Demolición de la Cárcel de Caseros A partir de la destrucción del Albergue Warnes y de Fuerte Apache, las implosiones se transformaron en un espectáculo mediático. La cárcel de Caseros promete seguir la lista. Sin desestimar los riesgos ambientales, la demolición de la Cárcel de Caseros supone peligros en cuanto a que éste es un edificio abandonado, en donde no es posible fumigar; sólo pueden colocarse cebos para los roedores y esperar; además, la dispersión de gases tóxicos y de polvillo en una zona poblada y la seguridad misma de la implosión, es de dudosas consecuencias, ya que el edificio a demoler tiene 20 pisos y se encuentra separado de los vecinos por una estrecha calle; y, finalmente, la cantidad de materiales peligrosos (entre ellos, el asbesto) que debe ser retirado antes de demoler es sumamente importante. Cabe recordar que la cárcel iba a ser demolida a fines del año 2000 y el operativo fue detenido por la Secretaría de Salud de la Nación dado que no se había hecho ninguna previsión para retirar los asbestos a tiempo. Susana Mühlmann, experta en el tema ambiental, aclara lo siguiente: “Lo que lo vuelve tan peligroso al asbesto o amianto para el sistema respiratorio es la biopersistencia de las fibras en los pulmones, esto es, que no se eliminan y pueden permanecer intactas por muchos años (en ciertos casos se ha comprobado que más de cien), lo que da tiempo para que el organismo desarrolle formaciones cancerosas. Asimismo, no hay cantidad mínima de fibras inhaladas para causar daño. Una sola incrustada en un pulmón alcanza. Por eso, antes de abordar la demolición parcial o total de cualquier edificio hay que realizar análisis de asbesto, para confirmar o desestimar su presencia; determinación de técnicas de remoción; tratamiento y disposición final de residuos; precauciones para el personal; sellado de aberturas; transporte y destino final, etc. Es importante destacar que como se trata de un residuo especial, cuando se procede a desamiantar un edificio o a hacer un derribo, uno de los problemas a solucionar son los vertederos con instalaciones adecuadas. Según un trabajo publicado en la edición N° 83 de la revista “Gerencia de Riesgos y Seguros”, de España, en ese país existen unas 2.000.000 de toneladas de fibrocemento como residuo especial en vertederos incontrolados y 110.000 en vertederos controlados. Respecto de las aplicaciones de riesgos altos (proyectados, falsos techos, calorifugaciones, etc.) se estima que cuando pasan a residuo especial unas 2.800 toneladas se desechan en vertederos incontrolados y unas 200 toneladas en vertederos controlados”. Seguridad en el Trabajo Algunas de estas consideraciones sirven para dar respuesta a las medidas a tomar en el caso de manipular asbesto. Con asbesto se trabaja en muchas partes del mundo en condiciones poco seguras: a cielo abierto, sin máscara, sin elementos de protección. Las fibras que se desprenden al cortar las chapas de amianto se liberan al ambiente. El primer expuesto es el trabajador, pero también quienes lo rodean. - Trabajar bien con asbesto obliga a contar con una máscara conectada a un tubo de oxígeno que permita respirar aire puro, en un ambiente absolutamente aislado del exterior para que las fibras no se dispersen. - Esas fibras son aspiradas luego mecánicamente del suelo del lugar de trabajo y tratadas como residuos peligrosos. - Los síntomas de una persona enferma son: 1) dolor de pecho; 2) dificultad para respirar; 3) tos; 4) pérdida del apetito y de peso. - Argentina tiene prohibidos todos los usos y formas de amianto. Consultas: Ministerio de Salud, teléfono 4379-9088/9087/ 9133