TEOLOGÍA PLATÓN “Teología” fue usada por primera vez en Filosofía por Platón, en la República, refiriéndose con ella al estudio sobre Dios. Según Grube (El pensamiento de Platón) el problema de lo divino está presente en Platón desde las primeras obras, aunque no hay un tratado dedicado a este tema. Ya en el Eutifrón acepta implícitamente que el mundo está gobernado por una voluntad divina, que lo gobierna con justicia. En estos primero diálogos, Platón mantiene una posición teológica convencional, admitiendo que hay dioses sobrenaturales, inmortales. Sin embargo, cuando escribe la República, en especial el libro VI, cambia esa concepción convencional de los dioses y describe la Idea Bien en sí mediante la analogía del Sol, diciendo que la Idea Bien en sí es respecto de las demás Ideas como el Sol respecto de los demás seres mundanos: fuente de entidad y de cognoscibilidad. Es decir, la Idea Bien en sí es causa de que las demás Ideas existan (e indirectamente, que el resto de los seres existen), lo mismo que el Sol es causa de que existan los vegetales, por ejemplo. Y también es causa de que nosotros podamos conocer el resto de las Ideas, lo mismo que el Sol, con su luz, alumbra los objetos y es causa de que los podamos ver, conocer. Amabas características, causa de existencia y de cognoscibilidad son atributos de Dios. Además, La Idea Bien en sí es el supremo ser, lo mismo que Dios lo es. Son estos argumentos los que han llevado a muchos autores a interpretar que la Idea Bien en sí es el Dios de Platón, un Dios trascendente, no personal, eterno, autosuficiente, etc., características todas ellas que podemos reconocer como divinas. A favor de esta interpretación encontramos también el libro X y final de la República (596b-c, d-e), el cual contiene una detallada exposición de la teoría de las Ideas. No obstante lo anterior, debemos decir que en el Timeo se produce la aparición de un personaje mítico, el Demiurgo, que cumple funciones divinas respecto del mundo, del ámbito de lo mudable. El Demiurgo platónico es un artesano divino y benevolente, la personificación de la razón, que trabaja, como ha indicado Víctor Brochard (Estudios sobre Sócrates y Platón , Losada 1945), con los ojos fijos en los modelos de las Ideas para producir un cosmos bueno, bello e intelectualmente satisfactorio, a pesar de luchar contra las limitaciones de la materia. Platón no identifica el Demiurgo con la idea de Bien. Al proyectar las Ideas sobre la jorá, el Demiurgo configura el mundo físico, le da forma, le dota de orden, lo regula, hace que imite la inmutabilidad de las Ideas, en la medida de lo posible, pues la jorá impone, también, sus condiciones. De esta manera, el Demiurgo introduce orden y razón en el mundo de la necesidad y del azar representados por la jorá. Sin duda el Demiurgo es divino, es un Dios, pero su divinidad es inferior, según la opinión de la mayoría de los intérpretes, a la divinidad de las Ideas y, sobre todo, a la Idea Bien en sí. El demiurgo es el agente movilizador, dinamizador del mundo, la causa eficiente de que el mundo sea ordenado. Pero las Ideas son el modelo, el patrón imitado por las cosas del mundo, que participan, de ese modo, de lo eterno. Esas Ideas son, por tanto, causa formal del mundo. El Demiurgo es un ordenador del mundo, un configurador, pero no un creador, en sentido estricto, es un artesano racional que edifica el cosmos sobre principios geométricos. Lo primero que produce es el Alma del Mundo, que es una substancia no sensible, invisible, pensante y viviente. Ella da vida al cosmos, es un principio vivificador. Platón también concede caracteres divinos al Alma del Mundo, porque considera que el mundo, como un todo, está ordenado, no es un puro mecanismo, y este orden procede de que está regido por un alma del mundo, alma inteligente y providente. El Demiurgo del Timeo está ya prefigurado en la República (507 c) al hablar del “artífice de los sentidos” y en el mito del Político (269 c- 273 d y ss.). Este demiurgo es providente, inteligente y eterno. Entre el Demiurgo y las cosas del mundo hay, según Platón, una serie de dioses intermediarios que son superiores al Demiurgo pero inferiores a la Idea Bien en sí. Estos dioses, localizados muchos de ellos en astros y estrellas, son seres vivos inteligentes. Se ha comentado mucho si Platón es monoteísta o politeísta. Es difícil catalogar a Platón desde la perspectiva de la Teología actual. Parece que el Dios de Platón es trascendente, bondadoso, inteligente y providente, inmutable y eterno. En cierto modo, podemos decir que Platón sostendría que Dios es Uno, por cuanto identificará la Idea Bien en sí con lo Uno en sí, pero, en otro sentido, atribuye caracteres divinos a muchos otros seres: Demiurgo, alma del mundo, parte del alma humana y los dioses de los astros. Lo que delata, según Platón, la existencia de lo divino, es el mero hecho de que haya orden en el mundo, causada, según él, por la existencia necesaria de un ordenador, de una inteligencia que dota de orden y armonía a lo que, de lo contrario, sería caótico y azaroso.