STC 245/2004, de 16 de diciembre: ausencia de requisitos procedimentales y de fundamentación necesarios para el válido planteamiento de una cuestión de inconstitucionalidad. Utilización del Decreto-ley en materia tributaria Cristina García-Herrera Blanco Profesora Contratada Doctora de Derecho Financiero y Tributario UCM I. DOCTRINA DEL TRIBUNAL Es requisito esencial que el órgano judicial ofrezca los concretos argumentos que le llevan a dudar de la constitucionalidad de una norma, sin que quepan impugnaciones globales y carentes de una razón suficientemente desarrollada. En particular, en relación con la constitucionalidad de un Decreto-ley en materia tributaria, debe decirse por qué motivos vulnera los límites materiales que la Constitución impone a dicha norma. II. ANTECEDENTES JURISPRUDENCIALES Sobre la inadmisión de una cuestión de inconstitucionalidad por ausencia de los requisitos procedimentales y de fundamentación necesarios: SSTC 17/1981, de 1 de junio; 126/1987, de 16 de julio; 6/1991, de 15 de enero; 176/1993, de 26 de mayo; 186/1993, de 6 de junio; 340/1993, de 16 de noviembre; 43/1996, de 14 de marzo. 96/2001, de 5 de abril; 64/2003, de 3 de marzo; 133/2004, de 22 de julio. Sobre la utilización del Decreto-ley en materia tributaria: SSTC 6/1983, de 9 de febrero; 182/1997, de 28 de octubre; 137/2003, de 3 de julio; 108/2004 de 30 de junio. III. SUPUESTO DE HECHO El Real Decreto-ley 2/1996 se aprueba con la finalidad de dar cobertura legal a situaciones que se vieron afectadas por la Sentencia del Tribunal Constitucional 185/1995, de 14 de diciembre. IV. TIPO DE PROCEDIMIENTO Se trata de una cuestión de inconstitucionalidad en relación con el artículo 1 del Real Decreto-ley 2/1996, de 26 de enero, sobre determinadas prestaciones patrimoniales de carácter público gestionadas por la Administración General del Estado y los entes públicos de ella dependientes, por presunta vulneración de los artículos 31.3 y 86 de la Constitución. V. FUNDAMENTOS JURÍDICOS 1 El Tribunal afirma que “es claro que la presunción de constitucionalidad de las normas con rango de ley no puede desvirtuarse sin un mínimo de argumentación y que no caben impugnaciones globales y carentes de una razón suficientemente desarrollada (por todas, STC 43/1996, de 14 de marzo, FJ 5), como sucede en el presente caso, en el que, no es que sea sucinta la fundamentación de los Autos de planteamiento, sino simplemente inexistente, impidiendo a las partes —como alega el Abogado del Estado— ejercer su derecho de defensa, al desconocer las razones o motivos por los que se duda de la constitucionalidad del precepto cuestionado. Y no cabe, como hace la Sala de lo ContenciosoAdministrativo de la Audiencia Nacional, excusar la obligación que tiene todo órgano judicial de explicitar las razones que le llevan a plantear la cuestión de inconstitucionalidad por su posible contradicción con la Constitución en que no le corresponde «hacer pronunciamientos ni juicios de fondo sobre la efectiva vulneración de los artículo 31.3 y 86 de la CE, porque es su obligación razonar la posible inconstitucionalidad de la norma cuestionada a los efectos de que este Tribunal pueda después adoptar una decisión sobre el fondo” (FJ3º). En cualquier caso, en relación con el fondo del asunto planteado, el Tribunal se limita a señalar que “a lo que este Tribunal debe atender al examinar si el Gobierno ha excedido el límite material del artículo 86.1 de la CE es a la circunstancia de si ha existido «afectación» por el Decreto-ley de un derecho, deber o libertad regulado en el título I de la Constitución (SSTC 182/1997, de 28 de octubre, FJ 8; 137/2003, de 3 de julio, FJ 6; y 104/2004, de 28 de junio). Y en el Auto de planteamiento de la cuestión el órgano judicial, ni hace referencia explícita a ningún derecho, deber o libertad de los que aquel título prevé ni, al menos, cita algún precepto de los contenidos en dicho título que reconozca o garantice uno de tales derechos, deberes o libertades, dado que se limita a poner en conexión el artículo 86 de la CE con el artículo 31.3 de la CE, precepto este último que —como correctamente señala el Abogado del Estado— únicamente recoge un mandato dirigido a los poderes públicos para que establezcan las prestaciones patrimoniales de carácter público con arreglo a la ley”. “Ciertamente, como venimos sosteniendo, en el mismo artículo 31 de la CE, aunque en el apartado 1, se establece un «auténtico mandato jurídico, fuente de derechos y obligaciones», del que «se deriva un deber constitucional para los ciudadanos de contribuir, a través de los impuestos, al sostenimiento o financiación de los gastos públicos» (SSTC 182/1997, de 28 de octubre, FJ 6; y 137/2003, de 3 de julio, FJ 6), razón por la cual este Tribunal desde la STC 6/1983, de 4 de febrero —cuya doctrina fue seguida por las SSTC 41/1983, de 18 de mayo, 51/1993, de 11 de febrero, 182/1997, de 18 de octubre, y 137/2003, de 3 de julio— ha incluido entre los deberes cuya afectación está vedada al Decreto-ley el deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos que enuncia el artículo 31.1 de la 2 CE. Sin embargo los Autos de planteamiento, ni citan el apartado 1 del artículo 31 CE ni, de todos modo, expresan si las prestaciones patrimoniales de carácter público reguladas en el Decreto-ley impugnado constituyen una concreción de ese deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, o, lo que es igual, si están o no incluidas en el ámbito del artículo 31.1 de la CE. Esta última es, indudablemente, una cuestión que precisa de una explicación razonada en la medida en que el citado precepto conecta el deber de contribuir con el sistema «tributario»; y el órgano judicial, ni razona que las prestaciones incluidas en el Decreto-ley constituyan materialmente tributos, ni expresa por qué, en el supuesto de que no lo fueran, deben incluirse dentro del ámbito del citado artículo 31.1 de la CE”. VI. COMENTARIO CRÍTICO La Sentencia es correcta en su apreciación de falta de fundamentación de la cuestión de constitucionalidad planteada. En este caso, el Tribunal ha optado por apreciar la falta de fundamentación dictando Sentencia, en lugar de haber rechazado en trámite la cuestión planteada, haciendo uso de una de las dos posibilidades que le ofrece la LOTC. El Tribunal acierta, además, en considerar que el Auto de planteamiento se equivoca al fundamentar la inconstitucionalidad del Decreto-ley en la vulneración del artículo 31.3 de CE. De acuerdo con la jurisprudencia constitucional sobre el Decreto-ley en materia tributaria a partir de la Sentencia 182/1997, ha de entenderse, en la misma línea que había defendido la doctrina encabezada en nuestro país por los profesores FALCÓN Y TELLA y PÉREZ ROYO, que la utilización del Decreto-ley en este ámbito debe conectarse, no con el principio de reserva de ley, sino con el deber de contribuir del artículo 31.1 de la CE. Así, el Gobierno podrá hacer uso del Decreto-ley en materia tributaria siempre que se dé el presupuesto habilitante –situación de extraordinaria y urgente necesidad- y no quede «afectado», en el sentido constitucional del término, el deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos del artículo 31.1 de la CE. Pese a que el Tribunal no llega a entrar en el fondo del asunto, al no someter al Decreto-ley impugnado al juicio de constitucionalidad, en nuestra opinión, de haberlo hecho, teniendo en cuenta su laxa doctrina en esta materia, hubiera declarado la constitucionalidad del Decreto-ley. Es decir, el Decreto-ley impugnado hubiera superado con facilidad el test de constitucionalidad. En el caso de autos, la situación de urgente y extraordinaria necesidad era evidente: si no se hubiera aprobado el Decreto-Ley no se hubiera podido aplicar la 3 prestación patrimonial por ser inconstitucional y haber quedado afectada por la sentencia. Dicho en otros términos, la extraordinaria y urgente necesidad radicaba en hacer aplicable la prestación. Ahora bien, un sistema jurídico en el que puede acudirse al Decreto ley para salvar una declaración de inconstitucionalidad basada en la falta de respeto a la reserva de ley incurre en el sarcasmo y en un formalismo estéril. Es más. En palabras del profesor FALCÓN Y TELLA admitir la legitimidad constitucional del Decreto-ley 2/1996, aprobado con la finalidad de otorgar eficacia convalidante de los precios que se habían estado exigiendo sin base legal suficiente, supondría dejar en manos del ejecutivo los efectos de las Sentencia del Tribunal Constitucional. VII. RELEVANCIA JURÍDICA Se trata de un caso sin relevancia práctica puesto que afecta a una norma derogada. En efecto, la Ley 25/1988, de 13 de julio, reordenó las prestaciones patrimoniales de carácter público afectadas por la STC 185/1995 y derogó el Decreto-ley 2/1996. VIII. BIBLIOGRAFÍA FALCÓN Y TELLA, R.: “El concepto de prestación patrimonial de carácter público y la necesidad de limitar los efectos de la declaración de inconstitucionalidad respecto al artículo 24 de la Ley de Tasas y Precios Públicos”, QF, 2, 1996. 4