ESTATUS JURÍDICO DE LOS MOVIMIENTOS DE LIBERACIÓN NACIONAL COPYRIGHT Dossier Estatus Jurídico de los Movimientos de Liberación Nacional © 2013 Unrepresented United Nations Editora Expats Ebooks Corporation Dirección postal: Expats Ebooks P.O. 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Así, y sobre la base de numerosos tratados internacionales, en Naciones Unidas existe un hecho jurídico, de carácter internacional, que establece el estatus jurídico (personalidad jurídica) como fuerza beligerante de una organización en armas, o en su defecto, las sanciones con que se pueden penar a las organizaciones consideradas terroristas por dicho organismo. Para que una fuerza armada irregular sea considerada con el estatus jurídico que le acredite como fuerza política-militar beligerante en un territorio nacional o internacional debe reunir ciertas bases: 1- Ser una organización armada que ha tomado parte en un lapso significativo de una situación de conflicto nacional, regional o internacional dentro de un(os) Estado(os). 2- Tener una estructura organizativa que posea una dirección política de mando con una fuerza militar armada compuesta de un representativo número proporcional de combatientes y militantes dentro de un espacio extendido de un territorio de un(os) Estado(os). 3- Tener una sólida base ideológica de carácter político, religioso, cultural, étnico o nacional. 4- Encontrarse con capacidad real del control de un territorio, de alcanzar el poder de un(os) Estado(os), o ser un factor de poder en un(os) Estado(os), así como tener representaciones a nivel internacional. 5- Ser recomendada por lo menos por un país, Estado u organismo internacional para que la misma pueda presentar formalmente sus demandas ante la comunidad internacional, y por supuesto ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. A fin de comprender claramente tales presupuestos, veamos los siguientes ejemplos históricos: 1- La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) alcanzó el estatus jurídico de fuerza beligerante en representación del pueblo palestino después de ser recomendada por petición de la Liga Árabe para que pudiera exponer formalmente sus demandas en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1974, con el discurso ante el plenario de la ONU de su líder Yasser Arafat, primer presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). 2- El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua alcanzó el estatus jurídico de fuerza beligerante en representación de las fuerzas rebeldes nicaragüenses después de ser recomendada por petición del gobierno de Panamá, presidido entonces por el general Omar Torrijos, y por el presidente de México, Lic. José López Portillo, para que pudiera presentar sus demandas en el seno de la Asamblea General de Naciones Unidas en el año de 1978, con el discurso de su líder Daniel Ortega, quien devendría presidente de la Republica de Nicaragua. 3- Otros ejemplos históricos de destacada connotación los encontramos en: 1- El Movimiento Popular para la Liberación de Angola dirigido por Angostinho Neto, primer presidente de la Republica Popular de Angola; 2- El Frente Popular para la Liberación del Sahara (Frente POLISARIO) dirigido por Mustafá Sayed, quien fuera primer presidente de la República Árabe Saharaui; 3- El Movimiento de Liberación Nacional del Congo dirigido por el prócer y mártir congolés, Patricio Lumumba, primer ministro electo de la Republica Democrática del Congo. Vemos, entonces, como la problemática del estatus jurídico de los Movimientos de Liberación Nacional (MLN) condiciona el contenido de las normas de conducta que les son aplicables, puesto que a cada solución clásica corresponden ciertas reglas de derecho aplicables a esos movimientos. Naturalmente, las relaciones entre los MLN y los Estados coloniales son conflictivas, pues consisten en una lucha armada y por lo general, no están reguladas por el Derecho Internacional Público, pues esta vertiente del Derecho solo regula las relaciones de los Estados entre sí y con las demás personas jurídicas internacionales (ejemplos, la ONU, la OEA en el continente americano o la OUA en el continente africano). DESCOLONIZACIÓN En la Carta de las Naciones Unidas, existen dos categorías de pueblos sometidos a dominación colonial: la primera, territorios no autónomos; que eran colonias de los Estados vencedores y Estados no enemigos, y la segunda territorios en fideicomisos, que son los sometidos a un régimen de administración fiduciaria y eran territorios bajo mandatos, segregados de los países vencidos y los que voluntariamente quisieran poner bajo tal régimen las potencias coloniales. La Resolución 2625 (XXV) de 24 de octubre de 1970 retorna los principios de las Naciones Unidas que contemplan los derechos de los pueblos, el derecho a la autodeterminación, que se configura como un derecho subjetivo, y obligaciones como el no derecho ilimitado a la independencia y secesión y el respeto a la unidad nacional e integridad territorial, y subraya que una guerra de agresión constituye un crimen contra la paz, que, con arreglo al Derecho Internacional, entraña responsabilidad. Ahora bien, los pueblos sometidos a dominación colonial con posterioridad a 1945, han visto reconocida la titularidad del derecho a la libre determinación. Este derecho fue proclamado en las resoluciones 1514 de 14 de diciembre de 1960 y en la resolución 2625 de octubre de 1970, refrendadas ambas por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Además, a los pueblos sujetos a dominación colonial se les ha reconocido el derecho a la soberanía permanente sobre los recursos que existen en sus territorios, por la resolución 1803 de 14 de diciembre de 1962. Por ejemplo, el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, que es el máximo órgano judicial de la ONU, en sus dictámenes de 21 de junio de 1971 en relación con Namibia y de 16 de octubre de 1975 relativo al Sahara occidental, afirmó el derecho a la autodeterminación, como derecho de los pueblos, a poner fin a toda situación colonial. A ciencia cierta lo sucedido es que fue durante el proceso histórico de descolonización, sobre todo a partir de la década de los 60, cuando este derecho mostró toda su fuerza y llevó a la independencia de sus respectivos territorios, sobre todo en el continente africano, convirtiéndolas en nuevos Estados independientes, miembros de la comunidad internacional. Este derecho de libre determinación de sus pueblos en el mundo contemporáneo en un momento de cierto declive de los Estados nacionales, muestra diversos casos de nacionalismos que aspiran a la independencia política y a configurarse como Estados independientes, invocando su pretendido derecho a la libre determinación. El ejemplo clásico lo hallamos en todo el trasfondo de la guerra en la antigua Yugoslavia, donde grupos nacionalistas intentaron por la fuerza alcanzar su independencia política, acción que ha bañado en sangre a la otrora gran república balcánica, hoy desmembrada en siete Estados, algunos de ellos no reconocidos. . Hay otros casos en que invocando el derecho a la libre determinación tratan de justificar el empleo de la violencia y del terrorismo, como es el caso del Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en ingles) o el vasco ETA (Euskadi Ta Askatasuna). En todo caso, el derecho internacional proclamado en ese derecho de libre determinación no justifica el uso del terrorismo como vía para obtenerlo. Ahora bien, muchos de los Movimientos de Liberación Nacional (MLN) surgidos en la década de los sesentas no se caracterizaron por cometer actos terroristas, sino por la lucha armada a despecho de la superioridad numérica y en armamentos de los ejércitos contra los que combatían. Esta íntima vinculación de los Movimientos de Liberación Nacional con los pueblos sujetos a dominación colonial, racista o extranjera, que luchan por su libre determinación (suerte de expresión de la totalidad o parte de la población de un territorio sometido a dominación colonial, que tiene como objetivo la libre determinación o independencia de ese territorio), les valió el reconocimiento por uno o varios miembros de la comunidad internacional organizada, bien sean por Organizaciones Internacionales de carácter regional de su área geográfica o por la Asamblea General de la ONU. Imperialismo y descolonización El Imperialismo es la doctrina política que justifica la dominación de un pueblo o Estado sobre otros; habitualmente mediante distintos tipos de colonización (de poblamiento, de explotación económica, de presencia militar estratégica) o por la subordinación cultural, o sea, aculturación. Los términos "imperialismo" y “colonialismo”, muy relacionados, no son estrictamente sinónimos. Los Imperios han existido a lo largo de toda la historia, desde su mismo comienzo en la Edad Antigua, pero el uso del término "imperialismo" suele limitarse a la calificación de la expansión europea que se inicia con la era de los descubrimientos a partir del siglo XV y se prolonga durante toda la Edad Moderna y Edad Contemporánea hasta el proceso de descolonización tras la Segunda Guerra Mundial. Más específicamente, la expresión Era del Imperialismo, utilizada por la historiografía, denomina al periodo que va de 1871 a 1919, en que se produjo una verdadera carrera para construir imperios coloniales, principalmente con el llamado reparto de África. A ese periodo se refieren dos de los textos más importantes que fijaron el concepto: Imperialism, a study, de Hobson, y El imperialismo, fase superior del capitalismo, de Lenin. La perspectiva marxista entiende el imperialismo no esencialmente como una forma de dominación política, sino como un mecanismo de división internacional del capital y el trabajo, por el que la propiedad del capital, la gestión, el trabajo de mayor cualificación y la mayor parte del consumo se concentran en los países "centrales"; mientras que en los países "periféricos", que aportan el trabajo de menor cualificación y los recursos naturales, sufren un intercambio desigual que conduce a la explotación y el empobrecimiento. En politología también se emplea la nomenclatura "norte-sur" para esta forma de relación. La actitud adoptada por algunos estados para pretender colocarse por encima de otros estados o comunidades es hoy día considerado una forma de imperialismo moderno, referido especialmente a la actitud de algunas potencias, principalmente Europeas, Israel y Estados Unidos de Américas que manipulan la Organización de las Naciones Unidas y permiten la autodeterminación de los pueblos solo cuando responde a los intereses económicos de estas potencias. DERECHO INTERNACIONAL Y ESTADOS Los sujetos de Derecho Internacional son los Estados, las organizaciones internacionales, la comunidad beligerante o insurrectos beligerantes, los movimientos de liberación nacional y el individuo –persona física como sujeto pasivo del Derecho internacional, es decir que recibe de él derechos y obligaciones. Además, pueden agregarse ciertos casos especiales, como el de la Santa Sede, la Orden de Malta y el Patriarcado de Constantinopla. Los sujetos son las entidades con derechos y obligaciones impuestas por el Derecho internacional. Para la concepción clásica, los Estados son los sujetos plenos del ordenamiento internacional, sin que puedan existir otros sujetos que no sean Estados. En la actualidad, esta posición ha sido revisada, considerando que si bien los Estados son los sujetos naturales y originarios, existen a su lado otros sujetos derivados o secundarios. Para que una comunidad beligerante –o un Movimiento de Liberación Nacional- sea reconocida como sujeto de Derecho Internacional Público a tenor con las normas internacionales, debe reunir los siguientes requisitos: Que el movimiento beligerante revista importancia y continuidad; tratarse de un movimiento auténticamente nacional, no admitiéndose injerencia extranjera; y el levantamiento de los beligerantes debe estar regido por las normas y costumbre de guerra, respetándose el Derecho humanitario, la Convención de Ginebra, etcétera. La comunidad beligerante que ha sido reconocida, posee ciertos derechos y obligaciones otorgadas por el orden jurídico internacional, como por ejemplo, la posibilidad de instruir bloqueos, tomar presas, cobrar impuestos, y otros. Esto evidencia que la comunidad beligerante posee el carácter de un sujeto de Derecho internacional ejerciendo supremacía de hecho en el territorio bajo su control. Los Movimientos de Liberación Nacional (MLN) tienen cierto estatus internacional, que se expresa en la representación que puedan tener en los Estados. Pueden gozar del estatus de observadores de la Asamblea General de la ONU y esta puede recomendar a los Estados miembros que le concedan inmunidades y privilegios para el ejercicio de sus funciones, así como participar en Conferencias Internacionales. Como es natural su participación es limitada y derivada de la concesión y reconocimiento otorgado por la comunidad internacional con carácter funcional, para ejercitar su derecho a la autodeterminación. Por otro lado, para el gobierno y manejo de sus relaciones, los propios Estados se ven obligados a la creación de sujetos internacionales; es decir, el orden jurídico parte de la voluntad de los Estados. Los Estados como sujetos creadores de Derecho Internacional tienen la prerrogativa de dar existencia a nuevas personas internacionales, y la función privativa de los Estados, que es la de elaborar las normas del Derecho Internacional, es compartida y delegada a estos nuevos sujetos, como por ejemplo, las organizaciones internacionales o fuerzas armadas en misiones internacionales. El sujeto propiamente dicho del orden jurídico internacional es el Estado, definido en la Convención Panamericana de Montevideo en 1933, por cuatro elementos: Población; Territorio determinado; Gobierno, y Capacidad de entrar en relación con otros Estados. Teniendo dichos elementos un Estado queda constituido, aunque no sea reconocido por la comunidad internacional. Tratándose de Estados Federales, existe una sola persona de Derecho internacional responsable por los actos y omisiones de todos los Estados miembros, que es el Estado Federal. La posibilidad de celebrar acuerdos internacionales la tiene el Estado Federal. Las naciones independientes serían el tipo de entidades políticas que gozan de personería. Por tanto, la dependencia afecta o disminuye su calidad de sujeto de Derecho internacional. Los Estados al ser soberanos pueden limitar voluntariamente su soberanía. Es así que existen Estados bajo protectorado: situación resultante de un tratado entre dos Estados, mediante el cual uno de ellos coloca su seguridad bajo la protección del otro y a cambio de esa protección confía al Estado protector la conducción de sus relaciones internacionales; Estados bajo cuasi protectorado: el Estado no transfiere totalmente a otro el manejo de sus relaciones internacionales, pero acepta ciertas restricciones en el desarrollo de su política internacional (se trata generalmente de relaciones económicas); y Estados neutralizados: son aquellos que de acuerdo con un tratado, establecen el compromiso de mantener su neutralidad en todo conflicto bélico futuro, con respecto a otros Estados que se obliguen a respetar tal neutralidad. Durante mucho tiempo, el Derecho Internacional rigió las relaciones entre Estados independientes, mediante reglas jurídicas rígidas cuya voluntad se expresaba en los tratados o en los usos generalmente aceptados, consagrando principios de derecho. No obstante, esta concepción tradicional ha ido perdiendo vigencia en nuestros días. En el derecho contemporáneo se puede afirmar que los Estados no son los únicos sujetos de Derecho Internacional: la sociedad internacional actual está integrada por un conjunto muy heterogéneo de entidades que participan en la sociedad internacional. También hoy los Estados son muy diferentes, tanto en su número como en sus funciones, de lo que eran antes de la primera guerra mundial. Hoy los Estados son incapaces para solucionar por sí mismos, aisladamente, una serie de problemas que exigen un esfuerzo de cooperación internacional de carácter permanente y asentado en instituciones. Es aquí donde desempeñan un papel preponderante las organizaciones internacionales, entidades intergubernamentales establecidas por un acuerdo internacional, dotadas de órganos permanentes propios e independientes encargados de gestionar intereses colectivos y capaces de expresar una voluntad jurídica distinta de la de sus miembros. A raíz de estos cambios y del mal manejo de las Naciones Unidas por las grandes potencias que actúan como verdaderos titiriteros, se ha formado la organización de las Naciones Unidas no Representadas. Las UUN www.uun.ch., por su sigla en inglés, tienen ell objetivo principal de asistir y representar a las Naciones y a los Pueblos no representados, a las Naciones y Pueblos sub-representados, Estados de Facto, Estados de Jure, Naciones y Pueblos mal representados y Micronaciones, de forma tal que puedan expresar su posición en los foros apropiados y obtener el reconocimiento, ya que no han podido en las Naciones Unidas. DERECHO A LA AUTODETERMINACIÓN El derecho de libre determinación de los pueblos o derecho de autodeterminación es el derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, su desarrollo económico, social y cultural, y estructurarse libremente, sin injerencias externas. La libre determinación está recogida en algunos de los documentos internacionales más importantes, aunque no siempre es respetada. Este derecho está reconocido en la Carta de las Naciones Unidas, los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, aunque no en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. También numerosas resoluciones de la Asamblea General de la ONU hacen referencia a este principio y lo desarrollan: por ejemplo, las resoluciones 1514 (XV), 1541 (XV) ó 2625 (XXV), relativas al derecho de autodeterminación de los pueblos coloniales, pero en las últimas décadas no se han desarrollado nuevas políticas, más actuales. El derecho de autodeterminación es un principio fundamental del Derecho internacional público y un derecho de los pueblos, que tiene carácter inalienable y genera obligaciones erga omnes (frente a todos) para los Estados. Incluso, de acuerdo con muchos autores, la libre determinación ha devenido norma de ius cogens (normas de derecho imperativo o perentorio que no admiten ni la exclusión ni la alteración de su contenido). El derecho a la autodeterminación, es opinar sobre su confirmación política y económica y si fuera su deseo, a convertirse en Estado soberano independiente. El ejercicio de la autodeterminación no tiene que llevar siempre a la independencia de las colectividades sujetas a dominación colonial; existen otras posibilidades como la libre asociación o integración en un Estado independiente o la adquisición de cualquier otra condición política libremente decidida por él. El principio de auto determinación es un derecho a poder pronunciarse, está reconocido por el derecho internacional, se le otorga una naturaleza consuetudinaria y se le reconoce como una norma de Jus Mogens (obligatoria). Hay situaciones coloniales donde no procede la consulta a la población, como por ejemplo en enclaves coloniales objeto de retrocesión por los Estados administradores a los Estados en cuyos territorios se encuentran enclavados. Tales son los casos del Territorio Ifni (España y Marruecos); soberanía de China sobre Hong-Kong bajo ciertas condiciones; Gibraltar; Islas Malvinas… Estos no son “pueblos” con libre determinación, ni poblaciones originarias o autóctonas sino que han surgido a partir de una agrupación, o bien han sido integradas por los Estados. Tampoco se considera “pueblos” a ciertas comunidades humanas que invocan esto para la autodeterminación, empleando la fuerza o el terrorismo, como lo han hecho el ETA y el IRA. El Derecho Internacional no va a amparar el derecho de secesión, siempre primará el principio de la integridad territorial. Por el lado contrario aparecen los Movimientos de Liberación Nacional (MLN) estrechamente vinculados a los pueblos sujetos a dominación colonial y que luchan por su libre determinación. Estos movimientos han ido ganando cierto estatuto internacional, no solo dentro de organizaciones internacionales regionales como la Liga Árabe o la Organización para la Unidad Africana, que son asociaciones directamente comprometidas con la lucha anticolonial, sino también en el terreno de las Naciones Unidas. Algunos de estos movimientos, como por ejemplo lo fue en su momento la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), disponían de representaciones con rango diplomático o cuasi diplomático en un amplio número de Estados. Así, respecto al caso de la OLP, el 14 de febrero de 1986, la oficina de información diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de España hizo público el comunicado siguiente: “El gobierno español confirmando su tradicional política de amistad y solidaridad con el pueblo palestino y convencido del papel primordial que debe jugar la OLP en la búsqueda de una solución global, justa y duradera del conflicto árabe-israelí, ha decidido con esa fecha, formalizar el estatuto de la oficina de dicha organización en España”. También dentro de las Naciones Unidas se les ha reconocido a algunos movimientos el estatus de observadores a partir de 1974. Para reafirmarlo, en 1980 la Asamblea General de las Naciones Unidas instó a los Estados miembros a que concedieran a los delegados de los Movimientos de Liberación Nacional el estatus de observadores, junto con las facilidades, las inmunidades y privilegios necesarios para el desempeño de su misión, conforme al convenio de Viena de 1975 sobre representación de los Estados en sus relaciones con las organizaciones internacionales de carácter universal. Este es el caso de la OLP, que tras autoproclamar la independencia del Estado de Palestina por decisión adoptada por el Consejo Nacional Palestino el 15 de noviembre de 1988, intenta no solo el reconocimiento de Palestina como Estado ante la comunidad internacional, sino también su admisión como Estado miembro de alguno de los organismos especializados de las Naciones Unidas. En este contexto cabe recordar que el 31 de octubre del 2011, durante la XXXVI Conferencia General de la UNESCO, el Estado de Palestina se convirtió en el miembro número 195 luego de obtener 107 votos a favor. MOVIMIENTOS DE LIBERACION NACIONAL (MLN) Ahora bien, ¿cuál ha sido el saldo político, económico y cultural heredado luego del fin de la guerra fría en el mundo actual? ¿Cuáles son las nuevas coordenadas de este sistema multipolar que se abre ante nuestros ojos, con todas sus enseñanzas, rectificaciones, riesgos y oportunidades? Estas interrogantes, en cualquier ámbito que se planteen –individuos, instituciones, gobiernos-, son el resultado de la imperiosa preocupación que, por lo menos, exige una actitud reflexiva y critica de la actual situación internacional. Otro orden de realidades, fuera del espacio este-europeo, también sugiere cambios radicales en la anterior composición bipolar. Los esfuerzos democratizadores en América Latina, el resurgimiento de los nacionalismos y los fundamentalismos religiosos, y la aparición de nuevos centros de acumulación de capital, como por ejemplo en Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur (que se han articulado en una escala competitiva, como parte de la integración económica global), así lo evidencian. Si bien tales factores han operado como aceleradores del cambio, llenando el vacío dejado por la guerra fría, también es cierto que las formas y trayectorias que han adquirido tampoco anuncian el nacimiento de un orden internacional justo e incluyente, pues aun se mantiene una contradicción no resuelta: la creciente integración global, que prescinde de la nacionalidad económica y política, y que se contrapone a la identidad cultural reflejada en el resurgimiento de los nacionalismos de distinto corte... Los pueblos tenían una restricción de ciertos derechos porque no se les reconocía la libre autodeterminación. La resolución 23-25 de la ONU, valida un principio surgido con la Revolución Francesa de 1789: el principio de las nacionalidades. Hoy ya existe esa libre autodeterminación de los pueblos. Éste principio tuvo especial importancia durante las grandes descolonizaciones y es muy importante, aunque en ocasiones se malinterpreta, pues choca con otros principios de la sociedad internacional, especialmente con la integridad territorial de los estados, donde prima sobre la autodeterminación. Es un principio que nos confunde porque se vincula a la adquisición de la independencia, pero esto es falso: su verdadero sentido es el de elegir un destino. El problema principal que encontramos es el de qué entendemos por pueblo, concepto que al final se convierte en político y se presta a mal interpretaciones partidistas. Detrás de los pueblos se encuentra el verdadero actor internacional: el Movimiento de Liberación Nacional, que es un grupo organizado que lucha para conseguir la autodeterminación y por los intereses de su pueblo. Algunos tienen capacidad de influencia y muchos han sido admitidos en organizaciones internacionales. Su estatuto de actor les va a permitir estar presentes en conferencias internacionales y allí mostrar su capacidad de incidir en la toma de decisiones. El hecho de ser un movimiento de liberación nacional entraña la aplicación de normas a ese movimiento, sobre todo las del derecho internacional humanitario (derecho de protección de víctimas, combatientes y prisioneros) porque suelen estar inmersos en conflictos armados. Ahora bien, quizá entre otras definiciones, la que más identifica a liberación nacional es el modo de una nación para sustraerse de una potencia extranjera, acción que en la mayoría de las veces conduce al surgimiento de un nuevo Estado por los efectos de una secesión independentista, como sucedió con los territorios de la península balcánica, o sea, los Estados de Bosnia y Herzegovina, Croacia, Montenegro, República de Macedonia, Serbia y Eslovenia, o como también el de Malta, por solo citar algunos. En la mayoría de los casos, la liberación nacional concuerda con la descolonización, fenómeno que en dos ocasiones desembocó en el desmantelamiento de los grandes imperios coloniales de las potencias europeas. Ayuda de terceros estados a los Movimientos de Liberación Nacional (MLN) La relación que mantienen los Movimientos de Liberación Nacional (MLN) con los Terceros Estados o con las organizaciones internacionales, deviene aspecto clave para su supervivencia y posterior reconocimiento a nivel internacional. De ahí que la Organización de Naciones Unidas tiende a favorecer esas relaciones Luego de haber calificado de legítima la lucha de los MLN, las Naciones Unidas llegaron a la siguiente conclusión: “el reconocimiento de la legitimidad de la lucha de los pueblos coloniales para la obtención de la libertad y la independencia tiene por corolario el otorgamiento, por los organismos ligados a la ONU, de todo apoyo moral y necesario a los Movimientos de Liberación Nacional…” (Resolución No. 2704 (XXV), de 1970. La ayuda o apoyo indirecto consiste en debilitar al adversario de los MLN, ya sea sobre el plano moral o sobre el plano material. En su momento y por tal motivo se solicitó a las organizaciones del sistema de la ONU, por una parte, “tomar las medidas pertinentes para evitar toda colaboración con los gobiernos portugués y sudafricano, así como el régimen ilegal de la minoría racista de Rodesia del Sur” (Resolución No. 2704), o mediante la Resolución No. 2555 (XXV) del propio año, dirigida a que ciertas organizaciones especializadas, en particular el FMI y el BIRD, cesaran toda ayuda financiera, económica, técnica a los gobiernos portugués y sudafricano Asimismo, la Resolución 2621 (XXV), de 1973, de la Asamblea General de la ONU, titulada “Programa de acción para la aplicación integral de la declaración sobre el otorgamiento de la independencia a los países y pueblos coloniales” fue, en cierta medida, un resumen del nuevo estatus de los Movimientos de Liberación Nacional. Gracias a este mecanismo, además de la ayuda moral, los Terceros Estados pudieron organizar un sostén material, el cual se tradujo en abastecimiento y subsidios a determinados MLN. Desde entonces, los Movimientos de Liberación Nacional poseen un estatus en el Derecho Internacional, lo que se traduce en que a esos movimientos se les considera como tales, y no a través de ciertas características que los convierte en refugiados, beligerantes o bien en nuevos Estados. La elaboración de ese estatus posee múltiples repercusiones sobre el conjunto del Derecho Internacional Público. El lugar casi excepcional que tiene el principio del “derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos –sobre el cual se fundamenta el estatus de los Movimientos de Liberación Nacional- transforma la interpretación de otros principios del Derecho Internacional clásico, transformando –valga la redundancia- conceptos tales como “conflicto internacional”, “legítima defensa”, “injerencia en los asuntos internos de un Estado”, “neutralidad”, “recurso a la fuerza”, y otros. Por consiguiente, el valor jurídico del principio de los “pueblos a disponer ellos mismos” es en la actualidad casi unánimemente aceptado, aunque su contenido y consecuencias –tal y como se valora en el seno de las Naciones Unidas- son problemáticos, pues el estatus de los MLN es cabalmente una de las consecuencias de ese principio. El estatus de los Movimientos de Liberación Nacional es esencialmente otra de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de la ONU. El mencionado estatus está contenido en las resoluciones de esos dos órganos. Las resoluciones de la Asamblea General de la ONU no tiene un carácter obligatorio para los Estados, mientras que las resoluciones del Consejo de Seguridad son obligatorias solamente dentro del marco del Capítulo VII de la Carta constitutiva de la citada entidad mundial. Transcurridos casi 14 años del siglo XXI, hay que reconocer que la eficacia del estatus de los Movimientos de Liberación Nacional está disminuida por su campo de aplicación. Puede constatarse que dicho estatus no se aplica a todos los MLN, y deja a un lado eventos en Asia y el Medio Oriente, fundamentalmente. Para los expertos esto no causa sorpresa, dado que, a partir del momento en que una situación interesa de muy cerca a las naciones más poderosas de hoy, se descarta la competencia de la ONU y por consiguiente se reduce su poder de acción. Cabe reconocer, como colofón, que la problemática de los Movimientos de Liberación Nacional continúa siendo una asignatura aún pendiente de solucionar. No es menos cierto que se ha avanzado en soluciones y búsquedas que contribuyen a transformar diversos aspectos de tan multifacético asunto. Si no se ha avanzado más obedece, en gran medida, a que los Movimientos de Liberación Nacional dependen todavía de muchas consideraciones políticas, y de acuerdo también con los expertos, “en el mundo de hoy, ese problema no puede ser resuelto íntegramente por la vía jurídica”. Las Naciones Unidas y los Movimientos de Liberación Nacional Jus ad Bellum es el término utilizado para referirse a la rama del derecho que define las legítimas razones que un Estado tiene para entrar en guerra y se enfoca en ciertos criterios para hacer la guerra justa. El término, de apariencia antigua por su sacralidad latina, fue acuñado durante la vigencia de la Sociedad de Naciones y su uso solo tomó auge después de la II Guerra Mundial, especialmente a finales de la década de los cuarenta del siglo XX. El principal recurso legal del Jus ad Bellum deriva de la Carta de las Naciones Unidas, que declara en su Artículo No. 2 (4): "Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas." y en el Artículo 51 señala que: "Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas..." En su Primer Protocolo, el Artículo 1 apartado 4 de la Organización de Naciones Unidas (ONU) establece que sus disposiciones se aplicarán a los conflictos armados en que los pueblos luchen contra la dominación colonial y la ocupación extranjera, y de igual forma contra los regímenes racistas. El Artículo 96.3, prevé la aceptación de los convenios de Ginebra de 1949 y del propio protocolo por parte de los Movimientos de Liberación Nacional. Esa aceptación puede tener lugar por medio de una declaración del representante del Movimiento de Liberación Nacional; o una declaración dirigida al depositario de los convenios y protocolos. Las Naciones Unidas no Representadas y los MLN Jus in Bello es un término usado para referirse a la rama del derecho que define las prácticas aceptables mientras se está en guerra (Reglas de la guerra o Derecho de guerra), y sus disposiciones se aplican a todas las partes en conflicto, independientemente de los motivos del conflicto y de la justicia de la causa defendida por una u otra parte. Aunque los ejércitos están preparados para ganar la guerra por la fuerza de las armas, no pueden realizar todas las acciones que sean o que parezcan necesarias para lograrlo. Existen ciertas restricciones que se extienden a la forma de causar daño, la protección a los no-combatientes y al uso preciso y moderado de armas en la guerra. Estas restricciones ayudan a limitar los sufrimientos de la guerra, tanto como sea posible, una vez que se ha iniciado, además de ofrecer protección y asistencia a las víctimas. Por consiguiente, hoy en día nadie pone en duda la aplicación del llamado derecho humanitario bélico durante los conflictos armados, de los que son actores principales en primer término los pueblos que luchan contra la dominación colonial y la secuela de injusticias que este mal trae aparejado. La conferencia diplomática sobre la reafirmación y el desarrollo del derecho internacional humanitario, aplicable en los conflictos armados, celebrada en Ginebra entre 1964 y 1977, retomó los protocolos adoptados en los convenios de Ginebra de 1949 por la comunidad internacional surgida como consecuencia del proceso de descolonización. Una serie de normas jurídicas internacionales, además de diversos datos que suministra la práctica internacional, reconocen un cierto estatus jurídico internacional a los Movimientos de Liberación Nacional y, en medida limitada, estos movimientos tienen una cierta personalidad jurídica en el Derecho Internacional contemporáneo y especialmente en determinados sectores del mismo, como el Derecho Humanitario, el Derecho de los Tratados y el Derecho Diplomático. Pero también hay que señalar que el reconocimiento jurídico de los Movimientos de Liberación Nacional es difícil y con diversas ambigüedades, porque no todos los grupos que aspiran al ejercicio del derecho de libre determinación han sido aceptados como tales por la comunidad internacional, por esto las Naciones Unidas no Representadas acogen todos los Movimientos de Liberación Nacional que hayan expresado el firme rechazo al terrorismo, la discriminación racial y/o religiosa