La agricultura de la llanura Chaco-Pampeana (Argentina) frente a los riesgos climáticos María Cristina VALENZUELA Departamento de Geografía Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Río Cuarto Ruta 36 km 601 – CP 5800- Río Cuarto Córdoba – Argentina cvalenzuela@infovia.com.ar Elina del Carmen SOSA Departamento de Geografía Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Río Cuarto Ruta 36 km 601 – CP 5800- Río Cuarto Córdoba – Argentina edcsosa@yahoo.com.ar Résumé Au travers de l’histoire du climat en Argentine, il est possible d’identifier des situations météorologiques extrêmes comme les inondations, les sécheresses et les tornades qui selon leurs intensités et leurs durées, ont différentes incidences sur les activités agricoles. Ces événements sont le résultat des processus atmosphériques propres au territoire et dans certains cas, sont accentués par l’action de l’homme. L’objectif de l’article est de réaliser une approche sur les connaissances de ces événements, en analysant les plus représentatifs par leurs amplitudes et effets. Mots clefs : Risque climatique – phénomènes extrêmes – agriculture - Argentine Abstract Trough of argentine’s climatic history, it is possible to identify extreme meteorological situations such as inundations, droughts and tornados. The farming activities are affected by these events in different ways depending of their magnitude and evolution. These events are consequence of territory’s atmospheric process and sometimes are increased by human action. This article is an approach to understanding these negative events by the analysis of the more representative phenomena. Key words Climatic risk – extreme phenomena – agriculture- Argentine Resumen A través de la historia climática de argentina, es posible identificar situaciones meteorológicas extremas tales como inundaciones, sequías y tornados que según sus magnitudes y tiempo de desarrollo, inciden de diferentes modos sobre las actividades agropecuarias. Estos eventos son producto de los procesos atmosféricos propios del territorio y en ciertos casos, potenciados por la acción humana. Dentro de este amplio espectro, el objetivo del artículo es realizar una aproximación al conocimiento de estos eventos negativos, analizando los más representativos por sus dimensiones y efectos. Palabras clave Riesgo climático – fenómenos extremos - agricultura Introducción En la actualidad cientos de trabajos científicos de todos los rincones del planeta, confirman que se están produciendo cambios cada vez más rápidos en el sistema climático. También suponen que, junto a este cambio en las variables climáticas, se producirá un aumento en el riesgo a desastres de ese origen, en todas las escalas espaciales y en todo el planeta. Al respecto, a escala global, los pronósticos del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos en el Cambio Climático) son pesimistas, entre muchas de sus afirmaciones sostienen que se incrementarán en frecuencia e intensidad las olas de calor, las lluvias y los ciclones tropicales. Estas condiciones extremas serán particularmente graves en aquellos países pobres con una marcada vulnerabilidad territorial representada por desigualdades, inequidades y desequilibrios espaciales, que potencian los efectos de los extremos climáticos. En aquellas regiones que sustentan su economía en los productos de origen agropecuario, se supone que los impactos serán más marcados aún. Por ello es importante destacar la necesidad de realizar estudios que permitan conocer los procesos y los cambios en los mecanismos climáticos. Esto brindará la posibilidad de elaborar escenarios de riesgo máximo para planificar, prevenir y mitigar los impactos negativos del Calentamiento Global y sus manifestaciones extremas (inundaciones, sequías, tornados, entre otros). La Argentina, como país exportador de materia primas agropecuarias, no escapa a estas consideraciones. Por el contrario, su región más productiva y dinámica, la llanura chaco-pampeana, año tras año se ve expuesta a estas condiciones extremas, las que sin duda inciden en los niveles productivos. La gran llanura argentina cubre más del 50% de la superficie del país, se trata de una gran cuenca sedimentaria, caracterizada por su uniformidad topográfica y escasa pendiente. En ella se desarrollan suelos negros y profundos, de gran fertilidad y que actualmente sufren una importante degradación por procesos naturales propios de la región, intensificados por el monocultivo intensivo de oleaginosos, con la soja como el más destacado (Figura 1). Figura Nº 1 A grandes rasgos, el clima en esta porción del país varía del cálido subtropical en el norte, al templado húmedo y sub-húmedo en el sur. Es aquí donde se verifica una gran variabilidad interanual de las precipitaciones (Figura 2), dando como resultado un incremento de los procesos climáticos extremos en las dos últimas décadas (Cuadro 1). En la presente contribución, se analizarán estos eventos extremos y se tratará de evaluar su impacto sobre las actividades agropecuarias de la región en los últimos años, tomando algunos ejemplos como casos paradigmáticos. Figura Nº 2 Características climáticas La llanura está expuesta a la influencia de los vientos que predominantemente son del norte y noreste, le siguen con menor frecuencia los del sur y suroeste. Éstos responden a la dinámica de las masas de aire generadas por los anticiclones del Atlántico Sur (cálida y húmeda) y del Pacífico Sur (fría y seca) y que son canalizadas por las Sierras Subandinas (noroeste) y Pampeanas ubicadas al oeste (Figura 1). El encuentro de estas masas de aire de distinta naturaleza, es el que genera la mayor parte del agua precipitada en el área (precipitaciones frontales), que en épocas estivales se traduce en tormentas eléctricas, con lluvias que pueden ser intensas acompañadas frecuentemente de granizo y vientos fuertes del sur-suroeste y que afectan a toda el área. Dos vientos locales barren las planicies pampeanas; el legendario “pampero”, que sopla frío y seco desde el suroeste y la “sudestada”, frío y húmedo desde el sureste, ambos suelen alcanzar altas velocidades -más de 80 km/hora- provocando diferentes magnitudes de daños. El régimen pluviométrico, en general, se caracteriza por ser continental, es decir con lluvias de verano a veces muy intensas -más de 80 milímetros en 24 horas- que comienzan en octubre y finalizan en abril y cuyos totales disminuyen de 1.200 mm en el este a 800-700 mm en el oeste. El invierno es la estación seca. Las temperaturas medias anuales disminuyen de 20º C en el norte (llanura chaqueña) a 16º C en el sur (llanura pampeana). Los máximos y mínimos pueden alcanzar valores muy contrastados (entre 40º C y -5º C). La red hidrográfica tiene un régimen pluvial con una crecida estival y una bajante invernal y manifiesta problemas de drenaje debido principalmente a la relativa horizontalidad de la llanura, produciendo en épocas de abundantes lluvias, procesos severos de inundaciones. Por otra parte, la prolongación de la estación seca invernal origina una primavera seca que en los casos extremos se extiende a principios del verano, generando intensas sequías, sobre todo en la llanura chaqueña. Tornados en el último decenio Durante el período comprendido entre octubre y abril suele suceder que se presenten celdas de tormentas muy activas pero separadas entre si, de tal modo que aparecen tormentas en distintos puntos de la región produciendo vientos violentos que afectan áreas de algunas decenas de kilómetros cuadrados (Valenzuela, 1999). A estos eventos se los ha denominado como pseudos-tornados, porque si bien no alcanzan las velocidades de los tornados de la llanura estadounidense, los procesos que los generan y los efectos que producen son igualmente devastadores. Por sus características, especialmente el ancho del vórtice -no más de 1km-, estos pseudos-tornados dañan las instalaciones urbanas y rurales con voladuras de techos, galpones, silos y especialmente a los cultivos hortícolas. En el caso de los cultivos de cereales (trigo, maíz), oleaginosos (soja, maní y girasol) y ganadería (bovina), los daños son menores por sus características muy localizadas. En el cuadro siguiente se han volcado algunos de estos pseudos-tornados, con sus velocidades y efectos. Cuadro Nº 1- Pseudos-Tornados en la Llanura Chaco-pampeana Fecha Lugar Velocidad del Daños viento (km/h) 18/01/1990 Río Cuarto y alrededores 138 km. 17/04/1990 Vicuña Mackenna (200 km al 100 km Galpones, silos, herramientas agrícolas, cultivos hortícolas. sur de Río Cuarto) 30/10/1990 Santa Catalina (11 km al sur de Arbolado urbano, daños a la propiedad, silos. 120 km/h Daños a instalaciones agropecuarias Numerosos daños urbanos, daños en el Río Cuarto) 05/02/1992 Río Cuarto y alrededores 170 km/h 09/11/1994 Río Cuarto y alrededores 105 km/h Daños urbanos y cinturón hortícola. 18/11/1997 Villa María y alrededores (200 110 km/h Pérdidas de cosechas de trigo, maíz. Entre cinturón hortícola. km al norte de Río Cuarto) 09/01/1998 General Acha (Provincia de La 8.000 y 12.000 has. dañadas. 110 Km/h Daños urbanos y afectó ganado vacuno 130 km/h Daños urbanos, instalaciones rurales y Pampa) 02/11/1999 Bell Ville (240 km al noreste de Río Cuarto) 11/02/2000 Rosario (Provincia de Santa Fe) cultivos de trigo. 126 km/h Arbolado urbano y rural, viviendas, cables eléctricos, anegamientos por lluvias intensas. 01/11/2000 Selva (Provincia de Santiago 120 Km/h del Estero) 12/12/2000 Resistencia (Provincia de galpones rurales y silos. 195 km/h Chaco) 07/01/2001 Guernica (Provincia de Buenos Daños urbanos y voladura de techos de 5 muertos y 38 heridos. Daños en la ciudad, arbolado urbano y viviendas. 180 km/h Numerosos daños en la ciudad. 170 km/h Daños en la ciudad y en el cinturón Aires) 09/01/2001 Glew (Provincia de Buenos Aires) 13/04/2001 Jovita (250 km al sur de Río hortícola. 115 Km/h Cuarto) 26/12/2001 Navarro (Provincia de Buenos Daños urbanos y rurales. 170 km/h Aires) 10/03/2002 Glew (Provincia de Buenos Armstrong (Provincia de Daños en las instalaciones rurales y en los cultivos hortícolas. 150 km/h Aires) 01/12/2003 Pérdidas estimadas en 1 millón de dólares. Daños en la ciudad y en el cinturón hortícola. 190 km/h Córdoba) Daños en la ciudad, arbolado, instalaciones rurales cultivos de trigo. 4 muertos y 50 heridos. 08/01/2003 General Cabrera, General 160 km/h Daños a galpones, silos, herramientas Deheza y Carnerillo (Provincia agrícolas, cultivos hortícolas, soja y maíz, de Córdoba) arbolado y cables eléctricos. Elaboración propia en base a información periodística. Corresponde aclarar que en la mayor parte de los ejemplos citados en el cuadro, no se poseen evaluaciones de daños en cifras, ya que son datos que normalmente los organismos oficiales correspondientes no los obtienen. De las sequías a las inundaciones Según la Organización Meteorológica Mundial (1975) la sequía agrícola ocurre cuando la cantidad de precipitación, su distribución, las reservas de agua en el suelo y las pérdidas producidas por la evapotranspiración se combinan para causar una disminución considerable de los rendimientos del cultivo y el ganado. Por la gran extensión y diversidad climática de la llanura chaco-pampeana, es difícil traducir a esta escala la sequía en valores pluviométricos, sin embargo, para el sur de la provincia de Córdoba, se ha calculado un valor de menos de 571 milímetros anuales, siendo el promedio de 840 milímetros (período 1961-2000). La sequía constituye una de las dos componentes de la variabilidad que caracteriza la historia climática de las grandes planicies argentinas. La otra es la inundación, que puede ser originada por dos procesos diferentes que darán como resultado efectos espaciales también diferentes. Una es de formación lenta y afecta grandes extensiones (millones de hectáreas), mientras que la otra es de desarrollo rápido (crecida súbita) y se limita a los ríos colectores y sus riberas, abarcando pocas hectáreas, en general. A través del tiempo es posible identificar períodos de grandes sequías. A principios del siglo XX se observa un progresivo predomino de los años secos sobre los años húmedos; hasta que a partir de 1930 se produjo “la crisis climática de los años 30” (Suriano y Ferpozzi, 1993) (Figura 3). Figura nº 3 Además de la falta de precipitaciones, otro de los elementos que potenciaron la sequía fueron los desmontes y la desaparición de la vegetación natural para el desarrollo de la agricultura y la ganadería (Busnelli y otros, 2006). El resultado se tradujo en una intensa degradación de los suelos representada por el avance de los médanos en el sur y oeste de la provincia de Buenos Aires, toda la provincia de La Pampa y sur de la Provincia de Córdoba. El principal problema agrícola en la región pampeana fueron las sequías que se extendieron aproximadamente entre 1920 y 1960. En la zona de Río Cuarto, se ha identificado a 1916 como el año récord en cuanto a los registros pluviométricos con 366,1 milímetros, según el Servicio Meteorológico Nacional; los efectos fueron la pérdida de la cosecha de trigo y mortandad de hacienda por la falta de pastos. Cabe aclarar que en el sur de la provincia de Córdoba, las sequías no son prolongadas puesto que pueden afectar una cosecha, el problema se presenta cuando el otoño ha sido seco y se produce un retardo de las precipitaciones de primavera, seguida por un verano con bajos registros pluviométricos y temperaturas elevadas. Es probable que se pierda la cosecha de trigo y el ganado sufra la falta de pastos de invierno-primavera. A partir de la década de 1960, comienza a observarse un aumento paulatino de las precipitaciones y cuya tendencia creciente continúa hasta la actualidad, no obstante se puede comprobar una alternancia de períodos lluviosos, normales y secos, aunque estos últimos cada vez de menor intensidad (Figura 4). Figura nº 4 A los períodos lluviosos corresponden episodios de inundaciones, especialmente las de formación lenta que abarcan extensas regiones como por ejemplo el sur de Córdoba, sur de Santa Fé, norte de La Pampa y centro-oeste de Buenos Aires, que presenta inundaciones recurrentes y cada vez más graves. Esta área comprende una superficie de 7 millones de hectáreas y aporta más del 30 % de las exportaciones agropecuarias argentinas. Entre las causas de este fenómeno de lenta evolución se pueden citar en primer lugar el aumento de los volúmenes anuales de precipitaciones, como lo muestra el desplazamiento de las isohietas entre 1950-1999, para la llanura chaco-pampeana (Figura 5). Figura nº 5 En segundo lugar se deben considerar las particulares condiciones topográficas de la llanura pampeana, caracterizada por un relieve plano-cóncavo que constituye importantes depresiones ocupadas por un extenso mosaico de lagunas, bañados, arroyos, ríos y canales derivadores realizados por los productores de estas planicies. La tercera causa la constituye el progresivo aumento en los índices de escorrentía superficial de las aguas de lluvia, originado por las malas técnicas de manejo de las tierras en el creciente proceso de agriculturización de las últimas dos décadas (Beltramone et al, 2006; INDEC, 1991,2003). Y finalmente, otro elemento que contribuye al agravamiento de las inundaciones es la red primaria, secundaria y terciaria de caminos que, a los efectos de ser funcionales y eficientes al modelo de uso del suelo impuesto, es decir como vías principales de salida de los productos agropecuarios exportables e ingreso de maquinarias e insumos agrícolas, son construidos, mantenidos y mejorados de tal forma que muchos de ellos se han convertido en verdaderos colectores de las aguas excedentes, mientras que otros han actuado como diques de contención produciendo el anegamiento de miles de hectáreas. Las inundaciones identificadas de proceso lento y que han comprendido una extensa superficie en el área central de la llanura pampeana, se han producido en 1914; 19711973; 1978-1979; 1983 -1984 y 1997-2000. Se ha podido comprobar que varios de estos episodios de inundaciones están relacionados con los años de “Niño” de diferente intensidad, tal es el caso de los años 1914 (Quinn and Neal, 1992), 19721973; 1982-1983 y 1997-1998 (Mingo, 1999). Por otra parte es importante destacar que la primera mitad del siglo XX presenta solo una inundación mientras que la segunda mitad muestra una mayor frecuencia del fenómeno y especialmente la última, que comprende un período de tiempo más amplio y ha afectado mayores superficies, por lo tanto los daños y pérdidas han sido mayores (Cantero y otros, 1998). La gran inundación de 1997-2000 afectó aproximadamente 1.500.000 hectáreas en las provincias de Córdoba, Santa Fé, La Pampa y Buenos Aires (Figura 6). En ese período se registraron precipitaciones excepcionales, por ejemplo en el noroeste de Buenos Aires llovieron 600 milímetros en tres días (del 1 al 3 de abril de 1999), cuando la media anual para la zona es de 800 a 1000 milímetros. Los cultivos dañados fueron fundamentalmente los de trigo, maíz y soja. Los campos dedicados a la ganadería para carne y leche, también sufrieron el impacto y se destaca el cierre de numerosos tambos debido a esta circunstancia. Uno de los resultados más graves de este evento fue el abandono de algunas pequeñas explotaciones y el éxodo de sus propietarios. Según estimaciones realizadas por especialistas las pérdidas Figura nº 6 ascendieron a más de 400.000.000 de dólares. La pérdida de superficies productivas fue considerable, en esas épocas, el Diario Clarín de fecha 11/11/2000, según el INTA, publicaba “entre 500.000 y 700.000 hectáreas se han convertido en lagunas semipermanentes en la zona fronteriza entre Buenos Aires y Córdoba, una de las más fértiles de la pampa húmeda.” También se debe decir que en esos años fueron numerosos los pueblos rurales que debieron soportar evacuaciones parciales y totales de su población –por ejemplo las localidades de Banderaló y Laboulaye-, otros quedaron aislados al cortarse rutas y caminos de acceso –las localidades de Vicuña Makenna y Rufino-, mientras que el ascenso de las aguas subterráneas ha dañado permanentemente edificaciones y viviendas en general (Figura 6). Estas mismas áreas, en los años siguientes a la inundación, han presentado como consecuencia problemas de salinización, alcalinización y depósitos de sedimentos que reducen notablemente las posibilidades agronómicas de los suelos, incrementando las pérdidas en un monto no calculado. Con respecto a las inundaciones súbitas, se presenta como ejemplo la ocurrida en marzo del año 2000 y que afectó gran parte de la llanura chaqueña. La misma se produjo por efecto de lluvias intensas y prolongadas -alrededor de 8 días continuos- en las cuencas de los ríos que recorren las provincias de Santiago del Estero, Chaco y Formosa y que nacen en las estribaciones orientales de la Cordillera Oriental y las Sierras Subandinas (Noroeste de Argentina). Estas lluvias originaron grandes desbordes en los ríos Pilcomayo, Bermejo, Salado y Dulce (Figura 7). En el caso de estos dos últimos, las crecidas no solo se debieron a las lluvias registradas en Salta, Tucumán y Jujuy, sino también a las precipitaciones en la provincia de Santiago del Estero que en los 70 primeros días del año fueron de alrededor de 600 milímetros, cuando la media normal para igual período es de 250 milímetros . Este evento trajo severas consecuencias en toda el área, pero fundamentalmente en la provincia de Santiago del Estero, donde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA, 2000), estimó en más de 7.000.000 de dólares las pérdidas ocasionadas en el campo santiagueño, señalando que los cultivos más dañados fueron el algodón, el maíz y la soja, aunque también se perdieron los hortícolas destinados a abastecer el mercado interno, en total se perdió un 90% de las cosechas. Algunos de los pobladores que vivían en las márgenes de los ríos desbordados y en bañados, debieron ser evacuados mientras que otros quedaron aislados por las aguas, en total fueron más de 13.000 los habitantes directamente afectados. Muchos de ellos, de escasos recursos, perdieron las pocas ovejas, cabras, aves de corral y pequeños cultivos de subsistencia (maíz, calabazas, hortalizas). En las otras provincias, las inundaciones tuvieron diversas consecuencias, desde miles de habitantes evacuados, pueblos aislados, rutas cortadas, hasta poblaciones aborígenes, los Wichi de Formosa, evacuados por helicópteros ya que viven en el bosque chaqueño y sin caminos. En el caso del norte de la provincia de Córdoba, además se perdieron algunas cabezas de ganado y tierras cultivadas. Figura nº 7 Si bien se trata de un fenómeno de causas múltiples, se pueden destacar el ya mencionado aumento progresivo de las precipitaciones de las últimas décadas, asociado al calentamiento global; el avance de la frontera agrícola hacia zonas del noroeste a expensas de la deforestación del bosque chaqueño y la expansión del cultivo de la soja y otros oleaginosos. Otro ejemplo lo constituye la grave inundación que sufrió la provincia de Santa Fe y especialmente la ciudad capital, el 29 de abril de 2003. En esa oportunidad las copiosas precipitaciones en parte de la cuenca del Río Salado y en la misma provincia, ocasionaron su desborde en la confluencia con el río Paraná (Figura 7). Esto afectó a la ciudad de Santa Fe y provocó masivas inundaciones del territorio provincial, con pérdida de vidas humanas, destrucción de viviendas en numerosos barrios de dicha ciudad y en otras poblaciones de la provincia, así como perjuicios en extensas superficies de las tierras agrícolas y de pastura. La evaluación del evento y sus consecuencias realizada por la CEPAL y el PNUD dio como resultado que la provincia fue afectada por dos desastres: las inundaciones en la zona agropecuaria, que se inician desde fines del año 2002 y persisten durante el primer trimestre de 2003, y la posterior inundación de la ciudad de Santa Fe y otros núcleos urbanos. Los daños más visibles fueron de tipo social, especialmente en las viviendas e infraestructuras urbanas, pero en términos cuantitativos las pérdidas más importantes se registraron en el ámbito productivo. Por ejemplo hubo una reducción del 5 % en las cabezas de ganado, se perdió una parte de la cosecha de soja de segunda, que no pudo cosecharse oportunamente, también cayó la producción de hortalizas y sorgo. En cuanto a las pasturas, estas también fueron dañadas, lo que provocó una disminución de la producción de carne y leche en 2003, 2004 y 2005. En suma, se calculó que el desastre provocó pérdidas por alrededor de 1.000 millones de dólares y comprometió la recuperación económica del estado provincial durante el año 2003. (Diario El Litoral, 26/6/2003) De la inundación a la sequía A los episodios de exceso hídrico le siguen los de escasez, generalmente intercalados con períodos que se pueden calificar de normales. Así es que cronológicamente, un caso paradigmático son las sequías recurrentes que se están produciendo en la llanura chaqueña. En la provincia del Chaco, una de las más pobres del país, el avance de la agricultura sobre el bosque subtropical chaqueño está produciendo un importante desequilibrio ecológico que se manifiesta en la alternancia de intensas inundaciones y prolongadas sequías. Desde aproximadamente el año 2003, la falta de precipitaciones y el déficit hídrico producto de las altas temperaturas estivales, está dañando severamente este ecosistema. La explicación de esta situación se encuentra en su historia socio-económica. La misma se inicia a principios del siglo XX, con la intensa explotación forestal de los árboles de quebracho colorado (Echinopsis balansae) para extracción del tanino, sustancia utilizada en la industria del cuero. Esta fue una primera etapa en la destrucción del bosque. Hasta la década de 1940, el 70 % de la superficie provincial de 10 millones de hectáreas, estaba cubierta por el bosque. Luego el avance del cultivo del algodón, que tuvo importancia hasta los primeros años de la década de 1990, produjo una nueva reducción de la superficie boscosa. Posteriormente, según el Ministerio de la Producción de la provincia del Chaco, desde 1996 al 2003, el área sembrada con esa fibra se redujo de 612.000 a 85.000 hectáreas, mientras que en ese mismo período, la soja pasó de 76.000 a 768.000 hectáreas y el girasol de 56.000 a 300.000 (Valente, 2005). Esto indica que entre fines del siglo XX y principios del XXI, continuó el desmonte, así la superficie boscosa es actualmente de solo el 45 % del total provincial. La explotación agrícola hoy se está orientando hacia el monocultivo de los oleaginosos, especialmente la soja, que sigue avanzando sobre el bosque. Este proceso de deforestación ha provocado una disminución “de la resistencia natural que tenía este ambiente” a las sequías y altas temperaturas, fenómeno común en la región chaqueña (Montenegro, 2007). El desmonte está alterando la conservación del suelo, la infiltración-acumulación de agua en él y la estabilidad climática regional. Así, desde el año 2003 se suceden ciclos de sequías que están afectando especialmente al cultivo del algodón, motor de la economía regional. Esto se observa en la disminución en la superficie cultivada: en la campaña 2003-2004 se sembraron 32 mil hectáreas; en el 2004-2005 unas 42 mil, en el 2005-2006 unas 30 mil, cifra que se mantiene. Por otro lado, la ganadería bovina que se practica en los campos naturales del centrooeste de la provincia, se ha visto afectada por esta falta de agua produciendo una importante mortandad de cabezas, para el año 2005 se registró una pérdida de más de 1.000 animales. Pero la sequía no la sufren solo los cultivos y la ganadería, también las pequeñas localidades del interior provincial deben padecer la falta de agua. Sucesivas administraciones de gobierno prometieron reiteradamente la construcción de acueductos para transportar aguas para el consumo humano y para el desarrollo de las actividades económicas, ya que el límite norte de la provincia está conformado por el río Bermejo, caudaloso y de agua dulce, mientras que al este el límite lo constituyen los gigantes Paraná y Paraguay, no obstante lo cual gran parte de la población y las tierras del territorio chaqueño continúan sin ese vital elemento. Una de las consecuencias territoriales de este fenómeno ambiental, son las migraciones de los habitantes rurales y del bosque, en este caso indígenas de la etnia Toba, quienes emigran hacia la capital provincial y otras capitales ubicadas a orillas del río Paraná, donde engrosan las barrios marginales urbanos. Finalmente, en la llanura pampeana donde se produjeron las extensas inundaciones de 1997-2000, se registraron períodos de sequía durante los años 2003, 2005 y 2006; para este último se poseen datos referidos al sur de la provincia de Córdoba. Se pueden diferenciar cultivos afectados -fundamentalmente para forraje- en más del 70 % y cuya superficie comprendió un total de 490.600 hectáreas y aquellos afectados entre un 50 % y 70 % con 126.500 hectáreas. Todas las propiedades con estos diferentes porcentajes de pérdidas, fueron declaradas en emergencia agropecuaria por el Gobierno de la provincia de Córdoba, a los efectos de compensarlos con una serie de medidas tendientes a paliar las pérdidas, tales como subsidios y beneficios impositivos y crediticios, entre otras. A propósito de esto, existe una Ley Nacional, la Nº 22913, que crea la Comisión Nacional de Emergencia Agropecuaria, que contempla la afectación de la producción o la capacidad productiva de una región por eventos de origen climático, telúrico, biológico o físico. Para percibir los beneficios de esta ley, los productores deberán estar afectados en más de un 50 % de su producción. En general, la aplicación de la ley, se produce normalmente fuera de término, especialmente por la burocracia estatal que traba la efectividad de la misma. Conclusión Es importante señalar que la producción agrícola, centrada fundamentalmente en la soja para el mercado internacional, continúa aumentando el área cultivada y el país ocupa actualmente el tercer lugar mundial como productor. Otro tanto sucede con otros oleaginosos como el girasol y el maní y con los cereales como el trigo y el maíz. Con respecto a la ganadería, los planteles no se han incrementado pero ha cambiado su forma de explotación, pasando de la cría y engorde a campo a los denominados feed-lot (a corral) para su engorde. Esto ha permitido liberar más superficie para la agricultura. De este proceso de agriculturización creciente, lo más preocupante es el avance de la soja, como único cultivo, hacia zonas ocupadas originalmente por los bosques nativos, en una deforestación salvaje que tala miles de hectáreas por año. Las consecuencias de estas acciones hipotecan el futuro de la seguridad alimentaria de Argentina. Asimismo, ya se han mencionado los efectos del desmonte sobre el sistema climático, el cual regionalmente presenta una intensificación de las sequías, inundaciones y los seudo-tornados, como se ha visto. Por otra parte, la deforestación que contribuye al calentamiento global, no es privativa solo de la Argentina, sino también se deben sumar las yungas bolivianas, el bosque subtropical brasileño y la selva amazónica, para mencionar solamente ejemplos de América del Sur. Referencias bibliográficas BARROS (V.), 2004.- “Tendencias climáticas na Argentina”, Seminario dos Usuarios das Previsoes Numericas de Mudanças Climáticas e seus Impactos Regionais, INPE – CPTEC, Buenos Aires, p. 12. BELTRAMONE (C.), COLLADON (L.) y DASSO (C.), 2006.- “Evolución del proceso de carcavamiento en las márgenes del Arroyo Tegua, Gigena, Córdoba” Tomo I, III Congreso Argentino del Cuaternario y Geomorfología, Escuela de Geología, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, p 515 – 533. 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