Los orígenes del dibujo industrial

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Los orígenes del
dibujo industrial
Natalia González Zaragoza
ngzaragoza@yahoo.es
DNI: 48395126-k
Telf.: 600745169
INTRODUCCIÓN
En este artículo se presentan los orígenes metodológicos de la enseñanza del
dibujo industrial, como materia necesaria de conocer y dominar, para la
elaboración de proyectos técnicos. El dibujo industrial y técnico surgió en el
s. XVIII como un recurso vital para explorar ideas nuevas, infraestructuras y
artefactos. Surge una demanda de dibujantes especializados, ante los nuevos
avances técnicos que se estaban produciendo en diversos sectores de las
sociedades, como la industria, el ejército, la arquitectura, etc., por lo que a
finales del s. XVIII y en el s. XIX se empezaron a elaborar metodologías
variadas para su enseñanza formativa. A lo largo del artículo, se muestran
algunas metodologías del aprendizaje del dibujo industrial, que aún a día de
hoy, se siguen utilizando.
LOS ORÍGENES DEL DIBUJO INDUSTRIAL
El s. XVIII fue un siglo donde el dibujo acrecienta su labor polivalente en varios
ámbitos de la actividad humana, como es el diseño, los nuevos adelantos
tecnológicos que se ampliarán en el s. XIX, con la revolución industrial; la
ingeniería y las bellas artes. Surgen nuevos lenguajes más objetivos que se
empiezan a impartir en la enseñanza, al normalizarse sus sistemas a nivel
académico, como fue el caso de los sistemas de representación geométrica
que se implantaron en el sistema educativo (primero francés y luego en el resto
de países) tras descubrir Gaspar Monge el sistema diédrico. Cinco años
después de la publicación de “Emilio”, de Jean Jacques Rousseau, se abre en
París “La escuela Royal gratuita de Diseño”. Esta nueva escuela, aunque se
aleja de los modelos educativos de Rousseau, Froebel y Pestalozzi, conserva
el espíritu de enfocar al dibujo como materia práctica funcional y creativa.
Desde esta escuela se dictaron los primeros programas y principios educativos
para elaborar dibujos técnicos, necesarios para la nueva industria. Las nuevas
teorías partían desde Francia al resto de países de Europa, que promovían al
dibujo industrial como disciplina capaz de mejorar la calidad de sus productos
industriales. Pero, para hacer llegar los nuevos conocimientos sobre este
modelo gráfico era necesario establecer una metodología para su aprendizaje,
la cual, todavía no estaba establecida formalmente. En aquel momento existían
metodologías variadas, algunas más eficaces que otras, pero no estaban
reguladas, ni eran publicadas, por lo que el inicio de este aprendizaje a nivel
formativo fue disperso y caótico.
En España también surgió un vivo interés en impartir esta nueva materia a sus
ciudadanos, a través, de la creación de escuelas de dibujo en varias ciudades.
Pedro Franco, ofreció un discurso en 1817 en el que valoró a esta nueva
formación, como necesaria en la enseñanza española para promover a su
industria; desde la Real Academia de San Fernando dijo que: “… con el fin de
que se haga general esta enseñanza en todo el reino, se mejorarán y
multiplicarán nuestras fábricas, se perfeccionarán las manufacturas que es el
único medio de que progrese esta importante rama. Con la inclusión de esta
materia en el aprendizaje de varios sectores industriales llevaría al desarrollo
sano y fuerte de la industria del país”.
Una definición aclaradora y estimulante del dibujo industrial fue la dictada por
Alexander Dupuis en: “De l’enseignement du dessin sous le point de vue
industrial” (1836): “el dibujo es el medio de todas las aptitudes, el instrumento
de todas las industrias, el pasaporte de todas las profesiones, la escenografía
del pensamiento”.
A partir de los pensamientos de Dupois sobre la metodología del dibujo
industrial y su utilidad en los medios de producción de productos, se
empezaron a generalizar algunos métodos geométricos prácticos necesarios
para realizar proyectos y diseños. Aún así, a cada momento surgen nuevos
métodos sobre cómo enseñar el diseño industrial y se empiezan a convocar
concursos nacionales para premiar a las metodologías más innovadoras, las
cuales, se muestran en las exposiciones universales de París y Londres que
acogen estos certámenes para ser valorados mundialmente.
En estas exposiciones se mostraban los productos creados por diferentes
países, que se mostraban a partir de dibujo, que ponían en evidencia a
distintos niveles gráficos que, diferían entre sí, por su calidad formal. Pronto se
llego a la conclusión de que el problema original residía en el ambiguo
aprendizaje del dibujo. El gobierno propone atajar el problema creando un
nuevo impulso en el mundo de la industria, de inculcar nuevos métodos y
modelos de dibujo. Para establecer un control ante la gran creación de modelos
y métodos, y sus posteriores ediciones en el mercado, los gobiernos de
diferentes países empiezan a crear concursos estatales para después incluirlos
a programas oficiales de enseñanza.
Los métodos más valorados fueron aquellos que se centraron en ejercitar la
coordinación psicomotriz, la percepción visual o el análisis. Algunos ejercicios
prácticos con los que se empezaron a ejercitar los estudiantes fueron los
siguientes: los gimnásticos, que se refieren al dibujo realizado a través de un
texto explicativo o un dibujo hecho de memoria.
El resultado visual fue la ejecución de dibujos que se despreocupaban del valor
expresivo del dibujo. Su depuración estilística permite establecer ciertas
semejanzas con el aprendizaje de Pestalozzi o Rousseau, pero esta vez, la
base geométrica del dibujo se inserta de una manera oficial en los sistemas
educativos.
Muchos de los ejercicios prácticos que debían realizar los estudiantes estaban
hechos a mano alzada y recordaban a las propuestas de Pestalozzi o Froebel.
Surgen ejercicios prácticos que entran dentro de una nueva modalidad
didáctica, se trata de desarrollar el método del dibujo ambidiestro. Este método
pretende que las dos manos sean igual de ágiles a la hora de realizar un dibujo
simétrico. Según F. Hewitt, “este método se fundamenta en el firme principio
fisiológico y psicológico, por el cual, los músculos de ambos lados del cuerpo
deben ser ejercitados equitativamente, si el motor del cerebro esta prefecto y
completo.
Esto supuso educar al niño a utilizar las dos manos por igual lo antes posible
para realizar un dibujo simétrico, por lo que en algunas escuelas infantiles se
propusieron estos ejercicios prácticos para acostumbrar a las manos a trabajar
de este modo.
Generalmente en la mayoría de las escuelas el aprendizaje del dibujo se
realizó a través de ejercicios a mano alzada y ejercicios geométricos de objetos
o sólidos.
En estos manuales oficiales que empezaban a circular por los centros de
enseñanza, se proponían ejercicios realizados a través de formas simples, pero
variadas, que configuraban a bodegones geométricos. El alumno debía
elaborar, a través, de un complejo sistema de construcciones internas, objetos
y sólidos, que se reforzaban finalmente con una línea de contorno que los
aislaba del entorno en el que estaban.
Era necesario a la hora de abordar a un dibujo de estas características,
analizar cada uno de los elementos que componían a una pieza u objeto.
Surgen así los dibujos de memoria y los dibujos dictados como metodología
esencial para comprender y analizar a cualquier objeto o mecanismo. Eugene
Guillaume en su “Essairs seur la ttheorie deu dessin” (1896), expresa como
estos dibujos facilitan al alumno elaborar dibujos bien definidos y
representados, fieles a su estructura y volumen real: “el dibujo de memoria es
muy ventajoso para desarrollar la memoria gráfica y sobre todo para forzar al
alumno a una atención y un esfuerzo de análisis, sin los cuales le sería
imposible retener lo que debe representar. Un dibujo es como un fragmento
literario que a menudo no es bien comprendido y bien analizado hasta que es
sentido. El dibujo de memoria es la sanción de la observación por los ojos; un
objeto bien e inteligentemente copiado o mirado debe ser reproducido de
memoria.”
A través del dibujo dictado, el alumno dibujará pensando cada trazo que realiza
reforzando su memoria y su capacidad de análisis. A través de este tipo de
ejercicio, el profesor dictará generalmente formas geométricas constructivas
sencillas, que forzarán al alumno a reflexionar sobre su configuración y
composición.
Estos métodos también fueron acogidos en el medio artístico por autores como
M.Cavé (1850) y H. Lecoq de Boisbaundran.
Con el método analítico del dibujo de memoria y el dibujo dictado, el dibujo y la
palabra se asocian para dotar al dibujo industrial de conceptualización y
originalidad.
Finalmente los métodos analíticos anteriores son recogidos por H. Hendrickx
en: “Ledessin mis á la portée de tous” (1862), que tuvo una gran difusión en
Europa. En sus textos se recogen la síntesis de varios métodos y estos fueron
adoptados por otros países, como España, que en 1866 publica su traducción,
cuyo título es “El dibujo puesto al alcance de todos”. Método de H. Hendrickx.
Enseñanza elemental analítica del dibujo a mano libre.
Más adelante el arquitecto y restaurador E. Viollet Le Duc (1879) narró a modo
de cuento didáctico “La historia de un diseñador”, sobre la enseñanza del
dibujo industrial a un niño Juanito, por parte de su profesor Majorín. En el
cuento, se realizan indicaciones de cómo se ha de observar el entorno para
poder realizar dibujos objetivos y precisos. Realmente el texto no atiende a la
práctica de esta enseñanza, pero si a la educación de la visión .Una de las
ideas más contundentes de este libro es la siguiente: “el dibujo es el mejor
método para desarrollar la inteligencia y formar el juicio, pues se aprende así a
ver, y ver es saber”.
En la historia se cuenta la vida de dos niños, Juanito y Andresito, el primero
vive en el campo y el segundo en la ciudad. Juanito empieza a destacar en sus
estudios de dibujo cuando representa a un gato en posición de alzado,
mostrando solo dos patas. Majorín, su maestro, admiró esta observación del
niño, el cual mostraba gran interés por el dibujo. Finalmente el niño aprende a
dibujar y se hace empresario y monta una pequeña industria de muebles,
donde tendrá como trabajador a Andrés. La moraleja final parece residir en que
todo el mundo en esta historia está contento, colocado, porque Juanito tuvo la
fantasía de dibujar a un gato.
BIBLIOGRAFÍA
El manual de dibujo. Estrategias de su enseñanza en el s. XX. Editorial
Cátedra.
Léxico técnico de las artes plásticas. I. Crespi, J. Ferrario. Manuales Eudeba.
El arte y el Hombre. René Huyghe. Editorial Planeta.
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