LOS PROBLEMAS PLANTEADOS POR EL

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LOS PROBLEMAS PLANTEADOS POR EL COPERNICANISMO
De la doctrina de las estrellas a la revolución copernicana
Francisco de Asís Maura García
Universidad de Salamanca
1
Resumen: El siguiente ensayo pretende hacer una inmersión lógica y explicativa de las
teorías heliocéntricas y del universo desde la antigüedad hasta la revolución copernicana
exponiendo la relevancia de la misma y su impacto en la Historia del hombre, así como su
somero impacto en las creencias religiosas cristianas y protestantes.
Palabras Clave: Heliocentrismo, revolución, Religión, Cristianismo, Protestantismo.
Abstract: This essay aims to show the development of the so-called Copernican
Revolution in a logic and explicative way from Antiquity to the Modern Ages exposing the
relevance of it and its impact on Human History. Also, we try to explain the clash between
catholic religious conceptions of universe and the protestantism vision of God, stars and
sun.
Key Words: Copernican, Revolution, Religion, Clash, Catholic, Protestantism.
2
Índice
Introducción .................................................................................................................................. 4
Comentario .................................................................................................................................... 5
Conclusión ................................................................................................................................... 13
3
Introducción. Una referencia pictórica a los nuevos paradigmas
copernicanos: El Filósofo de Rembrandt -1632-.
En muchas ocasiones el arte puede plasmar sin necesidad de palabras un pensamiento, un
sentimiento, una emoción o simplemente hacernos disfrutar observándolo. En esta
ocasión, el pintor holandés Rembrandt en su obra “El Filósofo”, nos lleva más allá de los
límites de la realidad para hacernos pensar al observar al filósofo taciturno. ¿Qué vemos en
esa lúgubre habitación? ¿La meditación tras una lectura copiosa? ¿La asimilación de lo leído
en los libros? ¿O sería algo más profundo capaz de derrumbar todo aquello en lo que
creíamos para dar paso a una nueva era del pensamiento humano? La siguiente pintura se
puede interpretar de muchas formas, pero para relacionarla estrictamente con el tema a
tratar escogeremos una que puede englobar la esencia del mismo, desarrollado más
ampliamente a continuación.
Esta obra intenta demostrar el paso del tiempo y de los distintos pensamientos del hombre.
Pensamientos que se creían inoxidables al paso del tiempo, pero conforme se avanza en las
nuevas teorías del cosmos se va copando de un verdín incipiente que comienza a
aletargarlos y a pensar en aquello que se deja atrás y en cómo afrontar el futuro cercano.
Rembrandt hace de catalizador de ese nuevo mundo que comienza; hace de intérprete de
un mundo cada vez más alejado de la racionalidad y la estética renacentista; un mundo que
confirma el vértigo de la teoría copernicana y la descentralización del hombre y sus
anteriores verdades absolutas.
4
Comentario
El copernicanismo y la teoría heliocéntrica, nos plantea no tan solo analizar los problemas
planteados por el copernicanismo, sino ir más allá y colocarnos entre dos teorías
astronómicas completamente distintas y antagónicas entre sí. En este caso, el análisis y
crítica del problema copernicano se nos da a través de la obra Philosophia prima pars, obra
que como sabemos fue realizada por Diego de Zúñiga y por Fray Luís de León siendo
censurada más tarde por las correspondientes autoridades eclesiásticas por herética y por su
falta de ligazón con las creencias cristianas preestablecidas en las Sagradas Escrituras. El
primero de sus autores, Diego de Zúñiga, se formó en artes en la Universidad de Salamanca
y más tarde se fue a Alcalá, donde estudió teología1. Los expertos en Historia Moderna
suelen catalogar a este docto varón como el filósofo escolástico agustino más importante
de la segunda mitad del siglo XVI. En esta obra citada anteriormente y con la colaboración
de Fray Luís, se establece una crítica a los modelos copernicanos sobre el movimiento de la
tierra, algo que para ellos no es comprensible dados los razonamientos de los grandes
teóricos griegos como Aristóteles, cuyos escritos e interpretaciones de los astros eran la
piedra angular del saber astronómico divulgado en la Edad Media y posteriormente durante
el Renacimiento, así como el astrónomo greco-egipcio más célebre de la antigüedad,
Claudio Ptolomeo. Tras cimentar parte de su discurso sobre las hipótesis teórico-filosóficas
de ambos, se ciñen a una única visión en cuanto al análisis de las nuevas teorías
astronómicas, postulando que la única forma de explicar el posible movimiento de la tierra es
atañerse a las antiguas teorías, no solo porque fueran las más antiguas, sino por su calidad
en cuanto a divulgación y aceptación, llegando a anteponer el peso de los teóricos griegos
por ser “los grandes teóricos griegos” a la novedad manifiesta de una nueva teoría que
rompía todos los esquemas establecidos en cuanto a movimientos terrestres, sobre todo los
esquemas religiosos, atribuyendo en cuantiosas ocasiones el movimiento de los astros y la
composición de los cielos a Dios.
No obstante, dejan cierto margen para el diálogo, diciendo que “por mucho que los
hombres doctísimos como Aristóteles y Ptolomeo intentaran demostrar que el orbe de las
tierras está colocado en el centro” es una apreciación que nunca podría demostrarse, ya que
la magnitud de la bóveda celeste es de una inmensidad tal, que tan solo el altísimo podría
establecer las pautas para su entendimiento a través de los textos sagrados.
1
Como buen humanista, se formó en las mejores universidades del momento, teniendo estas entre ellas
una rivalidad acérrima.
5
Entonces, según las nuevas y viejas teorías2, los astros, los movimientos de la tierra y la
interpretación de los cielos: ¿son meras interpretaciones del ser humano para justificar una
presencia que vela por ellos en la tierra? O por otro lado ¿Son fuerzas que escapan al
hombre debido a su concepción de inalcanzables? Pues bien, sin ir más lejos podemos
establecer un hilo conductor hacia el origen de las diversas interpretaciones de los astros y
los planetas que también se dieron en Babilonia, Egipto o Grecia y que influyeron
directamente en la formación de una teoría astral que serviría de punta de lanza para las
continuas interpretaciones y reinterpretaciones que se harían siempre en este campo de
estudio. Un campo de estudio situado entre la realidad, la magia y la fe. La llamada
‘doctrina de las estrellas’ no fue más que un intento del hombre antiguo por atraer los
astros hacía sí, vencer la distancia entre lo terreno y lo espiritual3 e interpretar los cielos
para su uso, pudiendo verse en las estrellas cambios que influían directamente en los
humores de los hombres y por lo tanto la posible atribución de figuras que se podían
asemejar al ser humano, divinizándolo.
Las interpretaciones de los cielos que se dieron en la antigua Babilonia se fueron
reutilizando y sucediendo hasta llegar a los griegos, que las reinventaron por completo e
innovaron, a partir de hipótesis contrastadas, con las pocas demostraciones que podían
realizarse debido a limitación instrumental y de artilugios que se tenía. La concepción
propiamente dicha de los astros en el hombre, significa un intento de acercamiento a los
dioses, por lo que podemos decir que “el hombre usa lo que los dioses4 le dan” para
establecer unas pautas para su supervivencia en la tierra. Así pues, el control de las
cosechas, la influencia de la luna en los periodos menstruales de las mujeres o el aprovechar
mejor las subidas y bajadas del rio Nilo, son solo unas pocas interpretaciones que se
hicieron para mejorar los ritmos de vida y poder estar preparado ante su llegada5.
Es por ello que podemos hacer una apreciación de lo que sentían los babilonios cuando
miraban a los cielos, postulando una de las primeras teorías astronómicas del momento: el
llamado “Principio caldeo-religioso” en Mesopotamia. Este establecía que el cielo
2
Entendiendo como viejas pero en uso las de Ptolomeo y Aristóteles y comprendiendo como nuevas la
de Copérnico o Kepler.
3
Es por esta razón que la introducción de nuevos artilugios durante la Edad Moderna, como son el
telescopio y el microscopio alterarían las grandes teorías del movimiento de las estrellas y ayudarían a
comprender los movimientos astrales que de tanto servirían en las navegaciones transoceánicas.
4
En creencias populares las almas de los muertos se solían atribuir a las estrellas, tan solo porque en
ellas se creía que se gozaba de la presencia de los dioses y semidioses.
5
Jiménez, Pérez. A: Astronomía y Astrología: de los orígenes al Renacimiento. Ediciones Clásicas,
Madrid, 1994. P.p: 1-5.
6
reproducía exactamente la tierra y el conocimiento de esta servía para desentrañar el futuro
de los hombres. No es menos desdeñable que tras las continuas postulaciones de los
caldeos, los egipcios heredasen también este rito astral, adorando a dioses que eran una
representación del hombre pero también ciertos miedos de este, dejando entrever que la
comprensión de las esferas y el movimiento de los astros era un tema que podía ser
entendido pero jamás dominado6.
En continuas ocasiones se suele ligar la Astronomía con la Filosofía, por lo que los
primeros coletazos de esta rama astral se dieron a través de pensadores y teóricos de índole
filosófica para los que la interpretación de la vida era algo asiduo en su día a día y por lo
tanto sus teorías acerca de las estrellas y el movimiento del sol se podían aceptar mejor por
la sociedad, debido a su rango de hombres sabios. Los presocráticos establecieron una
conexión entre el hombre –tierra- y las estrellas, debido a que estas significaban la vida y la
vida en la tierra es sinónimo de agua. Pero donde de verdad podemos reseñar un avance
importante dentro de dicha materia es con el nuevo pensamiento de los pitagóricos que
implantaron la perfección y la armonía a través de la matemática, postulando que la
exquisitez está en aquello que es exacto, inamovible y cuadriculado, un mundo regido por
los tempos de los números aplicados al cielo, ya que gracias a sus teorías matemáticas fueron
los primeros en advertir que la tierra tenía movimiento. El cinismo, epicureísmo y el
estoicismo también tuvieron sus pinitos en el mundo de la astronomía, creando una serie
de parámetros de sus dogmas aplicables a la interpretación de los movimientos astrales;
tales como la tranquilidad, el individualismo o las pasiones. Todo ello se recoge en el
Almagesto de Ptolomeo y se aprecia que desde esa recopilación tan excelente de los temas
del cielo y derivados, hay después una decadencia extrema hasta la llegada del siglo XVII7.
Filolao de Crotona, discípulo de Pitágoras, estableció nuevas teorías astronómicas que
comenzaron a advertir que la tierra tenía movimiento, moviéndose de forma circular. Fue
uno de los primeros pitagóricos en realizar la hipótesis de que la tierra no era el centro del
universo, sino que se movía entorno a un gran sol que se reflejaba en el gran fuego que
6
El uso de las creencias mitológicas y la interpretación de las estrellas es un pez que se muerde la cola,
debido a que gran cantidad de célebres generales de la historia se inspiraron en las hazañas de un héroe
o un Dios para semejarse a él. Alejandro Magno vivió su infancia rodeado de enseñanzas acerca de la
mitología y de los grandes héroes, por lo que su comportamiento se podría ligar a Zeus, Heracles y
Aquiles. Alcanzar en vida grandes éxitos que parecían imposibles como ‘hombre’ hacía que tu escalafón
creciera de forma exponencial, elevándote a la altura de los dioses, tal como hizo Julio César tras su
conquista de la Galia, autoproclamándose Dios, dejando claro de esta forma que era un primus inter
pares.
7
En palabras de P. Tannery al concluir sus Recherchers sur l’Historire de l’Astronomie ancienne. Habla de
la decadencia después de Ptolomeo y de la adulteración de su legado.
7
había en el cielo –el sol-. Estas teorías que van surgiendo poco a poco lo hacen a través del
estudio y de las nuevas técnicas de apreciación de los astros, algo que acabaría
perfeccionando Platón, férreo defensor del movimiento de los astros de forma geométrica,
ordenada y armónica8. No debemos olvidar sin embargo al ‘Copérnico de la antigüedad
griega’, Aristarco de Samos9. Este pensador, astrónomo y matemático fue el primero en
percibir que el modelo geo-centrista de la tierra no era el verdadero, poniendo al sol en su
lugar, implantando la semilla que más tarde Copérnico denominaría: De Revolutionibus.
Como pasaba durante la Edad Media y gran parte del Renacimiento, los grandes
paradigmas eran los de Aristóteles y Ptolomeo, por lo que las teorías geocéntricas eran las
que primaban en pos de las nuevas elucubraciones que de vez en cuando mostraban unos
pocos atrevidos. Para romper con un paradigma se debe postular otro que lo tumbe o que
al menos haga que el anterior se tambalee. Aristarco de Samos vio a través de los
movimientos de Venus y Marte un indicio que podía desmontar las grandes teorías
aristotélicas ya que estos planetas se movían constantemente y lo hacía no de forma circular
como proponía la teoría de Aristóteles sino que lo hacían en movimientos completamente
disonantes, en direcciones que distaban de la perfección de los círculos por donde se movía
todo lo demás. Esta primera muestra de heliocentrismo se puede decir que no tuvo mucho
respaldo, ya que hasta nuestros días tan solo han llegado meras hipótesis al respecto y no
sería mil setecientos años más tarde cuando de verdad se podría comenzar a hablar de
Heliocentrismo como nuevo paradigma del ser humano.
Tras esta decadencia que Tannery atribuye a la astronomía y a la concepción del mundo
después de Ptolomeo, el astrónomo se vio más como un mago con poderes que un
verdadero estudioso de los cambios en el mundo. Es por ello que se entra en una etapa de
adulteración del conocimiento aprendido anteriormente, y estos se convierten en adivinos
que leen las estrellas para los ricos y para los pobres, vaticinándoles su futuro. Esto crea
una nueva visión del astrónomo como adivino y acrecienta el miedo de los hombres al
poder de los cielos, ya que nadie quería embarcarse en ningún negocio arriesgado, casarse o
tener hijos sin que una estrella o un buen augurio celestial estuviera de su parte10. En ciertas
ocasiones el relacionar astronomía con adivinación podía causar problemas a la hora de dar
8
A Hiparco y Apolonio se les considera los iniciadores de la geométrica de las esferas aplicando los
conocimientos de la matemática y la geométrica al movimiento de los astros.
9
Todos los conocimientos acerca del movimiento de la tierra, los astros y la astronomía se recopilaron
por Ptolomeo en la Sintaxis. Un libro que se convirtió en el manual por excelencia durante la Edad
Media y el Renacimiento.
10
Jiménez, Pérez. A: Astronomía y Astrología: de los orígenes al Renacimiento. Ediciones Clásicas,
Madrid, 1994. P. 29.
8
credibilidad plena a las teorías de los astrónomos y en muchas ocasiones las personas que
recurrían a sus servicios lo hacían con miedo y temor a lo que el adivino les pudiera llegar a
vaticinar. En las eras medievales el miedo a los demonios, diablos y demás estaba a la orden
del día. Las personas que querían obtener la salvación y no velar durante toda su ‘otra’ vida
en el purgatorio debían ser buenos cristianos y no pecar, por lo que en ocasiones esos
espíritus errantes que habitaban entre los vivos causaban un miedo atroz entre las gentes,
sobre todo por su exacerbado analfabetismo y por la amplia divulgación de la religiosidad
católica en ellos. El adivino se podía considerar brujo y el ser considerado brujo o
conocedor de los secretos del más allá te podía garantizar un viaje de solo ida a la otra vida.
Una de las explicaciones más interesantes para explicar el rechazo de los cristianos a la
astrología viene formulado desde los principios del cristianismo primitivo donde se veía
como pecaminoso el tratar de desvelar el futuro del individuo, siendo una antítesis hacia lo
promulgado por las creencias cristianas. También este rechazo se cimentaba hacia la
concepción de los judíos por las sociedades cristianas, viendo a estos como verdaderos
herejes, siendo más tarde este sentimiento difundido por los bizantinos y el Islam,
estableciendo símiles que hacían que el judío fuese rechazado por embaucador y usurero.
En las palabras de Abd Allah, astrónomo del siglo XI, se puede apreciar ese odio hacia los
judíos, estipulando este que: “los judíos eran como Saturno: avariciosos, sucios,
traicioneros y pícaros, mientras que los seguidores del Islam, se asemejaban a Venus: puros,
virtuosos e imanadores de luz propia”11.
Los árabes consiguieron volver a dar vida al concepto de astronomía e innovar en aspectos
trigonométricos y aplicarlos al cielo de una forma más eficiente que los pitagóricos en la
Antigüedad, debido a que ya se conocían nuevos artilugios que facilitaban el hecho. Los
árabes tomaron ventaja a los europeos en dichos temas y tanto en Occidente como en
Bizancio sus nuevos paradigmas y estudios del cielo tendrán su cabida. Las traducciones de
Toledo incluyen tratados astronómicos y astrológicos que fueron llevados a cabo por
Alfonso X el Sabio, pero que Menéndez Pelayo refuta por su proximidad los judíos, a los
árabes y a la libre interpretación de un tema que tan solo se podía conjugar por influencia
de los paradigmas del saber griego y por la fuerza del altísimo. En el siguiente extracto se
puede apreciar el descontento del estudioso Pelayo:
11
Jiménez, Pérez. A: Astronomía y Astrología: de los orígenes al Renacimiento. Ediciones Clásicas,
Madrid, 1994. P. 31-35.
9
“El estado de la astronomía entonces y lo mucho que contribuyeron, por otra parte, el
adelanto de la ciencia seria disculpan a Alfonso el Sabio y a sus colaboradores de haber
cedido al contagio de la judiciaria, comprometiendo en ocasiones al libre albedrío con las
fantásticas virtudes que suponían en los astros y en las piedras”12.
Entonces tras haber visto la concepción de los cielos por las distintas confesiones del
mundo conocido y tras haber asimilado los peligros y ventajas de la astronomía. ¿Cómo
podemos responder a ciencia cierta si la tierra se mueve o permanece inmóvil? Desde el
Almagesto de Ptolomeo, pasando por los descubrimientos árabes y bizantinos en la Edad
Media hasta el propio Renacimiento tan solo podemos establecer una serie de paradigmas
que cada raza y credo promulgaban a partir de sus creencias. Estas creencias podían
proceder de la experiencia de doctos varones que pudieran interpretar las señales del cielo o
a través de las llamadas Sagradas Escrituras. La llegada del nuevo pensamiento filosófico
neoplatónico volvió a revolucionar en parte esos antiguos estudios, siendo un choque
contra la intransigencia escolástica y revitalizador de la antigua polémica entre partidarios y
detractores de la antigua astrología/ astronomía.
En la frase de Sebastián Cobarruvias en su obra Tesoro de la Lengua Castellana o española
podemos leer: “La Astrología es aquella ciencia que trata del movimiento de los Astros, y
los efectos que dellos proceden, cerca de las cosas inferiores, y sus impresiones que por
otro nombre dicen Astronomía13”.
Por lo tanto, lo comentado hasta ahora, gozaría tan solo de dos visiones del mundo y de su
interpretación: los paradigmas de los grandes teóricos griegos y las profesadas por el propio
cristianismo, quedando ajenas de las interpretaciones que se dieron por parte de los árabes,
judíos o Babilonios en menor medida, teniendo al fin y al cabo los cristianos una
concepción de la totalidad del mundo a medias, tan solo regida por sus conocimientos
teocéntricos en relación a su propio Dios. No obstante en ocasiones ocurren ciertas
excepciones que los propios cristianos lamentan, como por ejemplo la expulsión de los
judíos de la Península Ibérica hizo que grandes mentes pensantes de la astronomía salieran
12
Jiménez, Pérez. A: Astronomía y Astrología: de los orígenes al Renacimiento. Ediciones Clásicas,
Madrid, 1994. P. 36.
13
Esta frase a mi parecer es muy esclarecedora, no tan solo por establecer las diferencias entre
astronomía y astrología sino para dejarnos claro que la multiplicidad de elementos influyentes en un
ciencia a priori tan inexacta y cambiante nos abre un nuevo mundo de interpretaciones dadas por
muchas creencias y diversos credos. Pudiendo ser que para los árabes el mundo gire alrededor de unas
creencias religiosas ‘x’ y que para los cristianos sea el propio Dios que determine sus movimientos.
Jiménez, Pérez. A: Astronomía y Astrología: de los orígenes al Renacimiento. Ediciones Clásicas, Madrid,
1994. P. 38.
10
del territorio y se fueran, llevándose consigo las teorías de navegación más importantes del
momento. Me refiero sin duda a Abraham Zacut y sus cartas de navegación que fueron
divulgadas en Portugal a través de una de las academias abiertas por él mismo; más tarde
sus conocimientos se adoptaron por ser de una utilidad tal que no podían ser desechados
por los cristianos14.
Es sin duda la frase de Otis Green que esclarece el porqué de muchos de los
comportamientos de los cristianos y dice así: “Para el siglo XIV, no quedaba teólogo
católico que no se atreviese a poner en duda la doctrina peripatética de que los procesos de
crecimiento y de cambio en el mundo terreno despendían en su existencia de las esferas
estelares. Al abrir sus brazos a la astronomía aristotélica, los teólogos cristianos se sintieron
impulsados inevitablemente a acoger también favorablemente la astrología… así, la Iglesia
aceptó la astrología como una ciencia, al mismo tiempo que salvaba apariencias,
rechazando teorías fatalistas sobre el alma humana y todos los intentos de establecer un
arte arbitrario de adivinación”15. Por esta razón fue imposible refutar estas teorías mientras
estuvo vigente la cosmología de Aristóteles y la astronomía de Ptolomeo; solamente
Kepler, en el siglo XVII, puso en tela de juicio la realidad de la astrología16.
¿Cómo abordar los problemas del copernicanismo si solo con la concepción inicial
planteada ya se entra en el error? En el texto podemos apreciar como en el discurso escrito
se van sucediendo una serie de hechos que provocan el total rechazo de Diego de Zúñiga17
que estipula que le parece una suposición muy absurda por parte de Copérnico que la tierra
pueda llegar a moverse sobre sí misma en un periodo de veinticuatro horas. El miedo al
cambio y a la concepción de la vida son hechos que en cuantiosas ocasiones durante la
historia retrasan el avance hacia nuevas concepciones del hombre y como desarrollar su
existencia. La propuesta de Copérnico era válida, pero según Aristóteles y Ptolomeo no lo
es, llegando el autor del texto a hacer sorna en cuantiosas ocasiones con las suposiciones
copernicanas, diciendo que “si la tierra se moviera alrededor del sol se movería a un
velocidad tal que no podría darse la vida en el mundo ya que este movimiento superaría la
14
Aquí entraría el dilema moral entre que es lo correcto para los cristianos y la barrera que separa dos
creencias. ¿Se debe aceptar una teoría muy válida en cuanto a los astros realizada por un judío? ¿El
cristiano rechazará todo aquello que provenga de otras religiones y solo lo aceptará cuando vea que es
mucho mejor que la suya?
15
O.H. GREEN, España y la tradición occidental, tr. Madrid 1969, vol. II. cap. VI.
16
Jiménez, Pérez. A: Astronomía y Astrología: de los orígenes al Renacimiento. Ediciones Clásicas,
Madrid, 1994. P. 38-39.
17
En este caso Diego de Zúñiga equivale a todo el pensamiento religioso cristiano del momento.
11
velocidad de las nubes, de las aves y de todas las cosas que están suspendidas en el aire,
siendo impulsadas todas ellas al ocaso”.
Copérnico enunció que la tierra se desplaza alrededor del sol y gira en torno a su eje,
originando la sucesión del día y la noche. Algunos años después de su muerte, estas ideas
fueron condenadas por heréticas, no sólo por la Iglesia Católica, sino también por las
iglesias protestantes, sobre todo por el luteranismo y el calvinismo, sin embargo este
sistema fue demostrado posteriormente por Galileo Galilei y Kepler –S. XVI-XVII-. En
palabras de Lutero podemos encontrar un nexo de unión entre Zúñiga y su forma de hacer
sorna a través de las creencias copernicanas: “El nuevo astrónomo que quiere probar que la
Tierra da vueltas y no los cielos, el Sol y la Luna, como un hombre sentado en un carro o
barco que anda supusiera que él está en reposo y es la Tierra y los árboles los que se
mueven ante él” y añade a todo esto: “Este necio quiere volver patas arriba la ciencia de la
astronomía, pero como declara la Santa Escritura, el Sol y no la Tierra ordenó Josué que se
detuviera”18.
¿Por qué tanto miedo por parte de los cristianos a estas nuevas interpretaciones? El miedo
en este caso vendría por los datos que daban el espaldarazo definitivo a la teoría
heliocéntrica condenando a la Biblia a ser metafórica en parte”. Ese miedo a lo
desconocido hace que las teorías anteriores que se habían aceptado tomen un tono
recalcitrante, haciendo que sea mucho más difícil llegar a aceptarlas y por lo tanto se las
critica usando los conocimientos ya aceptados y con escepticismo.
En la última parte del escrito, se establece un ejemplo que casualmente sería respondido
años más tardes por el físico Isaac Newton en su “Teoría de la gravitación universal”.
Newton asoció que lo mismo que hacía que nos mantuviéramos en el suelo era lo mismo
que hacía que la Luna girara en torno a la órbita de la Tierra. También percibió que esa
misma energía invisible que hacía que el hombre se mantuviera en tierra era exactamente la
misma que causaba que la tierra se mantuviera girando alrededor del sol. Newton llamó a
esa fuerza gravedad y creyó que debía actuar a distancia, sin necesidad de una fuerza física
que determinase su efectividad. Siguiendo estas teorías newtonianas estableceríamos que si
un objeto cae al suelo, este lo hará en línea recta, pero si lo lanzamos horizontalmente su
trayectoria será una curva e irá más lejos si lo lanzamos con una fuerza mayor. Esta
gravedad tan solo depende de la masa de los objetos y de la distancia que haya entre ellos,
18
Figueroa Velozo. Luis: La Revolución de Copérnico. Revista de Geografía Norte Grande, 28: 173-176,
2001.
12
por esa misma razón el ejemplo que pone Zúñiga al lanzar una lanza o una piedra está
refiriéndose sin querer a una teoría que sería descubierta casi noventa años después. Este
postula que si la tierra estuviera en movimiento –percibiendo in situ la rotación y traslación
de la tierra- los objetos
que arrojásemos se verían claramente movidos de su lugar
correspondiente por culpa de los movimientos copernicanos. Por lo cual, la tierra no se
mueve19.
Conclusión
Para finalizar me gustaría hacer dos referencias que en mi
opinión son de destacable ayuda para poner la rúbrica final al
ensayo. La primera de ellas va dirigida a la obra de Petrus
Apianus el Astronomicum Caesarum editado en el año 1540 que
representa la astronomía de Ptolomeo y como se podían
representar las festividades de los santos, los días del año y los
horarios en un mismo objeto. A lo largo de toda su vida,
Apiano se afanó en la observación directa y la estimación
matemática del cielo –siendo el primero en usar cristales
ahumados para la observación diurna del sol- pudiendo de estar forma publicar sus
conclusiones cartográficas y sus descubrimientos en la fabricación de instrumentos
matemáticos y astronómicos.
19
La tierra no se mueve en el siglo XVI, pero parece que sí lo hace en el siglo XVII-XVIII. La revolución
científica cambió esa concepción del mundo que tanto habían luchado por preservar los eclesiásticos. La
invención de objetos que te permitieran ver el movimiento de las esferas y acercar el ojo a otra
dimensión chocaron con todos los ideales formulados y ahora sí, rompieron todos los esquemas,
reinventando la percepción del universo.
13
En las imágenes superiores tenemos representado el mismo sistema geocéntrico de la tierra,
el de la derecha, representa la percepción del mundo por Ptolomeo y fue la usada durante la
Antigüedad, Edad Media y parte de la Edad Moderna y a la izquierda tenemos la portada
del Astronomicum Caesarum publicado en el año 1540. La reflexión que podemos establecer al
visualizar estas dos imágenes es sencilla a simple vista. Una teoría bien fundamentada, ya
sea en el siglo II d.C como en el año 1543 con el Heliocentrismo, puede ser aceptada por la
humanidad durante siglos. Esta afirmación también representa una doble cuestión,
planteándonos de nuevo, como en la introducción del comentario, que nos situemos de
parte de uno u otro bando. Si una teoría sobre el movimiento o no de la tierra o sobre si la
Tierra es el centro del universo o no, puede ser aceptada siempre y cuando no exista una
teoría o paradigma mayor que pueda combatirla y domeñarla, acabar con esa anterior
suposición y formular una nueva. Si la teoría geocéntrica estuvo vigente durante mil
setecientos años –hasta la llegada de Copérnico- se debió a que se aceptó totalmente
porque no había otra que adoptar, atañéndose al pensamiento filosófico del momento y
como era percibido el hombre en una época y un lugar distintos a los del siglo XVI. En
este caso, la historia de la astronomía y las teorías sobre los movimientos terrestres serían
como un telescopio: dependiendo del ojo que mire a través de él podemos percibir una
cosa u otra, ambas puede ser verdaderas y ambas pueden ser falsas, tan solo depende del
conocimiento del ojo que mira y de lo preparada que esté una sociedad a cambiar sus
paradigmas.
14
Bibliografía
-
PÉREZ JIMÉNEZ, Aurelio. Astronomía y Astrología: de los orígenes al Renacimiento.
Ediciones Clásicas, Madrid, 1994.
-
FIGUEROA VELOZO, Luis: La Revolución de Copérnico. Revista de Geografía
Norte Grande, 28: 173-176, 2001.
-
CARABIAS TORRES, Ana María. “Pedro Apiano y el Astronomicum Caesareum”.
Edición electrónica en Carlos V, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
-
O.H. GREEN, España y la tradición occidental, tr. Madrid 1969, vol. II. cap. VI.
Los Problemas Planteados por el Copernicanismo by Francisco de Asís Maura is licensed
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Creado a partir de la obra en www.mhistorico.com
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