Comunidades Litúrgicas Parroquia sj y Religiosidad Popular 1. Los pueblos latinoamericanos y la religiosidad popular + la evangelización inculturada desde el siglo XVI. La estima de los frailes y misioneros por las lenguas indígenas, sus valores y costumbres dignas. + la valoración de Juan Diego y los símbolos indígenas en el mensaje de la Guadalupana. + el arte popular y sus expresiones en los templos y celebraciones católicas. + la carencia constante de clero suficiente, y el aliento y promoción de la fe por catequistas y celebradores populares. + débil teología del laicado y sus expresiones de fe. 2. La reforma litúrgica del Vaticano II, y su repercusión + avance sustancial en la comprensión de la vocación cristiana y laical. Todo el Pueblo de Dios, por el bautizmo, participa de la misión evangelizadora de Cristo, en su triple dimensión, pastoral, profética y sacerdotal. La urgente necesidad de revalorar la participación en el sacerdocio de Cristo. + en América Latina, los años inmediatamente posteriores al Vaticano, se dio una fuerte reacción contra las expresiones de la religiosidad popular, en algunos grupos más elíticos del clero. + ya en Puebla, se aprecia y estima la religiosidad popular como la religión del pueblo. Sus expresiones manifietan la existencia de una evangelización inculturada, de una fe inculturada. Ciertamente se indica que se debe vivir continuamente un discernimiento crítico de dichas expresiones. + la vida de Jesús nos manifiesta que vivió críticamente la religiosidad y costumbres de su pueblo judío. 3. Las comunidades litúrgicas de la parroquia SJ y la religiosidad popular. + la mayoría de nuestras parroquias están situadas en áreas populares, ya sea urbanas o rurales. + a ejemplo de Jesús y siendo sus seguidores, debemos ayudar a que nuestras comunidades litúrgicas valoren, aprecien, disfruten, disciernan, purifiquen la religiosidad popular, a fin que llegue a ser una expresión, lo más pura posible, de nuestra fe cristiana. + el pueblo requiere y gusta de celebraciones que expresen y hagan sentir la bondad y gratuidad de la salvación del Señor. Por ello, cuidar esos espacios y celebraciones que sean fuente de paz, consuelo y esperanza para los necesitados. Con sabiduría pastoral saber integrar los momentos de llamada al compromiso profético, con los momentos de descanso y fiesta del pueblo. En los mismo cantos, cuidar el tacto pastoral de formar al pueblo en canciones animadas y movidas, con otras de profundización y compromiso solidario. + cuidar la formación de los promotores de las celebraciones de la religiosidad popular, en la liturgia cristiana y eclesial, de manera que estén bien integrados en el proceso litúrgico. Una formación que evite los extremos de ser demasiado formal, racional y seca, o por el contrario, superficial y de pobre contenido y racionalidad.