Perder la forma humana Una imagen sísmica de los ochenta latinoamericanos Proyecto expositivo MNCARS, 2012 Afiche encuentro BS AS «Existencialismo cínico, contracultura, mayo francés, beatniks, nueva izquierda, anti-­‐psiquiatría y música de rock como hilo musical brindaron el desfile de ideas que me empujaron hacia el futuro con una alegría impúdica que aún conservo. Monologüistas contestatarios, bailarinas de strip-­‐tease y músicos de happening-­‐ rock intentábamos carecer de identidad con la intención de vivir en revolución permanente. Éramos tan pocos que el borde de los escenarios se hacía permeable y emancipaba a artistas y a espectadores de sus roles acostumbrados. La idea era perder la forma humana en un trance que desarticule las categorías vigentes y provea emociones reveladoras ». (Carlos «Indio» Solari, líder de la banda de rock Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota) Queremos mostrar la aparición múltiple y simultánea (nunca consensual) de tácticas afines, invención de espacios y modos de hacer arte y política en diferentes puntos de América Latina, en respuesta en muchos casos a situaciones de conflicto muy diversas, generadas por la represión de Estado y las violaciones a los derechos humanos, los inicios del neoliberalismo, la fractura del proyecto socialista y el desbordamiento del repertorio de la izquierda tradicional, entre otras cuestiones. Se trata de evidenciar aquellas intersecciones que apuntaron a exceder o disolver el territorio convencional del arte para participar en la vida pública, generando quiebres radicales que se revelan afines más allá de cualquier vinculación explícita, los que lograron expandir el vocabulario cultural y político hasta entonces existente. Nuestra apuesta en la exposición es, por un lado, señalar redes de relaciones, modos de hacer comunes y procesos de contaminación y desplazamiento de distintos cuerpos, impulsando nuevos procesos de subjetivación y devenires. Se trata de pensar cómo aquellos éxodos, exilios o desplazamientos físicos (ya sea por la represión o puramente afectivos y personales) tendieron puentes entre contextos socialmente convulsionados, transfiriendo y activando técnicas y saberes que se convirtieron luego aquí y allá en vías inéditas de pensamiento y agitación, en inesperadas coincidencias o reverberaciones . Pero más allá de esas conexiones concretas entre las prácticas, en la medida en que pensamos la exposición ante todo como una experiencia sensible, deseamos apelar a una política de montaje que genere una constelación afectiva de imágenes, permitiendo visualizar una trama de tensiones y temporalidades heterogéneas en las que las analogías convivan con las fricciones. De ese modo apostamos a generar una fuerza interpeladora que desde el pasado, problematice la percepción del presente y se proyecte en él cargada de futuro. 4 ejes iniciales • Activismos callejeros (prácticas creativas del movimiento de DDHH) • Desobediencias sexuales • Nuevos espacios (escenas under, punk) • Redes de artistas HACER POLÍTICA CON NADA « Hacer política con nada » es una forma de nombrar la emergencia de lo político sin los aparatos y convenciones de la vieja izquierda, y desde la precariedad extrema de los materiales, (ex)poniendo el cuerpo como territorio de confrontación e indisciplina, socializando saberes y técnicas para muchos. Se trata de aquellas acciones que tensionan, discrepan y critican a la izquierda ortodoxa, de prácticas que expresan su antagonismo desde el gesto mínimo y también de aquellas intervenciones que en medio del autoritarismo, pusieron en juego en el espacio público dispositivos simbólicos que permitían materializar y activar la experiencia de la presencia/ausencia producida frente a la figura del desaparecido político en contextos represivos. TERRITORIO DE VIOLENCIA / DELIRIO PERMANENTE ! Esta sala incluye dos espacios concéntricos: el gabinete trotsko-­‐surrealista, compuesto por tres pasillos de accesos y una salida y alrededor de él, envolviéndolo, el espacio “ Territorio de Violencia”: una suerte de metáfora espacial de cómo en medio del terror surgieron experiencias radicales de libertad. Gabinete trosko surrealista: delirio permanente Dispositivo de exposición creado al interior de la sala. Se trataría de una construcción precaria (de madera y materiales reciclados del propio museo, cajas de embalaje, plásticos, cartones...) e irregular, con tres entradas próximas a túneles o pasillos no rectos ni transparentes, estrechos, de techos bajos, de los que no se distingue el final, que se entrecruzan en algún punto de su trayecto y terminan desembocando a la misma sala común, un espacio de proyección con una salida común, amplia. En los pasillos no solo se muestran documentos de distinto carácter, sino también se proponen situaciones, instrucciones de uso, juegos creativos. De modo que transitarlos no es solo « informarse » sobre la historia de estos grupos, sino también exponerse a una experiencia inesperada. Territorios de violencia Territorios de violencia alude al estado de excepción en que se encontraban gran parte de los países latinoamericanos en el período, ya sea por la vigencia de regímenes dictatoriales o de grupos paramilitares, que perpetúan un clima de violencia política. Estas piezas, que son una forma de aludir al clima represivo sobre el que emergen, a pesar de todo, gran parte de las prácticas distribuidas en el resto de las salas, opera como un punto nodal de la muestra que busca generar un efecto de shock en el espectador. OFICINA DE (CONTRA)INFORMACIÓN En este espacio se concentran una serie de experiencias contrainformacionales, en contrapunto con la propaganda oficial, las informaciones de circulación corriente o incluso la ausencia total de divulgación de determinados hechos. En esta zona de ubican prácticas preocupadas por cómo decir y cómo poner en circulación la denuncia. El cuerpo como soporte del decir. A la urgencia responde la materialidad precaria. ANARKÍA Se trata de mostrar no sólo de situaciones excepcionales de resistencia frente a la opresión sino también de la invención colectiva de nuevos espacios y modos de vida que en muchos casos generaron desde los márgenes del arte nuevos territorios simbólicos para discutir públicamente y procesar de otros modos las experiencias de violencia. La invención de espacios de libertad en medio del terror y la violencia extrema puede resultar paradojal, pero muchas de las experiencias que estamos estudiando atravesaron su mayor intensidad y radicalidad en tiempos de dictadura o guerra civil, en medio del terror, la desaparición, el exterminio. En esos espacios se manifiestan síntomas de descontento frente a las antiguas e insuficientes representatividades de la izquierda, y la emergencia de un discurso que tiene como vehículo central la praxis del cuerpo y una poética insolente y libertaria que no existía en las militancias tradicionales. Se encarna y enuncia desde lo marginal, desde las cloacas y mundos subterráneos, de ese modo lo que antes era escoria social se convierte en sujeto político y lugar de producción de conocimiento alternativo, o mejor okupa, en las intersecciones del espíritu anarquista, la música fusión, rock y punk, la arquitectura participativa, el teatro independiente, las historietas y la gráfica. CUERPOS DESOBEDIENTES La década de los 80 en América Latina, en medio de un clima de drástica opresión, vio emerger subterráneamente, prácticas radicales de subversión del género que convivieron con la emergencia del SIDA y fugaces, subterráneos y precarios espacios de liberación del deseo homosexual. Una serie de prácticas comienzan trabajan sobre el cuerpo como dispositivo de insubordinación política, desbordando y subvirtiendo la matriz sexogenérica que circunscribe los cuerpos al binomio masculino / femenino. Se trata de cuerpos en mutación, travestidos o abyectos, promiscuos y abiertos al devenir de la sexualidad o bien sometidos a dispositivos de corrección. En este sentido, la consigna “perder la forma humana” se resignifica en estas prácticas como un antihumanismo, se torna una consigna que viene a designar aquellos cuerpos que quedan por fuera de un concepto de lo humano restringido a la díada hombre/mujer. Se trata de desobediencias sexuales que sólo excepcionalmente operan a la interperie. Antes bien, trabajan en una dimensión micropolítica, activando una serie de formas de subjetivación política que rehúyen una y otra vez las identidades fijas, y operan en una dimensión corporal, muchas veces clandestina, tendiendo a desarticular las concepciones excluyentes entre lo íntimo y lo político. Por último, se trataría por tanto de la politicidad de cuerpos desobedientes que entra en tensión o marca diferencias sustantivas tanto con el imaginario del feminismo tradicional como con la izquierda ortodoxa, pero también, al interior de los propios movimientos homosexuales que levantan demandas reivindicativas e integracionistas. ESPECTROS “Nunca se sabe qué hacer con los indios”. La exposición juega mediante dos registros con esa presencia incómoda: su infiltración parasitaria e interpeladora en casi todos los espacios de la muestra a través de la aparición de las máscaras. Y su reclusión a un espacio encerrado, a la manera de una reserva indígena. Internacionalismo