Los siete saberes necesarios para la educación del futuro

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Morin, Edgar, (2003), Los siete saberes necesarios para la
educación del futuro, Mercedes Vallejo Gómez (trad.), UNESCO,
Paris, 67 pp.
E
sta publicación responde
a una tarea encomendada
por la UNESCO al pensador Edgar Morin para contribuir
al debate internacional sobre la
forma de reorientar la educación
hacia el desarrollo sostenible.
El autor considera siete principios clave, o saberes, necesarios
para la educación del futuro, con
éstos busca contribuir en el quehacer de las educadoras, educadores
y dirigentes, así como aclarar su
pensamiento sobre este tema vital
de la humanidad: la educación del
futuro.
El libro está estructurado en
siete capítulos, cada uno de éstos
corresponde a un saber necesario
para la educación del futuro y,
siguiendo la misma estructura o
índice, se presenta la reseña del
libro. Los siete capítulos son:
I.
Las cegueras del conocimiento: el error y la
ilusión
II. Los principios de un
conocimiento pertinente
III. Enseñar la condición
humana
IV. Enseñar la identidad
terrenal
V. Enseñar las incertidumbres
VI. Enseñar la comprensión
VII. La ética del género
humano
I. Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión. En la
primera parte del libro, o primer
saber necesario para la educación
del futuro, Morin alerta al lector
sobre los más comunes y mimetizados riesgos que acompañan al
ser humano en la búsqueda de la
construcción del conocimiento.
Bajo el subtítulo El talón de Aquiles del conocimiento nos advierte
de la siempre presente amenaza
del error y la ilusión, otorgando a
la educación el deber de avocarse
a la identificación de los orígenes
de errores, ilusiones y cegueras
del conocimiento.
Los errores mentales, los
errores intelectuales, los errores
de la razón y las cegueras paradigmáticas son los primeros peligros
que el autor describe en el capítulo,
y en los que se ven involucrados:
la mente, las emociones, la percepción, la palabra, la idea, la teoría,
las emociones, la afectividad y la
inteligencia. Y es a partir de la interacción de éstos como se suscitan dichos errores.
En El imprinting y la normalización el autor advierte sobre
“el poder imperativo y prohibitivo
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de los paradigmas, doctrinas reinantes y verdades establecidas;
que determina los estereotipos
cognitivos, ideas recibidas sin
examen, creencias estúpidas no
discutidas, absurdos triunfantes,
rechazos de evidencias en nombre
de la evidencia y hace reinar bajo
los cielos conformismos cognitivos
e intelectuales”. Bajo el conformismo cognitivo, señala Morin,
“hay un imprinting cultural, huella
matricial que inscribe a fondo el
conformismo y hay una normalización que elimina lo que ha de
discutirse.”
Preguntas que se lanzan al
lector como “¿No sería necesario
tomar conciencia de nuestras
enajenaciones para poder dialogar
con nuestras ideas, controlarlas
tanto como ellas nos controlan y
aplicarles pruebas de verdad y de
error?”
Advierte el autor: “Las
posibilidades de error y de ilusión
son múltiples y permanentes: las
que vienen del exterior cultural y
social inhiben la autonomía del
pensamiento y prohíben la búsqueda de verdad; aquellas que
vienen del interior, encerradas a
RESEÑAS
veces en el seno de nuestros mejores medios de conocimiento, hacen
que los pensamientos se equivoquen entre ellos y sobre sí mismos.”
La construcción del conocimiento tiene efectos y consecuencias. Ver hacia atrás para no tropezar con las mismas piedras en
el andar de la humanidad es la propuesta con la que termina en este
documento su primer saber para
la educación del futuro:
¡Cuántos sufrimientos y desorientaciones se han causado por
los errores y las ilusiones a lo
largo de la historia humana y de
manera aterradora en el siglo XX!
Igualmente el problema cognitivo
tiene importancia antropológica,
política, social e histórica. Si
pudiera haber un progreso básico
en el siglo XXI sería que ni los
hombres ni las mujeres siguieran
siendo juguetes de sus propias
mentiras. Es un deber importante
de la educación armar a cada uno
en el combate vital para la lucidez.
II. Los principios de un conocimiento pertinente. Este
capítulo se inicia afirmando que
cualquier tema del mundo es el
mundo mismo y éste es el contexto
RESEÑAS
del conocimiento de los problemas
clave del mundo. Morin señala que
un problema universal para todo
ciudadano del mundo es: “¿cómo
lograr el acceso a la información
sobre el mundo y cómo lograr la
posibilidad de articularla y
organizarla? ¿Cómo percibir y
concebir el Contexto, lo Global (la
relación todo/partes), lo Multidimensional y lo Complejo?” Para
que un conocimiento sea pertinente, deberá evidenciar cada
criterio citado en la pregunta
anterior.
Acerca del contexto: el conocimiento de las informaciones
o elementos aislados es insuficiente. Hay que ubicar las informaciones y los elementos en su contexto para que adquieran sentido.
Moran cita a Claude Bastein:
“…la evolución cognitiva no se
dirige hacia la elaboración de
conocimientos cada vez más abstractos, sino por el contrario, hacia
su contextualización”. “La contextualización es una condición
esencial de la eficacia (del funcionamiento educativo)”.
En lo global, Morin señala la
relación del todo y las partes,
siendo ésta inseparable e inevitable
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para lograr el conocimiento. Es
fundamental conocer el todo para
entender las partes, al igual que
no se puede acceder a las particularidades sin comprender la
totalidad.
Sobre la multidimensionalidad, el autor describe las unidades
complejas, principalmente al
individuo y la sociedad, enfatizando las distintas dimensiones de
cada una de éstas.
Lo complejo es el último
criterio al que el autor advierte
enfrentar al conocimiento pertinente, presentando la raíz etimológica de lo complejo y su significado: complexus significa lo que
está tejido junto. La complejidad
se logra cuando se abordan los
diferentes elementos que constituyen un todo. Advierte, por último,
sobre lo complejo, pues “…nuestra
era planetaria nos enfrenta cada
vez más y de manera cada vez
más ineluctable a los desafíos de
la complejidad”.
Entre otras ideas de este
mismo capítulo, el autor se enfoca
en dos situaciones más a evitar
para lograr la pertinencia del conocimiento: la disociación de lo
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humano y su disyunción con lo
científico. Señala que existe una
disociación de lo humano, así
como una disyunción de lo humano con lo científico, lo cual ha
conducido al debilitamiento de la
responsabilidad, pues cada quien
se responsabiliza únicamente del
campo en que se especializa, y al
debilitamiento de la solidaridad al
disminuir los vínculos con nuestros
conciudadanos. Evitarlo es activar
la inteligencia general.
III. Enseñar la condición
humana. En este capítulo la invitación, con tono de demanda, es
a la educación para llevar a cabo
una enseñanza, primera y fundamental, centrada en la condición
humana. “Estamos en la era planetaria... —señala Morin—,
...una aventura común se
apodera de los humanos donde
quiera que estén. Éstos deben
conocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente a todo cuanto es humano.”
Este capítulo se presenta
estructurado en tres partes:
1. Arraigamiento-desarraigamiento humano; 2. Lo humano
RESEÑAS
del humano, y 3. Unitas multiplex: la unidad y la diversidad
humana.
En cuanto al arraigo y desarraigo, Morin hace un recordatorio de las condiciones del ser
humano: la cósmica, la física, la
terrestre y la humana. Parte de la
formación del Cosmos, ubicando
ahí la creación de nuestro Sistema
Solar y de nuestro Planeta Tierra
como auto-organización relacionada con el sistema planetario y el
Universo, hasta la aventura de la
homonización a partir de habilidades físicas, socio-culturales y
cambios biológicos, entre otros.
Lo humano del humano es
una descripción de la especie a
partir de su condición biológica y
social. No podemos escapar ni
negar lo animal, es fundamental
reconocer nuestra hipervitalidad
en la embriaguez y el éxtasis dentro de las normas y principios
transmitidos y conservados por la
cultura. Además, la relación
cerebro-mente-cultura se presenta
como inseparable, pues la mente
o conciencia surge por la capacidad cerebral, pero sólo a partir
de lo social en la cultura; Así esta
RESEÑAS
última requiere de seres concientes para ser creada, conservada y
transmitida. En el plano de lo
antagónico, pero sin dejar de ser
complementario, se describe la
existencia de lo afectivo y lo racional; la relación inestable pero
permanente entre éstos y, a la vez,
con la impulsividad humana.
El capítulo termina con la
unidad y la diversidad humana.
Aquí se encomienda a la educación del futuro para velar que “la
idea de unidad de la especie humana no borre su diversidad, y que
la de su diversidad no borre la de
unidad.” Los campos a considerar
en esta encomienda son lo
individual, lo social, la diversidad
cultural y plural de los individuos y
sus dualidades (racional-delirante,
trabajador-lúdico, empíricoimaginador, económico-dilapilador,
y prosaico-poético). En el cierre
del capítulo el lector se da cuenta
de la inevitable visión miope de lo
humano, pues todo aquello que
negamos de nosotros mismos o de
los demás no nos libera de ello, lo
deseable y lo indeseable van de la
mano y, así somos, encontramos
una invitación a reconocer todo lo
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que implica lo humano, nos guste
o no, sea o no aceptable por el individuo o por el contexto.
IV. Enseñar la identidad
terrenal. “El planeta no es un
sistema global sino un torbellino
en movimiento, desprovisto de
centro organizador”. El capítulo
inicia con una escenificación de
lo que es la mundialización, a
partir de dos descripciones tan
distantes geográfica como económicamente. Por un lado un europeo vistiendo, escuchando,
deglutiendo y viendo los más extravagantes bienes producidos en
países tercermundistas, y por otro
lado, en los países en donde
prevalece la miseria, personas
viviendo día a día las repercusiones de un mundo globalizado,
que se ven desde la erosión de sus
medios de producción hasta los
estampados de sus playeras con
temas de cualquier parte del
mundo. Si bien esta mundialización
se presenta a sí misma como unificadora, tiene de igual manera,
evidente pero negada, la realidad
flagelante antagónica que vemos
en los polos de lo cotidiano: el
Norte–Sur, la riqueza y la pobreza,
220
democracia–dictadura, Oriente–
Occidente, entre otros. Respecto
a esto, el autor afirma que “concebido únicamente de manera
técnico-económica, el desarrollo
está en un punto insostenible,
incluyendo el desarrollo sostenible.
Es necesaria una noción más rica
y compleja del desarrollo, que sea
no sólo material sino también
intelectual, afectiva, moral...”
La segunda parte de este
capítulo nos pone frente a los
legados del siglo XX, a la cual el
autor califica como bárbara, con
la finalidad de partir de su reconocimiento para avanzar.
El legado es de muerte: el
siglo XX es el de las decenas de
millones de muertes por guerras y
campos de concentración, además
de las dos nuevas potencias de
muerte (las armas nucleares y la
posibilidad de la muerte ecológica). Es importante reconocer
que la muerte que se hereda es
de autoaniquilamiento de los
humanos. Sin embargo, frente a
esto está la esperanza, pues Morin
escribe “...podemos avizorar para
el tercer milenio una nueva
creación: la de una ciudadanía
RESEÑAS
terrestre, para la cual el siglo XX
ha aportado los gérmenes y los
embriones. Y la educación, que es
a la vez transmisión de lo viejo y la
apertura de la mente para acoger
lo nuevo, está en el corazón de
esta nueva emisión”.
El cierre de este capítulo se
escribe con invitaciones a la
humanidad en un solo sentido:
avanzar en la noción TierraPatria, pero que conlleva lograr la
construcción de ciertas nociones
en los humanos para lograrlo. Para
lograr trascender desde ser de una
cultura hasta ser habitantes de la
Tierra implica inscribir en nosotros
lo siguiente: conciencia antropológica, conciencia ecológica, conciencia cívica–terrenal y conciencia espiritual.
V. Enfrentar las incertidumbres. “Un progreso es
ciertamente posible, pero incierto”.
Morin, en este capítulo, presenta
una serie de cuestionantes que
inician así: ¿Quién hubiera
pensado que...?; todas ellas relacionadas con sucesos catastróficos, ya sean bélicos o económicos, principalmente. Pues bien,
el autor conduce en este capítulo
RESEÑAS
las diferentes maneras de demostrar que “el futuro se llama
incertidumbre”.
“No hay evolución que no
sea desorganizadora/reorganizadora en su proceso de transformación o de metamorfosis”. Con
estas palabras el autor presenta
su pensamiento respecto al
proceso de innovación y creación;
advirtiendo, como parte del mismo
proceso, el rompimiento con la
normalidad y la lucha en contra
de los totalitarismos dominantes.
Sin embargo, sería vano el esconder la destrucción como contraparte de la creación en los humanos. Morin señala que en el
siglo XVI “...las destrucciones
masivas y brutales llegan del
exterior por la conquista y la
exterminación que aniquilaron los
imperios y ciudades de la Antigüedad. Además, muchas adquisiciones se perdieron para siempre
después de estos cataclismos
históricos”. La historia es la manifestación de una evolución no
lineal, en la que los diferentes
sucesos de mayor trascendencia
creadora y aniquilante destrucción
se presentan como advertencia y
221
oportunidad de análisis; son el
llamado a la humanidad para
reconocer su potencial: “Tiene
siempre dos caras opuestas: civilización y barbarie, creación y
destrucción, génesis y muerte...”
Agonía, la palabra que refleja el curso del mundo para
Morin, pues nos encontramos
entre las fuerzas de vida y de
muerte, en un mundo en constante
crisis. El autor hace un llamado al
hombre: “Hay que aprender a enfrentar la incertidumbre puesto
que vivimos en una época cambiante donde los valores son ambivalentes, donde todo está ligado.
Es por eso que la educación del
futuro debe volver sobre las incertidumbres ligadas al conocimiento...” Existe un principio para
uno de los siguientes casos, mismos que se describen en este
capítulo: incertidumbre cerebro–
mental, incertidumbre lógica,
incertidumbre racional e incertidumbre sicológica.
Comprender la incertidumbre de lo real, “saber que hay un
posible aún invisible en lo real”;
comprender la incertidumbre del
conocimiento, “el conocimiento es
222
navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos
de certezas; comprender las incertidumbres y ecología de la
acción, la ecología de la acción es
“tener en cuenta su propia complejidad, es decir, riesgo, azar,
iniciativa, decisión, inesperado,
imprevisto, conciencia de desviaciones y transformaciones.”
Finalmente, en este capítulo,
se nos advierte de la impredecibilidad a largo plazo de las
acciones, pues en realidad, “se
pueden considerar o calcular a
corto plazo los efectos de una
acción, pero sus efectos a largo
plazo son impredecibles”. Para
enfrentar este hecho, Morin
propone evadir la apuesta y los
programas para ejecutar una acción, proponiendo la estrategia,
pues ésta “elabora un escenario
de acción examinando las certezas
y las incertidumbres de la situación,
las probabilidades y las improbabilidades”. Estas y otras características, ventajosas y desventajosas, advierte el autor sobre la estrategia.
VI. Enseñar la comprensión. El autor señala dos tipos de
RESEÑAS
comprensión: la intelectual u objetiva por un lado, y la humana e
intersubjetiva por el otro. “La
comprensión humana sobrepasa
la explicación. La explicación es
suficiente para la comprensión
intelectual u objetiva de las cosas
anónimas o materiales. Es insuficiente para la comprensión humana”. Comprender, en lo humano, “incluye necesariamente un
proceso de empatía, de identificación y de proyección. Siempre intersubjetiva, la comprensión necesita apertura, simpatía,
generosidad.”
La propuesta por una
Educación para los obstáculos
de la comprensión implica
reconocer las amenazas que
vienen de lo externo, de las ideas
y palabras de los otros. Los obstáculos que se mencionan son el
ruido, la polisemia, la ignorancia
de los ritos y costumbres del otro,
los valores de las otras culturas,
los imperativos propios de cada
cultura, la imposibilidad de incomprensión desde una estructura
mental hacia otra, etcétera.
Por otro lado se nos señalan
los obstáculos de lo interno para
RESEÑAS
ambas comprensiones: la intelectual y la humana. Morin hace
una descripción de la amenaza que
representa cada uno de estos
obstáculos: el egocentrismo, el etnocentrismo, sociocentrismo y el
espíritu reductor.
Pero Morin también presenta en este capítulo la posibilidad
de trascender, no de negar, los
obstáculos ya mencionados, para
lo cual desarrolla La ética de la
comprensión. La describe como
“...un arte de vivir que nos pide,
en primer lugar, comprender de
manera desinteresada. Pide un
gran esfuerzo ya que no puede
esperar ninguna reciprocidad.”
“La Ética de la comprensión nos
pide comprender la incomprensión”. Pues bien, además el autor
describe dos prácticas que favorecen la comprensión: el bien
pensar y la introspección.
Al final del capítulo, el apartado Comprensión, ética y cultura planetarias nos lleva a los
deberes del humano y de las
culturas. Para Morin, debemos
“ligar la ética de la comprensión
entre las personas con la ética de
la era planetaria que no cesa de
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mundializar la comprensión. La
única y verdadera mundialización
que estaría al servicio del género
humano es la de la comprensión,
de la solidaridad intelectual y
moral de la humanidad”.
VII. La ética del género
humano. En este capítulo el autor
inicia enmarcando la relación
individuo–sociedad–especie, a la
que califica no sólo como inseparable, sino como coproductores
el uno del otro:
Cada uno de estos términos es a
la vez medio y fin de los otros.
No se puede absolutizar a ninguno y hacer de uno solo el fin supremo de la triada; ésta es en sí
misma, de manera rotativa, su
propio fin. Estos elementos no
se podrían comprender de manera
disociada: toda concepción del
género humano significa desarrollo conjunto de las autonomías
individuales, de las participaciones comunitarias y del sentido
de pertenencia a la especie humana. En medio de esta triada emerge la conciencia.
Morin desarrolla este último
capítulo describiendo dos relaciones o bucles y una advertencia
para el futuro: el bucle individuo–
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sociedad: enseñar la democracia;
el bucle individuo–especie: enseñar la ciudadanía terrestre, y
finalmente propone la Humanidad
como destino planetario. En el
trato de estos temas el autor toca
la realidad, la dominación, la
opresión, la barbarie humana, pues
son nuestra historia y nuestra
cotidianidad. Morin afirma “es un
problema antropo-histórico para el
cual no hay una solución a priori,
pero sobre el cual hay mejoras posibles, y el cual únicamente podría
tratar el proceso multidimensional
que nos civilizaría a cada uno de
nosotros, a nuestras sociedades,
a la Tierra”.
Propone, el autor, finalmente:
“...una política del hombre, una
política de civilización, una reforma
de pensamiento, una antropoética, el verdadero humanismo, la
conciencia de la Tierra-Patria reducirían la ignomia del mundo.
Comentarios finales. Una
advertencia final sobre la reseña
de este texto es la complejidad para elaborarla, pues cualquier
intento por destacar ciertos contenidos sobre otros es una tarea
sumamente difícil, en este caso
RESEÑAS
debido a la riqueza de cada una
de las ideas y a la diversidad de
las mismas.
La lectura de este libro puede convertirse en todo un reto
personal y profesional, o en una
advertencia para los educadores
y personas que se involucran con
la construcción de conocimiento
con otras personas, o en una invitación interminable para formar
seres humanos comprometidos
con el desarrollo del conocimiento
propio y de otros. En otras palabras: el potencial de este libro es
tan rico como la suma de todas
las potencialidades de todo aquel
que lo lea y de quien lo ha escrito.
Miguel Ángel Viveros Hidalgo,
Coordinación de Evaluación,
Dirección de Investigación
y Evaluación, CREFAL
RESEÑAS
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