La Inglaterra victoriana Nombre: La Inglaterra victoriana Inicio: Año 1830 Fin: Año 1901 Siguientes: El Reino Unido entre 1830 y 1852 Primera época victoriana en Gran Bretaña Última etapa victoriana Albert Memorial (Londres), de G. Gilbert Scott El largo reinado de Victoria de Inglaterra, entre 1837 y 1901, marca la época de apogeo de una determinada concepción política, económica y Parlamento de Londres social en cuyo centro, a modo de foco irradiador, se sitúa la burguesía, grupo social que resultó vencedor de la confrontación con la aristocracia y la La reina Victoria Iglesia sucedida en las turbulentas décadas pasadas. Las décadas finales del siglo XIX ven triunfar a un hombre optimista y confiado en sí mismo, dominador del Mundo y la Naturaleza merced a unos conocimientos técnicos y científicos La reina Victoria ante la catedral de San Pablo el 9 de noviembre de 1837 que se suceden con una rapidez nunca antes vista en otro periodo de la Historia de la Humanidad. Por primera vez es capaz de viajar por el aire y bajo el agua, se combate con eficacia a la enfermedad, se La reina Victoria en 1838 viaja a zonas inhóspitas; el hombre es capaz de comunicarse a distancia, de tener un hogar cómodo y tiempo de ocio. Inventos como el cinematógrafo, el fonógrafo, el automóvil, la luz eléctrica o el teléfono, entre muchos otros, hacen pensar al Soldados indios de las tropas británicas individuo de principios de siglo que se encuentra en la cima del Mundo y de la Historia. La Exposiciones Universales devuelven al hombre europeo, a modo Cajas de cerillas que ilustran los posibles inventos del año 2000 de espejo, una imagen de sí mismo engrandecida y orgullosa. En ellas se exhiben los últimos adelantos tecnológicos, el conocimiento y control sobre pueblos alejados, primitivos y extraños, la victoria sobre el tiempo y el espacio. Europeos, estadounidenses y japoneses, las regiones más Juegos infantiles en un patio de colegio londinense industrializadas, se lanzan a la conquista de nuevos pueblos y territorios donde proveerse de materias primas y colocar sus productos, a la par que empiezan a lanzar sus dados sobre estratégicos tableros de juego en los que empieza a dirimirse la supremacía universal. Sin embargo, son también tiempos de incertidumbre e Representación del Imperio Británico entre 1871 y 1900, cuadro de Harrogate inestabilidad social. Si bien es cierto que la calidad de vida en general alcanza un nivel inusitado, las mejoras no alcanzan a todos ni lo hacen de la misma manera. Los nuevos modelos económicos surgidos de la Segunda Revolución Industrial crearán diferencias, a veces irreconciliables, entre los dos grupos sociales resultantes: la burguesía capitalista y financiera y el proletariado, básicamente industrial. Este último, armado ideológicamente por diversas corrientes de pensamiento y transformación social, iniciará una época de reivindicación y contestación que se prolongará hasta muchas décadas posteriores y que marcará el conjunto de las relaciones sociales, políticas y económica a lo largo del siglo XX. La segunda revolución industrial Galería de las Máquinas de la Exposición Universal de 1900 en París Construcción de los cimientos de la Torre Eiffel (París) Nombre: La segunda revolución industrial Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: El despegue La agricultura Economías cerradas y abiertas Industrializacion en los países desarrollados Comienzos de la industrialización en Rusia La demografía Problemas de la sociedad industrial La propia terminología de Revolución Industrial es discutida por muchos autores que entienden que la idea de revolución debería estar unida a "cambios súbitos, incompatibles con el lento y gradual Fonógrafo Edison proceso de evolución económica", tal como señaló hace ya sesenta años H. Heaton y, más recientemente, T. S. Ashton. En todo caso, si tomamos como referencia cronológica los apenas tres mil años de historia documentada, la alteración se produjo en un tiempo relativamente breve y de forma brusca. El sistema económico se transformó con la introducción del vapor y la nueva maquinaria. Eso es lo que percibían algunos analistas contemporáneos y lo que recogieron historiadores, como Mantoux, para fijar el término. Autores posteriores, como el propio Ashton, han insistido en otros aspectos necesarios, además del progreso técnico: los cambios en los sectores agrícolas y comerciales, las innovaciones en los transportes, las nuevas formas de organización económica, social y política, la generalización de la educación, las modificaciones en comportamientos humanos relativos a la higiene, la sanidad, la movilidad geográfica o la natalidad, que implica una demografía distinta... Todo ello formaba también parte de la Revolución Industrial, si se quería utilizar el término. La polémica sobre una Segunda Revolución Industrial, a partir de los años setenta del siglo XIX, se inscribe dentro de los planteamientos anteriores. En realidad, es una continuidad del proceso iniciado en Inglaterra a mediados del siglo XVIII que ahora se extiende a muchos más países. Además del crecimiento sostenido en los que ya habían alcanzado un estadio económico, el periodo 1870-1900 se caracteriza por la incorporación al desarrollo de una buena parte de la población que se integra en la sociedad de masas. Pero no es sólo eso, se trataba también de cambios cualitativos. Como gráficamente expuso G. Barraclough en un brillante análisis de la historia contemporánea, editado en los años sesenta, si una persona de un país desarrollado actual "se trasladase al mundo de 1900 lo encontraría familiar, mientras que si lo hiciera a 1870, aunque fuese a Inglaterra... probablemente le impresionaría más la diferencia que el parecido". Al capitalismo en sentido más estricto le sustituye desde la década de 1870 un capitalismo de concentración. Por decirlo de una manera simplificada, el anterior era concurrencial e individualista. El que va a surgir ahora no tendrá como ideal la libertad de mercado, sino la rentabilidad. Su orientación más característica (en la que comienzan a intervenir los Estados) es la búsqueda de mercados exteriores de otros países desarrollados o, más frecuentemente en esta época, de nuevos territorios por "colonizar". La depresión económica, cuando aparece, plantea la necesidad de un proteccionismo creciente y la búsqueda de nuevos mercados y nuevas zonas de inversión de capital y de obtención de materias primas a bajo coste. Se desarrolla así el nuevo colonialismo, esencialmente económico. La autofinanciación industrial deja paso a las grandes inversiones, que sólo pueden realizar poderosas entidades bancarias. Se constituyen imperios financieros, que influirán en la política y a su vez serán manejados por los políticos. Se intentará salvar la competencia mediante convenios industriales, "cárteles" y "trusts", en lucha por el oligopolio o, en ocasiones, por el monopolio. Los avances tecnológicos para aprovechar mejor el capital serán otro rasgo de esta etapa. Por otra parte, como el resto del siglo XIX, el período que abarca desde 1870 a la Gran Guerra se caracteriza por una estabilidad monetaria. Tanto en 1820 como en 1913 "una perra chica es una perra chica" en Francia, la libra esterlina vale 25,22 francos y el franco suizo vale un franco francés. La libra de pan valía en Londres seis o siete peniques a principios del siglo XIX y cinco o seis peniques en los primeros años del XX. Aun atravesado por revoluciones, guerras y conquistas, el período se distingue del siglo XX, en estos aspectos, por una cierta calma y regularidad (sobre todo cuando se considera el conjunto del siglo XIX). Un apartado interesante que tiene cabida en este capítulo es el caso de Rusia. Durante la segunda mitad del siglo XIX, en lo esencial, se mantuvo el sistema político de los zares hasta 1905. Sin embargo, hubo unas transformaciones notorias en los aspectos sociales y económicos. Para Roger Portal, uno de los máximos especialistas, se trata de estudiar cómo, con qué ritmo y con qué dificultades un país, colosal como Rusia, al margen del sistema liberal, pasa de una estructura dominada por la nobleza terrateniente (que tiene bajo sí a la inmensa mayoría de siervos) a un pueblo agrícola y obrero encuadrado en una creciente industria. Del liberalismo a la democracia Mitin de feministas francesas reclamando sus derechos Nombre: Del liberalismo a la democracia Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: Alemania entre 1871 y 1900 La III República francesa hasta 1900 Medianas y pequeñas potencias Vida política y acción del Estado El hecho más relevante de la historia política de los países europeos occidentales, durante las tres últimas décadas del siglo XIX, fue el progresivo reconocimiento de los principios democráticos en sus estructuras legales. Con criterios de fines del Cartel sufragista siglo XX, muchos de estos avances pueden parecer casi insignificantes. Por ejemplo, en su momento de máxima extensión durante este período, los electores franceses eran el 29 por 100 de la población total, los españoles el 24 por 100, Representación del voto secreto, introducido en Inglaterra en 1872 los suizos el 22 por 100, los ingleses el 16 por 100, y los italianos el 9,1 por 100. Pero no lo entendieron así los contemporáneos, quienes consideraron que se estaba llevando a cabo una verdadera revolución en el sistema de gobierno y expresaron su satisfacción o su temor ante la extensión del poder concedido al hombre común. Los principales objetivos de éste punto son exponer Detención de sufragistas inglesas los principales cambios que tuvieron lugar, tratar de explicar porqué se produjeron, considerar en qué medida eran realmente democráticos los sistemas políticos, tanto desde un punto de vista teórico respecto a un modelo ideal de democracia- como práctico, y establecer las consecuencias que los cambios institucionales tuvieron en la actividad pública. Para ello, describiremos las instituciones y trataremos de explicar el proceso político. Posteriormente analizaremos el significado social de las nuevas estructuras, en relación con los dirigentes y con los participantes en las mismas y la naturaleza de los cambios que tuvieron lugar en la acción del Estado. En la mayor parte de los países el avance democrático se produjo mediante la transformación de los anteriores sistemas liberales; en dos de los más importantes, sin embargo, Alemania y Francia, los elementos democráticos fueron un distintivo inicial de las nuevas instituciones creadas en 1871. Imperios orientales y nacionalismo Rusia asiática Nombre: Imperios orientales y nacionalismo Época: Liber-Demo Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: Imperio austriaco y Reino de Hungría El Imperio turco La Rusia zarista Agrupar en un capítulo imperios desiguales tiene sentido en ciertos aspectos, si bien, en la mayoría de los sentidos, Alemania y Austria-Hungría estaban más próximas que Rusia o Turquía y Turquía asiática Austria-Hungría. En todo caso, razones geográficas que motivaron relaciones, con frecuencia adversas, aconsejan esta ordenación. Los tres Imperios más orientales de Europa y más occidentales de Asia, en el caso del turco y el ruso, estaban declinando a finales del siglo XIX. Después de la Gran Guerra Turquía europea desaparecieron como tales. En el último tercio del siglo pasado Rusia creció al extenderse por Asia central en un proceso que se verá más adelante. El Imperio austriaco había perdido ciertas regiones que formaron parte del Norte de Italia en el transcurso del proceso de unidad de ésta; sin embargo ocupó en 1878 la región turca de BosniaHerzegovina y su influencia en los Balcanes fue cada vez mayor. El Imperio otomano se estaba reduciendo cada vez más en Europa. Uno de los elementos más claros en la Europa Oriental de estas décadas será el nacionalismo emergente, vinculado a la idea de soberanía popular. Como consecuencia, habrá nuevas naciones o tensiones constantes. Estas, en muchos casos, fueron azuzadas por los Estados, rivales entre sí, para atraerse a los países nacientes. Lograran o no la independencia en los años que estudiamos, lo evidente es que al cabo de poco tiempo serán esas naciones las herederas de los imperios, enseguida deshechos. Los nacionalismos son la clave para explicar buena parte de los cambios que se producen en la política europea entre 1870 y 1900. La organización nacional, que la Europa del Oeste había fijado prácticamente en su totalidad en 1870, será el caballo de batalla de la historia de la Europa del Este en las últimas décadas del siglo XIX. Las dificultades de separación de sus antiguos dominantes, el mosaico de razas y las implicaciones e intereses del resto de los países hicieron muy difícil encontrar soluciones sencillas y pacíficas a la configuración de un nuevo mapa político. Los conflictos se sucedieron en el período finisecular pero sólo eran un tímido avance de los horrores que estas cuestiones nos depararían a lo largo del siglo XX, sin que se vislumbre su fin cuando éste acaba. En Rusia las nacionalidades (Finlandia, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Caucasia, Armenia, Tartaria y Georgia) llevaron a cabo manifestaciones o sublevaciones, mayores a medida que se acercaba el siglo XX, que fueron reprimidas con dureza. Las nacionalidades del imperio austro-húngaro no habían llegado a la independencia en 1880, aunque los húngaros ya habían obtenido la autonomía y la igualdad de la Monarquía dual. Algunas nacionalidades del Imperio Otomano habían logrado la independencia antes de 1870 (como ya había ocurrido en Grecia en 1830) o la lograrán plenamente en la década siguiente (tal es el caso de Serbia, Rumania y Montenegro en 1878). En el mismo año 1878 Bulgaria aún estaba bajo la soberanía turca, pero había logrado la autonomía y, tras muchas luchas, la independencia legal en 1908. Colonialismo e imperios asiáticos Nombre: Colonialismo e imperios asiáticos Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: Africa negra hacia 1880 Presencia europea en Asia y Oceanía China Japón Posesiones británicas en el Mediterráneo A lo largo del siglo XIX, los europeos continuaron expandiéndose por Asia y África. Grandes extensiones fueron conquistadas directamente, sometidas a la administración de algún país europeo o quedaron bajo su control económico. La fase de conquista arbitraria fue sustituida a finales del siglo por una organización y desarrollo Mujer marroquí con traje típico metódicos llevadas a cabo por los Estados que, frecuentemente, tuvieron intereses contrarios. Tratados y convenciones, en los que normalmente Balleneros en los mares del Sur pesó la ley del más fuerte, obligaron a las potencias coloniales a respetarse recíprocamente los derechos de soberanía. En África, los europeos se encontraron con formas de organización débiles y éstas no resistieron. A finales de siglo, quedaron dos Estados indígenas: Marruecos y Abisinia; una Cartel representando a soldados de los principales países república negra de reciente creación, Liberia, dos repúblicas independientes de colonos blancos, Transvaal y Orange, y dos Estados vasallos del imperio otomano, Trípoli y Cirenaica. Pero aun estos países independientes se vieron involucrados enseguida en nuevos intentos de conquista Invitación al baile celebrado en la Exposición Colonial e India de 1886 llevados a cabo por países europeos. En Asia, el problema colonial se planteó de forma distinta. Los países occidentales se encontraron frecuentemente con antiguas culturas, que habían establecido un La emperatriz Victoria, por George Hayter orden social con tradiciones de gran arraigo y capaces de organizarse. En mayor o menor medida, se resistieron a la colonización. Era evidente que, a pesar de su desmayo, hacer de China una colonia resultaba imposible. Tampoco China aceptó fácilmente la presencia europea en lo que consideraba su área de influencia. Los europeos, y singularmente Inglaterra, cuando no pudieron crear colonias al estilo africano, buscaron fórmulas para obtener beneficios económicos que no implicaran la soberanía del territorio. Japón no sólo no fue colonizado sino que pasó a ser una potencia más en el concierto internacional y sus aspiraciones de expansión, en competencia con los occidentales y China, se centraron en el propio continente asiático. Los conflictos a que dio lugar esta situación no se solventaron hasta finales de la década de los cuarenta del siglo XX, después de la II Guerra Mundial y aún no se resolvió el problema de Corea. Relaciones internacionales en Europa Nombre: Relaciones internacionales en Europa Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: La época de Bismarck Fin del concierto europeo La reina Victoria ante la catedral de San Pablo el 9 de noviembre de 1837 Las últimas décadas del siglo XIX fueron las más pacíficas del siglo en Europa. Después de 1871, sólo las diversas guerras de carácter limitado y Caricatura de Francisco José arrancando Bosnia al Imperio Otomano periférico que se desarrollaron en las fronteras occidentales del Imperio turco, ensangrentaron su suelo. El ambiente internacional durante este período, no fue, sin embargo, de distensión. Las relaciones entre las potencias europeas fueron extraordinariamente complejas y, a veces, se Cartel de la Exposición Universal de París en 1889 desarrollaron en un ambiente de temores y amenazas. En ello pesaron tanto factores del pasado como otros nuevos. Entre los condicionantes heredados estaban los problemas nacionalistas en los Imperios austro-húngaro y turco, y la rivalidad entre Inglaterra y Rusia en el Mediterráneo oriental. Factores nuevos fueron la Manifestación en Londres en favor de la Comuna de París crisis económica y la reacción proteccionista que provocó en todos los países, excepto el Reino Unido; la orientación de Austria-Hungría hacia los Balcanes, después de haber sido desalojada de Alemania y de Italia, lo que suponía un enfrentamiento con las tradicionales aspiraciones de Rusia; la misma existencia de una Alemania unificada, que era tanto un factor de estabilidad como de desconfianza hacia su poder; el sentimiento de revancha existente en Francia, tras la derrota de 1870-71; y, de forma creciente, el choque de intereses entre los países lanzados a la expansión colonial en el mundo. Fueron años de "Realpolitik", de política realista, en la que los intereses nacionales, y no los criterios ideológicos, fueron los principios básicos de la acción diplomática, de acuerdo con lo establecido desde la guerra de Crimea. La apelación al sentido moral, por parte de Gladstone, fue una excepción que no tuvo respuesta. Los cambios en las estructuras y en la naturaleza de la vida política, allí donde se produjeron, influyeron relativamente poco en el tipo de las relaciones internacionales durante este período. Como ha escrito Th. Hamerow, "Richelieu (..) podría, haberse horrorizado al ver en qué se había convertido la sociedad europea en vísperas de la primera guerra mundial, pero se habría sentido como en casa en los ministerios donde se decidían las cuestiones diplomáticas cruciales". En Rusia, la política exterior siguió siendo patrimonio exclusivo del zar. Alejandro III, por ejemplo, aprovechándose de que no existía nada parecido a la responsabilidad ministerial, no queriendo, o no sabiendo qué dirección tomar, optó por seguir, simultáneamente, políticas exteriores contradictorias, a través de diferentes órganos de gobierno: la orientación progermana del ministro de Asuntos Exteriores, Giers, y la paneslava a través del ejército, la policía, la prensa y parte del cuerpo diplomático. Lo imperfecto del sistema parlamentario alemán queda muy claro en este terreno. La política exterior estuvo completamente fuera del control del "Reichstag". Bismarck la dirigió de una forma personal, habitualmente de acuerdo con la opinión de Guillermo I, pero en contra de la misma cuando el canciller quiso, y al margen también de las iniciativas de la "Wilhelmstrasse", donde tenía su sede el ministerio alemán de Asuntos Exteriores. El protagonismo de Bismarck fue sustituido por el de Guillermo II, a partir de 1890. En Gran Bretaña, en Francia y en los demás Estados occidentales donde el proceso democrático estaba más avanzado, las cosas sólo fueron relativamente diferentes. En estos países la opinión pública estaba mejor informada y jugó un papel más importante en la política exterior. La opinión británica, por ejemplo, fue extraordinariamente sensible a las brutales represiones llevadas a cabo por los turcos contra búlgaros y armenios -en pocos días se vendieron, en 1877, más de 40.000 ejemplares de un folleto de Gladstone en el que denunciaba las primeras-. La opinión francesa también fue importante en la orientación colonial o en la política respecto a Alemania. Pero también en estos países, las cuestiones internacionales eran decididas por un número muy reducido de personas, que sortearon el control parlamentario mediante el carácter secreto de las alianzas que contraían. En Francia, la política exterior era competencia del presidente de la República, y a Sadi Carnot se atribuyó gran parte del mérito del tratado franco-ruso de 1894. También el rey Eduardo VII habría de tener un gran protagonismo en la política exterior británica, donde el "Foreign Office" gozaba dé una gran autonomía. Todavía en 1901, Salisbury recordaba que la diplomacia era competencia tradicional de la Corona, es decir, del ejecutivo, y no del Parlamento, aunque afirmaba que ningún gobierno llevaría a cabo alianzas contrarias a la opinión pública. Hasta 1890, la escena europea aparece dominada por el canciller Bismarck y los distintos sistemas de alianzas internacionales que construyó, de acuerdo con un procedimiento que tiene un gran parecido con el juego de ajedrez: avances y cesiones controladas, con objetivos perfectamente definidos. Cuando Bismarck fue desalojado de la cancillería, el equilibrio que había creado -un equilibrio nada desinteresado, por otra parte- se rompió. Al mismo tiempo, los problemas mundiales sustituyeron a los continentales como objeto de atención preferente y como principales factores de riesgo. Cultura de fin de siglo Estación de metro de la Karsplatz (Viena) Nombre: Cultura de fin de siglo Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: Positivismo y ciencia Desarrollo de las ciencias sociales Debate intelectual en la historiografía En su nivel más profundo, la historia intelectual de las tres últimas décadas del siglo XIX, puede resumirse en la pervivencia y difusión de una actitud positivista acrítica -una especie de fundamentalismo científico- y el surgimiento de una Fachada de la Majolikahaus (Viena) reacción contra la misma, que sin negar las posibilidades de la razón y la ciencia, subrayaba sus límites. Esta última corriente indicaba una nueva orientación del pensamiento que no haría sino acentuarse a lo largo del siglo XX. Tanto el Wiener Sezession (Viena) positivismo como su revisión crítica afectaron a los más diversos campos del pensamiento: ciencia, teoría política, filosofía, psicología, literatura e Gran Teatro del Liceo, de Miguel Garriga, remodelado por J. O. Mestres historiografía. Ópera de París La edad de las masas Operarios en una imprenta Manifestación durante la Nombre: La edad de las masas Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: Industrialización y desarrollo Crecimiento demográfico Conferencia de Paz de La Haya en 1907 Ciudades y vida urbana La sociedad de masas Estado y burocracia Entre el 18 de mayo y el 29 de julio de 1899, delegados de un total de veintiséis países celebraron en La Haya, a instancias de Rusia, una Representación del voto secreto, introducido en Inglaterra en 1872 conferencia internacional de paz con el doble objetivo de definir y humanizar las leyes de la guerra y crear algún tipo de mecanismo internacional de arbitraje que propiciase la solución pacífica de los conflictos. Al año siguiente, París fue sede, entre los meses de abril y noviembre, de una espectacular Exposición Universal que vino a ser una exaltación de los avances científicos y tecnológicos del siglo XIX, y que fue visitada por Moda femenina de la época victoriana cerca de 40 millones de personas. Los dos acontecimientos revelaban una misma realidad: la extraordinaria confianza que los países desarrollados, y sobre todo Europa, parecían tener en sus valores y en el futuro. El progreso científico, sobre todo, parecía incontenible. La electricidad, gran protagonista de la Exposición de París, cuyo uso se extendía desde la década de 1880, estaba transformando el trabajo mecánico, los transportes, la industria, la iluminación pública y doméstica y por sus aplicaciones al teléfono, fonógrafo, máquinas de coser, ventiladores, estufas y similares- la misma vida cotidiana. En 1895, Guillermo Marconi (1874-1937) había inventado el telégrafo sin hilos, utilizando el descubrimiento de las ondas de radio hecho por Heinrich Hertz unos años antes: en 1901, Marconi envió señales a través del Atlántico, de Terranova a Cornualles. También en 1895, Wilhelm K. Röntgen (1845-1923) había descubierto los rayos X y los hermanos Louis y Auguste Lumière, proyectado en París la primera película animada. Antes, en 1885-86, Gottlieb Daimler (1834-1900) y Karl Benz (1844-1929) habían construido los primeros prototipos de automóvil perfeccionando ensayos sobre motores de gasolina de combustión interna hechos anteriormente, y John B. Dunlop había patentado el neumático. Muy poco después, en 1892, René Panhard (1841-1908) pudo poner a la venta los primeros coches comerciales. Tres años después, Rudolf Diesel patentó un motor distinto, de aceite pesado. En 1896, comenzó la fabricación de automóviles en Coventry (Inglaterra), Detroit (EEUU) y Auchincourt (Francia), por iniciativa, respectivamente, de Harry S. Lawson, Henry Ford y Armand Peugeot. En 1899, se les sumaron Louis Renault y Giovanni Agnelli con fábricas en Billancourt y Turín, respectivamente. Casi al mismo tiempo, en 1903, los hermanos Orville y Wilbur Wright realizaron el primer vuelo en un aeroplano en Kitty Hawk, Carolina del Norte: "es a las razas europeas -escribiría Bertrand Russell en 1915, expresando lo que era una convicción universal-, en Europa y fuera de ella, a quienes el mundo debe más de lo que posee en pensamiento, ciencia, arte, ideales de gobierno, esperanza de futuro". Desde luego, en 1900, Europa mandaba en el mundo, como diría expresivamente algo después el filósofo español Ortega y Gasset. De una población mundial estimable en aquel año en torno a los 1.600 millones de habitantes, la población europea sumaba unos 400 millones, y la de los imperios europeos en África, Asia y América, otros 500 millones. Sólo la población del imperio británico, que incluía Canadá, Australia, la India, Birmania, Sudáfrica, Egipto, Nigeria y muchos otros territorios, se aproximaba a los 400 millones. Las formas de vida europeas se extendieron fuera del continente. Desde mediados del siglo XIX y hasta la década de 1930, cerca de 60 millones de europeos -británicos, irlandeses, italianos, rusos, alemanes, centroeuropeos, españoles, portugueses, suecos y noruegos, principalmente-, emigraron fuera de Europa: 34 millones a Estados Unidos de América, y cifras inferiores, pero significativas, a Argentina, Canadá, Brasil y Australia. En 1870, Europa producía en torno al 80 por 100 de toda la producción industrial del mundo; en 1913, cerca del 60 por 100. Era verdad que muchas de las innovaciones tecnológicas de los últimos decenios del siglo XIX y primeros años del XX procedían de Estados Unidos, como el teléfono (patentado por Alexander G. Bell en 1876), la bombilla incandescente (Thomas A. Edison, 1879), la linotipia (Mergenthaler, 1885), la cámara fotográfica portátil (G. Eastman, 1888), las máquinas de escribir, las calculadoras, los micrófonos, las metralletas y un larguísimo etcétera. Pero a Europa se debieron todavía aportaciones decisivas. Así, innovaciones inglesas fueron los métodos que revolucionaron la fabricación del acero (Bessemer, Siemens-Martin, Thomas-Gilchrist), la turbina de vapor (Charles Parsons, 1884) y los neumáticos. Invención alemana fueron los motores de combustión interna, el automóvil, la dínamo eléctrica y la tracción eléctrica. Alemania tuvo, además, un papel preponderante en el desarrollo tanto de la industria de la electricidad como de la industria química colorantes, pinturas, fibras, fertilizantes, medicinas, insecticidas, cosméticos, plásticos-, cuyas aplicaciones cambiaron radicalmente la vida: la aspirina, por citar un solo ejemplo, fue sintetizada en ese país en 1899. Sobre todo, la ascendencia del pensamiento, del arte y de la literatura europeos era indiscutible. Londres, con sus seis millones y medio de habitantes, era en 1900 la ciudad más grande del mundo, el prototipo, como veremos, de la vida moderna; París, con 2,7 millones, era el centro del arte y de la vida elegante, que tenía su prolongación en Montecarlo, Deauville, Niza, Brighton, el Lido veneciano y Baden-Baden. Berlín, Viena -la ciudad de Schnitzler, Karl Kraus, Schoenberg, Anton Webern, Alban Berg, Wittgenstein, Klimt, Egon Schiele, Kokoschka, Stephan Zweig, Hugo von Hofmannsthal, Adolf Loos, Robert Musil y Sigmund Freud-, Praga, Munich, Barcelona, Roma, Florencia eran los epicentros del modernismo. Hasta un país nuevo y dinámico como Estados Unidos parecía fascinado por el legado histórico y artístico de la civilización europea: su mejor novelista, Henry James (1843-1916), hizo de ello el tema de sus mejores obras. En efecto, el fin de siglo, la belle époque, las dos últimas décadas del siglo XIX y primeros años del XX, fueron para Europa -o para una parte de ella- y para Estados Unidos una etapa de transformación sin precedentes, en la que se alteraron sustancialmente las estructuras de la sociedad y de la política, las formas de la vida cotidiana, el comportamiento colectivo, las relaciones sociales y la organización de la producción, del trabajo y del ocio. Dos hechos fueron determinantes: la llamada "segunda revolución industrial" y el espectacular crecimiento que la población, y sobre todo la población urbana, experimentó en ese tiempo. La irrupción del modernismo Escalera de la Casa Grosses Nombre: La irrupción del modernismo Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: La revolución de la Física Genes y neurosis La conciencia histórica Glückert Caja Postal de Ahorros de Viena, de Wagner Filosofía de la vida Esteticismo y creación Conflictos del arte moderno La agonía del cristianismo Desde la perspectiva del siglo XX, a la vista de las guerras de 1914-18 y 1939-45 y de las Casa de Alquiler en la Linke Wienzeille 40 "Majolikahaus" (Viena), de O. Wagner experiencias nazi, fascista y comunista parecería que, en efecto, Thomas Mann llevaba razón y que haber vivido en los últimos años del siglo XIX, en aquella atmósfera que Mann llamó burguesa y liberal, fue una gran suerte. Pero no todos los escritores o artistas eran de aquella opinión. Al contrario, lo que parte del mundo de la cultura del fin del siglo XIX revelaba era, ante todo, un profundo malestar. Tal vez nadie acertó a Casa de Alquiler en la Linke Wienzeile 38 (Viena) plasmarlo con más patetismo y fuerza expresiva que el pintor noruego Edvard Munch (1863-1944). Su obra maestra El grito en el que una figura Palacio Episcopal de Astorga escalofriante, casi una calavera, con las manos ceñidas angustiosamente a la cara, grita desesperadamente desde un puente sobre un fondo de líneas violentamente retorcidas, en colores igualmente agresivos y atormentados, era, ciertamente, la expresión del angustiado mundo psíquico del pintor; pero quería ser una reflexión general sobre la condición humana y, pintado en El Capricho (Comillas, Santander) 1893, era de alguna forma la contraimagen -llena de tenebrosas premoniciones- de la "belle époque". Por lo menos, un hecho fue cierto: desde finales del siglo XIX, se alterarían radicalmente la conciencia del hombre moderno y la visión que tenía de su propia realidad y existencia. Casa Vicens (Barcelona) Sagrada Familia (Barcelona), de Gaudí, iniciada en 1883 Casa Tassel (Bruselas) Barandilla de escalera, de Louis Majorelle Desafío al liberalismo Reunión de soberanos europeos en los funerales por Eduardo VII Nombre: Desafío al liberalismo Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: Apogeo de los nacionalismos La ilusión socialista El fracaso del anarquismo El mismo Bertrand Russell, haciendo un breve balance de su vida cuando en 1952 cumplió los Manifestación durante la Conferencia de Paz de La Haya en 1907 ochenta años, recordaba la ilusionada confianza en el futuro en que su generación, nacida en torno a 1875, había sido educada: "en mi juventud escribió- nadie ponía en duda el optimismo victoriano. Se pensaba que la libertad y la prosperidad se extenderían gradualmente por todo el mundo, siguiendo un ordenado proceso de desarrollo; se esperaba -añadía- que la crueldad, la tiranía y la injusticia irían disminuyendo de manera continua". Políticamente, la idea de progreso decimonónica quedó asociada a la creación de sistemas políticos liberales y parlamentarios. Y en efecto, la edad de las masas propició en principio el desarrollo de las instituciones parlamentarias. Ciertamente, en 1900, Rusia era un Imperio autocrático; Bulgaria, Serbia y Montenegro eran monarquías autoritarias, y Alemania y AustriaHungría, imperios conservadores con Constitución, libertades políticas, parlamentos, partidos y elecciones pero con gobiernos designados por la Corona y no plenamente parlamentarios. Pero Gran Bretaña, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Portugal, España, Suecia, Noruega (que se separó de Suecia en 1905), Italia, Rumanía, Grecia y Luxemburgo (desgajado de Holanda en 1890) eran ya monarquías parlamentarias, gobernadas por gabinetes responsables ante legislaturas elegidas por electorados más o menos amplios; y Francia y Suiza eran repúblicas. El sufragio universal masculino había sido introducido en Francia y en Alemania en 1871; en Suiza, en 1874; en España, en 1890; en Bélgica, en 1893; y en Noruega, todavía integrada en la Corona sueca, en 1898. En Gran Bretaña, las reformas de 1867 y 1883 habían elevado el electorado a 2,4 millones de electores en 1869 y a 5,7 millones en 1884, lo que suponía que tenía derecho al voto aproximadamente el 30 por 100 de los varones de más de 20 años. La vida política distaba aún de ser plenamente democrática. El sufragio femenino tardó en ser aceptado: antes de 1914, sólo lo hubo en Finlandia (1906) y Noruega (1913). A principios del siglo XX, el mismo sufragio masculino tenía severas limitaciones de edad: hacia 1914, la edad electoral de una mayoría de países estaba fijada en torno a los 25 años (en Italia, en los 30), por lo que, como en Gran Bretaña, el derecho al voto correspondía en términos generales sólo a una tercera parte de la población adulta. El poder de muchos Parlamentos era limitado: por ejemplo, en la Alemania imperial. En muchos países (Gran Bretaña, Francia, Italia, España, Dinamarca, Suecia), existía una Cámara alta que primaba la representación o censitaria o indirecta, e incluso, en el caso británico, la representación hereditaria (y ya quedó dicho que la Cámara de los Lores no perdió su poder de veto hasta 1911). El trazado de los distritos tendía, en muchos países, a disminuir el voto urbano y a primar el voto rural y conservador. Los sistemas y leyes electorales eran complejos y en muchos casos, excluyentes: el sistema del voto plural belga de 1893, por ejemplo, daba votos adicionales a los padres de familia, a los propietarios y a los licenciados, mitigando así el sufragio universal. Los censos siguieron siendo imperfectos hasta bien entrado el siglo XX. Muchas constituciones monárquicas aún reservaban amplias facultades ejecutivas a la Corona: era el caso, entre otros, de Dinamarca (hasta 1901), Suecia (hasta 1917), Holanda, Bélgica, Italia, España y Portugal. Las formas tradicionales de clientelismo perduraron y en algunos países -Italia, España, Portugal, por citar sólo países occidentales- siguieron de hecho suplantando a la voluntad nacional. Los partidos políticos, finalmente, base del sistema parlamentario, eran todavía en casi toda Europa partidos de notables: en Inglaterra, el club aristocratizante, exclusivista y minoritario por definición, siguió siendo pieza esencial de la política hasta bien entrado el siglo XX. Pero con todo, el principio de que el poder político debía derivarse de la voluntad popular manifestada en elecciones periódicas, y estructurarse en gobiernos parlamentarios presididos por un primer ministro salido de la mayoría parlamentaria, constituía en 1914 un principio casi indiscutible en la política europea. En ese contexto, la aparición de las masas electorados ampliados, opinión pública articulada, prensa moderna, partidos populares- en la vida pública en los últimos veinte años del siglo XIX y primeras décadas del XX cambió sustancialmente la política. De una parte, potenció las posibilidades democráticas implícitas en los supuestos del liberalismo parlamentario europeo: fue entonces cuando se produjo la definitiva evolución hacia la monarquía democrática de países como Gran Bretaña, Bélgica, Holanda y los Países escandinavos, y cuando se modernizó sensiblemente la política en Alemania, AustriaHungría, Italia, España, Grecia, Portugal e incluso en Rusia y Turquía: a título de ejemplo, el sufragio universal masculino se extendió ahora a Finlandia (1906), gran ducado autónomo del Imperio zarista, Austria (1907), Italia (1912), Dinamarca (1915), Holanda (1917) y Suecia (1918). Pero la entrada de las masas en la política conllevó también la irrupción de ideologías y mitos colectivos, ilusiones universales, pomo las llamó según quedó apuntado Gaetano Mosca, y propició, además, en casi todas partes, una amplísima movilización política y social de la opinión y una polarización sin precedentes de la vida pública (e incluso, en ocasiones, el estallido de manifestaciones de irracionalismo colectivo previamente desconocidas). Fue por eso que aquella evolución hacia formas más democráticas de participación y organización políticas no siguiese más que excepcionalmente aquel ordenado proceso de desarrollo en que, según Russell, se creía mayoritariamente hacia los años setenta y ochenta del siglo XIX. Declinar de la Europa liberal Palacio de Justicia (Bruselas) Estación de metro de la Karsplatz (Viena) Nombre: Declinar de la Europa liberal Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: Problemas de la República francesa La Italia de Giolitti El Imperio alemán La Inglaterra eduardiana Decadencia de la Rusia zarista Negros presagios Élie Halévy llevaba en parte razón: nacionalismo y socialismo fueron, al menos, las dos fuerzas colectivas que cambiaron el clima político de la Europa anterior a la I Guerra Mundial. Como se ha visto, el problema de las nacionalidades hizo inviable el parlamentarismo en Austria-Hungría y Estación de Metro de Hofpavillion (Viena) creó en aquella región las tensiones que acabarían por provocar la guerra mundial en 1914. El nacionalismo de la derecha erosionó la legitimidad de la III República en Francia y de la monarquía en Italia, y alimentó el revanchismo antialemán francés y el irredentismo antiaustríaco italiano. El nacionalismo irlandés alteró el bipartidismo británico; el alemán inspiró la política mundial que Alemania proclamó en la década de 1890 y que, como se verá, fue otro de los factores Catedral de Marsella desencadenantes de la guerra de 1914. Como también ha quedado dicho, toda Europa conoció grandes huelgas y numerosas protestas laborales - Manifestación durante la Conferencia de Paz de La Haya en 1907 sobre todo, en los años 1910-14-y el ascenso de los partidos socialistas y obreros: ya se vio que el Estado moderno se transformó radicalmente como consecuencia, al asumir, como respuesta al malestar laboral, amplias y crecientes responsabilidades en materia de legislación y Reunión de soberanos europeos en los funerales por Eduardo VII servicios sociales. La capacidad de adaptación de los distintos sistemas políticos europeos a la irrupción de las masas en la vida política encarnada en el auge del nacionalismo y del socialismo- fue muy distinta. Resultó mejor allí donde, como en Gran Bretaña, existían instituciones (Monarquía, Parlamento, Gobierno local, sistema judicial, etcétera) sólidas, flexibles y enraizadas en la vida social, y donde, por razones históricas, el parlamentarismo liberal constituía la esencia misma de la cultura política del país. Fue peor, o imposible, en países como Rusia, de tradición autocrática y carentes de un sistema de libertades constitucionales, en los que la política parecía anclada en un "impasse" sin salida, oscilando entre el autoritarismo gubernamental y la violencia revolucionaria. Pero en todo caso, la política no pudo ignorar en ningún país los nuevos problemas. América: problemas y desarrollo Ferrocarril en México Nombre: América: problemas y desarrollo Inicio: Año 1870 Fin: Año 1914 Siguientes: Las economías iberoamericanas Sociedad y política iberoamericanas Expansión de los Estados Unidos Tras lograr la emancipación, las jóvenes repúblicas iberoamericanas aun habrán de afrontar un proceso de construcción nacional que pasa por Explotación del guano en Perú, grabado de El Museo Universal definir nuevas estructuras económicas y políticas. La base de sus economías la hallarán en las exportaciones, principalmente de productos agrarios, si bien las necesidades de financiación será una fuente de conflicto en el futuro al subordinar las diferentes soberanías nacionales al poder de Gran Bretaña y Estados Unidos, Obras de construcción del Canal de Panamá, de la Ilustración Europea y Americana principalmente. Por otro lado, el proceso de construcción política, tras la larga etapa administrativa colonial, será largo y costoso. Los grupos oligárquicos pugnarán por mantener su situación de privilegio económico y político, si bien, fruto del desarrollo urbano e industrial, nuevos grupos reivindicarán su derecho a participar en el juego de poder. Grupos urbanos y sindicatos intentarán hacer valer sus derechos frente a las oligarquías tradicionales. Las guerras de independencia dejan fronteras tenuemente trazadas entre países aun en busca de definición e identidad. Los conflictos territoriales serán una cuestión habitual a finales del siglo XIX y principios Recolección de café en Río de Janeiro, de la Ilustración Europea y Americana del XX. Por su parte, Estados Unidos experimenta un desarrollo sin precedentes y con una rapidez inusitada. En unas pocas décadas, su potencial industrial le permite ponerse a la cabeza del mundo como la nación más desarrollada. Sin embargo, graves desigualdades internas minan la solidez del sistema, si bien generan respuestas de carácter progresista -sufragio universal, prensa libre, etc- Poste de teléfono y telégrafo en Nueva York, de la Ilustración Europea y America Buscando patria. Emigrantes a bordo, de Rafael Romero de Torres Vista de la Alameda de Veracruz (México), de la Ilustración Europea y Americana que más tarde serán adoptadas en otras naciones. Comercio en Cuba Isla de Ellis con la Estatua de la Libertad al fondo Monadnock Building (Chicago)