Un manual básico Eamonn Butler Título original: Classical Liberalism – A Primer Copyright © The Institute of Economic Affairs 2015 2 Lord North Street Westminster London SW1P 3LB En asociación con London Publishing Partnership Ltd. www.londonpublishingpartnership.co.uk Reservados todos los derechos. La misión del Institute of Economic Affairs es ayudar a comprender mejor las instituciones fundamentales de una sociedad libre, analizando y explicando el papel de los mercados en la solución de problemas económicos y sociales. © 2016 FUNDACIÓN PARA EL PROGRESO La Concepción 191, Piso 10 Providencia, Santiago, Chile Tel.: (+56 2) 23873500 Correo: contacto@fppchile.org www.fppchile.org © 2016 UNIÓN EDITORIAL, S.A. c/ Martín Machío, 15 - 28002 Madrid Tel.: 91 350 02 28 - Fax: 91 181 22 12 Correo: editorial@unioneditorial.net www.unioneditorial.es ISBN: 978-84-7209- 679-0 Depósito legal: M. 2.693-2016 Ilustración de portada por M.ª Luisa Mira Compuesto y maquetado por M.ª Luisa Mira Impreso en Chile • Printed in Chile Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por las leyes, que establecen penas de prisión y multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeran total o parcialmente el contenido de este libro por cualquier procedimiento electrónico o mecánico, incluso fotocopia, grabación magnética, óptica o informática, o cualquier sistema de almacenamiento de información o de recuperación, sin permiso escrito de los propietarios del copyright. A MI AMIGO JOHN BLUNDELL (1952 - 2014) - ÍNDICE El Autor 10 Agradecimientos 11 Prólogo 12 Prólogo a la edición en español 16 Resumen 19 1. INTRODUCCIÓN — 22 El propósito de este libro Esquema del libro 2. ¿QUÉ ES EL LIBERALISMO CLÁSICO? — 26 Diez principios del liberalismo clásico 3. LIBERALISMO CLÁSICO: EL ÁRBOL GENEALÓGICO — 38 Los primeros ancestros El surgir del liberalismo clásico Éxito y reevaluación El renacimiento moderno del liberalismo clásico La diversidad de las ideas liberales clásicas 4. EL LIBERALISMO CLÁSICO Y LA LIBERTAD — 52 Los argumentos a favor de la libertad Libertad positiva y libertad negativa Derechos y libertades Restricciones a la libertad 5. MORALIDAD LIBERAL CLÁSICA — 64 Coerción y tolerancia Los argumentos a favor de la tolerancia La tolerancia y el Estado 6. LA POLÍTICA LIBERAL CLÁSICA — 76 El origen y el propósito del gobierno El mito de la justicia social Las decisiones públicas y los intereses privados La legitimidad del gobierno 7. LA SOCIEDAD LIBERAL CLÁSICA — 90 El orden espontáneo La justicia y el Estado de derecho La racionalidad de los órdenes naturales La sociedad civil El orden espontáneo y los derechos naturales 8. LA ECONOMÍA DEL LIBERALISMO CLÁSICO — 102 El orden espontáneo del mercado El «milagro» espontáneo de los precios Mercados sin directivas Reglas y propiedad Los argumentos a favor de la libertad económica Los efectos desestabilizadores del gobierno Comercio y el proteccionismo 9. EL LIBERALISMO CLÁSICO HOY — 116 Eclipse y resurgimiento El renacimiento del liberalismo clásico El significado del liberalismo clásico Internacionalismo liberal clásico La visión liberal clásica 10. PENSADORES LIBERALES CLÁSICOS CLAVES — 128 John Locke — (1632-1704), filósofo inglés Bernard Mandeville — (1670-1733), escritor satírico anglo-holandés Voltaire [François - Marie Arouet] — (1694-1778), escritor francés Adam Ferguson — (1723-1816), teórico social escocés Adam Smith — (1723-1790), filósofo y economista escocés Thomas Jefferson — (1743-1826), líder revolucionario estadounidense Frédéric Bastiat — (1801-1850), teórico político francés Richard Cobden — (1804-1865), industrial y político inglés John Stuart Mill — (1806-1873), filósofo y reformador inglés Herbert Spencer — (1820-1903), antropólogo y filósofo inglés Friedrich A. Hayek — (1899-1992), teórico político anglo-austriaco Ayn Rand — (1905-1982), novelista y moralista ruso-estadounidense Isaiah Berlin — (1909-1997), filósofo letón-británico Milton Friedman — (1912-2006), economista estadounidense James M. Buchanan — (1919-2013), economista estadounidense Robert Nozick — (1938-2002), filósofo estadounidense 11. CITAS LIBERALES CLÁSICAS — 140 Carta Magna Los derechos naturales Gobierno limitado El orden espontáneo... ...Orientación benigna... ...Versus planificación y controles... La justicia y el Estado de derecho Libertad económica Libertad personal Libertad política 12. CRONOGRAFÍA DEL LIBERALISMO CLÁSICO — 152 13. LECTURAS ADICIONALES — 160 Introducciones Visiones generales Textos clásicos Enlaces web seleccionados - EL AUTOR Eamonn Butler es director del Adam Smith Institute, un importante centro de estudios (think tank) de políticas públicas. Tiene títulos en economía y psicología, un doctorado en filosofía, y un doctorado honorario en Letras. En la década de 1970 trabajó en Washington para la Cámara de Representantes y enseñó filosofía en Hillsdale College, Michigan, antes de regresar al Reino Unido para ayudar a fundar el Adam Smith Institute. Ha sido ganador del National Free Enterprise Award (Premio Nacional a la Libre Empresa) del Reino Unido. Eamonn es autor de libros sobre los economistas pioneros Milton Friedman, F.A. Hayek y Ludwig von Mises, un manual básico sobre la Escuela Austriaca de Economía y The Condensed Wealth of Nations (resumen de La Riqueza de las Naciones). Para el IEA, ha escrito manuales básicos sobre Adam Smith, Ludwig von Mises y la teoría de la elección pública (public choice); su Foundations of a Free Society (Fundamentos de una sociedad libre) obtuvo el Premio Fisher en 2014. Es coautor de una historia de los controles de precios y salarios, y de una serie de libros sobre CI (coeficiente intelectual). Sus recientes publicaciones populares, The Best Book on the Market, The Rotten State of Britain y The Alternative Manifesto, despertaron considerable atención. Además es un articulista frecuente en medios escritos y de difusión. 10 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO - AGRADECIMIENTOS Una vez más, agradezco a Madsen Pirie sus consejos y aportes iniciales, y a mis otros colegas en el Adam Smith Institute su paciencia. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 11 - PRÓLOGO El liberalismo clásico es una de las filosofías políticas y sociales modernas más importantes. De hecho, podemos decir que los esfuerzos de los creyentes en este conjunto de ideas fueron cruciales para la creación del mundo moderno. Sin las campañas, argumentos, pensamientos y análisis de las personas que se definieron a sí mismas como liberales clásicos, muchas de las características esenciales de la modernidad, como el crecimiento intensivo ininterrumpido, la circunscripción de la identidad religiosa en la esfera privada y la abolición de la esclavitud, no hubiesen sido posibles. A pesar de su importancia, el liberalismo clásico es hoy mal entendido, a menudo tergiversado (intencionalmente en tantísimos casos) y erróneamente identificado con otras formas de pensar, en especial con el conservadurismo. Una dificultad concreta es cómo el uso estadounidense de la palabra «liberal» para significar «socialdemócrata» implica que los creyentes en el liberalismo tradicional del mundo angloparlante han tenido encontrar un nuevo rótulo para sus ideas (este no es el caso en la Europa continental, donde «liberal» conserva su significado tradicional). «Libertario» se ha convertido en el término ampliamente adoptado, pero por diferentes razones es poco satisfactorio. Ante esto, la descripción de Eamonn Butler es especialmente bienvenida. Es una introducción maravillosamente clara y bien explicada de lo que es el liberalismo clásico como sistema de pensamiento, de dónde vino, lo que es ahora y hacia dónde podría ir. Una característica valiosa del libro es cómo pone de manifiesto las diferencias y la variedad dentro de lo que, sin embargo, sigue siendo un enfoque coherente hacia el pensamiento político y los temas de 12 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO política pública (lo mismo se podría decir, por supuesto, del socialismo y el conservadurismo). Merece la pena pensar sobre algunos de los temas que plantea y la forma de analizarlos en mayor profundidad. Como indica el relato histórico, el liberalismo clásico claramente tiene raíces y orígenes como movimiento político en episodios de la historia inglesa. Y es una manera de pensar acerca de la ley y el gobierno que podemos rastrear hasta al menos el siglo XVII, e incluso más atrás, hasta la Carta Magna y el constitucionalismo medieval. Sin embargo, como lo deja en claro, también tiene un origen en la historia de Europa continental, sobre todo en Francia (a pesar de que F.A. Hayek haya descrito ese país como «el más irremediable para el liberalismo clásico»). Esto se remonta a la Ilustración y a pensadores como Kant, pero también puede ser rastreado más atrás, en el Renacimiento y en pensadores de finales de la Edad Media, como los asociados con la Escuela de Salamanca. Y en las tradiciones medievales de gobierno constitucional y límites al poder de la corona, desde la Península Ibérica a Escandinavia y Polonia-Lituania. Los orígenes del liberalismo clásico en Europa no lo convierten, sin embargo, en una manera de pensar europea. No debe ser visto como una ideología «occidental»; más bien se trata de una perspectiva que es universal en su orientación y puede aprovechar tradiciones compatibles y afines que existen en todas las culturas y civilizaciones del mundo. Además de las ideas cruciales que este libro hábilmente expresa y claramente explica, el liberalismo clásico también se asocia con una serie de actitudes y cualidades de estilo. Una de las principales es la del optimismo, de confianza en que la condición humana se puede mejorar y que en los dos últimos siglos ha mejorado. Otra cualidad relacionada es ser vanguardista, mirar al futuro y no al pasado. También podemos identificar un enfoque sobre la individualidad y el autogobierno o la autonomía. Tal vez las cualidades más importantes son la civilidad y pensar lo mejor de nuestros opositores e interlocutores en lugar de atribuirles propósitos e intenciones malévolos, una cualidad carente en gran parte del discurso contemporáneo. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 13 Esta obra realiza un trabajo excelente describiendo con sencillez y claridad lo que es el liberalismo clásico, y además describe por inferencia lo que no es. Claramente, es distinto del socialismo y otras formas de colectivismo igualitario, como la democracia social y el liberalismo social o «nuevo» liberalismo. Tampoco es lo mismo que el conservadurismo, porque generalmente es más optimista, confía más en la razón (a diferencia de la fe o la tradición), y resulta menos sumiso a las instituciones heredadas o tradicionales. Una de las cosas que se hace evidente al leer este libro, y que lo será más aún al leer la mayoría de los textos adicionales sugeridos, es que, lejos de ser conservador, el liberalismo clásico es un credo radical que ya produjo un cambio enorme y profundo en las condiciones y formas de vida de la mayoría de las personas en el mundo. Al hacerlo ha barrido con gran parte del antiguo orden (un punto que presenta con fuerza Ludwig von Mises, por ejemplo). Una muestra de esto es la asociación histórica entre el liberalismo clásico y el feminismo, donde la mayoría de la «primera ola» de feministas fueron liberales clásicos fervorosos y donde en la actualidad hay muchos ejemplos de esa posición. Los liberales clásicos como movimiento y el liberalismo clásico como conjunto de ideas han cambiado y mejorado mucho, pero también existen problemas, como señala el libro, y aún hay mucho por hacer. Cuando los liberales clásicos olvidan esto y se vuelven más bien defensores de las cosas como están, pierden su ímpetu y una parte crucial de su identidad. Como el libro deja en claro con su discusión de los nuevos desarrollos intelectuales dentro de la tradición, esto no es un conjunto fijo y perfeccionado de ideas con textos sagrados y conclusiones eternas que requieren solo glosas explicativas y comentarios. Más bien es un movimiento intelectual vibrante y vivo en el cual las ideas básicas que se describen aquí constantemente se reaplican y repiensan, se articulan nuevas ideas, análisis y propuestas y se atacan las diferentes facetas y aristas del error. 14 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO En IEA no apoyamos explícitamente una filosofía política en particular, mucho menos la posición de un partido o movimiento político específico. Sin embargo, el objetivo permanente de comprender los problemas sociales y abordarlos eficazmente excluye ciertos enfoques, mientras que se incluyen otros. El liberalismo clásico es una de las filosofías y de los movimientos compatibles, aunque no el único, que tiene una manera de pensar y entender el mundo que concuerda y coincide con este objetivo. Como tal, este libro es un aporte bienvenido a la lista de IEA y será una importante contribución para entender mejor una de las filosofías formativas de la edad moderna. STEPHEN DAVIES Director de Educación Institute of Economic Affairs Mayo de 2015 Las opiniones expresadas en esta monografía son, como en todas las publicaciones del IEA, las del autor y no las del Instituto (que no tiene una opinión corporativa), sus directivos, los miembros del Consejo Asesor Académico o el personal superior. Con algunas excepciones, como la publicación de conferencias, todas las monografías del IEA son sometidas a una revisión con el método de "doble ciego" por al menos dos académicos o investigadores expertos en la materia. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 15 - PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL Hace algún tiempo tuve la oportunidad de conocer a Eamonn Butler. Primero su nombre, gracias a su trabajo. Luego personalmente, en Nueva York, en uno de los encuentros internacionales de Atlas Network donde se dan cita intelectuales, académicos y emprendedores de think tanks provenientes de todas partes del mundo. En 2014 estuve a cargo de traducir su libro Foundations of a free society (Fundamentos de la sociedad libre), editado y publicado originalmente en lengua inglesa por nuestros amigos del Institute of Economic Affairs (Reino Unido) y llevado al español por Fundación para el Progreso (Chile). En aquella ocasión pude constatar la habilidad del autor para explicar ideas complejas de forma muy simple y amigable. Butler escribe sobre el pensamiento y la filosofía de manera tan sencilla como rigurosa. Así como Nigel Ashford, Madsen Pirie o Tom Palmer, por mencionar solo unos poquísimos ejemplos entre tantos, Butler comprende perfectamente la vocación del intelectual público, la misión esencial de los think tanks y la necesidad de comunicar eficazmente las ideas y argumentos a favor de la sociedad libre. En las páginas siguientes, el autor presenta el liberalismo clásico con una claridad y una capacidad de síntesis que apreciamos enormemente quienes aprendimos cosas nuevas al leerlas. Y quienes, en nuestra vida diaria, nos dedicamos a compartir, difundir y promover los principios e instituciones de la libertad. He aquí lo primero que quiero destacar y celebrar de Liberalismo Clásico: Un manual básico. Lo segundo es que esta introducción condensa, en sus capítulos y bajo sus títulos, un repaso muy práctico del liberalismo clásico como pensamiento. También es una revisión rápida de 16 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO sus autores y de sus hitos, pero no por ello vaga o superficial, sino que muy didáctica e inteligentemente presentada. A lo largo de este recorrido, Butler recuerda y aclara varios puntos importantes sobre la idea liberal clásica. Por ejemplo, que no se trata de un dogma pétreo, inmutable y homogéneo, sino de un sistema de pensamiento dinámico, variado y dentro de cuyas fronteras —o en torno a ciertos elementos esenciales— pueden convivir perspectivas diferentes y opiniones diversas. Y queda claro que el liberalismo clásico, mucho más que un conjunto de ideas y conceptos, es una actitud, un talante. Es respeto. Es disposición para convivir en paz con otras personas, aún si piensan distinto y tienen otros estilos de vida. Es preferir la persuasión a la imposición. Es valorar la dignidad humana y la libertad de las personas para realizar sus proyectos de vida, siempre y cuando no causen daño o amenacen a sus semejantes. El liberalismo clásico, así, no puede ser intelectualmente tratado —ocurre, a veces, lamentablemente— como una suerte de religión que, sin remedio, termina dividida en sectas cerradas y enfrentadas entre sí, disputándose la posesión de la verdad o la representación de la pureza doctrinaria. Porque si algo tiene el liberalismo clásico es la modestia intelectual, tan importante, por ejemplo, en la obra de Karl Popper, para quien la falibilidad y la imperfección son consustanciales a la naturaleza humana. Una tercera característica —o aporte— de este trabajo es que ayuda a ordenar los conocimientos sobre el liberalismo clásico y su historia, desde sus orígenes hasta hoy. Si tenemos vacíos o informaciones dispersas, acaso inconexas, este libro es de gran ayuda para ordenar el relato y resolver dudas. También las posibles confusiones de términos; es muy oportuna, por ejemplo, la distinción conceptual entre lo que entienden los estadounidenses por liberal y lo que propone el liberalismo clásico. Estos tres beneficios hacen la lectura del libro enriquecedora y recomendable para estudiantes en la universidad, para su uso educativo en cursos o para la cultura general. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 17 Por estas razones, entre otras, Fundación para el Progreso ha traducido este escrito de Eamonn Butler, uno más de su abundante producción. Estamos seguros de que ayudará a los lectores de habla hispana, en España y América Latina, a seguir aprendiendo, a seguir descubriendo el fascinante mundo de la libertad. RAFAEL E. RINCÓN-URDANETA ZERPA Director de Estrategia, Innovación y Relaciones Internacionales Fundación para el Progreso Santiago de Chile, marzo de 2016 18 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO - RESUMEN • Los liberales clásicos dan prioridad a la libertad individual en la vida social, política y económica. Reconocen que las libertades de diferentes personas pueden entrar en conflicto, y disienten sobre dónde se ubican los límites a la libertad, pero están ampliamente de acuerdo en que la libertad individual se debe maximizar y el uso de la fuerza se debe minimizar. • Consideran que el individuo es más importante que lo colectivo y abogan por un gobierno limitado y representativo que obtenga su legitimidad de la gente. Los gobiernos deben estar a su vez sujetos al Estado de derecho y la justicia debe ser administrada conforme a los principios y procesos aceptados. • Los liberales clásicos no están de acuerdo sobre la función exacta del Estado, pero en general buscan limitar el uso de la fuerza, ya sea por individuos o gobiernos. Quieren Estados que sean pequeños y controlados por reglas conocidas. El principal problema de la política no es cómo elegir los líderes, si no cómo restringirlos una vez que tienen el poder. • El liberalismo clásico no es lo mismo que el liberalismo estadounidense, que valora la libertad social, pero le otorga mucho poder económico al Estado. Tampoco es una idea atomística: ve a las personas como miembros de diferentes grupos superpuestos, con muchas lealtades familiares, morales, religiosas o de otra índole. Esas instituciones de la sociedad civil son un baluarte útil contra el poder central del Estado. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 19 • La libertad de expresión y la tolerancia mutua son consideradas bases esenciales para la cooperación pacífica entre personas libres. Los liberales clásicos sostienen que esa cooperación genera órdenes sociales espontáneos (como mercados, costumbres, cultura y lenguaje) que son infinitamente más complejos, eficientes y adaptables que cualquier cosa diseñada de manera centralizada. • En economía, los liberales clásicos consideran que la riqueza no la crean los estados o gobiernos, sino que se crea por medio de la cooperación mutua de individuos libres. La prosperidad se logra cuando individuos libres inventan, crean, ahorran, invierten y, finalmente, intercambian voluntariamente bienes y servicios para beneficio mutuo. Es el orden espontáneo de la economía de libre mercado. • El liberalismo clásico se remonta a la Inglaterra anglosajona y más atrás, pero proviene en gran medida de las ideas de pensadores como John Locke (1632-1704), Adam Smith (1723-1790) y los padres fundadores de los Estados Unidos. En los últimos tiempos, ha sido renovado por eruditos como F.A. Hayek (18991992) y Milton Friedman (1912-2006). • Diferentes liberales clásicos proponen diferentes argumentos a favor de la libertad. Algunos la ven como un bien en sí mismo, otros apelan a la idea de los derechos naturales que gozan todas las personas. Algunos dicen que la autoridad sobre los demás surge exclusivamente de su consentimiento de someterse a leyes, plasmado en un contrato social. Algunos argumentan que la libertad social y política simplemente hace que todos salgan ganando. • Los liberales clásicos también proponen diferentes argumentos a favor de la tolerancia. Muchos consideran que forzar a la gente a hacer cosas en contra de su voluntad es costoso y perjudicial, 20 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO y produce resultados perversos. Otros no ven ninguna justificación para interferir en las elecciones de estilo de vida de las personas, a condición de que nadie más se vea perjudicado por ellas. Algunos mencionan los beneficios de permitir diferentes ideas y opiniones. • El liberalismo clásico no es una ideología cerrada, sino una gama de puntos de vista sobre temas sociales, económicos y políticos que se basan en la fe en la libertad y en el rechazo a la coerción de un individuo por otro. Ha tenido un renacimiento en las últimas décadas, pero ahora se enfrenta a temas nuevos y urgentes, como la libertad que se les debe otorgar a grupos que quieren destruir la libertad. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 21 1 INTRODUCCIÓN - INTRODUCCIÓN EL PROPÓSITO DE ESTE LIBRO El objetivo de este manual es facilitar una introducción sencilla a los principios, las personalidades y los acontecimientos claves del liberalismo clásico. Está diseñado para los estudiantes y lectores que posiblemente entienden los conceptos generales de la libertad social, política y económica, pero quisieran una presentación sistemática de sus elementos esenciales. El libro considera que el liberalismo clásico incluye un amplio espectro de puntos de vista, todos los cuales consideran la libertad individual y la minimización de la violencia como sus principales prioridades, pero que pueden variar desde algo cercano al libertarismo en un extremo hasta puntos de vista más conservadores en el otro. Considera que los liberales creen firmemente en la libertad individual, pero que también creen que al menos se necesita cierta administración de gobierno y justicia para mantenerla. El debate entre los liberales clásicos ubicados en diferentes puntos del espectro pasa por cuán grande y amplio debe ser ese papel gubernamental. ESQUEMA DEL LIBRO • El Capítulo 2 ~ describe los diez principios básicos que unen a los liberales clásicos, más allá de sus diferencias. 24 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO • El Capítulo 3 ~ explica el desarrollo histórico del liberalismo clásico, desde sus raíces anglosajonas, a través de la Reforma, la Ilustración y las revoluciones, hasta su decadencia en el siglo XIX y su moderno renacimiento actual. • El Capítulo 4 ~ considera los argumentos a favor de la libertad, describiendo los diferentes y a menudo contradictorios puntos de vista de los liberales clásicos de diversas tradiciones. • El Capítulo 5 ~ analiza las ideas de los liberales clásicos sobre la moralidad y la necesidad para ellos de minimizar la coerción, ya sea de individuos o del Estado. • El Capítulo 6 ~ describe el espinoso debate sobre cuál debe ser el papel y los límites de ese Estado. • El Capítulo 7 ~ explica por qué los liberales clásicos sostienen que las sociedades humanas en gran medida se autorregulan y crean beneficio público, sin necesidad de que alguna gran autoridad central las mantenga. • El Capítulo 8 ~ demuestra que esto también es cierto en la economía, gracias a la evolución de instituciones naturales como los mercados y los precios. • El Capítulo 9 ~ describe el reciente renacimiento del pensamiento liberal clásico y algunas de las nuevas corrientes de pensamiento que han surgido dentro de la tradición del liberalismo clásico. El libro finaliza con acotaciones sobre las contribuciones de pensadores claves del liberalismo clásico, algunas citas importantes sobre temas del liberalismo clásico, una cronología de su desarrollo y lecturas adicionales. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 25 2 ¿QUÉ ES EL LIBERALISMO CLÁSICO? UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 27 ¿QUÉ ES EL LIBERALISMO CLÁSICO? Lo que más define a los liberales clásicos es la prioridad que le dan a la libertad individual. Los seres humanos además tienen, por supuesto, otros valores: honestidad, lealtad, seguridad, familia y más. Pero cuando se trata de nuestra vida social, política y económica, los liberales clásicos sostienen que debemos apuntar a maximizar la libertad que disfrutan los individuos. Los liberales clásicos sostienen que a las personas se les debe permitir vivir sus vidas como lo deseen, con solo la mínima restricción necesaria por parte de otros individuos o autoridades. Aceptan que la libertad no puede ser absoluta, ya que la libertad de una persona puede entrar en conflicto con la libertad de otra: todos podemos tener libertad de movimiento, pero igualmente no podemos colocarnos todos sobre el mismo punto al mismo tiempo. Y la libertad no significa que uno sea libre de robar, amenazar, coaccionar, atacar o asesinar a otros, lo cual violaría la libertad de los demás. Entonces, ¿cuáles son los límites a la libertad individual? El liberalismo clásico no tiene una respuesta única. No es un conjunto dogmático de reglas. Los liberales clásicos no están completamente de acuerdo sobre dónde se deben fijar los límites a la acción personal (y del gobierno). Pero coindicen ampliamente en que cualquier respuesta debe tratar de maximizar la libertad individual, y que el que la quiera restringir debe tener una muy buena razón. 28 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO DIEZ PRINCIPIOS DEL LIBERALISMO CLÁSICO Para entender mejor lo que es el liberalismo clásico podemos enumerar diez principios sobre los cuales los liberales clásicos están todos de acuerdo. 1. La presunción de la libertad Los liberales clásicos tienen una presunción a favor de la libertad individual. Quieren maximizar la libertad en nuestra vida política, social y económica. Sin embargo, tienen diferentes fundamentos para esta conclusión. Para muchos, la libertad es buena en sí misma. Argumentan desde la psicología que, si pueden elegir, las personas siempre prefieren ser libres a ser coaccionadas. Otros, defensores de los derechos naturales, dicen que la libertad es algo que nos ha dado Dios o la Naturaleza. Algunos argumentan que la libertad se basa en un contrato social que la gente en un «estado natural» tendría que consensuar para evitar el caos y el conflicto. Muchos sugieren que la libertad es un requisito esencial para el progreso. Para algunos, desde una perspectiva humanista, la libertad es una parte esencial de lo que significa ser humano: alguien que está controlado por otros no es una persona completa, sino un mero cero a la izquierda. Por último, los liberales clásicos utilitarios valoran la libertad como la mejor manera de maximizar el bienestar de la sociedad en su conjunto. 2. La primacía del individuo Los liberales clásicos consideran al individuo más importante que lo colectivo. No sacrificarían la libertad de un individuo por algún beneficio colectivo —al menos, no sin una muy buena justificación—. Tienen varias razones para esto. Un punto de vista —llamado individualismo metodológico— es que un colectivo no tiene existencia más allá de los individuos que lo componen. Ciertamente, la sociedad es más que un conjunto de individuos, al igual que una casa es más que un conjunto de ladriUN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 29 llos. Pero la sociedad no tiene una mente propia e independiente; son los individuos los que piensan, valoran, eligen e impulsan los acontecimientos. No hay un «interés público» colectivo más allá de los intereses de los individuos que componen esa comunidad. Y, además, esos individuos discrepan. Lo que está a favor del interés de una persona puede estar en contra de los intereses de otras. La realidad de sacrificar la libertad individual por lo «colectivo» es que la estaríamos sacrificando por un conjunto particular de intereses, no por los intereses de todos. Otra razón es la simple experiencia. La historia está repleta de ejemplos de los horrores infligidos a poblaciones cuando se sacrifica su libertad por la idea descabellada del bien colectivo de algún líder. Incluso en épocas recientes, uno solo necesita pensar en las atrocidades de Hitler, las hambrunas y purgas de Stalin, o los asesinatos en masa ordenados por Pol Pot. En cuarto lugar, la sociedad es inmensamente complicada y está en constante cambio. Ninguna autoridad podría llegar a saber qué es lo mejor para todos en este mundo complejo y dinámico. Los individuos están mucho mejor dotados para tomar decisiones por sí mismos, y deben tener la libertad para hacerlo. 3. Minimizando la coerción Los liberales clásicos quieren minimizar la coerción. Quieren un mundo en el que la gente se lleva bien por un acuerdo pacífico, no uno en el que alguien utiliza la fuerza o las amenazas para explotar o imponerle su voluntad a otros. Por lo tanto, los liberales clásicos dan el monopolio del uso de la fuerza al gobierno y las autoridades judiciales. Pero quieren limitar aún eso al mínimo necesario; conocen con qué facilidad se puede abusar del poder. Los liberales clásicos sostienen que cualquier uso de la fuerza para reprimir las acciones de las personas debe ser justificado. Cualquiera que busque restringir la libertad es quien tiene la responsabilidad de demostrar por qué es necesario y lo suficientemente beneficioso como para que se justifique. 30 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Y en lo general, los liberales clásicos afirman que los individuos deben poder vivir sus vidas como lo deseen, sin tener que pedir permiso a nadie antes de hacer algo. Puede haber una buena razón para restringir sus acciones; pero aquellos que quieren hacerlo son los que deben justificarlo. 4. Tolerancia Los liberales clásicos creen que la principal —o tal vez la única— buena razón para interferir con la libertad de las personas es evitar que hagan o amenacen con causar un daño real a otros. No consideran que debamos restringir las acciones de la gente solo porque las desaprobamos o nos resultan ofensivas. Por ejemplo, los liberales clásicos defienden la libertad de expresión, incluso si algunas personas usan esta libertad para decir cosas que otros —o incluso todos los demás— pueden considerar insoportables. Del mismo modo, las personas deben ser libres para juntarse en grupos como clubes, sindicatos o partidos políticos, incluso si otras personas consideran sus objetivos y actividades repugnantes. Deben ser libres para comerciar bienes y servicios, incluso aquellos (como las drogas y la prostitución) que otros podrían condenar. Y deben ser libres para vivir, para tener las opiniones que les plazca, y practicar cualquier religión que quieran. Los liberales clásicos consideran esa tolerancia no solo como buena en sí misma. Consideran la tolerancia y el respeto mutuo como bases esenciales para la cooperación pacífica y la creación de una sociedad beneficiosa que funcione bien. Las diferencias humanas son un hecho de nuestra vida social, y siempre lo han sido. Los liberales no creen que esas diferencias puedan ser eliminadas y son profundamente escépticos sobre los intentos utópicos para hacerlo. En consecuencia, la tolerancia siempre será una parte necesaria de la vida social. 5. Gobierno limitado y representativo Los liberales clásicos reconocen que cierta fuerza puede ser necesaria para evitar que unas personas dañen a otras y están de UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 31 acuerdo en que solo las autoridades deben tener este poder. Sin embargo, saben que el poder no lo ejerce algún «Estado» desapasionado, sino que es ejercido por seres humanos reales que tienen los mismos defectos que el resto de nosotros. Ellos saben que el poder tiende a corromper, y que los políticos suelen citar el «interés público» para justificar políticas que en realidad están a favor de sus propios intereses. Además, los teóricos del contrato social, como el filósofo inglés John Locke (1632-1704), argumentan que el poder del gobierno proviene de las personas, no al revés. La gente le cede algunas de sus libertades para maximizar su libertad en general. Por lo tanto el gobierno no tiene poderes legítimos por encima de los poderes que tienen los individuos en sí; y su único propósito es expandir la libertad, no restringirla. Como argumentaba el pensador revolucionario norteamericano Thomas Paine (1737-1809), los ciudadanos tienen todo el derecho de derrocar cualquier gobierno que quiebre este compromiso. Pero la revolución es el último recurso. Los liberales clásicos consideran que la democracia representativa y constitucional es el mejor medio descubierto hasta ahora para que nuestros legisladores tengan que rendir cuentas a la gente. Las elecciones no son tanto para elegir buenos líderes, sino para eliminar los malos. Cuanto mejor informado y más alerta esté el electorado, mejor funcionan. Aun así, la democracia tiene sus límites: puede ser una buena manera de tomar algunas decisiones, pero estas son pocas; por lo general es mejor dejar que las personas tomen sus propias decisiones. 6. El Estado de derecho Otro principio que restringe al poder y genera mayor seguridad para el público es el Estado de derecho. Esta es la idea de que debemos ser gobernados por leyes conocidas, no por decisiones arbitrarias de los funcionarios del gobierno —lo que el estadista estadounidense John Adams (1785-1836) denominó «un gobierno de leyes y no de hombres»—. 32 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Los liberales clásicos insisten en que la ley debe aplicarse a todos por igual, independientemente de su sexo, raza, religión, idioma, familia o cualquier otra característica irrelevante. Debe ser aplicable tanto para los funcionarios del gobierno como para la gente común; nadie debe estar «por encima de la ley». Para mantener el Estado de derecho se necesita un sistema de justicia, con tribunales independientes que no puedan ser manejados por individuos o gobiernos. Es necesario que existan principios jurídicos básicos como el habeas corpus, el juicio por jurado y el debido proceso para evitar que aquellos en el poder utilicen la ley para sus propios intereses. El Estado de derecho tiene otra feliz consecuencia: hace que la vida sea mucho más predecible, porque nos permite anticipar cómo se van a comportar y no se van a comportar las personas (incluidos los funcionarios). Así podemos hacer planes a largo plazo sin temor a que sean hechos añicos por los caprichos de otros. 7. Orden espontáneo Uno puede pensar que una sociedad grande y compleja necesita un gobierno grande y poderoso para hacerla funcionar; pero los liberales clásicos disputan esto. Consideran que el gobierno no es la base del orden social. Las instituciones sociales complejas que vemos a nuestro alrededor en gran medida no están planificadas. Son el resultado de la acción humana, pero no del diseño humano. Por ejemplo, no se necesitó de ninguna autoridad central o planificación consciente para producir el lenguaje, o nuestras costumbres y cultura, o los mercados de bienes y servicios. Las instituciones de ese tipo simplemente crecen y evolucionan a partir de las innumerables interacciones entre personas libres. Si, a lo largo de los siglos, resultan útiles y beneficiosas, persisten; si no, se cambian o se abandonan. El teórico social austriaco F.A. Hayek (1899-1992) llamó al resultado orden espontáneo. Los órdenes espontáneos pueden ser extremadamente complejos. Evolucionan a través de individuos que cumplen reglas de conducta —como las reglas de la gramá- UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 33 tica— que puede que ni siquiera sepan conscientemente que están cumpliendo, y que apenas podrían llegar a describir. Es el colmo de la insensatez, en políticos y funcionarios, suponer que alguna mente en particular es capaz de comprender esos órdenes complejos, y mucho menos mejorarlos. 8. Propiedad, comercio y mercados Los liberales clásicos consideran que la riqueza no la crean los estados o gobiernos, sino la cooperación mutua de los individuos en el orden espontáneo del mercado. La prosperidad llega a través de individuos libres inventando, creando, ahorrando, invirtiendo y, en última instancia, intercambiando bienes y servicios de manera voluntaria, para beneficio mutuo —el orden espontáneo de la economía de libre mercado—. Este orden social creador de riqueza surge de una regla simple: respeto por la propiedad privada y los contratos, que permite la especialización y el comercio. La libertad y la propiedad están íntimamente relacionadas. La economía de mercado y la riqueza que genera dependen de la libre circulación de personas, bienes, servicios, capital e ideas. Además, la existencia de riqueza privada hace que sea más fácil para la gente resistir la explotación de un gobierno codicioso. Los liberales clásicos no permiten que la propiedad sea adquirida por la fuerza. De hecho, la propiedad mayormente se crea —se plantan cultivos, se construyen casas, se desarrollan innovaciones—. La propiedad evidentemente beneficia al propietario. Pero, de hecho, beneficia a todos, ya que impulsa la prosperidad general. 9. La sociedad civil Los liberales clásicos consideran que las asociaciones voluntarias suplen mejor que los gobiernos las necesidades de los individuos. Si bien destacan la prioridad de los individuos, reconocen que las personas no son seres aislados, egocéntricos y atomizados. Por el 34 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO contrario, son animales sociales y viven en familias, grupos y comunidades que modelan en parte sus valores —clubes, asociaciones, sindicatos, religiones, escuelas, comunidades en línea, campañas, grupos de autoayuda, organizaciones benéficas y todas las demás instituciones que denominamos la sociedad civil—. Estas instituciones son una parte importante de cómo las personas se relacionan entre sí. Nuestras perspectivas, valores y acciones se moldean dentro de ellas; y proporcionan la base del entendimiento mutuo sobre el cual se puede desarrollar la cooperación. De hecho, la cooperación no sería posible sin la libertad para asociarse de esta manera. La sociedad civil también sirve de amortiguador entre individuos y gobiernos. Si realmente todos fuéramos individuos aislados, nuestras libertades serían fácilmente suprimidas por un gobierno despótico. Pero los complejos círculos entrecruzados de la sociedad civil no solo demuestran que hay alternativas posibles a la acción gubernamental —organizaciones benéficas privadas, por ejemplo, en lugar del Estado de bienestar—, sino que además nos confieren el interés común y la fuerza para resistir. 10. Valores humanos compartidos Los liberales clásicos, entonces, quieren aprovechar nuestra humanidad compartida para beneficio mutuo. Defienden los principios básicos de la vida, la libertad y la propiedad bajo la ley. Consideran que esos son los fundamentos de un orden social próspero y espontáneo, basado en el respeto mutuo, la tolerancia, la no agresión, la cooperación y el intercambio voluntario entre personas libres. Políticamente, favorecen la libertad de expresión, la libre asociación, el Estado de derecho y —como los gobernantes no son más santos que el resto de nosotros— límites al gobierno que impidan que las autoridades hagan demasiado daño. Los liberales saben que una buena sociedad no puede estar basada exclusivamente en la benevolencia humana. Depende más de la cooperación pacífica de individuos diferentes con intereses propios. Por lo tanto, están a favor de la libertad y la igualdad ante UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 35 la ley, con un sistema de justicia fuerte y confiable que nos impida causarle daño a otros, pero que no trata de dirigir nuestras vidas. En economía, los liberales clásicos privilegian la libertad en la producción y el intercambio, y la libre circulación de las personas, bienes y capitales. Defienden la propiedad privada y quieren limitar los impuestos a lo necesario para proveer la defensa y otros «bienes públicos» que son escasamente proporcionados por el mercado. Esto difiere mucho de la caricatura común del liberalismo clásico como un estado de laissez-faire, pequeño y mínimo (night-watchman state). La justicia por sí sola, por ejemplo, es una institución sumamente compleja que requiere un gran esfuerzo permanente para mantenerla. Los liberales clásicos saben que la protección de la vida, la libertad y la propiedad no son tareas fáciles RECUADRO 1 × Una nota sobre el liberalismo estadounidense Cuando los estadounidenses hablan de «liberalismo» están hablando de algo muy diferente del liberalismo clásico. El liberalismo clásico, también conocido como «liberalismo antiguo» o «liberalismo en el sentido europeo», se centra en la libertad de los individuos; la minimización de la coerción; la propiedad y el libre intercambio; y un gobierno limitado que rinde cuentas, que protege y amplía la libertad. El liberalismo estadounidense o «nuevo liberalismo» o «liberalismo moderno» comparte una fuerte creencia en la libertad personal, pero considera que la libertad es más que la mera ausencia de coerción —puede ser fomentada por gobiernos paternalistas e intervencionistas—. Los liberales estadounidenses afirman que el Estado tiene el deber de proteger a las personas de sí mismas y de las injustas desigualdades de poder que considera que a menudo son creadas por la propiedad de bienes. Quieren un generoso sistema de bienestar social para compensar a los pobres y apoyar a los trabajadores frente a sus empleadores (más poderosos). Son escépticos respecto a que la libertad económica produzca beneficios públicos (como un alto nivel de empleo) y creen que el Estado debe intervenir para ampliar las oportunidades, proveer bienes públicos y hacer que los mercados sirvan al interés público. Los liberales clásicos desconfían mucho de esas políticas. Temen que el poder del gobierno crezca fácilmente mucho más allá de su utilidad; y señalan que incluso las políticas mejor intencionadas frecuentemente tienen consecuencias funestas e imprevistas. 36 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 37 3 LIBERALISMO CLÁSICO: EL ÁRBOL GENEALÓGICO - LIBERALISMO CLÁSICO: EL ÁRBOL GENEALÓGICO LOS PRIMEROS ANCESTROS Algunos liberales clásicos remontan sus ideas al filósofo chino Lao-Tzu, quien abogó por la moderación en el liderazgo. Hace veinte siglos, Ashoka, el emperador indio, también hacía una llamada a la libertad y la tolerancia política. Y el Islam adoptó la libertad económica desde sus primeros orígenes en el siglo VI. Pero estos son primos lejanos del liberalismo clásico moderno. La línea directa es europea, de hecho específicamente inglesa. De acuerdo con el pensador del liberalismo clásico y político Daniel Hannan (nacido en 1971), se inicia con los anglosajones, quienes alrededor del año 400 comenzaron a asentarse en lo que ahora llamamos Inglaterra. Inglaterra anglosajona Como nación insular, difícil de invadir, Inglaterra disfrutó de mayor estabilidad que la Europa continental, y allí surgió un sistema seguro de posesión de la propiedad y justicia. No fue algo que alguien proyectó —solo el resultado gradual de la independencia, testarudez y tenacidad con las que los anglosajones establecieron sus derechos contra intrusiones y vulneraciones—. 40 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Más tarde, la necesidad de coexistir con los vikingos, que comenzaron a asentarse alrededor del 800, condujo a la aparición igualmente imprevista de un idioma común y disposiciones legales comunes. En ausencia de cualquier autoridad feudal del estilo europeo, lo que salió de este crisol fue el common law —la ley del país—, que evolucionó través de las interacciones entre individuos, en lugar de la ley de los príncipes establecida por los poderosos. El common law sigue siendo hoy en día una base fundamental del liberalismo clásico. Esta ley del país no era monárquica, sino determinada por la propia gente. Respetaba la propiedad privada y el contrato. Reconocía la libertad bajo la ley. Nadie debía pedir permiso antes de actuar: todo lo que no estaba específicamente prohibido era legal. La ley era un asunto de todos, y los oficiales de la ley eran responsables (debían rendir cuentas). Incluso los reyes eran elegidos por un consejo de ancianos (el Witan), que exigía su lealtad, y no al revés. Invasión y renacimiento Esto tuvo un final repentino en 1066, con la invasión Normanda y la ocupación militar. Inglaterra quedó gobernada por una élite europea, cuyo idioma y formas autoritarias los separaba de la población inglesa. Impusieron el feudalismo, la servidumbre, la estratificación social y el legislar de arriba hacia abajo; todo lo contrario de las libertades y el gobierno limitado que los anglosajones habían conocido. Pero en pocas generaciones los terratenientes normandos se identificaron más y más con los súbditos anglosajones; mientras, el rey Juan (1166-1216), aislado con sus cortesanos franceses, comenzó a parecer cada vez más distanciado y despótico, manipulando arbitrariamente la ley para maximizar sus ingresos monetarios. El resultado, en 1215, fue que los barones obligaron al rey a firmar una gran carta: la Carta Magna de derechos y privilegios. La mayor parte de la carta trata sobre la reafirmación los antiguos derechos de propiedad de la gente, y de protegerla de las arbitrarias depredaciones de la burocracia; la clase de derechos de UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 41 posesión seguros que hoy en día los liberales clásicos consideran de vital importancia. Sin embargo, una parte clave de la carta consolidó libertades antiguas —de la iglesia, de las ciudades y de la población en general— y principios liberales clásicos como el juicio por jurado y el debido proceso legal. Incluso afirmó que el rey, como todo el mundo, estaría sujeto a la «ley del país». En otras palabras, el gobierno estaría sujeto al Estado de derecho. Aunque Juan desconoció la carta, murió poco después. Su hijo, Enrique III, llegó al trono siendo menor de edad, y el poder sutilmente pasó de la monarquía a una asamblea de barones. Enrique volvió a emitir la carta, voluntariamente, en 1225. Pero ulteriores enfrentamientos con los barones, en su mayoría por impuestos para las guerras, resultaron en otra iniciativa liberal clásica en Inglaterra: la creación del Parlamento. EL SURGIR DEL LIBERALISMO CLÁSICO Revoluciones culturales y religiosas El historiador inglés Lord Acton (1834-1902) escribió que «la libertad se establece por el conflicto de poderes». En Europa continental, la autoridad del Imperio Romano de Occidente y de los señores feudales y monarcas posteriores había sido desafiada por el surgimiento de la Iglesia Cristiana. No desarrollaron instituciones libres a sabiendas, pero las limitaciones mutuas que se imponían unos a otros abrieron la oportunidad para una mayor libertad personal. Otros dos acontecimientos históricos en Europa cimentaron la importancia de la libertad individual sobre el poder del Estado. Una parte clave de la revolución cultural que fue el Renacimiento, aproximadamente entre los siglos XV y XVII, fue la introducción de la imprenta en Europa en 1450. Esta simple invención quebró el monopolio de las élites sobre la ciencia y el aprendizaje, haciendo accesible el conocimiento a individuos comunes. Ya nadie necesitaba 42 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO consultar a las autoridades para obtener orientación y permiso: todos tenían la información sobre la cual basar sus propias decisiones. La Reforma Protestante, iniciada por Martín Lutero en 1517, reforzó esto aún más. Desafió el poder de la Iglesia Católica y aumentó la autoestima de la gente común al afirmar que podían tener acceso directo, personal e igualitario a Dios, sin necesidad de la intermediación de un sacerdocio de élite. Todo esto sirvió para elevar la posición y la importancia del individuo sobre las instituciones de poder establecidas. En aquellos países donde más floreció esta mayor libertad, el arte, la industria, la ciencia y el comercio también florecieron. Revolución política Políticamente, las cosas también estaban cambiando. Un movimiento de masas a favor de la libertad, los Levellers (los niveladores), se extendió por toda Inglaterra en la década de 1650. Estaba dirigido por John Lilburne (1614-1657), quien aseveraba que los derechos de las personas eran innatos y no concedidos por el gobierno o la ley. Arrestado por imprimir libros sin licencia (haciendo caso omiso del monopolio oficial), se presentó ante el notorio Star Chamber, pero se negó a inclinarse ante los jueces (insistiendo en que él era igual a ellos) o aceptar sus procedimientos. Incluso en la picota, continuó argumentando a favor de la libertad y la igualdad de derechos, e inevitablemente fue encarcelado por su desafío a la autoridad —como lo sería varias veces más—. Lilburne se convirtió en una popular figura contraria al establishment. Abogó por el fin de los monopolios estatales y redactó lo que equivale a un estatuto de derechos. Esto fue ampliado por Richard Overton (c. 1610-1663), también encarcelado por negarse a reconocer la autoridad judicial de la Cámara de los Lores, quien exigía un contrato social constitucional por escrito entre personas libres a las que consideraba dueñas de sus propias vidas, cuerpos y trabajo, y esa propiedad no podía ser usurpada por nadie. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 43 Restringiendo el poder de los monarcas Después de la Guerra Civil Inglesa (1642-1651), el monarca reinante, Carlos I, fue llevado a juicio y ejecutado por alta traición —una severa afirmación de los límites a la autoridad del gobierno—. Pero la relación de poder entre el rey y el Parlamento ya había cambiado. La nación insular de Gran Bretaña (como había pasado a ser) no necesitaba ningún ejército permanente para protegerse contra frecuentes invasiones. Por lo tanto, a diferencia de la Europa continental, el monarca no tenía ninguna fuerza que se pudiera usar para reprimir y explotar a la gente. Pero Carlos necesitaba que el Parlamento acordara aumentar los impuestos para guerras extranjeras. Esto frustró a un monarca celoso y generó muchos conflictos. Entre otras cosas, Carlos suspendió al Parlamento, trató de cobrar impuestos sin su consentimiento e intentó arrestar por la fuerza a cinco de sus miembros más destacados. Se había roto el contrato implícito con el pueblo, a través del cual se aseguraban sus derechos. La Revolución Gloriosa Después de un interregno (1649-1660) bajo la dictadura de Oliver Cromwell, el equilibrio de autoridad se hizo evidente de nuevo cuando el hijo de Carlos, Carlos II, tuvo que aplacar al Parlamento para poder retornar como rey. Cuando su sucesor, el segundo hijo de Carlos, Jacobo II, fue depuesto, fue el Parlamento quien invitó al trono a Guillermo (el Príncipe de Orange de Holanda) y a María. La afluencia de autoridad desde la gente al monarca no podría haber sido más evidente. En 1689, Guillermo y María firmaron la Declaración de Derechos, una afirmación de los derechos y libertades de los súbditos británicos y una justificación de la destitución de Jacobo II por la violación de esos derechos y libertades. Requería un sistema de justicia independiente de los monarcas, el fin de la tributación sin el consentimiento del Parlamento, el derecho a hacer peticiones al gobierno sin temor a represalias, elecciones libres, libertad de expresión en el Parlamento y el fin de los «castigos crueles e inusuales». Eso directamente ins- 44 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO piraría otra gran iniciativa liberal clásica, la propia Declaración de Derechos de los Estados Unidos, un siglo más tarde. John Locke (1632-1704) John Locke agrupó los anteriores principios del liberalismo clásico en un ordenamiento verdaderamente moderno del pensamiento liberal clásico. Parte de su finalidad era mostrar cómo Jacobo II había perdido su trono por violar el contrato social. Toda soberanía, afirmó, proviene de la gente, que se somete a ella únicamente con el fin de aumentar su seguridad y ampliar su libertad general. Cuando se rompe este contrato, los individuos tienen todo el derecho a rebelarse contra el soberano. Locke también desarrolló la teoría de los derechos naturales, argumentando que los seres humanos tienen derechos inherentes que existen con anterioridad al gobierno y no pueden ser sacrificados en aras de este. Los gobiernos que violan estos derechos son ilegítimos. Pero el centro de las ideas de Locke era la propiedad privada, y no solo la propiedad física. Locke sostuvo que las personas son dueñas de sus propias vidas, cuerpos y trabajo —self-ownership—: el derecho a la autopropiedad. A partir de esa noción fundamental, razonó que las personas también deben tener como propiedad todas las cosas a las que le habían dedicado esfuerzo personal en su creación, con las cuales «mezclaron su trabajo». El principio de autopropiedad hace por lo tanto que sea crucial que esos bienes sean protegidos bajo la ley. Estas ideas inspirarían a muchos de los pensadores detrás de la Revolución Norteamericana. La Ilustración El siglo XVIII vio otro renacimiento del pensamiento liberal clásico. En Francia, Montesquieu (1689-1755) desarrolló la idea de que, en una sociedad libre y una economía libre, los individuos necesitan comportarse de maneras que fomenten la cooperación pacífica entre ellos —y lo hacen sin necesidad de ser dirigidos por UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 45 ninguna autoridad—. Por ello, propuso un sistema de controles y contrapesos al poder del gobierno, que es otra idea que inspiraría a los pensadores norteamericanos. Mientras tanto, una creciente revuelta intelectual contra el autoritarismo de la iglesia llevó a pensadores como Voltaire (1694-1778) a exigir razón y tolerancia, diversidad religiosa y una justicia más humana. En economía, también intelectuales como Turgot (17271781) abogaron por levantar las barreras comerciales, simplificar los impuestos y por mercados laborales y agrícolas más competitivos. El filósofo y economista escocés Adam Smith (1723-1790) explicó, en la línea de Montesquieu, cómo en muchos casos la libre interacción entre individuos tendía a producir un resultado general beneficioso; un efecto conocido como mano invisible. El interés propio puede impulsar nuestra vida económica, pero tenemos que beneficiar a nuestros clientes para obtener algún beneficio para nosotros mismos. Smith arremetió contra los monopolios oficiales, las restricciones comerciales, los altos impuestos y el amiguismo sofocante entre el gobierno y los negocios. Consideraba que los mercados abiertos y competitivos liberarían a las personas, en especial a los trabajadores pobres. Sus ideas influyeron mucho en las políticas y marcó el comienzo de un largo período de libre comercio y crecimiento económico. El Rechtsstaat Entretanto, en el continente europeo pensadores como el filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) estaban desarrollando los principios del «Estado justo» o Rechtsstaat, que inspirarían la creación de las constituciones estadounidense y francesa de finales del siglo XVIII. Kant abogó por una constitución escrita como una forma de garantizar la coexistencia pacífica permanente entre diferentes individuos, lo cual a su vez él consideraba como una condición básica para la felicidad y la prosperidad humana. Descartó la idea utópica de que la educación moral podría reducir esas diferencias y hacer que los objetivos de todos coincidan. El Estado existe para 46 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO permitir que diferentes individuos se integren en beneficio mutuo, y la constitución es lo que lo mantiene unido. En el Rechtsstaat, las instituciones de la sociedad civil —asociaciones voluntarias como clubes, sociedades e iglesias— tendrían un papel equivalente en la promoción de esta armonía social. El poder del gobierno estaría limitado por la separación de poderes, y los jueces y los políticos serían responsables ante la ley y estarían sujetos a ella. La propia ley tendría que ser transparente, explicada y proporcionada. El uso de la fuerza estaría estrictamente limitado al sistema de justicia. La prueba de un gobierno es el mantenimiento de este orden constitucional justo. ÉXITO Y REEVALUACIÓN Un nuevo hogar para el liberalismo clásico Thomas Paine tomó muchas de las ideas liberales clásicas de Locke sobre los derechos naturales, los contratos sociales y que el gobierno es un mal necesario que puede llegar a ser insoportable si no se limita. En enero de 1776 las amalgamó en su influyente llamado a las armas Common Sense (Sentido Común), donde acusa a Gran Bretaña de violar su contrato con los colonos. Era natural, por lo tanto, que, después de las hostilidades, los estadounidenses buscaran un nuevo contrato liberal clásico entre ellos y el gobierno que estaban creando. La Constitución se imbuiría con las ideas de Locke de los derechos naturales e inalienables y con una división de poderes del gobierno del estilo de Montesquieu. El siglo XIX Pero nuevas y radicales ideas liberales clásicas regresaron a Gran Bretaña. En 1833, los activistas liberales clásicos habían logrado la abolición de la esclavitud en la mayor parte del Imperio Británico, y para 1843 la reforma estaba completa. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 47 También en el frente social, el filósofo y economista británico John Stuart Mill (1806-1873) articulaba el principio de «no causar daño» —las personas tienen derecho a actuar como gusten, siempre que no perjudiquen a otros en el proceso, y por consiguiente disminuyan su libertad—. También abogó por una «esfera personal» que el Estado no podía tocar, y, siguiendo al filósofo utilitarista Jeremy Bentham (1746-1832), argumentó que la libertad era la mejor manera de maximizar el beneficio o «utilidad» pública. En economía, la Anti-Corn-Law League, que buscaba poner fin a los impuestos proteccionistas sobre el trigo importado, se convirtió en la Escuela de Manchester, cuyas figuras principales, como Richard Cobden (1804-1865) y John Bright (1811-89), exigían políticas de laissez-faire en materias de comercio, industria y trabajo. Reevaluación y declive Sin embargo, la rápida industrialización a partir de mediados del siglo XIX trajo desafíos para el liberalismo clásico, como las malas condiciones de trabajo, la estratificación social, el desplazamiento y la pobreza urbana. De forma creciente, la gente exigía a los gobiernos que regularan la eliminación de esos males. Luego, en el siglo XX, las hostilidades y amenazas en Europa promueven una cultura nacionalista y una mayor confianza en el papel del Estado. Después de cada expansión en tiempos de guerra, los gobiernos no volvían a reducirse. En 1913, antes de la Primera Guerra Mundial, el gasto público fue de solo el 17 por ciento del PIB en Francia, 15 por ciento en Alemania y el 13 por ciento en el Reino Unido. Actualmente es aproximadamente tres veces más como porcentaje del PIB, y muchas veces más en términos absolutos. Mientras tanto, de la misma manera en que los científicos físicos estaban configurando el mundo físico, los economistas y sociólogos suponían que también podían científicamente dar forma a la sociedad humana. Vieron la planificación central como más racional que el desorden natural de los mercados, con sus externalidades y su supuesta tendencia al monopolio o al desempleo. La respon- 48 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO sabilidad ya no recaía en los intervencionistas; ahora los liberales clásicos eran los que debían justificar sus demandas para que la libertad prevaleciera. EL RENACIMIENTO MODERNO DEL LIBERALISMO CLÁSICO Problemas con las políticas y la respuesta liberal clásica Pero la fervorosa confianza de los intervencionistas era infundada. Las economías fueron quebrantadas por el desempleo y la inflación (a veces, inexplicablemente para ellos, de forma simultánea), el bajo crecimiento y crisis en la vivienda, la energía, el crédito y los mercados de divisas, donde los gobiernos fijaban los precios o manipulaban la oferta y demanda. Un creciente Estado de bienestar estaba plagado por problemas de dependencia y falta de incentivos. Parecía que no había manera de reducir el tamaño del gobierno, ni las exigencias que este les hacía a los contribuyentes. A pesar de estar a la defensiva, los liberales clásicos de muchos matices habían estado pensando sobre estos problemas durante mucho tiempo. Volvieron a los antiguos principios liberales clásicos y los repensaron, desarrollando argumentos nuevos o actualizados que eran más adecuados para los nuevos tiempos. Finalmente, en la década de 1980, esta revolución intelectual inspiraría a las políticas de líderes mundiales, como Ronald Reagan en los Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña. Desarrollos intelectuales Los economistas de la escuela austríaca, comenzando con Carl Menger (1840-1921), habían reconocido que la economía no es una ciencia sino un tema de valores y acciones individuales. Austríacos como Ludwig von Mises (1881-1973) y F.A. Hayek (1899-1992) se dieron cuenta de que los controles estatales distorsionan las señales económicas, provocando consecuencias imprevisibles. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 49 En Chicago, mientras tanto, Frank Knight (1885-1972) también ubicó a las personas en el centro de la economía, reafirmando que la sociedad era un grupo de individuos, y no tenía en sí misma capacidad de elección. Milton Friedman (1912-2006) abogó por un gobierno que estuviera estrictamente limitado a crear las condiciones (como la estabilidad monetaria) bajo las cuales los individuos pudieran construir su propia vida social y económica. Ronald Coase (19102013) descubrió que los mercados podían resolver problemas tales como la contaminación, mientras que la intervención del gobierno podría simplemente empeorar las cosas. En 1947 Hayek reunió a un grupo de economistas, historiadores y teóricos políticos en jornadas para debatir algunos de los principales desafíos a los que se enfrentaba el liberalismo clásico en la oscura era de la posguerra. La Sociedad Mont Pelerin, como hoy se conoce, ha crecido desde entonces y cuenta con varios cientos de miembros, incluyendo premios Nobel y otras personas influyentes. Sigue siendo un foco para las ideas liberales clásicas y los debates. Otro acontecimiento de posguerra fue la Public Choice School, que se destacó bajo James M. Buchanan (1919 - 2013) y Gordon Tullock (1922-2014) en la Universidad de Virginia. Demostró que, mientras que los economistas convencionales hablaban de fallos del mercado y aplicaban un análisis de coste-beneficio para crear políticas «racionales» en el «interés público», se olvidaron de los fallos del gobierno. Esto se puede manifestar en imperfecciones en el proceso político o el interés propio de los participantes en el proceso. Las elecciones, por ejemplo, no son una prueba de «interés público», sino una competencia de intereses contrapuestos; una regla de mayoría simple de 50% + 1 hace demasiado fácil la explotación de las minorías; los políticos deben apaciguar a los grupos de interés para ser elegidos, y los grupos de presión utilizan esto para obtener beneficios propios; y los funcionarios que implementan las políticas también tienen sus propios intereses. La conclusión, como los liberales clásicos ya conocían, es que la toma de decisiones privada es en general mejor que la toma de decisiones políticas —que deben ser 50 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO limitadas a lo estrictamente necesario para proteger las libertades individuales—. LA DIVERSIDAD DE LAS IDEAS LIBERALES CLÁSICAS Los liberales clásicos tienen una gama de posiciones sobre el papel del Estado, desde aquellos que le otorgarían considerable participación en proveer asistencia social y bienes públicos, a otros, más libertarios en su posición, que lo restringirían a muy poca participación. Pero un gobierno pequeño no significa necesariamente una sociedad pequeña y mezquina. El filósofo norteamericano Robert Nozick (1938-2002), por ejemplo, abogó por un Estado mínimo, solamente para protección. Ese Estado proporciona un marco seguro dentro del cual la gente pueden crear su propia miniutopía, uniéndose para formar comunidades, colaborando y decidiendo cuáles son las libertades a las que podrían renunciar a cambio de los servicios de su grupo elegido. Liberales clásicos menos libertarios estarían en desacuerdo; aunque todos ellos aplaudirían la diversidad y dinamismo de la sociedad que Nozick conceptualiza. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 51 4 EL LIBERALISMO CLÁSICO Y LA LIBERTAD - EL LIBERALISMO CLÁSICO Y LA LIBERTAD LOS ARGUMENTOS A FAVOR DE LA LIBERTAD Existe, por lo tanto, un amplio espectro de posiciones entre los liberales clásicos sobre el papel del Estado. Sin embargo, todos dan prioridad a la libertad en nuestras vidas personales, económicas y sociales, y defienden el derecho de todos a la vida, la libertad, la propiedad y a la búsqueda de la felicidad; sin embargo, tienen diferentes razones para creer en estos principios. La libertad como un bien en sí mismo Muchos consideran la libertad como un bien digno de buscar en sí mismo. Cuando tienen la oportunidad, la mayoría de las personas optan por vivir su vida a su manera, y que no le sea impuesta por otros. Quieren autodeterminación y autonomía. Esto indica que la gente valora la libertad; así que, al expandir la libertad y reducir la coerción, impulsamos el bienestar de los individuos y por lo tanto el de la comunidad. Los derechos naturales Un tema aún hoy en día potente entre muchos liberales clásicos, desde John Locke pasando por los padres fundadores estadounidenses como Thomas Jefferson (1743-1826), es la aserción de que los 54 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO individuos tienen ciertos derechos naturales. Los consideran como una parte inherente de nuestra humanidad a la que no podemos renunciar y que no depende de leyes o de gobiernos para su existencia. Sostienen que nuestros derechos naturales no provienen de leyes, costumbres, religiones, creencias, culturas o gobiernos, sino que existen de modo natural en los seres humanos. Son universales para todos nosotros, e inalienables: no podemos venderlos, regalarlos o negarlos porque son parte de nuestra propia humanidad. Hay diferentes puntos de vista sobre lo que realmente son estos derechos fundamentales, aunque Locke representa a una gran mayoría cuando enumera la vida, la libertad y la propiedad: las personas tienen derecho a vivir y hacer lo que ellas decidan, siempre que no infrinjan la igualdad de derechos de otros, y de disfrutar de todo lo que creen o ganen a través del talento o comercio, aunque no por la fuerza. Al ser una parte esencial de nosotros, estos derechos no pueden ser cedidos. No podemos vendernos nosotros mismos como esclavos, porque estaríamos violando nuestros propios derechos, tratando de renunciar a algo a lo cual no podemos renunciar. Tampoco pueden quitarse por ley o ser apropiados por otros. Esta idea de los derechos naturales, que todos tienen, cuestionó el supuesto derecho divino de los reyes; y los colonos norteamericanos citaron los intentos del gobierno británico de suprimir sus derechos básicos como justificación de su rebelión contra él. Esta línea de pensamiento pone la libertad por encima de todo lo demás. Para que exista algún derecho, primero tiene que haber libertad, ya que si no somos libres para actuar no podemos ejercer ninguno de nuestros otros derechos (salvo nuestra libertad de pensamiento, que nadie podría evitar). La libertad es la condición esencial que nos permite ejercer nuestros derechos, y es la circunstancia en la cual se respetan esos derechos. El contrato social El filósofo político inglés Thomas Hobbes (1588-1679) sostuvo que los supuestos derechos y libertades serían de escaso valor en UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 55 un «estado de naturaleza», donde la brutalidad no esté controlada; para vivir en paz, tendríamos que aceptar límites sobre nosotros y crear nuevos derechos civiles y obligaciones. Aunque Hobbes no es ampliamente considerado un liberal clásico, Locke siguió su método de contrato social, argumentando que en un mundo natural de individuos libres e independientes nadie tendría derecho a gobernar a otros; pero si la gente acordara crear y respetar una autoridad civil que pudiera frenar la violencia, podrían generar nuevas oportunidades y de esa forma ampliar sus libertades. Más recientemente, el filósofo estadounidense John Rawls (1921-2002), en un enfoque similar, argumentó que, si se le diera la oportunidad de crear una nueva sociedad y considerando las incertidumbres de la vida, la gente optaría por un contrato social que solo toleraría diferencias entre los resultados si esas diferencias fueran en beneficio de los más desfavorecidos. Ninguno de los autores del contrato social sugirió que hubo alguna vez un momento histórico en el que individuos libres e independientes efectivamente firmaron algún acuerdo contractual. Sus teorías son simplemente «experimentos intelectuales» para explicar qué principios racionales deberían sustentar el gobierno. Sin embargo, los resultados siempre parecen justificar sus propios puntos de vista. El contrato social de Hobbes, por ejemplo, favorece una monarquía fuerte —algo que se había zarandeado por la Guerra Civil Inglesa—, mientras que el pensador francés revolucionario Jean-Jacques Rousseau (1712-78), por el contrario, basó su contrato social en las virtudes republicanas. Para Locke, la autoridad política viene solo a través del consentimiento de los gobernados, que, por tanto, tienen derecho a rebelarse si ese «contrato» se rompe, justificando de esa manera el derrocamiento de Jacobo II. El sistema de Rawls, por su parte, refleja los puntos de vista políticos más igualitarios de su época. La rebelión norteamericana tomó fuerza con la teoría del contrato de Locke, y la Declaración de Derechos de Estados Unidos se basó en gran medida en su visión sobre los derechos naturales. Pero la 56 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO teoría del contrato social no necesariamente se basa en la existencia de derechos naturales: para Hobbes, por ejemplo, es un mero recurso para reducir el conflicto. La teoría del contrato social trata de identificar la base racional para el gobierno. Pero en realidad la vida no es tan ordenada. Somos criaturas sociales, si bien tenemos muchas visiones contradictorias sobre lo que podría constituir una buena sociedad; ningún «acuerdo racional» parece posible. Y cuando alguien ha intentado crear una sociedad supuestamente «racional», el resultado siempre es el desastre. La Revolución Francesa, basada en el diseño de Rousseau, le mostró a Europa el terror que este tipo de pensamiento le puede causar a la gente. Historia y progreso Algunos libeales clásicos, como Mill y el teórico político norteamericano contemporáneo Francis Fukuyama (nacido en 1952) consideran la libertad como parte de la marcha del progreso; sus beneficios económicos (permite que los individuos innoven, trabajen como quieran, acumulen capital y generen riqueza) y sus beneficios civiles (justicia, seguridad y gobierno representativo) son tan evidentes que inevitablemente será adoptada por una parte cada vez mayor de la humanidad. Puede haber verdad en esto; pero debemos recordar que también existen fuertes tendencias en la dirección opuesta. Utilidad pública Otros liberales clásicos, incluidos los pensadores de la Ilustración Escocesa Adam Smith y David Hume (1711-1776), destacan los beneficios públicos generales que resultan de la libertad. La libertad, argumentan, amplía enormemente las opciones disponibles a los individuos, y los individuos son mucho mejores en aplicar sus propios criterios sobre fines y medios que alguna autoridad distante. Las opciones aumentan el bienestar de los individuos y por lo tanto el bienestar de la comunidad en su conjunto. Estos primeros liberales clásicos no veían ningún conflicto entre la libertad individual y el bienestar público «como si de una UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 57 mano invisible se tratara», como lo expresó Smith; lo primero crea lo segundo. Pero sabían que la relación exacta era compleja, delicada e imperfecta. No podríamos confiar únicamente en el principio de amar al prójimo: el interés propio, un sentimiento mucho más fuerte, debe ser canalizado en direcciones productivas. Así que, para evitar el daño y mantener la armonía, exigía un encauzamiento a través de las reglas de ética, costumbres y tradiciones, más un poco de coacción a través de la ley y el sistema judicial. Para estos pensadores, la libertad es lo que crea el beneficio público, no al revés. Bentham, por el contrario, argumentaba que los derechos no significaban nada si no eran respaldados por la fuerza de la ley: los derechos naturales eran «tonterías» y los derechos naturales inalienables eran «tonterías sobre zancos». Del mismo modo, el jurista estadounidense Oliver Wendell Holmes Jr. (1841-1935) sostuvo que los derechos como la libertad de expresión son creados por el gobierno y se permiten solo porque son buenos para la sociedad en su conjunto. Muchos liberales clásicos rechazan de plano esta línea de pensamiento, que sugiere que el gobierno puede decidir nuestros derechos como le plazca; y que nuestros gobernantes tienen derechos especiales por encima de los nuestros, a saber, el derecho a decidir qué derechos debemos tener; y que los únicos derechos son aquellos que la mayoría opta por permitir. Eso, temen, deja completamente desprotegidas a las minorías. Una expresión de individualidad Mill, Smith y Hume además plantean que la libertad permite que la gente exprese su personalidad y diversidad. Esto es beneficioso para la comunidad en su conjunto, generando especializaciones y oportunidades. Pero aún más importante es la dimensión moral. Las personas no pueden ser seres humanos completos, ni mostrar ningún criterio, sentimiento humano o responsabilidad moral, si otro dirige todas sus acciones. 58 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO El individualismo metodológico Como hemos visto, los liberales clásicos consideran al individuo más importante que lo colectivo, ya que lo colectivo no tiene vida más allá de la vida de los individuos. Los seres humanos pueden ser criaturas sociales, pero piensan y actúan como individuos. La gente habla del «interés público», pero en realidad no hay una ecuación matemática mediante la cual podamos conciliar los intereses de una persona con los intereses de otras. El daño (digamos, la decepción, el enojo o dolor) que causamos a unos y el beneficio (como alegría o felicidad) que causamos en otros son emociones humanas que no se pueden medir. Así que no podemos justificar el sacrificio de la libertad del individuo en aras del supuesto beneficio no cuantificable del grupo. Es cierto que nuestra vida como criaturas sociales modela nuestras opiniones y valores. Tenemos lazos sociales e instintos que nos impulsan a ayudar y confortar a otros que nos rodean, en particular a aquellos que son cercanos. Además aceptamos instituciones sociales, costumbres, hábitos y normas morales que son generalmente beneficiosos para todos nosotros, ya que nos permiten anticipar con cierta precisión de qué manera se van a comportar otras personas. Esto, a su vez, nos ayuda a planificar y tomar mejores decisiones. Pero estas instituciones y regularidades son las consecuencias no previstas de las acciones individuales; es muy arrogante imaginar que podamos conscientemente dirigir las acciones de los individuos y de alguna manera producir un mejor resultado social global. LIBERTAD POSITIVA Y LIBERTAD NEGATIVA La libertad liberal clásica es esencialmente negativa. Trata sobre no ser limitado por las amenazas, coerciones o la interferencia de otros —específicamente otros individuos o las instituciones, como el gobierno—. No se trata de ningún tipo de limitación física, como es nuestra incapacidad para saltar tres metros en el aire, como dijo el filósofo británico Isaiah Berlin (1909-1997). UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 59 Sin embargo, algunos pensadores propician un enfoque positivo hacia la libertad. Para ser verdaderamente libres, argumentan, debemos poseer el poder y los recursos para ejercer nuestra libertad. Si uno es demasiado pobre como para permitirse un Rolls-Royce, uno no tiene realmente la «libertad» de poseer uno. Y, aún más claramente, si uno está atrapado por alguna adicción, no es libre: para ser libre, nuestras acciones no solo deben propias, sino que deben ser reflexivas y razonadas. Por supuesto, todos queremos reducir las limitaciones a nuestra libertad de acción, tanto las humanas como las físicas. Por eso inventamos medicamentos que alivian nuestra artritis y máquinas que nos permiten volar. Pero los liberales clásicos desconfían de la idea de la libertad positiva. Para empezar, como explica Hayek, se confunde la libertad con el poder. Sin duda uno tiene la libertad de poseer un Rolls-Royce —no hay ninguna persona o ley que se lo impida—, pero puede que no tenga el poder adquisitivo para hacerlo. Uno es libre de saltar tres metros en el aire —nadie va a tratar de detenerlo—, pero puede que no tenga suficiente poder en sus músculos para lograrlo. A los liberales clásicos también les preocupa que el enfoque de libertad positiva confíe demasiado en la racionalidad y objetividad de las autoridades humanas. Con demasiada frecuencia, un gobierno o un grupo de élite afirman que, al igual que aquellos cuyos sentidos están enturbiados por las drogas, no podemos «realmente» discernir lo que es mejor para nuestros propios intereses —y que ellos deben decidir por nosotros—. Esto es condescendiente con las personas, que generalmente conocen mejor sus intereses que cualquier funcionario a distancia; también se ha utilizado para justificar todo tipo de proyectos de ingeniería social que finalmente resultaron desastrosos. DERECHOS Y LIBERTADES La diferencia entre los derechos y la libertad es sutil, y puede que se vea mejor al mirar sus opuestos. Lo opuesto de libertad es esclavitud —estar restringido por otros—. Lo opuesto a derecho 60 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO es deber —una obligación o demanda sobre otros—. Por lo tanto hablamos de libertad de conciencia, porque nadie puede impedirle a usted que piense por sí mismo y porque su pensamiento libre no le impone obligaciones a ningún otro. Pero hablamos del derecho a la vida, porque su existencia física impone un deber legal o moral a otros para que la respeten y no la dañen o acaben con ella. Del mismo modo, usted es libre de adquirir bienes a través del comercio pacífico con otros, y usted tiene el derecho a poseer y disfrutar de esos bienes sin que otros se los roben. Los liberales clásicos consideran que existen derechos anteriores a los gobiernos; las leyes establecidas por el gobierno pueden ayudar a consolidarlos y preservarlos, pero ningún gobierno los puede anular, por grande que sea su mayoría. Como dice Mill, debemos tener el derecho a hablar libremente, incluso si todo el mundo está en desacuerdo con nosotros: los derechos no están sujetos a simples cifras. Sin embargo, es difícil definir exactamente qué deben ser estos derechos. Los liberales clásicos son feroces defensores de los derechos de propiedad; pero, por tomar un ejemplo del economista estadounidense Milton Friedman (1912-2006), ¿la posesión de una parcela impide a un avión volar alto por encima de ella? (hoy en día podríamos agregar: ¿también que una empresa de fracking perfore muy profundamente en ella?). La realidad es que estos derechos tienen que ser pulidos en el debate público y definidos en los tribunales. Algunos derechos claramente superan a otros. Como explicó Mill, su derecho a lanzar su puño termina donde comienza mi nariz; mientras que su derecho a la libre expresión no incluye poner en peligro la seguridad de otras personas gritando «¡fuego!» falsamente en un teatro lleno. Pero, de nuevo, como preguntó Hayek, ¿su derecho de propiedad de un pozo en el desierto significa que uno le puede negar agua a una persona que se está muriendo de sed, o eso violaría su derecho a la vida? Parece una cuestión de opinión: pero los liberales clásicos verían un gran peligro en que nuestros «derechos» fueran decididos por el punto de vista de la mayoría. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 61 RESTRICCIONES A LA LIBERTAD La pregunta central para los liberales clásicos, por lo tanto, es qué justifica restringir la libertad de acción de las personas, lo que conlleva las otras preguntas de quién decide y cómo. Sería sencillo que pudiéramos medir y sumar los intereses de la gente y decidir con base en lo que produce el valor más alto. Pero los valores humanos son personales —o subjetivos— y no se pueden sumar de esta manera. Le otorgamos al gobierno el monopolio de la coerción precisamente para que pueda tomar y hacer cumplir esas decisiones. Pero es seguro que no podemos dejar este proceso exclusivamente en manos de funcionarios del gobierno, porque ellos también tienen sus propios intereses subjetivos que inevitablemente contaminan sus decisiones. En lo que los liberales clásicos sí están de acuerdo es en que la carga de la prueba debe recaer sobre aquellos que quieren intervenir. De ninguna manera se debe utilizar la fuerza para restringir las libertades de las personas, salvo que eso se pueda justificar de manera clara y racional. Al contrario, debemos dejar que la gente maneje sus propias vidas. Pueden ser falibles, pero incluso eso es mejor que poner nuestros derechos y libertades a merced de políticos distantes, mal informados, con intereses propios y superficiales. 62 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO . UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 63 5 MORALIDAD LIBERAL CLÁSICA - MORALIDAD LIBERAL CLÁSICA COERCIÓN Y TOLERANCIA Los liberales clásicos coinciden en que la coerción por lo general no es deseable. El permitir que personas les impongan su voluntad a otros a través de la agresión, amenazas, intimidación o violencia no resulta en una buena sociedad. Independientemente de si la fuerza la ejercen otros individuos o el gobierno, si la podemos evitar debemos hacerlo. Sin embargo, siempre habrá conflictos entre personas libres. Estarán en desacuerdo sobre cuestiones de propiedad y las acciones de una pueden dañar a otra. Así que, en aras de mantener la paz y frenar la violencia, necesitamos un sistema imparcial de justicia que resuelva estas disputas y desaliente la agresión. Pero no podemos confiar en que todo el mundo respete esos fallos y esas reglas voluntariamente: para mantener la paz inevitablemente tendremos que utilizar algo de esa fuerza coercitiva que a los liberales clásicos les desagrada tanto. Los liberales clásicos resuelven este dilema otorgando el monopolio de la fuerza al Estado; es una institución de la que desconfían, pero esperan que sea más desapasionada en el uso de la fuerza de lo que serían las personas comunes actuando solas. 66 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Daño, no desaprobación Por lo tanto la justicia necesita de la fuerza; pero la fuerza exige justificación. Y, para los liberales clásicos, el uso correcto de esta fuerza institucional es muy específico: para evitar que las personas dañen o amenacen a otras, es decir, para minimizar el uso de la violencia y la coerción en general. Pero tiene que ser un daño real, o la amenaza de un daño real a otros. Los liberales clásicos son inflexibles en que la coerción no debe ser utilizada contra individuos simplemente porque los desaprobamos o porque rechazamos sus acciones. Podemos llegar a detestar la religión de otras personas, rechazar sus opiniones políticas, aborrecer su estilo de vida, despreciar su modo de ser y repudiar sus hábitos. Sus ideas y opiniones nos pueden escandalizar. Incluso podemos preocuparnos de que están dañando su propia salud con drogas o sus propias perspectivas con su comportamiento antisocial. Pero ninguna de estas son razones válidas para el uso de la fuerza e intentar hacerlos actuar en forma diferente. Los liberales clásicos dicen que las creencias, el modo de ser, el estilo de vida o las decisiones morales de la gente no merecen ser prohibidos por medio del drástico poder coercitivo del Estado. Somos libres de tratar de ayudarlos —por ejemplo para superar una adicción a las drogas—, pero si sus acciones no tienen víctimas salvo ellos mismos no podemos justificar el uso de la fuerza. Los liberales clásicos son escépticos respecto del argumento de que a la gente hay que «educarla» para que pueda tomar decisiones con «sentido» o «correctas». Obviamente, las personas que tienen mejor información —como en cuanto a los riesgos potenciales de las drogas, o la cantidad de calorías en los alimentos— toman decisiones mejor informadas. Pero los liberales clásicos sostienen que la mayoría de la gente está mejor informada de lo que imagina la mayoría de los intervencionistas. Por cierto, están mejor informadas acerca de sus propios objetivos, oportunidades y circunstancias personales de lo que podría llegar a estar ningún político. Y, por mucha información que tengan, sus decisiones finales siguen siendo un asunto de juicio personal, no algo que sea objetivamente «correcto» o «incorrecto». UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 67 A los liberales clásicos les inquieta que demasiadas veces los intervencionistas utilicen el argumento de la «educación» como una forma de imponer sus propios valores a las decisiones de otras personas. LOS ARGUMENTOS A FAVOR DE LA TOLERANCIA Los liberales clásicos tienen muchas razones, tanto morales como prácticas, para hacer hincapié en la tolerancia. Coste y daño La primera es el enorme coste de tratar de convencer a la gente para que cambie sus creencias y prácticas profundamente arraigadas. Puede ser financiero, como el inmenso coste de reclutar ejércitos, establecer defensas y el impuesto para pagarlos durante las Cruzadas religiosas de la Edad Media. O puede ser un costo humano, como el hostigamiento de los primeros cristianos por las autoridades romanas, las persecuciones de los protestantes durante la Reforma y la matanza de los musulmanes por los cristianos serbios en la década de 1990. Como señaló el filósofo francés Montesquieu (1689-1755), hay muchas más posibilidades de paz si las creencias religiosas no son tema para la política. Y, por supuesto, las diferencias políticas también han costado muy caras a la humanidad. En poco más de un siglo, hemos visto las matanzas de dos guerras mundiales, las purgas de Stalin en la Unión Soviética, la revolución cultural de Mao, los asesinatos masivos de opositores de los Jemeres Rojos, y mucho más. ¿Se ganó algo a cambio de este coste? Mientras que la gente ciertamente puede ser aterrorizada, sigue siendo casi imposible cambiar sus creencias más profundas. Además, ¿cómo sabríamos si se ha logrado? En palabras de Isabel I de Inglaterra (1533-1603), no podemos «hacer ventanas en las almas de los hombres». Tampoco debemos ni siquiera intentarlo, según Jefferson, ya que las diferencias religiosas no causan daño: «Los poderes legítimos del gobierno se extienden a tales actos solo en la medida en que causan daños a otros. Pero no 68 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO me causa ningún daño que mi vecino diga que hay veinte dioses, o ningún dios. Ni me afecta el bolsillo ni me rompe la pierna». Intereses diversos Un segundo argumento liberal clásico a favor de la tolerancia es que no podemos justificar el uso de la fuerza para cambiar las creencias, el estilo de vida o la moral de las personas, cuando simplemente no podemos ponernos de acuerdo sobre lo que es aceptable, inaceptable, tolerable o intolerable. Como argumenta Kant, cuando las personas están tan en desacuerdo sobre lo que es tolerable, realmente debiéramos estar tratando de justificar nuestros puntos de vista a los demás, en lugar de tratar simplemente de imponerlos. Isaiah Berlin, más recientemente, explicó que los individuos tienen en cada caso muchos valores diferentes —como la seguridad, autonomía, familia, riqueza y bienestar— y cada uno de ellos también los jerarquiza de manera diferente. Así que puede ser perfectamente racional que ellos elijan diferentes maneras de vivir. No hay forma objetiva de decidir si los valores de las distintas personas son más respetables o menos respetables, o si sus jerarquizaciones son mejores o peores. Es simplemente una cuestión de opinión si la riqueza es preferible al bienestar, o la familia es más importante que la seguridad. En un mundo donde las aspiraciones humanas son tan diversas, nadie puede escoger alternativas que sean apropiadas para todo el mundo. Por lo tanto, en lugar de tratar de imponer nuestros puntos de vista a los demás, los liberales clásicos afirman que debemos aceptar que otras personas son seres morales, que toman decisiones razonadas que merecen nuestro mismo respeto. Puede que no siempre nos agraden pero debemos respetarlas, y a su vez los demás deben respetar las decisiones que nosotros tomamos. Los beneficios de la diversidad John Stuart Mill argumentó que la única justificación para interferir con los demás era evitar el daño o la amenaza de daño; UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 69 pero las diferencias de opinión no causan daño a la gente que las tolera. De hecho, Mill pensaba que había muchas razones positivas para que realmente agradezcamos esas diferencias de opinión, en lugar de tratar de censurarlas. Él consideraba que la individualidad, originalidad, innovación y diversidad de ideas impulsan la evolución del progreso humano. Incluso el que alguien exprese una opinión evidentemente equivocada desde el punto de vista de la mayoría de la gente podría ser igualmente beneficioso. Puede ser que, al considerarla, resulte ser correcta, o que contenga algún elemento de verdad y sabiduría que ayude a impulsar el conocimiento público. Incluso si la perspectiva es completamente falsa, podría resultar en un desafío útil a una opinión predominante que, si se daba por sentada, se hubiese convertido en un dogma vacío. Como observó Oliver Wendell Holmes, la mejor prueba de la verdad es el mercado de las ideas. La diversidad y el desarrollo moral Otro argumento a favor de la tolerancia es el desarrollo moral de los individuos. El filósofo prusiano y diplomático Wilhelm von Humboldt (1767-1835), por ejemplo, argumentó que el fin supremo de los seres humanos es cultivarse: por lo tanto cada uno debe tener la mayor libertad y variedad de experiencias posibles de las cuales nutrirse. El Estado debe tener una función pequeña y mínima (night-watchman), protegiéndonos contra transgresiones ilegales, pero sin interferir en nuestro desarrollo propio. Mill tenía una perspectiva moral equiparable. La interferencia en las acciones de otras personas, argumentó, restringe su desarrollo como seres humanos morales. Nunca podrán aprender y desarrollarse, hacerse responsables de sus decisiones, a menos que efectivamente tomen decisiones propias. No podemos respetarlos como seres humanos dignos de elogio o morales si alguien dirige todas sus acciones; serían más parecidos a robots que a seres humanos. 70 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Resultados perversos Otro punto es que las políticas intolerantes generalmente no funcionan, o tienen consecuencias desagradables, o en realidad logran lo contrario de lo que pretenden sus autores. Como ejemplo de lo primero, ya hemos visto lo difícil que es modificar las creencias religiosas de la gente. Del mismo modo, los intentos legislativos para reprimir la utilización de estupefacientes han resultado ineficaces. Un claro ejemplo de lo segundo serían las consecuencias no deseadas de la era de la Prohibición en los Estados Unidos (1920-1933). Motivada en gran parte por la desaprobación moral al alcohol y la cultura del bar, la Prohibición empujó el comercio hacia la clandestinidad, dejándolo en manos de aquellos que estaban dispuestos a violar la ley. El resultado fue una creciente violencia de pandillas, corrupción dentro de la policía y entre los funcionarios públicos, y una falta de respeto generalizada por una ley que no se podía imponer correctamente. Otras prohibiciones sobre estilos de vida, como la prostitución y las drogas, han tenido consecuencias similares, con la aparición de cárteles de la droga, guerras territoriales y la trata de personas. Además se ha vuelto más difícil hacer frente a los problemas reales creados por estas actividades (como las infecciones de transmisión sexual y la adicción), precisamente porque han sido empujadas hacia la clandestinidad, fuera del alcance de las autoridades. Personas normalmente respetuosas con la ley se convierten en criminales, tienen que tratar con criminales, y se ponen en peligro porque no existe ningún control de calidad o protección del consumidor, como tendría un mercado legal. Mientras tanto, los recursos de la fuerza del orden se desvían de las actividades que efectivamente infligen daños reales a otros. Tercero, hay muchos ejemplos de políticas no liberales que producen efectos opuestos a los previstos. Por ejemplo, los intentos de impedir la discriminación en el lugar de trabajo y asegurar que el mérito sea correctamente reconocido han ocasionado una «discriUN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 71 minación positiva», con gente que es empleada porque llenan los cupos, y no con base en el mérito. La educación pública, diseñada para evitar que grupos religiosos o políticos capturen las mentes de los jóvenes, se ha convertido en un monopolio en el que casi no hay escapatoria de la ortodoxia imperante. Del mismo modo, la represión religiosa o política sencillamente ha agudizado los resentimientos que finalmente estallan en violencia contra los represores; y, en el peor de los casos, los dogmas ideológicos de un Estado demasiado poderoso, como la antigua Unión Soviética, pueden demorar el progreso personal, social y científico durante décadas. El precedente peligroso Cuando efectivamente utilizamos el poder de coerción del Estado para suprimir ideas, actitudes y comportamientos que desaprobamos, no existe un límite evidente. Mill advierte contra la «tiranía de la opinión prevaleciente», explicando que incluso si todo el mundo piensa que ciertos puntos de vista o acciones se deben suprimir, eso no es una justificación para hacerlo. Se debe mantener una «esfera personal» de acción y opinión en la cual el Estado no puede interferir. Eso es solo en parte, porque la gente tiende a tomar mejores decisiones para sí que los legisladores y funcionarios distantes; después de todo, conocen mejor sus circunstancias precisas. Otra razón es que se vuelve demasiado fácil para la mayoría suponer que tienen el derecho a interferir en la vida de la gente simplemente porque tienen los números a su favor. Pero esa seguridad y confianza da demasiado margen a la mayoría, dotada con los instrumentos de coerción del Estado, para extender su interferencia y usurpar las libertades fundamentales de la gente. Es un precedente peligroso. La interferencia en una parte de la vida de la gente se utiliza para justificar interferencias parecidas en otras. A menudo, la intervención del Estado fracasará o tendrá resultados perversos, que luego son vistos como un argumento para aún más intervención. La ineficacia y las consecuencias imprevistas de la política de drogas, por ejemplo, se utilizan como razones para 72 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO mayor represión, lo que incrementa los riesgos de suministrar y utilizar drogas. Esto agrava aún más los problemas resultantes. Fijando el límite Entonces, ¿dónde fijamos el límite? ¿Cuáles son los límites de la intervención del Estado? ¿Qué actividades son tolerables y cuáles son intolerables? ¿Qué derechos deben tener los padres sobre sus propios hijos, por ejemplo? ¿Tienen el derecho a darles una bofetada, a practicarles la circuncisión, o incluso a beber alcohol y tomar drogas mientras están en el útero? O, en términos más generales, ¿los humoristas y dibujantes deben tener el derecho de libertad de expresión de burlarse de una religión, si esos actos pueden llegar a provocar una violencia en la que personas inocentes podrían ser lastimadas? No hay respuestas claras a esas preguntas; diferentes personas tienen diferentes opiniones. Precisar las respuestas es la tarea más crítica para los liberales clásicos. Ellos quieren que el poder de coerción del Estado se centre lo más precisamente posible, para que impida y castigue las acciones que son verdaderamente dañinas. La ubicación precisa de ese límite debe ser un tema de discusión y debate público: somos insensatos si permitimos que nuestros líderes políticos lo decidan por nosotros. Pero la gran masa de acción que podría causar solamente problemas menores a los demás debe ser un tema para el razonamiento y la persuasión, no para la mano de hierro del Estado. LA TOLERANCIA Y EL ESTADO Los antiguos griegos no tenían reparos de ese tipo. Platón (c. 427-347 a. C.) y Aristóteles (384-322 a. C.), por ejemplo, consideraban que, si algo es bueno, las autoridades lo deben imponer. Aún hoy, mucha gente considera que la ley debería prohibir cosas que consideramos inmorales. Mill aceptó que muchas conductas inmorales son potencialmente dañinas, que es precisamente por lo que las consideramos inmorales. Pero otros actos que podrían ser llamados inmorales pueden no UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 73 causar daño a otros: la supuesta víctima podría incluso considerarlo beneficioso, como sucede con el suicidio asistido, por ejemplo. Usar el poder de coerción del Estado contra ese tipo de conducta benigna solo reduciría el bienestar humano. Todos los liberales clásicos son escépticos respecto al poder del Estado, y los que están en el extremo más libertario del espectro creen que es más probable que el Estado dañe nuestra libertad a que la promueva. De ahí la regla de falta de daño de Mill: si comenzamos a prohibir cosas que no causan ni amenazan un daño demostrable, podríamos terminar prohibiendo todo. Para Locke o Jefferson, el Estado existía únicamente para proteger a los ciudadanos y ampliar sus libertades: imponerle un estilo de vida a alguien, o promover una religión en particular, o un código ético, no formaba parte de su propósito. Por eso la Primera Enmienda de Estados Unidos insiste no solamente en la tolerancia religiosa, sino en la libertad religiosa. Riesgo y el uso de la fuerza Los intervencionistas argumentan que cada acción tiene al menos algunas consecuencias potencialmente dañinas para otras personas, por lo que cada caso debe ser decidido por sus propios méritos. En muchos países, por ejemplo, está prohibido fumar en espacios cerrados, como restaurantes y cines. La justificación habitual de esto no es que dañe al fumador, sino que otros pueden sufrir consecuencias negativas debido a la inhalación de humo de segunda mano. Más recientemente, se ha prohibido fumar en los parques públicos, donde el riesgo de inhalar humo de esta forma es insignificante; pero ahora el argumento es que, en los parques, los niños pueden ver a gente fumando y pueden tratar de emularla, y sufrir problemas de salud como consecuencia. Es posible que en parte exista ese riesgo; pero los liberales clásicos cuestionan si los riesgos como estos son lo suficientemente graves como para justificar el uso de la fuerza coercitiva para evitarlos —o si son tan infinitesimales que la restricción forzosa (o multas y otros castigos) no se puede justificar de ninguna ma- 74 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO nera—. Porque, si incluso los riesgos infinitesimales para otros son vistos como buenas razones para que el Estado intervenga, absolutamente ninguna acción humana estaría protegida de la intervención arbitraria de las autoridades. No habría ninguna «esfera privada»; y la libertad individual y el Estado de Derecho dejarían de existir. La tolerancia tiene que ser consciente. Existe por una razón: específicamente, porque el respeto a los demás como seres morales, y el respeto por sus libertades, es la base de la cooperación pacífica en una sociedad libre. Sin embargo, muy a menudo nuestros políticos y funcionarios no son conscientes de cuándo están cruzando ese límite decisivo. También la gente, cuando ocurren problemas, con frecuencia pide que el gobierno «haga algo», aun cuando la intervención del Estado sería un ataque injustificable a la libertad individual. Y también estamos demasiado dispuestos a forzar a la gente «por su propio bien», cuando en realidad solamente la estamos obligando a cumplir con nuestros propios valores y prejuicios. «A pesar de que ya no presumimos de coaccionar a los hombres por su bien espiritual», escribió el filósofo inglés y antropólogo Herbert Spencer (1820-1903), «todavía nos consideramos llamados a coaccionarlos por su bien material: sin ver que lo uno es tan inútil y tan injustificable como lo otro». Esa es solo una razón por la cual los liberales clásicos quieren poner límites al gobierno. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 75 6 LA POLÍTICA LIBERAL CLÁSICA - LA POLÍTICA LIBERAL CLÁSICA EL ORIGEN Y EL PROPÓSITO DEL GOBIERNO Los primeros liberales clásicos consideraban que el gobierno existía únicamente para proteger los derechos de la gente, y para ampliar sus oportunidades y libertad al minimizar la coerción y permitir que reine la paz. Si alguno iba a utilizar la fuerza, ese debía ser solamente el gobierno, y solo se debía utilizar para estos fines. Su visión, en otras palabras, era un gobierno limitado; limitado en poder y alcance, y también en legitimidad. Con respecto al poder, eran muy conscientes de cómo el poder oficial podría hacer peligrar la libertad, y de la necesidad de controlarlo. Con respecto al alcance, insistieron en que un gobierno legítimo no se basa en la conquista y la fuerza, sino en el consenso de individuos diferentes, cuyo único propósito para crearlo es promover sus derechos, libertades y oportunidades. En cuanto a la legitimidad, Locke explica que la autoridad del gobierno proviene de los individuos que aceptan restricciones a su comportamiento a cambio de derechos civiles. Por lo tanto, la autoridad del gobierno no puede exceder la autoridad que dichos individuos le pueden otorgar. Por ejemplo, no puede negar nuestros derechos inalienables como la vida y la libertad. Otra buena razón para limitar al gobierno es la debilidad de la naturaleza humana. La gente en el gobierno es solamente gente; 78 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO probablemente no son ni más sabios ni tienen menos intereses propios que los demás. Pero ejercen un enorme poder de coerción, incluyendo el poder para multarnos y encarcelarnos. Sería imprudente dejar que ejerzan ese poder a su antojo; debe ser controlado y limitado. Los liberales clásicos desconfían de la autoridad absoluta, aunque tenga el respaldo de la gran mayoría de la gente. Funciones del gobierno ¿Pero esta visión de la función del gobierno es demasiado estrecha? A los liberales clásicos frecuentemente se los caricaturiza como creyentes en un Estado de laissez-faire, pequeño y mínimo (night-watchman state). Los críticos dicen que si todo el mundo tuviese que acordar para qué existen los gobiernos, no estarían de acuerdo en muchas cosas y quedaría atrapado en una anarquía. Los gobiernos modernos exceden en mucho el alcance y poder que los primeros liberales clásicos les estaban dispuestos a conceder. Incluso hoy en día los liberales clásicos con frecuencia aceptan que los gobiernos pueden tener funciones útiles que exceden el hacer cumplir la regla de Mill de no causar daño y de promover la libertad de los ciudadanos. Milton Friedman, es bien sabido, abogó por un impuesto a la renta negativo para redistribuir ingresos de ricos a pobres, y vales de educación financiados por el Estado, diseñado para darles a familias pobres acceso a la educación. El propio Adam Smith pensaba que, además de proteger a las personas a través de los sistemas de defensa y justicia, el gobierno debe proporcionar obras públicas, como puentes y puertos, y contribuir a la educación pública. Pero, si bien puede que haya algunas cosas útiles que se hacen mejor de forma colectiva, el tema es dónde se fija el límite. A eso no lo ayuda el hecho de que a menudo es difícil decidir exactamente cuándo se está produciendo o hay una amenaza de producir un verdadero daño, o cuáles podrían ser los beneficios precisos de una intervención. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 79 Mill, por ejemplo, a pesar de ser un defensor de la libertad de expresión, consideraba que su principio de no causar daño podría llegar a justificar la censura. También proponía que los individuos tuvieran diferentes obligaciones para ayudar a otros, como testificar en los juzgados y asegurar que sus hijos estén bien educados. Él veía un papel para el gobierno en la regulación del comercio, las horas de trabajo, los salarios y los beneficios laborales. Abogó por leyes de bienestar social para dar trabajo a personas sanas y proveer condiciones de vida mínimas para otras. Consideraba que los gobiernos debían crear infraestructura, como carreteras y alcantarillado. Abogaba por la subvención pública de la investigación científica y las artes. Consideraba que incluso pequeños beneficios públicos justificarían este tipo de intervenciones. Muchos liberales clásicos no estarían de acuerdo con todo esto. Más recientemente, e incluso en un libro sobre el excesivo poder del Estado (Camino de Servidumbre), F.A. Hayek también enumeró algunas de las funciones que él consideraba que los gobiernos legítimamente podrían asumir. Estas incluyen proporcionar a las personas un mínimo de alimentos, vivienda y ropa, suficiente para conservar su salud y su capacidad de trabajo; un sistema integral de seguro social para aquellas desgracias contra las cuales es difícil asegurarse; ayudar después de desastres naturales, para los cuales, nuevamente, los individuos no se pueden preparar; y la política económica para combatir los ciclos económicos y el desempleo que estos crean. Muchos liberales clásicos se preocupan de que concesiones como estas sean solamente la punta de un enorme iceberg. Como se quejó el propio Hayek, «las emergencias han sido siempre el pretexto con el cual se han erosionado las salvaguardas de la libertad individual», y cuando dejamos que el Estado proporcione ayuda de emergencia, alimentación, albergue, ropa, educación y salud no es fácil fijar el límite entre lo que son necesidades para unos pocos y comodidades para la mayoría. En otras palabras, no hay ningún límite evidente para esa intervención del gobierno. 80 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Adam Smith cuadra el círculo diciendo que sus intervenciones —puentes, puertos y apoyo para la educación— son solamente la infraestructura que permite a los seres humanos cooperar social y económicamente entre sí. Por lo tanto, promueven la libertad y no la amenazan. Hayek también considera sus intervenciones como un intento de mantener a la gente con capacidad para valerse por sí misma; por lo tanto, nuevamente su idea es proporcionar solo lo que se necesita para permitir que individuos libres vivan, trabajen y cooperen juntos. Sin embargo, cualquier actividad del gobierno, por valiosa que sea, requiere alguna acometida contra los derechos y libertades de la gente —específicamente tomar su propiedad, en forma de impuestos, para pagar las actividades del Estado—. Algunos liberales clásicos, argumentando que la propiedad es una de las cosas que el gobierno debe proteger, consideran que esto es difícil de justificar. Otros simplemente quieren garantías de que el beneficio público —como sea que se defina— sea lo suficientemente grande como para justificar la intromisión en los derechos y libertades de los individuos. El peligro en el mundo real es la «ampliación de la misión» (mission creep): los gobiernos comienzan con unas pocas cosas que son claramente responsabilidades colectivas para luego ampliar sus poderes y funciones, sin un punto final evidente. Los liberales clásicos posiblemente estén mejor calificados para fijar el límite que la mayoría, ya que entienden la necesidad de un gobierno limitado y los peligros de un veloz crecimiento del poder del gobierno; y entienden por qué, aunque el gobierno puede tener un papel en asegurar que se proporcionen algunas cosas, como las ayudas de emergencia, en sí mismo no debería proporcionarlas. También entienden por qué, aunque el gobierno podría regular un mercado, debe seguir siendo un árbitro y no convertirse en un participante en el mercado; y por qué la ayuda dirigida por el gobierno a personas y grupos específicos con necesidades no debe convertirse en una redistribución de ingresos a largo plazo y a gran escala. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 81 EL MITO DE LA JUSTICIA SOCIAL Los «nuevos liberales», por el contrario, piensan que la redistribución de ingresos es precisamente lo que los gobiernos deberían hacer. Ven a la desigualdad y la pobreza como el resultado de una desigualdad de poder y leyes de propiedad injustas que benefician a empleadores y a los ricos pero que dañan a los empleados y los pobres. Por lo tanto, para promover la «justicia social» el gobierno debe corregir el desequilibrio de poder y redirigir la riqueza y los ingresos de la gente más rica hacia la gente más pobre. Los liberales clásicos consideran esto un grave abuso de la palabra «justicia». Para ellos, la justicia es la justicia conmutativa, la resolución de los conflictos entre las personas y la defensa de los derechos y las libertades de los individuos castigando a los que interfieren con estas. Se trata de frenar las amenazas y la violencia, y compensar a las personas perjudicadas por la coerción. Se trata de la conducta que esperamos, y tenemos derecho a esperar, el uno del otro. La justicia real, por lo tanto, se centra exclusivamente en cómo las personas se comportan una con otra. El sufrir un robo es injusto; sufrir una gripe es una desgracia, pero no es injusto, porque nadie ha actuado injustamente. La justicia social o distributiva, por otro lado, es muy diferente. Se trata de la distribución de las cosas entre los diferentes miembros de un grupo. Busca modificar esa distribución, por lo general hacia mayor igualdad, incluso si la distribución existente es simplemente el resultado de los acontecimientos, y nadie se ha comportado mal o actuado injustamente. Si, por ejemplo, 100.000 personas pagan para ver a un cantante popular en un estadio, cada una termina la noche un poco más pobre y el cantante termina significativamente más rico. Pero nadie ha hecho nada incorrecto y nadie ha sido coaccionado. Los liberales clásicos se preguntarían: ¿cómo es posible que la distribución resultante de la riqueza sea injusta? Además señalan que para volver las cosas a la igualdad sería necesaria la coerción —quitarle al cantante por la fuerza su nueva riqueza para devolvérsela a la audiencia—. De hecho, 82 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO como dice Nozick, requeriría una coerción constante y repetida para mantener esa igualdad en el futuro. Hay problemas prácticos también. Una completa igualdad de ingresos es imposible: ¿por qué la gente se molestaría en trabajar duro, o en trabajar en absoluto, si se les paga lo mismo que a los que no lo hacen? Así que la «justicia social» se centra más en la redistribución de acuerdo a la necesidad, o en proporción al valor que la gente aporta a la sociedad. Pero, ¿quién decide quién tiene una necesidad y quién aporta mayor valor? ¿Alguien que se vuelve pobre por pura pereza es menos «necesitado» que alguien cuyo hogar y negocio ha sido destruido por un tifón? ¿Una enfermera contribuye más a la sociedad que un violinista? No hay manera objetiva de evaluarlo: la decisión es totalmente subjetiva. Sin embargo, montados en ese tipo de evaluaciones arbitrarias, los defensores de la «justicia social» le quitan su propiedad y libertad a la gente. No solo eso, sino que la «justicia social» trata a la gente de manera diferente: la gente paga cantidades diferentes de impuestos, o reciben cantidades diferentes de ayuda del Estado, dependiendo de cuán ricos o pobres son. Esto va contra el Estado de derecho: el principio de que la ley debe tratar a toda la gente por igual y que nadie debe ser beneficiado o perjudicado por decisiones arbitrarias de las autoridades. Los liberales clásicos, por lo tanto, rechazan cualquier redistribución integral de riquezas o ingresos. Pueden proponer alguna ayuda temporal de emergencia organizada por el Estado; pero niegan que alguien tenga derecho a una ayuda social de largo plazo, porque eso implica que los otros tienen la obligación de apoyarlos, por la fuerza si es necesario, a pesar de no tener culpa alguna por las circunstancias desafortunadas de sus conciudadanos. Esto no significa que a las personas más pobres les vaya mal en una sociedad liberal clásica. Las sociedades libres tienden a ser sociedades más ricas y es mejor ser pobre en un país rico que en un país necesitado. La gente en los países ricos también tiende a contribuir más a través de donaciones benéficas y obras filantrópicas; aunque UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 83 no tienen la obligación legal de ayudar a los necesitados, tienen los recursos para respaldar la obligación moral que sienten hacia ellos. LAS DECISIONES PÚBLICAS Y LOS INTERESES PRIVADOS Los liberales clásicos, en todo caso, desconfían mucho de la forma en que se toman las decisiones políticas sobre temas como la redistribución. Sus dudas se han apoyado en el trabajo de la Public Choice School (Escuela de la Elección Pública), que aplicó los conceptos económicos al proceso de toma de decisiones políticas, y lo encontró muy deficiente. Los principales «economistas del bienestar» han hablado mucho sobre los fallos del mercado y la necesidad de que el gobierno actúe para corregirlos. Pero se olvidaron de que también hay fallos de gobierno. Los políticos y funcionarios no son ángeles; existe el mismo interés propio en el sistema democrático como el que existe en el mercado privado. Las elecciones, por ejemplo, son batallas de intereses contrapuestos, en los que la mayoría decide lo que debe hacerse. Esa es una gran amenaza para la minoría —que puede concretarse en la vieja broma sobre que la democracia son dos lobos y una oveja decidiendo qué van a cenar—. Esto se agrava por el hecho de que las elecciones están dominadas por grupos de presión, que hacen vigorosas campañas para obtener beneficios electorales para sus intereses. A menudo, los grupos de interés crean coaliciones que se apoyan mutuamente para incrementar aún más su influencia electoral. Los políticos, por su parte, tienen que apaciguar a estas coaliciones de intereses creados para lograr sus votos; después de todo, incluso el político con mayor espíritu cívico tiene que ser elegido para poder hacer algo. Las personas que pierden, por supuesto, son la «mayoría silenciosa» —el público en general, cuyos intereses son mucho más difusos—. Las decisiones en la legislatura tampoco son mejores. Para lograr que se aprueben sus medidas, los legisladores llegan a acuerdos del tipo «tu vota a favor de mi medida, y yo voto a favor de la tuya» con 84 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO sus colegas. Así que se aprueban más leyes de lo que realmente se quiere, y el público en general, no representado, resulta explotado aún más. Y cuando estas leyes se implementan, la burocracia también tiene sus propios intereses; tal vez aumentar el tamaño y la complejidad de los programas para ampliar sus propios imperios. El liberalismo clásico y la democracia Los liberales clásicos son demócratas, pero demócratas escépticos. Aceptan que hay algunas funciones mínimas que requieren una acción colectiva. Ellos creen que es el público en general, y no una élite poderosa, quien debe tomar las decisiones generales sobre cuáles son esas funciones y cómo lograrlas; y proponen que el gobierno representativo probablemente sea la mejor manera de tomar e implementar esas decisiones. Pero saben que el proceso democrático está lejos de ser perfecto. No es un proceso que compatibilice distintos intereses (como lo hacen los mercados), si no uno en el que elegimos entre intereses contrapuestos, una elección en la que solo una de las partes puede ganar. Está marcado por el interés propio de los electores, de los representantes y de los funcionarios; puede producir resultados muy irracionales; y demasiado a menudo lleva a la explotación de grupos minoritarios y a la restricción de sus libertades, todo en nombre de la «democracia». Por estas razones, los liberales clásicos sostienen que la toma de decisiones democráticas se debe regir por ciertas reglas y debe centrarse, con precisión, sobre aquellos temas que no se pueden decidir de ninguna otra manera. La democracia representativa es sin duda la mejor forma de gobierno que se haya concebido hasta el momento, lo que hace que mucha gente (y casi todos aquellos que resultan estar en el poder) argumente que más y más cosas deben decidirse por el proceso democrático. Pero eso significa decidirlas a través del proceso político; y la política no siempre es una fuerza benigna. Cuantas más cosas se deciden políticamente, más fácil se hace que se socaven los derechos y libertades de los individuos, y que UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 85 los grupos minoritarios sean explotados o suprimidos por aquellos que ejercen el poder de coerción del Estado. Para un liberal clásico, por el contrario, los derechos y las libertades son para todos: no son una cuestión de cantidades y mayorías. La genuina democracia representativa no es lo mismo que la dictadura electa, y no se debe permitir que se convierta en eso. El éxito en las elecciones no da permiso a la mayoría ganadora para que trate a los demás como quiera. Además de limitar el proceso político democrático a decidir cuestiones que solo deben y pueden ser decididas en forma colectiva, los liberales clásicos también se empeñan en proteger los derechos y libertades de todos los individuos imponiendo restricciones sobre la forma en que se realiza el proceso y la forma en que se toman esas decisiones. Constituciones y libertad Una constitución es una manera de establecer esas restricciones y darles una fuerza que no pueda ser fácilmente anulada por aquellos que resultan ser la mayoría y están en el poder en ese momento. Esto no siempre tiene éxito: incluso países con aparentemente fuertes constituciones liberales no son inmunes a un rápido incremento en el tamaño del gobierno y al socavamiento de los derechos y las libertades individuales por parte de las mayorías. Las libertades constitucionales son difíciles de proteger si la gente en general pierde la noción de su importancia y la voluntad de protegerlas. Pero los liberales clásicos en general consideran que establecer restricciones constitucionales nos da más oportunidades de proteger los derechos y las libertades individuales. A través de normas como la separación de poderes y el equilibrio de poderes —por ejemplo, con un gobierno pluricameral, un sistema federal y la revisión judicial— podemos intentar evitar que los grupos de interés capturen todo el proceso de toma de decisiones. Y una constitución liberal clásica no solo garantizaría que el poder del gobierno fuera limitado y estuviera dividido. Garantizaría 86 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO que las leyes se apliquen por igual a todos, de manera que no haya grupos de interés específicos —incluyendo los políticos y funcionarios del mismo gobierno— que pudieran tener un tratamiento especial. Esta constitución también puede delinear los límites del poder del Estado estableciendo los derechos básicos de los individuos, sobre los que el Estado no tiene ninguna autoridad (porque sus ciudadanos fundadores no pueden transferir al Estado una autoridad que ellos mismos no tienen de lesionar los derechos de otros). Pero si bien una Declaración de Derechos puede amablemente recordarles a todos los derechos fundamentales, como la vida, la libertad, la propiedad y las libertades de contratación, pensamiento y expresión, no puede de ninguna manera llegar a enumerar todos los derechos y libertades. Como dijo Hobbes, debemos tener la libertad de hacer cualquier cosa dentro del «silencio de la ley», pero un sistema legal que trate de enumerar todo lo que podemos hacer, en lugar de las pocas cosas que no podemos, sería largo, complejo, imperfecto y penosamente restrictivo. Más bien debe haber una presunción general de que la gente es libre de perseguir sus propios fines por cualquier medio pacífico, subordinada únicamente a unas pocas excepciones establecidas en la ley. No hay necesidad de especificar nuestras numerosas libertades, la mayoría de las cuales están implícitas en la presunción general de libertad. LA LEGITIMIDAD DEL GOBIERNO Como señaló el escritor y político suizo-francés Benjamin Constant (1767-1830), las constituciones no existen para otorgar poder a nuestros líderes, sino para restringirlo. Ninguno de nosotros tiene ningún derecho a gobernar a otro; debe ser por consentimiento. Y si el gobierno pierde el consentimiento del público, pierde toda su autoridad y su poder de coerción se vuelve ilegítimo. Eso en sí mismo debería limitar al gobierno, como Frank Knight nos recordó: nunca podríamos ponernos de acuerdo sobre ninguna amplia concentración de poderes. Pero los gobiernos también están UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 87 restringidos por la amenaza de rebelión —y con toda la razón, según Locke y Paine—. Sin embargo, dada la fuerza de coerción a su disposición, incluso los gobiernos más injustos pueden sobrevivir mucho tiempo. Las elecciones, con todos sus defectos, son una forma más pacífica de destituir los gobiernos. Al igual que las constituciones, no existen para elegir a nuestros líderes, si no para restringirlos. Esa válvula de escape es de vital importancia porque, como insisten los liberales clásicos, los individuos no deben estar sujetos a las decisiones arbitrarias de otros, incluso de un gobierno muy popular. 88 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 89 7 LA SOCIEDAD LIBERAL CLÁSICA - LA SOCIEDAD LIBERAL CLÁSICA Como los liberales clásicos desconfían del poder del gobierno, es justo preguntarles a ellos cómo se debe entonces organizar la sociedad. De hecho, tienen una explicación coherente de cómo la sociedad se organiza a sí misma, sin necesidad de una autoridad central: la idea del orden espontáneo. EL ORDEN ESPONTÁNEO El orden espontáneo es una vieja idea. Por cierto, se remonta al menos al filósofo francés Montesquieu (1689-1755), quien explicó cómo individuos con intereses propios podrían involuntariamente crear un orden social en general beneficioso; el estudioso de la Ilustración Escocesa Adam Ferguson (1723-1816) habló de las instituciones sociales como «el resultado de la acción humana, pero no del diseño humano», una idea que Adam Smith describe como la «mano invisible». Más recientemente, Hayek actualizó la idea. Señaló que tendemos a dividir el mundo entre lo natural y lo artificial —imaginamos las cosas naturales como cosas salvajes, irracionales, desestructuradas y desordenadas, y las cosas artificiales como planificadas, racionales, estructuradas y metódicas— y simplemente asumimos que lo segundo es preferible. Pero, según Hayek, hay otra categoría de cosas que son ordenadas, pero no son planificadas o conscientes. Ejemplos de ello son la formación en "V" de gansos que emigran, o las sociedades 92 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO complejas de las abejas o termitas. Estas estructuras sociales no están diseñadas conscientemente por las criaturas en cuestión, sino que son la consecuencia ordenada de su comportamiento individual. Esos ordenamientos espontáneos también se encuentran en la sociedad humana. Tenemos el idioma, por ejemplo: nuestro idioma complejo y su gramática nunca fueron diseñados conscientemente por nadie, simplemente crecieron porque eran útiles (es interesante que el esperanto, intencionalmente diseñado para ser una lengua paneuropea, nunca tuviera éxito, mientras que los otros idiomas, espontáneos de Europa, siguen floreciendo.) Del mismo modo, el common law nunca fue creado intencionalmente, como lo fue el Código de Napoleón; simplemente surgió de miles de sentencias en casos individuales. Los mercados, los precios y el dinero también se desarrollaron porque son útiles, no porque alguien conscientemente los inventó. La conclusión es que los órdenes sociales no necesitan gobierno, o planificación para ser funcionales, eficientes o incluso racionales. Emergen a través de la libre interacción de los individuos, cada uno persiguiendo sus propios fines privados pero respetando los derechos y libertades de los otros. De hecho, la intervención del gobierno es más probable que convierta ese orden en caos. La evolución de los órdenes espontáneos Los órdenes espontáneos evolucionan. Los idiomas, el common law, la moral, las costumbres y los mercados cambian y se adaptan a las necesidades de la época. Esos órdenes se autoorganizan y por lo general se autorregulan —y necesitan unas pocas reglas generales para su buen funcionamiento, pero no necesitan que alguien los diseñe y planifique—. Puede que no siempre se adapten perfectamente, pero los órdenes que se adaptan bien van a sobrevivir y prosperar mejor que otros. Y ese progreso evolutivo de ensayo y error será mucho más rápido cuando los individuos son libres de producir sus propias ideas en abundancia que cuando solo predominan las ideas de las autoridades. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 93 Consideremos, por ejemplo, la muchedumbre en una concurrida estación de trenes, todos corriendo entre sus diferentes trenes y las diferentes salidas y entradas. De alguna manera, todo el mundo llega a su destino sin chocarse entre sí. Esto se debe a que cada uno ajusta su dirección teniendo en cuenta a los otros, que se les atraviesan en su camino. Su ruta final entre el tren y la puerta está muy lejos de ser una línea recta, pero en general llegan de forma rápida y sin incidentes. La alternativa —para dirigir esas miles de personas, preguntándoles su destino y luego trazando sus rutas más eficientes a través de la estación— sería una pesadilla de gestión. Pero afortunadamente el problema se resuelve solo, espontáneamente. Reglas y orden Los problemas que hemos descrito se autorresuelven porque nos adaptamos a los otros de manera predecible; en el caso de la estación, se intentan evitar las colisiones indicando sutilmente hacia dónde nos dirigimos y ajustándonos también a las indicaciones de los otros. Esas regularidades en el comportamiento, o «reglas de conducta», producen un resultado beneficioso espontáneo. Si, por el contrario, todos nos comportamos de una manera impredecible, solo se crearía confusión y conflicto. En los órdenes espontáneos de la vida real, estas «reglas» pueden no estar escritas y pueden llegar a ser muy complejas. Las abejas, por ejemplo, no tienen escritura o estructura directiva, y sin embargo sustentan colonias prósperas de 50.000 integrantes o más, simplemente a través del trabajo estructurado de cada individuo. Con respecto a los órdenes humanos, los escolares darán fe de que las reglas de gramática, sobre las que se erige nuestro idioma, son muy difíciles de describir, a pesar de que las usamos sin pensar todos los días. Lo mismo puede decirse de las reglas de la justicia, o de la moral; podemos sentir cuándo esas reglas son quebrantadas, a pesar de que no siempre podemos explicar en qué consisten. Por lo tanto estas reglas que promueven el orden han evolucionado debido a que son útiles y adaptables, no porque las hayamos 94 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO diseñado conscientemente. Fijan límites voluntarios a nuestras acciones, haciéndolas más predecibles, facilitando de esa manera la vida social. Reglas como los derechos de propiedad, las tradiciones, las costumbres, la moral, la honestidad, el respeto y la usanza son el crisol que contiene el fuego de la libertad individual. Nadie las inventó, y sin embargo contienen una «sabiduría» inconsciente sobre cómo comportarse para promover una buena interacción social. LA JUSTICIA Y EL ESTADO DE DERECHO El orden espontáneo, entonces, se basa en el comportamiento individual previsible y sería imposible sin eso. Y la base de nuestro orden social o político, según los liberales clásicos, son las reglas de la justicia. Al igual que la gramática, las reglas de la justicia no han sido conscientemente diseñadas, sino que evolucionan porque son útiles; y en general las cumplimos, a pesar de que no siempre podemos explicar con precisión lo que son. Por supuesto, tratamos de registrarlas y codificarlas en libros de derecho. Pero eso no significa que nosotros estemos creando las reglas de la justicia; significa que estamos tratando de descubrir lo que son. Los legisladores pueden aprobar «leyes», pero estas pueden no ser leyes justas. Por ejemplo, pueden ser retroactivas (castigando a la gente por acciones que no eran criminales en su momento), o no factibles (imposibles de cumplir), o incomprensibles (contradictorias o demasiado complicadas de entender), o impuestas de manera injusta. Todo esto agravia nuestra idea innata de justicia, o, como dirían algunos liberales clásicos, agravia la ley natural. Por lo tanto, esas piezas legislativas son indignas del nombre «ley». El Estado de derecho Los liberales clásicos sostienen que un orden social espontáneo, cooperativo, predecible, no violento, estable y justo surge solo si se siguen reglas que son generales (sin una cantidad desconcertante de excepciones), universales (que se aplican a todos) y estables (no UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 95 cambian tan a menudo como para que la gente se confunda sobre lo que son). Dado que la mayoría de nosotros no podría explicar las reglas de la gramática, mucho menos las reglas de la vida social, es lógico que mantengamos las cosas simples. El tener reglas que son generales y estables significa que todos saben qué se espera de ellos. Esto hace que nuestras acciones sean más predecibles, lo que a su vez nos permite planificar con mayor confianza. Lo mismo ocurre con reglas que son universales, con la ventaja adicional y crucial de hacer que sea imposible que personas o grupos específicos sean favorecidos o explotados. Este es el Estado de derecho, en contraste con el gobierno arbitrario de aquellos que ejercen la autoridad. Los liberales clásicos recalcan que esto evita que los políticos, la policía, los tribunales y demás funcionarios abusen de su poder de coerción. Nos evita muchos males comunes: detenciones arbitrarias, encarcelamientos sin juicio, la cosa juzgada (ser juzgado varias veces por el mismo delito), juicios injustos, jueces parciales, elecciones fraudulentas y leyes injustas. Protección del Estado de derecho Aunque los liberales clásicos creen en un gobierno limitado, entienden que mantener el Estado de derecho no es tarea fácil. Requiere mecanismos para asegurar que las elecciones y los nombramientos sean libres y justos, que los jueces sigan siendo independientes, y que la generalidad y universalidad de las leyes sean examinadas detenidamente. Eso requiere otorgarle recursos al sistema de justicia: no se hace justicia, por ejemplo, si se necesitan años para que los casos lleguen a juicio, porque la burocracia judicial está sobrepasada, o si la policía y los jueces están tan mal pagados que tengan que depender de sobornos. Las constituciones pueden ayudar a proteger esta justicia natural: pueden consagrar el debido proceso del sistema jurídico, para garantizar la igualdad de trato; y pueden definir un ámbito personal en el que la legislación y la burocracia jamás pueden inmiscuirse. La 96 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO tradición del common law es otro bastión de la libertad: los casos individuales se exteriorizan y consideran en los tribunales, y a través de eso desarrollamos nuestro conocimiento de lo que son realmente las reglas de la justicia. Una tercera protección es la libertad de expresión: si la gente puede criticar abiertamente la legislación y la administración de la justicia, la legislación se pensará más y la gente puede oponerse activamente a leyes y procesos legales injustos. Amenazas para el Estado de derecho Todo esto difiere en grado sumo de la perspectiva de muchos legisladores actuales. Quieren que los tribunales se sometan a la mayoría electa, que, según ellos, está más en contacto con los intereses públicos que los jueces. Hacen caso omiso de los límites constitucionales, alegando que ellos entienden mejor las circunstancias actuales que los redactores constitucionales de hace décadas o siglos atrás. Consideran a los derechos no como algo natural e inviolable, sino como privilegios que nos concede la legislatura. Y creen que la legislación debe promover el «bien público», incluso a costa de la libertad individual. Pero casi cualquier legislación, por más injusta y coercitiva que sea, puede ser justificada por razones de «bien público», que, inevitablemente, es definido por los propios legisladores. Lejos de estar fuera de contacto, los liberales clásicos consideran a los tribunales como guardianes cruciales de los derechos y las libertades individuales, frenando la visión a corto plazo y los intereses creados de los legisladores, derogando leyes injustas y garantizando que las leyes justas se cumplan, incluso por aquellos en el poder. Es por esto que Hayek argumentó enfáticamente que el common law, que se fue desarrollando a través dirimir litigios en los tribunales, era una mejor garantía de justicia que las leyes aprobadas por los políticos —y la mayoría de los liberales clásicos estarían de acuerdo—. Para ellos, el Estado de derecho exige que las normas jurídicas se apliquen en forma justa y uniforme a todos. Mientras que el common law generalmente se ajusta a esta descripción, con UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 97 demasiada frecuencia las leyes hechas por los políticos están diseñadas para favorecer (o desfavorecer) a grupos específicos. Este es uno de los motivos por los cuales los liberales clásicos son tan escépticos con esa clase de legislación. LA RACIONALIDAD DE LOS ÓRDENES NATURALES Aunque mucha gente se imagina que una sociedad sin dirección central debe ser salvaje e irracional, los liberales clásicos consideran que los órdenes espontáneos son en realidad más racionales. Son capaces de procesar y utilizar mucha más información que las sociedades centralizadas, lo que resulta en una mejor toma de decisiones, ajustes más rápidos a circunstancias cambiantes y un progreso más acelerado (por ejemplo, recordemos el atraso económico del antiguo bloque soviético, con una dirección centralizada, en comparación con sus vecinos occidentales menos centralizados). La razón, según F.A. Hayek, quien desarrolló los detalles de esta línea de pensamiento, es que el progreso social depende del conocimiento disperso. Es local, personal, fragmentado y parcial, y no se puede centralizar. La gente común tiene mejor conocimiento de sus propias circunstancias de lo que jamás podrían tener las autoridades centrales. También tiene habilidades especializadas y un conocimiento más personal de su mercado específico y de las necesidades y valores de sus clientes. Y gran parte de la cambiante información del mercado que procesa se desactualizaría, incluso antes de que pudiera ser transmitida a alguna agencia central de planificación. Algunos podrían argumentar que aplicaciones como Uber, y las modernas supercomputadoras, hacen posible recopilar y procesar esa rápidamente cambiante información del mercado, como la fluctuante demanda y disponibilidad de taxis en cualquier momento y lugar. Es cierto que la escala en la que se puede recopilar y utilizar eficientemente información va a cambiar con el tiempo y con los usos. Pero es necesario un proceso de competencia para descubrir la mejor manera de recopilar, interpretar y utilizar la información 98 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO con la tecnología disponible. Y esta información es procesada y utilizada de diferentes maneras por diferentes personas en la cadena de procesos —Uber o la empresa de taxis, los conductores y los clientes—. La planificación central simplemente no podría reproducir esto. En cualquier caso, el problema no es de informática, sino de comprensión. Con certeza, los datos no serían mejor procesados por una autoridad central del gobierno. Ninguna podría proyectar la demanda de taxis de los clientes (que cambia constantemente debido a cosas como emergencias familiares, el clima o retrasos en el transporte público). Tampoco es de esperar que los planificadores centrales tengan el mismo conocimiento profundo que tienen los taxistas de cosas como el clima local, los cierres temporales de calles y cómo evitarlos, eventos locales que atraen grandes multitudes y un sinnúmero de otros factores que afectan al mercado. Además, los proveedores locales tienen un interés mucho más urgente en adaptarse rápidamente a la demanda local que el que tienen los planificadores centrales. Su motivación impulsa el progreso: con miles de proveedores, todos ellos compitiendo por el negocio, la innovación será más acelerada de lo que sería si se la deja en manos de una sola agencia central. Es mejor que la innovación se haga por los individuos: si sus innovaciones no funcionan, pueden ser abandonadas con solo pequeñas pérdidas locales; mientras que una innovación en el nivel nacional realizada por una agencia de planificación central se arriesga a un posible desastre para toda la economía. No es que la sociedad espontánea no esté planificada: por el contrario, se basa en los planes de millones de individuos, cada uno con su propio conocimiento especializado, y no en algún organismo único de planificación. Una sociedad de ese tipo, sobre la base de gran cantidad de conocimiento individual disperso, es tan compleja que ninguna mente central podría llegar a comprenderla. Esto explica, en parte, la desconfianza que le tienen los liberales clásicos al poder del gobierno, sobre todo a los intentos de rediseñar la sociedad a gran UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 99 escala. Si no podemos entender plenamente nuestras instituciones sociales, es poco probable que seamos capaces de rediseñarlas con algún éxito. LA SOCIEDAD CIVIL Los liberales clásicos no conciben a las personas que componen la sociedad espontánea como individuos atomizados y aislados (aunque había indicios de esto entre los primeros teóricos del contrato social, y más recientemente en los conceptos de los economistas sobre expectativas racionales y el homo economicus racional y egoísta). Ellos saben que las personas en el mundo real no están aisladas ni son mecánicas. Más bien, por elección o por nacimiento, los individuos son miembros de diferentes grupos superpuestos, con diferentes lealtades familiares, morales, religiosas, culturales y demás. Sus valores están influenciados por estas lealtades, y dependen de la lealtad mutua de sus otros integrantes. Buscan menos lograr sus ambiciones a través del proceso político que a través de estas instituciones de la sociedad civil: organizaciones benéficas, sindicatos, grupos de autoayuda, campañas, religiones y muchas otras agrupaciones. Los comunistas y los fascistas son muy críticos de la sociedad civil porque consideran que desvía del Estado las lealtades de la gente. Los liberales clásicos valoran la idea de la sociedad civil precisamente por la misma razón. Para ellos, la sociedad civil permite que los individuos persigan sus propias metas sin estar subordinados a una poderosa autoridad política centralizada. De hecho, diferentes personas pueden perseguir fines mutuamente contradictorios, sin tener que sacrificar sus ambiciones ante la opinión mayoritaria. Además, si la sociedad civil es fuerte, hay menos excusa para que los gobiernos asuman poderes adicionales. Un enérgico sector benéfico, por ejemplo, significa que hay menos necesidad de crear un sistema de asistencia social del Estado; un alivio para los liberales clásicos, ya que le temen al crecimiento y potencial abuso del poder centralizado. Además, es más racional que las tareas sean abordadas 100 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO en el nivel local y de maneras diferentes, a que lo procure hacer una autoridad distante y centralizada. Algunos liberales clásicos aceptan a la sociedad civil con beneplácito porque evita no solo los peligros de una excesiva centralización, sino además los peligros de un desmedido individualismo. Por ejemplo, el pensador político e historiador francés Alexis de Tocqueville (1805-1859) criticó el individualismo de Estados Unidos por sofocar la virtud y la templanza cívica, creando la posibilidad de una tiranía de las masas, respaldada por el poder del Estado. EL ORDEN ESPONTÁNEO Y LOS DERECHOS NATURALES Puede valer la pena mencionar el conflicto entre las ideas del orden espontáneo y los derechos naturales. Si la sociedad se desarrolla de forma espontánea, no se necesita ningún contrato social entre individuos aislados y libres para explicarla. No es el resultado de una negociación racional, sino la consecuencia totalmente accidental e involuntaria de la adaptación de individuos a las acciones de otros. Para muchos liberales clásicos, esto sugiere un enfoque menos radical, más conservador de las cuestiones sociales que el enfoque de los derechos naturales. Una de las críticas a la perspectiva de los derechos naturales es que podría producir algo parecido a la anarquía, ya que probablemente haya muy poco sobre lo que los distintos individuos, protegiendo celosamente sus derechos naturales, se pongan efectivamente de acuerdo, dejándole prácticamente ninguna función al gobierno. El enfoque de orden espontáneo, por el contrario, sugiere que podemos y estamos de acuerdo en muchas cosas, incluso si nuestro acuerdo es inconsciente y poco comprendido. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 101 8 LA ECONOMÍA DEL LIBERALISMO CLÁSICO - LA ECONOMÍA DEL LIBERALISMO CLÁSICO EL ORDEN ESPONTÁNEO DEL MERCADO Junto a la libertad social y política, los liberales clásicos también defienden la libertad económica. Ellos consideran que la gente debe tener libertad para inventar, crear, ahorrar, acumular posesiones e intercambiar bienes voluntariamente con otros. Pero también creen que la libertad económica es la mejor manera de crear prosperidad general. Eso es porque la libertad económica permite que las personas se adapten espontáneamente a las necesidades del otro y cooperen en beneficio mutuo, creando y repartiendo valor en el mismo proceso. Las reglas que crean este orden espontáneo específico son las reglas de la propiedad, de contratar, de honestidad y de justicia. Entre ellas, crean un orden económico de una escala y complejidad incomprensibles —mucho más grande y más complejo que lo que cualquier ente consciente podría comprender, abarcando el mundo entero—. EL «MILAGRO» ESPONTÁNEO DE LOS PRECIOS Lo que mantiene a las actividades económicas de tantos millones de personas en un ajuste tan extraordinariamente eficaz es lo que Hayek llama el «milagro» del sistema de precios. Nosotros no 104 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO lo inventamos; surgió de forma espontánea, e impulsa la creación de valor y reparte prosperidad a través de toda sociedad humana. Los precios simplemente son las tasas a las que las personas están dispuestas a intercambiar ciertas cosas por otras. Por lo general se expresan en dinero, pero eso es solo porque el dinero se ha convertido en un bien útil que puede ser intercambiado por otras cosas. En palabras de Milton Friedman, el dinero ahorra a los peluqueros hambrientos tener que salir a buscar a panaderos que necesitan un corte de pelo, haciendo que el intercambio sea mucho más fácil y eficaz. Hay que tener en cuenta que los precios no miden valor. El valor, como la belleza, existe en la mente del individuo, y la gente valora las mismas cosas de forma diferente. Es por eso que comercian. Mientras que los peluqueros hambrientos valoran el pan más que la cantidad de dinero que el panadero pide por él, el panadero valora más el dinero que el pan. Se intercambia a un precio único, pero cada uno valora las cosas de manera diferente, y cada uno considera que se ha beneficiado por el intercambio. Los precios como telecomunicaciones Los precios revelan la escasez. Los precios más altos pueden mostrar dónde la demanda de bienes supera su oferta, de forma que los consumidores están dispuestos a pagar más, e inducen a los proveedores a satisfacer esa demanda aumentando su producción para poder captar las mayores ganancias que se ofrecen. La caída de precios, del mismo modo, puede indicar que la demanda es débil y los proveedores deben reducir la producción. De esta manera, los precios indican dónde los recursos pueden crear el mayor valor, y atraerlos hacia esos usos, alejándolos de usos antieconómicos y menos valorados. Estos ajustes beneficiosos se extienden de un mercado a otro. Supongamos, por usar el ejemplo de Hayek, que los fabricantes encuentran un nuevo uso para el estaño. Entonces demandarán más estaño y estarán dispuestos a pagar mayores precios para obtenerlo. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 105 Esos precios mayores inducirán a las empresas mineras a producir más estaño y a mayoristas a proveerlo. Pero, igualmente, los actuales usuarios de estaño ahora comenzarán a buscar sustitutos más económicos. Eso hará subir el precio de esos sustitutos —lo que inducirá a los usuarios de esos sustitutos a buscar otros sustitutos—. Se trata de toda una serie de ajustes que se extiende como las ondas en un estanque; todo gracias a lo que Hayek llamó el «vasto sistema de telecomunicaciones» de precios, que indica constantemente a la gente en qué lugar sus esfuerzos y recursos van a generar más valor. MERCADOS SIN DIRECTIVAS A diferencia de los diagramas de «equilibrio» de los libros de texto, que sugieren que los mercados se mantienen en equilibrio constante, los liberales clásicos ven los mercados como un proceso dinámico, como un arroyo de montaña, que nunca se queda quieto en un punto. En lugar de imaginar «la economía» como un sistema mecánico abstracto, los liberales clásicos consideran los fenómenos del mercado como el resultado espontáneo e imprevisible del constante ajuste mutuo de millones de individuos, cada uno con sus propios objetivos y valores. Este orden económico espontáneo es, al igual que otros, el resultado de reglas de comportamiento predecibles entre los individuos que lo componen. Está motivado por el interés propio y el beneficio, pero regulado por factores como la competencia, los contratos, los derechos de propiedad y la justicia —principios que los liberales clásicos consideran que el Estado debe sustentar para que el orden del mercado funcione en forma beneficiosa—. REGLAS Y PROPIEDAD Los derechos de propiedad son fundamentales para el funcionamiento de este orden beneficioso. La gente con derechos de propiedad asegurados puede intercambiar porciones de su propiedad con otras personas que las valoran más, en beneficio de ambas 106 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO partes. Aún más, los derechos de propiedad asegurados significan que las personas pueden producir aquello en lo que son buenas en producir e intercambiarlo con otras, que también son buenas en lo que hacen. Esta especialización o división del trabajo nos hace a todos mucho más productivos que si tratáramos de hacerlo todo, de forma inexperta, para nosotros mismos. Los derechos de propiedad asegurados también permiten que la gente acumule capital, invirtiendo en herramientas y equipos que le permiten producir más, más rápido y mejor. Y también que las personas resistan la explotación por las mayorías políticas; de hecho, le dan el recurso para hacer frente a los gobiernos arrogantes. Las reglas de propiedad Los derechos de propiedad permiten que las personas posean y usen su propiedad, excluyan a otros de su uso, obtengan ingresos de esta (por ejemplo, alquilándola) y la transfieran a otros por medio de la venta u obsequio. El sistema de justicia hace cumplir estos derechos. Pero para que el derecho de propiedad sea legítimo, la persona lo debe adquirir sin coerción. Se puede adquirir a través del comercio u obsequio. O tal vez tomando algo que nadie más posee o quiere, como un descampado —un proceso que no dañe a nadie, incluso si el nuevo propietario le encuentra uso rentable—. La propiedad no incluye solamente tierra, edificios y bienes muebles. Puede incluir intangibles complejos, como acciones y bonos, o la propiedad intelectual, como diseños patentados y música con derechos de autor. Y, de hecho, también la propiedad que todos tenemos en nuestras propias vidas y libertades. Puede tratarse de la posesión de individuos, organizaciones, gobiernos, o de nadie (los recursos pesqueros marítimos, por ejemplo), aunque los liberales clásicos consideran que por lo general los privados gestionan la propiedad mejor que el gobierno como propietario, y que la propiedad de nadie puede provocar la «tragedia de los bienes comunes», en la que los recursos son sobreexplotados, porque nadie tiene un interés de propietario en su conservación. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 107 Las reglas de propiedad pueden ser complejas, pero permiten que innumerables personas cooperen pacíficamente a través de la especialización y el intercambio voluntario. Han evolucionado precisamente porque hacen posible esa cooperación beneficiosa. Cuando las personas tienen derechos de propiedad claros y ejecutables, es más probable que conserven e inviertan en un recurso de su propiedad y lo mantengan en uso productivo. Eso obviamente beneficia al propietario; pero además beneficia a todos los demás. Significa que los frutos de esa inversión están disponibles para su intercambio. Ese intercambio, a su vez, promueve la especialización, la productividad y el reparto de valor. Esto se contrapone con los países en guerra o anárquicos, en los cuales los agricultores no le ven sentido a sembrar y cultivar cosechas que serán robadas o destruidas por ladrones o ejércitos. LOS ARGUMENTOS A FAVOR DE LA LIBERTAD ECONÓMICA A diferencia de los enfoques económicos tradicionales, los liberales clásicos no construyen un modelo completo para explicar los fenómenos económicos. Para ellos, los fenómenos económicos, como los precios, son el resultado del complejo ajuste mutuo de millones de individuos. Pero eso no quiere decir que sea aleatorio e irracional. Por el contrario, los procesos de mercado contienen mucha «sabiduría» acumulada durante largos períodos de ensayo y error. La información personal y dispersa De hecho, hay más sabiduría y planificación en este arreglo que en cualquier economía deliberadamente diseñada y planificada, porque el orden económico libre tiene mucha más información —y más pertinente— con la cual trabajar. Todos esos millones de individuos tienen mucho mejor conocimiento de sus propias circunstancias locales, de sus propios valores y de las prioridades de sus clientes y proveedores, que el que podría llegar a tener algún ente distante de planificación económica. 108 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Los planificadores ni siquiera podrían recopilar esta información. No solamente es de una escala enorme, dispersa y parcial, sino que también es personal. Las habilidades, la experiencia, el conocimiento del mercado, entender los deseos de los clientes; estos son los conocimientos esenciales que impulsan la vida económica, pero que no se pueden transmitir a los planificadores centrales. ¿Debemos producir aceite o vino? No es una cuestión de cálculo aritmético. La única razón por la que realizamos el esfuerzo de producir cosas es para consumirlas, y lo que la gente quiere consumir depende de sus necesidades y valores, sentimientos que no se pueden sumar o restar, que son profundamente subjetivos y que cambian de un momento a otro, dependiendo de un sinnúmero de factores impredecibles. Pero el orden económico espontáneo no es intempestivo. Por el contrario, es el resultado de una planificación ininterrumpida realizada por millones de individuos, cada uno con su conocimiento disperso, parcial y personal para anticiparse a los deseos y las necesidades de otros y para planificar cómo aplicar recursos para satisfacer esas necesidades. Competencia La libertad económica funciona porque, ante la falta de coerción, la única manera de promover nuestro propio interés es satisfacer las necesidades y los intereses de otros. Los liberales clásicos consideran a la competencia abierta como el motor clave de esto, porque cuando los consumidores tienen diferentes proveedores y productos para elegir, los productores están incentivados a atender sus necesidades de la forma más coste-efectiva que pueden. La competencia real no es el modelo incruento de los libros de texto, donde hay proveedores, productos y consumidores «perfectamente» idénticos. Se trata de un proceso dinámico y humano en el que diversos productores se esfuerzan por diferenciar sus ofertas para atraer a clientes diversos con muchas preferencias diferentes. Estas «imperfecciones» son las que dan a los mercados su dinamismo e impulsan la innovación, eficiencia y mejoras. Es la escasez UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 109 y las demandas no satisfechas —reveladas por los aumentos de precios— que impulsan a los productores a intervenir y satisfacerlas. Son los excedentes los que les señalan a los productores que los recursos productivos se están desperdiciando. Es la variedad y diversidad de los bienes que se ofrecen lo que permite satisfacer los diferentes —e incluso contradictorios— gustos de los consumidores. Utilidad pública La economía libre reconcilia a personas con diferentes valores. Los compradores y vendedores pueden cooperar libremente entre sí precisamente porque difieren en cómo valoran un bien o servicio específico. Por medio del dinero incluso podemos comerciar con gente del otro lado del mundo, cuyos valores, religión, moralidad y visión del mundo pueden ser completamente diferentes de las nuestras. Sin duda, la interdependencia económica mundial de pueblos con visiones tan diversas es la fuerza más poderosa para la paz que ha existido en la historia de la humanidad. El interés propio puede ser lo que motiva a los individuos, pero es a través de la propiedad, la especialización, los mercados y el intercambio como ese interés propio se aprovecha para el beneficio general. Las cosas se producen de manera más eficiente; los consumidores se benefician por las presiones hacia mejor calidad y menores precios; se crean nuevos bienes y se incrementa el valor; se satisfacen necesidades; se aumentan las opciones; se resalta la diversidad y la individualidad humana. E incluso si los individuos son motivados por la filantropía, tienen el mismo interés en preservar ese mismo sistema, que les permite maximizar el valor de lo que pueden crear y distribuir a otros. LOS EFECTOS DESESTABILIZADORES DEL GOBIERNO La libertad económica es importante para nosotros, y no solo porque la actividad económica ocupa gran parte de nuestras horas activas. También es fundamental para nuestras libertades sociales y políticas. Por ejemplo, la libertad de expresión se ve comprometida si 110 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO los que están en el poder controlan los diarios, la televisión, la radio y los medios de comunicación en línea. La libertad de asociación se vería amenazada si las autoridades políticas fueran dueñas de todas las salas de reuniones. No podríamos disfrutar de los frutos de nuestro propio trabajo si el Estado gestionara nuestras oficinas y fábricas. Por lo tanto, los liberales clásicos consideran la libertad económica y la propiedad privada un bastión esencial contra el excesivo poder del Estado. Cuando países como el Reino Unido y los EE.UU. se hicieron ricos, sus gobiernos eran mucho más pequeños de lo que hoy son. Ahora, casi todos los países tienen grandes instituciones gubernamentales que necesitan altos impuestos para mantenerlas. Los liberales clásicos consideran eso un ataque a los derechos de propiedad. Los impuestos módicos pueden ser ineludibles para establecer las funciones esenciales del gobierno, como defensa y justicia. Pero los impuestos altos desincentivan el trabajo y el ahorro, desalientan el dinamismo creativo de los mercados y desvían los recursos de usos muy valiosos hacia los elegidos por las autoridades políticas (a menudo no representativas). También la regulación puede ser necesaria para mantener la libertad de los mercados, por ejemplo conservando la libre competencia y contrarrestando la explotación. Pero, nuevamente, al restringir los contratos comerciales, la regulación puede disminuir el valor creado por el intercambio voluntario. Y, en cualquier caso, muchas regulaciones se establecen para servir a intereses políticos e intereses personales, no a la sociedad en su conjunto. Los liberales clásicos concluyen que la intervención del gobierno en la vida económica es por lo general catastrófica. Como los impuestos son impopulares, los gobiernos toman prestado utilizando dinero perteneciente a la siguiente generación, sin su consentimiento. Permiten que el valor de su moneda se erosione, para poder pagar su deuda en moneda devaluada; pero esa inflación desestabiliza el sistema de precios y ahoga la señal de cambios en los precios relativos entre del ruido de la subida general precios, lo que hace más difícil para UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 111 la gente ver dónde sus esfuerzos y recursos se aplicarían de forma más valiosa. También, los gobiernos frecuentemente manipulan las tasas de cambio y de interés, con la esperanza de estimular auges económicos: un desafío a las realidades del mercado que invariablemente termina en crisis, desempleo y recesión. Los liberales clásicos preferirían prohibir estas intervenciones perjudiciales. Salud, educación y bienestar sin el Estado Los liberales clásicos también se muestran escépticos respecto a la intervención del gobierno en servicios como la salud, la educación y el bienestar social —que consumen la mayor parte del presupuesto de los Gobiernos en los países desarrollados—. El bienestar social, por ejemplo, tiene como objetivo eliminar la pobreza, pero casi indiscutiblemente hace lo contrario, modificando negativamente el equilibrio entre el desempleo (subsidiado) y el empleo (gravado). La mayoría de los principales pensadores liberales clásicos argumentan a favor de que el Estado proporcione al menos alguna mínima ayuda social, pero consideran que ese apoyo se suministra mejor a través de mecanismos de mercado. Por ejemplo, preferirían que las personas adquieran seguros contra el desempleo, las enfermedades y la discapacidad, y que las obras de caridad — revitalizadas por la retirada del Estado— ayuden en los casos de penuria, o que el Estado pague las primas de aquellos que no pueden pagar el seguro. Esto, dicen, sería mucho menos antieconómico. Y crearía más incentivos positivos y menos incentivos perversos que los actuales sistemas de ayuda social del Estado, que frecuentemente promueven la dependencia (tanto de los beneficiarios como de los burócratas estatales que administran los sistemas). La asistencia sanitaria, a menudo, también es proporcionada por el gobierno o está muy regulada, lo cual deja a la gente sin posibilidad de elegir asegurador o proveedor. Si la competencia funciona bien en otros mercados, los liberales clásicos preguntan por qué no debería funcionar también en los hospitales, reduciendo los costes y aumentando la calidad —donde los pobres, para quienes actualmente 112 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO la salud es inalcanzable o inaccesible, serían los más beneficiados—. Y los seguros de salud verdaderamente competitivos harían que la gente tomara conciencia del coste potencial de los estilos de vida poco saludables, sin necesidad de sermoneos del Estado. La educación frecuentemente es otro monopolio del Estado, desplazando a los proveedores alternativos —y de hecho a las ideas alternativas, lo cual solo puede ser perjudicial en una sociedad supuestamente libre—. Así que los liberales clásicos argumentan a favor de la competencia en la educación, lo cual nuevamente ayudaría más a los pobres, atrapados en escuelas de baja calidad. Algunos liberales clásicos, como Mill, creen que la educación básica debe seguir siendo obligatoria, aunque otros insisten en que no es necesario, ya que la escolarización es una de las principales prioridades de los padres para sus hijos; y que las organizaciones benéficas nuevamente resolverían los casos de penuria. COMERCIO Y EL PROTECCIONISMO Los liberales clásicos sostienen que el comercio internacional debe ser igual de libre que el comercio interno. Eso permite que los países se especialicen en lo que hacen bien; y permite que los consumidores disfruten de bienes de todo el mundo. Históricamente, los países que se han abierto al comercio, como Hong Kong, han crecido más rápidamente, y la reciente apertura del comercio con países como China y la India ha sacado a miles de millones de personas de la pobreza extrema. Los liberales clásicos sostienen que el comercio internacional expande la cooperación internacional, la tolerancia y las ideas. Sin embargo, demasiadas naciones, motivadas por la política, tratan de proteger a sus propios productores con cuotas de importación y aranceles. Esto impide que potenciales importadores se beneficien de los frutos de su trabajo, y significa menos opciones para los consumidores, menos especialización, un uso menos eficiente de los recursos, y una pérdida de valor. También lleva a represalias de ojo por ojo, a guerras comerciales y tensión internacional. Pero esto UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 113 ocurre solo porque los gobiernos interfieren con demasiada facilidad en la libre actividad económica. 114 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 115 9 EL LIBERALISMO CLÁSICO HOY - EL LIBERALISMO CLÁSICO HOY ECLIPSE Y RESURGIMIENTO La decadencia del liberalismo clásico El liberalismo clásico floreció en los siglos XVII y XVIII, y le debemos gran parte del importante periodo de libre comercio y crecimiento económico del siglo XIX. Pero a finales del siglo XIX se comenzaban a afianzar otras ideas. La industrialización, uno de los resultados de la libertad económica, trajo consigo problemas sociales —trastornos familiares, rápida migración a las ciudades y mayor percepción de la desigualdad ya que la gente vivía con más contacto entre sí—. Para el siglo XX, la sociedad industrial se había convertido en un campo de reclutamiento para el socialismo, el comunismo y posteriormente el nacionalsocialismo, conjuntamente con el militarismo que acompaña las ideologías centralistas. Pero en lugar de rechazar el centralismo después de los inevitables conflictos, los vencedores en la posguerra llegaron a la conclusión de que sus propias estructuras de mando centralizadas podrían ayudarles a «ganar la paz» de la misma manera que habían «ganado la guerra». También para entonces existía mayor confianza en nuestros conocimientos económicos. Los economistas creían que tenían 118 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO el conocimiento y las herramientas para controlar el empleo y la producción, y que la planificación central resultaría fácilmente superior a la supuesta «irracionalidad» del mercado. El consenso se deshilvana Aunque en ese momento parecía una eternidad, esta idea no tardó mucho en desacreditarse. Las mejoras en los viajes y las comunicaciones pusieron en evidencia las deficiencias económicas, sociales y políticas del bloque comunista. Alemania Occidental floreció después de la «hoguera de controles» encendida por Ludwig Erhard una mañana de domingo en 1948 —mientras que Alemania del Este, al otro lado del infame Muro de Berlín, se volvió cada vez más sombría—. Lo mismo ocurrió en las dos Coreas una vez que la península fue partida en un segmento libre y otro comunista. Una población mundial más educada e ilustrada comienza a considerar al militarismo no como su protección, sino como una amenaza a su creciente interdependencia económica. La política económica de la posguerra también estaba resintiéndose. Las políticas expansionistas del economista británico John Maynard Keynes (1883-1946), diseñadas para una época de depresión, convirtieron el beneficio de la paz en una gran expansión del gobierno y una enorme inflación, acompañada —inexplicablemente para los keynesianos— de desempleo y estancamiento. EL RENACIMIENTO DEL LIBERALISMO CLÁSICO Para los liberales clásicos, todo esto era muy lógico. Como explicó Hayek, se reveló la «fatal arrogancia» de que podíamos manipular el orden espontáneo de la vida social y económica a nuestro antojo. Aunque confinados al páramo intelectual, los liberales clásicos se reagruparon para considerar y reflexionar sobre sus ideas y hacerlas pertinentes a la era moderna. La recuperación comenzó en abril de 1947, cuando Hayek reunió, en las montañas sobre el lago de Ginebra, a un pequeño grupo de pensadores liberales clásicos UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 119 europeos y norteamericanos en el primer encuentro de lo que se convertiría en la Sociedad Mont Pelerin. Sus miembros fundarían think tanks liberales clásicos, como el Institute of Economic Affairs, del que luego surgirían muchos otros. Varios miembros, incluido el propio Hayek, ganarían premios Nobel por sus contribuciones al renacimiento de la economía liberal clásica: los ganadores del premio Nobel George Stigler (1911-1991), Milton Friedman (1912-2006) y Gary Becker (1930-2014), por ejemplo, quienes se convertirían en los protagonistas más destacados del Chicago School of Economics, con su énfasis en una moneda sana, un gobierno limitado y la libertad de mercado; mientras que su compañero de premio James M. Buchanan (1919-2013) lideraría el ataque del Public Choice School contra la supuesta racionalidad de la toma de decisiones del gobierno. Para finales del siglo XX, sus ideas motivaban a los principales gobiernos del mundo. EL SIGNIFICADO DEL LIBERALISMO CLÁSICO Una cosa en la que han fracasado los liberales clásicos contemporáneos, sin embargo, es en encontrar un buen nombre para sí mismos. El calificativo «clásico» se remonta a los tiempos de Locke y Smith: y, si bien sus ideas incluían mucha sabiduría, el mundo ha cambiado y los liberales clásicos contemporáneos han actualizado su pensamiento para abordar las situaciones y las discusiones actuales. Sin embargo, por desgracia para ellos, el simple término «liberal» ha sido capturado (al menos en Estados Unidos, aunque la confusión se expande desde allí) por aquellos que defienden los derechos civiles y la libertad política, pero que desconfían de la libertad económica y la propiedad privada, y creen que el Estado tiene un papel importante que desempeñar en corregir los errores del pasado y promover la igualdad. Los términos «liberal nuevo» y «liberal moderno» también han sido incorporados. La palabra «neoliberal» podría haber servido, de no haberse convertido en un simple insulto usado por los críticos del liberalismo clásico contemporáneo. La palabra se origina entre los promotores 120 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO «ordoliberales» de la economía social de mercado de la Alemania Occidental de posguerra. Pero, más recientemente, se ha utilizado para crear una caricatura, en la que los liberales clásicos son presentados como fanáticos económicos inflexibles, sin conciencia social o consideración hacia los más necesitados, como defensores de todos los actos de las empresas y que exigen laissez-faire y un Estado pequeño y mínimo (night-watchman state), si acaso. Un hombre de paja como ese es muy fácil de atacar, pero, como hemos visto, todo esto es muy diferente de lo que los liberales clásicos realmente creen. El espectro liberal clásico El liberalismo clásico no es una ideología determinada; más bien, como hemos visto, es una gama de enfoques hacia temas de la libertad social, económica y política. En un extremo están los anarquistas (y algunos libertarios), que no ven absolutamente ninguna necesidad de tener instituciones del Estado, y en el otro están los conservadores, que sostienen que el Estado tiene un papel poderoso, no solo en defensa de los derechos básicos, sino en la preservación de ciertos valores morales o políticos. Los liberales clásicos ponen más énfasis que los libertarios en la cultura, el gobierno representativo y las reglas que sustentan el orden económico y social espontáneo; sin embargo, están menos dispuestos que los conservadores a sacrificar libertad por utilidad social, a pesar de que muchos de ellos destacan la importancia de la utilidad social. Pero, una vez más, los diferentes liberales clásicos están motivados por distintos principios centrales. Para algunos, como Friedman, la libertad es importante, pero lo que realmente cuenta son las consecuencias de la libertad; están a favor de la desregulación, la privatización e impuestos bajos, no solo porque aumentan la libertad, sino por los beneficiosos resultados sociales que producen. Otros, como Hayek, consideran la libertad de acción, restringida por ciertas reglas morales y jurídicas, como un fundamento esencial del orden espontáneo. Sin embargo, otros, como Nozick, insisten UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 121 en que los seres humanos tienen derechos naturales inmutables que prácticamente casi no dejan ninguna función legítima para el Estado, excepto la de corregir la injusticia. Pero, a pesar de sus diversos puntos de vista, los liberales clásicos están de acuerdo en los principios básicos. Sostienen que el propósito fundamental del Estado es salvaguardar nuestros derechos a la vida, la libertad, la propiedad y nuestra búsqueda de la felicidad. Como esa es una función tan importante, el Estado puede no resultar tan pequeño; sin embargo, si vamos a proteger nuestras libertades contra el abuso del poder del Estado, tiene que tener un alcance limitado. Los liberales clásicos consideran que el intercambio voluntario es la mejor manera de agregar y repartir valor, liberar nuestro espíritu creativo y resaltar nuestra diversidad y libre expresión. Tienen una antipatía al absolutismo en la vida política, económica o social, pero sostienen que sí necesitamos algunas reglas morales y legales para preservar el buen funcionamiento de los órdenes sociales y económicos espontáneos. Ellos consideran que los individuos deben asumir la responsabilidad de sus acciones: si bien somos libres de ayudar a los demás y frecuentemente lo hacemos, nadie tiene derecho alguno a exigir el apoyo de ninguna otra persona. Pero les otorgan a todos los individuos idéntica condición moral, e igualdad de trato ante la ley. INTERNACIONALISMO LIBERAL CLÁSICO Los liberales clásicos son internacionalistas en sus creencias, y consideran que toda la humanidad comparte los derechos y las libertades fundamentales. Pero no albergan ninguna idea utópica de un gobierno mundial, ni incluso de una sociedad civil mundial. Siendo realistas, aceptan que los ciudadanos están muy ligados a sus propios Estados nacionales; y buscan solo educarlos y desactivar los conflictos entre esos Estados. Eso es algo en lo cual los viajes internacionales y la interdependencia económica pueden ser de mucha ayuda —difundiendo simultáneamente ideas, oportunidades, opciones y libertad—. 122 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Los liberales clásicos sostienen que los principios de libertad que aplican en cualquier nación deben ser equiparados en el nivel internacional, respecto a los principios como la libertad de comercio, del capital y la migración a través de las fronteras, y la no discriminación de los extranjeros o de sus bienes, servicios y propiedad. Pero, como dijo el alemán ordoliberal Wilhelm Röpke (1899-1966), el internacionalismo comienza en casa. Si mantenemos leyes justas, las libertades y el Estado de derecho dentro de nuestros propios Estados nacionales, entonces hay al menos cierta posibilidad de que los mismos principios inspiren nuestras relaciones e instituciones internacionales. Los liberales clásicos no tienen ambiciones imperialistas para sus ideas: los imperios no son una buena forma de convencer a las personas, aunque frecuentemente reprimen sus pensamientos. Los liberales clásicos aceptan la diversidad entre culturas y países de la misma manera que lo hacen entre las comunidades, familias e individuos. Responder a grupos antiliberales Un problema interesante para los liberales clásicos, sin embargo, es cómo deben enfrentarse a los grupos y las naciones que son muy antiliberales. El problema se ha vuelto más urgente. Siempre han existido fundamentalistas religiosos y políticos que rechazan toda idea de libertad política, social y económica, y que con gusto extinguirían nuestras propias libertades si tuvieran el poder para hacerlo. Pero ahora, con la facilidad para viajar y con las tecnologías destructivas tan fáciles de obtener, la amenaza potencial se ha vuelto más peligrosa. Los liberales clásicos generalmente han favorecido la tolerancia por sobre la intervención, que consideran en conflicto con los derechos de autodeterminación de las personas. Pero si otros grupos o Estados han fijado como su objetivo la destrucción en sí de la libertad y la tolerancia, la pregunta es ¿cuánta intolerancia pueden soportar los liberales clásicos? Mill, en el siglo XIX, argumentó que teníamos todo el derecho a intervenir en los Estados «bárbaros», UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 123 pero no en los «civilizados», ya que solo los Estados «civilizados» estaban al mismo nivel moral que nosotros; y, en cualquier caso, era poco probable que el intervenir en los asuntos de los Estados «civilizados» los cambiara. Mucho más recientemente, John Rawls utilizó un argumento similar: podemos tolerar Estados «decentes», pero no Estados «fuera de la ley». Normalmente los liberales clásicos sostienen una gama de perspectivas sobre estos temas, y algunos liberales acentúan la autodeterminación, la solidez de las sociedades libres contra las agresiones iliberales, y el coste inútil de tratar de cambiar las creencias religiosas de la gente; otros argumentan que debemos intervenir en defensa propia. La segunda estrategia genera otro interrogante, ¿cómo identificar cuándo un grupo o nación es verdaderamente antiliberal y qué grado de amenaza representa? China, por ejemplo, no tiene libertad política y disfruta de poca libertad social, pero sí tiene un nivel apreciable de libertad económica; su poder económico y militar pone nerviosos a muchos. ¿Eso la hace una amenaza para las naciones liberales clásicas? El antiliberalismo en casa Problemas similares surgen sobre el tema de cómo hacer frente a los grupos antiliberales dentro del país. A los liberales clásicos les preocupa que el intervenir (por ejemplo, la prohibición de determinados grupos religiosos o políticos) contradiga sus propios principios fundamentales, y menoscabe la autonomía y la libre expresión de otra gente. La mayoría de las veces están dispuestos a tolerar los grupos religiosos y políticos, aunque en algunos casos (el surgir del nacionalsocialismo en Alemania, por ejemplo) pueden llegar a arrepentirse de haberlo hecho. Por otro lado, muchos liberales clásicos considerarían correcto intervenir para evitar que a las niñas se les niegue la educación, por ejemplo, o para evitar la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados. Estos casos se consideran violaciones de los derechos y las libertades de que gozan todos los seres humanos. 124 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Los liberales clásicos no tienen una respuesta prescriptiva a esas preguntas. Pero, en general, consideran que la acción del Estado debe limitarse a lo mínimo. Algunos opinan que vivimos en una era pluralista y somos lo suficientemente maduros como para tolerar diferentes conductas y costumbres; por lo tanto la intervención generalmente no se justifica a menos que haya alguna abrumadora razón «pública» para ello. Otros hacen hincapié que en el largo plazo, la persuasión y el debate son más eficaces para cambiar las mentalidades. Una ley contra la mutilación genital femenina, por ejemplo, probablemente sea menos eficaz para terminar con esta práctica que lograr que las mujeres que han sido sometidas a esa práctica sean libres de decidir no infligírsela a sus propias hijas. Esa es la libertad que la ley debiera defender. Una vez más, ¿qué harían los liberales clásicos si los grupos antiliberales se encontraran en auge y utilizaran su poder político para despojar a la gente de sus derechos y libertades? Para algunos, como Paine, eso sería suficiente justificación para rebelarse y derrocar a ese gobierno. Pero, siendo realistas, los liberales clásicos saben que las cosas tendrían que llegar a un Estado calamitoso antes de que algo así sucediera. LA VISIÓN LIBERAL CLÁSICA Los liberales clásicos no se hacen ilusiones sobre el mundo. Los seres humanos no son perfectos; su mundo no se puede explicar por puros principios, ni se puede gestionar por medio de simples ecuaciones. Los eventos son generalmente el resultado impredecible de las acciones, pero no siempre de las intenciones de los seres humanos, que a menudo no son racionales y están lejos de ser benefactores. Nuestra mejor política es admitir todo esto, y aprovechar la flaqueza humana en formas que promuevan el beneficio humano, como los mercados libres. El liberalismo clásico es, como vimos al principio, una idea humanista. Acepta a la gente como los seres humanos heterogéneos que son. Busca maximizar el espacio y la oportunidad que tienen para UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 125 perseguir sus diferentes objetivos. También busca formas en que los ciudadanos de un mundo tan diverso puedan cooperar juntos en paz. Los liberales clásicos quieren un mundo en paz, con un mínimo de coerción (y que sea ejercida solo por gobiernos legítimos y representativos). Quieren que el mundo disfrute de la prosperidad generada por el intercambio voluntario dentro de un orden económico libre, y quieren sistemas jurídicos que protejan los derechos de todos los seres humanos y les permitan ajustarse en forma cooperativa a las ambiciones de cada uno. Los liberales clásicos quieren límites al poder porque consideran que el poder de los gobiernos es una causa de conflicto internacional y de represión interna. Exigen un Estado de derecho que limite el poder arbitrario y haga que nuestros gobernantes estén sujetos a las mismas leyes que los demás. Apoyan la libertad de todos a pensar, hablar, trabajar y perseguir sus propios objetivos, siempre que no perjudiquen a otros en el proceso, y ponen énfasis en la importancia de un sistema de justicia independiente para mantener ese orden. Apoyan la libertad de las personas para perseguir sus propios fines a su manera, aunque sean autodestructivos, y no quieren que nadie tenga que pedir permiso a alguna autoridad antes de hacer algo. Y, fundamentalmente, quieren establecer una esfera personal, donde las autoridades políticas no tengan ningún derecho en absoluto a interferir con nosotros. Los liberales clásicos confían en el orden económico libre. Sostienen que su expansión gradual en todo el mundo ha traído consigo mejor educación, mayor esperanza de vida, mayor longevidad, la ausencia de enfermedades y mayor oportunidad, sobre todo para los más pobres. Esto comenzó a suceder mucho antes de que el socialismo y el intervencionismo se generalizaran, y ahora se está extendiendo a países con regiones más pobres que finalmente se están abriendo a las ideas de mercado y al comercio internacional, lo que permite que la gente de todo el mundo venda los frutos de su trabajo en mercados distantes, aumentando la especialización y la eficiencia de los productores en los diferentes países, creando y distribuyendo valor. Con el sistema de precios que impulsa a la gente a cumplir deseos 126 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO y necesidades sin cubrir, los liberales clásicos consideran que no hay límites lógicos para el crecimiento económico y la prosperidad humana. La innovación, los avances y los esfuerzos de cada persona por mejorar su condición se mantendrán tan uniformes, constantes e ininterrumpidos como lo permitan los legisladores y reguladores. ¿Un mundo liberal clásico? ¿Ya estamos viviendo en un mundo así? Difícilmente: en una época compleja, incierta, volátil y diversa, y muchas personas todavía buscan que los gobiernos les brinden protección y seguridad económica. Y, a medida que crecen los gobiernos, el problema de la elección pública aumenta aún más. Cuantos más recursos sean controlados por los gobiernos, más provechoso es para los grupos de interés exigir favores y más esencial para los políticos aplacarlos. Los países pueden haber reconocido, por fin, los fracasos de la propiedad pública y haber privatizado sus empresas estatales; pero la propiedad estatal ha sido reemplazada por una creciente regulación. Los políticos pueden ya no ser patricios, pero no por eso son menos condescendientes, al aprobar leyes sobre nuestra forma de vida para supuestamente salvarnos de nosotros mismos. Los liberales clásicos aún no han logrado hacer entender a las personas que están en el poder los límites de su legítima autoridad; y, de todos modos, ¿por qué los poderosos se van a querer limitar? Pero no hay duda de que el apoyo a la libertad económica, política y social se está extendiendo por todo el mundo, gracias en gran medida a las mejoras en los viajes, la educación y las comunicaciones. El liberalismo clásico aún puede utilizar la herencia de Locke, pero una de sus ventajas es que no trata de meter con calzador algún modelo caducado en la humanidad; más bien apunta a liberar el optimismo infinito y la enorme adaptabilidad del mundo. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 127 10. PENSADORES CLAVE DEL LIBERALISMO CLÁSICO - PENSADORES CLAVE DEL LIBERALISMO CLÁSICO »» John Locke (1632-1704), filósofo inglés Muchos consideran a Locke el fundador del liberalismo clásico. Después de su exilio en Francia debido a su antagonismo hacia la monarquía de los Estuardo, escribió Two Treatises of Civil Government (1690) (Dos Tratados Sobre el gobierno Civil), justificando el derrocamiento de Jacobo II, despreciando el «derecho divino» de los reyes y afirmando que el gobierno legítimo se basa en un contrato con la gente, no en la «fuerza y la violencia». En estado natural, especuló, la gente tiene todo el derecho a preservar su propia vida, salud y propiedad —que adquiere «mezclando su trabajo» con recursos naturales— contra la incursión de otros. Para proteger pacíficamente estos derechos naturales, acuerda formar gobiernos a los que la misma gente faculta para ser resguardada por ellos. Por lo tanto, el gobierno obtiene su legitimidad del consentimiento de los gobernados; si no protege sus derechos, se justifica derrocarlo. Estas ideas tuvieron gran influencia en la revolución americana y la francesa, y en pensadores constitucionales como Thomas Jefferson (1743-1826). »» Bernard Mandeville (1670-1733), escritor satírico anglo-holandés El poema satírico de Mandeville The Grumbling Hive (La colmena refunfuñona, 1705), publicado después como The Fable of the Bees 130 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO (La fábula de las abejas, 1714), impactó a los lectores al sugerir que el interés propio impulsa la industria, el comercio, la prosperidad y la armonía social. En su colmena imaginaria, las abejas están interesadas solamente en sí mismas, pero al satisfacer sus deseos crean empleo para otras, y cuando gastan, netamente para su propia gratificación, involuntariamente enriquecen a otros y reparten riqueza a través de la comunidad. Este concepto de un orden económico espontáneo basado en el interés propio sustenta el modelo de «mano invisible» de Adam Smith (1723-1790), que más tarde fue desarrollado por Friedrich Hayek (1899-1992). »» Voltaire [François-Marie Arouet] (1694-1778), escritor francés Exiliado de Francia por leyes aristocráticas, Voltaire viajo a Inglaterra y fue cautivado por sus libertades civiles, su gobierno constitucional y su pensamiento liberal clásico. Decidió dedicar su vida a la promoción de las libertades básicas, la tolerancia, la libertad de expresión y el libre comercio. Sus Philosophical Letters on the English (Cartas filosóficas, 1734) criticaron el antiliberalismo de Francia; instó al derrocamiento de los poderes aristocráticos y criticó la intolerancia de la Iglesia. A pesar de estar preso en la Bastilla, continuó manifestándose en contra de la represión generalizada existente en la Europa continental. »» Adam Ferguson (1723-1816), teórico social escocés Ferguson sostuvo que, al ir en busca de su propia felicidad, las personas producen un mundo de diversidad creativa, de eficiencia en la forma de la división del trabajo y de innovación, que impulsa el progreso. Explicó la naturaleza espontánea de las instituciones sociales, diciendo: «Las naciones se encuentran con creaciones que son verdaderamente el resultado de la acción humana, pero no de la ejecución de algún diseño humano». Estas ideas inspiraron a su contemporáneo Adam Smith (1723-1790). UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 131 »» Adam Smith (1723-1790), filósofo y economista escocés Adam Smith menciona solo una vez la «mano invisible» en The Wealth of Nations (La Riqueza de las Naciones, 1776), pero esta poderosa idea se percibe por toda la obra. Como había observado su contemporáneo Adam Ferguson (1723-1816), las instituciones humanas pueden crecer sin que nadie se lo proponga. Smith no consideraba a la gente naturalmente egoísta o poco servicial, ya que le gusta que otros tengan un buen concepto de ella; pero la gente sí que es interesada, con un fuerte (pero legítimo) interés en su propio beneficio. Si no existe la coerción, solo pueden lograr ese interés propio sirviendo a los intereses de otros; por lo tanto, al ayudarse a sí misma, ayuda a otros también. Ese intercambio voluntario, demostró Smith, crea valor para ambas partes; de otra forma no comerciarían. Hizo hincapié en la especialización y la división del trabajo, hechos posibles por el proceso de intercambio, como uno de los principales impulsores de la eficiencia y la prosperidad, tanto dentro de las naciones como entre ellas; sus influyentes argumentos ayudaron a crear el gran periodo de libre comercio del siglo XIX. Desconfiaba del capitalismo de amigos (crony capitalism) y de los gobiernos grandes. En su opinión, el «hombre-sistema» (o planificador social) no podría de ninguna manera controlar las diversas motivaciones de la humanidad, y el «obvio y simple sistema de la libertad natural» es un cimiento más permanente para la sociedad. »» Thomas Jefferson (1743-1826), líder revolucionario norteamericano Jefferson creía que Dios nos había dado a todos derechos naturales e «inalienables», incluyendo «la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». Pensaba que la gente era naturalmente libre para actuar como quisiera, siempre que no infrinjiera la misma libertad de otros. Influenciado por las ideas de John Locke (1632-1704), sostuvo que la legitimidad del gobierno se basaba en un contrato entre el pueblo y sus representantes elegidos. Desconfiaba de las grandes concentraciones de poder, ya sea en el gobierno o en los negocios. Se opuso firmemente a la intolerancia religiosa, al igual que al absolutismo político. 132 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO »» Frédéric Bastiat (1801-1850), teórico político francés Con el comercio restringido por el «Sistema Continental» de Napoleón, Bastiat abogó por la libertad individual y el libre mercado. Consideraba al gobierno como poco confiable, ineficiente y fácilmente capturado por intereses de los productores, convirtiéndolo en «la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza por vivir a expensas de todos los demás». Satirizó fenomenalmente al proteccionismo con una parodia de petición de los fabricantes de velas, exigiéndole al gobierno que tomara medidas ante la competencia del sol, a la que se enfrentaban. Los gobiernos, a su juicio, existían para defender la libertad y la propiedad —derechos que los preceden—. Anticipándose a los economistas de la escuela austriaca, como F.A. Hayek (1899-1992), Bastiat argumentaba que los mercados, impulsados por el interés propio, coordinaban la actividad económica y dirigían los recursos hacia sus usos más valiosos. »» Richard Cobden (1804-1865), fabricante y político inglés Junto con John Bright (1811-1889), Cobden era el líder de la Escuela de Manchester que —siguiendo a Adam Smith (1723-1790)— sostenía que el libre comercio pondría los bienes esenciales al alcance de todos y crearía una sociedad más equitativa. En 1838, sus miembros fundaron la Anti-Corn-Law League (liga contra las leyes de cereales), instando (con éxito) la abolición de los aranceles proteccionistas contra las importaciones de trigo, que elevaban el precio del pan y con frecuencia causaban escasez. También hicieron campaña para un mejor entendimiento y paz entre las naciones, que según ellos serían fomentados por el libre comercio. Como estadista, Cobden ayudó a incrementar el comercio entre Gran Bretaña y Francia. »» John Stuart Mill (1806-1873), filósofo y reformador inglés On Liberty (Sobre la Libertad, 1859) de Mill es considerado como un texto libertario clásico, aunque su defensa de la libertad se basa en sus resultados benéficos, no en la teoría abstracta de los UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 133 derechos naturales. Si bien fue un crítico de los gobiernos grandes, igualmente abogó por la participación del Estado en muchos frentes, no solamente en su función de proteger la libertad. Siguiendo a su mentor utilitarista Jeremy Bentham (1748-1832), Mill pensaba que lo bueno era lo que producía la mayor felicidad para el mayor número de gente, aunque también creía que los placeres más elevados tenían una mayor jerarquía que los inferiores. Las personas deben tener libertad para tratar de cumplir sus propios deseos, siempre y cuando no perjudiquen a otros en el proceso. El único uso legítimo del poder del gobierno era prevenir el daño físico o su amenaza, y nuestra mera desaprobación de las acciones de otros, o su «propio bien, físico o moral», no es suficiente justificación para impedirlos. Mill abogó fuertemente por la libertad de expresión, diciendo que las opiniones censuradas pueden ser correctas, y aunque sean equivocadas resultan un desafío útil a las opiniones predominantes. »» Herbert Spencer (1820-1903), antropólogo y filósofo inglés Spencer quiso aplicar la teoría de la evolución a los asuntos sociales y políticos. Él consideraba que las comunidades humanas, originalmente simples y militaristas, se habían convertido en sociedades industriales complejas, que se extendieron debido a su mayor estabilidad y prosperidad. A pesar de ser calificado como «darwinismo social», consideraba que los seres humanos se estaban convirtiendo en criaturas más benignas. Abogó por «la libertad de cada uno, limitada por la misma libertad de todos», y por un gobierno pequeño, el laissez faire y la libertad de contrato, oponiéndose a la regulación del intercambio y el comercio. Consideraba que la libertad promueve la diversidad y la innovación, lo que permitiría a las sociedades evolucionar más rápidamente y con más beneficios. »» Friedrich A. Hayek (1899-1992), teórico político anglo-austriaco Las obras sobre economía de Hayek en la década de 1930, investigadas conjuntamente con su mentor Ludwig von Mises, mostraron cómo 134 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO los ciclos de auge y recesión económica surgían de la manipulación inepta del crédito por parte del gobierno; y se convirtió en el principal crítico del colectivismo, la planificación central y el intervencionismo expansionista de John Maynard Keynes (1883-1946), con el argumento de que esto último llevaría a la inflación y la dislocación económica. La Segunda Guerra Mundial lo llevó a interesarse por la ciencia política, y en su éxito de ventas The Road to Serfdom (Camino de servidumbre, 1944) rastreó las raíces del totalitarismo, argumentando que la planificación central, siendo contraproducente, requiere cada vez más coerción para mantenerse. En The Constitution of Liberty (Constitución de la libertad, 1960) estableció ideas para un orden social y económico libre. Actualizó la idea liberal clásica de órdenes sociales espontáneos y autorregulados, mostrando la forma en que surgen del comportamiento normal (o de «reglas») que cumplen los individuos. Sostuvo que estos órdenes, aunque no planificados, podían procesar una enorme cantidad de conocimiento que está en poder de los individuos, pero disperso, y es parcial, personal y a menudo efímero; mucho más conocimiento del que podría procesar cualquier organismo de planificación, incluso si fuese posible acceder a él. En The Fatal Conceit (La fatal arrogancia, 1988) argumenta que es una falsa ilusión imaginar que podríamos configurar esos órdenes tan complejos utilizando las herramientas de las ciencias físicas, y que cualquier intento consciente de rediseñarlas las desestabilizarían y causaría un desastre social y económico. Hayek también fundó la Sociedad Mont Pelerin, que se ha convertido en un poderoso foro internacional para el pensamiento liberal clásico. »» Ayn Rand (1905- 1982), novelista y moralista ruso-estadounidense Expresado principalmente a través de sus novelas, Rand propugnaba un individualismo radical, en el extremo libertario del espectro liberal clásico. Ella consideraba la vida y la autorrealización como la norma moral. La razón que sustenta eso debe guiar todas nuestras acciones, y la gente debe centrarse en su interés propio racional a largo plazo. Los individuos tienen derecho a los frutos de sus accioUN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 135 nes; nada les puede ser quitado por la fuerza, lo que para la mente racional es aborrecible. Pero entre los individuos racionales con intereses propios no habría, de hecho, ningún conflicto, ni necesidad de autorrenuncia, porque la gente vería el valor, para ella misma, de respetar los derechos de otros. Si hay una función para el gobierno, y para las regulaciones de las actividades del mercado, es solo para proteger estos derechos. »» Isaiah Berlin (1909-97), filósofo letón-británico Berlin fue el principal defensor filosófico del pluralismo y la tolerancia del siglo XX. Ningún modelo único, argumentaba, podría encapsular la enorme diversidad y dinamismo de las ideas, los valores y la historia humana. No existía un principio moral único y verdadero, ninguna norma establecida por la cual se podría juzgar una acción: la vida era un constante transigir entre valores diferentes y a menudo contradictorios, como la libertad y la igualdad. También diferenció dos tipos de libertad: la libertad negativa, ejemplificada en la obra de John Stuart Mill (1806-1873), sostenía el derecho de la gente a actuar sin restricciones. La libertad positiva sostenía que la gente no podía ser libre a menos que pudiera forjar su propio destino y lograr su autorrealización. Si bien ambos conceptos tenían mérito, Berlín temía que la idea de la libertad positiva estuviera siendo utilizada por ideólogos para minar, no complementar, la libertad negativa, que seguía siendo la piedra angular del liberalismo clásico. »» Milton Friedman (1912-2006), economista estadounidense En su obra Studies in the Quantity Theory of Money (1956) (Estudios sobre la teoría cuantitativa del dinero) Friedman revivió la idea de que el gobierno tiene el deber de mantener estable el valor de la moneda. Sostuvo que los gobiernos que tratan de crear empleo permitiendo que aumente la inflación causan más inflación y desempleo. La inflación es como una droga. Da un impulso de corto plazo, pero genera problemas a largo plazo. Por lo tanto, 136 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO luchó por una «regla monetaria» para evitar la inflación y terminar con el déficit fiscal. Con su esposa, Rose D. Friedman (1910-2009), escribió el éxito de ventas Capitalism and Freedom (Capitalismo y Libertad, 1962), en el que argumentaba a favor de las ideas, que en aquel entonces eran radicales, del libre mercado, tasas de cambio flotantes, un impuesto de la renta negativo, vales de educación y la privatización de las pensiones estatales. Consideraba que las únicas personas que se benefician de la regulación de las profesiones por parte del Estado eran los mismos profesionales, no sus clientes. Se opuso a la criminalización de las drogas, diciendo que ese tipo de regulación de estilo de vida menoscababa la libertad individual. Su libro y serie de TV Free to Choose (Libre para Elegir, 1980) difundieron sus argumentos a un público aún más amplio. En el libro escribió: «Confiar en la libertad de las personas para controlar su propias vidas de acuerdo con sus propios valores es la manera más segura de realizar todo el potencial de una gran sociedad». »» James M. Buchanan (1919-2013), economista estadounidense James Buchanan y Gordon Tullock (1922-2014) fueron las figuras destacadas de la Public Choice School (Escuela de la Elección Pública) y coautores de The Calculus of Consent (El cálculo del consenso, 1962). Pusieron en duda la racionalidad de las decisiones democráticas, señalando que todos los intereses de determinados votantes, grupos de interés, políticos y funcionarios distorsionan el proceso. Mientras que los economistas del «bienestar» apuntaban a los fallos del mercado, la realidad era que también existían fallos del gobierno. Una particular preocupación fue la capacidad de las mayorías —o incluso coaliciones de pequeños grupos de interés— de utilizar el poder del Estado para explotar a las minorías, por ejemplo gravando con impuestos a determinados grupos de personas. Buchanan consideraba que la mejor manera de contrarrestar esto era por medio de un acuerdo constitucional que estableciera las reglas por las cuales se tomarían las decisiones políticas posteriores. Idealmente, esas reglas constitucionales deberían decidirse por unanimidad para UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 137 que nadie quede expuesto, en posteriores decisiones sobre leyes y regulaciones, a la tiranía de la mayoría. »» Robert Nozick (1938-2002), filósofo estadounidense La obra Anarchy, State, and Utopia (Anarquía, Estado y utopía, 1974) de Nozick presentó una minuciosa y profunda defensa moral de la libertad. Comienza con el «imperativo categórico» de Immanuel Kant (1724-1804) —debemos tratar a los demás como fines en sí mismos, no como medios para nuestros fines; y por lo tanto debemos actuar solo de formas que estamos dispuestos a convertir en un principio universal—. Los seres humanos, afirmó Nozick, son dueños de sus propios cuerpos, talentos y trabajo, de los cuales nadie tiene el derecho de apropiarse por la fuerza. Los impuestos redistributivos son por lo tanto injustificables. En cualquier caso, la riqueza no existe para ser repartida «equitativamente»; se tiene que crear a través del talento, el espíritu emprendedor y el esfuerzo de los individuos. Si la riqueza se adquiere y transfiere de manera justa, sin coerción, la distribución resultante de la riqueza entre individuos también debe ser justa, a pesar de que será desigual. La función del Estado pasa exclusivamente por proteger a los individuos contra la fuerza, el robo, el fraude e incumplimiento de contrato. Eso deja a las personas libres para perseguir sus diferentes metas y ambiciones propias. Ese Estado pequeño y mínimo (night-watchman state) no conduciría a la anarquía, como muchos temían después de la Revolución Francesa, porque la gente se uniría privadamente para proteger sus derechos, por ejemplo, mediante la creación de organismos privados de resolución de conflictos. 138 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 139 11. CITAS LIBERALES CLÁSICAS - CITAS LIBERALES CLÁSICAS CARTA MAGNA A todos los hombres libres de nuestro reino hemos otorgado asimismo, para Nos y para nuestros herederos a título perpetuo, todas las libertades que a continuación se enuncian, para que las tengan y posean de Nos y de nuestros herederos para ellos y los suyos… No se podrá exigir ninguna gabela [impuesto] ni ayuda en nuestro reino sin el consentimiento general de nuestro reino… Ningún hombre libre podrá ser detenido o/y encarcelado o privado de sus derechos o de sus bienes, ni puesto fuera de la ley ni desterrado o privado de su rango de cualquier otra forma, ni usaremos de la fuerza contra él ni enviaremos a otros que lo hagan, sino en virtud de sentencia judicial de sus pares o [y] con arreglo a la ley del reino… Todos los mercaderes podrán entrar en Inglaterra y salir de ella sin sufrir daño y sin temor, y podrán permanecer en el reino y viajar dentro de él, por vía terrestre o acuática, para comprar y vender según las costumbres antiguas y legales, libres de toda exacción ilegal… × Rey Juan de Inglaterra (1166-1216) (bajo apremio) × 142 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO LOS DERECHOS NATURALES El derecho de la naturaleza… es la libertad que todo hombre tiene de usar su propio poder como desee, para la preservación de su propia naturaleza, es decir, de su propia vida. × Thomas Hobbes (1588-1679), Leviatán × El estado de naturaleza tiene una ley de la naturaleza para gobernarlo, que obliga a cada uno: y la razón, que es esa ley, enseña a toda la humanidad, al que la consulte, que siendo todos iguales e independientes, nadie debe dañar a la vida de otro, su salud, libertad o posesiones. × John Locke (1632-1704), Dos tratados sobre el gobierno civil × Mantenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas, que todos los hombres han sido creados iguales, que su Creador los ha dotado de ciertos derechos inalienables, que entre ellos se encuentran la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad. × Thomas Jefferson (1743-1826), Declaración de Independencia de Estados Unidos × La vida, la libertad y la propiedad no existen porque el hombre haya hecho leyes. Por el contrario, ha sido el hecho de que la vida, la libertad y la propiedad existiesen de antemano lo que ha dado lugar a que en primer lugar los hombres hayan hecho leyes. × Frédéric Bastiat (1801-1850), La ley × Los individuos tienen derechos y hay cosas que ninguna persona o grupo puede hacerles (sin violar sus derechos). Tan fuertes y de largo alcance son estos derechos que suscitan la cuestión de qué pueden hacer el Estado y sus funcionarios, si es que pueden hacer algo. × Robert Nozick (1938-2002), Anarquía, Estado y Utopía × UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 143 GOBIERNO LIMITADO Es la mayor impertinencia y presunción… en reyes y ministros, pretender vigilar la economía de las personas privadas y restringir sus gastos… Ellos mismos son, siempre, y sin ninguna excepción, los mayores derrochadores de la sociedad. Que consideren bien sus gastos y que confíen a las personas privadas los suyos. Si su propia extravagancia no arruina al Estado, no lo hará la de sus súbditos. × Adam Smith (1723-1790), La riqueza de las naciones × Los poderes del gobierno se encuentran necesariamente en algunas manos; aquellos a los que se los han encomendado tienen infinitas tentaciones de abusar de ellos y no cesarán de hacerlo si no se les impide. × James Mill (1773-1836), «El Estado de la nación», en The London Review × El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente × Lord Acton (1834-1902), Carta al obispo Creighton × ¿Cómo podemos evitar que el gobierno que creemos se convierta en un Frankenstein que destruya la libertad misma para cuya protección lo establecimos? La libertad es una rara y delicada planta… El gobierno es necesario para preservar nuestra libertad, es un instrumento a través del que podemos ejercer nuestra libertad, pero concentrando el poder en manos políticas es también una amenaza a la libertad. Aunque los hombres que ejercen este poder tengan inicialmente buena voluntad… el poder atraerá y formará a hombres de otra naturaleza. × Milton Friedman (1912-2006) con Rose D. Friedman (1910-2009), Capitalismo y libertad × Para el hombre libre, el país es la colección de individuos que lo componen, no algo sobre y por encima de ellos. Está orgulloso de una herencia común y es leal a las tradiciones comunes, pero considera al gobierno como un medio y un instrumento, y no como 144 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO un otorgante de favores y regalos, ni un amo o dios al que haya que adorar y servir ciegamente. × Milton Friedman (1912-2006) con Rose D. Friedman (1910-2009), Capitalismo y libertad × EL ORDEN ESPONTÁNEO… Cada paso y cada movimiento de la multitud, incluso en lo que se ha denominado las eras ilustradas, se hacen con la misma ceguera hacia el futuro; y las naciones tropiezan con las instituciones, que son en realidad el resultado de la acción humana, pero no la ejecución de designio humano alguno. × Adam Ferguson (1723-1816), Ensayo sobre la historia de la sociedad civil × [Los ricos] consumen poco más que los pobres, y a pesar de su natural egoísmo y rapacidad… dividen con los pobres el producto de todas sus mejoras. Son conducidos por una mano invisible para hacer aproximadamente la misma distribución de todos los productos de primera necesidad, que se habrían hecho si se hubiese dividido la tierra en porciones iguales entre todos sus habitantes, y así sin pretenderlo, sin saberlo, fomentan el interés de la sociedad y proporcionan los medios para la reproducción de la especie. × Adam Smith (1723-1790), La teoría de los sentimientos morales × …ORIENTACIÓN BENIGNA… Por ello ha dicho un sabio: “No haré nada (de propósito), y la gente se transformará por sí misma; me gusta quedarme callado, y la gente por sí misma hará lo correcto. No me esforzaré en ello, y la gente se hará rica por sí misma: no manifestaré ninguna ambición, y la gente por sí misma alcanzará la simplicidad primitiva”. × Lao Tzu (c. 600 AC) × UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 145 El liberalismo… restringe el control deliberado del orden global de la sociedad a la imposición de las reglas generales que son necesarias para la formación de un orden espontáneo, cuyos detalles no podemos prever. × F.A. Hayek (1899-1992), Normas y orden × …VERSUS PLANIFICACIÓN Y CONTROLES... El hombre de sistema… es apto para ser muy sabio en su propia presunción; y a menudo está tan enamorado de la supuesta belleza de su propio plan ideal de gobierno, que no puede sufrir la menor desviación de parte alguna de él… Parece imaginar que puede organizar a los diferentes miembros de una gran sociedad con tanta facilidad como la mano organiza las diferentes piezas en un tablero de ajedrez. No considera que en el gran tablero de ajedrez de la sociedad humana, toda pieza tiene un principio de movimiento por sí misma, completamente diferente de lo que la legislación pueda imprimirle. × Adam Smith (1723-1790), La teoría de los sentimientos morales × [Sin restricciones comerciales] el obvio y simple sistema de la libertad natural se establece por sí mismo. A todo hombre… se le deja perfectamente libre para perseguir su propio interés a su manera… Se libera completamente al soberano de un deber [para el que] ninguna sabiduría o conocimiento humanos podría nunca ser suficiente; el deber de supervisar la industria de la gente privada, y de dirigirla hacia los empleos más apropiados para el interés de la sociedad. × Adam Smith (1723-1790), La riqueza de las naciones × Esto no es una discusión acerca de si se debe realizar la planificación o no, sino de si se debe hacer de forma centralizada por una autoridad para todo el sistema económico, o debe ser dividida entre muchos individuos. × F.A. Hayek (1899-1992), «El uso del conocimiento en la sociedad» × 146 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Antes de que podamos tratar de remodelar de forma inteligente la sociedad, tenemos que entender su funcionamiento; debemos darnos cuenta de que, incluso cuando creemos que la entendemos, podemos estar equivocados. Lo que tenemos que aprender a entender es que la civilización humana tiene una vida propia, que todos nuestros esfuerzos para mejorar las cosas tienen que operar dentro de un conjunto que funcione y que no podemos controlar por entero; y que solo podemos esperar facilitar y ayudar al funcionamiento de sus fuerzas en la medida en la que podamos entenderlas. × F.A. Hayek (1899-1992), La constitución de la libertad × LA JUSTICIA Y EL ESTADO DE DERECHO Lo que no es justo no es Derecho y no hay que obedecer a lo que no es Derecho. × Algernon Sidney (1623-1683), Discursos acerca del gobierno × Dondequiera que termine el derecho, comienza la tiranía, si se transgrede la ley haciendo daño a otro; y cualquier autoridad que vaya más allá del poder que le haya dado el derecho y haga uso de la fuerza que esté bajo su mando… cesa ahí de ser un magistrado; y puesto que actúa sin autoridad, se puede oponerse a él, como a cualquier otro hombre que invade por la fuerza el derecho de otro. × John Locke (1632-1704), Dos tratados sobre el gobierno civil × La libertad política del sujeto es una paz de la mente que surge de la opinión que cada persona tiene acerca de su seguridad… Cuando los poderes legislativo y ejecutivo están unidos en la misma persona o en el mismo organismo de magistrados, no puede haber libertad, porque podrían surgir temores de que el mismo monarca o senado promulgue leyes tiránicas para ejecutarlas de forma tiránica. × Montesquieu (1689-1755), El espíritu de las leyes × UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 147 Es de gran importancia para el público la conservación de su libertad personal, ya que una vez que se dejase en poder de cualquiera de los más altos magistrados encarcelar arbitrariamente a quienquiera él o sus oficiales considerasen conveniente, (como hace diariamente la corona en Francia), pronto darían fin todos los demás derechos e inmunidades. × Sir William Blackstone (1723-1780), Comentarios sobre las leyes de Inglaterra × Si se suprime [la justicia], el gran, el inmenso tejido de la sociedad humana, ese tejido que, si puedo decirlo así, cuyo cultivo y fomento parece tener en este mundo el peculiar y predilecto cuidado de la naturaleza, tendría al instante que colapsar en mil pedazos. × Adam Smith (1723-1790), La teoría de los sentimientos morales × Una amplia colmena con muchas abejas, que vivían con lujo y bienestar… No eran esclavas de la tiranía, ni gobernadas por una democracia brutal: sino por reyes que no podían hacer mal, porque su poder estaba limitado por las leyes. × Bernard Mandeville (1670-1733), La fábula de las abejas × LIBERTAD ECONÓMICA El gobierno significa siempre coerción y compulsión y es necesariamente lo contrario de la libertad. El gobierno es un garante de la libertad y es compatible con ella solo si se restringe apropiadamente su ámbito a la conservación de lo que se llama libertad económica. Donde no hay economía de mercado, las mejor intencionadas disposiciones de las constituciones y leyes se quedan en letra muerta. × Ludwig von Mises (1881-1973), La acción humana × Estar controlado en nuestras empresas económicas significa estar controlado en todo. × F.A. Hayek (1899-1992), Camino de servidumbre × 148 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO Siempre que encontramos un gran elemento de libertad individual, alguna medida de progreso en el confort material a disposición del común de los ciudadanos, y una amplia esperanza de que continúe el progreso en el futuro, también encontramos que la actividad económica está principalmente organizada por medio del libre mercado. × Milton Friedman (1912-2006) y Rose D. Friedman (1910-2009), Libre para elegir × Pocas medidas que podríamos adoptar harían más para promover la causa de la libertad, tanto en nuestro país como en el extranjero, que el comercio totalmente libre. × Milton Friedman (1912-2006) y Rose D. Friedman (1910-2009), Libre para elegir × LIBERTAD PERSONAL Nadie posee el derecho de obligarme a ser feliz según la forma peculiar en que conciba el bienestar de los otros, pero, todos tienen el derecho a buscar su propia felicidad de la manera que crean más conveniente, siempre que así no viole la libertad de sus semejantes, que persiguen un fin similar para ellos, y de forma tal que su libertad sea capaz de conciliarse con el derecho de libertad de todos los demás, de acuerdo a las leyes universales posibles. × Immanuel Kant (1724-1804), Los principios de la política × Los que pueden renunciar a la libertad esencial para obtener una pequeña seguridad temporal no se merecen ni la libertad ni la seguridad. × Benjamin Franklin (1706-1790), Respuesta al Gobernador [de Pensilvania] × La única libertad que merece este nombre es la de perseguir nuestro propio bien, a nuestra propia manera, mientras que no intentemos privar a los otros del suyo u obstaculizar sus esfuerzos para obtenerlo. × John Stuart Mill (1806-1873), Sobre la libertad × UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 149 El único propósito por el que se puede ejercer legítimamente el poder sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada en contra de su voluntad, es evitar el daño a los otros. Su propio bien, físico o moral no es suficiente justificación. × John Stuart Mill (1806-1873), Sobre la libertad × La libertad reside en los corazones de los hombres y mujeres; cuando muere allí, no hay constitución, ley, ni tribunal que pueda salvarla… ×Juez Learned Hand (1872-1961), «El espíritu de la libertad», 1944, discurso en Nueva York × Nuestra fe en la libertad no se basa en los resultados previsibles en particulares circunstancias, sino en la creencia de que, a fin de cuentas, liberará más fuerzas a favor del bien que del mal. × F.A. Hayek (1899-1992), La constitución de la libertad × Una sociedad que anteponga la igualdad a la libertad, no obtendrá ni la una ni la otra. Una sociedad que anteponga la libertad a la igualdad, obtendrá un alto grado de ambas. × Milton Friedman (1912-2006), Libre para elegir (episodio de TV) × Estoy a favor de la legalización de las drogas. De acuerdo con mi sistema de valores, si la gente se quiere matar, tienen todo el derecho a hacerlo. La mayor parte del daño a que dan lugar las drogas se debe a que son ilegales. × Milton Friedman (1912-2006), citado en Si la ignorancia es dicha, ¿por qué no hay más gente feliz?, por John Mitchinson × Deseo suerte a los anarquistas, porque es la forma en la que deberíamos evolucionar ahora; pero creo que necesitamos el gobierno para imponer las reglas del juego… Necesitamos un gobierno para mantener un sistema de tribunales que mantenga los contratos y regule la compensación por los daños. Necesitamos un gobierno para garantizar la seguridad de sus ciudadanos, para que la policía los proteja. Pero el gobierno está fallando en muchas de estas cosas 150 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO que debería hacer, porque está envuelto en muchas cosas que no debería hacer. × Milton Friedman (1912-2006), en una entrevista en Playboy × LIBERTAD POLÍTICA Los escritores políticos han establecido como máxima que, al idear cualquier sistema de gobierno y fijar las diversas comprobaciones y controles de la constitución, debería suponerse que todos los hombres son unos bribones y no tener otro fin para todas sus acciones que el interés privado. × David Hume (1711-1776), Ensayos morales, políticos, literarios × La democracia y el socialismo no tienen nada en común sino una palabra, la igualdad. Pero obsérvese la diferencia: mientras que la democracia busca la igualdad en la libertad, el socialismo busca la igualdad en el control y la servidumbre. × Alexis de Tocqueville (1805-1859), «Discurso a la Asamblea», 1848 × El Estado es la gran ficción por la que cada uno trata de vivir a costa de todos los demás. × Frédéric Bastiat (1801-1850), El Estado × La democracia es esencialmente un medio, un instrumento utilitario para salvaguardar la paz interna y la libertad individual. Como tal, no es en absoluto infalible o cierta. × F.A. Hayek (1899-1992), Camino de servidumbre × UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 151 12 CRONOLOGÍA DEL LIBERALISMO CLÁSICO - CRONOLOGÍA DEL LIBERALISMO CLÁSICO 930 Primer Parlamento del mundo, el Althing, fundado en Islandia. 973 El rey anglosajón Edgar protagoniza el primer juramento de coronación conocido, comprometiéndose a defender la tierra, defender la ley y gobernar con justicia. 1014 El rey anglosajón Aethelred se compromete a respetar las leyes antiguas y por el consejo del Witan. 1066 La libertad individual y el gobierno limitado anglosajón terminan por la invasión normanda de Inglaterra y la introducción del feudalismo. 1215 Bajo presión, el rey Juan acepta la Carta Magna, que reafirma los derechos de propiedad y limita la monarquía bajo la «ley de la tierra». 1225 Enrique III de Inglaterra voluntariamente emite una nueva versión de la Carta Magna; se convierte en un documento fundacional de la Constitución británica. 1265 Simón de Montfort forma el Gran Parlamento, y somete las decisiones del rey a la aprobación por el Consejo, en consulta con el Parlamento. 1381 La Revuelta de los Campesinos reclama la restauración de los antiguos derechos de Inglaterra. 154 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO 1517 Martín Lutero enciende la Reforma Protestante, promoviendo incidentalmente un mayor individualismo. 1651 Leviatán de Thomas Hobbes propone un gobierno fuerte, pero aboga por una mancomunidad fundamentada en un contrato social y por el inalienable «derecho natural» de las personas de defenderse, incluso contra el Estado. 1687 William Penn publica la primera edición estadounidense de la Carta Magna. 1688 La Revolución Gloriosa; el rey Jaime II es derrocado y el Parlamento establece condiciones para los nuevos soberanos, Guillermo y María, con límites para el poder monárquico. 1689 La Declaración de Derechos de Gran Bretaña se afirma en el carácter contractual del gobierno, establece límites a los poderes de la Corona, las garantiza con la libertad de expresión en el Parlamento, estipula elecciones regulares y afirma el derecho de petición ante las autoridades sin temor a represalias. 1690 John Locke publica sus dos tratados sobre el gobierno Civil, aportando fundamentos filosóficos a la idea del gobierno contractual y justificando el derrocamiento del rey Jacobo II. 1705 Bernard Mandeville publica La colmena refunfuñona, un poema sobre los beneficios sociales del interés propio. 1720 John Trenchard y Thomas Gordon comienzan a publicar las Cartas de Catón, ensayos periodísticos que promueven la libertad de expresión y de conciencia. 1734 Voltaire arremete contra la cultura antiliberal de Francia en sus Cartas filosóficas sobre los ingleses. 1748 Charles de Montesquieu publica El espíritu de las leyes, instando a la división de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 155 1767 En Historia de la sociedad civil, Adam Ferguson describe cómo las instituciones pueden ser «el resultado de la acción humana, pero no de la ejecución de algún diseño humano». 1776 Thomas Paine, en El sentido común, acusa al gobierno británico de romper su contrato social con América, e incita a la revolución. 1776 Adam Smith publica La riqueza de las naciones, que muestra cómo el interés personal, el intercambio voluntario, el libre comercio y la división del trabajo impulsan el progreso económico. 1776 Estados Unidos declara la independencia contra el gobierno británico por violar los «derechos inalienables» de sus ciudadanos. 1780 La Constitución de John Adams de Massachusetts consagra la separación de poderes, «para que pueda ser un gobierno de leyes, no de hombres», 1785 En Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Immanuel Kant esboza su «imperativo categórico» de que otras personas deben ser tratadas como fines en sí mismos, no como medios para un fin. 1789 Entra en vigor la Constitución de los Estados Unidos, encapsulando la división de poderes y el gobierno limitado. 1789 El gobierno revolucionario de Francia publica una Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, la afirmación de la regla de no causar daño, del debido proceso de la ley, de los derechos de propiedad y de la libertad de conciencia; pero estos principios se abandonan pronto. 1791 La Declaración de Derechos de Estados Unidos se ratifica, enumerando derechos básicos como la libertad de religión, de expresión, la libertad de reunión, la libertad de prensa, el derecho a portar armas, y la protección contra la detención y confiscación injusta. 156 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO 1833 El activismo de los liberales clásicos conduce a la abolición de la esclavitud en la mayor parte del Imperio Británico. 1838 Richard Cobden y John Bright forman la Anti-Corn-Law League (liga contra las leyes de cereales) con el propósito de abolir los nocivos aranceles de importación proteccionistas sobre el trigo. 1843 The Economist, fundado por James Wilson, se convierte en un paladín del libre comercio y el gobierno de laissez faire. 1843 La esclavitud ha sido ya abolida en todo el Imperio Británico. 1846 Las Corn Laws (leyes de cereales) son abolidas. 1849 Frédéric Bastiat, en La ley, afirma el derecho divino de los individuos a defender su persona, la libertad y la propiedad, y sostiene que el gobierno y la ley son ilegítimos si violan estos derechos. 1851 En Estática social, Herbert Spencer presenta un argumento evolutivo a favor de un Estado limitado a la defensa de las personas y los bienes de todos los individuos. 1859 John Stuart Mill publica su clásica defensa de la libertad, Sobre la libertad. 1927 Ludwig von Mises reafirma los principios liberales clásicos en Liberalismus, aunque no se traduce al inglés hasta 1962. 1943 Ayn Rand publica su novela filosófica El manantial, una poderosa defensa de la autorrealización. 1944 F.A. Hayek publica Camino de servidumbre, que muestra cómo las raíces del totalitarismo anidan en la planificación central y la coerción necesaria para respaldarla. 1945 En La sociedad abierta y sus enemigos, Karl Popper argumenta en contra de la ingeniería social utópica y esboza la idea de una «sociedad abierta», con opiniones diversas y cambio gradual. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 157 1947 Pensadores liberales clásicos de Europa y América se concentran en Suiza en la primera reunión de la Sociedad Mont Pelerin. 1957 Ayn Rand publica el muy influyente libro La rebelión de Atlas, que afirma la importancia crítica de esfuerzo individual en la creación de la prosperidad. 1958 En Dos conceptos de libertad, Isaiah Berlin diferencia las libertades negativa y positiva, afirmando que lo segundo permite el abuso de los ideólogos. 1960 F.A. Hayek publica La constitución de la libertad, destacando las raíces, los principios y las instituciones de una sociedad liberal clásica. 1962 El cálculo del consenso, de James M. Buchanan y Gordon Tullock, señala los problemas del interés propio en la toma de decisión política. 1962 Milton Friedman publica Capitalismo y libertad, que aboga por el libre mercado, tipos de cambio flotantes, un impuesto de la renta negativo, vales de educación y otras ideas que en aquel entonces eran radicales. 1973 Murray Rothbard publica Hacia una nueva libertad, una sólida aplicación de la tradición de los derechos naturales a los problemas sociales y políticos modernos. 1974 Se publica Anarquía, Estado y utopía, de Robert Nozick, una sólida defensa de la libertad que se opone a los impuestos redistributivos y los tilda de asalto a la propiedad privada. 1980 La serie de televisión Free to Choose (Libre para elegir) de Milton Friedman lleva los argumentos liberales clásicos a una audiencia nueva y más amplia. 1988 F.A. Hayek publica La fatal arrogancia, donde explica que el orden espontáneo de la sociedad humana es tan complejo que ningún planificador individual podría jamás comprenderlo y dirigirlo. 158 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO 1989 La caída del Muro de Berlín revela el atraso económico y los problemas sociales de la planificación centralizada del bloque soviético. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 159 13 LECTURAS ADICIONALES - LECTURAS ADICIONALES INTRODUCCIONES • Ashford, N. (2013) Principles for a Free Society. Stockholm: Jarl Hjalmarson Foundation. Exposición corta y minuciosa de los principios sobre los cuales se fundamentan una sociedad libre y una economía libre. • Butler, E. (2011) The Condensed Wealth of Nations. Londres: Adam Smith Institute. Compendio de la economía liberal clásica de Adam Smith y de su ética. • Butler, E. (2013) Foundations of a Free Society. Londres: Institute of Economic Affairs. Esquema simple de los principios básicos que fundamentan una sociedad libre, como la libertad, los derechos, la tolerancia, el Estado de derecho y el gobierno limitado. • Friedman, M. con Friedman, R.D. (1962) Capitalism and Freedom. Chicago, IL: University of Chicago Press. Esquema clásico de los argumentos a favor de una sociedad libre y una economía libre, con propuestas de políticas radicales. • Friedman, M. con Friedman, R.D. (1980) Free to Choose. Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich. Atractivos argumentos a favor de una sociedad libre, basados en la serie de televisión del mismo nombre. 162 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO • Hannan, D. (2013) How We Invented Freedom and Why It Matters. Londres: Head of Zeus. Experto rastreo de las ideas liberales clásicas desde la época anglosajona hasta nuestros días. • Palmer, T.G. (2011) The Morality of Capitalism. Arlington, VA: Students for Liberty y Atlas Foundation. Breve colección de ensayos sobre la moral, la cooperación, el progreso, la globalización y la cultura del liberalismo clásico. • Palmer, T.G. (ed.) (2013) Why Liberty. Arlington, VA: Students for Liberty y Atlas Foundation. Colección de ensayos sobre temas libertarios y liberales clásicos. • Palmer, T.G. (ed.) (2014) Peace, Love, and Liberty. Ottawa, IL: Jameson Books. Serie de ensayos variados que muestran cómo la libertad social y económica promueve la paz internacional. • Pirie, M. (2008) Freedom 101. Londres: Adam Smith Institute. Ciento un argumentos en contra de la economía de libre mercado y una sociedad libre refutados en una página cada uno. • Wellings, R. (ed.) (2009) A Beginner’s Guide to Liberty. Londres: Adam Smith Institute. Explicaciones sencillas de los mercados, los derechos de propiedad, la libertad, el fracaso del gobierno, las prohibiciones y el bienestar sin el Estado. VISIONES GENERALES • Butler, E. (2011) Milton Friedman: A Concise Guide to the Ideas and Influence of the Free-Market Economist. Petersfield: Harriman House. Introducción simple a las ideas económicas y políticas del reconocido economista liberal clásico. • Butler, E. (2012) Friedrich Hayek: The Ideas and Influence of the Libertarian Economist. Petersfield: Harriman House. Introducción simple al teórico político liberal clásico que desarrolló gran parte del pensamiento moderno sobre la sociedad espontánea. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 163 • Butler, E. (2012) Public Choice – A Primer. Londres: Institute of Economic Affairs. Explicación simple de los fallos del gobierno, los problemas del interés propio en los sistemas democráticos, y argumento a favor de las restricciones constitucionales. • Cranston, M. (1967) Liberalism. En The Encyclopaedia of Philosophy (ed. P. Edwards), pp. 458-461. Nueva York: Macmillan y Free Press. • Kukathas, C. (2003) The Liberal Archipelago. Oxford University Press; 1994. Una fuerte defensa de la diversidad, el multiculturalismo y los derechos de las minorías. • Meadowcroft, J. (ed.) (2008) Prohibitions. Londres: Institute of Economic Affairs. Conjunto de potentes argumentos en contra de los controles del gobierno sobre muchos estilos de vida diferentes. • Smith, G.H. (2013) The System of Liberty: Themes in the History of Classical Liberalism. Cambridge University Press. Esquema de la historia y los diferentes puntos de vista de los liberales clásicos sobre temas clave como el orden, la justicia, los derechos, la anarquía y el papel del Estado. TEXTOS CLÁSICOS • Bastiat, F. (2001) [1849] Bastiat’s «The Law». Londres: Institute of Economic Affairs. Clásica declaración de las ideas liberales del político y escritor francés. • Berlin, I. (1969) Two concepts of liberty. En Four Essays on Liberty. Oxford University Press. Artículo en el que diferencia las libertades positiva y negativa. • Hayek, F.A. (1944) The Road to Serfdom. Londres: Routledge. Clásico planteamiento breve en tiempos de guerra sobre los peligros de la planificación central y el gobierno sin restricciones. 164 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO • Hayek, F.A. (1960) The Constitution of Liberty. Londres: Routledge. Voluminoso libro sobre el origen de las ideas liberales y los principios en que se basa una sociedad libre. • Hayek, F.A. (1988) The Fatal Conceit (3 volúmenes). Chicago, IL: University of Chicago Press. Declaración de los principios que sustentan nuestros órdenes sociales y económicos espontáneos, y el argumento contra el intento de planificarlos de manera centralizada. • Hazlitt, H. (1946) Economics in One Lesson. Nueva York: Harper & Brothers. Aún considerado por muchos como el mejor libro de introducción a la economía liberal clásica. • Locke, J. (1960) [1689] The Second Treatise of Government. En Two Treatises of Government (ed. P. Laslett), pp. 283-446. Cambridge University Press. Justificación filosófica de la idea del gobierno contractual y limitado, y del derecho del pueblo a derrocar un gobierno que viola ese contrato. • Mill, J.S. (2008) [1859] On liberty. En On Liberty and Other Essays (ed. J.S. Mill). Oxford University Press. Texto clásico sobre el argumento a favor de la libertad, el principio de no causar daño, la libertad de expresión, un gobierno limitado, la justicia natural y la tolerancia. • Popper, K. (1945) The Open Society and Its Enemies. Londres: Routledge. Defensa filosófica de la sociedad libre y crítica devastadora a los intentos de rediseñar la sociedad en forma masiva. ENLACES WEB SELECCIONADOS • Blog del Adam Smith Institute. Blog dinámico de puntos de vista liberales clásicos sobre temas políticos, sociales y económicos actuales: <http:// www.adamsmith.org/blog/>. UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 165 • Cato Institute. Un importante think tank de Washington dedicado a difundir la filosofía de la libertad a través de la investigación y comentarios en los medios: <http://www.cato.org>. • IEA TV. Vídeos cortos del Institute of Economic Affairs sobre temas actuales, investigaciones, libros, eventos y temas: <http:// www.iea.org.uk/tv>. • Learn Liberty. Vídeos cortos del Institute for Humane Studies, con puntos de vista liberales clásicos sobre economía, política, derecho, historia y filosofía: <http:// www.learnliberty.org/ videos/>. • Liberty League. Promueve las ideas a favor de la libertad entre los estudiantes y jóvenes profesionales en el Reino Unido, y realiza la mayor conferencia anual del Reino Unido sobre el libre mercado: <http://uk libertyleague.org>. • Mercatus Center. Trabaja para cerrar la brecha entre el mundo académico y los problemas del mundo real mediante la formación de los estudiantes, la investigación y la producción de soluciones a problemas sociales: <http://mercatus.org>. • Online Library of Liberty. Recurso masivo del Liberty Fund, con libros y escritos claves de los liberales clásicos a través del tiempo: <http://oll.libertyfund.org>. • Reason Foundation. Uno de los principales think tanks de los Estados Unidos que publica una destacada revista sobre ideas del mercado e investigaciones sobre políticas: <http://reason.org>. • Students for Liberty. Una red de grupos de estudiantes a favor de la libertad (más de 100.000 estudiantes en más de 1.350 grupos en todo el mundo): <http://studentsforliberty.org>. 166 - LIBERALISMO CLÁSICO - UN MANUAL BÁSICO UN MANUAL BÁSICO - LIBERALISMO CLÁSICO - 167