DESFEDERALIZACIÓN DEL JUZGAMIENTO DE ALGUNOS DELITOS DE NARCOTRÁFICO Carlos Julio Lascano En materia de delitos de narcotráfico es evidente que en nuestro país se ha aplicado una política criminal rigurosa, cuyo objetivo es perseguir y castigar con severidad aquel tipo de ilícitos, como un método adecuado para combatir el flagelo de la droga que hace ya tiempo se ha instalado en nuestra sociedad y crece de manera alarmante. Este punto de vista acerca de la problemática del tráfico de estupefacientes se impuso a nivel internacional y luego fue adoptado por distintos Estados, entre ellos la República Argentina, lo cual quedó evidenciado en el debate parlamentario que culminó en 1989 con la sanción de la ley 23.737. Dicha ley incorporó a nuestro Derecho interno aquel paradigma establecido en diversas Convenciones internacionales, mediante el cual se profundizan las políticas represivas y la criminalización de todas las actividades que componen la cadena del narcotráfico, desde sus inicios hasta su culminación en los usuarios de drogas, que han quedado incluidos dentro del sistema penal. La norma que tipifica la tenencia de estupefacientes para el propio consumo no encuentra en la actualidad ningún argumento válido que justifique su existencia a la luz de los principios del Estado constitucional de Derecho. Ello es así porque el diseño político criminal que introduce al usuario de drogas ilícitas dentro del universo prohibitivo, al estar basado en una apreciación sesgada de la realidad, se propone objetivos para proteger el bien jurídico —disminución del consumo y acceso al narcotraficante— que no pueden ser alcanzados por esa vía; agudiza la irracional y discriminatoria selectividad ejercida por las agencias ejecutivas del sistema penal; posibilita el avasallamiento arbitrario de las libertades de las personas más vulnerables; e impide, por la utilización equivocada de los recursos, el acceso de los sectores afectados por las adicciones a los centros de salud asistencial. Derivación de ello es que, en el marco de un respeto irrestricto de los principios constitucionales en que se inspira el modelo garantista del Derecho Penal, la figura delictiva cuestionada (art. 14, 2º párr., Ley 23.737) debería ser definitivamente suprimida del catálogo represivo. En este sentido, el fallo “Arriola” de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el documento oficial emitido por el “Comité Científico Asesor en Materia de Control del Tráfico Ilícito de Estupefacientes, Sustancia Psicotrópicas y Criminalidad Compleja sobre los Usuarios de Drogas y Políticas para su Abordaje” y el consiguiente debate Palabras pronunciadas como coordinador del panel sobre el tema “Objetivos y fundamentos de la reciente creación de la Fuerza Policial Antinarcotráfico de la Provincia de Córdoba”, en el Seminario sobre Narcotráfico y Lavado de Dinero”, organizado por la Presidencia del Consejo de la Magistratura de la Nación y de los Tribunales Orales en lo Criminal Federal de Córdoba, que tuvo lugar en la ciudad de Córdoba el día 22 de mayo de 2015. 1 que debe necesariamente desarrollarse en el Congreso de la Nación en base al Anteproyecto de Código Penal de 2014 –cuyo art. 202 inciso 1º reprime con prisión de seis meses a tres años y multa al que “tuviere en su poder estupefacientes que no estuvieren destinados al consumo personal”-, constituyen los cimientos sobre los cuales deberá edificarse una nueva política criminal en materia de estupefacientes. En ese contexto, a partir del 1º de diciembre de 2012 en la Provincia de Córdoba entró en vigencia la ley nº 10.067 por la que adhiere a la ley nacional 26.052, cuyo art. 2 modificó el art. 34 inc. 1º de la ley 23.737, que ha hecho posible la “desfederalización” del enjuiciamiento de algunos delitos de narcotráfico de menor gravedad, pertenecientes al último eslabón de la cadena de comercialización de estupefacientes, cuando éstos estuvieren “fraccionados en dosis destinadas directamente al consumidor”. El Tribunal Superior de Justicia, en el Acuerdo nª 10 del 6/11/2012, ha delimitado el catálogo de delitos desfederalizados que corresponden al “Fuero de lucha contra el narcotráfico”. Entre esos delitos se encuentran la comercialización de estupefacientes y la tenencia de estupefacientes con fines de comercialización que tienen por destino únicamente al consumidor y no al tráfico de mayor cuantía. Ya contamos con interesantes resoluciones que van delineando la jurisprudencia de dicho fuero especializado, incluidas algunas sentencias de la Cámara de Acusación, Cámaras en lo Criminal y la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia. Ello permitirá confrontar con los fallos de los tribunales federales, con la consiguiente posibilidad de un enriquecimiento intelectual mutuo entre ambas jurisdicciones. En tal sentido, en los últimos meses se han propuesto distintas soluciones y criterios sobre algunos temas controvertidos: a partir del caso “Ríos” la CFCP ha señalado que no reviste carácter vinculante para los jueces, sino meramente indicativo, el mínimo (4 años de prisión) de la escala penal conminada en abstracto para los delitos del art. 5ª inc. c) de la ley 23.737; otros tribunales (federales y de la Provincia de Córdoba) han ido más lejos al decidir –con distintos y sólidos argumentos- que la aplicación al caso concreto de dicha escala o de su mínimo puede entrar en colisión con principios y garantías constitucionales. A comienzos de este mes, dos sentencias dictadas por el Dr. Jorge Montero como Tribunal Unipersonal (Cámara Cuarta en lo Criminal de esta ciudad), están dando que hablar: en la primera de ellas, declara la inconstitucionalidad de la escala penal (no del mínimo) del art. 5 de la ley de estupefacientes, en base al criterio sentado por el Dr. Roberto Spinka también como Tribunal Unipersonal de la Cámara Novena en lo Criminal de esta ciudad en autos “Lucero”; a continuación condena por los delitos de dos hechos de comercialización de estupefacientes y tenencia de estupefacientes con fines de comercialización; finalmente, y esto es lo novedoso, ordena remitir los antecedentes al Fiscal de Instrucción de turno ante la posible 2 comisión de un delito de acción pública (encubrimiento del art. 277, inc. 1º, apartado “c”) por parte de dos compradores, tenedores de droga para consumo personal. La segunda de esas sentencias, tras condenar a dos años de prisión en forma de ejecución condicional a una persona como autor del delito de tenencia simple de estupefacientes reiterada (dos hechos), dispone la remisión de antecedentes al Ministerio Pùblico, por similares motivos. Hace pocos días ha sido puesta en marcha la flamante Fuerza Policial Antinarcotráfico que depende de la Fiscalía General y reemplaza a la disuelta División Drogas Peligrosas que operaba dentro del organigrama de la Policía de la Provincia. Destacados especialistas en la materia formularon duros cuestionamientos a la ley que permite desfederalizar la investigación y el juzgamiento de algunos delitos incluidos en el régimen penal de estupefacientes; entre ellos, menciono a ABEL CORNEJO, quien en el prólogo a la segunda edición actualizada de su conocido libro sobre “Estupefacientes” (2009), afirma que sus “nefastos efectos ya se están viendo, pues lo único que aportó es mayor confusión y conflictos de competencia” (p. 14). El mencionado autor sostiene que “se sigue creyendo que con más fuerzas policiales o de seguridad se solucionará el problema, y nadie plantea que podría realizarse un Pacto Federal sobre Seguridad y Narcotráfico”, donde una sola fuerza especializada, capacitada y bien paga sea la encargada de investigar sus crímenes. No importa renunciar al federalismo que todas las provincias argentinas adopten esta solución, porque lo único que importa es que los ciudadanos tengan una mejor calidad de vida, que desde luego se torna ilusoria si perciben inseguridad”. El Seminario que hoy damos comienzo es una buena oportunidad para que los operadores del sistema judicial –magistrados y funcionarios tanto federales como provinciales- podamos reflexionar sobre estos temas, mediante el debate de ideas y el intercambio de experiencias que podrían aportar mejores soluciones a la gravísima problemática que nos toca enfrentar. Finalmente, cabe destacar que -más allá de los aportes que se puedan brindar desde el Poder Judicial- el desafío actual es que los otros poderes gubernamentales puedan ofrecer, como una verdadera política de Estado, una regulación superadora – a la par de los recursos humanos y económicos necesarios- que posibilite el juzgamiento y castigo de los grandes narcotraficantes que operan con la modalidad de la criminalidad organizada transnacional y del poder, con altos índices de corrupción; al mismo tiempo, contemplar la situación de los usuarios de drogas desde una perspectiva sanitaria-asistencial —p. ej., a través de la implementación de políticas de reducción de daños— y que, al mismo tiempo, sea respetuosa de los principios del Estado constitucional de Derecho en que se basa la convivencia social, impidiendo el consumo de drogas ilícitas en lugares públicos a través de los institutos que ofrecen otras ramas del Derecho, como lo es, por ejemplo, la coerción directa administrativa. 3