Daniel Leonard, de origen estadounidense, es un joven estudiante que tuvo dos experiencias de vida muy importantes en España: habitó primero en Madrid y luego en Barcelona, las dos ciudades más conocidas y entretenidas del país ibérico. En esta historia, Daniel no sólo hace algunas comparaciones obvias entre ambos lugares, sino que nos explica además las cosas que más le gustaron de la “Ciudad Condal”, donde miles de catalanes, y también sus visitantes, gozan con la cultura, el fútbol, los festivales y la diversión nocturna. i primera experiencia de intercambio cultural ocurrió cuando estaba en el colegio y tenía 17 años. Durante el verano de mi último año en la secundaria, participé en un programa organizado por el departamento de español de mi escuela, el cual tenía como fin viajar a Madrid, España. Por espacio de un mes viví con una familia española. Con ellos conocí el gazpacho, la paella, la sangría, el jamón serrano y lo más importante: sentí el cariño de una familia muy amable y afable. Me enamoré de la vida y la cultura española. Pero más que nada, me convertí en un adicto a la experiencia de vivir, viajar, y ver lugares y culturas nuevas, muy distintas a las de mi propio país. Tres años más tarde, con los recuerdos de mi estadía en la capital hispana, decidí volver al país ibérico. El objetivo era realizar un semestre de intercambio estudiantil como parte de mi formación universitaria. Sin embargo, esta vez mi destino fue Barcelona. Estudié en la Universidad de Barcelona, donde pude aprender varios temas relacionados con el idioma, la literatura, y la economía hispana. Eso me ayudó mucho a mejorar mi nivel de español. Sin embargo, fuera de la sala de clases, me di cuenta que no era tan fácil entender el “mundo de Cataluña”. Uno de los idiomas oficiales de Barcelona es el catalán, que para mí suena como una mezcla entre francés y español. Aunque todos los ciudadanos hablan también castellano, muchas cosas como cartas, letreros, e informativos públicos están escritos en catalán. En cuanto a la gente, el idioma y la cultura, se nota una gran diferencia con los madrileños. Mis cuatro meses en el norte de España fueron muy distintos a los experimentados en la capital. Incluso, hay un movimiento político en Cataluña, parecido al que existe en el País Vasco, que quiere lograr la independencia del gobierno de Madrid, es decir, del gobierno central de España. Vida Nocturna Mirando hacia atrás, puedo decir que hay aspectos que me gustan de ambas ciudades, pero en el fondo, me encantó la vida en Barcelona. Con amigos de la escuela, cuando no estábamos en clases, pasábamos horas en las playas del Mar Mediterráneo o conociendo los diferentes barrios. Por la noche, disfrutábamos de la gran variedad de vida nocturna que ofrece esta ciudad internacional. En general, el “horario cotidiano” de este país, es muy diferente al de Estados Unidos, ya que todo ocurre “más tarde” en España. Si quieres salir en Barcelona, hay que estar preparado para soportar muchas horas. Por ejemplo, una noche ocurría más o menos de la siguiente manera: gimnasio, biblioteca y otras actividades hasta las 21:00 ó 21:30 horas; de ahí volvía a la residencia a ducharme y preparar una cena con algunos compañeros de piso; luego salíamos de casa justo antes de la medianoche para poder tomar el último metro; enseguida íbamos a un bar a tomar algunas cervezas tranquilamente; y después, a las 3:00 de la madrugada, más o menos, nos dirigíamos a un club… si es que todavía teníamos ganas. Y de allí dependía cómo era cada noche, pero no era fuera de lo común quedarnos festejando hasta las 7:00 de la mañana. A veces era una locura vivir así, pero como soy una persona nocturna, me gustaba ese horario. Tal vez por eso me sentí tan a gusto en esta ciudad. Además tuve la suerte de estar en Barcelona para la fiesta de “La Mercè”, un festival que dura una semana y que es reconocido por sus famosos espectáculos. Ahí destacan la competencia de las “Torres humanas” y el “Correfoc” (también conocido como “Correfuegos”), que es una manifestación cultural popular en la que un grupo de personas desfilan corriendo, bailando y saltando entre fuegos artificiales. También hay cultura En cuanto a la cultura, hay algo que se viene inmediatamente a mi mente: el arte español. En realidad mi fascinación nació mientras estaba viviendo en Madrid y visité el “Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía”. Ahí vi “El Guernica” de Pablo Picasso. ¡Era tan grande e impresionante! Cuando volví, visité el museo de Picasso, en Barcelona, e incluso seguí sus pasos y fui a un bar escondido donde se dice que él solía ir a tomar la misteriosa bebida Absenta. Vivir en Barcelona también significa conocer a Gaudí y Miró, ya que sus obras están en toda la ciudad. Además, viajé a otra ciudad catalana, Figueras, que es la cuna del artista Salvador Dalí, donde existe su propio museo. Y también ya que estaba tan cerca del País Vasco, aproveché de visitar el famoso Museo Guggenheim en Bilbao. El otro aspecto cultural que me impresionó muchísimo en esta ciudad fue el fútbol. Los jugadores del FC Barcelona son casi dioses y el balompié es más una religión que un deporte. Después de ir a un partido en el famoso estadio “Camp Nou”, también me convertí en un fanático para siempre. Por último, aparte de visitar muchos lugares en España tuve la oportunidad de recorrer varios países de Europa. Incluso viajé por el norte de África. Para mí, la posibilidad de viajar fue un factor determinante en mi decisión de estudiar en Barcelona. Después de ver tanto del Viejo Continente, realmente me di cuenta de la gran diferencia entre mi país, grande pero joven, y el mundo más pequeño de Europa, pero que cuenta con una historia muy rica y una cultura más variada.