Germán Iván Martínez Gómez / Etica y ontología en el filósofo del fuego o cómo filosofar desde las sombras -«^ice Aristóteles que los hombres comenzaron a filosofar cuando Jse sintieron maravillados ante algo. Fue su extrañeza o perple- V Jty' jidad el móvil de sus reflexiones postreras. El mismo autor sos tiene que el pasmo que sintieron aquellos hombres lo experimentaron al reconocer que sabían muy poco o, para decirlo como es, que ignoraban mucho. Se comenzó a filosofar entonces para huir de la ignorancia y, hasta nuestros días, quienes por ventura o desgracia nos dedicamos a esa labor, nos afanamos en hallar una verdad que. todavía y mal que nos pese, gusta de esconderse y ser perseguida. ETICA V ON TOLOtilA Fue el Estaglrita quien señaló que podría haber ciencias más útiles y necesarias que la filosofía pero ninguna mejor ni tan importante como ésta pues, dentro de las ciencias, la filosofía es la "más digna de estima". En su Metafísica nos dio cuenta de los primeros filósofos, llamados "físicos" por abocarse al estudio de un elemento natural del que habría de provenir todo cuanto existe. Así. relató brevemente las respuestas que los también llama dos "filósofos presocráticos" dieron a la pregunta que alude el origen, fósó por Tales, Anaximandro y Anaxímenes de Mileto. Diógenes. Empédocles. Ética y ontolo0a en dJ\¡ósq¡ü Anaxágoras, Parménides. Leucipo y Demócrito, pero cuando tuvo que refe ddJuego (Hacia una lectura rirse a Heráclito de Éfeso, sólo atinó a decir que ese pensador atribuía el de HerácUto de Éfi:so). Mariano Rodríguez González. Toluca, origen del cosmos alJuego. Desde entonces se le ha dado poco espacio y UAEM, 2003. 118 pp. 94 • - La Colmena I S I I 111.1)MII O ¡>11. I menos importancia a Heráclito; filósofo al que. no obstante hablar del fiiego, del bri llo. de la luminosidad y del resplandor de la verdad, la historia de la filosofía y sus cómplices, lo han tachado de 'k^scuro". Sin embargo, me atrevo a pensar que la llama da oscuridad del pensamiento heracliteano se derivó más de un exceso de luz que de una carencia de la misma. El propio Platón nos señaló en el mito de la caverna que tam bién la luz en exceso ciega. Visto de esta forma. Heráclito fue llamado oscuro porque se atrevió a filosofar desde las sombras, es decir, se dio a la tarea de pensar desde su propia realidad pero no se redujo a ella sino que logró traspasarla; convirtiéndose, en tonces, en uno de los iniciadores de la meta física junto con Parménides. Han sido ios ñilgores de un pensamien to en extremo lúcido ios que nos han cegado y. al hacerlo, nos han impedido ver la clari dad con la que se manifiesta una naturaleza que nos habla. Tendremos, para leer a Heráclito. que acostumbrarnos a la luz por que no es fácil librar nuestros ojos del ofus camiento producido por las tinieblas. Paradójico resulta llamar oscuro al filó lución del pensamiento filosófico. Cabría afirmar, incluso, que ni Hegei ni Marx hu biesen sido tan ciaros de no haber abrevado de una filosofía considerada carente de luz. Yes que Heráclito nos reiteraque el conoci mientoverdadero no se profesa sino que se aprehende, dicho este término en el sentido de tomar o aferrarse ai sentido. Visto de esta forma, no es necesario que alguien enseñe el saber auténtico porque él mismo se ma nifiesta en ia realidad ai tiempo que se es conde, y sólo le exige al hombre el arrojode tomarlo para sí y ia voluntad de ofrecerlo a su comunidad; es decir, implica por un lado un llamado, una vocación para comprender la realidad suprema; y por otro, una dispo sición por compartir esta comprensión, una actitudde servicio que.segúnasegura nues tro autor, es inherente al filósofo. Mariano Rodríguez sostiene que Heráclito nos lleva a ia verdad a partir de los indicios, vamos tras las huellas de un conocimiento que sólo deja rastros pero que tiene muchos rostros. Ai observar la reali dad y ver en ella elementos contrarios: dioshombre. día-noche, invierno-verano, fríocalor, seco-húmedo, duro-blando, etcétera, sofo de la luz. Sobre todo si se toma en cuen suponemos incluso que ia muerte es el tér ta que fue él quien habió de una naturaleza contradictoria de la realidad; situación que, dicho sea de paso, no era nueva, porque ya Anaximandro lo había hecho pero, a dife rencia de éste, quien sostenía que un aspec to vive gracias a la muerte de otro y que esta muerte constituye en sí misma una in justicia, Heráclito expresa que dicha contra dicción es inherente a la realidad y refleja mino de ia vida y que ésta es más valiosa que aquella. Sin embargo, decía Nietzsche. su verdadera esencia. En este sentido, más que una injusticia, el predominio de un ele mento sobre otro genera armonía. Éticayontologiaene{filósq/b deljuego es un texto en el que Mariano Rodríguez González nos recuerda que ia presencia de Heráclito ha sido fundamental para ia evo Libios vivimos en un mundo aficionado a las dis tinciones; y es precisamente esta afición la que nos impidever cómo ia realidad es una y múltiple, (xmmgenteydivergente, segúnen señó Heráclito. Esta es ia verdad que nos invita el filó sofo de Éfeso a encontrar: iosopuestos que vemos luchan entre sí perono para destruirse sino para generar armonía. Si así pensa mos, ¿será entonces ia muerte tan valiosa como ia vida? ¿Tendría acaso sentido ia se gunda sin ia primera? ¿Cómo podría disfru tar el hombre de sus días si no sospechase que pueden ser los últimos? La Coimena - -• 95 con él. Visto así, el hombre no es, en el es tricto sentido del término, sino que estósien do. En este "estar siendo" radica la trágica situación humana que no entendemos del todo porque, de hacerlo, comprenderíamos que la viday la muertequellevamos en nues tro ser obedecen a las normas que dicta la naxsidad, es decir, el hgos, la razón o dios. Gracias a esta necesidad el cosmos alcanza armonía y sentido. "Todo se origina en la discordia", afírma Heráclito. Esto quiere decir que sin la pugna entre los opuestos no habría movi mientoy sin movimiento no habría vida. Es la guerra amistosa entre los contrarios la que hace posible una reconciliación necesa ria y una vida justa. Digo "guerra amisto sa" para enfatizar que el filósofo del fuego sostiene que todo nace de la lucha y que esta lucha produce todo flujo. Lo hago, también, para decir que a diferencia de sus anteceso res que buscaban la permanencia y la esta bilidad, Heráclito no sólo rechazó la posibi lidad de un mundo estático e inmóvil, sino que se afianzó a la idea de que si algo vive, vive gracias a la muerte de otras cosas. Será Mariano Rodríguez quien dirá que en Heráclito no todo es fluir sino que hay algo que permanece: la constancia del cambio y su naturaleza ordenada y precisa. Quizá a partir de esta idea podemos afirmar que Heráclito y Parménides no es taban tan lejos el uno del otro. Ambos re chazan los sentidos como vía para acceder al conocimiento; reiteran la naturaleza en gañosa de los mismos y se refieren a un conocimiento al que sólo se puede llegar por la razón, por el logos. El logos, pun tualiza Rodríguez González, significó ori ginalmente reunir cosas dispersas. Poste riormente el término fue utilizado como decir o dar cuenta. Ambos pensadores, des de diferentes posturas, dan cuenta de una realidad que se muestra pero cuya natura Liuos leza nos Impide penetrar en sus designios a través de lo que aparenta. A ella habre mos de llegar por el pensamiento porque, como afirma el filósofo de Elea, autor de El poema sobre la naturaleza, "sólo el pensa miento es superior". Esta es una lectura que podemos dejarle pendiente a nuestro autor para que la desa rrolle posteriormente. Ahora, aplaudimos el hecho de que nos acerque a ese pensador, para quien la filosofía no sólo requiere vo cación sino, sobretodo, temperamento. La primera, la hará seguramente porque está convencido, comoel pensador estudiado por él, que se aprende a filosofar viviendo y, a vivir, filosofando; respecto a lo s^ndo, le agradecemos la ocasión de recordamos que la filosofía es asunto de los hombres y no de los dioses y, por ende, necesitamos filo sofar para poder vivir y para dar sentido a la vida que tenemos. Simultáneamente, por que su texto nos exhorta a aprender a vivir la vida nuestra para que a partir de ella, y en ella, encontremos los pretextos para nues tro reflexionar. Para Heráciito, nos recuerda ei autor; to dos formamos parte de un fuego que nos hace arder y nos consume. Comprender esto no sólo deja de lado el carácter trágico de nuestro destino sino que nos hace menos infelices, haciendo de nuestra vida, como bien sostiene nuestro autor, una "tragedia alegre". Éticayontologia enelfilósqfbddju^o es un texto que viene a profundizar en el pen samiento de un filósofo que en los cursos formales de filosofía sólo se ve de paso y, en algunas ocasiones, se le mira incluso de reojo. Lo recomiendo no sólo porque sé de la importancia del mismo y del esfuerzo de su autor, sino porque, en lo personal, me invitó a buscar la luz desde la penumbra, llevándome entonces a filosofar desde las sombras. LC La Colmena- -• 97 Mariano Rodríguez afirma que por tal forma de pensar Heráclito es "cautivador e interesante", ya que su pensamientoy su ma nera de expresarlo no sólo nos comparten sus razones sino que nos dan ocasión de valemos incluso de una analogía que, aun que pudiera parecerdesafortunada, nos per mitirá comprender mejor lo que sostiene Mariano Rodríguez. Analicemos por tanto la razonar por cuenta propia. Sólo el hombre, naturaleza de una cicatriz. Ella misma ma dice el autor, único ente capaz de pensar el ser que lo conforma y lo trasciende, posee tambiénla capacidad de darse sentidoen su moradacósmica y compartirese sentido con los otros. Aquí radica el aspecto ontoiógico nifiesta, por sí sola, la unión de partes divi y ético de los planteamientos heracliteanos. Sóloel ser humano poseela facultadde pen sar y de pensarse; pero no todo pensamien to es profundo. Muchos de ellos, al estudiar ia realidad, quedan en ia superficie y son, por tanto, superficiales. Sólo "aquel [pensa miento] que reconoce ia unidad del mundo en sus oposiciones; y la totalidadde sus con tradicciones" es profundo y sólido. Los de más, dirá Heráclito, al ser opiniones huma nas, "son juegos de niños". Según nuestro autor, ei efestio concibe ia naturaleza como conflicto y tensión. Conflic to, porquesin ia eterna lucha o pólemos que gobierna y reina entre los contrarios, ia na turaleza simplemente no existiría. Tensión, porque es esta situación ia que vincula el desgarro con la unidad, ia que explica el por qué el mundo cambia medidamente por un hgosyXdi que soportaia idea heracüteana de que ei eterno fluir no es azaroso o caótico sino, esencialmente, ordenando y ñmdante. didas. Es la evidencia de una restauración pero también es ei indicio que deja entrever una ruptura original. La cicatrizes el rastro que arrastra a la vez la tragedia de una al teración y ia felicidadde un acomodo. A tra vés de ella recordamos la Asura, la separa ción de que fue objeto nuestra carne, pero también comprendemos nuestra regenera ción. La cicatriz es ia impresión, la marca que nos ha dejado como recuerdo un corte. Ahora bien, si llevamos esta idea a ia vi sión heracüteana, debemos comprender en tonces que la naturaleza contradictoria de la realidad -en la que hallamos todos los opuestos- se rige por una guerra esencial que busca no el aniquilamiento sino ia con cordancia y, con ella, la justicia. Así como ia cicatriz evidencia ia recom posición de un corte, así los contrarios se fusionan para dar movimiento, y por tanto, para dar vida a una existencia que no cesa. Es ia unidad de ia multiplicidad o la multi plicidad en la unidad. En este sentido, "el No debemos tachar a Heráclito como el concepto Atguerra [utilizado por Heráclito] es estrictamentefllosóflco, ontoló^co y como tal debe entenderse-. guerra es la tensión original y fundamentadora del proceso di filósofo para el cual todo cambiay nada per námico de ia naturaleza de todas las cosas, manece, como el pensador "que convierte a del ser mismo". todo en puro fluir {panta reí) arrojando ai Mariano Rodríguez nos regala en este texto una lectura del pensamiento heracliteano. En él subraya que cuando éste hombre a un torbellino de transformaciones en que el pensamiento no puedeasirse a nada 96 •- Para entender esto último habremos de seguro y firme". Entenderlo así equivaldría a habla de la naturaleza cambiante de las co decir que Heráclito es promotor del escepti cismo y del nihilismo. Más bien debemos verlo como ei precursor de una fllosofía que hace énfasis en nuestra "fisura ontológica". sas, lo hace no sólo para advertirnos del devenir incesante del cosmos, sino para rei terar que dicho devenir nos incluye. Ai La Colmena trasformarse ei universo nos trasformamos