TEMA: Descripción anatómica y bases fisiológicas del aparato circulatorio: anatomía del corazón y grandes vasos. Fisiología cardiovascular. Esquema: 1. Introducción 2. Anatomía del aparato circulatorio 2.1 Corazón 2.2 Vasos sanguíneos 2.3 Sangre 2.4 Circulación sanguínea A. Circulación sistémica o circulación mayor B. Circulación pulmonar o circulación menor C.Circulación fetal 3. Fisiología del aparato circulatorio 3.1 Ciclo cardíaco 3.2 Sistema de conducción del corazón 3.3 Presión arterial 3.4 Pulso 4. Sistema linfático 5. Aparato circulatorio y envejecimiento 6. Patología cardiovascular 7. Conclusiones 8. Bibliografía 1. INTRODUCCIÓN Todas las células de cada uno de los tejidos que componen nuestro organismo necesitan un suministro contínuo de oxígeno y nutrientes para poder llevar a cabo sus funciones metabólicas. Así mismo, cada célula precisa eliminar los productos de desecho generados en dicho metabolismo. Dado que el lugar de obtención de oxígeno (el aparato respiratorio) y el lugar de obtención de nutrientes (aparato digestivo) están demasiado lejos para la mayoría de las células, es preciso el funcionamiento de un transporte interno dinámico y contínuo que pueda abastecer a todo el organismo rápida e ininterrumpidamente (la mayoría de las células mueren si no reciben oxígeno en menos de 4 minutos). Lo mismo sucede con los lugares de eliminación de desechos (el aparato respiratorio y el aparato urinario principalmente): su ubicación está demasiado lejos para la mayoría de los tejidos. De esto precisamente se encarga el aparato o sistema circulatorio, también conocido como aparato o sistema cardiovascular: de transportar sustancias por todos los rincones del organismo, garantizando el abastecimiento celular y la eliminación de residuos metabólicos (cuya acumulación podría causar graves daños e incluso resultar letal para cualquier persona). Igualmente, el aparato circulatorio es el rápido medio de transporte para las células inmunitarias del organismo, así como para otras sustancias esenciales en la comunicación e integración de funciones del cuerpo humano (hormonas). El aparato circulatorio consta de un órgano de bombeo que actúa como un motor en contínuo funcionamiento (el corazón), de un tejido conectivo líquido que transporta sustancias (oxígeno, nutrientes, desechos metabólicos, etc.) hasta y desde las células (la sangre), y de un extenso sistema de "tuberías" por las cuales circula la sangre bombeada por el corazón hasta y desde cada una de las células del organismo (los vasos sanguíneos). 2. ANATOMÍA DEL APARATO CIRCULATORIO 2.1 Corazón A. Ubicación y tamaño El corazón es un órgano musculoso situado en el mediastino (zona media del tórax), y cuyas dos terceras partes se encuentran a la izquierda de la línea media. En su parte anterior está protegido por el cuerpo del esternón, entre la segunda y sexta costilla. En su parte posterior se encuentran las vértebras dorsales (de la D5 a la D8). Este encajamiento óseo es lo que permite comprimir el corazón de manera externa cuando una persona se encuentra en parada cardíaca: basta con presionar con el talón de la mano sobre la parte inferior del cuerpo del esternón para estimular su bombeo artificialmente. El latido apical (también denominado pulso apical) es el que se escucha poniendo el fonendoscopio en el vértice del corazón, concretamente en el quinto espacio intercostal, en línea con el punto medio de la clavícula izquierda. En la persona adulta, su forma y tamaño se asemeja a la de un puño cerrado, pesando en el varón unos 310 g y en la mujer unos 225 g. B. Estructura a. Pared y envolturas De su parte más externa a su parte más interna nos encontramos: -Pericardio, que consta de dos membranas: El pericardio fibroso es un tejido blanco y fuerte, inextensible, es una bolsa que rodea y protege al corazón. El pericardio seroso está formado por dos delgadas capas lisas y húmedas; una reviste internamente al pericardio fibroso (hoja parietal) y la otra reviste externamente al miocardio (hoja visceral o epicardio). El espacio situado entre ambas hojas, conocido como espacio pericárdico, contiene unos 10-15 ml de líquido lubricante (líquido pericárdico) segregado por las células de la serosa. El pericardio protege al corazón y le permite dilatarse y relajarse con facilidad sin riesgo de irritarse por la fricción. -Miocardio Es la capa media del corazón. Se trata de un potente músculo, muy grueso, y de inervación autónoma (involuntaria). Se contrae y se relaja rítmicamente sin descanso desde la cuarta semana de gestación hasta la muerte. Sus células o fibras musculares se encuentran distribuídas de manera única y especial, formando complejas redes sincitiales. Un sincitio es una unidad funcional cardíaca, compuesta por muchas células ramificadas y acopladas unas a otras, de tal manera que la estimulación de algunas de ellas es rápidamente transmitida a toda la unidad sincitial, provocando la contracción coordinada de cada fibra muscular. Además de estas células sincitiales, el miocardio cuenta con otras células no contráctiles modificadas y especializadas en la conducción eléctrica. -Endocardio Es la fina capa endotelial que tapiza internamente a todo el miocardio. En determinadas zonas se repliega de manera especializada y característica, formando las válvulas auriculoventriculares que regulan el flujo de sangre intracardíaco. b. Cavidades Internamente, el corazón es una víscera hueca dividida en cuatro cavidades: dos cavidades superiores (aurículas) y dos cavidades inferiores (ventrículos). El miocardio de los ventrículos es más voluminoso que el de las aurículas. A su vez, el ventrículo izquierdo es mucho mayor que el derecho. En las aurículas entran vasos sanguíneos denominados venas, que traen la sangre de los tejidos del organismo. De los ventrículos salen vasos sanguíneos denominados arterias, que llevan la sangre a los tejidos. La sangre nunca fluye de una aurícula a la otra ni de un ventrículo hacia el otro, puesto que el corazón está dividido en dos mitades (derecha e izquierda) por un fuerte tabique. La sangre de la derecha nunca se mezcla con la de la izquierda. La sangre entra en la aurícula derecha por las venas cavas, y de aquí pasa al ventrículo derecho, saliendo de éste por la arteria pulmonar. Simultáneamente, en la parte izquierda del corazón está entrando sangre en la aurícula izquierda a través de las venas pulmonares, que a continuación fluye hacia el ventrículo izquierdo y finalmente sale de éste por la arteria aorta. Así pues, es como si tuviéramos dos motores de bombeo independientes en el corazón. c. Válvulas cardíacas Son compuertas que permiten el flujo de sangre en una sola dirección (en sentido anterógrado), impidiendo su retroceso. Las válvulas auriculoventriculares son las situadas entre aurícula y ventrículo. La válvula auriculoventricular derecha se denomina tricúspide (ya que cuenta con tres valvas) y la válvula auriculoventricular izquierda se denomina mitral o bicúspide (sólo cuenta con dos valvas). Las válvulas semilunares son las situadas entre ventrículo y arteria. Sus valvas tienen forma de media luna, de ahí su nombre. La válvula semilunar derecha (situada en la entrada de la arteria pulmonar) se denomina válvula pulmonar, y la válvula semilunar izquierda (situada a la entrada de la arteria aorta) se denomina válvula aórtica. Flujo de sangre en la mitad derecha del corazón: venas cavas aurícula derecha válvula tricúspide ventrículo derecho válvula semilunar pulmonar arteria pulmonar Flujo de sangre en la mitad izquierda del corazón: venas pulmonares aurícula izquierda válvula mitral o bicúspide ventrículo izquierdo válvula semilunar aórtica arteria aorta C. Irrigación Del inicio de la arteria aorta salen dos pequeñas ramificaciones que llevan la sangre oxigenada recién expulsada por el ventrículo izquierdo hacia el miocardio: son las arterias coronarias. Tanto la arteria coronaria derecha como la izquierda se dividen en dos, y continúan ramificándose. Cada ventrículo recibe sangre de las dos arterias coronarias, tanto de la derecha como de la izquierda; por el contrario, la aurícula derecha sólo es abastecida por la arteria coronaria derecha, y la aurícula izquierda por la arteria coronaria izquierda. El ventrículo izquierdo se encuentra más irrigado que el derecho. Cuando una arteria coronaria se estenosa completamente (se cierra, por ejemplo, por la obstrucción de un coágulo de sangre), las células miocárdicas a las que tiene que abastecer se quedan sin oxígeno y nutrientes (sufren isquemia, es decir, falta de riego sanguíneo). Si esta situación se mantiene varios minutos, dichas células morirán (es lo que denominamos infarto). Los desechos metabólicos de las fibras miocárdicas son recogidos por la sangre de las venas coronarias, que terminan desembocando en la aurícula derecha. D. Sistema de conducción eléctrica El miocardio, además de contar con fibras musculares especializadas en la contracción coordinada, cuenta con otro tipo de fibras modificadas y también especializadas, pero no en la contracción, sino en la conducción de electricidad. Dentro de estas fibras que conforman el sistema de conducción eléctrica miocárdica, distinguimos distintas zonas: Nódulo sinoauricular o seno: formado por cientos de células situadas en la pared de la aurícula derecha, cerca de la unión con la vena cava. Nódulo auriculoventricular o nodo: formado por fibras situadas en la aurícula derecha, en una zona paralela a la parte inferior del tabique interauricular. Fascículo auriculoventricular o Haz de His: fibras que nacen en el nódulo auriculoventricular y se prolongan hacia abajo, ramificándose a ambos lados del tabique interventricular. Fibras de Purkinje: ramificaciones del Haz de His que se distribuyen por las paredes laterales de ambos ventrículos. E. Inervación El corazón está inervado por el Sistema Nervioso Autónomo. Concretamente, está inervado tanto por fibras simpáticas (encargadas de aumentar la actividad cardíaca) como parasimpáticas (el nervio vago es el encargado de disminuir la actividad cardíaca). La mayoría de las fibras nerviosas se encuentran conectadas al nódulo sinoauricular. 2.2 Vasos sanguíneos A. Arterias Son los vasos sanguíneos que salen del corazón (de los ventrículos), y que posteriormente se van ramificando. Excepto la arteria pulmonar y sus correspondientes ramas, las arterias llevan sangre rica en oxígeno a todas las células del organismo. Cuando una arteria se ha ramificado sucesivamente y adquiere un pequeño calibre se denomina arteriola. Tanto las arterias como las arteriolas están formadas por tres capas: túnica adventicia: es la capa más externa. Se trata de tejido conjuntivo fibroso fuerte, formado por fibras de colágeno y elásticas. Evita el colapso o lesión arterial y es muy flexible. túnica media: es la capa intermedia, y en este caso es la más gruesa de las tres. Está formada por músculo liso (involuntario) revestido internamente por tejido conjuntivo elástico. Permite la contracción y dilatación arterial. túnica íntima o endotelio: es la capa más interna. Es el revestimiento liso de la pared arterial que está en contacto con la sangre circulante. La función de las arterias es la de transportar la sangre desde el corazón hasta las arteriolas y de éstas hasta los capilares, desde los cuales se abastece a las células de los distintos tejidos. Si una arteria se obstruye totalmente, puede provocar la disminución de riego sanguíneo en un tejido (isquemia) que, si persiste varios minutos, provoca la muerte celular por falta de oxígeno (infarto). La arteria aorta es la arteria de mayor calibre, y la que recibe la sangre del ventrículo izquierdo del corazón. Asciende desde este ventrículo (aorta ascendente), curvándose 180º por encima del corazón (cayado de la aorta) y continuando longitudinalmente hacia abajo por detrás de él (aorta descendente, con su porción torácica y su porción abdominal). Sirve como tronco para el sistema arterial, ya que de ella salen numerosas ramificaciones. Las arterias se ubican profundamente, siendo imposible visualizarlas o palparlas directamente a través de la piel; sin embargo, la onda provocada por el flujo sanguíneo a través de algunas de ellas sí es perceptible en algunos puntos cutáneos (pulso). B. Venas Son los vasos sanguíneos que entran en el corazón (en las aurículas). Excepto la vena pulmonar y sus correspondientes ramas, las venas llevan sangre pobre en oxígeno y rica en dióxido de carbono, pues retornan al corazón tras haber pasado por todas las células del organismo y haber recogido sus desechos metabólicos. Las venas más cercanas a las células son de pequeño calibre y se denominan vénulas. Las vénulas van convergiendo entre sí formando venas cada vez de mayor calibre. Algunas venas son bastante superficiales, por lo que se pueden ver y palpar a través de la piel. La función de las vénulas es recoger la sangre de los capilares y transportarla hasta las venas, que llevarán la sangre hasta el corazón. Tanto las venas como las vénulas están formadas por las mismas capas que las arterias y arteriolas, pero con algunas diferencias: túnica adventicia: es más delgada que en las arterias, y en este caso es la más gruesa de las tres túnicas o capas. túnica media: es más fina que en las arterias. túnica íntima o endotelio: a lo largo de todo su recorrido cuenta con válvulas semilunares que aseguran el flujo anterógrado de la sangre e impiden su retroceso (garantizan la circulación sanguínea en un solo sentido). Todas las venas provenientes de los tejidos de cabeza, cuello, tórax y brazos acaban desembocando en la vena cava superior, y todas las venas provenientes del resto de los tejidos del organismo desembocan en la vena cava inferior. Ambas cavas drenan su contenido en la aurícula derecha. C. Capilares Son los vasos sanguíneos de menor calibre (son microscópicos). Su longitud media es de 1mm. Son tan numerosos, que se estima que si uniésemos un capilar a continuación de otro formaríamos una fila de unos 100.000 km. Esta extensa red capilar tiene su explicación en que son los vasos sanguíneos que están en contacto con el líquido intersticial que rodea a todas y cada una de las células del organismo (el resto de los vasos sanguíneos son demasiado gruesos para llegar hasta las microscópicas células). Carecen de túnica adventicia y de túnica media, estando formados exclusivamente por fino endotelio. Esta delgada capa, en muchas ocasiones incluso fenestrada (porosa) es lo que permite el intercambio de sustancias entre el plasma sanguíneo y el líquido intersticial de cada célula. Así pues, el oxígeno y nutrientes difunden desde los capilares hasta el líquido intersticial y de éste al interior de la célula, y ésta elimina en el sentido inverso sus desechos metabólicos. Además, los capilares son tan numerosos y tan pequeños que el flujo sanguíneo que los atraviesa lo hace a una velocidad muy lenta, lo que permite el máximo tiempo de contacto entre la sangre y las células, facilitándose aún más el intercambio de sustancias. La sangre que entra en los capilares proviene de las arteriolas, y la sangre que sale de ellos desemboca en vénulas. Son el eslabón entre el sistema arterial y el sistema venoso. Flujo de sangre: corazón venas corazón arterias arteriolas capilares vénulas 2.3 Sangre La sangre es un tejido conjuntivo líquido, formado en un 55% por el plasma (agua en un 92% que contiene sales minerales, oxígeno y dióxido de carbono, nutrientes, proteínas, hormonas, desechos metabólicos) y en un 45% por células sanguíneas o elementos formes (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas). Las proteínas plasmáticas, aparte de determinadas enzimas, son el fibrinógeno (imprescindible para la coagulación sanguínea), la albúmina, y las globulinas (alfa, beta y gamma). La albúmina y las globulinas son imprescindibles para mantener la presión osmótica de la sangre (retienen agua). Además, estas dos proteínas sirven de transporte para algunas sustancias (ej. la lipoproteína de alta densidad HDL, encargada de retirar el colesterol de la pared arterial, contiene globulina alfa). Así mismo, las globulinas gamma contienen anticuerpos contra determinadas enfermedades infecciosas (ej. sarampión, hepatitis vírica), por lo que forman parte de nuestra inmunidad. Cuando al plasma se le retiran todas sus proteínas pasa a denominarse suero sanguíneo. En los seres humanos, el volumen total de sangre es alrededor del 8% del peso corporal. A. Glóbulos rojos También llamados eritrocitos o hematíes. Los glóbulos rojos maduros son anucleados, tienen forma de disco bicóncavo y son muy flexibles. Miden 7-8 µm de diámetro y 1-2 µm de grosor. Tenemos unos cinco millones por mm³ de sangre. Se forman en la médula ósea roja de algunos huesos (vértebras, costillas, esternón, huesos del cráneo y epífisis de huesos largos). Su producción está regulada por la hormona renal eritropoyetina, que viaja hasta la médula ósea y estimula la eritropoyesis en respuesta a la disminución de oxígeno. Contienen un pigmento proteínico llamado hemoglobina, que les da un color rojizo. La hemoglobina, gracias al hierro que contiene, es capaz de transportar gran cantidad de oxígeno y, por tanto, es la clave del abastecimieno tisular de este gas. También transporta CO2. Los hematíes viven unos 120 días. Cuando son "viejos" son fagocitados por las células de los sinusoides hepáticos y esplénicos (bazo). B. Glóbulos blancos También llamados leucocitos. Son células inmunitarias. Se producen en la médula ósea roja y en el tejido linfático. Tenemos unos 7000 leucocitos por mm³ de sangre. Su forma y tamaño es variada: a. Leucocitos granulares (10-14 µm) Poseen grandes núcleos lobulados y tienen gránulos citoplasmáticos bien definidos. Son los neutrófilos (fagocitan microorganismos y sustancias extrañas), los eosinófilos (destoxifican sustancias, interviniendo especialmente en las reacciones alérgicas y en algunas infestaciones) y los basófilos (liberan histamina y heparina, interviniendo en zonas de lesión celular y reacciones alérgicas; ayudan a prevenir la coagulación sanguínea). b. Leucocitos agranulares Su núcleo es redondeado o arriñonado. Carecen de gránulos citoplasmáticos bien definidos. Son los linfocitos, que miden entre 8-10 µm, y los monocitos (que a las 24 horas de su nacimiento abandonan la circulación sanguínea y pasan a circular por los tejidos en forma de macrófagos. Son importantes fagocitos de microorganismos, células muertas y restos celulares), que miden entre 15-20 µm. Hay distintos tipos y subtipos de linfocitos. En líneas generales, podemos decir que los linfocitos B se encargan de la fabricación de anticuerpos específicos, los linfocitos T ayudan a los linfocitos B en su misión y atacan directamente células infectadas, extrañas (ej. órganos trasplantados) y tumorales, y los linfocitos "natural killers" también atacan directamente células infectadas y tumorales. Muchos se forman en el tejido linfático. Los neutrófilos son los leucocitos más numerosos (un 60% del total), seguidos por los linfocitos (25-35%), los monocitos-macrófagos (6%), los eosinófilos (1-3%) y los basófilos (1%). C. Plaquetas También llamadas trombocitos. En realidad son fragmentos citoplasmáticos de células megacariocíticas de la médula ósea roja, por lo que carecen de núcleo. Tenemos entre 150.000-400.000 por mm³ de sangre. Viven unos 7 días. Su función es la formación de coágulos sanguíneos en vasos lesionados para detener las hemorragias. Para ello se adhieren a la zona afectada y liberan sustancias que activan los factores de coagulación (proteínas que actúan en cascada para activar a la protombina, albúmina fabricada en el hígado a partir de la vitamina K), cuyo objetivo final es la conversión de la proteína plasmática fibrinógeno en fibrina, sustancia insoluble que fija y asegura el coágulo. 2.4 Circulación sanguínea La sangre fluye desde el corazón hacia los vasos sanguíneos y, a través de éstos, retorna de nuevo al corazón siguiendo un circuito o patrón circular. Como ya hemos comentado anteriormente, la parte derecha del corazón trabaja simultánea e independientemente de la parte izquierda del corazón, por lo que nos encontramos dos circuitos de flujo. A. Circulación sistémica o circulación mayor Es la encargada de abastecer de oxígeno y nutrientes a todas las células del organismo. Comienza en el ventrículo izquierdo. Éste expulsa su sangre (oxigenada) hacia la arteria aorta. De la arteria aorta salen ramificaciones que irrigan la parte superior del cuerpo (brazos, cuello y cabeza) y el resto del organismo (suelen adoptar los nombres de los tejidos hacia los que se dirigen), y que continúan ramificándose hasta que finalmente dan lugar a pequeñas arteriolas. Las arteriolas conducen la sangre hasta los finísimos capilares, donde se produce el intercambio de sustancias entre el plasma y las células. Tras el intercambio esta sangre, ahora pobre en oxígeno y rica en dióxido de carbono, desemboca en vénulas, que van convergiendo hasta formar venas (que suelen adoptar los nombres de los tejidos desde los que salen) y que acaban desembocando en la gran vena cava (en la cava superior drena la sangre proveniente de los tejidos de la cabeza y cuello, y en la cava inferior drena la sangre proveniente de los tejidos del resto del organismo). Las dos venas cavas vierten su contenido en la aurícula derecha del corazón, donde finaliza la circulación sistémica. A continuación, la sangre debe recorrer el circuito de la circulación pulmonar antes de comenzar de nuevo la circulación mayor. Ventrículo izquierdo arteriolas capilares aurícula derecha. arteria aorta arterias de los tejidos vénulas venas de los tejidos venas cavas B. Circulación pulmonar o circulación menor Es la encargada de recoger el oxígeno en los alveolos pulmonares (recién introducido mediante la inspiración) y de depositar en ellos el dióxido de carbono recogido de las células (que se eliminará durante la espiración). Comienza en el ventrículo derecho. Éste contiene sangre proveniente desde la aurícula derecha, donde ha drenado la sangre venosa rica en dióxido de carbono traída desde todas las células del organismo. El ventrículo derecho expulsa esta sangre hacia la arteria pulmonar, que se divide en dos ramas (una irá al pulmón derecho y la otra al pulmón izquierdo). Cada arteria pulmonar va ramificándose y disminuyendo de calibre, hasta llegar a las arteriolas. Éstas drenan su sangre en los capilares anexos a los alveólos pulmonares, donde se produce el intercambio gaseoso entre la sangre capilar y el aire alveolar. De este modo los capilares, que al principio tenían gran cantidad de dióxido de carbono y que eran pobres en oxígeno, ahora se vuelven ricos en oxígeno y pobres en dióxido de carbono. Esta sangre oxigenada abandona los capilares hacia las vénulas, que van agrupándose y convergiendo entre sí hasta formar venas. Finalmente, cuatro venas pulmonares (dos provenientes de cada pulmón) desembocan en la aurícula izquierda, donde termina la circulación menor. De este modo la aurícula izquierda ha sido recargada de sangre oxigenada, lista para pasar al ventrículo izquierdo y comenzar la circulación sistémica. Ventrículo derecho capilares alveolares aurícula izquierda. arteria pulmonar arteriolas pulmonares vénulas pulmonares venas pulmonares C. Circulación fetal El feto no obtiene oxígeno del aparato respiratorio ni obtiene nutrientes del aparato digestivo, sino que se abastece del oxígeno y nutrientes de la sangre materna. El aparato circulatorio del feto no pasa por sus pulmones ni por su hígado. La placenta es el lugar donde se va a producir el intercambio de sustancias (oxígeno y nutrientes maternos, desechos metabólicos fetales) entre los capilares del feto y los de la madre, sin que estos lleguen nunca a tocarse. El cordón umbilical cuenta con dos arterias y una vena. Las dos arterias umbilicales provienen de las arterias ilíacas internas del feto y se dirigen a la placenta con desechos metabólicos. La vena umbilical devuelve la sangre oxigenada y con nutrientes desde la placenta, penetra en el cuerpo del feto a través del ombligo y termina drenando en su vena cava inferior. 3. FISIOLOGÍA DEL APARATO CIRCULATORIO La hemodinámica es el mecanismo corporal mediante el cual se consigue que la sangre circule eficientemente. No sólo basta con que el flujo sea contínuo y llegue a todas las células, si no que ha de variarse el volumen y la distribución de la sangre circulante de forma que las zonas corporales más activas tengan asegurado mayor flujo de sangre que las menos activas. Incluso dependiendo del momento (ejercicio, reposo,...), las células más activas necesitarán más o menos oxígeno y nutrientes. A continuación describimos los mecanismos que mantienen la hemodinámica y, por tanto, la homeostasia del organismo constantemente. 3.1 Ciclo cardíaco El ciclo cardíaco es el latido completo del corazón. Comprende el movimiento de sístole (contracción del miocardio auricular o ventricular) y el movimiento de diástole (relajación del miocardio auricular o ventricular). A continuación describimos los pasos del ciclo cardíaco: Sístole auricular: las aurículas se contraen simultáneamente, mientras impulsan su sangre a través de las válvulas auriculoventriculares hacia los ventrículos (que se encuentran en diástole). Las válvulas semilunares están cerradas. Contracción ventricular isovolumétrica: ambos ventrículos comienzan a contraerse, pero las válvulas semilunares aún permanecen cerradas. La sangre que intenta retornar hacia las aurículas provoca el cierre repentino de las válvulas auriculoventriculares, lo que produce el primer tono cardíaco. Eyección: la presión intraventricular es mayor que la de las arterias adyacentes, por lo que las válvulas semilunares se abren y la sangre es expulsada del corazón. En cada sístole el ventrículo no se vacía completamente, sino que conserva una cantidad de sangre denominada volumen residual (inferior al volumen expulsado hacia la arteria). Relajación ventricular isovolumétrica: comienza la diástole ventricular. Parte de la sangre expulsada a las arterias intenta retornar al ventrículo, provocando el cierre de las válvulas semilunares (segundo tono cardíaco). Las válvulas AV aún permanecen cerradas. Llenado ventricular pasivo: las aurículas están llenas de sangre proveniente del retorno venoso, por lo que se abren las válvulas AV y la sangre cae en los ventrículos relajados. El flujo de sangre durante el ciclo cardíaco se desplaza desde donde hay mayor presión a donde hay menor presión. Lo mismo ocurre con la sangre expulsada del corazón: circula desde el ventrículo izquierdo y retorna a la aurícula derecha porque existe un gradiente de presión de la sangre entre ambas cavidades y a lo largo de todo el recorrido vascular. Ejemplo: la presión en la arteria aorta durante la sístole del ventrículo izquierdo (presión o tensión arterial sistólica) es de unos 120 mm Hg, y de unos 80 mm Hg durante la diástole del ventrículo izquierdo (presión o tensión arterial diastólica). Cuando la sangre llega a las venas cavas y drena a la aurícula derecha su presión es de 0 mm Hg. 3.2 Sistema de conducción del corazón El impulso cardíaco normal que inicia la contracción mecánica del corazón nace en el nódulo sinoauricular o seno (también conocido como el marcapasos natural del corazón). Las células del seno poseen un ritmo intrínseco, es decir, inician por sí mismas los impulsos eléctricos a intervalos regulares, sin necesidad de estimulación por parte del sistema nervioso autónomo. Por lo general, en un adulto en reposo el seno produce unos 60-80 latidos por minuto de manera rítmica, lo que se conoce con el nombre de ritmo sinusal. Los impulsos nacidos en el seno se desplazan rápidamente por las fibras musculares de ambas aurículas, provocando el inicio de su contracción. Cuando el potencial de acción llega al nódulo auriculoventricular o nodo, la conducción se enlentence momentáneamente para permitir la contracción auricular completa. Tras atravesar lentamente el nodo, la velocidad de conducción aumenta a lo largo del Haz de His hasta los ventrículos. Aquí, las ramas derecha e izquierda del haz de His y las fibras de Purkinje en las que terminan conducen los impulsos por el miocardio de ambos ventrículos, provocando su contracción casi de manera simultánea. La conducción de impulsos produce débiles corrientes eléctricas en el corazón que se difunden a la superficie corporal, donde pueden ser captadas y dibujadas por un aparato llamado electrocardiógrafo. La interpretación del electrocardiograma, donde se registra la actividad eléctrica del corazón, nos da mucha información clínica: zonas de isquemia actual, zonas necrosadas, cambios de ritmo,... Cuando el marcapasos natural del corazón (el seno) o el sistema de conducción no funciona adecuadamente, puede que la persona necesite la implantación de un marcapasos artificial encargado de generar los latidos cardíacos de manera rítmica y coordinada. Aunque es un método eficaz que salva muchas vidas, tiene el inconveniente de tener pautado un ritmo fijo, invariable, cosa que no ocurre con el marcapasos natural: el nódulo sinoauricular puede aumentar la frecuencia cardíaca si así se lo pide el sistema nervioso autónomo (ej. durante el ejercicio) o disminuirla (ej. reposo). 3.3 Presión arterial (PA) La presión o tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre mientras circula sobre el endotelio arterial. Como ya hemos comentado, existe una presión arterial sistólica y una presión arterial diastólica, definidas en base a la arteria aorta. Cuando tomamos la tensión arterial con un esfigmomanómetro y un fonendoscopio en el brazo del paciente, lo hacemos sobre su arteria braquial o humeral, que refleja la presión transmitida a través de ondas pulsátiles desde la aorta. En un adulto sano, las cifras normales de tensión arterial oscilan entre 100/60 mm Hg y menos de 140/90 mm Hg. Las cifras tensionales no son exactamente iguales a lo largo del día (si hemos dormido bien, lo normal es que por la mañana al levantarnos la tensión arterial sea más baja, e irá subiendo a lo largo del día hasta llegar a unos límites máximos por la tarde), ni siquiera tenemos la misma tensión en el brazo derecho que en el brazo izquierdo (en unas personas es más alta en el derecho y en otras en el izquierdo. Normalmente no hay una diferencia mayor de 5 mm Hg entre ambos brazos). La presión arterial también es distinta dependiendo de la postura en que nos encontremos (en decúbito es más baja que en sedestación, y ésta más baja que en bipedestación). Cuando se dice familiarmente que la tensión arterial está “descompensada” nos referimos a que el valor sistólico y el diastólico están demasiado aproximados entre sí, es decir, que entre ambos hay una diferencia menor de 30 mm Hg (ej. 100/80 mm Hg es una tensión normal, pero está descompensada). Cuando hablamos de tensión arterial siempre decimos dos cifras: en una persona que tiene 120/80 mm Hg, el 120 corresponde a la tensión arterial sistólica y el 80 a la tensión arterial diastólica. Un mínimo de presión es imprescindible para mantener la circulación sanguínea y para conseguir su objetivo: el adecuado intercambio de sustancias entre la sangre y los tejidos. Si la tensión arterial fuese muy baja, no habría apenas rozamiento con las paredes arteriales y, por tanto, apenas llegaría flujo a los capilares (se disminuiría o incluso anularía el abastecimiento celular de nutrientes y oxígeno en los tejidos, así como la recogida de sus productos metabólicos de desecho). Sería como un pequeño arroyo que apenas tiene fuerza para discurrir y regar todos los campos colindantes. Un exceso de tensión arterial tampoco es beneficioso, ya que daña el endotelio arterial y capilar, volviéndolo rígido y menos eficaz a la hora de permitir la circulación y el intercambio de sustancias entre sangre y tejidos. Así pues, tanto la tensión arterial alta como la baja pueden provocar isquemia (falta de riego sanguíneo) en algunas zonas, predisponiéndolas al infarto (muerte celular) si no se corrige a tiempo. La presión arterial ha de mantenerse más elevada que la presión venosa para garantizar la circulación sanguínea. A mayor volumen de flujo por la arteria, mayor es su presión. A continuación describimos los factores que influyen en el volumen sanguíneo y, por tanto en la presión arterial. A. Gasto cardíaco (GC) Es la cantidad de sangre que bombea el ventrículo izquierdo hacia la arteria aorta en un minuto. Gasto cardíaco = volumen sistólico x frecuencia cardíaca. El gasto cardíaco puede verse aumentado por una elevación del volumen sistólico (ej.aumento del volumen sanguíneo por retención hídrica debida a un exceso de sodio en la dieta) y/o por una elevación de la frecuencia cardíaca (ej. Taquicardia por algún esfuerzo físico o mental, como el estrés y la ansiedad). Así mismo el gasto cardíaco puede verse disminuído por un descenso del volumen sistólico (ej. Hipovolemia por hemorragia, vasodilatación por calor ambiental) o por un descenso de la frecuencia cardíaca (ej. Reposo absoluto, fármacos que inducen a la bradicardia). a. Volumen sistólico Es la cantidad de sangre expulsada en una sístole del ventrículo izquierdo (que en un adulto sano es de unos 70-100 ml). Está directamente relacionado con la cantidad de sangre que llena el ventrículo antes de su contracción (sangre que proviene del retorno venoso). El retorno venoso se ve favorecido, entre otros factores, por el movimiento de los músculos esqueléticos y por el aumento del volumen sanguíneo (relacionado con la presión osmótica de las proteínas plasmáticas, que atraen moléculas de agua, y por la regulación neuroendocrina de la ADH y el sistema renina-angiotensina-aldosterona, comentados a continuación) -La hormona antidiurética o ADH (sintetizada por el hipotálamo y liberada por la neurohipófisis, glándula encefálica) es secretada en caso de hipotensión, y su misión es retener agua en el riñón. De esta manera se incrementa la volemia sanguínea y, por tanto, la tensión arterial. El volumen de orina queda disminuído. -Sistema renina- angiotensina- aldosterona: cuando aparece hipotensión, el aparato yuxtaglomerular del riñón libera a la sangre la enzima renina, encargada de estimular a la hormona sanguínea angiotensina. La angiotensina provoca vasoconstricción (disminución del diámetro de las arteriolas, venas y vénulas, lo que incrementa la presión sanguínea) y es la responsable de que la corteza suprarrenal libere aldosterona. La aldosterona es también una hormona, y se encarga de viajar hasta el riñón para producir allí la reabsorción de sodio y agua, con lo que se aumenta el volumen sanguíneo y, por tanto, la tensión arterial. El volumen de orina queda disminuído. b. Frecuencia cardíaca (Fc) Es el número de latidos por minuto (en un adulto en reposo oscila entre 60-100 lpm). El sistema nervioso autónomo puede incrementar la frecuencia cardíaca establecida por el nódulo sinoauricular mediante la liberación simpática de noradrenalina , así como disminuirla mediante la liberación parasimpática (nervio vago) de acetilcolina. Tanto en las arterias carótidas como en el cayado de la aorta existen barorreceptores que detectan los cambios bruscos de presión arterial. Estos barorreceptores, cuando son estimulados, envían información a través de fibras nerviosas aferentes al centro de control cardíaco autónomo situado en el bulbo raquídeo (órgano encefálico). Éste, a su vez, está conectado mediante fibras nerviosas eferentes al nódulo sinoauricular. De este modo, si los barorreceptores detectan un incremento brusco de la PA, el centro de control cardíaco estimulará la inhibición vagal, reduciendo la Fc (y, consecuentemente, puede reducir el GC y así la presión arterial); si los barorreceptores detectan un descenso brusco de la tensión arterial, el centro de control cardíaco estimulará la actividad simpática, aumentando la Fc (y, consecuentemente, puede aumentar el GC y así la PA). Otros reflejos que modifican la frecuencia cardíaca son las emociones (la ansiedad, el temor y la ira la aumentan), el ejercicio (la aumenta), la temperatura sanguínea (su aumento incrementa la Fc, y su descenso la disminuye), el dolor intenso y brusco de vísceras abdominales (puede disminuir tanto la Fc que el sujeto alcance la inconsciencia). El gasto cardíaco de un adulto en reposo es de 5 a 6 litros/minuto. Gracias al aumento del volumen sistólico y de la frecuencia cardíaca mediados por el sistema nervioso autónomo, el gasto cardíaco durante el ejercicio puede verse incrementado hasta 30-40 litros/minuto. B. Resistencia periférica La resistencia periférica es la oposición al flujo sanguíneo impuesta por la fuerza de fricción entre la sangre y las paredes de los vasos. Esta fricción puede ser provocada por la viscosidad o adhesividad de la sangre (ej. hematocrito alto) o por la disminución del calibre de las arteriolas y capilares (ej. la vasoconstricción arteriolar y capilar impide la salida de sangre desde las arterias hacia las arteriolas, por lo que aumenta su volumen sanguíneo y, por tanto, la PA). Además, la luz arterial, incluso la de arterias de gran calibre, se puede ver disminuída u obstruída parcial o totalmente por el tabaquismo (produce endurecimiento de la pared arterial), hipercolesterolemia (se depositan placas de ateroma en el endotelio), tumores externos que comprimen la arteria, obesidad, diabetes mellitus (el exceso de glucosa hipertrofia el endotelio). A mayor resistencia periférica, mayor presión arterial. Los barorreceptores carotídeos y aórticos anteriormente comentados también llevan información sobre los cambios bruscos de PA al centro vasomotor situado en el bulbo raquídeo. Este centro es el encargado de ordenar vía eferente al músculo liso de venas, vénulas y arteriolas la relajación (vasodilatación) o contracción (vasoconstricción) según sea preciso: la vasodilatación disminuye la resistencia periférica y dificulta el retorno venoso, lo que desciende la presión arterial, y la vasoconstricción aumenta la resistencia periférica y favorece el retorno venoso, lo que incrementa la PA. El centro de control vasomotor del bulbo ejerce un papel muy importante no sólo en la regulación de la presión arterial, sino también en casos de urgencia como hipercapnia (exceso de dióxido de carbono en sangre) o isquemia cerebral/miocárdica: en estas situaciones estimula la vasoconstricción, de manera que desvía el mayor flujo de sangre desde la periferia (donde no es tan imprescindible) hacia los órganos vitales como el corazón y el encéfalo. 3.4 Pulso La frecuencia cardíaca es el número de latidos cardíacos que tienen lugar en un minuto. Podemos tomarla con ayuda de un fonendoscopio directamente sobre el vértice del corazón (pulso apical) o mediante la palpación del pulso arterial. El pulso es un reflejo de los latidos cardíacos, ya que cada vez que el ventrículo izquierdo expulsa sangre hacia la arteria aorta, la onda iniciada en la elástica pared de esta arteria se propaga por toda la red arterial. De esta manera, cuando palpamos el pulso lo que detectamos es la onda o vasodilatación que está teniendo lugar en esa zona de la arteria elegida al pasar a través de ella el flujo de sangre impulsado desde el corazón. Es, por tanto, lógico deducir que el número de latidos cardíacos coincide con el número de pulsaciones. Los valores normales en una persona adulta en reposo oscilan entre 60 y 100 pulsaciones por minuto (en los recién nacidos las cifras normales en reposo son de 120 a 160 latidos por minuto). En los deportistas es normal tener en torno a 50 pulsaciones por minuto en reposo, ya que su corazón está fuerte y entrenado y expulsa un volumen sistólico mayor que en una persona no deportista (su corazón necesita trabajar menos para impulsar la misma cantidad de sangre). Con lo que ya sabemos, entenderemos lo siguiente perfectamente: para mantener el gasto cardíaco, si el volumen sistólico está aumentado, la frecuencia cardíaca estará disminuída. Zonas corporales donde tomar el pulso: Son zonas donde las arterias están cerca de la superficie cutánea y pueden comprimirse con facilidad sobre huesos o músculos presionando sobre la piel con el segundo y tercer dedo de la mano. Arteria temporal: se palpa sobre el hueso temporal, entre la ceja y la oreja. Arteria carótida: se palpa en la cara anterior del cuello, entre éste y el lóbulo de la oreja. Es la arteria palpable más cercana al ventrículo izquierdo y, por tanto, la más significativa a la hora de valorar la situación cardíaca (en caso de parada cardiorrespiratoria y de reanimación cardiopulmonar es ésta la que hay que valorar). Arteria humeral: se palpa en la cara anterior del brazo, a la altura de la flexura del codo. Es la que palpamos en la medición de tensión arterial. Arteria radial: se palpa en la cara anterior de la muñeca, a la altura del primer dedo. Es la que se toma normalmente en consulta. Arteria femoral: se palpa en la parte media de la ingle. Arteria poplítea: se palpa en la parte posterior de la rodilla. Arteria pedia: se palpa en el dorso del pie, a la altura entre el primer y el segundo dedo. 4. SISTEMA LINFÁTICO Es un sistema circulatorio no sanguíneo, pero anexo y coordinado con el sistema cardiovascular. 4.1 Estructuras que lo componen Vasos linfáticos: vasos parecidos a las venas (cuentan con más válvulas semilunares para impedir el flujo retrógado). Por ellos circula la linfa (líquido transparente acuoso, y que contiene el exceso del líquido intersticial, lípidos y numerosos linfocitos). El movimiento de los músculos esqueléticos ayuda al flujo linfático (al igual que hace con el retorno venoso), que termina drenando en la vena subclavia para incorporarse a la sangre. Todas las células del cuerpo cuentan con capilares linfáticos adyacentes. Después, estos capilares linfáticos se agrupan aumentando su calibre hasta formar los vasos linfáticos. Ganglios linfáticos: masas de tejido linfático (tejido conjuntivo rico en linfocitos) por las que pasan los vasos linfáticos. Limpian la linfa de microorganismos y sustancias nocivas (contienen numerosos macrófagos). Se sitúan a intervalos determinados a lo largo de todo el sistema linfático. Amígdalas: son tres pares de masas de tejido linfático situadas en la faringe (las de la rinofaringe se denominan adenoides cuando se inflaman; en la orofaringe tenemos las amígdalas palatinas y las amígdalas linguales). Filtran microorganismos y sustancias extrañas el aire inspirado por nariz o boca. Timo: órgano situado en la zona media- superior del tórax (mediastino). Por él pasa la linfa, y es el encargado de seleccionar y madurar a los linfocitos T, destruyendo a los no aptos. Se cree que esta función la lleva a cabo principalmente en el periodo neonatal y en la primera infancia. Bazo: órgano situado en el hipocondrio izquierdo, bajo el diafragma. Contiene numerosos macrófagos que filtran la sangre y es el lugar de maduración de los monocitos y de muchos linfocitos, entre otras funciones. 4.2 Funciones Recoger el exceso de líquido intersticial: cuando el capilar sanguíneo llega a la célula, en su extremo arterial tiene una presión mayor que el líquido intersticial que la rodea, por lo que sale parte del plasma. El oxígeno difundido, junto con los nutrientes y otras sustancias necesarias es recogido por la célula, a la vez que elimina sus desechos metabólicos. En el extremo venoso del capilar, que posee menos presión, parte de este plasma difundido retorna a la circulación sanguínea. Pero un 10 % del plasma extravasado al principio no regresa a los capilares y queda acumulado en el líquido intersticial. Si los capilares linfáticos no recogieran este exceso de líquido extracelular (rico en agua y proteínas) y lo devolvieran a la circulación sanguínea, el sistema cardiovascular perdería mucho plasma y la persona podría morir en 24 horas. Cuando los capilares linfáticos no realizan adecuadamente su cometido, se acumula líquido intersticial en los tejidos (edema). Absorber las grasas del quilo duodenal: especialmente triglicéridos, que no pueden atravesar las paredes de los capilares sanguíneos pero sí la de los capilares linfáticos. Síntesis y maduración de linfocitos. 5. APARATO CIRCULATORIO Y ENVEJECIMIENTO A medida que transcurre la edad adulta, especialmente al final de la misma, pueden aparecer diversos cambios degenerativos en el corazón y en los vasos sanguíneos. Uno de ellos es el endurecimiento de la pared arterial y la consecuente pérdida de elasticidad: la arterioesclerosis. Esta patología es un factor de riesgo cardiovascular, ya que predispone al estrechamiento de la luz arterial y, por tanto, a la isquemia del tejido irrigado que, si no es revertida en pocos minutos, termina en infarto. Esto explica porqué la mayoría de los casos de infartos de miocardio y de ictus (infartos cerebrales) tienen lugar en personas de edad adulta y ancianos. La arteriosclerosis es mayor y, por tanto, más grave, si la persona tiene antecedentes de tabaquismo, es sedentaria y lleva una alimentación rica en grasas saturadas. Las válvulas cardíacas y el miocardio también degeneran con la edad, endureciéndose, lo que disminuye la eficacia de bombeo del corazón. Esto puede desembocar en una insuficiencia cardíaca, patología en la cual el corazón no es capaz de bombear suficiente sangre al organismo para mantenerlo abastecido adecuadamente. 6. PATOLOGÍA CARDIOVASCULAR Arterioesclerosis: endurecimiento de la pared arterial, con lo que pierde elasticidad. Puede ser debida a degeneración relacionada con la vejez, a causas genéticas, a hipertensión arterial no controlada, a la diabetes mellitus no controlada, al tabaquismo, a la acumulación de lípidos y otras sustancias en el endotelio arterial (este tipo de arteriosclerosis se conoce como aterosclerosis),... En cualquier caso, la luz arterial se estrecha y permite un menor flujo de sangre (o, en el peor de los casos, lo impide totalmente), lo que conduce a isquemia del tejido irrigado y, si no se soluciona a tiempo, a infarto del mismo. Pericarditis: inflamación del pericardio. Sus causas son diversas (traumatismo, infección, tumores,...). Se produce un edema local que provoca la fricción de las membranas pericárdicas entre sí, lo que produce dolor torácico intenso. Si aparece acumulación de líquido (o pus o sangre) en el espacio pericárdico (derrame pericárdico), el pericardio comprime al corazón, dificultando su bombeo, lo que puede resultar letal. Valvulopatía: las válvulas cardíacas (auriculoventriculares o semilunares) pueden tener defectos, en ocasiones congénitos, que las impidan abrirse parcial o totalmente (válvulas estenosadas) o que las impidan cerrarse parcial o totalmente (válvulas incompetentes o insuficiencia valvular). En el primer caso el flujo de sangre que pretende avanzar hacia delante no puede, o puede hacerlo en muy poca cantidad porque la válvula permanece cerrada o casi cerrada; en el segundo caso el flujo de sangre avanza a través de la válvula, pero parte de él retorna hacia atrás y, al encontrarse la válvula abierta, vuelve a la cavidad anterior de la que acaba de salir. Algunas valvulopatías son infecciosas (ej. fiebre reumática por estreptococo). Dependiendo de su gravedad, pueden resultar letales. En los casos más graves se recurre a la sustitución quirúrgica de la válvula fallida por una válvula artificial o una válvula de cerdo. Arteriopatía coronaria: es la isquemia del miocardio debida a una estenosis (obstrucción) parcial o total de alguna arteria coronaria. Dependiendo del grado de isquemia y del tiempo que ésta se mantenga, las células miocárdicas pueden sufrir necrosis (muerte) por falta de oxígeno, lo que conocemos como infarto de miocardio. Sus causas son diversas (trombosis o embolia coronaria, aterosclerosis coronaria,...). Angina de pecho: es el dolor miocárdico provocado por la isquemia. Es un aviso que, si no se soluciona a tiempo, antecede al infarto de miocardio. Puede aparecer en sujetos con arteriopatía coronaria, insuficiencia cardíaca, valvulopatías, hipertensión arterial,... cualquier causa que disminuya el aporte sanguíneo al músculo cardíaco. Insuficiencia cardíaca: es la incapacidad del ventrículo de bombear la sangre a la arteria. Puede ser derecha o izquierda. Sus causas pueden ser varias, como haber padecido un infarto de miocardio previo (lo que disminuye la cantidad de miocardio sano funcional), valvulopatías,... Accidente cerebrovascular agudo o ictus: es la isquemia cerebral ocasionada por tromboembolismos o hemorragias cerebrales. Según la cantidad de tejido afectado y la zona cerebral lesionada, los efectos del ictus pueden ser apenas observables o resultar incapacitantes o incluso letales. Varices o venas varicosas: son venas cuya pared está anormalmente dilatada, por lo que tienden a retener sangre. Al dilatarse, la distancia entre las valvas de las válvulas semilunares aumenta, terminando por hacerlas incompetentes (con fugas), lo que agranda aún más la variz. En las venas varicosas tienden a formarse coágulos de sangre, que pueden producir una trombosis local (obstrucción en el sitio donde se han formado) o viajar hasta llegar al sistema arterial y obstruir algún pequeño vaso lejos del lugar de origen (embolia). Su causa puede ser hereditaria o adquirida (ej. pasar mucho tiempo en bipedestación sin moverse). Las hemorroides son varices del conducto anal. Arritmia: alteración del ritmo cardíaco normal. Hay muchos tipos de arritmias, algunas no tienen gran repercusión clínica (ej. taquicardias ocasionales), pero otras sí pueden resultar letales (ej. fibrilación ventricular). Bradicardia: arritmia caracterizada por una frecuencia cardíaca lenta, menor de 50 latidos por minuto en un adulto. La bradicardia leve es normal durante el sueño y en los deportistas entrenados. Taquicardia: arritmia caracterizada por una frecuencia cardíaca rápida, superior a 100 latidos por minuto en un adulto en reposo. Es normal durante y después del ejercicio, así como en situaciones de estrés. Hipertensión arterial: es la elevación persistente de la tensión arterial por encima de los límites considerados normales (> 140/90 mm Hg). La hipertensión arterial es un factor de riesgo cardiovascular importante, con una incidencia de enfermedad coronaria (y, por tanto, de infarto de miocardio), muerte súbita y enfermedad vascular periférica doble que el paciente normotenso; el riesgo de accidente cerebrovascular es cuádruple. La hipertensión no controlada acelera la acumulación de placas de ateroma en las arterias (favorece la aterosclerosis), y como ya se ha comentado, daña al endotelio vascular, especialmente al de las arterias coronarias, riñones, cerebro (riesgo de infarto cerebral) y retina (riesgo de pérdida de agudeza visual). Su origen en un 90% de los casos es desconocido o hereditario (lo que se conoce como hipertensión arterial primaria o esencial); en el 10% restante se debe a otra patología de base (hipertensión arterial secundaria), como pueden ser afecciones renales (ej. Glomerulonefritis), afecciones hormonales (ej. Síndrome de Cushing) o tratamientos farmacológicos (corticoides, anticonceptivos orales). Cuando la hipertensión arterial es primaria, se trata de una enfermedad crónica que precisa de seguimiento clínico toda la vida; si es secundaria, en cuanto se trate la enfermedad que la cause puede que las cifras tensionales se normalicen por sí solas. Hipotensión arterial: es la disminución persistente de la tensión arterial por debajo de los límites normales (> 100/60 mm Hg). Si la hipotensión es muy baja, la perfusión sanguínea a los tejidos (riñón, hígado, cerebro, corazón,…) se ve comprometida, lo que puede provocar graves consecuencias e incluso la muerte. Muchas personas son hipotensas de manera fisiológica, y su organismo funciona perfectamente con tensiones de 90/50 mm Hg. Algunas personas, independientemente de si son normotensas, hipertensas o hipotensas, presentan hipotensión ortostática (postural). Podemos definirla como un descenso repentino de la tensión arterial cuando cambiamos de postura bruscamente (de sedestación a erguido, de decúbito a sedestación, agacharse a recoger algo,…), y que se manifiesta con mareos y obnubilación. Lo peligroso de la hipotensión ortostática es el riesgo de caída que supone. Las personas que la padecen deben hacer cambios suaves de postura para evitarla (ej. Levantarse despacio por la mañana, permaneciendo un rato en sedestación antes de incorporarse; agacharse lentamente para recoger algo, y doblando las rodillas, no el tronco y cabeza, etc) Anemia: déficit de hemoglobina (no siempre acompañada por una disminución del número de eritrocitos). Esto implica un menor abastecimiento de oxígeno tisular, lo que explica que la persona presente astenia. Sus causas principales son las hemorragias intensas (ej. menstruaciones masivas en algunas mujeres), escasa producción de hemoglobina (ej. por falta de hierro, por falta de vitamina B12), o aumento del ritmo de destrucción eritrocitaria (anemias hemolíticas como la anemia de células falciformes, hereditaria). Leucemia: cáncer de la médula ósea que afecta a la producción normal de los leucocitos. Éstos no maduran y son anormales, por lo que la persona queda inmunodeprimida. Además, la colonización invasiva de estas células cancerosas puede afectar al correcto desarrollo de los hematíes y las plaquetas, causando anemia y hemorragias en el sujeto. 7. CONCLUSIONES El corazón actúa como una bomba, manteniendo la sangre en movimiento constante por el circuito vascular (arterias, arteriolas, capilares, vénulas y venas). El objetivo del aparato circulatorio es mantener a los capilares abastecidos con la cantidad adecuada de sangre, ya que son los encargados de llevar a las células sustancias esenciales para su funcionamiento y de recoger de las mismas sus desechos metabólicos. Además, el sistema cardiovascular cumple con otras importantes funciones: transporta hormonas desde las glándulas de origen hasta sus células diana (las hormonas son importantes mensajeros intracorporales, reguladas por el sistema neuroendocrino), defiende al organismo frente a infecciones (transporta, al igual que el sistema linfático, a las células inmunitarias) y ayuda al mantenimiento de la temperatura intracorporal (mediante los mecanismos de vasoconstricción y vasodilatación). Recorrido del flujo sanguíneo: ventrículo izquierdo (comienzo de la circulación sistémica) arteria aorta arterias de los tejidos arteriolas capilares vénulas venas de los tejidos venas cavas aurícula derecha (fin de la circulación sistémica) ventrículo derecho (comienzo de la circulación pulmonar) arteria pulmonar arteriolas pulmonares capilares alveolares vénulas pulmonares venas pulmonares aurícula izquierda (fin de la circulación pulmonar) ... El sistema linfático es imprescindible para la recuperación del plasma (rico en agua y proteínas) extravasado a los tejidos, ya que constantemente lo recoge y lo devuelve a la circulación sanguínea. : La coordinación e interactuación entre el sistema neuroendocrino, el aparato respiratorio, el aparato digestivo, el sistema linfático y el sistema cardiovascular nos recuerda la importancia de considerar al organismo como un todo, en el que cada aparato cumple una función dentro de un trabajo en equipo que permite el mantenimiento del equilibrio interno. 8. BIBLIOGRAFÍA • • • • • “Anatomía y fisiología” Gary A. Thibodeau, Kevin T. Patton. Ediciones Harcourt, S.A. Año 2000. “Biología” Eldra Peral Solomon, Linda R. Berg, Diana W. Martin. McGraw-Hill Interamericana Editores S. A. Año 2001. Quinta edición. “Auxiliar de enfermería. Técnicas básicas de enfermería. Higiene del medio hospitalario y limpieza de material”. Evangelina Pérez, Ana María Fernández. McGraw-Hill/Interamericana de España S.A.U. Año 2000 “Enfermería medico-quirúrgica” Brunner y Suddarth. Suzanne C. Smeltzer, Brenda G. Bare. McGraw-Hill Interamericana Editores S.A. Año 2002. Novena edición. “Diccionario Mosby” Medicina, enfermería y ciencias de la salud. Quinta edición. Ediciones Harcourt, S.A. Año 2000