LAS GARANTIAS PROCESALES Los Constituyentes, representando al Pueblo de Guatemala, quienes fueron electos libre y democráticamente en sufragio universal, constituidos en Asamblea Nacional Constituyente declararon la organización jurídica y política del Estado, afirmando la primacía de la persona humana como sujeto y fin del orden social; se reconoció a la familia como génesis primario y fundamental de los valores espirituales y morales de la sociedad y, al Estado, como responsable de la promoción del bien común, de la consolidación del régimen de legalidad, seguridad, justicia, igualdad, libertad y paz; inspirados en los ideales de nuestros antepasados y recogiendo nuestras tradiciones y herencia cultural; decidieron impulsar la plena vigencia de los Derechos Humanos dentro de un orden institucional estable, permanente y popular, donde gobernados y gobernantes procedan con absoluto apego al Derecho. Y es así como dentro de la Constitución se establece que el Estado se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común. Su deber será el que se les garantice a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona. Quedó establecido con precisión que la observancia de las garantías procesales será obligación de todos, por lo que las normativas procesales al respecto deberán ser explicitas y interpretadas al amparo de los principios constitucionales. La enunciación de las garantías constitucionales dirigen y guían el proceso penal, el que se encuentra determino en un marco ideológico y político, en el cual se inserta el procedimiento penal, que permite el juzgamiento de las causas criminales. Toda sociedad tiene necesidad de orden y de paz y por eso está interesada en aplicar la represión penal a quien perturbe la convivencia y amenaza o lesione bienes jurídicos tutelados. Pero también, la sociedad está interesada en que el procesamiento se efectúe con el respeto irrestricto de una serie de derechos y garantías que protegen a las personas contra la utilización arbitraria del poder coercitivo del Estado. Los principios básicos establecidos en el capítulo primero del CPP pueden dividirse en dos clases, según se refieran a las garantías del imputado en el procedimiento (garantías de seguridad individual), y los atinentes a la organización judicial y función del MP. Hay otros principios básicos que también dirigen el procedimiento, aplicación e interpretación de sus reglas, las que se encuentran ubicados en diferentes partes del propio Código Procesal Penal. Nullum poena sine lege NO HAY PENA SIN LEY. El artículo 1 del CPP establece que no se impondrá pena alguna si la ley no lo hubiere fijado con anterioridad. Está relacionado con la afirmación de que no hay delito ni pena sin ley anterior. No son punibles las acciones u omisiones que no estén calificas como delito o falta y penadas por ley anterior a su perpetración. De igual forma se relaciona con la afirmación de que no hay prisión por deuda. Este se encuentra descrito en el Art. 17 Constitucional. Está claro que, cuando se indica que no hay pena sin ley anterior, se refiere a que para que el juez imponga una condena contra alguien debe previamente cerciorarse que existe con anterioridad una ley que le ha indicado que la conducta puede ser sancionada por él. El poder coercitivo del Estado, empleando el Derecho penal, sólo es posible de utilizarlo en los casos en que se merece el reproche social el sujeto. Para que un acto sea calificado como delito, es necesario que esté sancionado con una pena en la ley vigente. Hay razón para buscar priorizar este mandato. Ya que se pretende exigirle al Estado la absoluta observancia a los requisitos mínimos que la sociedad civilizada exige, previo a la aplicación de una pena. Ya que la exclusividad de aplicar suplicios está precisamente en el Estado y será mediante el poder judicial su aplicación. Prohibir sanciones o castigos ajenos a los establecidos en la ley corresponde a la decisión de otorgar, además, a los jueces el monopolio de la actividades punitivas del Estado. La Actividad jurisdiccional la ejerce con exclusividad la Corte Suprema de Justicia. Juicio previo No hay proceso sin ley. (Nullum proceso sine lege). Indica el artículo 2 del CPP: No podrá iniciarse proceso ni tramitarse denuncia o querella, sino por actos u omisiones calificados como delitos o faltas por una ley anterior. Sin ese presupuesto, es nulo lo actuado e induce a la declaratoria de responsabilidades en el funcionario judicial. El principio de juicio previo se desarrolla dentro de los artículos 2, 3, y 4. Del CPP. A nadie se le podrá procesar criminalmente sino mediante el empleo del proceso legal preestablecido en el CPP. Al sujeto activo de la acción criminal se le puede juzgar y sentenciar solo empleando el procedimiento instituido en la legislación procesal. Las formas del proceso que existen en dicha normativa, no podrán ser variadas a conveniencia de alguien o del juzgador. La ley establece, que ni los jueces, ni los sujetos procesales podrán variar las formas del proceso. A nadie se le puede dictar sentencia condenatoria en su contra o dictarse alguna medida de seguridad o correccional sino en sentencia firme dictada por juez o tribunal, en juicio legal preestablecido. El juicio y la sentencia son utilizados como sinónimos, porque la sentencia es el juicio del tribunal fundado en ley anterior a la acción criminal que se juzga y que provoca la formación del proceso criminal.