La Terapia del Psicoterapeuta ¿es un requisito para el ejercicio profesional? Dr. Alberto Chertok1 Teniendo en cuenta las diferencias entre las distintas líneas de psicoterapia, tanto en sus propuestas terapéuticas como en los modelos teóricos de los cuales parten, no es posible ofrecer una respuesta global a esta pregunta (1). Las modalidades específicas de psicoterapia difieren en sus objetivos, en su metodología de trabajo y sobre todo en el rol que desempeña el terapeuta. Por tal motivo, es necesario examinar cada línea de psicoterapia por separado para establecer si es necesario que el propio terapeuta cuente con un tratamiento personal. En este trabajo examinaremos el problema desde el ángulo de la terapia conductual, en el entendido de que las conclusiones que resulten válidas para este modelo no son necesariamente aplicables a otras líneas. Esto no debe sorprendernos, porque la actual integración entre diferentes modelos de tratamiento psicológico ha sido posible, precisamente, por el reconocimiento y respeto de dichas diferencias. Digamos primero que en el modelo conductual la terapia consiste en una experiencia de aprendizaje (2) cuyo objetivo es promover ciertos cambios en la conducta del consultante, quien se propone modificar sus hábitos inconvenientes y desarrollar en su lugar estilos de comportamiento, de pensamiento y de reacción emocional más útiles y productivos. En este proceso el terapeuta cumple un rol de asesor técnico (3) en tanto especialista en análisis y modificación del comportamiento y su función es analizar la conducta del paciente para identificar las causas que la mantienen, definir con él los objetivos de cambio y ayudarlo a alcanzar dichas metas diseñando una estrategia de modificación conductual e implementando las técnicas específicas de intervención. Entre paciente y terapeuta se establece una relación de trabajo (4), de colaboración y cooperación, orientada a alcanzar los objetivos propuestos. El análisis de la relación terapéutica no es un medio para promover cambios de conducta, y sólo se examina cuando constituye un impedimento para el trabajo terapéutico o cuando refleja en sí misma comportamientos que son objetivo de cambio en otras áreas (por ej.: conductas inasertivas en un paciente que está trabajando precisamente su asertividad). No existe en este modelo algo así como «el análisis de la relación transferencial» El terapeuta es un técnico que pone a disposición del paciente su formación profesional y su conocimiento de los principios de aprendizaje para ayudarlo a alcanzar sus objetivos de cambio, en la medida en que estos sean compartidos y acordados al comienzo del tratamiento. No existe nada en este rol que sugiera la necesidad de una terapia personal (5). De hecho, ni siquiera sería posible plantear una terapia con el fin de «ser terapeuta», porque en el modelo conductual la terapia sólo puede encararse a partir de objetivos concretos de cambio de conducta. Claro que son necesarias ciertas habilidades de comunicación y de relacionamiento para desempeñarse como terapeuta comportamental (6), las cuales no difieren de las requeridas para los terapeutas de otras líneas. Se espera por ejemplo que el terapeuta posea y exhiba un grado de calidez humana, demostrando interés en la persona del consultante y una preocupación sincera por sus dificultades. De hecho, todos los procedimientos y técnicas conductuales son más eficaces cuando se aplican en el contexto de una relación cálida y empática con el paciente. La aceptación básica del paciente sin juzgarlo y condiciones tales como autenticidad y flexibilidad son otras tantas actitudes y habilidades que pueden adquirirse, promoverse y fomentarse durante el proceso formativo, tarea que recae especialmente sobre el o los supervisores clínicos. Si en el curso de la formación se constata la carencia de habilidades sociales o de comunicación, o la presencia de estilos de conducta que interefieren con el desempeño terapéutico puede solicitarse para dicho aspirante un apoyo terapéutico específico, orientado a modificar los patrones de conducta inadecuados. Esto no equivale a un requisito generalizado de tratamiento psicológico. Esto no significa, naturalmente, que los terapeutas cognitivo - conductuales no puedan tener objetivos personales de cambio y requerir un tratamiento con ese fin. Sólo significa que en nuestro modelo no es imprescindible pasar por esa experiencia para ayudar a otras personas a modificar Médico Psiquiatra, Terapeuta Cognitivo – Conductual - SUAMOC. Email: info@psicologiatotal.com 1 su propia conducta. Es posible que un terapeuta conductual busque ayuda para modificar su propia conducta, pero también es posible que no lo haga. No hay pruebas de que los primeros sean mejores terapeutas que los segundos. Otro tema, que no debe confundirse con el anterior, es si es necesario tener cierto grado de salud mental para ejercer como psicoterapeuta. Este podría ser un requisito de índole general independientemente de la corriente que practique el técnico. Yo creo que sí. Y también para ejercer el magisterio, cuidar niños pequeños, manejar un arma, ser neurocirujano o investigar con energía atómica. Pero si se plantea la «salud mental» como un requisito para ser terapeuta, es necesario responder otras preguntas, para las cuales aún no existe consenso, a saber: ¿Quién establece el grado de salud mental del interesado, y en base a cuáles criterios? Una posibilidad sería que si durante la formación de un terapeuta sus docentes o supervisores detectaran un posible trastorno psiquiátrico, se solicitara la evaluación de un técnico independiente a los efectos de establecer la presencia (o ausencia) de trastornos específicos incluidos en el DSM IV (7). Se trataría de una evaluación objetiva y basada en un criterio descriptivo. Una vez hecho un diagnóstico concreto (en caso de identificarse algún desorden), habría que ver cuál es el tratamiento más apropiado, y recién allí podría plantearse algún tipo de psicoterapia o un tratamiento farmacológico, según el caso. No estamos afirmando que este sea el único procedimiento posible. Sólo queremos ilustrar que pretender un determinado grado de salud mental para los terapeutas no es lo mismo que establecer la necesidad de un tratamiento psicológico «a priori». El requisito generalizado de «psicoterapia para ser terapeuta» saltea todos estos pasos, en particular el diagnóstico, asumiendo que la psicoterapia es siempre y en todos los casos una herramienta idónea para alcanzar un grado aceptable de «salud mental». En síntesis: cada línea de psicoterapia debe establecer los requisitos para su ejercicio, incluyendo las instancias teórico prácticas requeridas para la formación de sus terapeutas y la necesidad o no de terapia personal. El criterio de asegurar cierto grado de salud mental entre los aspirantes a terapeutas es un problema distinto del requisito generalizado de psicoterapia, y requiere definir criterios diagnósticos y una modalidad de efectuar la evaluación, criterios de exclusión para ciertos desórdenes y tratamientos adecuados para los trastornos eventualmente identificados.