Hidria griega - Museo Arqueológico Nacional

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PIEZA DEL MES
Ciclo 2006
Los mensajes de la cerámica
octubre 2006
Hidria griega
de las Muchachas en la fuente
Igor Ochoa Soto / Sala 16
DESCRIPCIÓN Y FUNCIÓN
La hidri a es un vaso destinado a re c o g e r, tra n s p o r t a r, contener y ve rter líquido s y, como cualquier o tro vaso griego, su fo rma responde a
estas funciones: su gran cuerpo de forma ovoide sirve p ara contener
el líqui do, mientras que su alto cuello con gran boca circular sirve
p a ra recoger el agua y verterla. Sin embargo, lo más característico de
la hid ria son sus tres asas, de util idades diferentes: el asa ve r t i c a l ,
q ue une la bo ca al cuerpo, es adecuada para sujetar el vaso incli nado
m i e n t ras se recoge el agua del caño o se v ierte y las dos asas horizontales l o son para transportar el vaso con las dos mano s en re c o r r i d o s
cortos porque en los trayectos más largo s la llevaban las mujeres en
la cabeza, tal como ilustra la escena.
A la perfecta adecuación entre la forma y la función se añade la bell eza del di seño, resultado tanto de la pro p o rción y articulación de sus
partes co mo d el dominio de la técnica de “figuras negras” y de la
composición artísti ca con las que se ha ejecutado la ex p re s i va escena
q ue la decora.
Po r otra parte, este vaso está muy relacionado con la vida de la mujer
po r util izarse muy especialmente en los rituales nupciales o funerarios en los que la mujer tenía un papel destacado. La escena que la
d e c o ra, y que analizaremos más adel ante, alude p recisamente a uno
de esto s rituales.
Po r estas características, esta hidria con l a escena que la decora debió
de ser un encargo hecho ex profeso p or una familia nobl e con la
intención de utili zarla en al guna fi esta o acontecimiento, p orq u e
p a ra reco ger el agua d e uso cotid iano se utilizarían hidrias de cerámica más vasta.
TÉCNICA, AUTOR, DA TACIÓN Y LUGA R DE FABRICACIÓN
E l a b o rado a torno el re c i p i e n t e, las asas y el pie fuero n re a l i z a d o s
aparte y d espués pegad os con ayuda d e arcilla blanda. La técnica
d e c o ra t i va es la llamada de “figuras negras” porque l as figuras pintadas y cub iertas con barniz negro destacan so bre el fondo rojo . Este
b arni z o pintura era una pre p a ració n especi al reali zad a con la misma
a rcilla pero más fina y co mpacta, q ue se aplicab a con pincel y que,
t ras la co cción, adquiría un colo r negro b ril lante. Lo s d etall es de la
anatomía y del vestido se hacían con finas i ncisiones que se pintaban
de b lanco o ro j o .
En l os alfares de la ci udad de Atenas, las tareas estaban dive r s i f i c adas: co rrespond ía al al fare ro conformar las piezas en el torno y al
m a e s t ro pintor, pintar l as escenas q ue l as decorab an. Al autor de esta
hid ria se le cono ce co mo el p intor de la Fuente de Madrid porque fue
con esta p ieza con la que se definió su estil o prop io, aunque se desconoce su nombre ve rd a d e ro .
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En cuanto a la datación, se le supo ne una fecha entre el 520-510 a.C.
po r corresponder sus caracterí sticas co n los último s mo mentos de la
p rod ucción con esta técnica de figuras negras, q ue se desarrolla d esde
finales del sigl o VII hasta finales del sigl o VI- principi os del si glo V
a.C. Su época de mayor esplend or corresponde a l os años 570 - 5 2 5 ,
aunque desde el año 53 0 a. C. va siendo sustituida por la nueva técnica de “figuras rojas” que surge en este momento .
En 1874, entró a fo rmar parte de las colecciones del Museo como
parte integrante de la colecci ón del marqués de S alamanca, gra n
coleccionista de arte antiguo del s. XIX, comprada ese año.
ICONOGRAFÍA E ICONOLO GÍA
La escena pri ncipal so bre el cuerpo d el vaso presenta a un grupo de
m u j e res a ambos lado s de una fuente, unas van acoger agua y o tras se
re t i ran con sus hidrias llenas.
La fuente, en el centro, se re p resenta como un ed ificio columnado,
con techo a d os aguas y fro ntó n de estil o dórico rematad o por una
palmeta típicamente arcaica (anthemion). En su interior, dos caño s
con forma de cab eza de leó n, adosado s al muro, vierten el agua (pintada de color rojo) sobre unas pilas b lancas que serv ían para ap oya r
lo s recip ientes cerámicos a l a hora de la recogida. Sobre una d e estas
pi las, un niño desnudo se div ierte l impiándo se. Puede que se trate de
la re p resentación de la famo sa fuente de lo s Nueve Chorros, mandada construir por el ti rano Pisístrato que, siguiendo la costumbre de
lo s tiranos atenienses, favo reci ó la construcci ón de o bras públicas.
Esta fuente fue muy querid a p or los ciudadanos atenienses y de el la
se recogía el agua para el baño ritual previo al matrimonio o para lo s
ritos funerarios. Su re p resentaci ón en este recipiente cerámico puede
s e r, por tanto, un ejemplo más de la utilización de la cerámica como
sopo rte de prop aganda política, factible po rq ue fue una ind ustria
también protegida por el poder.
Las mujeres van el egantemente vesti das co n túnica y manto. A lgunas
l l evan s a k k o i en l a cabeza, otras un característico peinado arc a i c o ,
p e ro todas l levan el anill o de tela o t y l e s o b re l a cabeza para sostener
el vaso . Dos de ellas acercan sus hidrias a la fuente p ara recoger el
agua; o tra se acerca con la hidria vacía, ho rizontalmente dispuesta
s o b re l a cabeza, y las otras dos muchachas se alejan oliendo una flo r
roja, tamb ién con l a hidria so bre l a cabeza, pero esta vez llena y co locada de manera ve r t i c a l .
Estamos ante una imagen festiva, como demuestran las ramas que
adornan la fuente y que llevan las mujeres. Probablemente se trate de
una fiesta en la que la mujer es protagonista y que le da la opo rtunidad de salir de casa y participar en l a vid a comunitaria. Quizá se
t rate del momento, dentro del ritual d el matrimoni o, en el q ue las
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muchachas se encargaban d e ir a buscar agua a l a fuente p ara el b año
ritual de la novia. Pe ro tamb ién puede tratarse de un momento de las
a n t h e s t e r i a , fiesta d edicada al difunto y en las q ue l as famili as mandaban a una muchacha a la fuente a b uscar agua para l as abluciones
y l a bebida ritual del d ifunto. También pued e tratarse de otra fiesta
a t e n i e n s e, la h i d r o p h o r i a , estrechamente v inculada al agua.
En los hombros del vaso se re p resenta una escena de partida del guer re ro. En el centro, un hombre se dispone a subir a una cuadriga. A
la izquierda, o tro hombre hab la con un terc e ro sentado y, a l a d erecha, un cuarto hombre, sentado en un d i p h r o s , observa l a escena
(Imagen 1 ). Esta escena puede tener también una relación con lo
f u n e rario , ya que se identifica con la despedida del difunto hero i z ado , muy co mún en las estelas áti cas d e este perí odo. Pe ro, en este
caso, creemos es más conveniente leer l a escena secund aria como el
complemento mascul ino a la escena principal. El ho mb re está re p resentado en uno de sus rol es más nobles, el d e guerre ro. Manifestación
p r i m e ra de la virtud ( a r e t e ) dentro d e una moral aristo crática, que en
este si glo v ive uno de sus últimos momento s de esplendor. Frente a
él, las mujeres de la escena principal son re p resentadas en una acción
cotidiana (ir a la fuente) de acuerd o con el rol social q ue les estaba
desti nado dentro de esta mora l .
A través de la escena del cuerpo y de
los hombros de la hidria se re p re s e ntan, po r lo tanto, l os va l o res de un
grupo d e edad y de una clase social
determinada: la de lo s jóvenes no bles
atenienses. S e hace hincap ié en el ro l
de la muj er y en su mund o, contrapuesto en ci erta manera al del homb re.
Ro deand o la escena p rincipal , po r tre s
de
sus caras, encontramo s un friso de
Hidria. Detalle con partida del guerrero.
palm etas en trel azad as mu y tí pi co d e
este tipo de vasos en esta ép oca.
A continuación, vamos a interp retar estas escenas en su contex t o
social, lo cual nos lleva a centrarno s en lo s ritos de paso femenino s
q ue insertan a la muj er en el pap el que la so ciedad arcaica y clásica
le tiene re s e r vad o. Co ncretamente en el principal: el matri mo nio.
LA VID A D E LA MUJER Y LOS RITO S FEMENINO S:
EL MATRIMONIO
En la so ciedad griega, di ferentes ritos de paso, revestido s de aspecto s
rel igio sos y rituales social es de fuerte carga si mb ólica, marcaban la
e n t rada del indivi duo en la co lectividad y sancio naban el puesto que
o cupa en el grupo social . Estos ritos eran diferentes para cada sexo :
la muchacha solo disp onía, para integrarse en la vi da de l a co lectivi4
dad, de l as fiestas religiosas y, sobre todo , d el matrimonio, como
c o r respondía al papel secundario y de sumisión que se le asignaba; el
varón contaba, en cambio, co n una gran cantidad de ritos de iniciación, que sancio naban finalmente su acceso a la cal idad de ciudadano: la caza, el ejercicio militar, etc., de acuerdo con la vi sió n que la
so ciedad griega quiere transmitir del varó n como audaz guerre ro ,
val iente cazador. .. La hid ria que no s ocupa re p resenta un claro ejemplo de esto s ro les fundamentales. No olvid emos que, por med io de las
imágenes, la socied ad griega construye y re p roduce su identid ad y
perpetúa su o rganización i deal .
Uno d e lo s ro les fundamentales de la mujer ateniense, y también de
la esp artana, era el de esp osa de ci udadano y, por ello, el matrimonio
e ra el rito de paso fund amental en su vida, el q ue marcab a el fin de la
pubertad y el inicio de su vida adulta.
En épo cas arcaica y cl ásica, la elecció n del mari do no corresp ondía a
la mujer, sino a su padre o, en ausencia de éste, a sus hermanos o
f a m i l i a res masculi no s más próximo s. No se daba i mportancia al amo r
o al enamoramiento , que fue un co ncepto que se descub rió a p arti r
del helenismo. Además, di fí cilmente podí an enamo rarse do s jóve n e s
q u e, antes de la bo da, seguramente no se cono cían. La elecci ón d e la
n ovia se so lía hacer en funció n de lo s intereses materiales o simb ólicos, de las relaciones que se querían cre a r, mantener o fortalecer con
o t ras famil ias, etc. La novi a d ebía ap ortar además una dote a su marido, q ue consistía en j oyas, ro pas, esclavos, etc. La dote constituía una
especie de seguro p ara la esposa, po rq ue en caso de d ivo rcio debía ser
d ev uelta al p adre. El matrimonio se llevaba a cabo, en definitiva, po r
c o n venciones sociales y rel igiosas, y su fin era obtener hi jos con lo s
que p erpetuar la ciud ad, asegurarse el cuid ado en la vejez y el entier ro según lo s ritos estab lecidos, y mantener el culto famil iar. Es
d e c i r, para el hombre, el matrimonio, aunque fastidioso, era un deber
cívi co. En algunos lugares, como en Esparta, se castigaba a los so ltero s re c a l c i t ra n t e s .
La mujer ateniense solía casarse con un ho mbre bastante mayor que
ella, no rmal mente unos diez año s mayo r. La edad normal para cont raer matrimoni o en el caso de las mujeres estaba al reded or de lo s 15
años y de lo s hombres en torno a lo s 25-30 año s.
El rito formal del matrimonio era un acto jurídico p rivado denominado engyé, q ue signifi ca entrega de una prenda. Se trataba de un juramento solemne ante lo s dio ses, cuya ruptura conllevaría un casti go
por parte de aquel los. Se producía en presencia del pretendiente y el
k y r i o s ( re p resentante) de la joven, de su padre si aún viví a y de al gunos testigos. Pretendiente y re p resentante se estrechaban l a mano y
se intercambiaban algunas frases rituales. No sab emos si l a futura
esposa acudía a esta ceremonia, lo que es seguro es que, de estar pres e n t e, no tomaba parte activa en la misma. A partir de este mo mento
se co nsid eraba que legalmente lo s novios eran esposos, aunque en lo s
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dí as sucesi vos se realizaba tod a una serie de rituales que no conocemos con exactitud y q ue culminan en la ecdosis, la entrega de la
n ovia al esposo, y el traslado de la mujer a la casa del marid o. Era el
últi mo acto del matrimonio y constituía la parte públi ca del mismo,
en l a que la comunidad se hacía partícipe del enlace y l o integraba en
su seno. Los ritual es se desarrol laban a l o largo de tres días, denominados sucesivamente como: praílía, gámoi y epaílí a.
El p rimer día, la novia co nsagraba a los dio ses sus juguetes d e niña y
lo s o bjeto s que habí an presidido su infancia. También, en ocasiones,
un mechón d e sus cab ello s y un fragmento de su cinturó n. Estas
o f rendas tienen un valor de rito de ruptura co n l a vida anterior de
niña y sancionab an el fin de la pubertad y su p aso a la v ida adul ta.
El nov io procedía, por su parte, al sacri ficio de varios animales a las
di vinidad es p ro t e c t o ras del matrimonio, en una ceremo nia que se
denomina p r o t e l e i a ( l i t e ra l m e n t e, anterior al matrimo nio).
La última ceremonia del día anterior a la bod a era el baño de la nov i a ,
aunque en ocasio nes po día tener lugar la mañana misma de la bod a.
El agua utilizada para tal fin era recogid a por las amigas y muchachas
de la casa de l a novia y, vertida en un lutróforo o vaso especial, era
l l evada a la novia a la luz d e las antorchas y en compañía de un tañedo r de aulós. El b año nupcial tenía, además de un componente higiénico, el do ble valor de rito d e ruptura con la vida anterior y rito de
fecundidad, al igual q ue el agua hace a la tierra fértil.
El 3º d ía era el de los esponsales, gamo s en griego. Pa ra esta ocasión,
las casas d e l a espo sa y el marid o estab an deco radas con hojas de
o l i vo y l aurel. Se real izaban sacrificio s y un b anquete en casa d el
p a d re de la novi a, al que ésta asistía con sus mejo res galas (solía ll evar chiton e himation cub riendo en ocasiones la cab eza) e iba cubierta con un velo. Se celebraba en presencia de las dos fami lias y al gunos amigos, y marcaba el comienzo de la alianza entre amb as partes,
ya que el banquete era una institución cre a d o ra de vínculos. Hombre s
y mujeres p arti cipaban en el banquete en mesas separadas. Se servían algunos plato s típicos, como las tortas de sésamo, símbolo d e la
fecundidad, y un joven, cuyos do s padres estuvieran vivos, re p a r t í a
pan entre l os invitados mientras recitaba fórmulas ri tuales. La ve l ada estab a ameni zad a con música y cantos.
Después del banq uete, la nov ia recibía lo s
regalos.
Lebes. Escena debaño femenino.
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También al final del b anquete, tenía lugar un
último acto: el co rtejo nupcial ll evaba a la
esposa desde el d omicil io paterno a la casa d el
marido, su nuevo ho gar. Era el momento además, de la anakaly ptéria, esto es, cuando se
re t i raba el velo a la novia. El cortejo se re a l izab a al ano checer y es una imagen muy re p resentada, ya q ue se trata del momento en q ue la
boda d esempeña su pap el más público y relacionado con la comunidad. U n carro ti rado por mulos o b ueyes y l levado po r lo s amigos d el
n ovio , traslad aba a los nuevos esp oso s a l a casa del marido. La esposa llevaba un telar y un tamiz, símbolos de su futura actividad doméstica. Y tanto ella como el nov io estaban coronado s y adornad os con
cintas y guirnaldas. El carro avanzab a lentamente y padres y amigo s
lo seguían a la l uz de las antorchas, al ritmo del canto del himeneo
con acompañamiento de cí tara y aulós. La mad re de l a novia lleva b a
una tea en l as manos. Los padres d el nov io esperab an en la puerta de
la casa. Él con una corona de mirto so bre la cab eza y ella con una tea.
Se extend ían sobre la novia nueces e hi gos secos y se le o frecía una
ració n de la tarta nupcial, hecha con sésamo y miel, y un membri llo
o un dátil, símbol os de fecundi dad. El cortej o se re p resenta en numero sas vaso s con los novios montado s en cuadriga (q ue no se utilizaba)
y con la inclusió n de p erso najes parecidos a divinidades: por ejemp lo,
un hombre parecido a A polo tocando la lira. S e trata d e una re f e re ncia a la esfera religiosa e indica que el cortejo nupcial humano imita
el id eal del cortejo divino. Co n ello se indicaba también que l a ceremonia era fundamental p ara mantener el orden social y po lítico, ya
que se apoya directamente sob re el modelo ejempl ar d ivino. El acto y
su re p resentación sancio nan el orden establecid o y las bases de la
comunid ad en l a q ue se integra la nueva cédul a familiar. No olvi demos q ue el matrimoni o es ante todo un deber cívico , por medio d el
cual no solo se p erpetúa la famil ia, sino también la co munidad a la
que ésta pertenece: la polis.
Más tard e, la pareja entraba en la cámara nupcial (tálamo ), mientra s ,
t ras la puerta cerrada, se cantaban himnos para alej ar a los malo s
espíritus. Es ev idente q ue el lujo de estas ceremo nias depend ía de la
clase soci al de lo s novios, pero en al gunas ocasiones llego a ser tan
opulento q ue algunas leyes intentaron marcar un p oco de contro l .
El día sigui ente de la b oda era tamb ién un día festivo: los padres de
la nov ia llevaban solemnemente, al son del auló s, regal os a la nueva
p a reja y es entonces quizás cuando se d aría la d ote. Esto lo vemos en
un lebes nupcial de la sal a XVI v itrina 4, en el que se re p resenta la
e n t rega d e regalos a la nov ia (N º inv. 11 2 6 4 )
Hidria con procesión nupcial.
Algún tiempo después, el re c i é n
casado ofrecería a los miemb ro s
d e s u f rat rí a un b anq u et e, l a
gamelia, acto de carácter oficial
en el que les anuncia su nuevo
estado civil Era un acto importante p orque en la fratría habrían de ingresar lo s futuros hijo s
va ro n es d e l a p arej a. Y u n a
d e m o s t ració n más del carácter
cív ico y co munitario del ritual
matrimonial.
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Todo s los rito s relacionados con el matrimonio estab an, por l o tanto,
di rigidos a la prosp eridad d el oikos, a la perpetuació n de la cedula
social y religiosa q ue constituía el nuevo hogar y a su integración en
la estructura social de la pol is.
El marido si empre tenía derecho a repudiar a su mujer, aunque no
t u v i e ra ningún motivo q ue alegar y, en casos como el adulterio femenino , era casi una obl igación. La esterilidad d ebía de ser mo ti vo de
rep udio fre c u e n t e, ya q ue el hombre se casaba esencialmente para
tener hi jos. El divo rcio po r deseo del marido no estaba sujeto a ninguna fo rmal idad, pero era diferente en el caso de las mujeres, ya que
la ley las situaba en un estado de permanente incapacidad. En estas
o casiones debía d irigirse al arc o n t e, defensor de los indefensos y
pedirle que, por escrito, accediera al divo rcio. Si empre tenía que
haber una causa justificada y parece que en estos casos no eran suficientes los adulterio s del marido , ya que se era permisi vo con la infidelidad masculina.
Co n el m at rimo nio ,
el status de la mujer
vari ab a pero n o su
forma de vida, ya
qu e debía p ermanec er s i em p re en el
gineceo. Y fi el a las
reg l a s, q u e m arc a
Jeno fo nte en su
E c o n ó m i c o , so bre la
Lécito con procesión nupcial llegando al nuevo hogar.
sofrosyne
de
las
j ó venes, es decir, sobre su b uena educación: “una esposa deb ía ver lo
menos posibl e, oír lo menos p osi ble y preguntar lo meno s posible”.
Hemos visto có mo, en el momento del matrimonio , el uni verso femenino y el masculino se unen y participan en común d e uno de lo s
po los fundamental es de l a vida famil iar. Ex iste también otro en el
q ue ambos mundos v uelven a ir paralel os: el momento de la muerte y
lo s funerales. La mujer p articipaba activamente en l os funerales de
sus familiares, aunque estaba limitado que acudi esen a l os funera l e s
aquel las que tuvi esen un grad o de parentesco menor que el de p rimo s
hermanos. Las mujeres eran l as que llevan a cabo las lamentaciones
en torno al lecho fúnebre durante l a ex hibici ón del cadáver y ro d e ab an al carro fúnebre en su camino hacia la necrópo lis. S on ellas tamb ién las q ue llevan ofrendas a la tumba.
LA MUJER EN ATENAS: ROLES Y FUN CIONES
El status d e l a mujer griega, aunque di ferente según las ciudades y el
grup o so cial al q ue pertenecía, era en todo s l os casos inferior al d el
h o m b re.
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En Atenas, la mujer, al
igual que el escl avo , estaba exclui da de la ci udad
(d efi ni da d esde el s. VII
a. C . , c o m o c o m u n i d ad
p o l ít i ca d e c iu d ad ano s ),
ya qu e carecía de d erechos p olíticos y jurí dico s
de cual quier tipo. S u d efinición principal fue la de
hija, esposa o madre de
un ciudadano. Vivía b ajo
l a au t o r i d ad d e l p a d re
p r i m e ro y del esposo desLutróforo con escena de lamentación fúnebre.
p u és , q u e eran l o s q u e
re p resentaban sus intereses en cualq uier ámbito, pero sob re todo en
lo s tribunales, ya q ue su testimonio carecí a d e valo r en ell os.
La familia ateniense p refería el nacimiento de niño s va rones, antes
q ue de mujeres. En este sentido un p oeta cómico firmaba “A un niño
se le educa siempre, aunque se sea pobre. A una niña se la abandona
s i e m p re, aunq ue se sea rico ”. Por lo que la práctica de abandonar a
las niñas no deseadas en lugares púb lico s era bastante habitual .
El nacimiento se p ro ducía en casa y, si la recién nacida era niña, se
colocab a una band a de lana sobre la puerta para informar a l os ve c inos. Al q uinto o séptimo día se celebraba la fiesta familiar de
Amfrido mi as, cuyo ceremonial incluía p urificaciones de los miemb ro s de l a casa q ue habí an asistid o al nacimiento (que, co mo la muert e, significaba una impureza) y la realizaci ón de un ritual que consistía en co rrer co n el niño por toda l a casa. A partir d e este momento,
la co muni dad aceptaba e integraba al recién nacid o en su seno y el
p a d re no tenía derecho a librarse de él.
La mujer ateniense no reci bió una educación si milar a la del homb re.
Su madre era la encargada en el interio r del hogar de enseñarle las
funciones prop ias de su sexo: las tareas y la dirección de l a casa y sus
e s c l avos y, en ocasiones, nocio nes de l ectura y escritura, canto y cálculo. La mujer ateniense de épo ca arcaica y clásica no era, por tanto,
una mujer culta. Algunas mujeres sí habían estudiad o, como Asp asia,
la amante de Pericl es, de la que ya en la Antigüedad se ensalzaban su
c u l t u ra y educación, y a la que dicen que el mismo Só crates admirab a. En el caso de las casas ricas atenienses, podían encontrarse activ idades cul turales femeninas paralelas en el i nterior del ho gar, que se
o ponían a l as activ idades p olíticas y masculi nas d el ágora. U na hidria
de colección privada re p resenta a dos mujeres y una acólita tocando
la li ra en el interior d e su casa y quizás reci tando poemas. Pe ro se
t rata, en cualq uier caso, de excepcio nes a la regla general (re c o rd emos por ej emplo l a escuela de Safo ) y siemp re de casos concretos de
las mujeres ri cas atenienses.
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Antes y después d el matrimo ni o, las mujeres viví an recluidas en el
gineceo que, en el caso de las familias acomo dadas, era amplio y con
un patio interio r. No se cerraba co n llave, pero l a costumb re era suficiente para mantenerlas allí. Su d eber era ocuparse de la casa con
di ligencia y economía. All í ell a era l a d e s p o i n a , l a señora, y debe
gobernarla con mano férrea. Era el la, por ejemplo, la que custodiaba
las llaves d e la bo dega y de la despensa, símbolo s de su autoridad, y
la que debía dirigir a las esclavas en las tareas del hogar o hacerlas
ella misma, si no pertenece a una familia acomodada. Dentro de estas
t a reas estab an, por ejemplo , las de amasar el p an, hacer la comid a,
sacar el agua d el pozo , tejer los vestidos de la famili a… De l a compra
se o cupaban por regla general el marido y l os escl avo s. Una mujer de buena
m o ral, q ue quiera tener una conducta
i n t a c h a b l e, no debe ni siquiera interesarse por l o que ocurre en la ciudad,
f u e ra de su casa, ya q ue eso concierne
sólo al marido. Estaba excluida, además, de los simposios y de l as re u n i ones populares, en las que p arti cipaba
el hombre. Las salidas fuera de la casa
e ran p ocas, l imitadas e indispensabl e:
po r un aco ntecim iento f am ili ar, un
Hidria. Mujeres tocando la lira..
matrimo ni o o una visita y debía i r
s i e m p re acompañada por una de sus esclavas. Estas ocasiones eran las
únicas en las que se relacionaba con los o tro s miemb ros masculino s
de l a familia, marido aparte, claro está.
Las grandes fiestas ciudadanas eran también un momento en el que se
permi tí a a la mujer salir de su casa e integrarse en l a vid a comunitaria. Participaba activamente en ellas, bien como sacerdotisa, b ien
como espectadora. El sacerdocio femenino era una forma de alcanzar
un status privil egiado y, en ocasiones, de po der. Po r poner ej emplo s
no ateni enses, la Pitia o sacerdotisa principal de Delfos era una
mujer; en Argo s, era la sacerdotisa de Hera la que daba nombre al
año. En Atenas, cuentan incluso con fiestas exc l u s i vamente d edicadas a las mujeres casadas, co mo so n las Tesmoforias. En estas ocasiones incluso po dían asistir al teatro, preferibl emente a traged ias, ya
q ue las comed ias solían tener un carácter más licencioso.
U n tipo de mujer más libre so n las hetairas, cortesanas que participab an en los b anquetes con los ho mbres, y que en ocasiones re c i b í a n
una educaci ón más libre y amplía que las demás mujeres atenienses,
s o b re to do en el campo de la música, el canto y la danza. Podían ser
l i b re o esclava s .
E s n e c e s a r i o d i s t i n g u i r, s i e m p r e, e n t r e l a s d i f e re n t e s c l a s e s s o c i a l e s . F re n t e a l a m o ra l t ra n s m i t i d a p o r l o s p o e t a s y d r a m a t u r g o s d e
q u e l a m u j e r re c a t a d a y h o n ra d a d e b í a p e r m a n e c e r r e c l u i d a e n e l
i n t e r i o r d e l h o g a r y s a l i r s ó l o e n o c as i o n e s e s p e c i a l e s , l a s m u j e 10
res de las clases
má s ba jas debieron de ser m ás
l a xa s e n s u s c o s tumbres, ya que se
verían obligadas a
contribuir con su
trabajo (por ejemLécito. Mujeres tejiendo e hilando.
plo, la venta en el
m e r c a d o ) a l a s u b s i s t e n c i a d e l a e c o n o m í a f a m i l i a r.
También hay que distinguir entre las diferentes épocas de la historia
griega, ya que según avanza ésta, las excepci ones a esta moral son
también cada vez más frecuentes. Ya en la Atenas de finales del s. V
a.C., con los hombres ausentes por motivo s bélicos, como la guerra
del Pelopo neso, las mujeres ado ptan una forma d e vida más libre, a
imitación de l as espartanas. La situación ll egó a tal p unto que provocó incluso la creación d e una magistra t u ra para controlar la co nd ucta de l as mujeres y su lujo. El magistrado encargado d e esta tarea se
llamaba ginecono mo.
En época hel enística, la l ibertad d e la muj er va en aumento , según
algunos autores por influencia de las grandes reinas de este perío do.
Las corrientes filo só ficas, como el estoi cismo posterior a Zenón,
defienden el matrimonio y la familia, pero comienzan a reconocer la
igualdad entre el hombre y l a mujer. La mujer tiene ahora más l ibertad p ara elegir espo so , ya q ue entra en co nsid eración el tema d el
a m o r, hasta aho ra excluid o de estas conjeturas, y co mienza a interesarse más p or la cultura, como demuestra el círculo de Epicuro .
OTROS MO DELO S CONTRAPU ES TOS A LA MUJER ATENIENSE
F rente a las restriccio nes q ue hubo de sop ortar la mujer en At e n a s ,
o t ras ciudades y regiones de Grecia fueron más permi sivas y libera l e s
con ellas. La mujer espartana tuvo muchas más libertades que la
ática. No vivía encerrada en su casa y recib ía ed ucación en el gimnasio , al igual q ue los jóvenes. Practicaba desnud a ejercicios atléti cos,
como el l anzamiento de disco y de j abal ina y la lucha; cantaba y danzab a al so n de la música. En otros lugares, co mo Tesalia, Mégara ,
A m o rgos, Teos y Delfos, las mujeres tenían derechos de po sesió n y
pleno s poderes en lo s actos jurídicos.
Así mismo, mujeres d e otros ámbitos del mediterráneo gozaron de
una mayor libertad que l as griegas, por ejemp lo, la mujer etrusca,
am p l i am e n t e cr i t i ca d a p o r l as f u en t e s g ri eg as ( Te o p o m p o ,
Ari stóteles) po r su l ibertinaj e. La mujer etrusca no estaba o bligada a
permanecer en el interior de su casa y podía sali r libremente de ell a.
Particip aba de l os banquetes junto a lo s hombres y comp artí a las mismas mesas: particip aba, en fin, de l as diferentes mani festacio nes de
la vida públ ica y priva d a .
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BIBLIOGRAFÍA
S obre nuestra hi dria y el tema de las muchachas en la fuente:
- Olm os, R .; Balmaseda, L .J., “ El tem a de “las m uchachas en la fuente” en un as hid ria s áticas del MA N”, en Arc h i vo Españ ol de Arqueología, (50- 51) 19 77- 197 8, p. 1 5-3 0.
- Olmos, R .; S anchez, C., I má genes de la An ti gua Aten as, Mad ri d, 19 88.
S obre la cerám ica griega con otra s rep resentaciones relaci on ados con lo femen ino en el
MA N y otros m useos:
- Cabre ra Bonet, P (ed .), L a colecci ón Vá rez F isa en el MAN, Mad ri d, 19 99
- VV.A A., La ci té des im ages. Religion et société en Grèce an tique, Paris, 1 98 4.
PIEZA DEL MES
Departamento de Difusión
Sábados: 17,30 h.
Domingos: 11,30 y 12,30 h.
Duración aproximada:
30 minutos
Entrada libre y gratuita
Texto:
Igor Ochoa Soto
Asesoramiento científico:
Dpto. de Antigüedades
Clásicas
Maquetación:
Luis Carrillo
S obre la mujer y el ma trim on io en Grecia:
- VER ILH AC, A- M.; VIAL , C., L e ma ria ge grec du Vieme siècle av. J .C. à l'ép oque d'Au g u s t e,
Pari s, 19 98 .
- CA N TARELL A, E. La ca la mid ad a mbigua : Cond ición e im agen de la mujer en la antigüed ad
gri ega y rom ana ,Ma dri d, 19 91 .
- ARCHER , Leon ie, J., et al. Wom en in An ci en t Soci eties: A n I llusi on of the Ni ght. N. Yo r k ,
1994.
- MC'AUSL AN, I., WA L C O T, P (eds.), Wom en in A ntiquity, Ox ford, 19 96 .
VISITAS RECOMENDADAS
- El Museo Arqueológico Nacional de Madrid dispone de la colección de vasos griegos más importante de
España. En el Museo Arqueológico de Tarragona puede visitarse hasta el 4 de febrero la exposición “Reflejos
de Apolo”, sobre el deporte en la antigüedad mediterránea, que presenta una gran cantidad de vasos griegos..
- A nivel europeo, las mejores colecciones son las del Museo Nacional de Atenas, Museo del Louvre (París) y
Museos Vaticanos (Roma). Una visita a sus páginas webs puede resultar muy interesante:
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www.culture.gr/2/21/214/21405m/e21405m1.html
www.louvre.fr
www.christusrex.org/www1/vaticano/
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