“Este año se sabrá cuántas hectáreas de humedales tiene Colombia; la cifra de 20 millones que actualmente se conoce podría incrementarse”: IGAC Estudio del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) establecerá si aproximadamente 2,6 millones de hectáreas que fueron afectadas por el Fenómeno de la Niña en 2011 aún cuentan con características propias de humedal. Según la entidad, este levantamiento de suelos a escala semidetallada 1:25.000 le será entregado al Instituto Alexander von Humboldt en el segundo semestre de este año. Aquellas zonas que sean catalogadas como suelos de humedal deberán ser protegidas y delimitadas. A la fecha, las autoridades del país manejan la cifra de aproximadamente 31.000 humedales en Colombia, que están representados en cerca de 20 millones de hectáreas distribuidas principalmente en lagunas, pantanos, bosques inundados y ciénagas en la Orinoquia, Amazonia y las regiones Caribe y Pacífica. Más de 1.000 municipios colombianos albergan en sus suelos parte de estos ecosistemas, que se encargan de regular el recurso hídrico tanto en época de lluvia como de sequía. Por su parte, 29 millones de colombianos habitan en inmediaciones de estos humedales, es decir más del 80 por ciento de la población. Sin embargo, según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, la cifra de 20 millones de hectáreas que actualmente se conoce como humedales en Colombia podría cambiar este año; es más, podría incrementarse. Un estudio del IGAC en aproximadamente 2,6 millones de hectáreas en zonas que se inundaron por el Fenómeno de la Niña entre el 2010 y 2011, establecerá si estas tierras cuentan con características propias de humedal, lo cual sería un indicador de que deben delimitarse y protegerse para evitar más afectaciones ambientales o posibles desastres cuando las fuertes lluvias retornen. Este levantamiento de suelos a escala semidetallada 1:25.000 le será entregado al Instituto Alexander von Humboldt en el segundo semestre de 2015, cuando el IGAC culmine de analizar cerca de un millón de hectáreas ubicadas principalmente en los departamentos de la Costa Caribe. Según Juan Antonio Nieto Escalante, director general del IGAC, el hecho de que en un terreno no se vea cuerpo de agua no es un indicador de que no tenga aún características propias de suelos mal drenados y que en alguna época fueron humedales. “Con profundas excavaciones en estas zonas, el IGAC establece el nivel de oxidación, lo cual permite identificar si son suelos mal drenados, es decir que retienen el agua o no. Hemos visto casos de áreas que están invadidas por cultivos o ganadería y que una vez explorados y analizados podemos concluir que cuentan con estas características de retención de agua, las cuales sirven como indicador para prever que en futuras épocas invernales podrían quedar bajo el agua, ya que este recurso indispensable para la vida tarde o temprano recupera su espacio. Con este estudio se conocerá el verdadero número de hectáreas de humedal y zonas susceptibles a la inundación con las que cuenta el país, todo con miras a que sean incluidas como áreas de reserva o de protección en los diferentes instrumentos de planeación a nivel nacional y municipal”. Desde 2013, el IGAC y el Humboldt trabajan de la mano en el estudio no solo de humedales, sino también de páramos, en aproximadamente 3,8 millones de hectáreas, que tiene como fin que sean delimitados y protegidos por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo, como ya sucedió con el páramo de Santurbán. Dos casos en el Valle del Cauca El IGAC realizó un estudio de áreas homogéneas de tierras en zonas con cultivos en los municipios de Obando y Cartago, ubicados en el norte del Valle del Cauca, las cuales fueron afectadas por la ola invernal en 2011. A pesar de los esfuerzos de las autoridades y de la misma comunidad por sacar las aguas de sus zonas productivas y evitar que los ríos Cauca y Marruecos continuaran su curso encima de ellas, la naturaleza lo evitó; hasta las poderosas maquinarias quedaban sumergidas bajo el agua. Haciendas como Cabuyas, Gran Colombia, El Encuentro y Marruecos cambiaron su paisaje: de tupidos cultivos de caña de azúcar a terrenos inundados, razón por la cual muchos empezaron a pescar en la zona, describió un campesino de la región. Los propietarios de estos predios le exigieron al Estado que les respondiera por las pérdidas de sus cultivos, razón por la cual el IGAC realizó un estudio de áreas homogéneas de tierras en las haciendas. Luego de aproximadamente 180 días, cuando el agua empezó a desaparecer, el IGAC pudo analizar factores en la zona como pendiente, clima, limitaciones, potencialidades en la zona, sales y pedegrosidad. Las áreas afectadas por las inundaciones y encharcamientos dejaron su huella o firma en forma de anomalías de humedad del suelo, como zonas embalsadas, suelos removidos, vegetación perturbada, vegetación acuática y otros indicadores del área inundada. Algunas zonas estudiadas continuaron con una saturación de agua en el suelo permanente, con condiciones de óxido reducción, lo cual indica que son terrenos que ya contaban con características que facilitaban la retención de humedad antes del Fenómeno de la Niña. Sin embargo, con el pasar de los años, otros terrenos fueron mucho más productivos que antes, debido a la cantidad de nutrientes que aportaron las inundaciones. “Tres años después de la inundación, muchas zonas aún cuentan con este tipo de características, es decir que corresponden a las zonas de desbordamiento y amortiguación natural de los cauces. El suelo es un testigo silencioso y que pese a la intervención de la mano del hombre, guarda la memoria de lo que antes fue. Sin embargo, los fenómenos naturales atípicos vividos como resultado del cambio climático, nos recuerdan que la tierra tiende a recuperar su estado natural, incluyendo las áreas que hoy son aprovechadas con actividades productivas”, apuntó Germán Darío Álvarez, Subdirector de Agrología del IGAC.