DOCUMENTO CONCLUSIVO ENCUENTRO DE PIEDAD POPULAR REGION CONO SUR Atyrá – Paraguay, 24 al 28 de mayo 2010 CELAM Obispos, rectores de Santuarios y agentes de pastoral, convocados por el CELAM, para reflexionar sobre la Piedad Popular y la vida de nuestros Santuarios a la luz del documento conclusivo de Aparecida, acogiendo la invitación a la Misión continental y permanente; como a la necesidad de una profunda renovación pastoral e invocando a la Madre del Señor, desde su Santuario nacional de Caacupé, aquí en Paraguay, queremos compartir con ustedes algunas de nuestras reflexiones, los desafíos y compromisos que vislumbramos. 1. Nuestra mirada a la luz de Aparecida La Piedad popular es una expresión de fe que no desconoce la realidad, sino que en ella se hace la experiencia de la confianza filial. Hemos dado una mirada a la realidad de nuestros países del Cono Sur, descubriendo los grandes desafíos que son las situaciones de desigualdad social, la madurez de nuestras democracias, el camino de la equidad y la solidaridad. Frente al terremoto que ha afectado a Chile, nos unimos a su sufrimiento, como también a las alegrías de las naciones que celebran sus bicentenarios. Las palabras expresadas por el Santo Padre Benedicto XVI y recogidas por el documento de Aparecida, al formular la Piedad popular como una“rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos”, constituyendo “el precioso tesoro de la Iglesia católica en América latina” (DA, 258) nos confirman y animan en nuestros esfuerzos de servicio pastoral a esta realidad de nuestras Iglesias del Cono Sur. Vemos en el documento de Aparecida un punto de llegada al reconocimiento de la Piedad Popular como parte de la vida de la Iglesia, y no sólo como objeto de sus cuidados. Esta verdadera “carta de ciudadanía” nos alegra el corazón. Este patrimonio de la Fe, y la identidad cristiana y humana de nuestros pueblos, es un tesoro al que el mismo Señor, nos invita a amar y servir como pastores, al modo que él mismo lo hizo. Nos mostró el camino: entrar en la profunda realidad de la vida, para descubrir la presencia del Dios que se hizo carne, y como tal, acoge en sí, todo cuanto es verdaderamente humano. En la Piedad Popular verdaderamente se produce el “encuentro con Jesucristo” el que “no depende directamente de la ilustración de la mente sino de la acción interna de la Gracia”(DA, 263) Esta Gracia actúa en las diversas manifestaciones de la fe de nuestro pueblo, y “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer.” (DA, 258) Bendecimos a Dios por este soplo del Espíritu en Aparecida, que nos está animando a comprender el misterio de la “simpatía en el amor” que Él tiene por nosotros, pues nos acoge y nos constituye en sus discípulos al experimentar en nuestra realidad su abrazo de acogida y misericordia, que se vive y palpa en las puertas siempre abiertas de nuestros Santuarios. Junto con bendecir al Señor de la vida y de la historia, descubrimos la urgencia de su llamado para constituirnos en auténticos servidores de la Piedad Popular, mesa del encuentro de Dios con su pueblo. Esto exige nuestra conversión personal, comunitaria y pastoral, a la que estamos dispuestos si el Señor es nuestra propia fuerza. Nuestros Santuarios constituyen la memoria viva y profética de Dios. Es el espacio sagrado donde el peregrino hace la experiencia del encuentro con el Señor que lo acoge y lo escucha. Es el lugar más propio para el desarrollo de la mística y contemplación popular, que“no por eso, es menos espiritualidad, sino que lo es de otra manera” (DA, 263). Allí se guarda la experiencia de la fe de un pueblo y su más profunda identidad, la que se renueva en cada momento festivo y de oración personal y comunitaria. Como memoria viva de la fe, fortalece los brazos alzados al cielo, para continuar la experiencia de los padres de nuestros padres. Es también un grito profético de la presencia salvadora de Dios en las situaciones más adversas e injustas que hoy se viven. El secularismo y las diversas formas de egoísmo emergente, continúan encontrando en nuestros Santuarios, la resistencia de la Fe que apuesta por la vida, el encuentro, la solidaridad y la búsqueda del bien para todos. 2. Desafíos Queremos compartir los principales desafíos que brotan de este encuentro de reflexión. Si bien, pueden parecer difíciles de alcanzar, por nuestra fragilidad, estamos ciertos de la fuerza y la compañía del Espíritu que nos anima en nuestro caminar. La conversión del pastor Necesitamos crecer en el camino de una auténtica conversión como pastores a la Piedad Popular, para que no sólo seamos sus agentes de evangelización; sino que en primer lugar nos dejemos evangelizar por su experiencia. Es necesario que los pastores demos un paso más. Muchos hemos pasado del rechazo a la tolerancia de la Piedad Popular; pero el Señor nos anima a más: a la implicancia. La conversión de la pastoral de los Santuarios Es necesario que caminemos a una revisión de nuestros modos pastorales, que estén en una mayor sintonía con Aparecida. Esto implica, crecer en acogida, cercanía, encuentro con la Palabra de Dios, procurando lenguajes cada vez más significativos. Urge acortar las distancias con la vida de la gente, no olvidando sus micros y macroproblemas. La misión desde nuestros Santuarios Acogemos el llamado a la Misión continental y permanente que nos ha hecho Aparecida, para constituir nuestros Santuarios en lugares de misión. El Santuario está llamado a ser una casa de acogida que estimule el encuentro con el Señor, generando discípulos, que vuelven a sus realidades más diversas, como testigos y misioneros, de lo que significa colocar a Jesucristo en el centro de la vida. Esto implica continuar haciendo mucho de lo bueno que hoy realizamos, pero profundizando en la conciencia del ser discípulos misioneros. Son tantas las buenas y creativas iniciativas en nuestros Santuarios que buscan este objetivo. Lo que sería muy pobre seguir con pastorales que son de “mantenimiento” y no de anuncio gozoso de la alegría del Evangelio. Las peregrinaciones al Santuario, deben ser animadas en una lógica de conjunto: decisión, camino, llegada y retorno. Esto significa no sólo al Santuario, sino el diálogo y el apoyo de las diversas comunidades y realidades de origen. 3. Compromisos Al concluir nuestro encuentro, recogiendo nuestras reflexiones nos comprometemos a lo siguiente: 1. Valorar, atender y amar lo que la Piedad Popular nos regala, reconociéndola como un “verdadero tesoro de la Iglesia”. 2. Dejarnos evangelizar por la experiencia mística de la Piedad Popular. 3. Ser pastores que acompañan el caminar de la Piedad Popular con una actitud de acogida, respeto y encuentro con el sentir de nuestro Pueblo. 4. Animar un camino de crecimiento y mayor evangelización que profundice la experiencia de una Piedad popular, creciendo en la conciencia de su encuentro con el Señor. 5. Reconocer como un lugar privilegiado para la Piedad Popular el Santuario, asumiendo la responsabilidad y compromiso que exige de los equipos pastorales. 6. Buscar caminos que permitan una liturgia más integrada a la expresión del pueblo, con los aportes de la Piedad Popular. 7. Buscar y desarrollar todos los medios posibles para que la Palabra de Dios tenga un mayor contacto y cercanía con todos los peregrinos en el Santuario. 8. Reflexionar con mayor profundidad, a la luz de Aparecida, el proceso teológico pastoral sobre la Piedad Popular y los Santuarios, que permita contribuir con mayor hondura al encuentro con Jesucristo. 9. Asumir que el Santuario no sólo es lugar de llegada y acogida, sino también de envío, y que anime a una integración con una pastoral urbana o rural. Así contribuimos a un real compromiso con la Misión permanente. 10. Que el Santuario desarrolle un lenguaje catequético de carácter significativo en lo estético y simbólico, que contribuya a fomentar la dimensión de lo sagrado. 11. Valorar e integrar el sentido Penitencial del peregrino fomentando actitudes de acogida misericordiosa y la valoración del sacramento de la Reconciliación. 12. Animar la interactividad del Santuario a través de los medios de comunicación social, Internet, telefonía y otras formas mediáticas que amplíen el Santuario y su evangelización permanente. Imploramos el amparo maternal de la Madre del Señor, bajo sus títulos de Caacupé en Paraguay, del Carmen en Chile, Luján en Argentina, de los Treinta y tres en Uruguay y Aparecida en Brasil. Que ella que nos anime a caminar como discípulos misioneros tras las huellas del Señor Jesús.