Reflexiones sobre la inmortalidad Por Cecil A. Poole, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. PROBABLEMENTE no ha habido nunca una época durante toda la historia humana, en la que el hombre no haya conjeturado sobre la posibilidad de una vida después de la muerte, es decir, la existencia de un estado al que llamamos inmortalidad. Surgieron controversias acaloradas sobre este tema, dando como resultado los pros y los contras sobre esta consideración importante de un estado de la existencia del hombre. El principio básico que todos conocemos es la vida, pero nuestra vida ahora parece ser limitada y restringida, y la esperanza eterna surge de que la vida continuará en alguna forma después de que la presente vida terrena termine. Aún más controversial que el tema de la inmortalidad en sí, es la pregunta sobre si la inmortalidad personal existe o no. Definiría la inmortalidad personal como una existencia continuada, de la entidad que constituye el ser humano durante la existencia terrena que experimenta mientras reside en un cuerpo físico. En otras palabras, una inmortalidad personal sería la continuación de una vida individual y consciente. La filosofía y la religión han sostenido el principio básico general de que la inmortalidad personal puede existir y, cuando la muerte llega al cuerpo físico, el alma o la esencia de la vida de la entidad humana continúa; que mentalmente somos capaces de seguir evolucionando y viviendo como entidades inteligentes, posiblemente transfiriendo a ese estado de existencia los recuerdos de la existencia física que acabamos de terminar. Esto, por supuesto, contradice el principio de que no recordamos específica y detalladamente cualquier vida o experiencia anterior a la existencia antes de nacer. Parecería que si uno de estos principios fuera cierto, la memoria tendría un comienzo antes de la vida física y se extendería hacia una vida que sería la inmortalidad personal a la que aspira el hombre. Prácticamente, en cada filosofía y religión de naturaleza idealista, existe sin ningún argumento la creencia fundamental de que hay dos reinos de existencia en el universo, lo finito y lo infinito, o, podríamos decir, lo físico y lo inmortal. Ahora existimos en un mundo físico porque nuestro medio ambiente, la naturaleza de nuestro ser, nuestro cuerpo, el cerebro con el cual funcionamos y en el que creemos tener la conciencia, son físicos. Una gran diferencia... Todos estos aspectos físicos del medio ambiente y de los atributos del individuo, constituyen la entidad humana que existe sobre la Tierra. Lo que tan a menudo olvidamos es que puede haber, y seguramente la hay, una gran diferencia entre lo físico y lo que no es físico, entre lo finito y lo infinito. Casi todo lo que concebimos en nuestra existencia bajo las circunstancias de nuestra expresión material, lo concebimos en términos de nuestra condición física. Existimos como entidades físicas, conociendo muy poco fuera de este mundo material y, como seres físicos, vivimos y participamos en muchas experiencias. Lo que es muy necesario grabar en nuestra consciencia es que, si la inmortalidad personal es un hecho, se encuentra fuera del reino de lo físico, en un estado inmaterial, en un área en la cual el alma funciona separadamente y es una entidad completamente separada de todo lo que nos es familiar en el momento actual, excepto nuestra propia consciencia. No podemos considerar una inmortalidad personal en términos de la existencia física. Me inclino a creer que sufriríamos una gran desilusión, si esperamos encontrar en una vida futura todo lo que nos es familiar en la existencia física. Hace algún tiempo se publicó un libro que llegó a ser muy popular; en él se relataban experiencias de personas que casi habían fallecido, es decir, que casi habían pasado por la transición como resultado de una enfermedad, una cirugía o de un accidente. Se llevaron a cabo investigaciones acerca de las experiencias relatadas por cada persona que las había sufrido. Sin duda estas personas fueron sinceras al relatar experiencias que creyeron eran una fase y una prueba de la inmortalidad. Pensaron que habían muerto momentáneamente y habían regresado a la vida, teniendo sus propias ideas para creer en la validez de sus informes. Muchos investigadores examinaron estos relatos y discutieron los temas con los informantes, convenciéndose ellos mismos de la validez de los informes. Debo hacer una excepción seria a estos relatos como prueba de la inmortalidad personal. La experiencia que pueda haber ocurrido en una condición como estar casi cerca de la muerte, no es una prueba de la inmortalidad. Yo mismo tuve una experiencia parecida como resultado de una grave operación física, pero de ninguna manera prueba que mi experiencia fuera muy diferente a un sueño común. La razón por la cual estas experiencias son dudosas, y por la que personalmente sostengo que no tienen validez, es que los informes fueron hechos en términos físicos. Los informes relataron experiencias que serían similares a las que tenemos aquí en la Tierra: escucharon, olieron, sintieron y vieron objetos. También vieron a otras entidades, a otros seres humanos, y posiblemente a seres queridos que ya habían fallecido. La verdad es que se olvidaron que en un mundo no físico, no podríamos experimentar condiciones físicas, ni percibiríamos un mundo material. No percibiríamos nada de una naturaleza física. Por lo tanto, considero que estas personas no murieron; sólo se acercaron al umbral entre la vida y la transición, a otro estado de existencia, pero según sus experiencias relatadas, paralelas a las experiencias físicas, son una prueba de que sólo fueron producto de la imaginación o una forma de sueño, en que la persona aún funciona como una entidad física. La inmortalidad personal, si existe, sería tan distinta de cualquier cosa de naturaleza física, que nos sería totalmente imposible, como individuos físicos que somos, tener ni la menor idea de las circunstancias que existirían en ese estado. El cerebro físico, el cuerpo físico y la habilidad de percibir por medio de la vista, el oído, el gusto, el olfato y el tacto ya no existirían. No habría ni tiempo ni espacio. Bajo tales circunstancias no podríamos concebir cuál puede ser la situación, excepto que acordaríamos que es muy diferente de cualquier cosa de naturaleza física que experimentamos a diario mientras vivimos en un cuerpo físico. La inmortalidad personal no puede explicarse con palabras, ya que éstas son cosas físicas, ni por cualquier otro medio físico. Debemos considerar que, sin la existencia del espacio ni del tiempo habría condiciones que serían totalmente opuestas al mundo físico. Esta es la mejor explicación que podemos hacer de lo que serían estas circunstancias. ¿Qué Percibiríamos? Si la personalidad inmortal existe, al final de esta vida pasaremos a una nueva fase de existencia y gradualmente nos acomodaremos en una vida que no es física. Me pregunto si seremos capaces de percibir cualquier cosa en el sentido que la percepción física lo hace. La antigua tradición de que podemos encontrar a los que fallecieron antes que nosotros, hablarles y tratarles en una forma parecida a nuestro contacto físico con otros seres humanos, es un concepto simplemente imaginario, basado principalmente en la esperanza. El reino de 1o infinito está tan lejos de la comprensión de una entidad física, que es similar a la comparación que podemos hacer entre la complejidad de los cálculos avanzados con las tablas de multiplicar que estudia un niño en la primaria. Pero aún esta ilustración no es lo suficientemente precisa. Me parece que podemos esperar una existencia que se encuentre fuera del mundo físico. Personalmente, no puedo concebir que la vida física que vivimos ahora sea la existencia total. No puedo creer que la inteligencia y las habilidades expresadas por los seres humanos estén limitadas a tres veintenas de años y un décimo, algunas veces más o menos. Pero si creo que la vida física que vivimos es un segmento separado de la totalidad de nuestra existencia, que encarnamos muchas veces, y que cada vez que lo hacemos en un cuerpo físico, también somos colocados en un universo físico. Estamos aquí para aprender ciertas lecciones a través de la experiencia. ¿Cuáles serán estas lecciones, seremos capaces de comprenderlo en el porvenir, cuando las restricciones y las condiciones físicas bajo las cuales vivimos hayan terminado y, podríamos decir, estemos libres de todas las circunstancias de lo finito para que nuestra comprensión resida sólo en el reino de lo infinito? Entonces, si contamos con una consciencia que se encuentre en cualquier forma cercana a la que poseemos cuando vivimos en un cuerpo físico, seremos capaces de relatar todas nuestras experiencias a fin de que tengan un significado compuesto y sabremos cómo utilizarlas. No es mi intención deducir que seremos incapaces de hacer contacto con otras entidades de otros planos en el futuro. Pero opino que el contacto con quienes hemos amado, con quienes nos hemos asociado y han pasado por la transición antes que nosotros, será a través de un medio similar al que ahora conocemos como telepatía, en vez que por cualquier contacto real. Puesto que no seremos entidades físicas, no habrá nada que tenga el significado de contacto material. Nuestras relaciones serán estrictamente en un plano psíquico. Una razón para nuestra existencia actual es aprender cuanto podamos del reino psíquico y, por consiguiente, estar bien preparados en el cuerpo físico para poder usar esas habilidades psíquicas eficientemente, cuando ya no tengamos los atributos físicos con los que estamos equipados mientras ocupamos el cuerpo físico. Si nos encontramos sin un cuerpo físico, sin la percepción y sin el contacto físico, entonces todos nuestros contactos y relaciones necesariamente serán en el nivel psíquico. Podríamos hacer contacto y asociarnos mentalmente con aquellos que desaparecieron antes, aunque no lo podríamos hacer así físicamente. Nos es importante, estemos de acuerdo o no con el tema de la inmortalidad personal, vivir y estar cada vez más conscientes del hecho de que ahora vivimos restringidos en el mundo físico. Una vez que nos libremos de nuestras propias restricciones físicas, funcionaremos sólo como almas y, como tales, viviremos con un sentido completamente diferente, nos comunicaremos en una forma distinta y funcionaremos sin ningún contacto físico. Así como desarrollamos nuestras habilidades psíquicas mientras vivimos en la Tierra, así también debemos desarrollar los atributos de la naturaleza que nos conducirán a estar conscientes de los valores más elevados que existen en el universo. Las emociones más elevadas son las que nos ayudarán a ponernos en contacto con otras entidades ahora, y también contribuirán a que ese contacto pueda funcionar de cualquier modo en el futuro. Spinoza escribió: "El amor dirigido hacia lo eterno y lo infinito, llena la mente de goce divino y está libre de toda tristeza, por lo cual debe ser muy deseado, tratándolo de conseguir con todas las fuerzas". Así es que deberíamos, con todas nuestras fuerzas como lo manifestó Spinoza, dirigir nuestra atención ahora a estas características de la existencia, el amor, la tolerancia, la compasión, la misericordia y, sobre todo, hacia la comprensión de que lo infinito está separado de lo finito: que ahora estamos restringidos en lo finito y que en un tiempo futuro, estaremos limitados a lo infinito.