En Marzo de 1 8 0 6 fué firmado por D. Pedro Cevallos un documento en el que se aprecia el rigor con que se llevaban, por entonces, los asuntos del Real Gabinete. D. Pedro Rodríguez Novoa había solicitado autorización del Ministro para tomar notas de las colecciones mineralógicas, y una vez obtenida, se presentó en dicho establecimiento exigiendo del Director se le franqueasen los armarios y la biblioteca. Replícanle que eso no se había concedido ni a D. Diego Godoy ni tampoco a Mr. Dumeril, quienes acababan de visitar el Gabinete; mas como insistiese Novoa en su pretensión, sabedor de ello el Ministro, expidió un documento concediéndole sí, permiso para tomar apuntes y delineaciones en días extraordinarios, pero negándolo para entrar en las salas reservadas, abrir estantes y usar libros de la biblioteca. Tal era el cuidado con que se procedía en cuanto se relacionaba con el Gabinete. En el mismo año de 1 8 0 6 regresó de Méjico D. Martín Sessé, Director de la Expedición botánica, que había trabajado allí desde 1 7 8 8 . Por aquellos días llegaron de Veracruz en la fragata «Rufina» doce cajones que contenían entre otros objetos una colección de animales disecados, algunos muy notables, como el «Stelio iguanens», especie nueva de lagarto; el Bipes canaliculatus, género nuevo de reptil con dos manos; el Ramphasthos totonacus, especie de ave de la Sierra Totonaca; el Buceo quesal, especie nueva de Buceo, la más hermosa de las conocidas; el Anas guttata, especie nueva de pato; el Scolopax guttata, especie nueva de becacina; la Certia bateritia, especie nueva de trepadora; el Oriolus guliflavus, especie nueva de oropéndola; la Emberiza trucidata, especie nueva de pájaro hortelano; el Discbizomenos cyanocephalus, género nuevo de pajarito, y varias otras especies asimismo nuevas. Eran estos ejemplares muestras bien claras de los grandes resultados obtenidos en esa Expedición. ¡Lástima que todo ello haya sido relegado, durante casi todo el siglo xix, al más lamentable olvido! Con fecha 1 9 de Octubre de este mismo año fueron entregados por D. Castor González, bibliotecario del Real Gabinete, a Enrique Heuland, establecido en San Peters-