrencia. - Momento del día o la noche en que ocurre el incidente. - Ubicación del niño. 3.11. Abandono Abandono significa que un padre o persona legalmente responsable del cuidado de un menor muestra con su conducta que renuncia a sus derechos y obligaciones parentales o de cuidado del niño. Algunos ejemplos de abandono por parte de los padres incluyen conductas tales como dejar a un niño delante de una puerta o dejar a un niño en algún lugar con la intención aparente de no regresar. En los casos en que existe sospecha de que se ha producido abandono de un niño por parte de sus padres dejándolo al cuidado de otra persona, deben tenerse en cuenta las siguientes consideraciones: - Si las expectativas del tiempo de duración del cuidado del niño son razonables. - Si el fracaso paterno de regresar o comunicarse es debido a la actuación del cuidador que impide o dificulta el contacto del niño con sus padres. - Si el fracaso de regresar o comunicarse de los padres ocurre a pesar de su capacidad de regresar o comunicarse. 3.12. Negligencia y toxicomanía parental La toxicomanía parental puede llevar a graves problemas de negligencia en el cuidado de los niños. Una de las muchas consecuencias que pueden derivarse de la drogodependencia de los padres (en concreto de la madre) es que un recién nacido presente síndrome de abstinencia. Recién nacido con síndrome de abstinencia. En este caso, un bebé de menos de 28 días de edad exhibe un crecimiento o patrones neurológicos anormales cuando hay amplia evidencia de que la madre era adicta a alguna substancia durante el embarazo. Esto incluye al bebé con dependencia física de cualquier droga ilegal, como cocaína, heroína, marihuana, LSD, metadona o anfetamina. Se ha descrito un cuadro específico identificado como Síndrome de Alcoholismo Fetal, caracterizado por retraso en peso, talla y perímetro cefálico, anomalías faciales, malformaciones cardíacas, anomalías menores de las articulaciones y de amplitud de los movimientos, retraso del desarrollo y deficiencia mental (Gómez de Terreros, 1995). Este síndrome es poco frecuente y los bebés que lo desarrollan suelen estar agitados e hiperactivos, con temblores intensos durante unas 72 horas, y posteriormente letargia durante unas 48 horas, para volver a una actividad normal. Pueden sufrir convulsiones. En relación con la cocaína se han descrito retrasos de crecimiento intrauterino con una disminución desproporcionada del perímetro cefálico, malformaciones genitourinarias, cardíacas y del sistema nervioso central. Clínicamente, los niños pueden tener aspecto normal o presentar alteraciones neurológicas, aumento del tono muscular, temblores, movimientos deficientes, alteraciones del equilibrio, trastornos en el sueño y la alimentación, alteraciones visuales, irritabilidad y pobre interacción social. A las dos u ocho semanas pueden presentar síndrome de abstinencia manifestando irritabilidad, hipertonía e intranquilidad en el sueño. En cuanto a la heroína, esta droga provoca precozmente un síndrome de abstinencia y también secuelas neurológicas (Gómez de Terreros, 1995). 3.13. Maltrato prenatal Se define el Maltrato Prenatal como la falta de cuidado, por acción u omisión, del cuerpo de la futura madre o autosuministro de drogas o sustancias que, de una manera consciente o inconsciente, perjudican al feto de que es portadora. Es evidente que todo aquello que influye negativamente en la madre, influye a su vez en el feto. Estas influencias negativas pueden ser físicas, psíquicas o sociales (Gómez de Terreros, 1995): Influencias físicas. Entre las influencias físicas negativas para el feto se encuentran las siguientes: - Medicación excesiva o inadecuada. - Consumo inadecuado de tabaco. - Determinadas enfermedades maternas (por ejemplo, SIDA o enfermedades de transmisión sexual). - Consumo de alcohol y otras drogas. Influencias psíquicas. - Rechazo del embarazo. - Alteraciones psicológicas. 4. MALTRATO PSICOLÓGICO El maltrato psicológico consiste en conductas de los padres o cuidadores tales como rechazar, aislar, ignorar o aterrorizar a un niño, así como la privación de sentimientos de amor, afecto y seguridad, que causan o pueden causar serios deterioros en el desarrollo emocional, social e intelectual del niño. De acuerdo con Garbarino et al. (1986), el maltrato psicológico es un patrón de conductas psicológicamente destructivas, y se define como actos u omisiones de un adulto que amenazan el desarrollo de la identidad y la competencia social de un niño. En esta categoría se incluyen agresiones verbales (amenazas, insultos, sarcasmos, desprecios continuos, gritos, etc.), respuestas impredecibles e inconsistentes, constantes disputas familiares, comunicación caracterizada por dobles mensajes y privación de experiencias sociales normales. El maltrato emocional o psicológico puede adoptar cinco formas (Garbarino et al., 1986): 4.1. Rechazar El adulto rehusa reconocer la importancia y legitimidad de las necesidades del niño. El adulto trata al niño de forma diferente a como trata a sus compañeros o hermanos sugiriendo, por lo tanto, que el niño le desagrada. En general, el rechazo implica conductas que comunican o constituyen abandono. Por ejemplo, los padres o cuidadores pueden evitar tocar o mostrar afecto al niño o evitar ser conscientes de sus deseos o necesidades. El rechazo es considerado leve cuando se reduce a incidentes aislados. Es moderado cuando es frecuente y más generalizado. Cuando el rechazo es categórico, absoluto y muy frecuente, se define como severo. Las manifestaciones de rechazo características de los diferentes estadios evolutivos serían las siguientes: Infancia. Los padres no aceptan las primeras manifestaciones de apego del niño, es decir, los padres evitan las respuestas espontáneas y naturales del bebé al contacto humano, impidiendo la formación de las primeras relaciones. Las conductas específicas que se producen por parte de los padres son el abandono y el rechazo a devolver sonrisas y vocalizaciones. Primera niñez. Los padres excluyen activamente al niño de las actividades familiares. Las conductas específicas indicativas de rechazo podrían ser, entre otras, no llevar al niño en las salidas familiares o rechazar los gestos afiliativos del niño (por ejemplo, los abrazos). Edad escolar. Los padres le transmiten consistentemente al niño que lo valoran de forma negativa y que tienen un concepto negativo de él. Las conductas específicas por parte de los padres son, por ejemplo, la frecuente utilización de etiquetas tales como "el tonto", "monstruo", etc. o el frecuente desprecio de los deseos del niño. Adolescencia. Los padres evitan ser conscientes del cambio en cuanto a los roles sociales que el niño debe asumir para adquirir una mayor autonomía y auto-determinación. Los padres tratan al adolescente como si fuera un niño pequeño, someten al adolescente a frecuente humillación verbal y duras críticas o expulsan al adolescente de la familia. 4.2. Aislar El adulto impide al niño el acceso a experiencias sociales habituales y normales, impide la formación de amistades y hace creer al niño que está solo en el mundo. Se le niega al niño la posibilidad de satisfacer sus necesidades de interacción o comunicación con iguales o adultos dentro o fuera de casa. El aislamiento incluye: - El confinamiento del niño o el imponerle unas restricciones a su libertad de movimiento en su entorno no razonables. - El imponerle unas limitaciones no razonables en sus relaciones sociales con sus iguales o adultos en la comunidad. En su forma leve el aislamiento implica fracaso en proporcionar las ocasiones y oportunidades normales de interacción social. Se convierte en moderado cuando implica esfuerzos activos para eludir las interacciones sociales y severo cuando los padres realizan todos los esfuerzos posibles para que el niño no tenga contacto con nadie. Las manifestaciones de aislamiento características de los diferentes estadios evolutivos serían las siguientes: Infancia. Los padres niegan al niño la experiencia de establecer patrones de interacción activa con ellos o con otros adultos. Algunas conductas específicas son dejar al niño en su habitación sin atenderlo durante largos períodos de tiempo o negar el acceso al niño a otras personas interesadas por él (por ejemplo, amigos íntimos de la familia). Primera niñez. Los padres enseñan al niño a evitar el contacto social a través de la relación padreshijo. Castigar los contactos sociales con adultos o niños y evitar que el niño tenga oportunidades de contacto social serían algunas de las conductas específicas que podrían darse en esta etapa. Edad escolar. Los padres intentan retirar al niño de las relaciones sociales normales con sus iguales. Como conductas específicas que se pueden dar por parte de los padres en esta etapa estaría el prohibir al niño jugar con otros niños, prohibir al niño que invite a otros niños a casa o retirar al niño del colegio. Adolescencia. Los padres tratan de impedir que el niño participe en actividades organizadas o informales fuera de casa. Los padres prohiben al niño que pertenezca a clubes, equipos deportivos o realice actividades extraescolares; también pueden hacer que el niño no vaya al colegio con la finalidad de que realice tareas domésticas (por ejemplo, cuidar de sus hermanos) o castigar al niño por implicarse en experiencias sociales normales (por ejemplo, tener una cita). 4.3. Aterrorizar El adulto ataca verbalmente al niño, crea un clima de miedo, intimida y asusta al niño y le hace creer que el mundo es caprichoso y hostil. Se encuentran en esta categoría todas aquellas conductas de la persona que cuida al niño que amenazan a éste o que le hacen creer de alguna forma que le pueden dañar físicamente, matarlo, abandonarlo o que sitúan en una situación que se identifica como peligrosa al niño o a algún ser u objeto querido del niño. Aterrorizar incluye las siguientes situaciones: - Situar al niño en circunstancias impredecibles o caóticas. - Situar al niño en situaciones que se identifican como peligrosas. - Marcar expectativas rígidas o no realistas con la amenaza de pérdida, daño o peligro si éstas no se cumplen. - Amenazar o utilizar violencia contra el niño. - Amenazar o utilizar violencia contra un ser u objeto querido por el niño. En general, aterrorizar implica amenazar al niño con castigo extremo o vago aunque siniestro, estimular intencionadamente un miedo intenso, crear un clima de amenaza impredecible, o crear expectativas inalcanzables y castigar al niño si no las logra. En su forma leve implica arbitrariedad y el uso de técnicas de disciplina de intimidación. Cuando implica amenaza directa al sentimiento de seguridad cotidiano del niño, se incluye en la categoría de práctica moderada. Para calificarla de severa, esta práctica debe implicar amenazas dramáticas, misteriosas o extraordinarias. En las distintas etapas evolutivas, las conductas parentales o de los adultos responsables del niño que se incluyen en esta forma de maltrato serían las siguientes: Infancia. Los padres, consistente y deliberadamente violan la tolerancia para el cambio y los estímulos intensos del niño. Las conductas específicas podrían ser, entre otras, la burla, intimidar, responder de forma extrema e impredecible a la conducta del niño. Primera niñez. Los padres utilizan gestos y afirmaciones verbales extremas para intimidar, amenazar o castigar al niño. Por ejemplo, amenazas verbales de daño extremo o "misterioso" (producido por fantasmas, monstruos, etc.) o frecuentes comportamientos furiosos contra el niño que se alternan con periodos de afecto artificial. Edad escolar. Los padres sitúan al niño ante dobles vínculos intolerables ("Mal si lo haces, mal si no lo haces"). Algunas conductas específicas de esta forma de maltrato en esta etapa son exponer al niño a demandas o emociones extremadamente inconsistentes, forzar al niño a elegir entre el padre o la madre, cambios frecuentes de las "reglas del juego" en la relación padres-hijo y criticar constantemente sin tener en cuenta los éxitos del niño. Adolescencia. Los padres amenazan al niño con humillarlo públicamente. Por ejemplo, los padres pueden amenazar al niño con revelar características de la conducta del adolescente que le avergüence en gran medida que lo sepan sus iguales u otros adultos (mearse en la cama por la noche, experiencias sexuales previas, etc.). Ridiculizar al niño públicamente. 4.4. Ignorar El adulto no proporciona la estimulación y responsividad esencial para el desarrollo del niño, impide su crecimiento emocional y su desarrollo intelectual. Los adultos responsables del niño actúan de forma que ignoran sus intentos y necesidades de interacción (fracasan en la expresión de afecto, cuidado y amor al niño) y no muestran emociones en su interacción con el niño. Esta forma de maltrato psicológico incluye: - Mostrarse indiferente y desimplicado ya sea por incapacidad o por falta de motivación. - Interactuar sólo cuando es absolutamente necesario. - Fracasar en la expresión de afecto, cuidado y amor al niño. En general, ignorar se refiere a que los padres no están disponibles psicológicamente para el niño, es decir, que únicamente se preocupan de sí mismos y son incapaces de responder a las conductas del niño. En su forma leve, el ignorar se hace evidente en la falta de atención continuada al niño durante los periodos de contacto (por ejemplo, durante las comidas o en los momentos en que padres e hijo están reunidos después del trabajo o escuela). En su forma moderada, el ignorar implica periodos prolongados de no disponibilidad, con la implicación de que los padres erigen una "barrera de silencio". Cuando los niños parecen no tener un acceso emocional o interaccional real a sus padres, se puede hablar de ignorar en su forma severa. En contraste con el rechazo, que es activo y abusivo, ignorar es una forma de maltrato con un carácter pasivo y negligente. Las manifestaciones de ignorar a un niño características de los diferentes estadios evolutivos serían las siguientes: Infancia. Los padres fracasan en responder contingentemente a los comportamientos sociales espontáneos del bebé que forman las bases para el apego. Algunas conductas específicas de esta forma de maltrato en esta etapa del desarrollo son el no responder a las vocalizaciones espontáneas del bebé o no darse cuenta y responder al desarrollo de las competencias del bebé. Primera niñez. Existe un patrón de frialdad y falta de afecto en el trato parental con el niño, un fracaso en implicarse en las actividades diarias del niño y un distanciamiento del niño de las interacciones sociales. Por ejemplo, rechazar el implicarse en una conversación en el momento de las comidas o dejar al niño durante largos periodos de tiempo sin la supervisión de un adulto con el que esté emocionalmente implicado. Edad escolar. Los padres fracasan en proteger al niño de amenazas o en ponerse de parte del niño cuando se les hace conscientes de la necesidad de ayuda. En esta etapa pueden darse conductas tales como no proteger al niño de ataques de sus hermanos u otros miembros de la familia, no mostrar interés en la evaluación del niño realizada por sus profesores y otros adultos o fracasar en ayudar al niño cuando éste lo requiere para resolver problemas con sus iguales. Adolescencia. Los padres abandonan su rol parental y no muestran interés por el niño. Rechazan el diálogo acerca de las actividades o intereses del niño; se concentran en otras relaciones que desplazan al adolescente como objeto de afecto. 4.5. Corromper El adulto des-socializa al niño, le estimula a implicarse en conductas destructivas, refuerza esa desviación e incapacita al niño para las experiencias sociales normales. El adulto estimula al niño a desarrollar conductas inapropiadas (auto-destructivas, antisociales, criminales, desviadas u otras conductas desajustadas). Algunas formas de corrupción son: - Modelar, permitir o estimular conductas antisociales (por ejemplo, prostitución, pornografía, iniciación en actividades criminales, abuso de sustancias, violencia contra otros y corrupción de otros). - Modelar, permitir o estimular conductas evolutivamente inapropiadas (por ejemplo, que el niño asuma un rol inverso -satisfacer las necesidades emocionales de los padres en lugar de a la inversa-, infantilización, realizar los sueños no alcanzados por los padres). - Estimular u obligar al abandono de la autonomía evolutivamente apropiada a través de la extrema sobreprotección, intrusismo y/o dominación (por ejemplo, permitiendo poca o ninguna oportunidad de apoyo de las ideas, sentimientos y deseos del niño; control excesivamente minucioso de las actividades cotidianas del niño). - Restringir o interferir el desarrollo cognitivo. En líneas generales, corromper se refiere a aquellas conductas paternas que "des-socializan" al niño y le refuerzan en patrones antisociales o desviantes, particularmente en las áreas de agresión, sexualidad o abuso de sustancias. Tales conductas tienden a hacer al niño incapaz de disfrutar de experiencias sociales normales. En su forma leve, los padres dan la impresión de estimular la conducta precoz inadecuada del niño en el área de la sexualidad, agresión o abuso de sustancias. Reforzar al niño en conductas delincuentes constituye una forma moderada de corrupción. Crear un patrón de conducta continuado que provoca el riesgo de una disfunción social permanente (por ejemplo, adicción, frigidez, realización de actos sexuales compulsivos o repetidos actos de violencia) se consideraría corrupción severa. En las distintas etapas del desarrollo la corrupción puede manifestarse de las siguientes formas: Infancia. Los padres exponen al niño a riesgo al reforzar el desarrollo de hábitos aberrantes y/o creando adicciones. Primera niñez. Los padres refuerzan de forma inadecuada la agresión y la sexualidad precoz. Se estimula al niño a pegar a otros niños o se le implica sexualmente con otros adultos o adolescentes. Edad escolar. Los padres recompensan al niño por robar, abusar de sustancias, pegar a otros niños o por conductas sexuales precoces. Algunas conductas específicas son estimular al niño a atacar a otros niños, exponer al niño a pornografía, alentar el uso de drogas, reforzar las conductas sexualmente agresivas o implicar al niño sexualmente con adultos. Adolescencia. Los padres implican al niño en formas más intensas y socialmente inaceptables de conducta sexual, agresividad y utilización de drogas/alcohol. Por ejemplo, implicar al adolescente en la prostitución, premiando la agresividad, premiando la conducta delincuente dirigida a sus iguales y adultos o a miembros de la familia utilizados como "chivo expiatorio", o alentar el tráfico y uso de drogas o el abuso de alcohol. Con posterioridad a la clasificación de Garbarino et al. (1986), Brassard y Gelardo (1987) realizan una clasificación del maltrato psicológico en la que añaden dos categorías más: Degradar. Esta forma de maltrato se relaciona con la categoría de rechazo, tal y como era definido por Garbarino. Por degradar se entiende humillar públicamente al niño, llamarlo "estúpido" o con apelativos similares y etiquetarlo de inferior. Explotar. Esta forma de maltrato estaría muy relacionada con algunos aspectos de lo que Garbarino et al. (1986) definen como corrupción. En este caso, explotar implicaría vejar sexualmente al niño, mantener al niño en casa desempeñando un papel de sirviente o subordinado a los padres en lugar de ir a la escuela o alentar al niño a participar en la producción de pornografía. Factores a considerar en el maltrato psicológico - Hay que tener en cuenta que el maltrato psicológico a menudo está relacionado con el daño físico. El aterrorizar, por ejemplo, frecuentemente va unido a actos o amenazas de violencia física y puede producir úlceras. Las conductas relacionadas con el ignorar al niño pueden estar asociadas con malnutrición y provocar retrasos en el desarrollo físico e intelectual del niño. Los desórdenes en el habla, retrasos en el desarrollo físico o el retraso no orgánico del desarrollo, pueden ser algunos de los indicadores físicos del maltrato psicológico. - El maltrato psicológico debe ser considerado tanto en forma directa como indirecta. Por ejemplo, el niño puede ser aterrorizado con violencia directa hacia él mismo o con violencia en su presencia hacia algo o alguien que él quiere. El niño puede ser maltratado siendo directamente estimulado a mentir, pegar, utilizar drogas o llegar a implicarse en actividades sexuales desviadas o ser maltratado a través de la observación de estas conductas por parte de poderosos modelos de rol. - Factores del desarrollo. Es necesario tener en cuenta las variables evolutivas, particularmente en relación a los tipos de maltrato psicológico que son más probables y la relativa vulnerabilidad a las consecuencias negativas en los distintos estadios de crecimiento. Por ejemplo, el ignorar al niño puede tener su mayor impacto en los primeros años de vida, cuando el niño necesita en mayor medida un cuidado afectivo. - Las variables ecológicas han de ser tenidas en cuenta en todos sus niveles (intrapersonal, relaciones interpersonales diádicas, relaciones íntimas con la familia o pequeños grupos, red social y comunidad). Por ejemplo, la severidad del maltrato psicológico es mayor cuando son varios miembros o la familia en su totalidad los que acosan a la víctima. - El maltrato psicológico rara vez se manifiesta a través de indicadores físicos. Los malos tratos psicológicos pueden observarse con mayor frecuencia a través de indicadores comportamentales, aunque esos indicadores puede que no sean inmediatamente evidentes. Algunos de los indicadores comportamentales del maltrato psicológico son: - Desórdenes conductuales tales como retraimiento y conducta antisocial. - Demuestra extremos conductuales, pasividad o conducta agresiva extrema. - Se muestra receloso, pesimista, deprimido, ansioso, preocupado. - Signos de desórdenes emocionales, tales como movimientos rítmicos repetitivos, ausencia de comunicación verbal o física, o atención excesiva a los detalles. - Excesiva rigidez y conformismo. - Conductas adultas inapropiadas o excesivamente infantiles. - Desórdenes del apetito, enuresis, desórdenes del sueño, compulsividad, histeria, obsesiones, fobias e hipocondría. - Retrasos en el desarrollo cognitivo y emocional. - Excesiva preocupación por complacer a las figuras de autoridad. - Fugas de casa. - Pobre autoestima. - Intentos de suicidio.