VISIÓN DE FUTURO Terminó las lentes temporales luego de años de esfuerzo e investigación. A pesar de que científicos del mundo entero lo habían tratado de loco y ridiculizado en cada convención en que se presentaba, persistió. Y los resultados estaba sobre la mesa. Las primeras lentes temporales que se hubieran fabricado, un prodigio de la electrónica y la física cuántica. Permitían detectar las ondas causadas por partículas que se movían en el tiempo, como las ondulaciones producidas por una piedra al caer al agua. Correctamente decodificadas permitían tener una imagen bastante clara de sucesos futuros. Le había costado todo su dinero (y unos cuantos préstamos de personajes cuestionables) conseguir los materiales necesarios para hacer una lente minúscula, de algunos centímetros de diámetro, y con un alcance de no más allá de unos cuantos minutos en el futuro. Pero no necesitaba mas, con solo ir al casino y ver los números que saldrían en la ruleta podría pagar sus deudas y conseguir fondos para hacer una lente que viera meses, quizá años en el futuro. Solo restaba terminar el montaje, de los cristales dorados sobre un armazón, que no llamara la atención, de unos anteojos de sol convencionales. Diez minutos después terminaba y se colocaba los anteojos. Llevó la mano hacia el interruptor y lo encendió. Los cristales, que no eran tales, sino pantallas de cristal líquido por su lado interior, parpadearon como un televisor y ofrecieron una imagen que se fue volviendo más nítida, a medida que la lente temporal, montada del lado externo, se enfocaba. El indicador de alcance señalaba “0:00 minutos” hacia el futuro, o sea, estaba viendo su presente. Tocó el regulador de alcance y lo colocó a 5 minutos en el futuro. Miró la puerta de su casa. Unos segundos después se vio a si mismo salir de la casa, cerrando cuidadosamente la puerta detrás. Bien, todo concordaba, tenía que salir hoy a pagar algunas cuentas. Entonces decidió hacer un experimento. Decidió salir mas tarde. Volvió a ajustar el alcance y miró la puerta. Nadie salió por ella. Volvió su cabeza y se distinguió a sí mismo agachado junto a la mesa de la cocina, jugando con su gato. — ¡ Excelente ! Eso me da una idea. — reguló las lentes para ver el presente y llamó a Manfred, su gato persa. Cuando el animal acudió, siempre hambriento, a buscar su comida él se agacho y regulando las lentes para ver 1 segundo en el futuro le ofreció un trozo de carne. Cuando el animal lanzó un zarpazo para atraparlo sólo encontró el aire. Así una y otra vez, cada vez que el gato trataba de alcanzar la carne el preveía su movimiento y se la quitaba. Estuvo un largo rato riéndose a costa del animal, hasta que cayó en cuenta que lo que se había visto haciendo hacia unos minutos era este juego. — Bien — le dijo al animal luego de darle la carne por la que tanto había luchado —, es hora de sacarle algún provecho a este juguete. Se dirigió hacia la puerta y salió a la calle, cerrando tras de sí. Estaba cruzando la calle cuando vio el enorme camión con acoplado dirigirse a toda velocidad hacia el. — Es bueno saber que pasaras por aquí dentro de cinco minutos — le dijo sonriendo al enorme aparato. Entonces recordó su juego con el gato y miró el indicador de alcance, “un segundo”, decía. Alcanzó a levantar los anteojos para ver el presente. El camión estaba ahí, esperandolo pacientemente.