LA VIRGEN DE GUADALUPE EN LA SALUD DE LOS ENFERMOS

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LA VIRGEN DE
GUADALUPE
EN LA SALUD DE LOS
ENFERMOS
Desarrollo de la Ponencia
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Introducción.
1.- María de Guadalupe, Madre del Dios de la Vida.
2.- María de Guadalupe, Madre de todos los
enfermos.
3.- María de Guadalupe y la milagrosa curación de
Juan Bernardino.
4.- María de Guadalupe continúa interviniendo en la
sanación de todos los enfermos.
Conclusión.
Introducción.
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El Acontecimiento Guadalupano es
el suceso con el que surge la
nación mexicana, dando identidad
al pueblo de México.
La gran influencia que ha tenido la
presencia de la Virgen de
Guadalupe en nuestra nación, ha
sido determinante a lo largo de
nuestra historia.
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Aquel 12 de Diciembre de 1531, la
estampación de la Virgen de Guadalupe en el
ayate de Juan Diego, ocupó el lugar central de
todo el acontecimiento, pues la Santísima
Madre de Dios quiso quedarse, de está manera,
en medio de todos nosotros para ofrecernos su
amor maternal.
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La majestuosidad del suceso, es la suma de los detalles delicados
que van entretejiendo esta realidad histórica y de fe.
- Es la Virgen de Guadalupe quien decide visitarnos en el preciso
momento en que más le necesitábamos.
- Es ella quien elige a un natural de Cuautitlán. A Juan Diego
Cuauhtlatoatzin, hombre de fe y de grandes virtudes humanas y
cristianas.
- Ella encuentra la manara para que su deseo de que le “construyan
una casita” en el Tepeyac, sea escuchado por el Obispo.
- La Santísima Virgen consuela a Juan Diego ante la preocupación
por la enfermedad de Juan Bernardino, su tío.
- Es “la madre del Verdadero Dios por quien se vive”, la que
intervine en la milagrosa curación de Juan Bernardino, quien se
encontraba agonizando en su casita de Cuautitlán.
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De estos mínimos detalles, pondremos nuestra
atención en el que tiene que ver con la
curación de Juan Bernardino, ya que en él se
encuentran representados todos nuestros
hermanos enfermos.
1.- María de Guadalupe, Madre del
Dios de la Vida.
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La tradición bíblica se encarga de mostrarnos
el rostro de un Dios que ama la vida, pues la
crea y la defiende. Es más Él se presenta como
el Dios de vivos y no de muertos.
Al llegar la plenitud de los tiempos nos envió a
su Hijo, Jesucristo, para que, con la ofrenda de
su vida en la cruz, nos rescatara de la muerte
del pecado y nos ofreciera una nueva vida.
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Fiel a esta tradición, la
Iglesia ha enseñado a los
largo de su historia que la
vida humana es algo sagrado,
que es Dios quien la da y
sólo Él la puede quitar. Por
tanto, se debe salvaguardad
el valor y dignidad de la vida
protegiéndola, y
respetándola.
2.- María de Guadalupe, madre de
todos los enfermos.
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Ante todo, la Santísima Virgen es Madre. Madre de
Jesucristo el hijo de Dios. Madre de la Iglesia. Madre
de todos los hombres. Madre de los que sufren.
Madre de los enfermos.
Como auténtica madre, se preocupa y ocupa por la
salud de sus hijos. La Virgen Madre se compadece,
consuela e interviene haciendo todo lo posible por la
salud de sus hijos. La imagen de sufrimiento de María
ante el suplicio de su hijo en la cruz, se reproduce
siempre que uno de sus hijos padece una enfermedad.
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Ella misma, la Santísima Madre del Dios de la
vida, le da confianza a San Juan Diego con
estas dulcísimas palabras: “No estoy aquí, que
soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No
soy yo la vida y tu salud? ¿No estás por
ventura en mi regazo? ¿Qué más has de
menester? No te apene ni inquiete otra cosa”.
La Virgen de Guadalupe ha estado presente
durante la vida del pueblo mexicano y
continúa presente al lado de los enfermos de
nuestra nación.
3.- María de Guadalupe y la milagrosa
curación se Juan Bernardino.
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El Nican Mopohua narra
con sencillas palabras el
milagro de la curación de
Juan Bernardino en dos
momentos simultáneos.
Imagen de la Quinta Aparición de
la Virgen de Guadalupe.
Santuario Diocesano de la Siempre
Virgen María de Guadalupe y Casa
de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.
Diócesis de Cuautitlán, México.
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Primer momento:
El 12 de diciembre de 1531, Juan Diego, a muy
temprana hora, sale de su casa en Cuautitlán, hacia
Tlatelolco en busca de un sacerdote para que viniera a
auxiliar a su tío Juan Bernardino, pues se encontraba
aquejado por una mortal enfermedad.
Al llegar a la colina del Tepeyac, la Santísima Virgen
le sale al paso y con cuanta ternera le dice: “¿Qué
pasa, el más pequeño de mis hijos? ¿A dónde vas, a
dónde te diriges?” “Que ninguna otra cosa te aflija,
te perturbe; que no te preocupe con pena la
enfermedad de tu tío, porque de ella no morirá por
ahora. Ten por seguro que ya sanó.”
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Segundo momento.
A esa hora, según relato del mismo Juan
Bernardino, estando éste enfermo recibió la
visita de la Señora del Cielo, interviniendo en
el milagro que le permite recuperar su salud.
Además la Madre de Dios le revela el nombre
con que quiere ser invocada: “Manifestó su tío
ser cierto que entonces le sanó y que la vio del
mismo modo en que se aparecía a su
sobrino… y qué bien le nombraría, así como
bien había de nombrarse su bendita imagen, la
siempre Virgen Santa María de Guadalupe”.
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En este momento nos viene a la menta la conocida
frase: “No hizo cosas igual con otra nación”.
El milagro de la curación de Juan Bernardino, es sin
duda una expresión de la misericordia providentísima
de Dios y de la ternura maternal de la Virgen de
Guadalupe, pero además, de acuerdo al contexto de la
cultura nahuatl, el revelar el nombre de alguien, es
decir, la identidad personal; tiene un profundo
significado, pues habla de una auténtica preocupación
por el otro, de una donación sin condiciones, de una
entrega amorosa total. Y todo esto es lo que María de
Guadalupe hace por Juan Bernardino, y continúa
haciendo por todos los enfermos.
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Y para confirmar que hemos sido privilegiados por el
amor materno de Santa María de Guadalupe, resulta
que si bien la Virgen María se ha a parecido en otros
lugares del mundo, en ningún otro sitio ha revelado
su nombre con el quiere ser invocada, solo en México
y a un enfermo, a Juan Bernardino.
La Virgen de Guadalupe nos deja su nombre
pronunciado por ella misma ante Juan Bernardino, y
en una situación especial, en un contexto de
enfermedad, para asegurar su amor y misericordia de
madre ante el sufrimiento de su hijo enfermo.
4.- María de Guadalupe continúa
interviniendo en la sanación de todos
los enfermos.
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“¿Puede acaso una madre olvidarse de su hijo,
sin que tenga compasión del hijo de sus
entrañas?”. (Cfr. Is. 49,15)
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La Virgen de Guadalupe es la madre de todos los
hombres, y cuando se encuentran enfermos, la
ternura, la solicitud, el cuidado, el amor, propios de
una madre, se vuelcan hacia el hijo en ese estado de
sufrimiento y dolor.
Santa María de Guadalupe, quiso quedarse con
nosotros para que desde su casita construida en el
Tepeyac, desbordara su amor por sus hijos: “Sabe y
ten por seguro hijo mío el más pequeño, que yo soy la
siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero
Dios, Aquel por Quien Vivimos…” “Quiero mucho y
deseo vivamente que en este lugar me levanten mi
templo. En donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo
de manifiesto: Lo daré a las gentes en todo mi amor
personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en
la salvación.”
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Y desde entonces, y desde siempre, María de
Guadalupe, sigue interviniendo en la sanación
de nuestros enfermos. Sigues revelando su
nombre en los momentos de dolor y
sufrimiento. Y sigue diciendo a los familiares
del enfermo como dijo a San Juan Diego “Que
ninguna otra cosa te aflija, te perturbe; que no
te preocupe con pena la enfermedad de tu
tío…” o de tu padre o madre, hijo o hija,
esposo o esposa, o cualquier otro familiar.
Conclusión.
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Luego de esta sencilla reflexión acerca de la
presencia de la Virgen de Guadalupe en la
Salud de los Enfermos, quiero concluir
recordando que todos quines estamos reunidos
en esta ocasión, tenemos una misión: Mostrar
a Cristo: su amor, su bondad y misericordia,
por medio de sus actos, palabras, enseñanzas, a
los enfermos, a sus familiares y a la
comunidad en general, como lo hace nuestra
Madre del Cielo.
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Pero en esta misión no estamos solos, pues esta encomienda de la
Iglesia se realiza en comunión. Por tanto el Agente de la Pastoral
de la Salud, entre otras cosas, debe:
Siempre mantener unidad y obediencia con el Obispo
Estar siempre unido al sacerdote encargado de la Pastoral de la
Salud en su Diócesis y al Párroco de su comunidad.
Vivir en fraternidad con los demás Agentes de la Pastoral de la
salud, con los ministros Extraordinarios de la Comunión, con los
demás agentes de toda la Pastoral Parroquial y Diocesana.
Esforzarse por vivir la transversalidad con las diferentes
dimensiones de la pastoral actual en la Iglesia.
Mantener una actitud de solidaridad y ayuda en una Iglesia de
comunión y misión.
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Y finalmente, recordemos que así como San
Juan Diego y Juan Bernardino dan testimonio
de la aparición de la Virgen de Guadalupe y de
la curación milagrosa, así también el Agente
de Pastoral de la Salud y el enfermo, deben
anunciar el gozo de la salud del cuerpo y del
alma a toda la comunidad.
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MUCHAS GRACIAS.
Pbro. Alejandro Torres López.
Diócesis de Cuautitlán, México.
Tierra de los más grandes Agentes de la
Pastoral de la Salud en América: San
Juan Diego y Juan Bernardino.
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