Moais ¡Moai…. Cuéntame…! ¡Abre el vientre de tu silencio y dime…! ¿A qué hora de la historia llegaron los polinesios A esta Isla, que hoy llamamos ‘Pascua’? ¿Cuántos eran, cuando sus canoas, con hombres y mujeres, con gallinas, plantas y semillas aproaron en la playa de Anakena? ¿Y cómo y cuándo fue que imaginaron y necesitaron del parto duro y bello que te diera a luz desde el seno puro y áspero de la montaña de ‘Ranu Raraku’? ¡Sí…! Esos hombres te dieron alma y cuerpo. ¡Sus propias almas! Cargadas con memoria de los ancestros. ¡Sus propios cuerpos! Cuerpos oscuros de sol y blancos de taros, camotes, plátanos y pescados. ¡Dime Moai, de orejas largas… cuéntame lo que has oído! ¿Qué decían tus escultores? ¿Cantaban, rezaban, reían, lloraban, se lamentaban? ¿Y el rey… asistía a tu parto o a tus largos viajes de transporte o cuando conseguían ponerte en pie o al final cuando ya mirabas con tus hermosos ojos de coral? ¡Dime Moai…! ¿Qué ataque de vanidad y orgullo te venían cuando eras adornado con ese vistoso sombrero rojo? ¿Y tú… Moai… que te has quedado echado a inicios, o a mitad o tan cerca de la meta final de tu destino, qué pasó con tu viaje? ¿Por qué no has llegado hasta el fin y te has quedado allí rendido por tierra como la herencia de una derrota? ¡Cuéntame tú Moai, que estás en cuclillas…! ¿En qué piensas, qué meditas, qué esperas…? ¿Y ustedes moais mujeres….? ¡Solo seis! ¿Por qué tan pocas? ¿Y ustedes Quince…. Por qué miran hacia la isla y no a ese bello mar, no tan pacífico pero impetuoso y magníficamente azul en el horizonte? ¡Tú, Moai mayor, toma tus veintiún metros y ponte en pié! ¡Recupera y devuélvenos tu elegancia y magnificencia! ¡Todos ustedes moais, que reposan boca abajo sobre los ahus levántense, ya es hora de volver a dar la cara al mundo! Queremos escuchar la música de los siglos, junto al canto de los ancestros, grabados en sus toneladas de piedra basáltica, que el viento poco a poco lleva para sí. Fray Jorge Fernández. Febrero 2012.