MOVILIDAD URBANA INTELIGENTE: UNA OPORTUNIDAD ECONÓMICA, SOCIAL Y ECOLÓGICA Discurso pronunciado por el Excmo. Embajador Pelayo Castro Zuzuárregui en el marco del Día Mundial sin Carros. 22 de Septiembre de 2015. Buenos días, quisiera en primer lugar agradecer la hospitalidad del alcalde de Cartago, ciudad insigne que hoy nos acoge. Quisiera además saludar el liderazgo del Rector Señor Julio Calvo del Instituto Tecnológico de CR, y de mi colega el Embajador de Francia Jean-Batiste Chauvin por haber impulsado esta jornada y la mesa redonda que hoy nos convoca. Saludo además a las autoridades, a los Embajadores de la familia europea que me acompañan y a todos los amigos y amigas, estudiantes, expertos que participarán en la sesión de hoy. Gracias. Jean Monnet, padre fundador de la UE, fue un visionario. Entre otras cosas, fue el primero que utilizó la metáfora de la construcción europea como una bicicleta. Si dejas de pedalear, la bicicleta no sólo se para, sino que simplemente, cae. La integración europea ha seguido avanzando desde entonces, a veces a trompicones, pero siempre aprovechando las crisis como una oportunidad para responder a las aspiraciones de nuestros ciudadanos. La principal crisis de hoy – universal y no solo europea - de hoy se llama cambio climático. Un desafío colosal y sin fronteras en el que está en juego la salud y el porvenir de nuestro planeta. Hoy en un gesto simbólico hemos llegado hasta aquí en tren y en bicicleta. Un desplazamiento tal vez poco habitual aquí pero felizmente ordinario en Europa. George Steiner, en su “idea de Europa”, escribía que una de las señas de identidad 1 europea es el paisaje caminable, la geografía hecha a la medida de los hombres y de los pies. Si le preguntásemos hoy a un turista o a un visitante que llega a Europa desde otro continente, qué es lo que define a Europa?, seguramente mencionaría la red de interconexiones y el transporte público: bicicletas, autobuses – muchos eléctricos – tranvías, metros, trenes. La movilidad, el transporte público, es una seña de identidad europea. La demanda ciudadana y la voluntad política han permitido que en el mundo de internet y los drones, un viejo pero genial invento como la bicicleta, se haya convertido en símbolo de ciudades inteligentes y un estilo de vida. Los alcaldes de toda Europa están invirtiendo en infraestructura ciclista para hacer sus ciudades más habitables, atraer turismo y generar crecimiento: Londres, con sus autopistas del ciclismo; París, con su plan para ser la capital de la bici en 2020; o Hamburgo, que tiene la ambición de alcanzar el 25% de bici en su reparto modal durante la próxima década. En Holanda y Dinamarca más del 30% de sus habitantes utilizan la bicicleta como principal medio de transporte. También es una inversión en salud: nos dice la OMS y los últimos estudios que en aquellas ciudades en las que más se utiliza la bicicleta los fallecimientos por contaminación atmosférica son menores y se producen menos muertes entre peatones. Pero quisiera añadir que esa apuesta por el transporte público – en la que tanto nos queda por recorrer – no es una opción, tampoco es un lujo, es simplemente una necesidad. La movilidad urbana inteligente, el transporte público ofrecen una triple respuesta: una respuesta democratizadora e integradora (descongestionando y facilitando el acceso a las oportunidades económicas a más población), una respuesta económica (generando eficiencias y externalidades positivas, salud, puestos de trabajo, turismo y crecimiento) y una respuesta ecológica (ayudándonos a 2 combatir el cambio climático y haciendo nuestra ciudades más habitables y acogedoras). En definitiva, el evento de hoy demuestra que la movilidad urbana inteligente es una OPORTUNIDAD económica, social y ecológica. Nadie lo ha expresado mejor que el ex-alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa cuando dice: “Una ciudad avanzada no es una la que los pobres se mueven en carro, sino una en la que los ricos utilizan el transporte público." Lo sabemos bien en Europa, donde nuestras ciudades acogen un 70 % de la población de la Unión y un 85 % del PIB. Yo ya he tenido el privilegio de padecer las presas de la circulación en San José y alrededores. No sé si existen datos para Costa Rica, pero en Europa el alto precio de la congestión de tráfico cuesta alrededor de 100 Billones al año, un 1% del PIB de la UE. Por eso, nuestro objetivo es reducir a la mitad el uso de combustibles convencionales en coches urbanos en 2030 y eliminarlos en 2050. Esto es parte de nuestra lucha compartida contra el cambio climático. Un combate que precisa el concurso de todos: gobiernos, municipalides, ciudadanos y – como nos recordaba recientemente Christiana Figueres - también de las empresas. La UE y Costa Rica son socios en ese maratón diplomático cuya próxima meta se alza en Paris. Nos quedan 75 días, 14 horas y 45 minutos para la COP21. París es un examen para nuestro compromiso ecológico. Es verdad. Pero es mucho más: es un examen para la gobernanza global. Es un test con una pregunta sencilla que nos hacen nuestros hijos: nos dejarán un mundo tan habitable como el que les cedieron nuestros abuelos? Para la UE, como para CR, la respuesta debe ser rotundamente afirmativa. Alcanzar un acuerdo legalmente vinculante, universal, ambicioso y justo es una 3 prioridad estratégica. Para la UE el éxito en Paris depende de 3 condiciones. Primero, reafirmar el objetivo de limitar el incremento de la temperatura a dos grados y establecer un objetivo concreto para reducir las emisiones globales en al menos un 50% en el año 2050 respecto de las cifras de 1990 y acercarnos a cero en 2100. Al mismo tiempo se debería incluir una cláusula para revisar progresos y objetivos en 5 años. Segundo, establecer mecanismos claros de transparencia y rendición de cuentas que nos permitan medir los avances y asegurarnos de que respondemos a nuestros compromisos. Tercero, asegurar una financiación adecuada. La Unión Europea de la mano de Francia como sede e impulsora de la COP21 ha intentado predicar con el ejemplo y demostrar su liderazgo con números cantantes y sonantes. El 6 de Marzo los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE junto a las instituciones europeas se comprometieron con una contribución ambiciosa – el llamado INDC –: alcanzar una reducción de gases de efecto invernadero de al menos un 40% entre 1990 y 2030. Y me gustaría añadir que entre 1990 y 2013, un periodo durante el cual el PIB europeo creció un 45%, las emisiones descendieron un 19%. La UE y sus Estados Miembros son también el mayor donante de ayuda financiera climática. En 2013, nuestra contribución fue de 9,5 billones de euros y nuestros líderes han confirmado que la UE será consecuente y contribuirá con su parte de los 100 Bn de dólares que se han fijado como objetivo para el 2020. 4 La meta de Paris está cerca y ya son más de 60 países los que han presentado sus INDC, incluyendo varios países de LAC. La UE espera con interés la contribución de Costa Rica, un país ambicioso– con el Presidente Luis Guillermo Solís, el Ministro de Ambiente Edgar Gutiérrez y el Canciller Manuel González a la cabeza. El plazo del 1 de Octubre se acerca, y el mundo aguarda una contribución nacional de acuerdo con la trayectoria y el compromiso de Costa Rica. Concluyo. No podemos permitir que la bicicleta se pare, que la bicicleta se caiga. No podemos dejar de avanzar porque ya estamos llegando tarde. El tren del cambio climático ya ha salido de la estación y debemos alcanzarlo. No existe un plan B porque no disponemos de un planeta B. El tren de vida actual, con emisiones, sin transporte público, sin trenes y sin bicicletas, nos llevará a la estación equivocada. Les deseo una jornada fructífera y llena de aprendizaje. Pelayo CASTRO ZUZUARREGUI - Embajador y Jefe de Delegación de la Unión Europea en Costa Rica. 5