CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia Sobre el origen y el alcance del concepto de sustancia en David Hume Arnaldo Felipe Ponce Andaur. Doctorado en Filosofía. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Valparaíso, Chile ap.andaur@gmail.com Resumen Este artículo es una exposición procesual de los aspectos fundamentales de la metafísica de Hume relativa a la sustancia, o de la manera específica en que Hume piensa la sustancia. Sin embargo, tal filósofo no fue muy explícito al respecto, por tanto este artículo corresponde con las justificaciones que sistemáticamente son ofrecidas para ver en lo relativo a la sustancia, no sólo un ejercicio de análisis conceptual, sino una concepción metafísica del mundo. Tales justificaciones van desde la idea de sustancia como prejuzgada en la separabilidad, a la idea de sustancia como prejuzgada en la negación del vínculo causal. Palabras clave: Sustancia, separabilidad, existencia, independencia, causalidad. CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia Abstract This article is a processual exposition of the fundamental aspects of the Hume’s metaphysic relative to the substance, or of the specific way in which Hume thinks the substance. However, such philosopher was not very explicit in this regard, therefore this article corresponds with the justifications that systematically are offered to see in the relative to the substance, not only an exercise of conceptual analysis, but a metaphysical conception of the world. Such justifications go from the idea of substance as prejudged in the separability, to the idea of substance as prejudged in the denial of the causal link. Keywords: Substance, separability, existence, independence, causality. 1. Introducción. Las secciones III, IV, V y VI de la cuarta parte del “Libro Primero” del Tratado de la naturaleza humana, dedicadas esencialmente al problema de la sustancia, contienen una serie de reflexiones que en conjunto quedan determinadas por la exclusión del concepto de inherencia como un elemento necesario para constituir positivamente el concepto de sustancia. Y, si bien es cierto que cuantitativamente las reflexiones de Hume se orientan más a la parte negativa de la reflexión sobre tal concepto, el resultado finalmente positivo, es decir, la determinación de la sustancia como absoluta independencia, se puede interpretar como el fundamento para algunas reflexiones que anteceden la problemática de la sustancia, específicamente las que aparecen en la sección III de la tercera parte del Libro I de la obra mencionada. Tales reflexiones son en torno a la necesidad de un principio productivo para explicar el cambio, ya sea relativo a una nueva existencia o a una CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia modificación de algo empíricamente determinado como permanente. En tal contexto, se reafirmaría el carácter positivo que tiene la concepción humeana de la sustancia como independencia, pues se comprendería como un elemento esencial para proporcionar una visión de conjunto del significado metafísico de la imposibilidad de concebir un principio productivo que rija necesariamente el llegar a ser, vía existencia o modificación. Tal imposibilidad, por tanto, no tendría un carácter simplemente negativo, sino que al responder a un concepto positivamente operativo de la sustancialidad, dicha imposibilidad debería quedar reformulada en la contingencia en la articulación de toda percepción o sustancia posible, idea que representa la posibilidad de comprender constructivamente, las consecuencias de la negación humeana del concepto de inherencia ligado a la sustancia, y el de conexión necesaria ligado al cambio. En consecuencia, el proceso desarrollado por Hume hacia la estructuración de una concepción metafísica del mundo fundada en el concepto de independencia, si bien queda claramente establecida sólo luego de las reflexiones relativas a la sustancia, debe ser esa misma independencia la que explique el sentido de su desarticulación del concepto de causalidad por la imposibilidad de concebir un principio productivo. No obstante, tal independencia puede ser retrotraída a su vez a un origen más fundamental y decisivo en el sistema humenano, esto es el principio de conversión entre lo diferente, lo separable y lo distinguible. Así, tal principio al estar encargado de analizar el concepto de sustancia y de causalidad, muestra la unidad de las reflexiones de Hume produciendo el concepto de independencia, como prejuzgado en el principio mismo. 2. De la separabilidad de las partes entre sí, a la separabilidad del sentido con respecto al sinsentido en el seno del problema de la sustancia. La específica forma de comprensión que Hume desarrolló en relación al concepto de sustancia puede ser vista como una consecuencia necesaria del uso de su principio CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia fundamental, a saber todo lo diferente es distinguible y todo lo distinguible es separable (Cfr. Hume, 2002, pp. 18, 24, 25, 27, 36, 233 y 634)1, pues al avanzar el proceso de diferenciación hasta que se descubra una inseparabilidad, su descubrimiento representará una estructura que es independiente con respecto a lo que se ha descubierto como separable, y en tanto independiente, puede ser considerada como sustancial. De tal forma, Hume descubre una serie de inseparabilidades que estructuran nuestra experiencia sensible, las cuales pueden ser sintetizadas en lo siguiente: espacialidad-temporalidad-cualidadcantidad-separabilidad-movilidad-contingencia2. Cada uno de estos elementos debe mostrarse como inseparable de lo dado en la experiencia sensible misma, y a la vez cada uno de ellos, debe mostrarse como inseparable del resto. Se trata en cierto sentido de lo “sustancial” del mundo sensible, es decir aquello que subsiste a través de las distintas representaciones que tienen lugar en la experiencia, y también en medio de las diversas unidades que ficticiamente en la experiencia se suponen como simples, sin serlo en realidad. No obstante, Hume (1739-1740/2002); (1748/2007) no vincula sistemáticamente el concepto de sustancia a la mencionada estructura, sino que es el concepto de modo el indicado para dotar de significado a cada uno de los elementos de la estructura, y dicho modo es pensado a partir de la oposición con lo que es una parte (Ver: Hume, 2002, pp. 36, 39 - 40; p. 25]3. Por tanto, ninguno de los elementos de la estructura puede ser separado de 1 Con el fin de un reconocimiento más inmediato de la paginación, ésta se ha referido en concordancia con las ediciones de Selby-Bigge, según se cita casi universalmente a Hume. Tal numeración aparece al margen de cada hoja de las versiones españolas correspondientes a las dos obras de Hume que son referidas en este artículo. 2 Tal estructura no es reconocida en ninguna parte explícitamente, en su conjunto, por Hume. Pero, corresponde con la extensión temática de su filosofía acerca del mundo, aunque en realidad se presenta aquí con el fin de mostrar de una vez, los elementos últimos que su propia concepción del análisis descubre. Es decir, si se asume que todo lo diferente es distinguible y todo lo distinguible es separable, aquello sobre lo que a fin de cuentas se ejecuta el análisis, siendo descubierto por tal principio, no puede ser disuelto por él. En tal situación no es el ejercicio de la separabilidad lo que dota de contenido metafísico esta filosofía, sino el desarrollo de la cohesión de tales inseparabilidades. 3 Si bien en la Investigación sobre el conocimiento humano, se omite por completo el tratamiento del concepto de sustancia, largamente extendido en el Tratado de la naturaleza humana, tal referencia específica a aquella obra tiene una fundamental importancia para circunscribir dentro de la estructura completa de la filosofía de Hume, su tratamiento del concepto de sustancia. Así, si lo referido corresponde al momento preciso en que Hume define las relaciones de ideas como aquello que es independiente de lo que pueda existir en cualquier parte del universo, la totalidad de su tratamiento del concepto de sustancia, debería CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia la experiencia sensible, porque ninguno de tales elementos es una parte de ella, sino el modo necesario en que se manifiesta. Sin embargo, es decisivo el hecho de que en la mencionada estructura que reclama para sí la inseparabilidad, se encuentre precisamente la separabilidad, y al corresponder tal estructura definitivamente al mundo sensible, esto significa que tal mundo es necesariamente analizable, es decir la analizabilidad de aquél no puede ser comprendida ni experimentada al modo en que se conocen sus partes. Pues tales partes en la experiencia se conocen a partir de la forma de la dependencia y la independencia empírica-causal, pero la analizabilidad del mundo, comprendida como un modo necesario de ser del mundo afirma la independencia de las partes del mundo, pues sólo a condición de que cada parte sea diferente, separable y distinguible, el mundo es esencialmente analizable, situación en la que el principio fundamental de la filosofía de Hume encuentra su significado metafísico. En tal situación las reflexiones humeanas orientadas a develar el significado de lo sustancial, vienen determinadas por el uso del principio arriba mencionado y se circunscriben en primera instancia en el desarrollo del modo de ser de la separabilidad, por ello la primera tarea que Hume realiza al respecto es desvincular el concepto de sustancia del concepto de inherencia, cuya postulación no se puede justificar por la vía que Hume piensa lo sustancial. Prosigue Hume (1739-1740/2002): circunscribirse en aquellas relaciones de ideas –cuya certeza es intuitiva y demostrativa–, a pesar de que tal caracterización sólo aparezca en la obra en que Hume precisamente omite el problema de la sustancia. Tal omisión explica el que en éste artículo sólo aparezca una referencia a la Investigación sobre el conocimiento humano; y, su situación relativamente aislada, se explica a partir de que la forma en que es posible circunscribir las reflexiones de Hume sobre la sustancia desde la perspectiva de la totalidad de su filosofía, exceden los fines del presente artículo, que pretende ser meramente una descripción del desarrollo de tal concepto. CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia Ciertos filósofos, (…) nos prometen disminuir nuestra ignorancia, pero mucho me temo que esto sea a riesgo de caer en contradicciones de las cuales el tema está de suyo exento. Estos filósofos son los curiosos razonadores acerca de sustancias materiales e inmateriales, supuestos sujetos de inhesión de nuestras percepciones. No conozco mejor medio de acabar con las infinitas cavilaciones sobre esos dos temas que el de preguntar a aquellos filósofos: ¿qué quieren decir cuando hablan de sustancia e inhesión? Y si, y sólo si, responden a esto será razonable participar seriamente de la discusión. (p. 232) Así expresado el asunto, es la sustancialidad ligada a la inherencia la que está siendo explícitamente cuestionada, pues pertenecerá a un desarrollo posterior del tema los derechos que Hume le reconoce exclusivamente al concepto de sustancia. De tal modo, la inherencia se entiende implícitamente como una específica forma de relación en la que nuestras percepciones quedan contenidas en la sustancia, de modo que las percepciones dependerían de la sustancia, pues en ella existirían. No obstante, tal significado no puede satisfacer a Hume, pues él siempre exige que sea originariamente clarificada la posibilidad de que tales estructuras sean inteligibles, por ello insiste en la clarificación conjunta de la sustancia y la inherencia, pues en el fondo su sospecha se dirige a la supuesta idea de sujeto de inhesión. Por su parte además, la intuición básica que mueve a Hume en tales asuntos, es que las reflexiones metafísicas, si bien en base a errores en el razonamiento caen en contradicciones, la metafísica misma contiene la posibilidad de aparecer libre de ellas, pues la estructura del mundo no podría ser posible si fuese contradictoria. Tal condición puede perfectamente, comprenderse como la base de la concordancia del acto intelectivo de separar, distinguir y diferenciar con lo efectivamente separado, distinguido, y diferenciado, siendo esto último el mundo en tanto mundo, no una parte de él. Continúa Hume (1739-1740/2002): Si en lugar de responder a estas preguntas alguien quisiera escaparse de la dificultad diciendo que la definición de sustancia es: algo que puede existir por sí mismo, y que esto debe CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia bastarnos; si se dijera esto, yo haría notar que esta definición vale para cualquier cosa que concebirse pueda, y que nunca servirá para distinguir la sustancia del accidente o el alma de sus percepciones. (p. 233) Con esto Hume introduce una definición de sustancia que pretende usar como criterio para desechar la posibilidad de distinguir en el seno de lo definido, de tal modo una parte subsistente y otra inherente, entonces la única posibilidad que se puede extraer de la definición mencionada es la concordancia de ella con absolutamente cualquier cosa que pueda ser concebida. En tal situación, la diferencia entre lo sustancial y lo inherente no corresponde con lo concebible. Concretamente entonces, la pretensión de que la sustancia material (o simplemente sustancia) sea significativamente diferente del accidente, y lo mismo el alma (o sustancia mental) con respecto a sus percepciones, está imposibilitada de hacerse inteligible desde la definición de sustancia como algo que puede existir por sí mismo, pues tal definición concuerda perfectamente con todo lo concebible, situación que inhabilita el realizar distinciones específicas a partir de ella, pues bajo su determinación toda diferencia se vuelve indiferente. En otras palabras, si empíricamente se define un objeto mediante una significación que concuerde con cualquier objeto posible, la definición sería vacía, pues no teniendo ninguna referencia específica, todas las diferencias de los objetos serían indiferentes para tal definición, pero si tal definición no es interpretado de un modo empírico, sino de un modo metafísico, tal definición no puede ser vacía si efectivamente muestra una estructura esencial de todo objeto posible. Tal es el caso del concepto de sustancia comprendida como “algo que puede existir por sí mismo”, pues la posibilidad de existir por sí mismo en tal caso no es contingente, y debería ser necesaria si es que finalmente todo lo existente debe (metafísicamente) ser comprendido como existiendo por sí mismo. Se trata del paso de lo que puede ser diferenciado, a lo que en sí mismo es diferente. Entonces, afirma Hume (1739-1740/2002): CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia Todas nuestras percepciones, al ser diferentes entre sí y diferir de cualquier otra que pudiera haber en el universo, son también distintas y separables; pueden ser concebidas como existiendo por separado, y pueden existir de hecho por separado sin necesidad de que cualquier otra cosa las sostenga en la existencia. Son por consiguiente sustancias, al menos en tanto que la definición citada explique lo que es sustancia. (p. 233). Todo aquello que puede concebirse como existiendo por sí mismo son en definitiva las percepciones, lo cual en Hume es lo único posible en la experiencia y aquello que es posible percibir, es necesariamente diferente, separable y distinguible de todo lo otro que al mismo modo es posible percibir, de manera que su radical diferencia no anula la unidad que constituye el concepto de percepción. En tal sentido, la separabilidad de las percepciones, implica que pueden ser concebidas como existiendo por separado, y como tal concepción no se refiere a algo que simplemente sea posible, sino al modo de existir de los elementos que necesariamente constituyen la experiencia, se produce el paso de la posibilidad de concepción, a la existencia. La existencia de las percepciones ha sido determinada entonces concretamente por su sustancialidad, es decir, en el universo de las percepciones. Si bien se vuelve indiferente la existencia específica de las diferentes percepciones, la diferencia que impone Hume en el ser percepción es la distinción con que se conciben y existen, o sea en el seno de la percepción misma se produce la unidad entre concebir y existir, en tanto no sea una cualidad empírica lo que se concibe como existente sino un modo de ser de las percepciones, que siendo la separabilidad, se reinterpreta como sustancialidad al no fijarse la atención en la separabilidad del conjunto, sino en la independencia de las partes. Así pues, lo que rechaza Hume es comprender la sustancia a partir de la inherencia, de modo que el rechazo de la idea en conjunto se ve exclusivamente determinado por la introducción del concepto de inherencia; esto queda reflejado en lo siguiente que Hume: “No tenemos idea perfecta de nada que no sea una sustancia. Pero una sustancia es algo totalmente distinto a una percepción. Luego no tenemos idea alguna de sustancia” (Hume, 2002, p. 234). Entonces, la estructura del razonamiento presentado por Hume consiste en negar la posibilidad de la sustancia, la cual sólo puede ser negada a partir de la CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia diferenciación absoluta entre percepción y sustancia, sólo así quedaría justificada la imposibilidad de concebir la idea de sustancia. Esto se presenta por tanto como la contraparte de la concepción de la sustancia como algo que puede existir por sí mismo. Pero, prosigue Hume “se supone que la inhesión en alguna cosa resulta necesaria para fundamentar la existencia de una percepción. Pero es manifiesto que nada es necesario para fundamentar la existencia de una percepción. Luego no tenemos idea alguna de inhesión.” (Hume, 2002, p. 234). Aquí por el contrario, según el Hume mismo, se trata de desechar el concepto de inhesión, el cual se intenta introducir a falta de conformidad con el carácter inmediato de las percepciones, pero como según Hume todas las percepciones aparecen necesariamente a la conciencia tal como son y son como aparecen (Hume, 2002, p. 190), concluye la imposibilidad de concebir algo existente en lo cual las percepciones encuentren el fundamento de su existencia meramente aparente. La trascendencia de la apariencia es lo que intenta lograr la introducción del concepto de inhesión, y Hume no validando tal extensión, desecha la posibilidad de concebir la idea de inhesión. El que una idea sea imposible de ser concebida equivale al sin sentido de la misma, pues la concepción es por él comprendida como la forma en que se sabe del acuerdo o desacuerdo de una significación con la realidad. Es por ello que Hume expresa lo siguiente: “¿Cómo podremos responder entonces a la pregunta de si las percepciones inhieren en una sustancia material o inmaterial, cuando ni siquiera entendemos el sentido de la pregunta?” (Hume, 2002, p. 234). No sólo la comprensión de la sustancia como inherencia se ha mostrado ininteligible, sino junto con ella la dualidad de lo sustancial, es decir, con Hume ya no puede concordar la idea de que el mundo de la apariencia empírica puede ser reducido a dos sustancias de las que las distintas percepciones dependen. Sin embargo, esto no significa que no se pueda mantener la diferencia estricta entre lo sensible y lo psíquico, pero tal dualidad del mundo empírico, no deberá en absoluto ser estructurada a partir del concepto de sustancia. Por su parte, el sentido de una pregunta filosófica queda absolutamente anulado cuando alguno de los términos que estructuran la pregunta no puede ser concebido, en este caso específico, la sustancia comprendida como portadora de la dependencia ontológica de las percepciones bajo la forma de la inherencia. En consecuencia, la CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia imposibilidad de la existencia de una sustancia en la que inhieran las percepciones, acaba concordando con la carencia de sentido de la pregunta por su existencia. 3. Desde las posibles comprensiones de la sustancia a partir de conceptos empíricos, a su constitución como fundamento para comprender el análisis del concepto de causalidad. Antes bien, aún es para Hume posible analizar otra estrategia de hacer ontológicamente dependientes las percepciones, la cual consiste en el rechazo del concepto de acción como explicación para la supuesta relación entre la sustancia y sus percepciones. Prosigue Hume (2002): La palabra acción (…) nunca puede ser correctamente aplicada a una percepción, en cuanto derivada de una mente o sustancia pensante. Todas nuestras percepciones son realmente diferentes, separables y distinguibles entre sí y también de cualquier otra cosa que podamos imaginar, por lo que es imposible concebir cómo pueden ser la acción o el modo abstracto de una sustancia (p. 245). En tal situación la absoluta diferenciabilidad de las percepciones asegura que en un nivel ontológico, sea imposible imponer un ordenamiento o dependencia de las diferentes percepciones, pues todo lo que aparece lo hace del mismo modo, y lo hace de una forma inmediato. Para inteligir la posibilidad de su manifestación no es en absoluto necesario recurrir a la supuesta acción de una sustancia primordial, ya que la independencia descubierta en el modo de concebirlas es para Hume ontológicamente suficiente. Por su parte, por lo que se refiere a la significatividad de la diferencia entre la supuesta sustancia material y la supuesta sustancia mental como sujetos de inhesión o modificación, el resultado de la aplicación del principio atomista debe ser el mismo, pues Hume (2002) sostiene: CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia Del mismo modo que, de la distinción y separabilidad de las ideas de los objetos externos, sacamos la conclusión de que éstos tienen una existencia separada entre sí, cuando hacemos de estas ideas nuestros objetos tendremos que inferir la misma conclusión por lo que respecta a ellas (p. 245) Entonces, en lo que respecta a la independencia de toda percepción posible, no afecta en modo alguno la diferencia entre la percepción considerada en sí misma y la percepción como un efectivo objeto de nuestro conocimiento. La separabilidad de las percepciones, fue establecida en el dominio de la experiencia posible, regida por la conversión entre lo concebible y lo posible, que para estos efectos no es sin más posible, ya que la posibilidad de una existencia separada de las percepciones es un necesario existir de tal modo, en tanto establece la imposibilidad de la dependencia al modo de la inherencia y de la modificación o acción. Sin embargo, la correspondencia que impone Hume en relación al modo de concepción y existencia de las percepciones, no puede corresponder con la efectividad en que naturalmente articulamos y describimos los objetos. Si no sólo las percepciones son concebidas como existiendo independientemente, sino que existen de tal modo, tal concepto de existencia se encuentra en oposición al uso natural que tiene tal concepto en tanto es posible afirmar la existencia de cierto objeto empírico. La explicación de esto reside en que la afirmación de la existencia de un objeto empírico específico requiere suponer la dependencia de sus partes, razón suficiente para afirmar que el concepto de existencia que se deriva de lo concebido se refiere al modo metafísico de existencia y no a la existencia efectiva o verificable. En tal sentido, la situación natural de nuestra disposición con respecto al mundo es radicalmente diferente de la aceptación absoluta del principio atomista, y Hume siendo consciente de esto, acepta que su filosofía en tal sentido contradice los hechos o en general “los principios de la naturaleza humana”. Entonces, Hume (2002) sostiene que: Siempre que se contempla el objeto desde otra perspectiva encuentra que todas estas cualidades son diferentes, distinguibles y separables entre sí. Y como este aspecto de las cosas destruye las nociones más primarias y naturales que teníamos de ellas, obliga a la imaginación a fingir un algo desconocido o sustancia y materia original como principio de unión o cohesión de estas CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia cualidades, dando así la posibilidad de denominar el objeto compuesto una sola cosa, a pesar de su diversidad y composición. (p. 221) Las nociones más primarias y naturales de las cosas se encuentran contrapuestas a la filosofía atomista de Hume, y siendo precisamente ése el sentido de tal filosofía, tal contraposición en modo alguno debe ser vista como una fase negativa en el filosofar humeano, ya que ahora se necesita precisamente establecer los principios naturales de determinación de la unidad o sustancialidad de los objetos, , y en tanto no deben contener rasgo alguno, y mucho menos fundamentación en principios metafísicos de alcance absoluto. Tal demarcación es plenamente positiva, y por lo demás prejuzgada en el principio de separabilidad, porque en algún momento el uso radical del principio tiene que llegar al descubrimiento de un dominio de conocimiento donde sea radicalmente violada su determinación cognoscitiva. Lo mismo debe ser entonces aplicado al dominio mental de nuestra experiencia. Si en el dominio material, la unión de los objetos responde a una disposición natural de la imaginación a fingir cierta sustancia que permanece a través de los cambios e interrupciones con que se ha presentado el objeto, el dominio mental debe según Hume ser pensado exactamente del mismo modo. Esto equivale entonces a afirmar que el hombre es para sí mismo “un haz o colección de percepciones diferentes, que se suceden entre sí con rapidez inconcebible y están en un perpetuo flujo y movimiento” (Hume, 2002, p. 252). En tal sentido, el hombre no tiene sustancia al hacer depender su concepción del principio atomista o de separabilidad, lo cual supone que el hombre no es una entidad absolutamente unificada, y siendo separable no es necesario ni independiente. Siendo entonces solamente un agregado de partes, tales partes para sí mismo son sólo sus percepciones, independientemente de que perciba partes de su propio cuerpo o partes del mundo supuestamente externo, pues con la imposibilidad de concebir algo como dependiente de un alma sustancial, todas sus percepciones se encuentran ontológicamente al mismo nivel. Así pues, declara Hume: “No existe en ella [la mente] con propiedad ni simplicidad en un tiempo, ni identidad a lo largo de momentos diferentes, sea cual sea la inclinación natural que nos lleve a imaginar esa simplicidad e identidad” (Hume, 2002, p. 253). En tal sentido, CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia se vuelve a insistir en lo mismo, el descubrimiento de la no sustancialidad de la mente se hace en un nivel cognoscitivo que por sí sólo se exime de los efectos que pueda tener en su validez, el descubrimiento de alguna inclinación natural que explique cómo, o eventualmente porqué, nos atribuimos identidad, cuando en realidad todas nuestras percepciones son independientes, y de nosotros mismos no tenemos más conocimiento que el de nuestras percepciones. Ninguna posible inclinación natural puede entonces contradecir o confirmar la independencia de nuestras percepciones y la consecuente anulación metafísica de la sustancialidad de la mente. Sólo así la inclinación natural a atribuir identidad a personas y objetos puede recibir una explicación de sí misma y del nivel cognoscitivo en que se sitúa. En tal situación, la mente o la conciencia, se encuentra contingentemente articulada y no posee una unidad que la constituya como sustancial. Sin embargo, tal contingencia no es una determinación originaria del análisis humenano de la mente humana, sino que se encuentra prejuzgada en parte de su teoría de la causalidad. Si bien él mismo no vinculó explícitamente con el concepto de sustancia, la necesidad de establecer tal vínculo se nota al concluir que su concepción del cambio se sostiene a base de no suponer nada permanente a través de aquél. Prosigue Hume: Nunca podremos demostrar la necesidad de una causa para toda nueva existencia, o nueva modificación de existencia, sin mostrar al mismo tiempo la imposibilidad de que una cosa pueda empezar a existir sin principio generativo; y si no puede probarse esta última proposición deberemos perder toda esperanza de probar en algún caso la primera. (Hume, 2002, p. 79) De esta manera, toda nueva existencia quedaría simplemente puesta en el mundo como nueva existencia o modificación y en ninguno de los dos casos sería absolutamente necesario suponer el vínculo causal o suponer un sustrato en el que lo existente sea en realidad un accidente de una sustancia, o un sustrato a partir del cual la modificación deba ser comprendida. El llegar a existir y la modificación, en tanto cambios de lo dado en el tiempo anterior, se encontrarían por tanto en el mismo nivel. Con ello la posibilidad de desvincular el cambio de un principio generativo, quedaría establecida justificando la CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia noción de cambio absoluto para explicar las consecuencias de la negación humeana de la necesidad de existencia de un principio generativo que explique el llegar a existir y la modificación de una sustancia, pues la sustancia se ha desligado de la inherencia y ha quedado absolutamente establecida en la pura independencia. Confirmando lo anterior, Hume declara: Como todas las ideas distintas son separables entre sí, y las ideas de causa y efecto son evidentemente distintas, nos resulta fácil concebir cualquier objeto como no existente en este momento, y existente en el siguiente, sin unirle la idea distinta de causa o principio productivo. Por tanto, la imaginación puede hacer una clara separación entre la idea de causa y la de comienzo de existencia. Y, por consiguiente, es de tal modo posible la separación real de estos objetos, que ello no implica contradicción ni absurdo alguno, por lo que dicha separación no puede ser refutada por ningún razonamiento efectuado en base a meras ideas; y sin esto es imposible demostrar la necesidad de una causa (Hume, 2002, pp. 79 -80) Así expuesto el asunto, la separabilidad de toda percepción posible significa que todas las percepciones son sustancias, y que tal sustancialidad se opone a la posibilidad de que un vínculo causal las unifique de un modo necesario. Y siendo la articulación de las sustancias (percepciones) contingente, la idea de principio productivo no puede introducirse como justificada a partir de la idea de necesidad. En consecuencia, la independencia sustancial de toda percepción posible, no puede según Hume ser refutada a priori, de modo que bajo tal concepción de la sustancia, no existiría un cambio relativo en el que algo debe permanecer como sustrato, la diferenciabilidad absoluta puesta en el curso temporal, volvió indiferente si lo sucedido se determina empíricamente como una existencia nueva o como modificación de algo que ha permanecido, y esto porque la radical disposición analítica de Hume declaró ambos estados de cosas como diferenciables, posibilidad que en tal contexto basta para negar la posibilidad del vínculo y del sustrato. 4. Conclusión. CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia Como ha sido expuesto, la negación de la posibilidad de existencia real de un vínculo causal necesario y de un sustrato ontológicamente determinante con respecto a otras existencias, y a sus acciones y modificaciones, es dependiente de un solo principio. Tal principio se ha caracterizado por la peculiaridad de no quedar simplemente determinado en su mera formulación explícita, sino en su desarrollo desde la separabilidad a la inseparabilidad, de un modo tal que lo propio de la distinción y la diferenciación quede absolutamente identificado con lo relativo a la posibilidad o imposibilidad de separación. Asimismo, la inteligibilidad de aquel principio ha dependido del uso de los conceptos modales comprendidos en su sentido absoluto, es decir, el sentido de la filosofía expuesta no concuerda con el descubrimiento de posibilidades o imposibilidades proyectadas desde entidades contingentes, sino con la estructura necesaria de lo entitativo mismo, que en definitiva se ha determinado como independiente en sentido absoluto. En tal situación, la originaria forma--radicalmente analítica--del filosofar humeano encuentra sentido, y materia a considerar como un producto propiamente suyo, en los elementos últimos del análisis, es decir aquello en lo que la separabilidad se detiene y constituye como una determinación constructiva del mundo, que sólo se puede obtener por llevar la separación al extremo sin ver en ello una informe disolución del mundo al que la naturaleza humana misma nos inclina a construir. En consecuencia, el sentido e inteligibilidad del concepto humeano de sustancia depende absolutamente de la radicalidad bajo la cual se haya usado e inteligido el principio atomista (o de separabilidad) como totalmente aparte de nuestras inclinaciones naturales que hacen que contemplemos el mundo como dependiente, no porque empíricamente tal dependencia no se manifiesta a su modo, y tampoco porque en una reflexión metafísica, haya sido puesta en duda, sino porque el sentido de las reflexiones expuestas depende de la concepción absoluta de la separación y de la inseparabilidad. CUADRANTE PHI N°28 2015, Bogotá, Colombia Bibliografía: Hume, D. (1888). A Treatise of Human Nature. Oxford, Inglaterra: Oxford University Press. Hume, D. (2002). Tratado de la naturaleza humana (trad. Félix Duque). (3ª Ed.) Madrid, España: Tecnos. Hume, D. (2007). An Enquiry Concerning Human Understanding. New York, USA: Oxford University Press. Hume, D. (2007). Investigación sobre el conocimiento humano (trad. Gerardo López Sastre). Madrid, España: Tecnos. Jaime Salas y