CONTENTAMIENTO Y ESTILO DE VIDA SENCILLO (1ª Tim. 6:6-8) INTRODUCCIÓN.Con este tema finalizamos la serie que iniciamos hace unas semanas sobre los bienes materiales. El primer día, tratamos acerca de los bienes materiales provistos por nuestro bondadoso Dios en la Creación. Por tanto no demonizamos los bienes, es decir, no los catalogamos como malos en sí mismos, sino como buenos. Hablamos también de la tendencia humana a adorar lo creado, en vez de al Creador. O sea, la tendencia a idolatrar los bienes creados. El segundo día, nos centramos en los peligros de ser rico, apuntando hacia la verdadera riqueza. Hoy hablaremos del contentamiento y del estilo de vida sencillo. A mi entender, estas dos vivencias, deberán ir juntas. Lo que trato de decir es que, si no hay un verdadero contentamiento, los intentos por un estilo de vida sencillo serán solo normas más o menos impuestas por razones ecológicas, de salud, políticas ó simplemente económicas. Y eso no está mal. Pero cuando la persona conoce a Dios tendrá otros motivos por los que desarrollar un estilo de vida más sencillo. Y esos motivos tendrán mucho que ver con su contentamiento. I.- CONTENTAMIENTO. La palabra que se utiliza en griego tiene un sentido diferente a lo que resuena para nosotros, hoy, el término `contento’. El sentido en el diccionario español es, sobre todo, alegre. Así que para nosotros, estar contento suele significar alegría, reírnos, y si es posible de oreja a oreja. En cambio, la palabra griega (ARKEO ó AUTARKEO), sea verbo o nombre, significa ser suficiente, o mejor, ser poseído de fuerza suficiente, ser fuerte para una cosa. Así que no tiene que ver tanto con la idea de alegría, sino con la de tener fortaleza, entereza, fuerza suficiente, ante las situaciones que vivimos. Por ejemplo, Pablo en Fil. 4:14 reconoce que su situación económica y de prisión, le suponía una tribulación, una angustia. Pero al mismo tiempo que vivía esa situación de tribulación o angustia, dice que había aprendido a contentarse en ella. Y es una contradicción estar alegre –si ese fuera su sentido – y al mismo tiempo atribulado o angustiado. En cambio no hay contradicción con el sentido que tiene la palabra en 1 griego y que acabamos de comentar. Es decir, tener fuerza suficiente de Dios para vivir, aún en tribulación o angustia, si fuese necesario. Espero que haya podido quedar claro el concepto. Ahora veremos tres razones por las que estar contentados. La 1ª la vemos en 1ª Tim. 6:6-8, especialmente el v. 7. Y la razón es “Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos”. Esto necesita poca explicación porque es bastante evidente. Salvo que pretendamos, como alguien ha dicho, `ser los más ricos del cementerio’, está claro que nada podemos llevarnos. No, la vida es rápida, y seremos sabios si la andamos con la mayor ligereza posible. Es importante no olvidar esto. Si no, nos puede pasar como al actor Marlon Brando, quien poco después de entrar en un proceso de enfermedad grave afirmó: “Te acercas al final de la vida, ha pasado todo muy rápido y cuando llegan los últimos días dices ¿qué demonio ha sido esto?” Haremos bien en recordar la precariedad con que entramos y salimos de este mundo, no sea que nuestras expectativas estén en lo que no deben. Para muchos será bueno tener algo que nos lo recuerde. Yo tengo una foto sobre mi mesilla de noche, de cuando tenía 6 ó 7 meses. Estoy sentado sobre una mesa, y se ve la mano de mi madre sosteniéndome, porque seguramente, si no, me caería a un lado u otro. Miro esta foto frecuentemente, porque en ella veo la fragilidad de la vida y también la dependencia de Una Mano que nos sostiene… La 2ª causa para tener contentamiento, es decir, para vivir con lo que tenemos, poseídos con la fuerza suficiente, y esto sea cual sea nuestra situación, la vemos en Heb. 13:5-6. Dice así: “Manteneos libres del amor al dinero, y contentos con lo que tenéis, porque Dios ha dicho: `nunca te dejaré; jamás te abandonaré’. Así que podemos decir con toda confianza: `el Señor es quien me ayuda; no temeré’. ¿Qué me puede hacer el simple mortal?” Hay aquí un compromiso de Dios de nunca dejarnos, de jamás abandonarnos. Un compromiso que tiene que ver con su gracia, con su fidelidad hacia nosotros. El resultado debe ser ese contentamiento, es decir, el ser poseídos de fuerza suficiente, para no temer a nada que nos pueda hacer este mundo. La 3ª causa, y tal vez la más importante, para aprender contentamiento sea cual sea nuestra situación, la vemos en Fil. 4:11-13. “11 No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. 12 Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez.13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” 2 La experiencia de Pablo es que ha aprendido a estar contento, es decir, poseído de fuerza, tanto `en la pobreza como en la abundancia’; y no solo eso sino `en todas y cada una de las circunstancias’. Esto es tremendo para alguien como Pablo, que como él mismo dice en 2ª Cor. 7:5, en ocasiones “su cuerpo no tuvo ningún descanso, sino que se vio acosados por todas partes; conflictos por fuera temores por dentro”. En todas y cada una de sus circunstancias aprendió a vivir poseído de fuerza, es decir, con contentamiento. ¿Cómo fue posible ese aprendizaje? Creo, que por la perseverante contemplación de Cristo, el cual le capacitó para poderlo todo. Es decir, Pablo contemplaba que Cristo le había escogido antes de la fundación del mundo; que había venido en carne y llevado en la cruz la condenación que Pablo merecía, porque él sabía que hablando de pecadores, él era el primero; así mismo contemplaba la intercesión permanente de Cristo por él en el cielo; y en fin, su compromiso de volver a por él para estar donde Él esté. Cada uno tenemos situaciones muy variopintas, unas agradables y otras no tanto. ¿Estamos aprendiendo a vivir poseídos de fuerza en cada una de nuestras circunstancias? A todos se nos presentan situaciones nuevas, situaciones que nos ponen al límite. En ellas tomamos clara conciencia que en nosotros no hay fuerza suficiente, no hay recursos para salir bien adelante. Y es bueno tomar esa conciencia y ver así la circunstancia como una ocasión para ser poseídos de fuerza suficiente, de contentamiento. ¿Diremos nosotros lo que dijo Pablo?: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, o más bien lo que dijo Goethe. Ese hombre, de extraordinaria inteligencia y saber, confesó a sus 75 años: “En mi vida todo ha sido fatiga y dolor, puedo decir que en 75 años no he disfrutado ni cuatro semanas de verdadera satisfacción”. El cristiano tiene la posibilidad, mediante la contemplación de Cristo, de ir aprendiendo a decir lo que Pablo: “…He aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre… Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Personalmente, en situaciones ya pasadas creo que podría decir lo de Pablo. Pero en las que estoy enfrentando ahora, por primera vez, solo estoy en el proceso de ir aprendiendo, y todavía no me atrevería a decir lo que él dijo. II.- UN ESTILO DE VIDA SENCILLO. El resultado de un contentamiento en el Señor deberá concretarse en un estilo de vida más sencillo. Pero ¿Qué es un estilo de vida sencillo? 3 En palabras de John Sttot la vida sencilla se concreta en lo que necesitamos según lo que utilizamos. Se regocija y tiene gratitud por los bienes y dones que ha provisto el Creador, pero odia el derroche, la avaricia y el acaparamiento de cosas. Los sociólogos han descubierto que las personas tienden a aceptar los valores de su entorno social. Por ello los cristianos debemos estar en guardia. Pero creo que los cristianos podemos hallar recursos, en el Señor, para vivir sin ser arrastrados por la esclavitud de la moda, para vivir de forma diferente. El Evangelio es suficiente para dar a los individuos, y a la nueva comunidad que es la iglesia, el poder para ser una alternativa a la codicia y al materialismo de este mundo. La comunidad que es la iglesia debe ser como un piso piloto en una nueva urbanización. Algo que todos pueden ver; que es diferente al mundo en el uso del dinero, del poder, del sexo; que tenga también un sentido diferente de la libertad; que sea diferente también en cómo enfrenta las tensiones de la vida, los conflictos, etc., etc. Hablo del principio, que acabo de mencionar, que ha explicitado Sttot y que tiene su base en el contentamiento del que hemos estado hablando. No hablo, por tanto, de normas, de reglamentaciones; dejemos eso para los que no conocen a Dios. Porque si entramos por ese camino terminamos produciendo un legalismo tiranizante. Ronald R. Sider dijo: “No hay un mismo estilo de vida que sea adecuado para todos los cristianos de un país, ni aún para todos los cristianos de una misma congregación”. Os animo, a los que tenéis Internet, a que leáis los resultados de “la consulta para un estilo de vida sencillo”, que en 1980 se llevó a cabo en Inglaterra, como consecuencia del Pacto de Lausana de 1974. Termino con tres casos prácticos de un estilo de vida sencillo. Uno es el de un misionero estadounidense, seguramente de los más antiguos que viven hoy en España y a través de cuyo ministerio yo me convertí. Su nombre es Mike McKinley. Actualmente vive con su esposa, Diana, en una caravana, en un camping de ingleses en Almería. Realiza allí una labor humanitaria como mediador, acompañante y traductor de los que enferman en el camping en su relación con el Hospital de la zona y los médicos que no entienden a los enfermos ingleses. Aunque no sé si ellos tienen conciencia de ello son, sin embargo, un notable ejemplo de estilo de vida sencillo. Mi segundo ejemplo es John Sttot. Desde 1974 decidió vivir con el mínimo necesario, dedicando todos sus ingresos por venta de sus libros, que son muchos, para crear un fondo de ayuda a pastores y predicadores del llamado Tercer Mundo. Y el tercer ejemplo, del que alguien muy allegado a él me hablo hace algún tiempo, y que fue un comprometido creyente, es el Sr. Laing. El era de Inglaterra; un 4 importantísimo constructor de grandes obras de infraestructuras por todo el mundo, que a su muerte tenía en su cuenta solo 200 libras. Un hombre tan poderoso económicamente supo ir distribuyendo sus importantes ganancias en ayuda de muchas causas, relacionadas con el Reino de Dios. Así que, cada uno de nosotros hallemos nuestro estilo de vida más sencillo; no corramos tras el viento. No nos vaya a pasar como a Henry Ford, el gran constructor de automóviles, que después de su gran éxito empresarial dijo: “Era más feliz cuando era mecánico, que ahora”. 5