El Valle de Àger El pueblo de Àger es la capital de un municipio de 160,9 km2, que se extienden de este a oeste de la Noguera Pallaresa a la Noguera Ribagorçana. De norte a sur, el municipio de Àger se estructura en unidades territoriales bien diferenciadas. En primer lugar, la vertiente sur del Montsec de Ares. En segundo lugar, el valle de Àger donde se encuentra el pueblo de Àger y la mayoría de núcleos habitados. En tercer lugar, cerrando por el sur el valle, la sierra del Montclús, que se extiende a lo largo de parajes muy solitarios como “el pla de les Bruixes” (llano de las brujas). Más al sur, los altiplanos de Vilamajor y de Masos de Millà, donde predomina la tierra de cultivo. El municipio cuenta con los núcleos urbanos de Àger, la Règola, Agulló, Corçà y Millà, todos en el valle de Àger, y también con los pequeños pueblos de Fondepou, Vilamajor y la urbanización de Sant Josep de Fondepou y la población diseminada de Masos de Millà, todos ellos situados al sur de la sierra de Montclús. En el término municipal hay varios asentamientos antiguos que fueron abandonados hace mucho tiempo, probablemente en la baja edad media; en cambio, a pesar del inexorable peso del éxodo rural, ninguno de los pueblos habitados durante el siglo XX ha quedado completamente deshabitado. El pueblo de Àger EL pueblo de Àger creció al cobijo del antiguo castillo y de la colegiata de Sant Pere. El núcleo urbano se extendió por las vertientes de la colina que presidían el castillo y la colegiata. La villa cercada medieval creció también a partir de un segundo núcleo formado alrededor de la iglesia de Sant Vicenç. Con la expansión urbana posterior surgieron nuevos barrios extramuros como el del Pedró o el de Sant Martí. Recientemente, las nuevas edificaciones van invadiendo los alrededores de la carretera. Capital del vizcondado de Àger en la edad media, centro de mercado durante siglos, capital del municipio actualmente, el pueblo de Àger ha sufrido, con una intensidad muy superior a la de muchas áreas rurales catalanas, el éxodo. El valle, despoblado aunque no deshabitado perdido buena parte de su antigua importancia Pero éste no es proceso irreversible ya que se están generando nuevas expectativas enderezamiento económico y demográfico: el turismo i los deportes aventura. ha un de de En el valle de Àger hay mucha historia acumulada. Los sucesivos avatares han dejado su huella aunque no siempre sea fácil reproducir el proceso de manera fidedigna. No hay certeza de asentamientos ibéricos ni tampoco datos precisos sobre la época romana; pero el valle debió tener un papel significativo como lo demuestran los vestigios conservados, como el sarcófago de mármol del siglo II dC utilizado como pila bautismal en la colegiata de Sant Pere y que ahora se encuentra en la iglesia parroquial de Sant Vicenç; o el camino romano, que previsiblemente procedía de la ciudad de Ilerda y del cual se conservan todavía algunas partes del empedrado. Saliendo del portal de Solsdevila se pueden contemplar los vestigios del camino romano. De la época visigótica, quedan también algunos vestigios, como los sarcófagos descubiertos en la necrópolis adyacente a la desaparecida iglesia de Santa Coloma. Pero es a partir de la dominación islámica cuando el hilo de la historia se puede seguir con más precisión. Des de la época califal, en la misma colina donde se encuentra la colegiata de Sant Pere había una fortificación que protegía la frontera superior de los dominios islámicos. Àger fue conquistada por Arnau Mir de Tost en la primera mitad del siglo XI; después de un período incierto en que cambió varias veces de manos, la toma definitiva llegó el año 1048. El castillo y la colegiata ocupaban el recinto soberano de la villa amurallada. El Castillo El castillo se construyó en los años posteriores a la conquista cristiana aprovechando una fortificación islámica anterior. Los vestigios conservados, más bien escasos, y la comparación con otros castillos de características similares permiten realizar una aproximación más o menos fidedigna de su estructura. Entre los restos conservados destaca la base de un gran edificio rectangular que se dividía en dos naves paralelas. Se cree que encima había una gran sala que tenia las funciones de residencia señorial de la que lamentablemente no queda nada. El castillo fue la residencia de los vizcondes de Àger y, eventualmente, de los condes de Urgell. El vizcondado de Àger se creó en tiempos del conde Ermengol V y comprendía un territorio mucho más amplio que el del propio valle, ya que se extendía entre las dos Nogueras y llegaba des de Montsec hasta el Segre. El condado de Urgell y el vizcondado de Àger quedaron extinguidos después de la derrota de Jaume II contra Fernando de Antequera. El recinto soberano, con el castillo y la colegiata, tenía sus propias murallas. Además había un sistema defensivo que protegía el conjunto de la villa cercada medieval. En las murallas del recinto soberano se pueden observar distintos periodos constructivos, desde el más antiguo, que correspondería a una fortaleza islámica del siglo IX, hasta las partes del siglo XI, después de la conquista cristiana. Las murallas del recinto soberano son las que están mejor conservadas y son de visita obligada del conjunto del recinto. Los alrededores de la muralla han sido parcialmente urbanizados. La Colegiata de Sant Pere El principal atractivo patrimonial del pueblo de Àger es sin duda la colegiata de Sant Pere. Su origen se sitúa en la conquista cristiana, cuando Arnau Mir de Tost decidió fundar un monasterio canónico, sobretodo para impulsar la repoblación del valle, y lo dotó de muchas tierras, derechos e iglesias. Debajo la iglesia basilical de Sant Pere, construida durante la segunda mitad del siglo XI, había una iglesia anterior conocida como Santa Maria de la Vella. Esta iglesia, situada en el nivel inferior, plantea incógnitas importantes sobre la fecha y las circunstancias de su construcción, auque parece corresponder a la primera conquista cristiana durante la cuarta década del siglo XI. Un hecho singular es que, auque se trata de una época totalmente románica se descubren en ella algunas formas constructivas prerománicas. La iglesia de Sant Pere era un edificio de planta basilical con tres naves, la central de gran anchura respecto las colaterales, cubiertas con vueltas de cañón de perfil semicircular. El edificio, de una gran singularidad en el marco de la arquitectura altomedieval, refleja la transición del románico lombardo más austero hacia el segundo románico de carácter más ornamental. Hoy en día se conservan la cabecera y los muros perimetrales. La cabecera está formada por los tres ábsides semicirculares, aunque exteriormente solo es visible el de la nave central, ya que los laterales estaban integrados al sistema de defensa de las murallas. El campanario fue construido inmediatamente después de la iglesia, a finales del siglo XI, y estaba integrado también a la estructura defensiva, como una torre más del recinto soberano. La iglesia de Sant Pere contaba con una decoración mural muy notable que hoy en día se puede ver parcialmente en el Museo Nacional de Arte de Catalunya, dónde fue trasladada durante la década de los cincuenta. Los motivos escultóricos de la iglesia de Sant Pere no dejan de ser importantes. Aunque son posteriores a los de la cripta, la técnica utilizada es prácticamente la misma, la talla a bisel. Lamentablemente son pocos los motivos escultóricos de capiteles e impostas que se conservan en la propia iglesia. Cuando el edificio se convirtió en ruinoso una buena parte de los materiales se reutilizaron en otras construcciones. Diversas casas de Àger lucen balcones realizados con impostas procedentes de los muros exteriores de la iglesia de Sant Pere. Durante bastantes años, la colegiata de Sant Pere ha sido objeto de importantes obras de restauración; sin embargo la tarea restauradora esta muy lejos de ser completada. El monasterio contaba con un claustro románico que fue sustituido en el siglo XIV y del cual no queda prácticamente ningún rastro. El nuevo claustro quedó inacabado ya que las obras se interrumpieron después de la derrota del conde de Urgell a las órdenes de Jaume II contra Fernando de Antequera. El claustro era de doble galería, una forma constructiva poco utilizada en el gótico catalán y que entronca más con obras del sur de Francia i del norte de Italia. A principios del siglo XVI se completaron los dos tramos del ala occidental; el monasterio ya había entrado en un periodo de decadencia y el claustro no se acabó nunca. Las murallas Las murallas que cerraban la villa cercada medieval son posteriores a la conquista cristiana. Se identifican dos etapas constructivas bien diferenciadas. La primera, en la segunda mitad del siglo XI, un momento de crecimiento demográfico i de expansión urbana de la villa; en esta primera etapa el recinto amurallado incluía los barrios que habían surgido en los vertientes este y sur del recinto soberano. La segunda, ya en época gótica, supuso la inclusión dentro del recinto amurallado del barrio de Solsdevila. Ésta última parte de la muralla está mejor conservada y es bastante interesante de visitar. La villa cercada tenía cuatro portales, el Portalet de Sant Pere, el de Sant Martí, el de Solsdevila y el del Pedró. Dos de ellos todavía existen. El portal de Solsdevila estaba flanqueado por dos torres y tenía un portal con un arco de medio punto adovelado, hoy en día desaparecido. Muchas más incógnitas plantea la expansión urbana a poniente del recinto soberano. A falta de excavaciones que permitan llegar a conclusiones irrefutables, parece ser que hubo otro perímetro amurallado que unía el recinto soberano con la torre mayor, la residencia de los castlanes; dentro de este recinto hubo una barrio habitado del cual no queda prácticamente ningún rastro. De la antigua torre mayor no queda casi nada, en su lugar se construyó, durante el período de las guerras carlinas, un edificio defensivo conocido como el Reducto. El Reducto El Reducto permite remontarse hasta una época histórica no tan lejana: las guerras carlinas del siglo XIX. Uno de los principales jefes carlines, Ros de Eroles, fortificó el pueblo de Àger y la convirtió en uno de los principales baluartes de la causa carlina. El Reducto se construyó encima de lo que en tiempos medievales había sido la torre mayor del castillo, residencia de castlanes, y que posiblemente se remontaba a la época del dominio islámico. Iglesia de Sant Vicenç La iglesia parroquial de Sant Vicenç se encuentra en la parte baja del núcleo antiguo, en el barrio de Solsdevila. La iglesia actual es el resultado de la fusión, en la primera mitad del siglo XIV, de dos iglesias independientes, la de Sant Vicens y la de Sant Salvador, mediante el procedimiento de abrir dos grandes arcadas en la pared que las separaba. La complejidad del edificio actual dificulta descubrir el proceso constructivo, aunque resulta evidente la superposición de diferentes estilos. La primitiva iglesia de Sant Salvador era un edificio románico del siglo XI; los elementos de la construcción original se encuentran sobretodo en la fachada norte y en el ábside. La iglesia de Sant Vicenç fue construida entre los siglos XII y XIV, aunque se utilizaron elementos de un edificio anterior del siglo XI. Se trataba de una iglesia de dos naves en la que se hace patente la transición de la arquitectura románica a la gótica. Con la incorporación de la iglesia de Sant Salvador se completó el edificio de tres naves que constituye la actual iglesia parroquial de Sant Vicenç. Casa Portolà La casa de los Portolà, dónde es posible que naciera Gaspar de Portolà, es uno de los edificios nobles de la villa. El linaje de los Portolà procedía de Arties, a la Val D’Aran y a finales del siglo XVII se establecieron en Castellnou del Montsec. La presencia de los Portolà es notoria en toda la comarca de la Noguera, especialmente en Àger y en Balaguer. Gaspar de Portolà i de Rovira es una de las pocas figuras catalanas que participó, durante la segunda mitad del siglo XVIII, en la colonización de América. Fue el primer gobernador de la Baja California y comandó la expedición por la costa de California hasta a Monterrey y San Fancisco, incorporando de esta manera territorio a la corona española. La Farmacia Montardit En la plaza Mayor de Àger hay un rincón entrañable que sería interesante abrir a las visitas públicas. Se trata de la antigua farmacia Montardit, que se conserva exactamente igual que en el momento de su cierre definitivo, en el año 1939. Los botes de medicamentos en una perfecta hilera en las estanterías se han mantenido imperturbables a lo largo de muchas décadas. Entrar en la farmacia significa entrar en un pasado reciente en que pueblos como Àger disfrutaban de una entidad urbana considerable que la vida moderna, lentamente, desvanece.