246 F. BONET (•6) En líneas generales existe una diferenciación marcada entre los seres q u e habitan la porción que recibe luz del exterior y los confinados en la obscuridad absoluta. No obstante, d e s d e un p u n t o de vista ecológico, creo menos importante la presencia de luz q u e las variaciones térmicas e higrómetricas bruscas a que están sometidas las porciones más superficiales de la cueva. Por lo que a colémbolos se refiere, siempre he e n c o n t r a d o en la región iluminada especies epigeas c o m o tales Tomocerus minor Lubb., diversas especies de Orckesella, Entomobrya, etc., es decir, formas banales que se encuentran siempre en lugares sombríos cualesquiera. Muy otra cosa puede decirse de los sitios en que la obscuridad es absoluta; en ellos asientan formas m u y especializadas y e s t r e c h a m e n t e a d a p t a d a s a este medio especial, las especies troglobias. No existe un límite preciso e n t r e estas dos faunas y no es rara la presencia de individuos pertenecientes a una de ellas entre los d e la otra. Los habitantes de la zona iluminada penetran con frecuencia en los dominios de las formas troglobias, pues ningún obstáculo les impide penetrar en las regiones privadas d e luz. Los colémbolos epigeos, que son los que frecuentan la zona iluminada, son siempre más o menos oscurícolas, d e p e n d i e n d o su fototropismo negativo, más bien que d e una verdadera atracción, por la obscuridad misma de la apetencia de otros factores d e que va con frecuencia acompañada, tales c o m o a m b i e n t e h ú m e d o y temperatura fresca; por otra parte no parecen necesitar m u c h o d e la luz en el desarrollo de sus funciones vitales, pues aun los individuos epigeos suelen ser nocturnos y, como ya h e m o s dicho, habitan preferentemente los lugares sombríos. No es, pues, d e extrañar q u e si los restos vegetales abundan en la profundidad de la cueva, se encuentren pululando mezclados con las formas perfectamente troglobias. Esto es lo que suele ocurrir en las cuevas frecuentadas por los turistas, en las que se encuentran en abundancia restos de comida, paja d e las antorchas, papeles, deyecciones, etc. Así, en la cueva d e Leorlás he e n c o n t r a d o en cantidades enormes el Tomocerus minor L u b b . en las regiones más profundas; otro tanto p u e d e observarse respecto a Folsomia fimetaria en la cueva d e las Maravillas de Aracena. Las especies troglobias parecen retenidas en la obscuridad más q u e por un fototropismo negativo por la h u m e d a d constante de la zona obscura; no es, pues, de extrañar q u e en ocasiones, a u n q u e más rara vez q u e el caso opuesto, lleguen los troglobios hasta la zona clara por ser aquí más abundantes los alimentos que en el resto d e la cueva; esto es lo que ocurre cuando a causa de las lluvias continuas el exterior conserva un