"P , Luis Alberto s/causa N° 11160" S.C., P 779, L. XLV Suprema Corte: 1 La Sala ]JI de la Cámara Nacional de Casación Penal concedió la excarcelación de Luis Alberto P , bajo la caución no juratoria y las demás medidas asegurativas que detennine el juez instructor (fs. 2/8). Contra esta decisión, el fiscal general interpuso recurso extraordinario (fs. 9/20), el que rechazado (fs. 21/23), dio lugar a la presente queja (fs. 24/28 vta.) II Entiendo que el recurso federal, en razón de un excesivo rigor fonnal, ha sido mal rechazado. En efecto, en este caso, tal como en S.C., D 352, L. XLV, "Díaz Bessone, Ramón Genaro s/recurso de casación". respecto del que se ha dictaminado el 17 de noviembre de 2009, y en el que la misma sala de la casación había concedido el recurso extraordinario que se interpuso, el pronunciamiento impugnado no pone fin al proceso, pero puede ser equiparado a defmitivo en atención a la naturaleza del agravio que se invoca. En este sentido, nótese que el recurrente alega, por un lado, que el alcance otorgado por el a quo a las normas que restringen la excarcelación importa un apartamiento indebido del derecho, y, por otro, que los jueces omitieron valorar circunstancias fácticas que informan el caso y permiten sostener la existencia de peligros procesales. Además, se recordó en aquella oportunidad que en casos como el sub examine, en los que se imputan al acusado delitos calificados como de lesa hwnanidad, "se encuentra comprometida la responsabilidad internacional del Estado argentino, que debe garantizar el juzgantiento de todos los hechos de esas características, de acuerdo con el derecho internacional vinculante para nuestro país (Fallos: 328:2056; 330:3248)". Por lo que se añadió, siempre siguiendo la doctrina sentada por el Tribunal, que "dado que lo decidido por la cámara de casación autoriza la libertad del imputado, con la consiguiente posibilidad de que se sustraiga a la acción de la justicia, pone inmediatamente en riesgo aquellos compromisos de la Nación y, por lo mismo, configura un caso de gravedad institucional (Fallos: 317:1690, voto del ministro Petracchi)". Por ello, mantengo en todos sus términos la queja interpuesta y solicito a V.E. que la abra y se pronuncie sobre el fondo del asunto. III Pues bien, advierto al respecto que P por lo menos hasta la concesión de su excarcelación, se encontraba cumpliendo la detención cautelar en su domicilio (cfr. fs. 4 vta./5). Por lo que no se puede soslayar que V.E. ha valorado el carácter menos lesivo de esa detención respecto del encarcelamiento con el mismo fin, al sostener que, ante una imputación de gravísimas transgresiones a los derechos humanos como la considerada en este caso, tal medida no parece violatoria de las garantias fundamentales del acusado (S.c., M 389, L. XLlIl, "Mulhall, Carlos Alberto slexcarcelación -<:ausa N° 350", sentencia del 18 de diciembre de 2007, votos del presidente Lorenzetti y del ministro Zaffaroni). y lo cierto es que "si bien las sentencias de la Corte Suprema sólo deciden los procesos concretos que le son sometidos y ellas no resultan obligatorias para casos análogos, los jueces inferiores tienen el deber moral de confonnar sus decisiones a esa jurisprudencia y, por tal razón, carecen de fundamentación los pronunciamientos de los tribunales que se apartan de dichos precedentes sin proporcionar nuevos argumentos que justifiquen modificar la posición alli adoptada" (Fallos: 328:103). Si bien ello bastaria para proponer que se haga lugar al recurso federal interpuesto y se revoque la excarcelación concedida, tal como se lo ha hecho en otras ocasiones (cfr., por ejemplo, los dictámenes en S.C., P 220, L. XLV, "Páez, Rubén Oscar slrecurso de casación"; S.C., P 318, L. XLV "Palet, Mario Pablo slcausa N° 10550"; y S.C., F 256, L. XLV, "Franco, Rubén Oscar slcausa N° 10547"), agregaré algunas consideraciones sobre los argumentos que brinda ese tribunal para sostener la inexistencia de riesgos • "P ,Luis Alberto slcausa N° 11160" S.c., P 779, L. XLV procesales, pues entiendo que no condicen con el especial deber de cuidado que pesa sobre los magistrados para neutralizar toda posibilidad de fuga o entorpecimiento de la investigación en casos como el aquí considerado. En efecto, la casación valora la favorable situación habitacional y familiar de P : posee residencia estable y un núcleo familiar que lo contiene, particularmente su esposa, quien conv.ive con él. También valora su edad (66 años al mes de junio de 2009), su estado de salud (padece patologias cardiacas y neurológicas -mal de Parkinson-), que no presenta antecedentes penales y que no tendría responsabilidad en ningún acto que indique su voluntad de sustraerse a la justicia, durante los más de 30 años que transcurrieron desde la comisión de los hechos que se le imputan (fs. 5 y Vla.) Pero omite, sobre todo al efectuar esta última afirmación, que las investigaciones encaminadas a esclarecer los crímenes cometidos durante la última dictadura, de los que serían responsables, entre otros, quienes ejercieron funciones militares estratégicas y de mando, como P -recuérdese, por ejemplo, que en 1976 estuvo a cargo de la Jefatura de la Brigada de Infantería de Marina N° 1 Y que dos años más tarde llegaría a revistar como Jefe de la División Central de Inteligencia- tuvieron inicio luego de restablecida la democracia. Y que la circunstancia de que hoy estén en trámite no se debe a la impericia de la justicia, sino a las numerosas conductas que indefectiblemente se orientaron a la obstrucción del esclarecimiento de esos hechos, entre los que se encuentran los que se juzgan en esta causa. Conductas que, por lo demás, fueron llevadas a cabo en diversas situaciones sociopolíticas y mediante distintos medios, por quienes resultaban eventuales imputados o se oponían obstiuadamente a que el actuar ilegal de aquéllos sea sometído a juicio. Tampoco se puede desconocer, tal como se ha expuesto al dictaminar en S.C., C 412, L. XLV, "Clements, Miguel Enrique s/causa N° 10416", que algunos casos recientes de maniobras que ponen en peligro la conclusión regular de los procesos por los delitos caracterizados en el arto 10, inc. 1°, de la ley 23.049, como la sospechosa muerte del ex Prefecto Héctor Febres en su celda de detención de una delegación de la Prefectura Naval I Argentina, las intromisiones delictuosas que ha sufrido la justicia federal cordobesa durante el desarrollo de reservadas tareas vinculadas o la notoria desaparición del testigo Julio L en la provincia de Buenos Aires, apuntalan la presunción de que las estructuras de poder que actuaron en la época de comisión de los hechos con total desprecio por la ley, integrando una red continental de represión ilegítima, todavía hoy mantienen una actividad remanente. Y que la libertad del imputado, al que se le atribuyen hechos gravísimos que habría cometido en su calidad de agente de esas estructuras, facilita claramente la posibilidad de que recurra a ellas para eludir u obstaculizar la acción de la justicia. Como ya se dijo al dictaminar en el caso "Díaz Bessone", antes citado, este Ministerio Público no teme a la capacidad fisica de un anciano para fugarse o entorpecer de manera activa el proceso, sino al ascendiente que todavía conserve sobre las estructuras de poder que integró en una posición de mando y que, por desgracia, pueden pervivir en el pais. No se teme la fuerza, sino el poder de un hombre. En síntesis, no creo que el tribunal de casación podía dejar de ponderar este riesgo, sin incurrir en arbitrariedad, al tener en cuenta las condiciones personales del imputado que valoró para ordenar su libertad; riesgo que, además, se ve robustecido por la expectativa de una pena que, si se considera la gravedad de la imputación (partícipe necesario de asociación ilícita, privaci'Ín ilegal de la libertad y aplicación de tormentos, según se desprende de la foja 4), sería una de las máximas previstas en nuestro ordenamiento. IV Por lo expuesto, opino que V.E., abriendo la queja, puede declarar admisible el recurso extraordinario interpuesto y dejar sin efecto la resolución recurrida. .2{¡¡e marzo de 2010. LUI~ SANTIAGO GONZALEZ WARCALDE Buenos Aires, ES COPIA