ción periódica, fija, aunque actualizable (iguala), y que concluyeron por un acuerdo transado con la deudora, que incluía pago principal e intereses, pero sin establecerse cantidad alguna en concepto de costas a las que fue condenada su deudora. Posteriormente el abogado, tras ser restituido, entabla la jura de cuentas, ejercitando un derecho que, por razones legislativas de protección de este tipo de créditos, se otorga a los letrados por una norma positiva. Entiende el juzgador que, a pesar de existir un contrato de iguala entre el letrado demandado y la sociedad accionante, no se trataba de valorar si el expediente de jura de cuentas se ajusta a la moralidad o a la ética en el contexto de una relación contractual sostenida durante quince años, sino de saber si, ejercitando un derecho que le es propio, el demandado tiene derecho a cobrar sus honorarios a cargo de la entidad que aquí reclama, y concretamente en el caso que motivó la jura. Queda acreditado en las actuaciones que la entidad accionante había pactado con el letrado demandado que le serían reembolsadas las costas de aquel pleito origen de la jura de cuentas, sin que el abogado hubiera podido presentar minuta en un proceso en el que, tras la venia, había quedado fuera, y también quedó acreditado que no existió otro pacto sobre la posibilidad de percibir costas, por lo que habría de estarse al pacto entre las partes sobre esa cuestión, tal y como establece el artículo 44.2 del Estatuto General de la Abogacía, pues, en defecto de pacto, las costas habrán de ser abonadas al letrado. Concluyendo que: “No parece, en fin, muy coherente que la demandante se niegue a pagarle al abogado por los servicios de los que se benefició, esgrimiendo que eso era para el caso de que ella cobrara las costas del deudor, y seguidamente pacte con el deudor para que este le pague principal e intereses, pero no las costas. La misma demandante ha demostrado que la jura de cuenta no iba descaminada”. Por todo ello, el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3, desestima la demanda contra el abogado, absolviendo a este de la pretensión ejercitada en su contra e imponiéndole a la actora las costas causadas por el proceso. “No parece muy coherente que la demandante se niegue a pagarle al abogado por los servicios de los que se benefició” En torno a la póliza de conductor La Sección Octava de la Audiencia Provincial de Cádiz se pronunció el pasado mes de junio en un asunto que ha generado dos grandes líneas jurisprudenciales dentro de las resoluciones de las Audiencias Provinciales de este país. Dicha cuestión radica en determinar si la póliza de seguro de conductor incluye o no el pago de cantidad por los meses en los que el asegurado se ve privado del permiso de conducir por una condena penal firme en base a un delito contra la seguridad del tráfico por conducir bajo la influencia de las bebidas alcohólicas. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número Uno de Jerez dictó una sentencia en enero de 2003 en la que condenaba a una aseguradora a pagar al demandante por esta circunstancia un total de 16.669 euros, resolución que fue recurrida por la compañía de seguros. La Audiencia Provincial dictaminó el pasado 20 de junio revocar íntegramente dicha sentencia, absolviendo a la parte recurrente de los pedimentos de la demanda que en primera instancia fue atendida. La Audiencia se inclina por la tesis contraria a la que esgrimió la juzgadora de instancia, que consideraba que en estos casos la aseguradora debe pagar la cantidad prevista en el contrato de seguro. “No consideramos [...] que estemos ante una exclusión del riesgo por voluntad de la parte contratante como si fuera una cláusula que deba ser admitida expresamente por el asegurado, sino ante un problema de delimitación del riesgo asegurable en base a unos límites marcados por la propia ley”. FORUM ASTENSE 35