RACIONALISMO Y EMPIRISMO

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RACIONALISMO Y EMPIRISMO
1. Racionalismo.
1.1. Introducción: el comienzo de la modernidad. Descartes.
1.2. Vida y obra de Descartes.
1.3. El objetivo de Descartes.
1.4. Aspectos importantes de la filosofía cartesiana.
1.5. La duda como método. Distintos niveles.
1.6. Clases de ideas.
1.7. La realidad objetiva de las ideas:
1.8. La estructura de la realidad: ontología.
1.9. Aportaciones de Descartes.
2. Empirismo.
2.1. John Locke.
2.2. David Hume.
2.2.1. Elementos del conocimiento: Impresiones e ideas.
2.2.2. Tipos de conocimiento: Cuestiones de hechos y relaciones de ideas.
2.2.3. El empirismo de Hume y sus implicaciones.
2.2.4. Fenomenismo y escepticismo.
1. RACIONALISMO.
1.1. INTRODUCCIÓN: EL COMIENZO DE LA MODERNIDAD. DESCARTES
Con Descartes, en el s. XVII, comienza
la filosofía moderna. En palabras de
Bertrand Russell:
“Es el primer pensador de alta
capacidad
filosófica
cuya
perspectiva está profundamente
influida por la nueva física y la
nueva astronomía. Es verdad
que aun conserva mucho de
escolástico pero no acepta los
cimientos edificados por sus
predecesores, y se esfuerza por
construir ex novo un edificio
filosóficamente completo.” (B.
Russell, “Historia de la filosofía
occidental”)
La nueva etapa del pensamiento que
Descartes inaugura se caracteriza por la
autonomía absoluta de la filosofía y de la razón frente a las autoridades religiosas o civiles
tradicionales. A partir de ahora, la razón no se sentirá sometida a otra autoridad distinta de ella
misma. La razón se considera el juez supremo, a quien corresponde determinar lo verdadero y
conveniente en el conocimiento, en la vida política y en la moral. Matemáticas y Geometría
ejemplifican ahora el ideal del nuevo saber a fomentar.
Por Racionalismo se entiende la primera corriente filosófica de la Modernidad (s. XVII),
inaugurada por Descartes y a la que pertenecen también Leibniz y Spinoza. Sostiene que nuestros
conocimientos válidos y verdaderos sobre la realidad no proceden de los sentidos, sino de la
razón, de nuestro entendimiento. Dos afirmaciones fundamentales respecto al conocimiento:
1. Nuestro conocimiento acerca de la realidad puede ser construido por medio de
la deducción a partir de ciertas ideas y principios evidentes, independientes de la
experiencia. Éstos son universales necesarios y objetivos.
2. Las ideas y principios son innatos al entendimiento: éste los posee en sí al
margen de toda experiencia sensible. A esto se llama innatismo: hay ideas innatas,
connaturales al entendimiento, que no son generalizaciones a partir de la experiencia
sensible.
El racionalismo se opone al Empirismo -la respuesta surgida en el s. XVIII al racionalismo
del XVII. Principales representantes: Locke, Berkeley y Hume. Mantiene que todos nuestros
conocimientos proceden, en último término, de los sentidos, de la experiencia sensible.
1.2. VIDA Y OBRA DE DESCARTES.
Nace el 31-3-1596. Tercer hijo de un consejero del Parlamento de la Bretaña. Entre 1604-1612
estudia en La Flèche, con los jesuitas, sobre todo lógica, filosofía y matemáticas. Desde el inicio,
estudiante bien dotado y deseoso de adquirir conocimientos:
“Aunque sometió a fuertes críticas la educación tradicional que había recibido (tanto que,
al dejar el colegio, renunció durante algún tiempo al estudio) no sintió resentimiento hacia
sus maestros ni desprecio por su sistema de educación. (...) Siempre habló de los jesuitas
de La Flèche con afecto y respeto, y consideraba su sistema de educación como muy
superior al que proporcionaban la mayoría de las demás instituciones pedagógicas. Por sus
escritos queda claro que había recibido la mejor educación posible dentro de la estructura
tradicional”.[Coplestone].
Repasando lo aprendido, descubrió que no estaba basado en fundamentos sólidos. Irónicamente
dice:
“La filosofía nos enseña a hablar con una apariencia de verdad sobre todas las cosas, y hace
así que seamos admirados por los menos sabios”. “Aunque ha sido cultivada durante siglos por
los mejores espíritus, no encontramos todavía en ella ninguna cosa sobre la cual no se dispute,
y que no sea, por tanto, dudosa”.
En 1619, tres sueños consecutivos le convencieron de que su misión era la búsqueda de la
verdad mediante el empleo de la razón (cuando tuvo la oportunidad, siendo soldado del ejército de
Maximiliano de Baviera, en Neuberg, junto al Danubio, de reflexionar mucho en solitario). Desde
1628 vivió en Holanda, donde permaneció hasta 1649.
Obras principales:
* Discurso sobre el Método y la recta conducción de la Razón y la búsqueda de la Verdad en las
Ciencias, 1637, junto con ensayos sobre los meteoros, la dióptrica y la geometría.
* Reglas para la dirección del espíritu. Parecen escritas en 1628, aunque publicadas
póstumamente.
* Meditaciones Metafísicas, en latín, junto con una serie de críticas y objeciones por parte de los
teólogos y las respuestas de Descartes a ellas.
En septiembre de 1649 se trasladó a Suecia, a invitación de la Reina Cristina. Los rigores del
invierno, junto con la práctica de la reina de hacerle acudir a las cinco de la mañana a la biblioteca
(él, que estaba acostumbrado a pasar mucho tiempo en la cama), fueron demasiado para él y no
pudo resistir un ataque de fiebre a finales de enero de 1650. El 11 de febrero murió.
1.3. EL OBJETIVO DE DESCARTES.
• El logro de la verdad filosófica mediante el uso de la razón. (“Quería dedicarme por entero
a la búsqueda de la verdad”. Discurso del Método, 4.) Intentaba desarrollar un sistema de
proposiciones verdaderas en el que no se diese por supuesto nada que no fuera evidente por sí
mismo y estuviera fuera de toda duda. Todo el edificio debía reposar sobre un fundamento seguro,
de forma que el sistema fuera impermeable a los ataques corrosivos del escepticismo.
Es indudable que, al menos en cierto sentido, rompió deliberadamente con el pasado.
1. Decidió comenzar desde el principio, sin confiar en la autoridad de ningún filósofo
anterior (el exceso de confianza en Aristóteles hasta ese momento había provocado
muchos retrasos en filosofía y en la ciencia en general, sobre todo en Astronomía y en
Física). Prefería confiar en su propia razón que en la autoridad.
2. Pretendía alcanzar ideas claras y distintas, para trabajar sólo con aquellas y
rechazar las que no tenían un sentido claro, o podían plantear dudas.
• Su ideal era un sistema orgánicamente conectado de verdades científicamente bien
establecidas, ordenadas de tal modo que la mente pase de verdades fundamentales y evidentes
por sí mismas, a otras verdades evidentes derivadas las primeras. Se trataba de hacer que las
verdades se ajusten a un esquema racional, del mismo modo que lo hacían las matemáticas.
1.4. ASPECTOS IMPORTANTES DE LA FILOSOFÍA CARTESIANA.
1. Unidad del saber y necesidad de método.
- Las distintas ciencias son manifestaciones de una única sabiduría humana.
- La sabiduría es única porque la razón humana es una sola, aunque aplicada a diversos objetos.
- Si la razón es única, interesa conocer su estructura y funcionamiento, para conocer sin error.
2. Dos modos de conocimiento:
- Intuición: Especie de “luz o instinto natural” por el que captamos sin posibilidad de error, y de
forma inmediata, los conceptos simples que surgen de la razón misma de manera evidente. La
intuición es el punto de partida para la deducción.
- Deducción: Es una intuición sucesiva de las naturalezas simples y de las conexiones entre ellas.
Se ejerce de dos modos: 1º Análisis, hasta descomponer el objeto en sus elementos más simples;
2º Síntesis, reconstruyendo deductivamente lo complejo a partir de lo simple.
3. Necesidad del método.
- La deducción ha de realizarse según un orden para no perdernos en oscuras meditaciones.
- La construcción del sistema debe fundamentarse sobre una verdad absolutamente cierta.
¿Cómo? Eliminando todo aquello que admita la menor posibilidad de duda. De ahí la necesidad de
suspender el juicio acerca de toda “opinión recibida”: la duda metódica.
1.5. LA DUDA COMO MÉTODO. DISTINTOS NIVELES.
1º. Desconfianza ante la información procedente de los sentidos.
• Pero no afecta a la existencia del mundo que nos rodea, de las cosas que percibimos. Si los
sentidos nos inducen a veces a error, ¿qué garantías tenemos de que no lo hagan siempre?
2º. Imposibilidad de distinguir cuándo soñamos/cuándo estamos despiertos. Duda, por tanto,
acerca de todo lo existente.
• No afecta a las verdades matemáticas, de la geometría o la aritmética.
• La viveza de algunas impresiones recibidas en sueños es extraordinaria, y ciertamente nos
confundimos algunas veces. Aunque todos tenemos criterios para distinguir la vigilia del sueño,
estos no sirven para fundamentar una certeza absoluta.
3º. Hipótesis de un genio maligno empeñado en confundirme/equivocarme. Plantea la posibilidad
de error en el entendimiento.
• No afecta, a pesar de su radicalidad, a una primera certeza absoluta: Yo soy. Si yo no existiera,
no podría ser engañado. Por tanto, aunque al pensar me equivoque, es innegable que “Pienso,
luego existo”. Esta hipótesis equivale a suponer que tal vez mi entendimiento es de tal naturaleza
que se equivoca necesariamente y siempre cuando cree haber captado la verdad. Pero Descartes,
como racionalista, opina que el hombre, utilizando adecuadamente su razón, puede llegar a la
verdad en todos los campos del saber.
4º. Análisis de la primera certeza, (“pienso, luego existo”), prototipo de las demás:
• Me descubre como cosa que piensa, distinta a la realidad exterior. Puedo dudar de todo, menos
de que existe un ser que duda. Por tanto, mi existencia está exenta de toda duda o error posible.
• La primera certeza es modelo de toda verdad porque la capto con total claridad y distinción Intuitivamente-. Aquí tenemos una referencia al primer modo de conocimiento: Por intuición
captamos las ideas simples, las más fáciles de captar y sin posibilidad de error, sin necesidad de
demostración, inmediatamente. Es el que nos muestra las verdades de la matemática, aritmética y
geometría.
• Las ideas complejas, sin embargo, las conocemos por demostración, lo que supone
posibilidad de dar pasos en falso si no utilizamos el método adecuado. Por tanto, tenemos ya el
criterio de certeza: será verdadero todo lo que perciba con igual claridad y distinción. Esto valdrá
como regla general.
5º. El «salto» de las ideas a la realidad objetiva.
• Problema del solipsismo: ¿cómo demostrar, a partir de la primera certeza, la existencia
de una realidad exterior al pensamiento? Contamos con tres elementos: el yo/ego (= sujeto
racional, conciencia), el pensamiento/cogito (= actividad) y las ideas/cogitationes (= objetos del
pensamiento). Ej: “Yo pienso que el mundo existe”: el yo que piensa (existencia indudable);
el mundo exterior al pensamiento (= realidad dudosa); las ideas de mundo y existencia que
indudablemente poseo (si no, no podría pensar que el mundo existe). Conclusión: el pensamiento
piensa siempre ideas (en Descartes, las ideas son una representación de algo que contemplamos,
no son ese algo objetivo). Por tanto, ¿cómo garantizar que a la idea de mundo corresponde
una realidad efectiva, el mundo tal como es, más allá de las descripciones que hacemos de él?
Necesitamos analizar los tipos de ideas para saber cuáles se nos presentan con total claridad y
distinción.
1.6. CLASES DE IDEAS.
a. Adventicias: Parecen provenir de nuestra experiencia externa, de fuera del cogito; (hombre,
árbol, colores).
b. Facticias: Las que construye la mente a partir de otras (p.ej.: un Pegaso).
Ambas son cuestionables. Ninguna puede servirnos para demostrar la existencia de la realidad
extramental porque no tenemos certeza de que exista el mundo exterior realmente (contra las
adventicias), y porque no tenemos garantía de la verdad de las segundas al ser construidas por el
pensamiento.
c. Innatas: pocas, pero las más importantes: las posee el pensamiento en sí mismo (pensamiento,
existencia, Dios). Descartes cree en una especie de consenso universal acerca de la existencia de
estas ideas.
[ Por tanto, el punto de partida del edificio racionalista serán las ideas innatas.]
1.7. LA REALIDAD OBJETIVA DE LAS IDEAS.
Toda idea se origina en una causa real, extramental.
• Dios como idea innata, necesariamente existente, que fundamenta la existencia del mundo
exterior. La idea de infinito, innata, = idea de Dios (no puede ser adventicia porque no tenemos
experiencia directa de Dios, y tampoco facticia; sabemos que algo es finito porque tenemos la idea
de infinitud). Yo tengo las ideas de perfección e infinito. Si yo mismo las hubiese creado sería
porque forman parte de mi esencia. Pero yo no soy ni perfecto ni infinito. Por tanto, si la idea que
tengo en mí, no ha podido ser creada por mí, exige una causa real adecuada. La idea de un ser
Infinito debe estar causada por un ser infinito, luego el ser Infinito existe. Además la idea de infinito
está vinculada a la de perfección, y la perfección implica existencia. De este modo, Descartes
consigue que la idea de Dios demuestre su existencia.
• Existencia del mundo: Puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede
engañarme dejándome creer que el mundo existe; luego el mundo existe. Por tanto, Dios
garantiza la existencia del mundo exterior y de la adecuada correspondencia de mis ideas con ese
mundo exterior.
1.8. LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD: ONTOLOGÍA.
Sustancia es una cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir.
Existen tres tipos de sustancia: sustancia infinita = Dios; sustancia pensante/res cogitans = yo/
alma; sustancia extensa/res extensa = los objetos físicos/cuerpo/materia.
El objetivo último de Descartes al afirmar que alma y cuerpo, pensamiento y extensión constituyen
sustancias distintas es salvar la autonomía del alma respecto de la materia. Descartes comparte la
concepción mecanicista y determinista del mundo material existente en la ciencia clásica. En este
universo, la libertad del ser humano sólo podía salvaguardarse sustrayendo el alma del mundo de
la necesidad mecanicista, y esto exigía situarla como una esfera independiente y autónoma de la
materia. Esa independencia de alma y cuerpo es la aportación central del concepto cartesiano de
sustancia.
1.9. APORTACIONES DE DESCARTES.
Descartes centra el estudio de la filosofía moderna en el problema del conocimiento. Inaugura una
línea que tendrá su culminación y máximo apogeo en Kant.
Subraya la importancia del sujeto frente al objeto (que representa el mundo, la realidad). Una
vez más este elemento anticipa la figura del “yo trascendental” kantiano.
Su concepción de idea como mediación entre el sujeto y el objeto: es decir la idea como
representación de la realidad es lo único que conocemos de forma inmediata. Esta concepción
será asimilada tanto por racionalistas como por empiristas.
2. EMPIRISMO.
Es la segunda gran corriente filosófica de la Modernidad. Pero cualquier filosofía es
empirista si afirma que todos nuestros conocimientos tienen su origen y valor en la experiencia, y
filosofías así ya las hubo (Aristóteles, Tomás de Aquino, Ockham...). En este caso nos referiremos
al empirismo inglés del s. XVIII, surgido en respuesta al racionalismo del XVII.
Representantes: Locke, Berkeley y Hume.
2.1. JOHN LOCKE
• Biografía: Nació en Bristol, 1632. De familia liberal,
defendió siempre el liberalismo y los ideales ilustrados de
racionalidad, tolerancia, filantropía y libertad religiosa.
Estudió teología, química y medicina y viajó por Holanda,
Francia y Alemania. Murió en 1704, a los 72 años.
Su obra más importante en el ámbito de la epistemología
es el Ensayo sobre el entendimiento humano (1690).
1. Negación de las ideas innatas
Los empiristas rechazan que existan ideas o principios
innatos al entendimiento. Todo nuestro conocimiento
procede de la experiencia, y está limitado por ésta, tanto
en su extensión como en su certeza. El entendimiento es
como una página en blanco o tabula rasa, antes de que la
experiencia le proporcione conocimientos. Si hubiese
conocimientos innatos, todos los hombres los conocerían
desde siempre y en todos los lugares, (como creía
Descartes); y eso no ocurre, (p.e.: los niños y los locos.)
2. Génesis de las ideas.
Si todas nuestras ideas proceden de la experiencia, es necesario precisar cómo se originan todas
a partir de la experiencia y por qué nuestro conocimiento no puede ir más allá de la experiencia.
• Respecto al origen, sólo es posible determinarlo con el siguiente método: análisis de las ideas
más complejas, descomponiéndolas en sus elementos simples y estudiando sus reglas de
composición/asociación. Es decir: hay que estudiar los mecanismos psicológicos de asociación y
combinación de ideas.
3. Noción de idea en Locke.
La idea es el elemento inmediato de conocimiento, a través de la cual nos representamos la
realidad y por lo tanto, también accedemos a ésta a través de ellas. Esta noción la toma Locke de
Descartes.
4. Tipos de ideas.
a. simples: las más elementales.
b. complejas: combinación de ideas simples.
2.2. DAVID HUME
• Biografía: Nació en 1711, hijo de un terrateniente escocés.
Comerciante primero, la afición por las letras y la filosofía
terminó acaparando sus intereses. Murió en 1776, a los 65
años. Enorme influjo posterior, precursor de Kant, (éste
decía que Hume le había despertado del “sueño dogmático
de la razón”), y de aspectos fundamentales de su doctrina.
• Obras:
• Tratado acerca de la naturaleza humana (1740)
• Investigación sobre el conocimiento humano
(1748)
• Investigación sobre los principios de la moral
(1751)
Hume es el filósofo que llevará el empirismo hasta sus
máximas consecuencias, cosa que no llegaron a hacer ni
Locke, ni Berkeley. Más allá de Hume no se podrá llegar
dentro de esta corriente, por lo que superarle, supone cambiar
de rumbo, como hará Kant.
Quiere fundar la ciencia definitiva de la naturaleza humana, apoyándose en el razonamiento
experimental, como habían hecho antes que él en el ámbito científico Galileo y Newton. Para ello,
intenta explicar “el alcance y fuerza del intelecto humano” y “la naturaleza de las ideas de las que
nos servimos y de las operaciones que llevamos a cabo en nuestros razonamientos”. El objetivo
es poder a partir de aquí, desarrollar otros saberes científicos, y abandonar las ideas vacías de la
“metafísica falsa y adulterada”. El método que utilizará para todo ello será el estudio del origen de
nuestras ideas.
2.2.1. ELEMENTOS DEL CONOCIMIENTO: IMPRESIONES E IDEAS.
Todos los contenidos de la mente humana no son más que percepciones, (lo que de manera
más general Locke y Descartes llamaban “ideas”).
- Las impresiones son las percepciones que se presentan con más fuerza, que nos transmiten
los sentidos cuando conocemos objetos. Abarcan, no sólo las sensaciones de las que hablaba
Locke, sino también las pasiones, emociones y sentimientos. Pueden dividirse, a su vez, en
simples y complejas. Esta división es claramente heredada de Locke. Las primeras serán
aquellas más básicas, que no pueden dividirse en elementos más elementales, por ejemplo:
rojo. Las segundas se refieren a las que se nos presentan compuestas por varios elementos,
de los que tenemos una experiencia directa, por ejemplo: una manzana.
- Las ideas, en sentido estricto, son las representaciones o copias de las impresiones en el
pensamiento, ausente ya el objeto que originó las
impresiones. Se pueden identificar con todas las ideas complejas de Locke, (construcciones
de la mente), o con la idea simple de reflexión referida al pensamiento. También hay ideas
simples y complejas. Las primeras como copias de las impresiones simples, y las segundas
como construcciones mentales a partir de ideas simples. Se crean según tres principios de
conexión:
1. Semejanza: dos ideas se relacionan por el parecido que hay entre ambas, como una
pintura con respecto a su original.
2. Contigüidad: referida a la proximidad en el tiempo o en el espacio de determinadas ideas.
3. Causa-efecto: conexión necesaria, (esta idea de necesidad es la que luego negará Hume),
en la que una idea surge como resultado de la acción de otra: una herida nos hace pensar
en el dolor subsiguiente. (De esta forma de conexión hablaremos más adelante para
analizar la crítica que hace Hume.)
En cualquier caso, el poder creativo de la mente está siempre limitado por las impresiones, como
nos muestra Hume con el ejemplo del ciego.
Las ideas son siempre más débiles que las impresiones, y posteriores a éstas. La impresión es
la originaria, el modelo, mientras que la idea depende de ésta. Una idea es verdadera sólo si
es precedida de una impresión. Siguiendo este procedimiento, podremos eliminar de la filosofía
todas las ideas falsas, es decir, no fundadas en impresión alguna. Por otro lado, resta señalar las
facultades que permiten la conexión entre impresiones e ideas:
1. Memoria: entendimiento pasivo.
2. Imaginación: entendimiento activo.
Por tanto, toda percepción es doble: es sentida como impresión, con gran viveza, y es pensada
como idea, de manera más débil.
2.2.2. TIPOS DE CONOCIMIENTO: CUESTIONES DE HECHOS Y RELACIONES DE IDEAS.
La distinción entre impresiones e ideas se refiere a elementos del conocimiento. Pero
Hume distingue también diversos modos o tipos de conocimiento:
a. Relaciones de las ideas: son necesarias lógicamente. P.e.: la proposición “el todo
es mayor que las partes” nos resulta verdadera basándonos simplemente en los términos que
contiene, independientemente de cualquier conocimiento empírico, es decir, operan sobre
contenidos ideales. Este tipo de conocimiento se refiere a relaciones entre ideas, no a lo existente,
no tiene que realizarse para ser verdad (hechos). Se basan en el principio de no-contradicción,
(lógica/matemática). No aportan conocimiento nuevo, simplemente explican el contenido de un
sujeto y lo desarrollan.
b. Cuestiones de hechos: Son las que proceden de la experiencia, en contacto con
objetos y procesos del mundo físico, por lo tanto contingentes (no necesarias) y probables, (p. e.:
“Llueve”, “el sol saldrá mañana”, etc.) No se rigen por el principio de no-contradicción, de hecho
sus contrarios son pensables y posibles: “no llueve”, “el sol no saldrá mañana”. El principio en el
que, sin embargo, se fundamentan, es el de causalidad, “todos nuestros razonamientos acerca
de cuestiones de hecho parecen fundarse en la relación de causa y efecto. Tan sólo por medio
de esta relación podemos ir más allá de la evidencia de nuestra memoria y sentidos”. (pág. 59;
“Investigación sobre el conocimiento humano”)
2.2.3. EL EMPIRISMO DE HUME Y SUS IMPLICACIONES.
Al considerar impresiones e ideas como los elementos fundamentales del conocimiento,
introducimos un criterio radical de certeza: para saber si una idea es verdadera, basta comprobar
de qué impresión procede. Las ideas sin ninguna impresión que les corresponda serán pura ficción
o fantasía. Por tanto,
el límite de nuestros conocimientos viene dado por las impresiones que suministran los sentidos.
Consecuencias:
i) Aplicado a la idea de causa: crítica al principio de causalidad.
a. Nuestro conocimiento de hechos queda limitado a las impresiones actuales, lo que vemos,
oímos, etc. y a nuestros recuerdos de impresiones pasadas. Pero no puede haber conocimiento
cierto del futuro porque no tenemos impresión alguna de lo que sucederá en el futuro.
Sin embargo, constantemente hacemos predicciones sobre el futuro: si no estudiamos será
difícil encontrar un buen trabajo; si no buscamos cobijo nos mojaremos, etc. Esto sucede porque
continuamente hacemos inferencias causales: ciertos trabajos existen porque hay gente preparada
para realizarlos, y sin preparación es imposible acceder a ellos; el agua moja y llueve con
frecuencia, etc. Por tanto,
b. La idea de causa es la base de todas nuestras inferencias acerca de hechos de los que no
tenemos impresión alguna. Y entendemos, habitualmente, la conexión causal como una conexión
necesaria entre el efecto y la causa. Después de observar en muchos casos que el fuego calienta,
podemos predecir que el agua hervirá si permanece cierto tiempo sobre el fuego. Dicho efecto se
seguirá necesariamente de su causa.
c. Sin embargo, nuestra experiencia no justifica el establecimiento de conexiones necesarias entre
fenómenos: ¿En qué impresión está basada la idea de “conexión necesaria entre fenómenos”? En
ninguna, excepto en el número de veces que hemos visto cómo el fuego calentaba agua o la lluvia
mojaba. Pero esto sólo significa que, en el pasado, después de un fenómeno vino otro, no que
siempre y necesariamente la misma causa produzca idénticos efectos. Hablando con propiedad,
no sabemos que el fuego calentará el agua; sólo lo creemos. Por tanto, nuestro pretendido
conocimiento del futuro sólo es suposición y creencia, nada más. Aunque el hábito y la costumbre
nos hagan estar completamente seguros de que tales hechos sucederán. La experiencia es el
fundamento de todas nuestras conclusiones referidas a la causa y al efecto. No podemos saber, a
priori, sino por nuestra experiencia que una bola de billar al golpear a otra producirá como efecto
el movimiento, “¿no puedo concebir que otros cien acontecimientos podrían haberse seguido
igualmente de aquella causa? ¿No podrían haberse quedado quietas ambas bolas? ¿No podría la
primera bola volver en línea recta a su punto de arranque o rebotar sobre la segunda en cualquier
línea o dirección? Todas esas suposiciones son congruentes y concebibles. ¿Por qué, entonces,
hemos de dar preferencia a una, que no es más congruente y concebible que las demás? Ninguno
de nuestros razonamientos a priori nos podrá jamás mostrar fundamento alguno para esta
preferencia. (…) En una palabra, pues, todo efecto es un suceso distinto de su causa.” (p.62,
ibid.)
Aunque nuestro conocimiento de hechos no observados sólo se base en creencias, en la práctica
esto resulta suficiente para vivir sin problemas. Pero al científico le interesa saber hasta dónde
puede llevar sus inferencias causales para obtener conocimientos verdaderos sobre la realidad.
Hume recurre en este caso a la costumbre como mecanismo psicológico para averiguar hasta
dónde pueden llegar nuestras inferencias causales: las inferencias sólo funcionan a partir de
impresiones: como fuego y calor van unidos con frecuencia en la experiencia, podemos pasar
de esa impresión a otras que venían asociadas a ella. Es decir: “De unas impresiones podemos
inferir otras, pero no podemos pasar de una impresión a otra cosa de la que nunca hemos tenido
impresión”. Por lo tanto, el principio de causalidad no es más que una conjetura sin valor lógico,
sólo psicológico. Éste se apoya en la costumbre de percibir acontecimientos similares junto a otros
similares, que van a determinar la creencia de que este hecho se repetirá en el futuro de forma
necesaria.
ii) Aplicado a la existencia de una realidad exterior.
Hume rechaza el argumento lockeano que reconocía la existencia de una realidad extramental
porque era la causa de nuestra «idea» o convicción sobre la existencia del mundo exterior. Lo
rechaza porque Locke pretende inferir de impresiones particulares una pretendida realidad que
va más allá de ellas y de la que no tenemos impresión o experiencia alguna. Por tanto, creer
que existe una realidad física distinta de nuestras impresiones no puede justificarse apelando a
la idea de causa. Así fundamos nuestra creencia en la existencia de la realidad extramental en
nuestra imaginación. Ésta tiene la función de proyectar sobre el mundo consciente una coherencia
indiscutible.
iii) Aplicado a la demostración de la existencia de Dios.
Descartes y Locke recurrieron al principio de causalidad para demostrar que Dios existe.
Pero Hume considera inválidos sus argumentos porque pretenden dar el salto de impresiones
particulares a Dios, del que no tenemos impresión alguna. Para Hume es imposible averiguar si
existe Dios o un mundo más allá de nuestras impresiones: nuestras nociones de Dios y de mundo
exterior son un misterio, constituyen la frontera y el límite de nuestro conocimiento.
iv) Aplicado a la noción de yo e identidad personal: crítica a la idea de sustancia.
Descartes había afirmado la existencia de la sustancia en sus tres formas: infinita, pensante y
extensa. Hume afirmará que la palabra sustancia está totalmente desprovista de sentido, ya
que no existe impresión alguna que la preceda. No es más que un nombre, (lo que nos remite al
viejo nominalismo de Ockham.) Es simplemente la costumbre, igual que ocurría con la idea de
causa, la que nos hace inferir que una serie de cualidades dependan de la sustancia. Una de las
consecuencias de la crítica de la idea de sustancia será la negación de la idea de yo o identidad
personal.
Tanto racionalistas como empiristas (Descartes, Locke) habían considerado indudable la existencia
de un yo o sustancia cognoscente, pensante, “res cogitans”, origen de las acciones que atribuimos
a humanos. Su existencia resultaba evidente por intuición inmediata, “pienso (yo), luego existo
(yo)”, no por inferencia causal. Pero Hume halla un punto débil en esta argumentación:
a. Hablar de un yo como sustancia o sujeto permanente de nuestros actos psíquicos no tiene
justificación apelando a la experiencia, porque las impresiones son efímeras y se suceden unas
a otras ininterrumpidamente. Si tuviésemos una impresión del yo, permanecería invariable y
constante a lo
largo de toda nuestra vida, pues hablamos del yo como un sustrato permanente de nuestras
conductas y procesos mentales. Pero no existen impresiones constantes e invariables: unas se
suceden a otras y no se dan todas al mismo tiempo. Y todos experimentamos una evolución y
cambios radicales a lo largo de nuestra vida.
b. No existe un yo como sustancia distinta de nuestras impresiones e ideas, como sujeto de
nuestros actos psíquicos. Aunque todos tenemos conciencia de identidad personal mantenida a lo
largo del tiempo y a través de las múltiples ideas e impresiones, esto no es más que un efecto de
la memoria: la memoria nos permite recordar la conexión existente entre las múltiples impresiones.
Pero la memoria sólo es un mecanismo útil para seguir la sucesión de impresiones, no una
identidad. Así pues, la existencia del yo no es más que un objeto de creencia.
2.2.4. FENOMENISMO Y ESCEPTICISMO.
El empirismo radical de Hume le llevó al fenomenismo y al escepticismo: las impresiones
aisladas son el punto de partida absoluto de nuestro conocimiento, la única realidad incuestionable.
Y entre las impresiones no cabe establecer más conexión que su contigüidad o sucesión espaciotemporal.
Es imposible encontrar un fundamento real a la conexión entre percepciones o impresiones: ni
conocemos una realidad exterior distinta de la suma de impresiones ni un sujeto con identidad
personal: la realidad queda reducida a mera sucesión de fenómenos (etimología: lo que aparece/se
muestra).
El fenomenismo lleva a una actitud escéptica respecto a las capacidades de nuestro
entendimiento: no podemos conocer nada más allá de las impresiones, ni establecer conexiones
verdaderas y firmes entre ideas o fenómenos.
Por último, añadir que con respecto a la crítica que hace Hume de la idea de causa y de la de
sustancia, lo que pretende es mostrar que ambas son ficciones de la naturaleza humana, pero
que sin ellas, la vida sería imposible. La filosofía tiene como tarea, no eliminar tales ficciones, sino
iluminar su carácter de ficciones para que el hombre no se convierta en presa del fanatismo y de la
intolerancia.
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