60 DIARIO 2 MILLÁS Y EL MUNDO Juan José Millás Diario de Navarra Lunes, 21 de octubre de 2013 Neologismos N grupo de médicos estadounidenses proponen llamar ‘indolentoma’ al tumor maligno poco agresivo y con un alto porcentaje de curación. Se trata así de evitar la palabra maldita para cánceres poco agresivos o susceptibles de tratarse como una dolencia crónica. En efecto, no es lo mismo decir “tengo un cáncer” que decir “tengo un indolentoma”. Indolentoma parece un híbrido de indolente (que no se afecta o conmueve) y de síntoma (fenómeno revelador de una enfermedad). Digamos que un cáncer pequeño es un U síntoma indolente. Veremos qué recorrido tiene la propuesta. De una cosa estamos seguros: de que indolentoma, aun triunfando en la lexicología clínica, no devendrá en metáfora. Desde ya decimos que carece de esa capacidad. Nadie, nunca, dirá, por poner un ejemplo, que la burocracia es el indolentoma de la administración. A las palabras nuevas hay que desearles, como a los individuos, larga vida. Larga y feliz vida. Cada vez que aparece un término nuevo, debería dársenos la oportunidad de visitarle en el hospital y de llevar flores a los padres (en este caso, al señor Indolente y a la señora Síntoma). Deberíamos felicitarles por el feliz alumbramiento y decir, sin ningún pudor, que la criatura es muy bella. De los recién nacidos se dice eso, que son guapos, puesto que todavía no sabemos si son inteligentes. Yo no me atrevería a decir que indolentoma es inteligente, no lo sé, pero no me cuesta nada decir que es guapa. Tiene todo lo que tiene que tener una palabras: sus letras, sus sílabas, su acento (prosódico, en este caso), su significado. Ahora bien, tampoco me cor- taría de decir a sus padres que carece de capacidad metafórica -Siento decirles que indolentoma solo podrá llevar una vida literal. -¿Y eso qué significa? -Que no podrá usarse en un sentido figurado. ¿Es eso un déficit para una palabra? Quizá sí. Indolentoma es lista y precisa, pero tiene poca imaginación. Cáncer, poseyendo menos agudeza, es muy fantasiosa. Otra cosa es que nos gusten los delirios de muerte que despierta. Una locura YER atravesé una zona de unos grandes almacenes donde vendían “experiencias”. Es un resto de la época en la que fuimos millonarios. ¿Recuerdan? Ya no sabíamos qué regalar, porque todo el mundo tenía de todo, cuando irrumpió en el mercado este producto nuevo: la experiencia. Podías regalar a tus padres tres noches en un hotel con encanto; a tus hijos, una comida en un restaurante con dos estrellas Michelín; a tu cuñada, una sesión de masaje y baño turco en una spa de moda. Regalar cosas empezaba a pare- A cer un poco grosero y ahí es donde nació esta idea comercial cuyo recorrido ignoramos. Lo cierto es que ves hoy un tenderete de venta de experiencias y te da la risa. -¿Qué rayos es esto? Esto es una reminiscencia de los días felices en los que fuimos suecos. Y tontos. De cuando fuimos suecos tontos. Fíjense, hoy una experiencia es comprarse unos pantalones vaqueros. Una experiencia es pedir hora en la seguridad social. Una experiencia es tomar el metro, el autobús, comerse una hamburguesa. Una experiencia es cobrar (o no cobrar) a fin de mes. Una experiencia es asistir a la rueda de prensa del consejo de ministros de los viernes. Una experiencia es ver el telediario. Quiere decirse que habíamos reducido el campo de la experiencia a cuatro tonterías relacionadas con el lujo, o con el supuesto lujo. Nadie creía que leer fuera una experiencia, que ir al cine fuera una experiencia, que asistir a la enfermedad y al fallecimiento de los padres fuera una experiencia. Una experiencia era un baño turco, una sauna, un circuito de aguas termales, una sesión de bicicleta estática dirigida por un entrenador personal. Bueno, bueno, cómo ha cambiado todo, y en qué poco tiempo. Todas esas empresas que vendían experiencias tendrán que reconvertirse, reinventarse, que dicen en la radio. Ahora, y dada la situación de la sanidad pública, lo que hay que regalar son mamografías preventivas, por ejemplo. O exploraciones de la próstata. O un mes de comedor del colegio del niño. En fin, no sé, lo de la venta de experiencias siempre nos pareció un poco superficial, un poco frívolo. Pero desde la perspectiva actual nos parece una locura. La Coruña acoge una gran retrospectiva de Rafael Moneo La muestra, organizada por la Fundación Barrié, aborda 46 proyectos del arquitecto tudelano, e incluye 18 maquetas Efe. La Coruña. La Fundación Barrié inaugura el jueves la exposición Rafael Moneo. Una reflexión teórica desde la profesión. Materiales de archivo 1961-2013, la primera gran retrospectiva del arquitecto español, Premio Pritzker 1996 y Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2012. La muestra, que se podrá ver en A Coruña hasta el 30 de marzo de 2014, abordará 46 de sus proyectos, distribuidos en cinco secciones, con 18 maquetas, entre las que se encuentra la del Museo Nacional de Arte Romano (Mérida), 142 fotografías y 98 dibujos. La exposición, comisariada por Francisco González de Canales, de la Architectural Association de Londres, ofrece un recorrido por la obra de Moneo a través de los archivos profesionales del arquitecto. La selección de materiales pone especial énfasis en la importancia del dibujo co- mo herramienta fundamental, de la cual el arquitecto se ha valido para desarrollar su trabajo y como medio para definir su pensamiento. Maquetas y fotografías del archivo ayudan a ilustrar las obras seleccionadas. El programa expositivo se complementa con una amplia propuesta educativa gratuita en torno a la obra de Rafael Moneo. Además de talleres para familias y escolares y visitas guiadas, destaca la clase magistral que impartirá el arquitecto a los alumnos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de A Coruña el 25 de octubre por la mañana, al día siguiente de la inauguración de la exposición. Bucear en los archivos Moneo (Tudela, 1937) presentó personalmente la exposición en la ciudad en mayo y explicó que la organización de esta muestra le obligó a “bucear” en los archivos de su estudio y a comprobar él mismo cómo ha ido evolucionado su forma de trabajar a lo largo de los años. La exposición arranca con su primera obra, una propuesta para la Plaza del Obradoiro en Santiago de Compostela (1962), que le valió el Premio de Roma.